Gestionando el Cambio La presente sección, trata de sintetizar los principales conceptos desde la perspectiva de la administración de un proceso de cambio, o el comúnmente llamado Change Management. A lo largo de la bibliografía revisada, pareciera ser que el principal enemigo del cambio en las organizaciones, es precisamente ella misma, ya que, en general, éstas – como grupos humanos que son – no dan lo mejor en escenarios inciertos y no sacan el máximo provecho a las nuevas oportunidades sino que se esmeran en aprovechar al máximo las antiguas – y archiprobadas – oportunidades. Esto, tal vez hace 30 o 20 años atrás no era tan crítico, pero hoy, con una economía globalizada y comunicada, puede ser la explicación de la pérdida de competitividad de las empresas y organizaciones. Enemigo intimo La administración del cambio es complejo, ya que normalmente las organizaciones no sacan el máximo provecho a las nuevas oportunidades sino que se preocupan de aprovechar al máximo las antiguas oportunidades que las llevó a estar en el lugar que ocupan ahora. Esta miopía si bien no es mala, les impide ver las nuevas oportunidades que los mercados, la tecnología, la misma organización entrega dia a dia a su propios directivos. Según Roger Martín (Ver: “Why employees resist change?”, HBR Mayo – Junio 1996), las propias organizaciones son entonces las peores enemigas de su propio cambio, ya que a partir de la visión original de los fundadores de la empresa, montan una serie de mecanismos de dirección basados en procesos, presunciones, y prejuicios que no necesariamente alimentan a la administración superior de las necesidades de cambio y que creen apoyar la visión del fundador. A lo anterior se suma la pérdida de información relevante para el beneficio de la empresa. Es así como a partir de las propias visiones las direcciones ejecutivas tienden a desvirtuar las señales del mercado, muchas veces recolectando información inútil. Finalmente, cuando las mismas organizaciones se ven enfrentadas a procesos de cambio, tienden a desarrollar rutinas defensoras como idealizar activos inoperantes, tomar el pasado como base de las decisiones futuras, temor a discrepar con la visión del dueño, o simplemente desconocer cualquier tipo de información que pueda poner en tela de juicio la propia administración. En general, estas acciones se basan en que sobre escenarios inciertos las organizaciones no dan lo mejor de si, sino que prefieren el “Status Quo” que les puede dar alguna seguridad sobre lo realizado hasta ahora. De esta forma, los ejecutivos que decidan iniciar procesos de cambio al interior de sus organizaciones deberán tener en cuenta, del porque las organizaciones típicamente se resisten al cambio. Para enfrentar las organizaciones y las personas, Martín propone principalmente, que es necesario tener a ejecutivos y empleados dispuestos a correr riesgos manteniendo siempre transparencia sobre el proceso y basado en las confianzas. Más específicamente se propone las siguientes 5 acciones básicas: 1) Articular el debate Cuando se realiza un proceso de cambio, es importante involucrar a toda la organización, sin generar escepticismo ni temor. Por lo mismo, la comunicación al equipo es importante y conseguir del equipo la capacidad de establecer espacios de discusión sin entrar en responsabilidades sobre la situación actual. 2) Diseñar mecanismos de marcha a tras Estos mecanismos permiten mirar la realidad con visión crítica y no aceptándola como tal. Es importante poder descubrir con esta “introspección” al interior de la organización, que es lo que se desarrolló anteriormente para poder llegar al lugar donde se está. Una vez teniendo claro esto, es importante generar las confianzas necesarias para poder articular desde ese espacio los reales intereses. Poder encontrar que es lo que los ejecutivos piensan en el fondo, es fundamental para iniciar todo proceso de cambio. 3) Establecer diálogos con la ciencia Una vez puesto en conocimiento de los ejecutivos el proceso de cambio y las alternativas de estrategias no es raro que los mismos ejecutivos tomen ideas y comiencen a investigar nuevos espacios donde la ciencia pueda aportar a los distintos procesos que tienen a cargo. De esta forma, a través de la ciencia los ejecutivos tendrán la justificación de sus acciones. Idealmente, estas acciones es importante formalizarlas a través de reuniones fuera, generar círculos de calidad, y procesos de cambio en diversos niveles. En este sentido, es necesario que estas instancias se formalicen para generar un aprendizaje, independiente de que estas instancias tengan éxito es necesario hacerlas por el sólo hecho que generan espacios de intercambio de conocimiento y aportan, y si además apoyan el proceso de cambio, tanto mejor. 4) Cambiar el lenguaje dentro del proceso de cambio Una vez que se acepta el cambio – teniendo a la organización y todos los ejecutivos que correspondan arriba, cuando se ha realizado la introspectiva y se tiene la justificación necesaria, comienzan a implementarse – por ejemplo – las iniciativas o las mediciones que darán cuenta del avance de los resultados. En ese momento la organización ya comenzará a hablar sobre el cambio y modificará el lenguaje de acuerdo a la nueva realidad. En otras palabras, no se darán cuenta cuando se comience a esparcir por toda la organización el nuevo lenguaje. Sólo cuando toda la organización sintonice sobre la nueva estrategia se podrá decir que el cambio ha terminado. Para José Flores (Ingeniero Chileno, emprendedor de Internet en los tempranos 90s), la aplicación del lenguaje en los procesos de cambio de las organizaciones, se hace extensivo a la tecnología. Según Flores, sólo hablando de tecnología y las oportunidades que presenta para la economía, se podrá asimilar y comenzar a operar desde una óptica tecnológica. Flores va mas allá, indicando que cualquier cosa que se comunique intensamente, terminará por volverse realidad. 5) Reunir el coraje necesario para ejecutar el cambio No se puede cambiar una organización desde arriba. No se puede tampoco infundir el cambio de modo jerárquico desde la cima de la organización. El cambio se hace con todos y para ello no basta con dar el ejemplo, la organización, partiendo desde sus ejecutivos debe estar comprometida con el cambio, esforzándose porque los objetivos y métodos sean lo suficientemente transparentes para que los empleados estén dispuestos a correr ciertos riesgos calculados. Esos riesgos son necesarios para que puedan tomar decisiones sensatas y actúen en forma oportuna. Esos riesgos generarán confianza en el proceso que se llevan a cabo y seguridad no necesariamente en el buen término del proceso – si es así, en buena hora, sino que también en que la etapa de transición, la cual no necesariamente puede ser comprendida. Arriesgar el presente para ganar el futuro Las organizaciones y las empresas no necesitan solo un cambio progresivo, donde permanentemente cambien lo existente, el desafío principal es crear lo que no existe, y desde allí generar las ventajas competitivas tanto buscadas. Los equipos ejecutivos hoy ya tienen solucionados la reducción de costos, el aumento de productividad, las mejoras de rentabilidad, pero esto no basta. Por tanto las organizaciones se deben reinventar a si mismas. ¿Cómo?, al menos basándose en los siguientes tópicos: El contexto El contexto oculto de las organizaciones es lo que da las bases de su operación actual. De esta forma el cambio del contexto en el cual se mueve la organización es fundamental para el inicio de un proceso de cambio. Este cambio de contexto lleva a que las organizaciones se puedan alinear sobre un mismo objetivo y tener una meta común. Para los autores, Goss, Pascale y Athos, en “The reinventation roller coaster: risking the present for powerfull future” (HBR Noviembre – Diciembre 1993), “Te lanzas al abismo basándote en la convicción de que la única forma de competir en el largo plazo es ser una empresa completamente diferente. O nadas o te hundes”, resulta una frase potente para ejemplificar un cambio de contexto de una organización. Detrás de esa frase subyace la necesidad de hacer el cambio de contexto, aún cuando este cambio vaya en contra de las acciones muchas veces realizadas con antelación por los propios ejecutivos. Esta generación del contexto permite entregar una justificación a los procesos. Trampa de la acción Muchas organizaciones, pueden estar en permanente cambio, invirtiendo y generando cambios, no obstante, si estos cambios no son los necesarios, podrían generase problemas al identificar la verdadera necesidad. Estos requerimientos deben ser analizados desde el punto de vista de la confianza y el entendimiento. Sólo así aflorarán los reales requerimientos y se podrá fortalecer el proceso de cambio. Hablar de clientes. Inventar un futuro sólido A través de una declaración sólida, la organización se conmina a colocarse en el nuevo futuro y emprender el cambio hacia la reinvención. Este futuro debe estar claro y transmitido a toda la organización. Reinvención ejecutiva Las cabezas de las organizaciones están predispuestas a lo tradicional, por tanto resulta lo más difícil de cambiar. Teniendo en cuenta el proceso de cambio que se lleva adelante, será posible que comience a comprender el detalle del proceso. Las mismas cabezas deben reestructurar directamente su condición de lider, mediante un análisis intimo. Gestionar el presente desde el futuro Lo que más necesitan las organizaciones para reinventarse es persistencia y flexibilidad y poder ver los estudios sobre decisiones antiguas como referenciales. 1. Reunir una masa critica de personas claves que tengan intereses en el proyecto de la empresa. Esta masa crítica debe estar formada por los profesionales, directivos y técnicos clave dentro de la organización. Esos profesionales que hacen que las cosas pasen y que finalmente tienen el respeto de la organización. Este grupo debe tener atribuciones lo suficientemente probadas dentro de la organización para proponer y ejecutar los cambios. Se espera que de este grupo se pueda controlar la asignación de presupuestos y liderar la generación de cambios. 2. Auditar a la organización Las organizaciones deben auto auditarse, a partir de las diversas áreas de las empresas. Esta auditoria más que administrativa es un levantamiento de las competencias esenciales y de la organización y la identificación de las áreas complicadas dentro de ella. 3. Crear sensación de urgencia Fundamental es transmitir tanto al grupo de liderazgo, a otros pares, a los jefes y a los subalternos el mensaje de urgencia y que básicamente la organización no puede perder las oportunidades que están en el mercado. El sentido de urgencia ayuda a que la organización esté mas alerta sobre las condiciones del mercado e internamente permite hablar sobre lo que no hay que hablar. En general cualquier opinión nueva es mejor es que no haberla escuchado. 4. Aprovechar el conflicto (Waigaya) Las instancias de conflicto son pocas en sociedades como la nuestra. El Waigaya se utiliza en Japón para aceptar espacios de crítica controlada por el tiempo y el invitado. En estas instancias de conflictos es donde más se aprende, lo importante es controlar estos espacios para que no se vayan a tornar complejos para los procesos de cambio futuros. Estos conflictos pueden desencadenarse utilizando prácticas que no necesariamente están validadas en el mundo occidental, como lo son la redundancia, duplicaciones de procesos, múltiples opiniones y ambigüedad. Con estas acciones se puede fomentar la tensión, la propensión al diálogo, y mayores intensidades de comunicaciones. La tensión por si sola puede incentivar la aparición de nuevas ideas y propuestas de mejora. 5. Provocar perturbaciones organizativas Las perturbaciones organizacionales, como la amenaza de un escenario poco claro, plazos que no se pueden cumplir, cismas que parecen imposibles de superar, u otras metas complejas, producen irrupciones en el comportamiento humano y obligan a reinventarse. En este sentido el cambio y la innovación surgen como espacio de supervivencia más que mejora. Sólo con estas provocaciones se pueden conocer con más detalle las competencias básicas y puntos débiles de la organización. El arte del equilibrio En general la visión compartimentada de toda gestión suele ser exitosa en la medida que su impacto está circunscrito a un área específica o se poseen cotas o especializaciones necesarias. Sin embargo, cuando se habla de gestión del cambio, la visión compartimentada no es útil ya que estos cambios involucran completamente a la organización, independiente del impacto en ella. La gestión del cambio por tanto en la organización debe tener una visión del todo, procurando mantener la informado a los involucrados, estar en un permanente cambio y potenciando la organización actual, articulando diversos intereses de todas las áreas involucradas, esto genera una alta inestabilidad que requiere cuidado. Para ayudar a lo anterior es importante considerar lo siguiente: Información, claridad y coherencia. Es necesario mantener completamente informada a la organización sobre los motivos del cambio propuesto y de la misma forma asegurar con claridad como afectará este cambio a la organización. Por otro lado, se debe lograr transmitir coherencia entre las acciones y lo comunicado. Comunicar la visión y cambiar el comportamiento. Se debe comunicar claramente la visión y a partir de esta visión lograr que el resto de los involucrados puedan compartirla. Esto a su vez propenderá a un cambio en el comportamiento y una generación del compromiso. Sólo después de este cambio se entenderá que la mejora está implementada. Potenciar y creer en el cambio. La potenciación de la organización actual es fundamental, tanto para asegurar un mayor compromiso como para hacer que la organización crea en los cambios reales. Establecer espacios de comunicación donde se puedan intercambiar vivencias (muro de los lamentos). Una práctica interesante es el generar espacios abiertos donde se intercambian opiniones desde los sentimientos, y esto ponerlo en contexto sobre el proyecto. De esta forma, considerando las múltiples preocupaciones que involucra un procesos de cambio, se estima necesario poder generar un grupo que lidere este cambio y se preocupe de desarrollar, controlar, estimular y coordinar el proceso de cambio. Este grupo, comúnmente llamado, Grupo de Equipo de Transición, (TMT en sus siglas en inglés) nace desde la misma organización y se encarga de coordinar las diversas actividades de cambio dentro de la empresa. El TMT supervisa el cambio a gran escala. No es una entidad burocrática más sino que dirige el cambio, orquestando a todos los involucrados dentro de un objetivo común. El líder de este grupo, debe tener talento y capacidad indiscutible, comprendiendo la visión a largo plazo dentro de la empresa. Las siguientes son las características del TMT: Reporta directamente a la administración superior de la organización. Debe tener poder necesario para intervenir la organización y los recursos para llevar a cabo la coordinación del cambio. Posee capital humano desde dentro de la organización con las capacidades necesarias para comunicar y articular a la propia organización. Su líder debe ser capaz de levantar las necesidades emocionales de todos los involucrados. Gestiona la operación del cambio, operando cada uno de sus requerimientos con todas las áreas involucradas. Está conformado por líderes de equipos multifuncionales en áreas específicas, los que deben replicar a escala su propia organización. Debe tener la capacidad de priorizar proyectos e iniciativas de cambio. Particularmente los TMT tienen ocho responsabilidades básicas: 1. Establecer el contexto El TMT debe difundir dentro de la organización y quienes sean fundamentales para el cambio, la visión y consideraciones generales del proceso de cambio en ejecución. Es responsable de que esa visión no solo se comunique sino que se entienda. 2. Estimular la conversación El equipo deberá fomentar la conversación y debate en torno a las ideas del cambio propuesto, entre diversas áreas. Por tanto debe coordinar y sistematizar estas conversaciones. 3. Facilitar los recursos adecuados El TMT debe tener el poder para asignar tareas y recursos y de la misma forma poder para priorizar sobre proyectos e iniciativas de cambio, controlando para ello el tiempo de ejecución, indicadores de avance, con el fin de focalizar los esfuerzos en los proyectos que si tienen impacto directo en el cambio propuesto y la visión comunicada. 4. Coordinar o alinear proyectos Las acciones anteriores, generan dispersión, desorden y tal vez una mayor discusión de las diversas iniciativas, por tanto el TMT debe considerar esto en el diseño de un proceso de coordinación que permita a todas las áreas involucradas poner lo mejor de si mismas para la ejecución de los proyectos de cambio. Esta coordinación además lleva consigo una alineación de los proyectos en torno a la visión común. Adicionalmente, se debe comunicar y actualizar la información referente a cada uno de los proyectos en curso, con tal de asegurar la coherencia de ellos. 5. Asegurar la congruencia de los mensajes, las actividades, las políticas y los comportamientos Identificar las incongruencias que socavan la credibilidad del proceso de cambio a través de la autorización y posterior desautorización de individuos clave dentro del proceso. Las medidas, recompensas y comportamientos deben ser coherentes entre si. 6. Ofrecer oportunidades para la creación conjunta El TMT debe diseñar, coordinar y servir de apoyo a las labores de aprendizaje surgidas a partir de los procesos de cambio, dentro del espíritu de potenciación de la organización, de manera tal que los empleados que la conforman tengan la información suficientemente clara para poder tomar decisiones sobre su propio futuro (tanto dentro como fuera de la organización). 7. Anticipar, identificar y afrontar los problemas del personal Debido a que los procesos de cambio involucran normalmente cambios en las estructuras organizacionales es necesario que en la organización del TMT existan especialistas en recursos humanos y comunicaciones, ya que es de su responsabilidad poder diseñar soluciones para la implementación de estos cambios organizacionales con diversas visiones que maximicen el efecto positivo del cambio. 8. Preparar la masa critica Finalmente, el TMT debe comenzar a preparar, educar y formar al personal que ejecutará las nuevas tareas, ahora con la nueva visión, para que así pueda permanentemente permear esta visión a la organización poniendo atención en todos los niveles jerárquicos de la organización, para descubrir desde allí quienes transmitirán y mantendrán la nueva visión. Esta masa critica es la que finalmente asegurará que el engranaje completo de la máquina funcione como un todo en congruencia con la nueva visión.