Ponencia sobre el Médico Valorador ante el Secreto Médico y la Protección de Datos Autor: Daniel Gómez de Arriba Fuente: II Jornadas sobre Secreto Médico y Protección de Datos en Valoración del Daño Corporal, organizadas por la Sociedad Española de Valoración del Daño Corporal. Madrid, 26 de Octubre de 2001 Buenas tardes. Ante todo, quisiera en primer lugar hacerles llegar mi sincera satisfacción por encontrarme hoy aquí y expresar mi más profundo agradecimiento al Doctor Laborda por la confianza en mí depositada, permitiéndome compartir esta mesa con tan distinguidos colegas que me honran. Mi presencia hoy ante ustedes deriva de mi artículo publicado en Cuadernos de Valoración del mes de mayo de 2001, con el título El Médico Valorador y el Secreto Médico. En la medida de lo posible, mi ponencia intentará tener un carácter eminentemente práctico. Aún en mi condición de abogado, pretenderé humildemente que la exposición ayude a dilucidar algunas de las dificultades legales que ustedes, como médicos valoradores, encuentran hoy en día en el ejercicio de su actividad profesional. Para ello, mi estudio se fundamentará en dos partes principales, versando sobre dos cuestiones jurídicas tan cruciales como son, en primer lugar, el secreto médico y, más tarde, la protección de datos. En primer lugar, pasamos a tratar el tema del médico valorador y el secreto médico. Para ello, resulta del todo imprescindible dejar constancia de que el secreto médico deviene de la protección que se hace en nuestro Ordenamiento Jurídico del derecho a la intimidad del paciente. Es decir, se pretenden proteger los datos de salud de un paciente que conoce su médico, en virtud de la relación de confianza médicopaciente. Lógicamente, el médico accede a la esfera íntima y personal de su paciente. Es así, a grandes rasgos, donde nace la obligación de secreto médico que se ampara en nuestra norma constitucional, en la Ley General de Sanidad y en la Ley Orgánica de Protección Civil al Honor, a la Intimidad y a la Propia Imagen, siendo tipificada su vulneración en el Código Penal. Sin embargo, la protección dada por el secreto médico varía en función de que el médico sea considerado médico, en el sentido más literal de la palabra, o perito médico valorador. Si bien estas dos categorías responden a la profesión del médico, su distinta naturaleza estriba en el fin que persiguen: el primero pretende curar, el segundo se limita a peritar unas determinadas lesiones. La función del perito médico valorador consiste en la realización de un informe médico pericial en el que se determinarán las lesiones sufridas, las posibles secuelas, entre otras, con el objetivo último de proceder a un resarcimiento económico. A la hora de la realización de este informe, el médico valorador deberá seguir unas pautas de conducta, lo que podríamos denominar protocolo de actuación, auspiciado por los aspectos deontológicos de su profesión (el juramento hipocrático). De entre las obligaciones que tiene el perito médico valorador, la más interesante en relación con este tema es la de informar al paciente. Aceptada la pericia, el perito médico valorador deberá informar al paciente, se habrá de poner en contacto con él, presentarse, concretar una cita e informarle de su misión. Necesitará entonces la autorización o el consentimiento, que Información facilitada por HELGUERO ASOCIADOS C/ Magallanes, 24 – 1º C Tfno. 902.440.003 www.protegemostusdatos.com 1 no consentimiento informado, del lesionado ya que este requisito es conditio sine qua non para llevar a cabo el peritaje. Una vez obtenida esta autorización, el perito médico valorador elaborará una historia clínica del lesionado, donde se recogerán los datos del paciente. Llegados a este punto, cuando el médico disponga de información suficiente procederá a la elaboración de su informe médico pericial. Éste habrá de ser claro, preciso, limitándose su contenido a peritar lo sucedido, sin extrapolarse. Con la elaboración del informe, queda patente que el médico valorador va a tener acceso a datos que pertenecen a la esfera íntima del paciente que deberá ser salvaguardada. La clave está en que el médico valorador deberá omitir en su informe todo aquello que no sea directamente relevante para el caso, es decir, limitarse a peritar lo sucedido Diferente es la figura del médico, entendiendo por tal al facultativo que presta su asistencia y sus conocimientos médicos, al paciente. Es el profesional que evalúa, que diagnostica y que prescribe un tratamiento a seguir para la curación o tratamiento de una determinada patología. En este caso el secreto médico se ve más reforzado porque no consta la presencia de terceros en la relación médico- paciente y, por lo tanto, no es necesaria la cesión de datos a otras personas ajenas a esa relación sanitaria. Ni tan siquiera en juicio, donde prevalecerá el derecho fundamental a la intimidad del paciente ante las preguntas que puedan formular las partes implicadas en el proceso. Hasta ahora, la primera parte ha pretendido demostrar que los médicos valoradores no están sujetos a secreto médico, en tanto en cuanto su informe pericial se limite a lo estrictamente relacionado con el peritaje. Es el momento de tratar la problemática singular del médico valorador y la protección de datos. Con el fin de ilustrar esta segunda parte, me permito remitirme a un dictamen recientemente realizado por mi despacho y referente al expediente sancionador de la Agencia de Protección de Datos contra un médico valorador. El supuesto práctico que les quiero narrar es el siguiente. Médico valorador de una compañía aseguradora es llamado por la misma para peritar los daños sufridos por una persona a consecuencia de un siniestro. El médico valorador se pone entonces en contacto con el lesionado, se presenta como perito médico de la compañía aseguradora y le informa sobre la posibilidad de acudir a realizar la pericia. Habiéndose acordado una cita, el perito médico valorador se persona en el domicilio del lesionado y le reitera su condición de médico valorador al servicio de una compañía de seguros. Llegados a este punto y con el consentimiento del lesionado (tácito, que no escrito), el perito médico procede a la valoración de los daños resultantes del siniestro, con el fin de emitir un informe pericial. Posteriormente, el informe es remitido a la compañía aseguradora, sirviéndole a ésta de base a la hora de fijar una indemnización Una vez emitido el informe y sin haberse logrado acuerdo entre las partes, la compañía de seguros hace uso de él durante el pleito civil. Desestimada la demanda civil interpuesta por el lesionado, éste decide denunciar ante la Agencia de Protección de Datos que el informe se ha revelado a la compañía de seguros sin su consentimiento informado. A su vez, la Agencia de Protección de Datos tramita la denuncia y acuerda iniciar procedimiento sancionador por una falta muy grave (de 50 a 100 millones de Información facilitada por HELGUERO ASOCIADOS C/ Magallanes, 24 – 1º C Tfno. 902.440.003 www.protegemostusdatos.com 2 pesetas) al haberse cedido los datos a la compañía de seguros sin el consentimiento informado del lesionado. El artículo publicado en Cuadernos de Valoración anunciaba este problema. Se exponía en éste que, frecuentemente, el perito médico valorador trabaja para una compañía aseguradora a la que hace llegar el informe de valoración de los daños de un paciente. El conflicto se produce cuando, una vez completado el informe, éste no responde a las expectativas del que reclama la indemnización ¿Cabría entonces la revocación de este consentimiento prestado para realizar el peritaje, a efectos de que el informe sea invalidado? Resulta evidente que no podemos hacer como si el informe no existiese. No es razonable pensar que el informe va a ser válido en caso de llegar a un acuerdo con la compañía y más tarde pretender que se ha vulnerado la confidencialidad de los datos clínicos por no haberse prestado consentimiento. De hecho, el consentimiento se prestó al aceptar el peritaje por parte de un médico valorador. Si no hubiese sido así, el informe nunca podría haber sido realizado ya que no se puede obligar a un lesionado a someterse a la valoración del perito de una compañía. Esta cuestión así planteada me parece gravísima por dos razones. Primero, porque entendemos que no cabe revocación del consentimiento una vez completado el peritaje. Segundo, porque si la Agencia de Protección de Datos se atreve a tramitar estas denuncias, se crea una profunda inseguridad jurídica, sobre todo en lo que es en sí misma la profesión del perito médico valorador, al quedar su actividad en entredicho. Hecha esta reflexión, a continuación entremos en la pormenorización del supuesto práctico. En primer lugar y al hilo del apartado primero de esta exposición, se debe determinar la actuación del médico valorador. Lo relevante es determinar bajo qué forma actúa, como médico pura y llanamente o como perito médico valorador. La distinción reviste una magnitud considerable a efectos de determinar las consecuencias que su labor puede conllevar, tanto en términos de responsabilidad médica como de violación del deber de guardar el debido secreto profesional y la debida confidencialidad El médico valorador realizó las labores de peritaje de unas lesiones. Las propias de su actividad al servicio de una compañía de seguros. Del relato de los hechos, resulta evidente que el médico actuó como perito médico valorador. Cuando un médico actúa como perito el secreto profesional se ve erradicado por las evidentes consecuencias que dicha actuación conlleva. Una persona que se somete a un peritaje sin oposición alguna, como es este el caso, acepta tácitamente que los datos por ella proporcionados serán comunicados a la compañía aseguradora. La persona que se somete a peritaje otorga un consentimiento que despliega todos sus efectos. El peritaje es la narración de la realidad de unas secuelas, de una patología y/o de unas lesiones, por lo que otorgar al titular del derecho del consentimiento la libertad de revocar éste conllevaría la desaparición del peritaje debido a que carecería de finalidad alguna y el peritado podría utilizar la verdad a su libre arbitrio. Por otro lado, hemos de poner de manifiesto un problema con el que nos podemos enfrentar y que personalmente me preocupa jurídicamente. Entiendo que por deformación profesional y por ética profesional, un médico valorador es también médico y no sólo perito. Cuando éste realiza un peritaje, se ve tentado a extralimitarse en sus funciones y en vez de limitarse a peritar, amplíe sus competencias asistiendo al lesionado. En Información facilitada por HELGUERO ASOCIADOS C/ Magallanes, 24 – 1º C Tfno. 902.440.003 www.protegemostusdatos.com 3 este caso, la relación perito médico valorador-lesionado varía, el perito va a pasar a ser también médico asistencial. Es en este momento cuando la figura del secreto médico recobra todo su sentido frente a ese perito que también actúa como perito médico asistencial. El médico valorador se ve sujeto de nuevo al secreto médico. Conocido que en el supuesto de hecho el médico actúa como perito médico valorador, debemos continuar con el estudio del supuesto y adentrarnos en lo que creemos es el apartado más productivo de este estudio, la confidencialidad de los datos clínicos. La confidencialidad ha sido un principio fundamental de la ética médica desde los orígenes de la medicina occidental hasta nuestros días, pero la situación actual nos obliga a repensar toda esta teoría haciéndola más radical por las evidentes necesidades de la mayor eficacia y de la máxima protección. Pero la protección no debe sólo estar encaminada al paciente como último integrante de la cadena sanitaria sino, de igual manera, debe estar encaminada al médico valorador como otra víctima del actual sistema de protección de derechos en la relación médico sanitaria. La confidencialidad se encuentra intrínsecamente unida al derecho fundamental al honor y a la intimidad, derecho especialmente protegido por nuestra Constitución. Pero esta protección entendemos que no debe de ser absoluta. Es por ello que en el tema que nos afecta, la revelación de algunos datos clínicos o la simple información acerca del historial o de la situación de algunos pacientes no siempre implica violación de las normas deontológicas y legales. Y menos si se trata de colaborar con la Justicia o si el paciente autoriza un peritaje para su uso en un proceso. Cada caso debe ser estudiado de forma independiente y lejos de afirmar la total impunidad de los profesionales sanitarios en el tema de la confidencialidad de los datos clínicos, sí que es cierto que la intimidad de una persona, de un paciente en este caso, puede sucumbir ante las necesidades lógicas de un desarrollo profesional, cual es el supuesto que nos ocupa, por dedicarse este médico a la valoración del daño corporal de personas acreedoras de la compañía de seguros, máxime cuando el lesionado lo acepta para recibir una indemnización por las lesiones. Tratadas ya las cuestiones de la actuación del médico y de la confidencialidad de los datos del paciente nos queda por último abordar la protección de datos clínicos. La protección de datos es la protección jurídica de las personas en lo que concierne al tratamiento automatizado de sus datos personales, o el amparo debido a los ciudadanos contra la posible utilización por terceros en forma no autorizada para confeccionar una información que afecte a su entorno personal, social o profesional, en los límites de su intimidad. Por otro lado, la directiva comunitaria 95/46/CE declara, en su artículo 7, que los Estados miembros dispondrán que el tratamiento de datos personales sólo podrá efectuarse si: “ es necesario para la satisfacción del interés legítimo perseguido por el responsable del tratamiento o por el de tercero o terceros a los que se comuniquen los datos, siempre que no prevalezca el interés o los derechos y libertades fundamentales del interesado ...” El médico valorador no actuó en ningún momento de manera arbitraria en el tratamiento de los datos personales del lesionado, sino que actuó con la diligencia que su profesión exige no sólo para con la compañía de seguros, sino de igual manera para con el lesionado, respetando de esta manera todos los derechos que a éste les pertenecen. Y es que la comunicación de estos datos por parte de los profesionales sanitarios a las compañías de seguros no responden más que a la rutina del ejercicio de la profesión tanto Información facilitada por HELGUERO ASOCIADOS C/ Magallanes, 24 – 1º C Tfno. 902.440.003 www.protegemostusdatos.com 4 de los primeros, en cuanto a la valoración de lesiones para proceder a la indemnización o tratamiento de éstas, como de las segundas en relación con el pago de la indemnización o costeo de los gastos necesarios para la mejoría o curación En el caso que nos ocupa es un hecho relevante el que el médico valorador informase en todo momento al lesionado de que la visita se hacía como médico valorador de la compañía de seguros. El derecho a la intimidad personal y a la privacidad no ha sido vulnerado. El lesionado no opuso, ninguna resistencia a la visita del facultativo. De ello se deduce que, si el lesionado fue informado, en un primer momento de que el facultativo acudía a verle en calidad de perito médico valorador de la compañía aseguradora y, en segundo lugar, el lesionado no se opuso a dicha visita, interpretamos que el lesionado entendió en todos sus aspectos la relación existente entre el perito médico valorador y la compañía aseguradora. La remisión a posteriori del informe se da por supuesta. De no ser así, ¿por qué se iba a dejar examinar por un médico que no fuera el suyo propio Entendemos la existencia de un consentimiento tácito. Lo que nos permite hablar a continuación sobre la corrección o, mejor dicho, incorrección de hablar de consentimiento informado en una relación perito-lesionado. El consentimiento informado es un presupuesto integrante de la lex artis, como ustedes muy bien saben pues es un tema muy tratado, el titular del derecho es el paciente, debe prestarse antes del acto médico y su forma es escrita aunque cabe también su forma oral. Pero cuando se realiza un peritaje no podemos hablar de consentimiento informado. El porqué es muy sencillo. El objeto del consentimiento informado versa sobre la explicación, la información que el médico da al paciente sobre una patología o sobre la necesidad de realizar pruebas, además de alternativas terapéuticas de curación. En un peritaje, el perito médico valorador no está recabando del lesionado un consentimiento informado, simplemente la aceptación o consentimiento de una pericia con las consecuencias que ello conlleva. Por lo tanto, entendemos que cuando la Agencia de Protección de Datos argumenta la no existencia de consentimiento informado, se trata de un craso error puesto que la Agencia de Protección de Datos, en este caso, debería haberse circunscrito únicamente a si hubo o no aceptación del peritaje. En un peritaje no hay consentimiento informado sino un mero consentimiento o aceptación para la realización del peritaje, con todas las consecuencias que ello conlleva. La Agencia de Protección de Datos no puede pedir algo que no es necesario y mucho menos tramitar un expediente sancionador por este motivo. Como conclusión y al amparo de la Ley Orgánica 15/ 1999, de Protección de Datos de Carácter Personal, haciendo la necesaria interpretación de algunos preceptos por su Información facilitada por HELGUERO ASOCIADOS C/ Magallanes, 24 – 1º C Tfno. 902.440.003 www.protegemostusdatos.com 5 ambigüedad, la cesión de datos de un paciente, realizados por un médico valorador en la habitual historia clínica o informe, no se debe catalogar en el supuesto típico de revelación del secreto médico o de revelación de la confidencialidad de datos clínicos. De considerarse así, estaríamos negando la práctica cotidiana de las compañías aseguradoras, y no sólo negar o impedir el desarrollo de lo cotidiano, sino incluso vulnerar derechos de terceros como son los de resarcimiento de un daño. Las compañías aseguradoras no son profesionales de la medicina por lo que no son capaces de evaluar y tasar daños o lesiones. Sin embargo, sí que lo hacen ayudadas y asesoradas por los médicos contratados para llevar a cabo esa función. La relación existente entre las compañías de seguros y los médicos valoradores se enmarca dentro de la categoría de prestación de servicios. Existe por lo tanto un vínculo irrefutable entre ambas personas y al amparo del artículo 11 de la LO 15/1999, no se requiere consentimiento informado por parte del paciente, cuando el tratamiento responda a la libre y legítima aceptación de una relación jurídica cuyo desarrollo, cumplimiento y control implique necesariamente la conexión de dicho tratamiento con ficheros de terceros. El perito médico valorador, como su propio nombre indica, no hace más que examinar al paciente y valorar sus daños corporales dando traslado de todas las actuaciones necesarias a su compañía de seguros para que ésta actúe. Desde el momento en que el cliente suscribe póliza, la solicita, o reclama el pago de una indemnización por haberse producido uno de los riesgos asegurados, el tomador del seguro o asegurado sabe que va a ser reconocido y que su estado va a ser comunicado a la compañía, si acude al reconocimiento consciente de ello, implícitamente da su consentimiento a que sea revelado a la compañía aseguradora Por ser éste un uso social, el secreto profesional del médico desaparece cuando hablamos de una relación en la que interviene un perito. En el peritaje no existe una relación basada en la confianza. Si la confidencialidad de ausenta, no cabe hablar de secreto. Si el secreto no existe, no hay obligación. Si no hay obligación, no hay incumplimiento. Y si no hay incumplimiento, no hay responsabilidad. Ante la gravedad de los hechos y la inseguridad jurídica provocada, ante las consecuencias perjudiciales en la profesión del perito médico valorador, es menester que en futuras actuaciones se especifique el tipo de tarea que se va a realizar en el peritaje. Ante la solicitud de una compañía aseguradora requiriendo los servicios de peritaje y/o valoración de unas determinadas lesiones o patología, el médico designado para tal informe al paciente o lesionado comunicará: !"identificación del médico !"naturaleza de sus actos: #" si actúa en calidad de médico #" si actúa en calidad de perito médico valorador #" si actúa en calidad de médico asistencial !"consecuencias de su intervención en la relación con el paciente y por qué no, siguiendo la teoría de la prevención, solicitud de prestar consentimiento por escrito, o autorización para comunicar los datos relevantes a la compañía de seguros para la que trabaja. En definitiva, lo que he pretendido a lo largo de esta ponencia es llevar a su ánimo dos temas a mi parecer tan sensibles para los profesionales de la valoración del daño como Información facilitada por HELGUERO ASOCIADOS C/ Magallanes, 24 – 1º C Tfno. 902.440.003 www.protegemostusdatos.com 6 son el secreto médico y el tratamiento de los datos clínicos. Sensibles principalmente por sus implicaciones legales, tanto económicas como penales. Sólo me queda esperar que lo dicho en estos minutos les haya resultado provechoso en algún sentido. Yo me comprometo a seguir estudiando este tema, quedando a su entera disposición si en algo les resultara útil o para cualquier duda que les pueda surgir. Muchas Gracias. Información facilitada por HELGUERO ASOCIADOS C/ Magallanes, 24 – 1º C Tfno. 902.440.003 www.protegemostusdatos.com 7