La hipótesis de Gaia En la década de 1970, el Dr. James Lovelock fue contratado para diseñar pruebas químicas de detección de vida. Las mismas serían montadas en una futura sonda a enviar al planeta Marte. En el curso de esta tarea, se hizo necesario definir qué es la vida en un sentido más amplio que como puede ser reconocida en nuestro planeta Tierra. Lovelock elaboró así a una posible definición operativa: se podría considerar "vivo" a cualquier sistema que genere y mantenga sub-sistemas internos que le ayuden a ordenarse y mantener constantes sus condiciones internas (capacidad de homeóstasis) Una de las conclusiones de esta definición es que los seres vivos pueden mantenerse en un estado constante, llamado estado estacionario, que es distinto del equilibrio. En investigaciones posteriores, el Dr. Lovelock observó que ciertas variables fisicoquímicas de nuestro planeta (la salinidad de los mares, la composición y temperatura atmosférica, etc.) mantienen valores constantes (estacionarios) pero que no son los de equilibrio. El Dr. Lovelock sugirió entonces, que las interacciones de los seres vivos entre sí y con su entorno eran las responsables del mantenimiento de dichos estados estacionarios. Entonces, si consideramos "vivos" a aquellos sistemas que mantienen estados estacionarios diferentes del equilibrio termodinámico, generando y manteniendo sistemas ad hoc, si las condiciones "internas" de la Tierra se mantienen constantes (y lejos de su equilibrio), y si parece que ciertas variables ambientales importantes de la Tierra se mantienen sus valores constantes merced a los seres vivos y sus interacciones, entonces... ...el planeta Tierra puede ser considerado un ser vivo. El Dr. Lovelock es un tipo sumamente creativo y poético. En vez de llamar a su teoría "Homeóstasis de las variables físico-químicas terrestres y sus interrelaciones etc. etc. ..." la llamó Teoría de Gaia, en recuerdo de Gaea, la diosa tierra de los griegos, análoga a la Pacha Mama latinoamericana. Según la teoría de Gaia, las condiciones actualmente reinantes en el planeta no son el mero resultado de reacciones físico-químicas sino que son mantenidas así por el conjunto de seres vivos del planeta (la biósfera) y la interacción con su entorno. Podríamos explicar esto con una analogía simple entre el planeta y nuestro propio cuerpo de humanos. Cada especie sería entonces análoga a un "órgano" y la interacción entre éstos mantendría nuestra temperatura (a pesar del frío exterior), nuestro pH y nivel de azúcar en sangre (a pesar de que la ingesta de alimentos varía en su composición), etc., así como la salinidad de los mares, la temperatura y composición de la atmósfera, etc. en la Tierra. Sin embargo, los humanos somos mucho más que un montón de órganos: el todo es más que la suma de sus partes. Según esta visión, todos estamos relacionados y la desaparición de una especie es una tragedia para todas las demás, tanto como la pérdida de un órgano es terrible para nuestro propio organismo. Este enfoque, que parece pecar de exceso filosófico, no desestima los enfoques pragmáticos sino todo lo contrario, los potencia. Desde un punto de vista utilitario (la genética y sus aplicaciones en medicina por ejemplo), la desaparición de una especie animal o vegetal y su genoma (conjunto de genes) significa la pérdida de millones de posibles tesoros aún desconocidos. También explica por qué hay temas que requieren un enfoque interdisciplinario para ser abordados con éxito. Entre otras cosas, esta teoría justifica no sólo la apreciación, sino la necesidad de la diversidad para mantener el estado estacionario global, ya que cada especie cumple una o más funciones particulares dentro de la sinfonía global.