Tema 7 Psicología de la personalidad TEMA 7: LA PERSONALIDAD 1. Las teorías de tipos y factores. 1.1. 1.2. 1.3. 1.4. La prehistoria de la personalidad: Zodíaco e Hipócrates. Teorías de tipos: autoconciencia y rasgo. Los cinco grandes. Otras teorías de tipos. 2.1. 2.2. 2.3. 2.4. 2.5. En busca de nuestro cerdito interior. El psicoanálisis de Freud El inconsciente y las energías vitales. La división de la mente: ello, yo, super-yo. Primeras críticas. 3.1. 3.2. 3.3. La imposibilidad de explicar algunas cosas. La teoría humanista de Maslow. Críticas de la teoría humanista. 2. La teoría psicoanalista: Freud. 3. La teoría humanista: en contra de los test y las teorías rígidas. 1. LAS TEORÍAS DE RASGOS Y FACTORES. 1.1. La prehistoria de la personalidad: Hipócrates. La preocupación por la personalidad tiene a sus espaldas una larga historia y puede remontarse a la época de los griegos. Antes de ellos, el desarrollo de la Astrología y la agrupación de los signos del Zodíaco en cuatro elementos ya había supuesto una primera consideración del problema. De forma sencilla, el zodíaco nos dice que el comportamiento de cada individuo está condicionado por la posición de los astros: un Acuario (como el que escribe esto) es por influencia del planeta Urano, muy creativo, excéntrico, intelectual, vive en las nubes y por lo general es egoísta y pasa de todo. Al mismo tiempo, hubo una primera referencia a una explicación más racional, la pertenencia a algún elemento (tierra, aire, fuego o agua) y esta fue la que seguirían los médicos griegos. Pensemos que para estudiar la relación del Zodíaco y el Horóscopo con la personalidad se establece un pensamiento analógico. Por ejemplo: ACUARIO EXPLICACIÓN Urano: órbita errática Aire: tiende a elevarse. CONSECUENCIA Espíritu imprevisible Etéreo, idealista. En el caso de los horóscopos, tomamos las características externas del astro que regula nuestro comportamiento y las aplicamos a una realidad totalmente distinta. La órbita de Urano es desviada y por ello, las personas nacidas bajo el signo de este planeta deben heredar una personalidad errática y contradictoria a veces. En la época griega se acentuó el carácter racional y más empírico de los rasgos de la personalidad, aunque siguiera trabajando este pensamiento analógico. Hipócrates estudió la personalidad como “temperamento”, y formuló un estudio de las formas de la personalidad humana dependiendo de los cuatro elementos gobernantes en el cuerpo que al mismo tiempo, representaban los elementos primigenios (tierra, aire, fuego y agua). Estos cuatro elementos se convertían en “humores” o temperamentos. Así, los individuos en los que predomina la sangre tendrían un 1 Tema 7 Psicología de la personalidad temperamento sanguíneo (son activos y alegres); aquellos en los que predomina la linfa tendrían un temperamento flemático (calmado y pasivo). En los que predomina la “bilis amarilla” tendrán un comportamiento colérico (rabioso y violento), y en los que tiene supremacía la “bilis negra”, habrá un temperamento melancólico (triste). Hipócrates creía que para una perfecta salud debía existir una armonía total entre los cuatro elementos y humores. La explicación “científica” de Hipócrates y Galeno no se mantuvo con la llegada de la ciencia moderna, pero sin embargo hay que destacar dos cosas: a) Inició un proceso de racionalización de la psicología (es decir, la constitución personal del ser humano está influido por su fisiología). Pensemos que esa intuición se ha mantenido en la psiquiatría, la psicología evolutiva y la medicina. b) Su clasificación de tipos de personalidad se ha mantenido a grandes rasgos hasta nuestros días. Por lo tanto, sus experiencias empíricas tal vez no iban desencaminadas, pero estaba errada su explicación analógica. 1.2. Las teorías de tipos. La psicología como ciencia retomó de nuevo el problema de Hipócrates aunque ahora intentó elaborar una explicación mucho más científica y pormenorizada. En el desarrollo de la psicología contemporánea de la personalidad se estudian dos elementos fundamentales: a) La consciencia o autoconciencia. b) Los rasgos de comportamiento de cada individuo. La autoconciencia” o “consciencia” es una sustancia (o un “elemento oscuro” para los escépticos) que aglutina y unifica todos los procesos de nuestra mente (la reflexión, los sentimientos, las pasiones...). En palabras más llanas sería el “yo” que unifica todos los actos de una persona. Por ejemplo, mi yo, (el “yo de Ángel”) es esa conciencia que unifica a ese individuo que lee libros y desbarra de filosofía, que pinta ranas o que tiene depresión porque nadie le da bola. Ese elemento unificador, del que científicamente no podemos dar una definición exacta, está curiosamente definido por todos esos rasgos y muchos más. Los rasgos son esos elementos que separan a un individuo de la especie. Puede haber muchos “Jaime”, “Álvaro” o “Isabel” por el mundo, pero cada uno de ellos tienen una serie de tipos o rasgos que los separan de los demás. Un rasgo en psicología de la personalidad es un modo de comportamiento propio de un individuo o de un grupo de individuos. Este modo de comportamiento puede ser heredado o aprendido. Un rasgo heredado es algo genético. For instante, cuando un individuo tiende a liberar adrenalina con facilidad y por esa razón tendrá un temperamento más agresivo que un individuo menos propenso a liberar adrenalina. Un rasgo de carácter es producto de un aprendizaje. Por ejemplo, por un condicionante social determinado (una situación de guerra por ejemplo) hace que ese individuo también tenga un temperamento violento. El rasgo puede ser similar, pero con un carácter fisiológico en un caso y otro de carácter social o psicológico. Los rasgos implican un modo estable de comportamiento, pero estos son modificables con el tiempo. En primer lugar, el hombre está en evolución: atraviesa distintas edades y fases mentales (infancia, adolescencia, madurez, senectud) y algunos rasgos se acentúan dependiendo de la fase vital. En segundo lugar, el hombre no vive aislado o encerrado, sino abierto a un mundo cambiante: 2 Tema 7 Psicología de la personalidad este mundo tiene una influencia sobre esa psicología individual. La psicología del ser humano en definitiva, no se reduce a biología (no está determinado por pura genética), sino que también está condicionado por el entorno social, y además, su propia constitución le permite un elemento mínimo de libertad (es decir, el individuo, aunque de forma variable, influye sobre su propio destino). Las malditas agendas de clase. Para entender un poco esta autoconciencia y sus rasgos se puede establecer la acertada comparación con las libretas de clase. En principio, una libreta está vacía: se va haciendo nuestra conforme les vais poniendo elementos que la hacen reconocibles: una firma, las citas de vuestro cantante favorito, las fotografías de vuestra familia o amigas, vuestro deportista admirado o vuestro profesor odiado. La autoconciencia supondría las anillas de esa libreta que hacen que todos esos rasgos permanezcan juntas y hagan cada una de las libretas diferentes entre sí. Las páginas son esos rasgos que os caracterizan y separan: una hoja, por sí sola, no os podría caracterizar. Discutiremos más adelante por qué una maldita libreta puede ser tan importante para los teenagers (aparte de ser un medio para luchar contra el aburrimiento). 1.3. Los rasgos fundamentales: “los cinco grandes”. Los psicólogos iniciaron un estudio factorial de la personalidad muy exhaustivo. Así, desarrollaron multitud de rasgos que marcaban a un individuo. Sin embargo, a través de esos estudios, los psicólogos consiguieron determinar que una serie de rasgos o factores podían irse cuadrando en torno a uno solo. Así una persona activa, tendente a hablar y a la sociabilidad se tiende a encuadrar en un solo rasgo (extroversión), mientras que otra tendente a tensión, la ansiedad, la irritabilidad o la hipocondría se puede encuadrar en otro (el neuroticismo). Así, en ese proceso de simplificación, los psicólogos llegaron a lo que se llama las cinco grandes dimensiones de la personalidad: extroversión, amabilidad, conciencia, neuroticismo y apertura a la experiencia. A través de esa primera tesis, se inició un estudio de corte empírico (es decir haciendo tests y pruebas de personalidad) para clasificar cuáles eran las dimensiones fundamentales de la psicología humana y verificables empíricamente. Curiosamente la tipología de Hipócrates y Galeno pervivió en el tiempo (aunque la explicación que la sustentara se viniera abajo): Eysenck, uno de los más famosos psicólogos de este tema formuló una de las clasificaciones más usuales y utilizadas en los actuales Test de Personalidad y psicotécnicos. Según Eysenck, establece los distintos tipos o rasgos de personalidad a través de un eje que divide una circunferencia en cuatro partes. Los ejes estarían constituidos por los polos de introversión y extroversión y neuroticismo y estabilidad. Del cruce de estos ejes resultan cuatro tipos de personalidad posibles: introvertido-inestable, introvertido estable, extrovertido inestable y extrovertido estable. Clasificación de Eysenck 3 Tema 7 Psicología de la personalidad INESTABLE Humor variable Sensible Ansioso Inquieto Rígido Agresivo Serio Excitable Pesimista Poco fiable Reservado impulsivo Insociable optimista Reservado MELANCÓLICOS COLÉRICOS Activo INTROVERTIDO EXTROVERTIDO Pasivo FLEMÁTICOS SANGUÍNEOS Cuidadoso Sociable amigo de salir Pensativo Hablador Pacífico Ocurrente Controlado Desenvuelto Fiable Energético Ecuánime Seguridad en sí Sereno Liderazgo ESTABLE El neuroticismo es lo mismo que la inestabilidad emocional. La extroversión e introversión son términos que se refieren a la principal orientación de las energías del individuo: bien para el mundo exterior de los objetos materiales y las personas, o bien para el mundo interior de pensamientos y sentimientos del propio individuo. La clasificación bidimensional de Eysenck define un espacio conceptual dentro del cual se pueden encuadrar todos los rasgos representados en el anterior esquema. 4 Tema 7 Psicología de la personalidad 2. LA TEORIA PSICOANALÍTICA: FREUD. 2.1. En busca de nuestro cerdito interior. Como ya deberíamos saber, los filósofos, teólogos y psicólogos supusieron durante mucho tiempo que el ser humano era una criatura a la que Dios había creado “un poco inferior a los ángeles”. Los filósofos opinaban, igualmente, que el hombre era una criatura racional y que el uso de esa racionalidad, frente al instinto era lo que nos separaba de los animales. Sin embargo, todo esto empezó a cambiar cuando Darwin afirmó que el ser humano provenía de los animales. Con Freud, esa racionalidad fue por fin doblegada. El ser humano usa la razón: las sociedades occidentales (ya sean griegos, musulmanes o cristianos) han ensalzado siempre ese carácter. Pero sin embargo el paso de los siglos hizo evidente que existían cosas que estaban reprimidas. Hasta ahora, hemos visto las funciones conscientes de la psicología humana, pero ¿qué ocurre con esas otras manifestaciones ocultas, muchas veces reprimidas inconscientemente, y que explican muchas incongruencias en nuestro comportamiento? Freud estudió ese tipo de variables, y se dio cuenta que, efectivamente, la parte consciente del ser humano no era la única importante a la hora de explicar nuestra personalidad. Freud contribuyó, al igual que Darwin o Marx, a satirizar esa especie humana tan vinculada a los ángeles, y acercarla un poquito a esos animalitos tan despreciados por los filósofos. Para entender a Freud y al psicoanálisis (antes que hablar sobre el sexo), planteémonos los términos en esas dos conciencias que muchas veces se enfrentan en nuestros dilemas cotidianos. Pero esta vez, una de ellas es nuestra consciencia, nuestra racionalidad, y otra, cierta inconsciencia, más vinculada a las pasiones o la animalidad. A este “cerdito interior” le llamó Freud el ello, como veremos después. Este ello suele estar oculto: no nos sentimos orgullosos de él. Ese ello sale por ejemplo, en el momento más inesperado y nos hace recordar que no estamos a veces tan lejos de los instintos animales y que nuestra racionalidad suele acobardarse cuando “nuestro cerdito” se desboca. Y existen dos ámbitos indudablemente en la que ese cerdo suele expresarse con más fuerza, el sexo y la violencia. Freud se interesó especialmente por el primero, en parte por sus circunstancias históricas y también –posiblemente- porque era su propio cerdo interior que le estaba atormentando más. Y también quizás porque los psicoanalistas defienden que el ser humano reacciona instintivamente en torno al sexo unas trescientas veces al día (los adolescentes más, natuurlijk). Tengamos entonces claro que para Freud la personalidad del hombre se divide en dos: un “ángel”, apoyado por la consciencia, la razón y también los prejuicios sociales, frente a un ello, inculto, instintivo, apegado a nuestra herencia biológica más primitiva. Y que las luchas entre esas dos partes integrantes de nuestra personalidad giran en torno a un tema concreto: el sexo. Este sexo –entendido de muchas formas, desde el placer pero también desde el amor o la afectividad- es la gasolina que mueve nuestra vida. 2.2. El psicoanálisis de Freud. Freud rompió con uno de los grandes tabúes de la psicología de finales del XIX. La personalidad humana no se reducía a la mera consciencia o voluntad. Hasta aquel momento, la psicología estudiaba sólo aquella parte consciente de nuestros actos, ya fuera a través del pensamiento o la 5 Tema 7 Psicología de la personalidad conducta. Freud se fue dando cuenta que existían numerosos comportamientos y reacciones que no podía ser reducidos a ese esquema de razón y consciencia. El primer paso lo hizo a través de la hipnosis y la interpretación de sueños. Con esos métodos, consiguió hacer ver en algunos pacientes que tenían una serie de problemas psicológicos de los que no eran conscientes. Al sacarlos a la consciencia se libraba de los conflictos emocionales que en muchas ocasiones se producían interiormente, produciendo una liberación de toda esa energía reprimida. En psicología clínica muchas veces, el primer paso para la curación de un paciente es saber qué problema tenemos y hacer que el paciente sea consciente de tener un problema (lo cual muchas veces es muy difícil). Sin embargo, Freud no quedó contento con los resultados del hipnotismo, e inició una nueva técnica para aflorar los recuerdos inconscientes de tipo traumático. Se hace hablar al enfermo a partir de ciertas ideas que le son sugeridas. El analista debe interpretar a partir de ese momento cuando el paciente queda bloqueado o se extravía a partir de esas ideas sugeridas. Todas estas serían manifestaciones de cierto tipo de recuerdos que se resisten a salir a la luz. Esto quería decir, en opinión de Freud, que el sujeto está operando con algún tipo de defensa inconsciente: están operando mecanismos represores que intentan bloquear la liberación de la tensión. Es ahí donde el psicólogo debe centrarse para descubrir el origen del problema. Así, cuando esas tensiones no pueden aflorar libremente, lo hacen de forma derivada, buscando acciones sustitutivas, en forma de obsesiones, fobias, ideas fijas etc... 2.3. Las pulsiones o energías del hombre. Según Freud, el hombre se mueve debido a una serie de energías o fuerzas psicológicas. El organismo del hombre necesita estar en un estado de equilibrio o constancia. Ese equilibrio queda roto cuando es sometido a una serie de estímulos (externos o internos). Pero en virtud de tal principio de equilibrio, el individuo tiende a retornar a ese estado de constancia, para lo cual se necesita una descarga de energía. Esa descarga de energía es entendida según Freud bajo una búsqueda de placer. A las fuerzas que posibilitan o fuerzan el organismo a descargar la energía que provoca tensión Freud lo llama pulsiones (que puede ser entendido como instinto). Pero junto a los instintos o fuerzas liberadoras de las tensiones, Freud encuentra una serie de contrafuerzas o fuerzas represoras. Estas son un tipo de fuerzas (morales, sociales etc...) que tienden descarga de energía. a impedir una En un principio esa fuerza fue entendida por Freud como la libido. Esa fuerza, regida por el placer, busca una satisfacción de carácter puramente sexual. Su fin, dicho claramente, es el coito o la masturbación. Cuando existe un impedimento serio a alcanzar ese fin, sin embargo, se reprime esa fuerza y el equilibrio psicológico del ser humano se descompensa. Freud con el tiempo clasificó esas pulsiones como Eros y Thanatos (ya visto en el tema 4). En el primer caso, el eros representaría los instintos de autoconservación e instintos de obtención de placer (de carácter sexual especialmente, pero no solo eso). Esta fuerza o instinto ya había sido planteada por un filósofo muy anterior, Hobbes, que decía que el hombre está definido por la búsqueda desmesurada de placer y el miedo al dolor. Su racionalidad estaba orientada al cálculo de la obtención de ese mayor placer. 6 Tema 7 Psicología de la personalidad El thanatos, por el contrario, sería el conjunto de elementos de nuestra mente que tienden a la violencia y a la autodestrucción y que según Freud existen en todos los seres humanos. Para explicar conductas anormales como el gusto por la crueldad gratuita (sadismo o el sadomasoquismo), este psicólogo pensó que tal vez fueran fuerzas intrínsecas al ser humano y no meras enfermedades. 2.4. La división de la mente humana. El psicoanálisis de Freud establecía un dualismo radical en nuestra mente entre una parte consciente y otra inconsciente. El inconsciente es la parte no accesible al individuo en condiciones normales. Es el lugar del deseo o la fantasía, y que no está sometido a ningún control lógico o mental. El consciente estaría regulado por contenidos directamente accesibles al individuo: percepciones y procesos reflexivos. Existiría también el llamado preconsciente, que está constituido por contenidos no reconocidos de forma inmediata pero que pueden ser recordados con un pequeño esfuerzo, y aquí se condensan los esfuerzos para que las pulsiones del inconsciente no invadan a la parte consciente. Esta primera distinción fue después retomada por Freud a través de su famosa división entre el ello, el yo, y el super-yo El ello. Es la parte más interior y primitiva de nuestra mente. Está constituida por todos aquellos elementos innatos y los elementos reprimidos por la conciencia. El ello es energía mental en estado puro, puro deseo que se rige única y exclusivamente por el principio de placer, sin ninguna consideración de tipo moral y sin prestar atención al principio de conservación ni a las leyes de la lógica o la razón. El ello, (que no es otro que nuestro querido cerdo), es todo él inconsciente, aunque puede aflorar a la conciencia a través de los sueños, los lapsus lingüísticos, la imaginación de figuras y otras muchas formas. El niño, al nacer, no es más que ello. El yo y el super-yo se formarán posteriormente. El yo. El yo surge como consecuencia de todas las tensiones y excitaciones provocadas en el niño por los estímulos exteriores. Estas tensiones provocan la aparición de una conciencia primaria, totalmente volcada sobre sí misma (muy egoísta o narcisista) pero que sirve como puente de enlace entre las puras apetencias del ello y la realidad externa. Poco a poco el niño abandona el estado de narcisismo para colocar el centro de atención en el mundo externo, que ahora se le revela como todopoderoso (la fase de la infancia, en la que el mundo de los padres parece poderlo todo). Esta presencia cada vez mayor del mundo externo le va obligando a desarrollar plenamente su yo, que se encargará de las funciones de autoconservación. Es decir, es el yo el encargado de tener presente al mundo externo (de proteger al individuo de sus amenazas y problemas, y de adaptar sus deseos a ese mundo). Por eso el principio por el que se rige el yo es el principio de la realidad. De este yo dependen todo lo que hemos visto en la anterior lección: el pensamiento, lenguaje y la racionalidad, esa racionalidad que domina nuestros impulsos. Pongamos un ejemplo de enfrentamiento del “cerdito” y “ángel”: alguien con poder sobre nosotros se pone insoportable y critica constantemente nuestro trabajo. El ello, mi “cerdito instintivo” me susurra “como no te calles, te reviento la cabeza, maldito desgraciao” y hace que mi puño se 7 Tema 7 Psicología de la personalidad cierre, pero esa racionalidad angélica reprime esa primera reacción, haciendo cálculo de lo que puede suceder en caso que el ello o el “cerdito” llegue a desbocarse. El super-yo. Surge como consecuencia de la interiorización de normas que le vienen impuestas desde fuera. Como esto se desarrolla en las fases de la infancia, los padres se convierten en el arquetipo de toda autoridad y toda ley, cuya interiorización genera la conciencia moral. Así, el super yo castiga las infracciones del yo haciéndole sentirse culpable o deprimido. Este super yo no tiene que ser necesariamente castigador, también surge de la admiración que supone para nosotros, cuando somos críos, de la figura paterna o materna. O también (esto en una interpretación no tan freudiana) de figuras sociales como Shakira, CR9, Naruto o cualquier otro. Cuando el sujeto no puede llegar ni de lejos a esos referentes sociales, es cuando aparece la frustración y la neurosis. Alguien voló sobre el nido del Cuco: En la película nos encontramos con un paciente que tiene una clara patología freudiana: el caso de Billie (el más joven de los enfermos). La necesidad afectiva es una necesidad constante en ese chico, y su vida se rodea de las pulsiones que siente hacia el sexo y la conciencia desgarradora de “la madre”, que actúa de implacable represora de sus deseos, confirmando una y otra vez que ese deseo sexual es terrible. Así, al final de la película esa oposición aparece de forma más extrema. Billie acaba de hacer el amor con una chica y es sorprendido por la enfermera jefe. Por primera vez, Billie no tartamudea, no siente miedo ni vergüenza por lo que ha hecho, e incluso se siente orgulloso de ello. Todo cambia cuando la enfermera jefe la amenaza nuevamente con su madre. La “madre” actúa aquí como representante de ese “super yo” represor y que genera neurosis e inestabilidad en la psicología del pobre loco. 2.5. Los mecanismos de defensa del yo. Las relaciones entre el ello, el yo y el super-yo, no son fáciles. A muchos nos gustaría ser como nuestros padres o nuestros ídolos, y sin embargo la triste realidad es que somos como somos, no tenemos el cuerpo de las supermodelos, ni los pies de Messi, ni podemos abrir sellos como Naruto. El yo mira hacia el super-yo y se siente un poco miserable. Sin embargo, el ello también empuja al yo. Tenemos pasiones y debemos controlarlas en un esfuerzo represor considerable. Así, nos encontramos con un yo asediado entre ese yo ideal y esas pulsiones del ello, y que genera una ansiedad creciente en la persona. Nuestro yo debe desarrollar por tanto unos mecanismos de defensa para defender esa parte consciente: a) Represión: Consiste en que el yo se libra de un conflicto entre los deseos del ello y su sentimiento de culpa por tener esos deseos, reprimiéndolos y enviándolos hacia el inconsciente como si no hubieran aparecido. No obstante estos deseos reprimidos se mantienen en el inconsciente y pueden aflorar a través de sueños o lapsus. En casos extremos pueden crear tensiones neuróticas. b) Proyección: consiste en achacar a otro individuo un deseo nuestro pero que resulta intolerable para nuestra conciencia. En las paranoias y las fobias operan este mecanismo. Podemos pensar por ejemplo, que hemos tenido una mala experiencia con nuestros padres. Vamos “calientes” a clase, y ¿qué encontramos allí? El pobre desgraciado que da filosofía sobre el que volcáis vuestro marrón y encima creéis que os odia. Otro mecanismo de defensa similar a la proyección es la sublimación: Cuando encontramos un impedimento fuerte en la consecución de nuestros deseos, desviamos esa energía por otro canal 8 Tema 7 Psicología de la personalidad de salida, aunque en este caso no tiene por qué ser en forma de negación u odio, sino en una forma creativa. Por ejemplo, una persona que se siente rechazada porque es poco habladora desarrolla enormes cualidades para el dibujo. c) Racionalización: Consiste en urdir una explicación racional para autojustificarse, ocultando los verdaderos motivos de nuestro comportamiento, de modo que el yo pueda salvar su autoestima. Por ejemplo: nos gusta un chico/a y estamos colados por él/ella. A pesar de nuestros intentos, nos da calabazas y no sentimos una auténtica mierda. Una forma de defendernos es atacando directamente al que fue objeto de nuestro amor. “Bueno, total era una rubia tontita de mierda, me alegro de no salir con esa” o “ese en el fondo no es tan guapo y es un superficial asqueroso, no sé cómo pude fijarme en ese hijo de…” etc... Intentamos convencernos de algo cuando sabemos que, dentro de nuestra cabeza, estamos todavía pillados. d) Fijación y regresión. Las fijaciones se producen cuando la sexualidad se detiene en su desarrollo en una fase de proceso antes de llegar a la manifestación madura normal. Las regresiones se producen cuando en un estadio de desarrollo de la libido se vuelve a actitudes ya superadas. e) Negación. Consiste en negarse a ver (es decir, en hacer como si no existiera) aquello que nos resulta desagradable a nuestra conciencia. En casos extremos la negación de la realidad puede llevar a una desconexión entre el individuo y aquella que provoque estados psicóticos. 2.6. La cultura occidental entendida como represión del individuo. Estos problemas que estudió Freud han pasado a un análisis de nuestra civilización. La cultura occidental hasta mediados del siglo XX es fuertemente represiva: para Freud constituye la estandarización de todos los prejuicios sexuales, que se han prolongado de forma artificial en el tiempo a través de una educación tradicional, una familia represora y un Dios que castiga si las reglas no son cumplidas (judío, musulmán o cristiano, da igual), y por tanto para una auténtica liberación del individuo debemos destruir todos esos tapujos que reprimen a los individuos. Esta intuición ha sido utilizada a menudo por los grupos alternativos (hippies, anarquistas, movimiento gay, antiglobalización en nuestros días) como una crítica contra todo orden establecido. Esta crítica la veremos también con Nietzsche. Las afirmaciones de Freud sobre Dios también pueden ser discutibles, aunque supongan intuiciones brillantes que puedan ofrecer alguna luz sobre algunos de los problemas actuales. Para Freud, Dios es una mera proyección de la figura cultural del padre: jefe de familia, con poder para mandar sobre todos sus miembros, castigando y amando, querido y temido al mismo tiempo. Lógicamente, la figura de Dios está muchas veces en lo más alto de la conciencia moral del superyo, gobernándola. Para Freud, la única solución es la muerte del padre (Dios), para que la conciencia del individuo pueda ser libre y no esté sometida a temores. Es evidente que la proyección sobre esa divinidad de nuestras frustraciones psicológicas puede valer de crítica para demoler una visión de Dios deshumanizada (un Dios que mira y castiga, e irrumpe en tu conciencia de forma represiva). Pero naturalmente eso no quiere decir que todas las 9 Tema 7 Psicología de la personalidad formas de religiosidad hacia Dios que disponemos hoy en día puedan ser cortadas bajo el mismo patrón explicativo. Dibujo de Freud de 1923 en el que se explica la división de la mente desde el psicoanálisis. A la derecha, el psicoanálisis desde la psicología de la gestalt. 2. LA TEORÍA HUMANISTA: EN CONTRA DE TEST Y TEORÍAS. 2.1. La imposibilidad de explicar algunas cosas. La experiencia cotidiana nos sugiere que hay muchos casos en los que los individuos se separan de esas explicaciones psicológicas. Imaginemos los montañeros que aparecen en los documentales “ Al Filo de lo Imposible”. Esos montañeros saben que la empresa que supone escalar una montaña puede costarles muy cara: muchos han perdido por congelación parte de su cuerpo, y sin embargo, no se muestran arrepentidos por haber conquistado la cima de una montaña. ¿Cómo puede explicar un psicólogo conductista o psicoanalítico este tipo de comportamientos? Nos podría parecer bastante pobre el afirmar que para superar una frustración sexual, o que sencillamente se condicionó a ese individuo desde pequeño con montañas, o que su personalidad está condicionada por descargas sucesivas de adrenalina. Es posible que incluso con todos esos condicionantes, no quedaría claro que hubiera necesidad de escalar el K2. Pensemos en otros muchos casos. Hay psicólogos que afirman que si Beethoven o Goya no hubieran sido sordos no habrían sido artistas. Estos psicólogos afirman que todo lo positivo que podemos encontrar en el ser humano arrastra pasiones o frustraciones explicables científicamente. En definitiva, son sublimaciones o condicionamientos previos, que nada tienen que ver con la creatividad o la libertad humana. La psicología humanista propone otra explicación. Existe un componente de autorrealización del individuo, de lo que podemos llamar una experiencia límite. Es decir, el ser humano no está siempre condicionado para lo malo, sino que también existen elementos positivos que nos afirman como algo completamente distinto del resto de la creación. Y esos elementos positivos también estimulan nuestra conducta con la misma fuerza que lo pueden hacer las carencias y necesidades que proponían los conductistas (mera búsqueda del placer) o los psicoanalistas (la satisfacción sexual). 10 Tema 7 Psicología de la personalidad 2.2. La teoría humanista: Maslow. Frente a las teorías de tipos, de carácter descriptivo, y la construcción teórica del psicoanálisis, se va a alzar otro movimiento psicológico de respuesta a las carencias de los dos anteriores. “Humanista” quiere decir aquí, indudablemente, tener una concepción del hombre más serena y optimista que las dos visiones anteriores. Según Maslow, uno de los principales teóricos de la psicología humanista, los conductistas y psicoanalistas ven las personas como empeñadas en una lucha sin fin, para eliminar alguna tensión interna o compensar alguna falta. El resultado de ello es una concepción del hombre pesimista y negativa del ser humano. Desde ese punto de vista el hombre es siempre esclavo de alguna necesidad básica, ya sea el alimento, la necesidad de placer o eliminar la tensión sexual. De acuerdo con la postura de este psicólogo, eliminar un dolor o la necesidad de placer no explica todo aquello por lo que luchamos. Existen veces que buscamos las cosas por ellas mismas, como un objeto positivo en sí mismas. La necesidad de satisfacción sexual y comer es propia de monos y hombres, mientras que el deleite que produce en el ser humano la novena sinfonía de Beethoven, los Beatles o hasta los Black Eyed Peas solo está presente en nosotros. Maslow considera que este tipo de necesidades deficitarias son aquellas que nos separan del resto de los seres vivos, lo cual no resta importancia a las demás. El escalón más bajo representaría las necesidades más básicas de cualquier ser vivo; en el otro extremo se encuentra la necesidad de autorrealización. Maslow encuentra que las personas solo luchan por las necesidades superiores cuando las primarias están cubiertas, pero incluso ahí, existen excepciones: hay artistas que pasan hambre y siguen con su trabajo; también hay personas luchadoras que son capaces de sacrificar su confort por un ideal político o religioso que defiendan. Lo que importa en la psicología humanista es el concepto de sí-mismo, y ese concepto es valioso, individual e irreductible a un único modelo. Así, Maslow propone la siguiente jerarquía de necesidades, en su versión amplia: Autorealización (asumir lo que uno es capaz de hacer). Necesidades estéticas y artísticas: orden, belleza Necesidades cognitivas Conocimiento, comprensión, innovación Necesidades de estima Aprobación, reconocimiento de los demás Necesidades de pertenencia y amor Familia, aceptación, pertenencia Necesidades de seguridad Confort, seguridad, libertad Necesidad fisiológica Alimento, agua, oxígeno Nos podríamos preguntar aquí si esa visión positiva de la realización personal pasa por los proyectos de Hitler y cualquier otro lunático (para ellos, la autorrealización pasa por el exterminio de 11 Tema 7 Psicología de la personalidad otros seres humanos). El humanismo responde que esa autorrealización debe orientarse debidamente desde muy pequeños. Por eso esta corriente concede gran importancia al papel de la educación para una formación adecuada de los individuos como personas con determinados valores éticos1. Es decir, la autorrealización no debe pasar por encima de la dignidad de las demás personas ni utilizarlas como medios para nuestros propios fines. 3.2. La teoría humanista como elemento crítico. La teoría humanista muestra toda su importancia cuando actúa de crítica al resto de las escuelas psicológicas: a) Contra teorías abstractas. Rechaza el conductismo y el psicoanálisis porque los considera representativos de teorías abstractas que no pueden ser aplicables a todos los individuos humanos. A Freud, por ejemplo, le podríamos decir: “Usted ha interpretado perfectamente la sociedad de su tiempo y a sí mismo, con ese problema de represión sexual, pero usted no puede universalizar su teoría para todos los individuos y todas las sociedades”. b) Contra las generalizaciones que parten de análisis puramente empíricos. La crítica a la teoría de tipos (Eysenck, Catell y todos los test psicotécnicos utilizados hoy en día) también se le puede decir que no es posible reducir la complejidad del ser humano a un mero código o número de un cuestionario. La probabilidad empírica no se puede constituir nunca en una ley universal. “Cada individuo es distinto”, sostienen a veces los alumnos en clase, y es lo mismo que plantean actualmente los psicólogos humanistas o constructivistas. Lógicamente, nos encontramos con dos elementos que parecen irreductibles al ser humano y que la ciencia no puede nunca descartar del todo: la libertad y la capacidad de autorrealización: la apertura a una experiencia ya sea religiosa o artística. La teoría humanista a su vez ha sido objeto de críticas, precisamente por ese carácter acientífico y su falta de evidencias empíricas. La psicología humanista ha venido a rellenar lagunas de las demás corrientes, más que proponer ella misma una teoría consistente de la personalidad (cosa que iría contra su propia propuesta de considerar al individuo como algo valioso e inigualable). 1 Un ejemplo de ese modelo educativo, humanista, lo observamos en la película El Club de los Poetas Muertos, donde la vocación individual y creativa cobra una gran importancia en los fines del sistema educativo. 12 Tema 7 Psicología de la personalidad Alguien voló sobre el Nido del Cuco: En la película queda bien definida esa separación radical entre una psicología más individual y cercana representada por McMurphy frente a la enfermera jefe. Esta enfermera se atiene a una visión rigurosa y supuestamente científica del tratamiento psicológico. Cada día, existen una serie de actividades terapéuticas que deben ser cumplidas a rajatabla: medicaciones, horas del recreo, conversaciones sobre temas marcados por la enfermera. McMurphy en cambio reivindica que ninguna norma puede valer para todos por igual. Él lucha porque cada loco pueda valerse por sí mismo como medio para poder luchar contra sus enfermedades. 13