Dafnis y Cloe; Longo

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Cuando se habla de literatura griega antigua se piensa casi la mayoría de las veces que se refiere a la epopeya
o épica de Homero con sus poemas famosos La Ilíada y La Odisea o algunos yendo aún más lejos consideran
literatura helénica de la antigüedad también a los Diálogos de Platón de corte meramente filosófico y no del
todo literario. Si bien es cierto, la literatura griega fue bastante fructífera en cuanto a verso se refiere. El
género lírico tuvo desde un principio más acogida por la fácil memorización que ofrecía a las personas que lo
recitaban pues la literatura de aquel tiempo no era tan asequible como hoy día lo es.
La prosa en la literatura de la antigua Grecia fue un género utilizado más que todo en obras filosóficas,
verbigracia la tenemos en los ya mencionados Diálogos platónicos. Empero la literatura (haciendo referencia
al género narrativo en sí) también tuvo allí su acogida. Tenemos novelas que han sobrevivido hasta hoy como
Efesíacas de Jenofonte de Éfeso; Babilónicas de Jámblico; Leucipa y Clitofonte de Aquiles Tacio y
posiblemente Las Etiópicas o Teágenes y Cariclea de Heliodoro de Emesa. Como obra seleccionada para
comentar en el presente ensayo encontramos la novela Dafnis y Cloe cuyo verdadero nombre en griego
translitera así: Poimenika ta Kata Daphnin Kai Klohen (Los amores pastoriles de Dafnis y Cloe) escrita por el
griego Longo. El autor nació en la isla de Lesbos el año 150 d.C., se dedicó principalmente a la sofística y su
obra más importante fue Dafnis y Cloe. Murió en 230 d.C.. Su obra ha sido traducida en diversos idiomas,
entre ellos el castellano del cual existe una traducción realizada por Juan Valera y Alcalá Galiano
(1824−1905).
Es importante después de aclarar algunos pormenores con referente al origen de la obra tocar fondo un poco
con su argumento. El autor se encarga de hacernos una pequeña introducción al comienzo. Nos explica la
inspiración que lo mueve a escribir la obra, una pintura en una cueva de Ninfas. Indaga el origen de ésta y de
allí resultan los cuatro libros que componen la novela. Hace pasar al principio el hecho que va a relatar como
verídico, aunque a ciencia cierta no se sabe si lo es o no, algo parecido a lo que hace Cervantes en el Quijote
cuando evoca a aquel personaje de Cide Hamete Benengeli como el historiador que compuso su obra. Es un
recurso estilístico bastante usual en la literatura griega porque en los Diálogos Platón exhibe sus teorías
filosóficas como sucesos verídicos en los cuales intervienen Sócrates y otros personajes la mayoría reales,
pero que no se descifra si estas conversaciones realmente se dieron o si son sólo ficción o artificio del autor
para hacer una historia más amena.
Ciudad de Lesbos es Mitilene, grande y hermosa. La parten canales por donde entra y corre la mar y la
adornan puentes de lustrosa y blanca piedra. No semeja la vista ciudad sino un grupo de islas () montes
abundantes de caza, fértiles sembrados, dehesas y colinas cubiertas de viñedos, todo junto a la mar
En el fragmento citado anteriormente se puede notar como el autor nos hace entrar en el ambiente de su
novela relatándonos el espacio en donde suceden la mayoría de los sucesos de este amor de pastores. Podría
decirse que la novela ofrece al lector una biografía de los protagonistas desde el momento de su nacimiento
hasta el final feliz. El narrador, que en todo caso es omnisciente, está mirando desde luego todas las acciones
que realizan los personajes y conoce sus íntimos pensamientos.
Dafnis es encontrado por el pastor o cabrero Lamon. Sus padres lo habían abandonado al nacer, empero le
habían dotado de ricas joyas y monedas para que le criase cualquiera que le encontrara. Una cabra del rebaño
de Lamon, compadeciéndose del pobre bebé que yacía solo en la cueva de las Ninfas le amamantó cual si
fuera su propia madre y así el infante logró sobrevivir hasta que sorpresivamente fue hallado.
Contrario a lo que se podría esperar, Lamon y su mujer Mirtale recibieron con no poco regocijo el hallazgo
del niño, no porque viniera tan ricamente adornado sino porque no tenían hijos y decidieron adoptarle como
hijo suyo escondiendo las alhajas por si en alguna ocasión Dafnis las llegase a necesitar.
Cloe es dos años menor que Dafnis y su destino, que a la larga se uniría y vendría a ser uno solo con el de su
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amado, tuvo muchas coincidencias con el de él como haber sido igualmente abandonada por sus padres en la
cueva de las Ninfas con muchas joyas. Allí el narrador quiere dar a saber de una vez como la vida de estos dos
personajes va a estar siempre ligada, no sólo por su nacimiento sino también por su oficio pues Dafnis se hace
cabrero y Cloe pastora, oficios que estuvieron muy de boga en la antigua Grecia porque las cabras y las ovejas
eran criadas de forma artesanal para la producción de leche y lana respectivamente.
Los protagonistas eran unos jóvenes sin experiencia alguna de lo que es la vida, para ellos su pubertad y
adolescencia es muy pero muy diferente de la de muchos jóvenes de la actualidad quienes viven sumidos en la
moda y otras atracciones y a veces ni por pienso se percatan de las grandes cosas que están ocurriendo dentro
de sí. Dafnis y Cloe juegan, se recrean sanamente, como dos niños que cumpliendo sus deberes hallan
satisfacción y gozo. Puede decirse que sienten atracción pero son tan inocentes que no saben cómo
demostrársela.
El amor que hay entre Dafnis y Cloe es una cosa admirable, es algo divino. Así mismo lo expresa el autor
cuando dice que Amor mismo (a parecer personal debe entenderse como el dios griego Eros, equivalente al
romano Cupido, dios del amor) los protege y los une como una de sus parejas predilectas, por tanto se trata de
un sentimiento sin mácula que no sólo busca satisfacción carnal o es simple deseo sino que augura paz y
cariño entre los dos para dar y recibir lo que se dan: amor.
Las cosas buenas pocas veces hallan un camino libre de tropiezos y adversidades, el amor es probado por Dios
como se prueba el oro en el crisol. Así la pareja de la novela se encuentra con muchas vicisitudes para realizar
el ideal que se han propuesto. Cloe era una mujer muy hermosa, por tanto era casi imposible que sólo Dafnis
se fijara en ella. Así hubo hombres como Dorcon quien se prendó de la muchacha e hizo mil recovecos para
arrancarla del amor de Dafnis pero que al final padece un triste desenlace. Cierta vez Cloe es atrapada por
unos extranjeros de Metimna y llevada forzosamente hacia su ciudad, sin embargo cuando se encontraban en
alta mar el dios Pan muestra su solicitud hacia Cloe socorriéndola. ¡Oh los más impíos y malvados de todos
los mortales! () Os he de anegar y os he de dar por pasto a los peces, si al punto no devolvéis a Cloe a las
Ninfas, a Cloe a su rebaño, cabras y corderos. Así ella puede regresar con bien a brazos de su querido.
Algo que caracteriza indudablemente a los dos jovencitos es su devoción y fe en los dioses. Visitan la gruta de
las Ninfas a menudo y precisamente apacientan a sus rebaños en las inmediaciones de ésta, adoran a Pan
varias veces en el curso de la obra, le ofrecen sacrificios y libaciones continuamente y quizá por eso el se
muestra tan benévolo con ellos, favoreciéndoles en cualquier trance en donde su ayuda podría resultar
indispensable. Todo lo que ellos tienen lo deben a las divinidades, hasta su amor es obra de Amor, aquel niño
que es más viejo que Saturno (Cronos) y que al igual como le aconteció al viejo Filetas al cual le unió a su
amada Amarilis les unirá a ellos in saecula saeculorum.
El amor verdadero busca siempre estar cerca de la persona que se ama. Quiere verla siempre, abrazarla,
besarla, sentir su calor y su cariño. Así les pasaba a Dafnis y a Cloe, si no se veían un solo día se extrañaban
como si hubiesen transcurrido años eternos. La voz de Cloe animaba a Dafnis y así juntos se animaban los
dos. Es una dependencia mutua, una dependencia que no causa malestar ni rabia sino regocijo y placer porque
lo que se hace con amor verdadero jamás esclaviza. Vivían para sus ovejas y cabras, las amaban como parte
suya, cómo hijas a las cuales hay que cuidar. Eran ejemplos de lo que deben ser los trabajadores y obreros de
hoy día quienes en su mayoría sólo piensan en el salario que van a recibir y no entregan todo de sí.
El gozo que experimentaban Cloe y Dafnis al estar juntos iba más allá de una simple conversación. A Dafnis
le fascinaba ver a Cloe desnuda bañándose, observar su cuerpo, su figura, era para él el mayor deleite. Les
gustaba acostarse los dos en la hierba, abrazarse, besarse allí en presencia de sus rebaños, después
experimentaron el acostarse juntos desnudos pero sin haber nada de sexo; sólo había intercambio de caricias y
roces. Los muchachos querían intentar algo más, una cosa que le hiciese sentir satisfacción y placer
inigualables, pero no podían. Los dos eran totalmente puros y virginales, nunca habían experimentado
relaciones carnales con nadie más.
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El afán por sentirse más juntos, de que algo los hiciera sentirse uno dueño del otro llevan a Dafnis a cometer
un grave error. Sólo por complacer sus deseos que de alguna manera podían esperar, −porque si los mismos
dioses los habían unido no habría fuerza humana que de alguna manera u otra pudiera separarlos− acude a
otra mujer, le es infiel a Cloe, esa niña que hubiera preferido morir antes que traicionarle. Escuda su error
detrás de su amor por Cloe. Dafnis acude a una amiga suya quien había estado enamorada de él por un tiempo
y que aún lo estaba. Lycenia, que así se llamaba, fue su profesora. Ella le enseñó cómo tener relaciones
sexuales con una mujer, le dijo que a Cloe le dolería un poco debido a su doncellez pero que sin embargo lo
disfrutaría. Lycenia se había acostado ya con varios hombres, era una mujer con experiencia en cosas de este
jaez. Dafnis se dejó seducir y aprendió muy bien lo que le inculcó aquella mujer. El autor no condena en
ningún momento esta acción de Dafnis, se podría añadir el adagio el que calla, aprueba, lo cual podría dar un
mal ejemplo a los jóvenes ahora que es tan controvertido el tema de las relaciones prematrimoniales. Empero,
se podría poner como contrapeso a esta acción el que Dafnis no se alejó de Cloe después de este desliz sino
que no la conoció hasta después de la boda y fueron muy felices.
El origen de Dafnis y de Cloe en el principio de la obra es bastante oscuro. Los pastores los encuentran a los
dos en un mismo sitio: la cueva de las Ninfas. Sin embargo el lector desprevenido puede hacerse una sarta de
prefiguraciones previas sobre el nacimiento de los protagonistas antes de llegar al meollo de la obra. Se podría
suponer − ¿por qué no?− que los muchachos hubieran sido hijos de algún dios o dioses y que éstos los habían
predestinado a alguna misión en la tierra, o que eran dioses encarnados (cualquiera podría inquirir sobre
Apolo y Dafne), en suma, un sinfín de suposiciones que el autor, quizá prediciéndolas, se encarga de aclarar a
su debido tiempo.
Dafnis es hijo del gobernador de la ciudad Dionisofanes; éste lo abandona siendo apenas un bebé recién
nacido. Sin embargo le deja como regalo unas prendas que, según él dice, son para reconocerlo
posteriormente. Cómo se refleja esta situación actualmente cuando muchos padres abandonan a su suerte a los
hijos que Dios les ha regalado en Su Providencia Infinita. El arrepentimiento hace su entrada en la obra
cuando Dionisofanes y Clearista (madre de Dafnis) se lamentan amargamente de haber expuesto a su hijito.
Dafnis da muestras de un corazón muy noble, cuando sin ningún rencor abraza a sus padres y hermanos y les
perdona lo que con él obraron en el pasado. Es una lección de perdón que aquí se nos brinda a todas y cada
una de las personas que generalmente somos testarudos y duros de corazón. Dafnis nos ofrece su faceta de
amor, perdón y familiaridad, valores que de él deberíamos adoptar, sin olvidarnos del agradecimiento y
profundo amor que les siguió profesando a Lamon y Mirtale sus padres putativos.
Cloe, por su parte también encuentra a su verdadera familia. Su padre Megacles hubo de abandonarla también
al nacer por no tener como mantenerla, ya que había quedado en la completa ruina. La abandonó en la cueva
de las ninfas con las pocas alhajas que aún conservaba. Gracias a Dionisofanes ocurre el reencuentro el cual se
observa lleno de emotividad y perdón por parte de Cloe a su padre quien ahora es rico. Muchas veces nosotros
nos portamos mal con las personas que nos han dado la vida y nos enojamos con ellos por cualquier cosa; lo
que en esta obra se presenta es un ejemplo de vida para que, ojalá lo tomemos en serio y lo pongamos en
práctica.
El que persevera alcanza. Esta frase es pronunciada constantemente por las personas para animar a otras que
se encuentran en situaciones difíciles y que ven truncado su camino por alguna circunstancia. El resultado de
la perseverancia es la obtención de lo que se desea. Esto fue lo que disfrutaron Dafnis y Cloe. Después de un
camino lleno de tropiezos, de adversidades en donde su amor debió crecer como una rosa entre zarzas, como
cualquier flor en el más crudo de los inviernos esta pareja supo salir adelante y sí que lo logró. Después de
enfrentarse a la intriga, a la soledad muchas veces, a la pobreza y a situaciones que superficialmente parecían
sin remedio logran escalar la cima de la alta montaña que es la vida y conseguir allí el premio de su anhelado
y abnegado amor.
Dios a ellos los probó, los apretó por un lado y por otro pero no los aplastó, así la prueba de su amor produjo
constancia y esa constancia se convirtió en experiencia. Sería un tanto absurdo imaginarse el noviazgo de
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Dafnis y Cloe libre de penas, aflicciones y oposiciones; su amor se hubiera conservado seguramente, ¿pero
qué hubiera sido después en su matrimonio ya como pareja responsable? Quizás sí, quizás no, pero es
probable que ante la primera dificultad hubieran encontrado más peso que a cualquiera que antes les hubiese
ocurrido. Sin embargo ellos lograron ser una pareja madura a pesar de su sencillez e ingenuidad con un amor
puro que no admite ninguna clase de sentimiento malo para sí mismos y para los que los rodean.
Sería pertinente resaltar el que Cloe haya llegado virgen al matrimonio. Sonaría un tanto obvio si se fijara en
las prescripciones que tenían las civilizaciones antiguas en las cuales la virginidad era un precepto inalienable
para toda mujer sin casarse. Pero para todo aquel que ha leído y analizado la obra y que de cualquier manera
se convirtió en testigo de estos amores, Dafnis tuvo muchos momentos en los cuales pudo hacer suya a Cloe,
empero no lo hace. Siguen con sus simples juegos inocentes aún después de que ya Dafnis ha sido amaestrado
por Lycenia. Por eso el narrador recalca que después de la boda: (...) Dafnis hizo a Cloe lo que le había
enseñado Lycenia; y Cloe conoció por primera vez que todo lo hecho antes, entre las matas y en la gruta, no
era más que simplicidad o niñería Allí se da, entonces el paso definitivo, por así decirlo, de Cloe a la edad
adulta; ya se hace mujer en brazos de su amado, deja su niñez atrás pero sin perder el manto de la inocencia el
cual conservará siempre en su alma.
Dafnis y Cloe es una novela sencilla, con un argumento bastante claro y conciso y que cualquiera podría
considerar un simple cuento de niños en donde los protagonistas: Vivieron felices y comieron perdices. No,
más allá de eso, es una novela que brinda una enseñanza muy hermosa: que el amor vence todas las
dificultades. El amor −como dice San Pablo− no es egoísta, no busca el mal, no se engríe, todo lo espera, todo
lo soporta; el amor no pasará nunca. Así es necesario para todos aprender a diferenciar el amor de cualquier
otro sentimiento y que sea él y no otra cosa lo que rija nuestra vida. El amor, al igual que esta novela vive y
debe gustar en todo tiempo.
Lo que vence toda dificultad: la historia de Amor
Ensayo de la obra
Dafnis y Cloe
Autor: Longo
Editorial Norma
Colegio Jorge Isaacs
Décimo grado
Barranquilla
2005
Longo, vida y obra. Un muchacho más viejo que Saturno. William Ospina. Página 28. Editorial Norma.
Bogotá. 2003.
Longo. Dafnis y Cloe. Libro Primero. Página 11. Traducción de Juan Valera. Editorial Norma. Bogotá. 2003.
Ibíd. Libro Segundo. Página 41.
Ibíd. Libro Cuarto. Página 89.
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