ALGUNOS FACTORES QUE DEBEN TOMARSE EN CUENTA AL DECIDIR LA FORMA DE ORGANIZAR LA EJECUCIÓN DE UN PROYECTO. 1. Número de departamentos o unidades de la organización que participarían en la ejecución del proyecto. Entre mayor sea este número, más favorable resulta el tipo de organización por proyecto. La razón es que resulta muy difícil coordinar a muchas unidades con múltiples funciones y diferentes jefes con prioridades distintas al proyecto. Según estudios empíricos, cuando el número de unidades involucradas no excede de tres, la organización funcional no suele presentar mayores problemas de coordinación; cuando el número es hasta diez la organización matricial puede funcionar; pero si hay que coordinar a mas de diez unidades funcionales, hay una razón fuerte para inclinarse hacia una organización por proyecto. 2. Grado de interacción necesaria entre las unidades que participarían en la ejecución del proyecto. Entre mayor sea la interdependencia entre las tareas que exige la ejecución del proyecto, más difícil resulta segmentar el proyecto en partes y encargar la ejecución de las tareas a las distintas unidades funcionales de la organización regular. La razón es, nuevamente, dificultades de coordinación en una estructura con recursos dispersos, y ventajas a ese respecto de un mecanismo integrador de recursos, como es la unidad de ejecución de un proyecto. Por ello, es más favorable una organización por proyecto cuando más fuerte es la interacción que se necesita entre las distintas tareas del proyecto y entre las disciplinas del conocimiento requeridas por su ejecución.. 3. Grado de dificultad y novedad del esfuerzo técnico que implica la ejecución del proyecto. Entre mas innovador y difícil sea el esfuerzo técnico que hay que realizar, menos capaz de realizarlo suele ser una estructura dispersa de múltiples unidades con distintos jefes, funciones y prioridades. Este tipo de esfuerzos los lleva a cabo mucho mejor una unidad altamente focalizada en lograr los objetivos del esfuerzo y altamente motivada a ello, sin distracciones de otras muchas cosas que también hay que hacer. Es decir, entre más difícil e innovador sea el esfuerzo técnico necesario, más conviene un tipo de organización por proyecto. Sin embargo, cuando se trata de proyectos que no requieren mucha coordinación interdisciplinaria o interfuncional, como son los proyectos de investigación en una sola rama del saber, la organización funcional (el departamento regular involucrado) puede funcionar bien porque entonces es capaz de dar un alto grado de atención focalizada a las tareas necesarias. 4. Falta de experiencia previa, o de capacidad, de las unidades funcionales regulares en tareas semejantes a las del proyecto. Cuando el organismo ejecutor no ha realizado previamente proyectos como el planteado, o cuando las unidades funcionales regulares sencillamente no cuentan con los recursos competentes para realizarlo, ello es un factor que inclina a utilizar la organización por proyecto, porque es más probable que en esas condiciones tenga mas éxito una estructura especializada en las tareas propias de la ejecución del proyecto y establecida solamente para realizarlo. 5. Ausencia de otros proyectos similares, que exijan el mismo tipo de recursos en el mismo período. Cuando se están realizando al mismo tiempo varios proyectos que emplean el mismo tipo de recursos, suele ser más eficiente dejar los recursos en las unidades funcionales a las que pertenecen habitualmente y establecer un mecanismo que permita compartirlos entre los varios proyectos que los demandan. Se evita así la tendencia de la organización por proyectos a duplicar recursos y a utilizarlos de manera exclusivista, con frecuencia subempleándolos y aumentando los costos innecesariamente. Sin embargo, lo contrario es válido si no hay otras demandas de los recursos que emplea el proyecto; en esas condiciones suele ser más conveniente la organización por proyecto, con los mejores controles posibles para evitar el desperdicio de los recursos asignados. Dicho de otra forma, la organización por proyecto es más adecuada entre mas únicos sean los esfuerzos y los recursos que implica el proyecto. 6. Necesidad de interactuar frecuentemente, y de maneras complejas, con un cliente, involucrado o agente externo al organismo ejecutor. Por su singular focalización en los asuntos propios del esfuerzo, su más fluida comunicación interna y su más estrecha coordinación de tareas y recursos, la organización por proyecto presenta ventajas para interactuar con “involucrados” en el proyecto que son distintos y externos a la entidad que lo ejecuta. Entre menos se presenten los factores antes indicados más favorable resulta la organización regular, aunque es más frecuente la organización “matricial débil” que la funcional pura porque casi cualquier proyecto de alguna envergadura exige por lo menos una unidad coordinadora específica del proyecto. Cuando se presentan varios o todos los factores antes explicados, la organización por proyecto es preferible a la organización funcional. Sin embargo, siempre que se utilice la organización por proyecto se debe tener especial cuidado con los riesgos y desventajas que le son típicos: tendencia a la duplicación de recursos ya existentes en la organización regular y al subempleo de los mismos, con altos costos para el organismo ejecutor; enfoques exclusivistas que suboptimizan el conjunto (priorizan los intereses del proyecto aun a costa de objetivos más generales de la organización); creación de enclaves o islas de la organización con reglas y privilegios especiales; falta de fortalecimiento institucional general derivado de la ejecución del proyecto. Una manera práctica de evitar los problemas recién indicados de la organización por proyecto suele ser el empleo de la organización matricial; pero esta también presenta sus dificultades propias, como su tendencia a generar conflictos por traslape o ambigüedad de autoridades entre gerentes de distintas unidades, que es inherente a este tipo de estructura. La organización “matricial fuerte” es bastante más usada que la organización por proyecto en forma pura, porque evita muchos de los problemas de la segunda y porque, al compararla con una organización matricial “menos fuerte” o más balanceada, suele tener mejor definidas las competencias y las autoridades de las distintas unidades. En la realidad siempre hay que examinar cuidadosamente todas las circunstancias de cada caso y hacer un juicio equilibrado que rara vez es fácil, y nunca perfecto.