IDENTIDAD DEL MEDIADOR

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IDENTIDAD DEL MEDIADOR.“Al fin y al cabo, somos lo que hacemos para
cambiar lo que somos. La identidad no es una pieza
de museo, quietecita en la vitrina, sino la siempre
asombrosa síntesis de las contradicciones nuestras
de cada día”.
(Eduardo GALEANO, “El libro de los
abrazos”)
En el vertiginoso ritmo de trabajo en el que estamos inmersos los
profesionales que vivimos y/o sobrevivimos en estos Buenos Aires de fin
de siglo, muchas veces lo urgente supera a lo importante.
Cuando a fines de mayo de 1996 comenzó la vigencia de la ley
24.573 de Mediación Obligatoria Previa al Juicio, éramos poco más de
500 los Mediadores que habíamos cumplido con las tres etapas de
formación (curso introductorio, entrenamiento y pasantía) para
matricularnos en el Ministerio de Justicia (algunos habíamos finalizado la
pasantía unos pocos días antes ).Eran tiempos de entrenamientos intensivos, pasantías
aceleradas ante la inminencia de la ley, lectura de toda la bibliografía
disponible, grandes expectativas, mucha movilización interior,
ofertas de cursos en Estados Unidos, urgencia por montar la
infraestructura, COMENZAR A MEDIAR…PREPARADOS, LISTOS,
YA…!
Y DE PRONTO NOS ENCONTRAMOS “MEDIANDO”.
Demasiado pronto, tal vez. Casi sin tiempo interior para articular los
nuevos conocimientos ni para pensar/nos como mediadores. Los casos
asignados desde Tribunales comenzaron a llegar e inmediatamente nos
encontramos “haciendo experiencia” a un ritmo más veloz del que
imaginábamos.
Comenzamos a confrontar el modelo teórico con la realidad
del caso por caso. Empezamos a utilizar algunas herramientas
aprendidas, descartamos otras por no ser operativas en nuestras
condiciones reales de trabajo y advertimos que necesitábamos algunas
más, que fuimos buscando en distintos cursos de especialización y
perfeccionamiento,como asimismo en el intercambio de experiencias
entre colegas.
.
Llegamos a la mediación con una identidad que corresponde a la
profesión de origen de la cual venimos (en mi caso Abogacía y Psicología
Social, en otros Psicología Clínica). Son carreras que están incorporadas
a la cultura desde hace mucho tiempo y en las cuales se dispone de
variados modelos de identificación
Pero ser mediador no es lo mismo que ser abogado o que ser
psicoterapeuta.
Estamos construyendo una nueva profesión, partiendo de la
anterior, pero con la necesidad de trascenderla. Caminamos hacia delante
sin tener demasiados modelos incorporados sobre qué es ser mediador,
cómo se es mediador, cómo son los buenos mediadores.
El término MEDIACION dispara las asociaciones más
diversas. Algunas de las definiciones que me dio la gente como posibles
son:
 Ser medium espiritista.
 Otra actividad religiosa de intercesión.
 El arbitraje privado que realiza Luis Moreno Ocampo en T.V. (Forum).
 La terapia familiar.
 Consejero.
 Privatización de la justicia.
 La mediación no es nada de eso. A veces resulta más
fácil definir la actividad por lo que ella no es, que por sus
características esenciales .
Me pregunto si la dificultad para definir nuestra actividad
con palabras que no sean de libro está relacionada con nuestro propio
desconocimiento del rol que estamos construyendo, en virtud de tratarse
de una disciplina nueva, tan nueva que varias ciencias del hombre se
están disputando su paternidad. No me refiero a que exista un
desconocimiento intelectual sino a la ausencia de decantamiento de los
recursos teóricos y la experiencia que sólo da el tiempo, como asimismo
falta de internalización del rol.
Como decía al principio, nos encontramos un día
mediando, sin haber tenido tiempo de pensar/nos como
mediadores. La realidad nos dio práctica en el ejercicio del rol y
comenzó a aparecer la necesidad de preguntarnos acerca de nosotros
mismos.
¿Quiénes somos los mediadores?¿Cuál es nuestra
identidad?
¿Por qué algunos abogados y psicólogos elegimos ser
mediadores? ¿Qué significa mediar? ¿Cuál es, en esencia, nuestro rol
profesiónal? ¿Qué características en común tenemos los mediadores?
Hace muchos años, en curso de elementos de psicología para
abogados, escuché decir que los abogados litigando son dos
hermanos que se pelean por el amor del padre.(Juez). Todavía
recuerdo el impacto que me causó esa frase. Con el paso de los años fui
cada vez menos “litigante” y más “negociadora”. Este proceso fue
producto del entrecruzamiento de distintas teorías psicológicas que
enriquecieron y modificaron mi forma de trabajar en Derecho de Familia y
también de mi análisis individual. Poco a poco me fui corriendo de rol del
“abogado típico” hasta llegar a ser mediadora. Casi sin darme cuenta me
fui corriendo del rol de aquella definición psicoanalítica. La mediación era
el corolario de todo ese largo proceso.
Toda estaba en orden en mi interior hasta que un día Agustín, mi sobrino
de 8 años, al escucharme hablar de mi nueva actividad, me preguntó
ingenuamente:
TIA: SER MEDIADOR QUIERE DECIR “ESTAR EN EL MEDIO”?
Pensé que esa no era la definición exacta de mi trabajo, pero
que en esencia se le asemejaba bastante… Bastante más de lo que
hubiera querido.Y aquí sufrí otro impacto como aquel de hace tantos
años.
ESTAR EN EL MEDIO DE QUE O DE QUIEN…?
Cada mediador sabrá, de acuerdo a su historia, en qué lugar se está
poniendo.)
Según el diccionario,mediar es “llegar a la mitad. Interceder,
rogar por alguien. Interponerse entre los contendientes, procurando
reconciliarlos”.
Acaso no es eso “estar en el medio”?
ESTAR
ANHELO
EN EL MEDIO
PROFUNDO
DE
CON
UN
REPARAR
SITUACIONES Y RELACIONES
Esta característica que no es exclusiva del rol mediador, sino común a
otros roles profesionales asistenciales: Psicoterapeuta, Psicólogo Social,
Asistente Social.ESTAR EN EL MEDIO PARA ESCUCHAR, PREGUNTAR,
CONTENER, PACIFICAR, FACILITAR…
El mediador se propone para esto y mucho más.
Es aquí donde me pregunto, recordando un texto de Nicolás
CAPARROS, si la actividad de Mediador (homologable, en mi opinión, a
una posible coordinación de grupo operativo centrado en la tarea de
resolver un conflicto sin litigio) no tiene algo (o mucho) de omnipotencia…
Ese autor sostiene que “…el hecho de que un individuo o un
pequeño grupo de individuos se dirija con ambiciones de control,
ordenación, redistribución, saber, o se ofrezca como lugar de
acomodo, parapeto, orientación, descanso, etc. a un grupo que se
presenta o se diseña en el lugar de la necesidad, la demanda o el
deseo, implica y eso parece obvio, una cierta “vocación”, dígase
inclinación, impelida por una cierta personalidad de base. A esa
tendencia quiero llamarle omnipotencia…Sucede después, que como
todo rasgo del carácter o como con cada tendencia de la conducta,
esta omnipotencia tiene su faceta intrumental y por lo tanto
fomentable y al mismo tiempo, su lado oculto incluso a los ojos del
propio sujeto, lo que Freud habría llamado latente y que justamente
se ejerce y se actúa en el sentido antiinstrumental del término en la
contratransferencia.No quiere decir esto que lo contratansferencial
sea negativo per se.Lo único peligroso y por lo tanto potencialmente
negativo de este proceso, es la inadvertencia del mismo.Poder “estar
ahí”, es la condición sine qua non…Tal vez, entonces, sea necesaria
una cierta dosis de omnipotencia para acceder al “estar ahí”
grupal.”(CONTRATRANSFERENCIA Y GRUPOS”, autor citado,
publicado en “Lo grupal 6”, Ediciones Búsqueda).
La mediación ya cumplió un año y está aprendiendo a caminar.
Hoy somos muchos más los mediadores (alrededor de 3200 registrados
en el Ministerio), las designaciones judiciales son más espaciadas en el
tiempo, tenemos menos urgencia. O tenemos otras urgencias: empezar a
pensar quiénes somos y por qué hacemos lo que hacemos. Todavía
tengo más preguntas que respuestas, y las pocas respuestas que
tengo no son definitivas..
DRA. MIRTA SUSANA NUÑEZ
Mediadora, Reg. Nº 551 M.J.N.
Abogada (U.B.A.), 1982
Psicóloga Social
Especialista en Psicología Familiar Sistémica y
Mediación Familiar.
Posgrado Psicodrama Psicoanalítico (U.B.A.)
Autora de los arts. “MEDIACION: entre el pesimismo y la euforia” y
“Breve manual de autoayuda para fracasar en mediación”,
publicados en EL OTRO
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