¿QUÉ SIGNIFICA FORMARSE? Concepto de formación Para admitir que uno debe formarse es preciso saber antes qué significa eso. Por eso vamos a señalar en primer lugar los dos significados principales del término. Formación significa en primer lugar aprendizaje. No se trata de un aprendizaje cualquiera, referido a cosas exteriores, o a destrezas, sino específicamente aquel que tiene que ver con la propia vida, con la propia persona, con la propia conducta e intimidad. Formarse significa ni más ni menos que aprender a vivir. Y aprender a vivir es aprender a actuar de modo que el conjunto de lo que uno haga, el comportamiento, tenga un buen resultado final: una vida que haya merecido la pena. Ordinariamente, una vida así se denomina una vida lograda, una vida feliz. Formarse significa entonces aprender a vivir de tal modo que uno sea feliz. Formarse significa aprender a ser feliz. En segundo lugar, formación significa cultivo de uno mismo, es decir, algo así como regar y cuidar una tierra fértil para que produzca frondosas plantas. La tierra fértil son las aptitudes naturales del hombre; su cultivo sería la tarea de adquirir cultura, de asimilar interiormente conocimientos de manera que uno resulte enriquecido con lo que sabe. Formación es poseer lo aprendido, tener conocimientos haber sido educado, tener riqueza interior, saber leer en el gran libro del mundo, de la sociedad y de la historia todo cuanto éste tiene que enseñarnos. Formarse significa entonces desarrollar y poner en práctica el deseo de aprender, e ingresar así en el mundo común de tradiciones y cultura en el que los hombres habitan. A partir de esta doble definición del concepto de formación se nos abre un panorama muy amplio: “formarse” es algo mucho más profundo, duradero e importante que adquirir unas simples destrezas técnicas, o unas formalidades de buena conducta exterior, o unos conocimientos teóricos supuestamente importantes, pero densos y aburridos como una ociosa tarde de verano. Formarse es aprender a vivir Si formarse es aprender a vivir, a primera vista esto parece un conocimiento casi mágico, muy difícil de conseguir. Proporcionaría nada menos que la felicidad. Sin embargo, la cuestión es más fácil de lo que parece: llamamos “formación” al proceso de sacar al hombre de su encierro en sí mismos, típicamente animal; a la objetivación y diferenciación de sus intereses, y, con ello, el aumento de su capacidad de dolor y de gozo. Hoy se escucha con frecuencia que la educación tiene como tarea el que los jóvenes aprendan a defender sus intereses. Pero hay una tarea más fundamental: la de enseñar a los hombres a tener intereses, a interesarse por algo; pues quien ha aprendido a defender sus intereses, pero en realidad no se interesa nada más que por él, no puede ser feliz. Por eso, la formación, la creación de intereses objetivos, el conocimiento de los valores de la realidad, es un elemento esencial para una vida lograda. Y para comprenderla hay que ser receptivo, no podemos ni darle la espalda ni imponerle respuestas a priori. Por eso formarse significa aprender a escuchar lo que la realidad y los otros tienen que decirnos, aprender a captar valores. Importancia de los valores Los valores, una vez que se interiorizan gracias a la receptividad que uno tiene para captarlos, pasan a ser los fines que uno se propone conseguir a medio y largo plazo. Esos fines son los que condicionan las decisiones pequeñas. Los valores que cada uno tiene en el fondo del corazón son los que buscamos alcanzar y vivir. Nuestra conducta está condicionada por esos valores. Ellos son los fines a medio y largo plazo que busca nuestra conducta, nuestra voluntad y nuestra libertad. Pues bien: desarrollar las propias capacidades, formarse, significa y consiste, como ya se ha dicho, en aprender a vivir, aprender a aspirar a todo aquello que uno puede llegar a ser. Si no sabes lo que puedes ser, ¿cómo empezarás a serlo? Si no tienes puerto de destino ¿qué rumbo vas a elegir? La forma clásica de mostrar el puerto de destino donde acaba la travesía en que consiste ser hombre es el famoso verso de Píndaro: “¡sé el que puedes llegar a ser!” atrévete a aspirar a aquello de que eres capaz. Dicho de otra manera, el saber más importante para el hombre es saber querer, saber lo que quieres, saber cuales son los deseos, aspiraciones, ideales y valores que uno tiene. Sí uno no sabe lo que quiere tampoco sabe qué puede llegar a ser, puesto que la acción y el conocimiento práctico son la manera en que nos realizamos como personas al ejercer nuestra libertad: llegamos a ser aquello que de hecho queremos ser. Y aquí se nos impone una primera conclusión: para desarrollar nuestras capacidades, para formarse y aprender a vivir, hay que saber responder a estas preguntas: ¿qué es lo que verdaderamente me importa? ¿a que aspiro? ¿qué me he propuesto? ¿qué es lo que quiero de verdad? Ellas son las que encierran las claves de una vida. Por eso, formarse significa aprender a dirigir la propia vida hacia el puerto de su destino. Aprender a querer significa aprender a tener deseos, aprender a pensar qué se quiere, qué se busca, qué empresas vamos a acometer. Hoy en día se habla mucho de ética. Es señal de lo necesitados que andamos de valores que rijan nuestra conducta, pues la ética, desde luego, es ese saber práctico del que aquí se habla: saber qué debemos querer para llegar a ser lo que realmente podemos ser. La condición primera de este saber, por tanto, atreverse a querer, tener imaginación suficiente para que nuestros deseos lleguen un poco más allá, o un mucho más allá, de la realidad que nos viene dada. Aprender a querer es una ayuda inestimable para ejercer la creatividad más importante de la que somos capaces: aquella que ejercemos respecto de nosotros mismos, la que nos lleva a realizar nuestras aspiraciones y hacer nuestro lo que buscamos. Así pues, ser receptivo respecto de la realidad, saber desear y esforzarse por vivir lo deseado, desear cosas que valgan la pena, todo es una pequeña parte de lo que significa estar formado como persona, ser hombre en el pleno sentido de la palabra. Por eso se dijo al principio que formarse es aprender a ser feliz. Adolfo Escalante.