LA FORMACIÓN DE LOS EQUIPOS EN EPJ

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LA FORMACIÓN DE LOS EQUIPOS EN EPJ
ASE-016-2009
Germán Alberto Méndez. C.P.
Asesor Espiritual.
A cada uno de los mentores y equipos responsables de la formación de los guías
Introducción:
Al inicio de nuestra reflexión quisiera explicar el sentido de los tres elementos
del título. Primero, se trata de una visión de la formación, lo cual exige que nos
preguntemos “¿que es la formación?. Segundo, a partir de los valores del Encuentro de
Promoción Juvenil, pues, es necesario abordar el tema no sólo desde el punto de vista
particular, sino con una perspectiva de conjunto. Y tercero, una visión espiritual, es
decir, a la luz de la Palabra, es la manera de vivir y testimoniar de modo creíble la
“Buena noticia” de Jesús a los jóvenes.
Punto de partida: ¿Qué es la formación?
Me pregunto que entendemos cada uno por formación. De nuestra respuesta
como guías despende el tipo de hombre nuevo que deseamos formar. En la palabra
equilibrio encierro todas las dimensiones sicológicas y físicas y espirituales de una
persona. Pero la formación no se limita, es algo más.
La formación no equivale tampoco a un discurso preparado. En nuestro caso hablar de
FORMACION es tomarla como un valor primario de nuestras opción y evangelización
por los jóvenes. Es la percepción inmediata de cualquier persona. Formación como
valor que lo incluye todo y que a la vez lo condena todo, pues, una de las características
de los jóvenes hoy, es que no se conforman.
La formación de un grupo, puede llegar a convertirse en una experiencia única que no
es conveniente separar. En este sentido es que decimos que los procesos de formación
deben apuntar a la totalidad, es decir, al conjunto de todas las relaciones. Todas estas
dimensiones son inseparables en el proceso de formación, de los guías, es decir de las
personas.
Finalmente me parece importante insistir en hacer una apuesta, o tomar nuestra
formación como un reto que puede llegar a dar significado al crecimiento del hombre
nuevo en el que nos hemos empeñado a partir de nuestro primer Encuentro, esto contra
todos los sinsentidos y desilusiones que el mismo proceso deja a su marcha. Me parece
oportuno detenerme en la palabra desafío, pues tomada de esta manera la formación, la
creatividad del proceso es lo que resulta frente a la tentación de repetir esquemas.
Formarse en grupo es también ponerse en las manos de Dios, sin olvidar el aporte y la
responsabilidad que tenemos frente a la iglesia de ser para los jóvenes guías y modelos
de vida.
Formación desde el Encuentro de Promoción Juvenil:
El Encuentro no es simplemente un punto de vista que condiciona o limita, es
una decisión que exige y compromiso. Recuerdo la imagen de Jesús en el la puerta del
templo frente a la caja de las ofrendas (Mc12,41-44; Lc 21,1-4). Por una parte se abre a
una visión global, no se limita a una sola lectura, pero por otra, permite ver de otra
manera aquella misma realidad. No es el que más dio el que se justifica, sino el que dio
todo lo que tenía aunque sea más poco materialmente.
Una característica de la formación en nuestro Movimiento será la que descubro en
muchos de nuestros grupos en las diferentes ciudades; lograr comprender los valores, y
las necesidades de la mayoría de las personas que se acerca a nuestros procesos. Es
decir, quienes “tienen menos oportunidades”, en contraste con quienes “no se quieren
formarse cristianamente”. Ellos precisamente son los que están acudiendo a nuestro
Movimiento con la esperanza y la alegría de seguir al maestro. ¿Cómo explicar esto?
Por una parte valoro que el Señor siga queriendo invitar más guías a nuestra familia; y
así, manifestar su obra en el mundo, su Buena Noticia. Pero por otra parte, noto un
aspecto negativo y es, la creciente mediocridad de muchos grupos en la formación, de
los equipos, en la preparación de los mensajes, en la vivencia de su vida cristiana. Esta
nueva realidad puede llegar a acelerar la muerte de nuestro carisma, y su actualidad y
vigencia en el mundo. Me parece una realidad preocupante por cuanto el punto de
partida del Encuentro no se expresa en la iglesia como la búsqueda de una comodidad,
sino viceversa, como una disponibilidad al servicio y a la formación de los jóvenes.
Considero que este momento actual nos exige a los guías del movimiento erradicar la
tentación de vivir una doble moral, pues nuestro grupo no puede servir de trampolín
para oponerse a los valores del evangelio, o para garantizar un grupo de amigo al estilo
de los clubes sociales. Desde este interés algunos guías harán su proceso de formación
para el encuentro, y otros quizá tengan que exigirse más o de lo contrario se quedarán
por fuera de nuestra familia.
Según esta visión: ¿Qué es pues formarse? ¿Qué significa la formación como un valor
permanente del Movimiento? ¿Qué entendemos calidad de la formación como una
exigencia?
La formación de nuestros grupos tendrá que librarse de las teorías acerca de la
formación y quizá tengamos que enfocarnos en la realidad a donde dirigimos nuestra
acción evangelizadora. No es cierto que el Encuentro de Promoción Juvenil sea por sí
mismo evangelizador, nuestro Carisma es una herramienta que hay que ofrecer a la
iglesia, nuestro método es un apoyo que Dios nos da para saber acercarnos a la nueva
juventud, y nuestro compromiso personal y exigente es la respuesta a la realidad de los
jóvenes de hoy en los ambientes en donde estamos.
En Conclusión, desde el punto de vista que tengo de los grupos, creo que es necesario
rescatar el criterio de orientar la formación a una unidad de criterios según las
necesidades y el diagnóstico de cada grupo.
Los resultados de una formación desequilibrada son evidentes desde los compromisos
de muchos guías. Muchos de ellos, desde muy temprano pierden el sentido del para qué
de su opción como guías. Otros manifiestan más interés en los servicios de liderazgo,
pero entendiendo estos servicios como oportunidades de poder. Otros se quedan
desconcertados ante las distintas desviaciones.
La pregunta que me hago es: ¿qué estamos transmitiendo a las generaciones jóvenes
guías? Creo que nos falta un verdadero proyecto.
Bases para un proyecto de formación emproísta:
Mirados los evangelios en la perspectiva del proceso formativo, traen a la tarea
de los equipos muchas luces. Hay que formarnos para escuchar a Jesús y para seguir sus
pasos en la tarea de obedecer a Dios en todo. Es en esta relación de Jesús con Padre, y
con su tiempo, encontramos todas las respuestas a nuestro quehacer de guías.
Juan bautista, en la prisión envía algunos de sus discípulos a Jesús para preguntarle:
“¿eres tu el ha de venir o debemos esperar otro?” (Lc 7,19). La respuesta de Jesús a su
maestro es traducida en gestos de vida, gestos a favor de los más pobres: “los ciegos
ven, los paralíticos caminan, los leprosos son purificados, los sordos oyen, y los muertos
resucitan. Así es como la Buena nueva es anunciada a los más pobres. ¡Y feliz aquel
para quien ya no sea motivo de escándalo!”.
La respuesta de Jesús a Juan tiene criterios claros, hay un cambio de la realidad de los
destinatarios de la “Buena noticia”, sus necesidades concretas son atendidas. En nuestra
acción formativa junto a los jóvenes tenemos que preguntarnos periódicamente si
estamos respondiendo a algunas necesidades que generen en nosotros un cambio y si a
nuestro alrededor estamos despertando también algún cambio. Las acciones de Jesús
consiguen poner a las personas en un lugar destacado en la sociedad.
La manera de formar de Jesús también es otro buen criterio, pues involucra la libertad
de las personas, a través de su postura frente a las necesidades. De hecho en su caminar
nada lo detiene en su decisión de amar a todos en el nombre de Dios y de formar un
grupo con las mismas cualidades por las que él apuesta.
La formación de los discípulos tenía una opción pedagógica clara. En la construcción
de su grupo, Jesús encuentra los límites y los valores de cada uno de los elegidos. Pedro
por ejemplo, habla lo que venía al corazón - frágil, miedoso, fiel, cuestionador. Judas
que debía ser un entendido de economía, apresurado en ver luego la revolución del
pueblo; las mujeres, fieles hasta la cruz, tuvieron el privilegio de ser escogidas como
primeros testigos y anunciadoras del resucitado… Y, así, cada integrante del grupo fue
respetado y valorado en sus diferencias. El maestro fue distribuyendo y cobrando
responsabilidades, y les enseñó a que fueran libres.
Por Cristo Más, Más y Más.
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