NAPOLEÓN FRANCESCHI GONZÁLEZ LOS FRANCESCHI, LA PEQUEÑA HISTORIA DE UNA FAMILIA Caracas, 2002 (Revisado 2012 – Para Página WEB – www.nfghistoria.net) DEDICATORIA A mi padre Augusto Franceschi Giuli (1904-1989) quien, además de legarnos el apellido, cultivó en todos nosotros el orgullo de llevarlo. A mi madre Victoria González de Franceschi (1917-1993), a mi esposa Beatriz Díaz de Franceschi y a mis hijos Fernando Augusto e Irene Beatriz Franceschi Díaz. A mis hermanos Domingo, Libia, Jesús, Marina, María Elena, Alberto, Aída Sebastiana, Carolina, Gisela, Francisco (QEPD), Aura Concepción y Miguel Ángel Franceschi González. A toda la gran familia Franceschi y a las otras familias que con ella se han entrelazado para formar una vasta comunidad de sangre y afectos en Córcega, Venezuela y otras tierras. ÍNDICE GENERAL DE LA OBRA Una Nota Introductoria ¿De dónde vino esta familia? Los Franceschi del área de Cabo Corso, la influencia italiana y la lengua corsa Los Viejos Registros Los Primos de América Los “otros Franceschi” que se conocen en Venezuela Antonio Julio Franceschi ¿Corsario al servicio de los patriotas en 1819? Comentario de un testimonio histórico. Los Franceschi de Carabobo y los del Oriente de Venezuela. Los Franceschi de Carabobo Francisco y Ángel Franceschi Mattei. ¿Quiénes eran los Mattei, familia materna de Francisco y Ángel Franceschi Mattei? ¿Cómo fue la llegada de Francisco Franceschi Mattei a Venezuela? Su trabajo en Cumaná para ayudar a la familia en Córcega: ¿Cómo vivían los corsos en esa isla? El joven Francisco se independiza El viaje de Francisco hacia el Centro de Venezuela Con una tienda en Valencia Se muda de Valencia a Montalbán y posteriormente al pueblo de Miranda. El duro comienzo al lado de Juan Bautista Cervini Francisco prosperó en el pueblo Miranda. Una nota previa sobre la familia Giuli Sebastiana Giuli llega a Miranda Inversiones en haciendas y comercios: La hacienda El Taque. Hacienda La Concepción Actividad comercial Viaje de Don Pancho al Oriente de Venezuela: Encuentro en el puerto de La Guaira entre Pedro Morazzani y su futuro suegro. Llegada de Pedro Morazzani (y después el tío don Marcos) al pueblo de Miranda. Los viajes a Francia: el primer viaje de los hijos de don Pancho (1912) Regreso de Carolina con don Pancho Franceschi Viaje de Carolina, Pedro Morazzani y su primer hijo Toussaint Morazzani Franceschi (1913) De viaje para Europa El viaje de doña Sebastiana (1914) Regreso de doña Sebastiana: De vuelta en Miranda: La crisis económica también golpeó a don Ángel Franceschi Mattei y Carlota Sanguinetti de Franceschi. Situación de misia Sebastiana Los años duros: 1920-1940 La Compañía Cigarrera Bigott Impacto del tabaco en la vida del pueblo de Miranda Los contratos de siembra de tabaco Don Pedro Morazzani compra una finca La CATANA (C. A. Tabacalera Nacional) Un momento difícil en la vida de la familia. ¿Una dura situación? Una historia simpática de cuando el joven Caíco decidió montar una gran pulpería. Caíco, una vida dedicada a la agricultura. Otras actividades de Caíco: Pulperías, fabricación y venta de urnas. La buena música Estrecha relación con el Maestro Carlos Fuentes El acordeón y las excursiones Las excursiones hacia las montañas y los colonos de la hacienda El Taque. APÉNDICES: 1) Descendientes de cada uno de los hijos de Francisco Franceschi Mattei y Sebastiana Giuli Antoni de Franceschi. 2) Los hijos de Augusto Franceschi Giuli y Victoria González en Miranda estado Carabobo. 3) Descendientes de los hijos de Ángel Franceschi Mattei y Carlota Sanguinetti: 4) Otras historias de Carolina Franceschi de Morazzani en Córcega e Italia, 1914-1918: 5) Carola Franceschi de Morazzani: las “historias” de su vida como maestra, contadas por ella misma. 6) ¡Eureka! ¡Eureka! ¡Eureka!…llegaron varios hombres honrados… (un grupo de mirandinos recibidos por el presidente del estado Carabobo don José Rafael Pocaterra en Valencia). 7) Una anécdota de François Franceschi Giuli: el gato de regalo para el obispo de Valencia. ************************************** ************************************** UNA NOTA INTRODUCTORIA1 Este trabajo tiene como propósito fundamental reunir los más variados testimonios que su memorioso autor ha recopilado – aprovechando su condición de profesor de historia (que en algo ayuda) y la de ser parte de esta familia – para así conocer un poco más nuestra historia como comunidad unida por lazos de sangre, afecto, tradiciones y valores. Esta crónica o “pequeña historia” – sin pretensiones de ser un serio ejercicio académico – sólo quiere hacerle llegar a todos los que somos parte de esta familia una visión sobre nuestro pasado común, visto a través de los recuerdos que atesoramos. La crónica de los Franceschi y otras familias corsas que emigraron a Venezuela y a otras tierras – y que ahora presentamos - descansa fundamentalmente en los relatos legados por varios miembros de nuestra familia, algunos ya fallecidos. Una gran cantidad de referencias sobre nuestros abuelos y otros familiares venidos desde la isla de Córcega, su vida en el municipio Miranda del estado Carabobo, los viajes y otras peripecias pudimos conocerlas a través de una amplia entrevista grabada en cintas magnetofónicas que nuestro muy querido primo Elio Cárdenas (QEPD), esposo de Sebastiana (Pachera) Morazzani Franceschi, le 1 El autor de este trabajo, Napoleón Franceschi González, es Profesor Titular (J) de la Universidad Pedagógica Experimental Libertador; Doctor en Historia (UCAB), Master of Arts (UOP, Stockton, California) y Profesor de Historia egresado del Instituto Pedagógico de Caracas. Nació en el municipio Miranda del estado Carabobo, Venezuela. Hijo de Augusto Franceschi Giuli y Victoria González de Franceschi. hizo en vida a la ya también fallecida tía nuestra Carola Franceschi Giuli de Morazzani.2 Afortunadamente, una copia de estas cintas nos fue facilitada por el primo Pierre François Morazzani Carrillo, quien las había atesorado por varios años. Las mismas fueron transcritas por Irene Franceschi Díaz, hija del autor. Lógicamente eliminamos las inevitables repeticiones en el relato, realizamos algunas correcciones de estilo y corregimos algunas evidentes equivocaciones. En cuanto al material visual, fue también de gran ayuda el trabajo realizado por Irene en relación con la copia y restauración (limpieza electrónica) de fotografías incorporadas a nuestra colección. Igualmente, mi hijo Fernando Augusto ayudó a recoger y clasificar papeles y fotografías que reposaban en la antigua casa paterna. Además de esas utilísimas confidencias de la tía Carolina y de las que nos hizo nuestro “primo-tío” Don José Rafael Franceschi Sanguinetti y otros parientes, contamos – lógicamente - con una gran cantidad de “historias” relatadas a viva voz por nuestro propio padre, Augusto (Caíco) Franceschi Giuli. Éste nos legó también papeles y fotografías, así como un resumen de su puño y letra donde nos precisaba varios datos sobre asuntos económicos, muy útiles para poder conocer la vida de nuestra familia. De gran importancia para la redacción de esta crónica, han sido también algunas lecturas sobre el tema que citaremos cuando sea necesario. Igualmente, las nuevas tecnologías de la información, esto es, las bases de datos que circulan por “INTERNET”3, nos han dado nuevas pistas y aclarado ciertos detalles sobre nuestros lejanos ancestros. En este sentido, anexaremos al final una lista de las direcciones de correo electrónico individuales y “Páginas WEB” que pueden ser de cierta utilidad para aquellos que quisieran “navegar” en ese inmenso océano de información que puede estar a nuestro alcance. Finalmente tenemos que insistir que al escribir esta “historia” de una familia - como la nuestra - no pretendemos haber revisado todos los hechos ni mucho menos haber estudiado el pasado de todos y cada uno de sus miembros con la misma atención que se merecen. Una limitación obvia para no hacerlo, además de las dificultades de publicar un trabajo 2 Testimonios de Carolina Franceschi Giuli de Morazzani (Tía Carola). Entrevistas grabadas por su yerno Elio Cárdenas (QEPD). Véase la sección de fuentes al final. 3 Como fuentes, fueron especialmente valiosos los datos facilitados por unos primos de origen corso, entre ellos, Jean Paul Colombani, Greg Han y John A. Geary, el primero residente en un territorio francés de ultramar y los dos últimos en USA. demasiado extenso, es no contar con apropiados y suficientes testimonios tanto para los Franceschi como para las otras familias relacionadas. Para aquellos que, a pesar de las razones ya antes señaladas, todavía pregunten ¿Por qué intentamos hacer este libro? - le agregamos lo siguiente: Un autor estadounidense – James W. Loewen – explica que muchas sociedades africanas dividen a los humanos en tres categorías: La primera, la de aquellos que todavía están vivos en la Tierra, en segundo lugar los <<sasha>> y en tercer lugar los <<zamani>>. Los que han fallecido recientemente y cuyo tiempo está todavía superpuesto al de los que están vivos son los llamados <<sasha>>, ellos no están completamente muertos pues están presentes en la memoria de los vivos, quienes pueden pensar sobre ellos, elaborar alguna representación artística de ellos e incluso recordarlos a través de las anécdotas. Sólo cuando muere la última persona que conoció un ancestro, entonces ese ancestro deja de ser <<sasha>> y se convierte en <<zamani>>, un verdadero muerto. Estos ancestros generales (zamani) no son olvidados. Más bien se les recuerda con mucha reverencia.4 Siguiendo el planteamiento anterior pudiéramos agregar que hacer una historia de la familia es una manera de mantener viva esa memoria. Aunque ya quedan muy pocos vivos de esa generación nacida en los últimos años del siglo XIX y los primeros del pasado siglo XX, tenemos la suerte de poder oír sus voces en cintas grabadas, ver sus imágenes en las fotografías, leer sus cartas, etc. Y todavía más, aún podemos ver y oír - en persona ahora en 2002 – a la tía Mariucha Franceschi Giuli y al “primo-tío” José Franceschi Sanguinetti, testimonios vivientes de la generación representada por nuestros abuelos François Marie Franceschi Mattei y Sebastiénne Giuli, así como de los tíos-abuelos Ángel Franceschi Mattei y Carlota Sanguinetti. Todos los descendientes que llevamos el apellido Franceschi en Venezuela, junto con los que lo llevan en Córcega y otras tierras, somos partes de esa herencia familiar común. Ella existirá mientras sigan entre nosotros los que todavía están vivos, pero también seguirá cuando esos que no están vivos en carne y hueso sigan estando en el recuerdo, y aquellos 4 James W. Lowen: Lies my Teacher Told Me. New York (USA), Simon & Schuster, 1996. Traducción de NFG: Las Mentiras que me dijo mi Maestro: Capítulo # 9, pp. 238-253. Lo que cae en las profundidades del olvido. la desaparición del pasado reciente. cuyos testimonios se han ido borrando con el peso de los siglos sean recordados por siempre como nuestros ancestros o antepasados. **************************************************** **************************************************** ¿DE DÓNDE VINO ESTA FAMILIA? Esta familia, muy antigua y extendida, la conseguimos tanto en la propia Italia como en la isla de Córcega, cuya población – como sabemos - posee profundas raíces italianas, a pesar de más de dos siglos de soberanía francesa sobre ese territorio insular. Los más lejanos antecedentes del apellido Franceschi corresponden, lógicamente, a las familias formadas en Italia bajo los antiguos patronímicos derivados del nombre Francisco (Francesco, Franceschi, Franceschini). Fue posteriormente cuando los miembros de esas familias se establecieron en Córcega durante la larga dominación italiana de la isla. En general, muchos de los Franceschi que emigraron a los Estados Unidos de América lo hicieron desde Italia. Mientras que los que emigraron hacia las islas del Caribe y Venezuela provenían fundamentalmente de la isla de Córcega. Los Franceschi - y otras familias que tienen que ver con nuestros ancestros – emigraron desde la comunidad de Ersa (Cocinco, Botticella, Granaggiol, Piazza, Poggio) y de otros pueblos vecinos situados en el <<Cabo Corso>>, el largo saliente de la parte norte de la ya mencionada isla. En relación con el nombre de “Ersa” se afirma que supuestamente él se deriva de una vieja palabra italiana “Arsia” que significa “quemado” “ardido”. Hace referencia a que siempre fue una tierra de escasa fertilidad y con muy poca agua disponible. Por ello su población nunca fue mayor a los 2.000 habitantes. Muchos de ellos debieron emigrar o dedicarse a los trabajos relacionados con el mar - la pesca y el comercio - ya que la tierra no permitía cosechar cereales. En esas tierras sobrevivía <<un pueblo entre el mar y la montaña>> como fue definido por Ange Rovere. De ese duro y pobre territorio emigraron millares de jóvenes solteros y pobres pero con grandes esperanzas de hacer fortuna en el Nuevo Mundo. Un factor que facilitó el tránsito de familias corsas hacia Venezuela fue la existencia de las colonias francesas en el Caribe, incluyendo a Haití hasta finales del siglo XVIII. Muchos corsos se asentaban en esas islas y posteriormente emigraban a nuestro país. Curiosamente, algunos se asentaron en la isla de Puerto Rico, posesión española hasta 1899, otros en Saint Thomas, antigua colonia danesa y otros en la isla de Trinidad, entonces colonia inglesa. Es conocida la presencia de muchas familias corsas en Puerto Rico. Ya desde la época colonial española se estimulaba el asentamiento de familias corsas, considerando su carácter de pueblo latino, católico y trabajador. Una evidencia contemporánea de esta presencia – además de la gran cantidad de apellidos corsos - es el funcionamiento del <<Centro de Arte Alejandro Franceschi>> en el municipio de Yauco. Otra evidencia emblemática es un poblado cuyo nombre es <<Córcega>>. Antes de examinar el siguiente aspecto de esta <<Pequeña Historia…>> estrechamente relacionada con los Franceschi de Ersa nos gustaría acotar que según Carlos Viso los Franceschi asentados en el Oriente de Venezuela procedían de Pino, otro de los poblados del área de Cabo Corso. LOS FRANCESCHI DEL ÁREA DE CABO CORSO, LA INFLUENCIA ITALIANA Y LA LENGUA CORSA Aunque acá fueron muy útiles algunas “pistas” sobre nombres en la familia aportados por tía Carolina y mi padre Augusto, también fue determinante la ayuda de las bases de datos consultadas en “Internet”. En la sección de fuentes – como ya dijimos - indicaremos una lista de las que consultamos hasta ahora. Como se sabe, la larga influencia italiana sobre Córcega (y otras áreas vecinas) determinada por la cercanía geográfica y por la dominación política explica las características de su lenguaje – el “Corsu” o corso muy similar al italiano – y por supuesto de los apellidos. En relación con esta lengua, esto es, el “Corsu” hemos localizado un interesante texto titulado <<An Introduction to Corsican>>5 (Introducción a la Lengua Corsa). En él se explica que, si bien el Francés es el idioma oficial de Córcega, también buena parte de su 5 An Introduction to Corsican. (Yahoo!Enciclopédie-corse- Texto consultado vía Internet) población habla “Corsu”. Según la fuente éste no tiene un status legal pero se aclara que ello formaría parte del nuevo Estatuto Corso que se discute con el gobierno francés a la luz de la ratificación de la Carta Europea sobre lenguas de las minorías. LOS VIEJOS REGISTROS Allí – en el área de cabo corso - conseguimos los registros más importantes y antiguos del grupo familiar corso. La primera generación de la familia Franceschi en Ersa la representa Pietro Franceschi quien vivió entre el 29 de junio de 1694 y el 12 de febrero de 1771. Éste, de acuerdo con confiables y autorizadas fuentes genealógicas, fue nuestro antepasado común. A través de las sucesivas generaciones, los Franceschi se emparentaron con las familias Dominici, Mattei, Pietri, Antoni, Giuli, Bonavita, Morazzani, Casabianca, Bonifacio, Colombani, Potentini, Cervini y otras más. Por ejemplo los Morazzani del pueblo de Meria estaban emparentados con los Franceschi. Ellos fueron los padres de Pedro Morazzani esposo de Carolina Franceschi Giuli (18911984). Es de notar que mucho antes un grupo de estos Morazzani emigró a las islas del Caribe y de allí a Centro-América. Algunos descendientes de estos Morazzani “castellanizaron” el apellido y formaron la familia del célebre prócer de la independencia Francisco Morazán. En cuanto a los Casabianca podemos señalar que uno de estos primos – de nombre Simón Casabianca Franceschi (creo que hijo de Anne Marie Franceschi y Joseph Marie Casabianca, casados en 1879) - está enterrado en el panteón familiar de los Franceschi en Miranda estado Carabobo. Su lápida indica que murió en 1897. En la segunda generación conseguimos a Gasparo Franceschi (1721-1799), Angelo Santo (1733) y otros parientes. La tercera generación la representa Francesco María Franceschi (1750-1828), la cuarta la representa Pietro Franceschi (1789-1871) y la quinta generación está representada por Simone Franceschi – nuestro bisabuelo paterno - quien nació en Ersa, Córcega, el 11 de marzo de 1826 y murió en ese mismo lugar el 25 de marzo de 1907. Nótese que su nombre “Simone” corresponde todavía a la forma italiana del nombre que nosotros - los hispanos - escribimos como “Simón”. Esto puede ser confuso si se considera que la forma francesa Simone – que aparece en otros documentos - corresponde a la forma femenina “Simona”. Nuestro bisabuelo Simone, casado con Carolina Mattei fue el padre de mi abuelo Francisco (François Marie Franceschi Mattei). Éste nació en Ersa el 13 de abril de 1861 y murió en el municipio Miranda el 17 de febrero de 1918, él representó la sexta generación partiendo de la estirpe fundada por Pietro Franceschi. Como consecuencia de la soberanía francesa sobre Córcega, a partir de 1768, que puso fin a la dominación del estado italiano de Génova (siglos XVI-XVIII) y al efímero estado independiente corso (1755-1768), se hizo común en la isla de Córcega el uso de la lengua francesa y los nombres en francés. Eso explica que muchos de los primeros ancestros tuviesen nombres y apellidos italianos, pero posteriormente, ya bajo soberanía de Francia, aparecen los mismos apellidos pero acompañados de nombres como Pierre, Jean, François, Marie, Sebastiénne, Henriette, Pauline, Caroline, Napoleon, Toussaint y otros similares. Del matrimonio entre nuestros bisabuelos Simone Franceschi (1826-1907) y Caroline Mattei (1829-1892) nacieron Anne Marie (1855-1936), Pierre (1857-1926), Cécile (18591860), François Marie (1861-1918), Cécile (1864-1943) y Antoine Ange (1867-1928), a éste lo conocemos en Venezuela como Ángel. ********************************************************** LOS PRIMOS DE AMÉRICA Antes de continuar nuestro relato – y aunque ya antes habíamos adelantado algo - creemos conveniente comentar y citar ampliamente el interesante texto dedicado a lo que su autor denomina <<LOS PRIMOS DE AMÉRICA>>.6 Según Rovere, los emigrantes que en el siglo XIX partieron hacia América intentando buscar una mejor suerte, marcaron su huella en el “Cabo corso”. Allí 6 <<LOS PRIMOS DE AMÉRICA>> - Texto incorporado en el ensayo de Ange Rovere UN PEUPLE ENTRE MER ET MONTAGNE (un pueblo entre mar y montaña) / Milan Presse (Traducción libre del francés: por Wilfredo Angulo Baudin y Gladys Monzón) El original, consultado vía Internet quedaron residencias principescas, iglesias o suntuosos panteones de familias que recuerdan su historia. Las huellas dejadas por los llamados “Americanos” del “Cabo corso” constituyen testimonios espectaculares de la historia en esta región. Dice el autor que el candidato a emigrar era joven, soltero y pobre. Era alguien que ya no podía vivir de la agricultura en la pequeña parcela de tierra de la familia. Muchas veces se trataba de un pequeño marino y comerciante, tentado por la aventura debido a la llegada del vapor, que puso en crisis su pequeño mundo volcado hacia el mar. Para estos nativos de Cabo corso el Nuevo Mundo no fue un salto al vacío. Su partida hacia América - que comenzó desde el siglo XVI - se convirtió en una tradición a fines del siglo XVIII. En un principio estuvo circunscrito a las Antillas, donde pudieron - junto con los ingleses - continuar bajo otras formas, la guerra contra los franceses que en 1769, habían conquistado Córcega. La isla de Saint-Thomas constituye el primer asentamiento para Domenico y Matteo Cipriani, Santo Stella y su hermano Giacomo e inclusive Felice Antonio Mattei, salido de Centuri. Esta pequeña colonia creció a comienzos del siglo XIX, con la llegada, entre otros, de Jean Franceschi y de Gasparo Palmieri, estos también de Centuri. Puerto Rico se impone rápidamente como el destino principal de aquellos que sueñan con “El Dorado”. En 1827, los emigrantes corsos del Cabo eran menos de 500, pero sesenta años más tarde, ya son más de 1.200, instalados en Yauco, Ponte y San Germán. Desde Puerto Rico, la colonia se disemina en el Caribe hacia Haití y - sobre todo hacia Trinidad. La corriente migratoria se mueve luego hacia Venezuela y otros destinos sud-americanos, principalmente hacia Argentina. El itinerario de los corsos sigue entonces las oscilaciones de las migraciones peninsulares (italianas), que al final del siglo XIX se desplazan también hacia los Estados Unidos de América. Decía uno de estos inmigrantes que la fortuna no estaba garantizada desde el comienzo del viaje: “me disgusta recordar mi miseria, pues es muy difícil de creer. Tu piensas que yo soy un ricachón y un gran negociante, pues te equivocas”. Así escribió en 1896 Raphael Ferrandini a su hermano que vivía todavía en el pueblo de origen. La tierra de Cabo corso no conserva ningún trazo de cientos de semejantes fracasos. Por el contrario, ella enarbola orgullosamente el éxito de aquellos para quien la América fue la tierra prometida y que tuvieron como reto exhibir sus riquezas como una especie de revancha, para afirmar su categoría de nuevo señor, para señalar también que ellos permanecerían como los hijos de esta tierra. El recuerdo y el reconocimiento: Por un testamento dictado en Haití hacia 1800, Joseph Marie Franceschi lega una fortuna que debería ser destinada a la construcción de la Capilla Saint-Anne situada en el caserío de Bovalo en Centuri. Otro caso fue el de Piccioni, uno de los primeros en establecerse en Saint-Thomas en 1790, que financió con su fortuna dos fuentes públicas en Pino, su pueblo natal, hizo restaurar la iglesia Saint-Roch, pagó los órganos y también donó 20.000 Francos para su mantenimiento. Y en Pino, como no recordar el “último pensamiento de un corso moribundo a 2.000 leguas de su patria” haciendo abrir la ruta de Col de Sainte-Lucie del hermoso Valle de Luri... La riqueza y el poderío no se fundamentan únicamente en el don y las libertades, ella es sobre todo afirmación en sí mismo, o más que nada del grupo familiar. En dos direcciones que son las caras de una misma realidad. Es por eso que en la isla las tumbas parecen palacios. Al mirar los mausoleos de la familia Nicrosi en Rogliano o de los Franceschi en Pino, uno interpreta la firme voluntad de proyectarse en una especie de inmortalidad. Pietro Semidei, cuando muere su padre escribe para que sea edificada “la tumba de la familia, con el fin de que algún día estemos todos reunidos” él explica a la comunidad y a los suyos que, la ida de las generaciones es la fuente de la existencia del grupo. El culto al recuerdo se mueve en el deber del reconocimiento. El “palazzu” tiene las mismas dimensiones simbólicas. Situado en el pueblo en el mismo lado de la casa “di l´americani” (casa del americano) dominando el conjunto, por su forma masiva, su altura de dos o tres pisos, su techo a cuatro aguas, sus balcones y sus numerosas ventanas, señalando la riqueza y el orgullo. El asombroso “Castellu Cipriani” en Centuri, la casa Cagninacci en Lota parecen salidas del viento. El Castillo Fantauzzi en Morsiglia costó 30.000 francos-oro, La casa Semidei en Centuri 50.000 francos. Fue Francois, uno de los cuatro hermanos que partió entre 1800 y 1810, quien regresa al pueblo para construirla. Su hijo Dominique, partió para encontrarse con sus tíos en Venezuela, soñaba con regresar a la casa familiar, cosa que realizó en su centésimo aniversario, recibió un magnifico regalo: una foto de la propiedad, con las grandes puertas abiertas y su retrato sobre el escalón. Esos “Palazzi” austeros, cerrados en el invierno, toman un aire de fiesta cuando regresan en el verano, los herederos (les heritiers). Esta presentación de los testimonios de Rovere sobre los que él llamó “los primos de América” nos permite destacar la importancia que tuvo esa peculiar característica del Cabo corso, esto es, su carácter de tierra pobre, plena de candidatos a la emigración, pero que al mismo tiempo entendían que podían regresar – ya ricos - a cumplir sus sueños en el amado terruño. Más adelante, retomaremos esta reflexión sobre ese duro territorio situado “entre el mar y la montaña”, como ha sido definido el Cabo corso. ******************************************************* ******************************************************* LOS “OTROS FRANCESCHI” QUE SE CONOCEN EN VENEZUELA Antes de mencionar más extensamente a la notable familia Franceschi asentada desde el siglo XIX en las tierras orientales de Venezuela, nos gustaría comentar la presencia de dos marinos portadores de ese apellido durante nuestra guerra de independencia: Ellos fueron Agustín y Antonio Julio Franceschi. Sobre el primero de los nombrados, esto es, sobre un marino de nombre “Agustín” tenemos el autorizado testimonio incorporado en dos libros del ilustre historiador y prócer patriota Francisco Javier Yanes. En su narración, el doctor Yanes escribe el nombre de éste como Agustín “Franchesqui”, obviamente lo escribe siguiendo la pronunciación del apellido a la manera italiana. En su obra que tituló <<Relación Documentada…>>, así como en su clásica Historia de Margarita, narra Yanes que hacia el año de 1816 los margariteños combatían contra los realistas en las más duras condiciones.7 Escribe el historiador que éstos – los patriotas de Margarita - habían juntado el escaso dinero, algunos animales y hasta las pocas prendas de oro y plata de la abnegada población patriota de esa isla oriental venezolana para enviar comisiones a las islas caribeñas cercanas y así adquirir pólvora y otros pertrechos de guerra. Pero ocurrió algo terrible, buena parte de los magros recursos se perdieron porque los comisionados enviados a Trinidad fueron tomados prisioneros por instrucciones del gobernador inglés. Fue así que desesperados por ese golpe tuvieron que hacer nuevos sacrificios para enviar una segunda misión con el mismo propósito, aunque “era casi imposible que ningún buque escapase a su vigilancia, siendo por esto dignos de un eterno aprecio y recuerdo los atrevidos y nobles esfuerzos de los patriotas Domingo Román, Juan Fariñas y Agustín Franchesqui, pues arrostrando estos peligros iban a San Thomas, Granada, Trinidad, etc., en busca de pertrechos que lograron introducir, en los momentos mismos en que los patriotas hubieran sido destruidos, si no se hubiesen recibido.”8 No tenemos o conocemos otras referencias sobre los servicios de este marino a la causa patriota en el Oriente, y por supuesto, tampoco podemos asegurar que éste fuese descendiente directo de los Franceschi de Ersa, en la isla de Córcega. No obstante, sentimos 7 Francisco Javier Yanes: Relación Documentada de los Principales Sucesos Ocurridos en Venezuela desde que se Declaró Independiente hasta el año de 1821>>. Caracas, Editorial Elite, 1944. Francisco Javier Yanes: Historia de Margarita. Caracas, MEN, 1948 8 F. J. Yanes: Relación Documentada… (Obra citada, tomo I), pp.265-266) legítimo orgullo por las acciones que hizo Agustín en obsequio de la libertad de nuestra patria. El colega Carlos Viso, quien ha realizado y publicado varias investigaciones sobre los Franceschi en la región oriental venezolana, localizó referencias documentales sobre este marino en relación con unos embarques de cacao.9 ANTONIO JULIO FRANCESCHI ¿OTRO CORSARIO AL SERVICIO DE LOS PATRIOTAS EN 1819? COMENTARIO DE UN TESTIMONIO HISTÓRICO. Como sabemos, durante la guerra de independencia actuaron los llamados “corsarios”. Ambos bandos – los patriotas y los realistas - apelaron a esa manera de hacer la guerra que consistía en apresar las naves mercantes con la bandera de alguna nación enemiga. Una vez apresadas en alta mar, se llevaban las naves al puerto respectivo y se vendía todo lo obtenido, esto es, la nave y su cargamento de mercancías. Generalmente el botín se repartía entre el dueño de la nave corsaria victoriosa, el capitán, la tripulación y, por supuesto, el gobierno que había otorgado la licencia o <<patente de corso>> que autorizaba a llevar la bandera del país y hacer la guerra en su nombre. Famosos corsarios italianos, franceses, ingleses, holandeses y de otras nacionalidades sirvieron a la causa patriota hispanoamericana en su guerra contra España. Estos, al traer sus “presas” a Margarita u otros puertos, ayudaban a financiar la compra de armas y otros recursos para la guerra. También cooperaban transportando en sus buques las fuerzas patriotas hacia donde fuere necesario. Lógicamente, en esos años hubo de todo, actos nobles y otros no tan nobles, como los incidentes con los hermanos Bianchi en 1814, por ejemplo. ANTONIO JULIO FRANCESCHI Este personaje aparece mencionado a propósito de las incidencias de un juicio ventilado en una corte judicial estadounidense, donde el cónsul de España demandaba la restitución de la propiedad de un buque. 9 Véanse los trabajos publicados por este colega en la citada revista especializada Tierra Firme. El agente español exigía que el bergantín Nereyda, rebautizado <<Congreso de Venezuela>> le fuese devuelto a sus dueños originales porque supuestamente había sido capturado mediante un acto de guerra que violaba la neutralidad de los Estados Unidos de América. Se argumentaba que una nave que salió originalmente de Baltimore (USA) navegó hasta Buenos Aires y allí obtuvo una “patente de corso”, otorgada por José Artigas (Jefe y Protector del Pueblo de la República Oriental del Uruguay) el 14 de febrero de 1818. Esa misma nave, tomando el nombre de “Irresistible” y al mando de Juan D. Daniels, inició nuevos cruceros para hacer la guerra a España y Portugal. Apresó el bergantín Nereyda “y lo envió a Juan-griego en la isla de Margarita, en donde fue condenado como buena presa el 22 de marzo de 1819 por la Corte de Vice-almirantazgo de Venezuela en aquel lugar y vendido en virtud de la sentencia y bajo la autoridad de aquella Corte, y comprado por Antonio Julio Franceschi, que le cambió el nombre, lo armó en corso en virtud de patente dada el 29 de marzo de 1819 por Simón Bolívar, Presidente de la República de Venezuela, para hacer la guerra a los dominios, propiedades y vasallos del rey de España; y comisionado como corsario partió de Margarita con el equipo necesario al mando de Enrique Childs, y en su crucero llegó a Baltimore, en donde se instituyó acción contra él en esta Corte, el 21 de abril de 1819.” 10 Igual que en el caso anterior, tenemos que acotar que sobre Antonio Julio Franceschi no tenemos todavía otras referencias o noticias sobre su vida anterior o posterior. Tampoco podemos – honestamente – afirmar que él estuviese directamente emparentado con los Franceschi de Ersa en la isla de Córcega. Hay algo que si es evidente, los actos de esos dos marinos de apellido Franceschi, registrados en los años 1816 y 1819, seguramente fueron muy conocidos por el historiador Francisco Javier Yanes ya que este prócer patriota civil participó - como abogado que era - 10 Juicio sobre el bergantín <<Congreso de Venezuela>> antes Nereyda en la Corte del Distrito de los Estados Unidos en Baltimore. (Tomada de una gaceta de Norteamérica y reproducido en el periódico patriota CORREO DEL ORINOCO, Nº 53, Angostura, 19 de febrero de 1820). Una copia de estos papeles los localizó nuestro primo Toussaint Morazzani Franceschi (QEPD) y un hijo suyo, nuestro primo Pierre François Morazzani Carrillo, nos facilitó la pista inicial. en la corte de almirantazgo establecida en Margarita, precisamente para manejar todo lo relacionado con las actividades de los corsarios y la marina en general.11 LOS FRANCESCHI DE CARABOBO Y LOS DEL ORIENTE DE VENEZUELA. Los Franceschi de Carabobo, al igual que los Franceschi de Carúpano y otras comunidades del Oriente venezolano, llegaron a Venezuela durante el siglo XIX. Se sabe con certeza que los asentados en Oriente llegaron más temprano y fundaron una importante casa comercial estudiada históricamente por varios autores. Esta importante casa comercial (Franceschi & Cía.) de José Vicente Franceschi (1811-1880), fue establecida en Carúpano hacia 1830. Su fundador – que había llegado a Venezuela en 1827 – abrió sucursales en varios poblados del Oriente venezolano y también en Caracas. Además, ayudó a fomentar una corriente migratoria de parientes y otros pobladores corsos hacia nuestro país. Como la historia de esa rama de la familia ha sido la más conocida, por lo menos en sus aspectos económicos, remitimos a los lectores a los trabajos ya publicados, ya que si ahora pretendiéramos analizar todos esos escritos o intentar nosotros hacer lo propio, ello nos llevaría a desviarnos de nuestro modesto objetivo principal.12 LOS FRANCESCHI DE CARABOBO Los que nos identificamos como los “Franceschi de Carabobo” somos descendientes de las familias encabezadas por dos hermanos nativos de Ersa-Cocinco, isla de Córcega, que vinieron a Venezuela y se establecieron en el occidente de ese estado, concretamente en el Municipio Miranda, el pueblo antiguamente denominado Onoto.13 11 n.a. Sobre este historiador (F. J. Yanes) hay un importante estudio realizado por nuestra colega Lucía Raynero. También nosotros lo consideramos en nuestro libro El Culto a los Héroes y la Formación de la Nación Venezolana… 1830-1883 (Caracas, Litho-tip, 1999) 12 Mireya Sosa León: “Franceschi José Vicente” en Diccionario de Historia de Venezuela, Vol. 2, p.382 (Caracas, Fundación Polar, 1997); Carlos Viso Carpintero: “La Región Histórica Pariana y la necesidad de preservar para la historiografía del Caribe oriental sus fuentes documentales”. pp. 412-418, Revista TIERRA FIRME, Nº 20. (Caracas, 1988); Carlos Viso Carpintero: “La presencia francesa en Paria, 1528-1918”, pp. 935, Revista TIERRA FIRME, Nº 21 – Número especial - (Caracas, 1988); José Salazar León: “Notas sobre la economía de Carúpano a fines del siglo XIX”, pp. 211-218 en Revista TIERRA FIRME, Nº 3 (Caracas, 1983). Domingo Alberto Rangel: Capital y Desarrollo (Tomo I). Caracas, UCV, 1974. 13 Torcuato Manzo Núñez: Historia del Estado Carabobo. Caracas, ediciones de la Presidencia de la República, 1981 Ya que mencionamos este pueblo, debemos señalar que de acuerdo con el criterio del historiador carabobeño Don Torcuato Manzo Núñez la verdadera fundación de Miranda ocurrió el 7 de diciembre de 1849 cuando quedó sancionado el acto legislativo que le dio rango de municipio. No obstante, según Manzo “equivocadamente se ha venido dando como fecha de fundación de Miranda el 13 de marzo de 1850. Ese día lo que ocurrió fue el registro del documento de donación de tierras para el desarrollo del pueblo. Es un caso parecido (dice) al que ocurrió con la fundación de Bejuma.”. FRANCISCO Y ÁNGEL FRANCESCHI MATTEI. El primero, conocido como Francisco, era el mayor de los dos. Su nombre en francés era François Marie Franceschi (1861-1918) y viajó originalmente desde la isla de Córcega al puerto venezolano de Cumaná, sitio al que arribó siendo un adolescente. Fue años después que viajó hacia el Centro del país y se estableció allí. Considerando que llegó a Cumaná después de 1871 y vivió allí con sus tíos Mattei hasta que se hizo un hombre y decidió viajar hacia el Centro, nuestro abuelo debió establecerse en el pueblo de Miranda a comienzos de la década de 1880, después de pasar un tiempo en Valencia y Montalbán, tal como relataremos más adelante. En 1891, ya con treinta años de edad, se casó con Sebastiana Giuli, también de familia corsa. Al hermano menor, Antoine Ange, (1867-1928) lo conocemos en Venezuela como “Ángel”; vino posteriormente a este país cuando ya su hermano Francisco había hecho una pequeña fortuna. Fue asociado en la casa comercial establecida en el pueblo de Miranda y quedó encargado de ella mientras Francisco iba a Francia a casarse con Sebastiana Giuli. Por su parte, Ángel y su futura esposa francesa habían quedado comprometidos – muy jóvenes - antes del viaje de éste a Venezuela a hacer fortuna. Se casó posteriormente con Carlota Sanguinetti14, nativa de Marsella, pero considerando las dificultades de los viajes, se casaron legalmente “por poder”. 14 Se ha podido establecer – gracias a la investigación del Dr. Virgilio Tosta recogida en un libro (todavía inédito en 2002) sobre inmigrantes europeos y asiáticos asentados en Barinas – la existencia de una familia con ese mismo apellido Sanguinetti, especialmente en Barinitas. Ángel trabajó duro para lograr su meta y al casarse vinieron los padres de la novia a Venezuela a entregarla formalmente. Eso fue a comienzos del siglo XX. Cumplido el compromiso, los padres de la novia regresaron a Francia. Carlota era maestra normalista y acá en el pueblo de Miranda se dedicó al comercio y procreó una numerosa familia. Entre sus hijos podemos mencionar a Ángel (Loló) casado con Carola Montagne, Simón (Trifón) casado con su prima Sebastiana Morazzani Franceschi (ésta enviudó y posteriormente se casó con Elio Cárdenas), Catala, casada con Arturo Michelena Castillo (sobrino del ilustre pintor valenciano del mismo nombre), Carolina, casada con el médico Vicente Olivero Sandoval, José Rafael, casado con María Montagne, Carlos (Carlucho) casado con Carlota Romero.15 ¿QUIÉNES ERAN LOS MATTEI, FAMILIA MATERNA DE FRANCISCO Y ÁNGEL FRANCESCHI MATTEI? Entre los hermanos varones Mattei hubo uno de nombre Michele que vivió en la isla de Puerto Rico. Éste fue el padre de Carolina Mattei, la madre de Francisco, Ángel y los otros ya nombrados hermanos de apellido Franceschi Mattei. Aunque poco se ha podido averiguar, algunos testimonios familiares señalan que la madre de Carolina Mattei fue una nativa de la isla de Puerto Rico de nombre Cecilia Gonon o Goñón. Ella – la madre de Caroline - murió cuando la niña nacida en 1829 apenas tenía 6 años y por eso su padre la envió a vivir con la familia Mattei en Córcega. No conocemos, a ciencia cierta, otros datos sobre la condición de la madre de Carolina o si ésta tuvo otros parientes en el Caribe.16 Otros Mattei (dos sobrinos de Michele) se establecieron en Cumaná y allí fundaron y consolidaron una importante empresa comercial. Siempre escribían a sus familiares, especialmente a las dos hermanas solteras que nunca se casaron y que se quedaron en Córcega. 15 Testimonio de José Rafael Franceschi Sanguinetti (1908) el único de todos estos hermanos Franceschi – Sanguinetti que estaba vivo todavía en 2002. Primo hermano de mi padre, Augusto Franceschi Giuli (19041989), ambos nativos de Miranda, estado Carabobo. 16 Otros inmigrantes de apellido Mattei que vivieron y tienen descendientes en Puerto Rico, pueden conocerse a través de la base de datos ofrecida vía Internet en páginas WEB como Ancestry.com. Carolina Mattei, nacida en Puerto Rico en 1829, se casó con Simone Franceschi en Centuri (pueblo costero del Cabo Corso) en la isla de Córcega, el 5 de febrero de 1854. Junto con su esposo vivió en Ersa. En ese mismo poblado Caroline murió el 23 de enero de 1892 cuando tenía 63 años. Su marido, nacido el 11de marzo de 1826, le sobrevivió hasta el 25 de marzo de 1907. Simón Franceschi17, esposo de Carolina Mattei, fue socio en un buque mercante junto con Angelo Francesco Giuli (el padre de Sebastiana Giuli), así como otros pobladores de Ersa. Comerciaban, entre otras cosas, con un derivado de la fruta de sidra. Esta fruta era “curada” o secada y azucarada y así podía durar años. El producto de esa industria de conserva de sidra o “limía” lo llevaban a Italia, especialmente al vecino puerto italiano de Livorno y con ello los corsos obtenían gran provecho. Sabemos que también comerciaban activamente con los puertos franceses.18 Al respecto conocemos referencias documentales localizadas en el puerto corso de Bastía por nuestros parientes genealogistas. Estos señalan que uno de los primos de nombre Bartolomé Antoni (de la familia de nuestra bisabuela Sebastiana Giuli Antoni de Franceschi) estaba enrolado como marinero novicio hacia 1841-1843 en una embarcación de nombre <<Sainte Marie>> (Santa María) que comerciaba con los puertos de Niza y Marsella. Por supuesto, no podemos asegurar que esa embarcación fuese la misma que sufrió el naufragio tres décadas después. MAPAS: CÓRCEGA – ITALIA - FRANCIA Cabo corso y áreas cercanas: Ersa, Centuri, Meria, Bastía. Livorno (Italia), isla de Elba 17 Según el testimonio directo de Carolina Franceschi Giuli de Morazzani su abuelo se llamaba Simón Franceschi. Este dato aparece corroborado en las listas que ofrecen las genealogías consultadas en Internet ([email protected] ubicado originalmente a través de la página WEB Ancestry.com). Es de notar que en los cuadros genealógicos aparece como “Simone” Franceschi, bajo la modalidad italiana del nombre. Tal cosa, como ya dijimos, puede prestarse a confusión porque la forma femenina de Simon en francés es Simone. 18 Ver documentos suministrados vía Internet por [email protected] - Copia de un documento en francés: Nº 771 Registres de l'Inscription Maritime. Enrolamiento como marinero de Barthelemy (Bartolomé) Antoni en la embarcación <<Sainte Marie>>. Un duro golpe económico fue el hundimiento del buque de propiedad familiar, la nave <<Santa María>>. Un gran temporal provocó el naufragio que casi arruinó al papá de Sebastiana Giuli, los Franceschi Mattei y demás familiares. Allí se perdió hasta la futura dote matrimonial de Sebastiana (unos 30.000 Francos). En fin, todos quedaron muy afectados. Cuando los Mattei - que estaban en Cumaná - supieron del desastre, escribieron a Simón Franceschi y a su prima-hermana Carolina para que mandaran a Francisco. A éste, su papá Simón lo había puesto a estudiar (la primaria superior) en un colegio de Bastía. Sintiéndolo mucho tuvo que retirarlo al poco tiempo y enviarlo a Cumaná. El hermano menor, Ángel (Antoine Ange), quedó estudiando un tiempo más. La guerra Franco-Prusiana de 1870 había dejado a Francia en una terrible situación. Según testimonios de la propia familia, esa derrota le hizo perder a Francia gran parte del oro y otras riquezas. Además, perdieron dos de sus provincias: Alsacia y Lorena, y Francia quedó humillada y golpeada en todo sentido. Considerando que casi todos en la familia quedaron arruinados, por lo de la debacle económica de la guerra y por lo de la pérdida del buque; los hermanos Mattei que estaban en Cumaná le insistieron a la familia en Córcega para que mandaran al joven Francisco. Finalmente éste se vino a Cumaná y estuvo varios años trabajando y viviendo con ellos. Ignoramos por qué los hermanos Mattei establecidos en Cumaná fueron los que tuvieron que auxiliar al hijo de Carolina Mattei de Franceschi. Suponemos que Michele el padre de Carolina – el que había ido a Puerto Rico - había fallecido para entonces o vivía también en Córcega en difíciles condiciones económicas. Pasado el tiempo, Francisco le dijo al “tío Miguel” - aunque en realidad sólo eran primos ellos le decían tío - “tío Miguel, ustedes le dijeron a mi papá que se iban a retirar para irse a Córcega o que iban a vender todo. ¿Me van a dejar encargado de sus negocios? Ante ese pedimento los tíos le respondieron que no se precipitara, pues todavía no se retiraban, aunque posteriormente si harían otros arreglos con el impaciente sobrino. Entonces, ante esa negativa de los tíos, Francisco les anunció posteriormente que se retiraba. Estos hermanos Mattei, años después, volvieron a Córcega. Ya con una considerable fortuna producto de sus actividades comerciales en Cumaná por varias décadas. Se instalaron en una especie de palacio, muy bonito, en el pueblo de “Centuri” en la costa, a poca distancia de Ersa.19 Es de notar que ese pueblo de Centuri es un bellísimo pueblo de pescadores. Cerca de allí están, en el “Cabo Corso”, tres importantes puntos de observación: “Tour de Sénéque”, “Capo Grosso” y “Moulin Mattei”. Suponemos que ese topónimo, ese “Molino de los Mattei” debió estar asociado con esa familia desde tiempo inmemorial. Los hijos de Francisco, entre ellos Carolina, visitaron a esos tíos Mattei y contaron que el “palacio” o lujosa casona tenía un gran solar, cercado de paredes y con toda clase de árboles frutales. Allí los viejos tíos recibieron a Carolina Franceschi Giuli de Morazzani cuando ésta viajó a Córcega con su esposo en 1914. Los cercanos parientes corsos esperaban que al morir estos ricos familiares dejarían algo para ellos. No obstante, estos “tíos” Mattei legaron todo - por testamento - a las dos hermanas solteronas, pero con la cláusula que - al morir ellas - todos los bienes pasaban al patrimonio del Vaticano. Como cosa curiosa, lo único que legaron a los sobrinos Franceschi fue un título nobiliario de Conde que habían adquirido. Lógicamente, los “agraciados” nunca hicieron efectiva la peculiar herencia porque para hacerlo debían pagar una gruesa suma de dinero en impuestos. El tío Antonio Mattei murió soltero, el otro hermano, Miguel, si se casó – pero cuando ya era viejo - con una condesa italiana, a la que sólo le dejó unos 50.000 Francos y una casa. Como no tuvieron hijos, y además ella tenía otros bienes, sólo la dotó con esa suma. ¿CÓMO FUE LA LLEGADA DE FRANCISCO FRANCESCHI MATTEI A VENEZUELA? Aunque ya antes habíamos adelantado algo, ahora ofreceremos otros detalles sobre la vida de nuestro abuelo paterno. François Marie Franceschi (Francisco o “Don Pancho” Franceschi Mattei) nació el 13 de abril de 1861 en Ersa-Cocinco, isla de Córcega, Francia. Como a los 10 años lo mandaron a estudiar al puerto de Bastía a continuar su formación, pues en su pueblo natal sólo enseñaban primaria elemental. Pudo estudiar poco tiempo en Bastía porque su papá Simón y toda la familia cayeron en una mala situación económica, 19 Citado en la página de internet <<Lonely Planet>>. como consecuencia de la guerra Franco-prusiana de 1870 y otras situaciones como fue el hundimiento de un buque propiedad de la familia. La madre de Francisco, de nombre Carolina Mattei, era prima-hermana de Miguel, Antonio y otras dos hermanas Mattei, las que quedaron solteronas. Se crió, como una hermana más, con sus primos y primas en la casa del pueblo de “Centuri” porque su papá Michele Mattei la mandó a vivir allí después de la muerte de su madre cuando ella tenía seis años. Ese padre de Carolina, tío de Miguel y Antonio Mattei, suponemos, fue el que viajó a Puerto Rico, según testimonio de nuestra tía Carolina Franceschi de Morazzani y otros parientes como Jean Paul Colombani. Ignoramos si se casó después de la muerte de la madre de Carolina o si tuvo otros hijos. Aunque no hemos podido precisar la fecha o las circunstancias de su fallecimiento, sospechamos que ya no vivía cuando el joven Francisco emigró a Venezuela. Los hermanos Miguel y Antonio Mattei emigraron a Cumaná, Venezuela, pero ya en su vejez - y muy adinerados - regresaron a vivir a Centuri, en una lujosa residencia. Sólo uno de éstos, Miguel, se casó y disfrutó de un título de Conde otorgado por el Vaticano, cuestión que ya antes comentamos. SU TRABAJO EN CUMANÁ PARA AYUDAR A LA FAMILIA EN CÓRCEGA. Además de conocer más sobre el joven Francisco y su vida en Cumaná es conveniente que aclaremos esto: ¿Cómo Vivían los Corsos en su isla? El joven Francisco estuvo trabajando varios años en un establecimiento comercial con sus tíos Miguel y Antonio Mattei en Cumaná, y debía girarle casi todo el dinero ganado a su madre Carolina que vivía en Córcega, dejando sólo lo indispensable para vestirse. Realmente tuvo una juventud muy sacrificada, y aunque era muy austero en sus gastos, se sintió insatisfecho porque no le aumentaban su sueldo. Mientras el hijo Francisco vino a Venezuela, su padre Simón y el resto de la familia continuaron con sus actividades comerciales y el aprovechamiento de sus pequeños huertos en la Córcega de las décadas finales del siglo XIX. Debemos recordar que su propia familia y la mayoría de las otras familias corsas de la época vivían dentro una gran estrechez económica. Había que pescar mucho y guardar esa producción debidamente salada, elaborar y almacenar aceite de oliva, vino, algunos embutidos, quesos y otros alimentos para sobrevivir durante el invierno y épocas de escasez. Los bienes agrícolas eran producidos con grandes esfuerzos, generalmente en una minúscula parcela pedregosa, donde “la tierra” era literalmente “elaborada” en hoyos cavados en la roca que se llenaban con piedras pulverizadas a golpes de martillo, hojas y otros restos vegetales, excrementos de animales y personas, etc. En esa tierra ganada con el duro trabajo se sembraba y cosechaba el sustento que debía complementarse con los frutos del mar y los bienes traídos por los navegantes, entre ellos la muy escasa y necesaria leña. De ese duro territorio fue que Francisco y muchos otros debieron emigrar. Mi padre me contaba esas historias, seguramente oídas en su propia familia, ya que él nunca viajó a Córcega. Sólo sus hermanos mayores: Carolina, François, Napoleón y Paulina tuvieron esa oportunidad antes de la Primera Guerra Mundial. Decía papá que los corsos usaban explosivos, facilitados por el gobierno, para romper las rocas más difíciles y que posteriormente se sentaban pacientemente - horas tras horas - a pulverizar rocas con martillos para así preparar sus huertos. Otras anécdotas dicen mucho de la pobreza y espíritu conservador de esos pobladores. Una de ellas la relató el entonces joven François a su hermano menor Augusto. Contaba François que todavía para los años 1912-1918, cuando él vivió en Córcega, había ancianos en esos pueblos que encendían sus pesadas pipas de fumar tabaco, mediante un lento procedimiento que consistía en sacarle chispas a una piedrecilla de pedernal hasta que en la yesca se formaba una pequeña brasa que soplaban hasta lograr encender una minúscula llama. En una oportunidad, el joven venezolano se desesperó al observar aquel engorroso y lento procedimiento e intentó facilitarle una cerilla o “fósforo” lo que no fue aceptado por el anciano ya que eso era una extravagancia de americano rico. Dejemos estos comentarios sobre la vieja Córcega y volvamos al relato que hacíamos antes sobre la vida del joven Francisco en Cumaná. EL JOVEN FRANCISCO SE INDEPENDIZA. Viendo que pasaba el tiempo y ya era todo un hombre, Francisco decidió no seguir trabajando con sus tíos Mattei. Estaba insatisfecho con el modesto sueldo que devengaba, que además debía remitir casi todo a su mamá en Córcega. Un día les anunció su decisión de retirarse y pidió la liquidación total de sus haberes. Ante la extrañeza de sus parientes, justificó la solicitud con la excusa de tener que comprar ropa y enviarle más dinero a su madre. Comerciante ambulante en Cumaná: Con la plata que obtuvo, se mudó a una pensión, se compró un caballo, una carreta y cierta cantidad de mercancía. Así se dedicó a comprar y vender “quincalla” de manera ambulante, hasta que sus tíos Mattei lo supieron y se pusieron furiosos. Cuando alguien les avisó que su sobrino andaba vendiendo quincalla en las calles, se molestaron mucho. Unas dos semanas después, el tío Miguel logró hablar con Francisco y de inmediato le recriminó: Le dijo “Venga acá Francisco, ¿qué está haciendo? No venga aquí a desacreditarnos, nosotros somos los Mattei, gente a la que nos tienen aquí en gran estimación, somos personas, somos los Mattei de Cumaná. Cómo vienes tú, a desacreditarnos, cómo va a estar un sobrino de los Mattei vendiendo quincalla, eso no lo hacen los corsos en Venezuela.” De inmediato le dijo, “¿Cuánto te costó ese caballo y cuánto te costó ese carro?” – Y apenas Francisco le dijo el precio, le entregó el dinero y le ordenó devolverlos. Muy molesto le dijo, “Aquí tienes los reales, vaya y entregue ese carro y el caballo”. Y entonces, como era muy disciplinado cumplió lo ordenado por su tío. Viendo que allí en Cumaná no podía independizarse, Francisco tomó su poco dinero y se fue a hacer fortuna en otra región. EL VIAJE DE FRANCISCO HACIA EL CENTRO Suponemos que el viaje por mar – que era entonces casi la única posibilidad de transporte lo trajo, por la vía de Puerto Cabello, hasta Valencia, estado Carabobo. Buscando a otros familiares corsos se presentó ante Clotilde Daudet de Pietri. Se hizo reconocer como hijo de Simón Franceschi y Carolina Mattei y les dijo que venía de trabajar varios años con los tíos Mattei en Cumaná. La “tía” Clotilde le hospedó en su casa y además le montó una tienda en Valencia. Nuestra tía Carolina Franceschi Giuli de Morazzani contaba que Misia Clotilde Daudet de Pietri tenía dos hijas, Clotildita y Matildita, y los varones eran Napoleón, Augusto, Domingo, Gerónimo (que tocaba el piano), Adolfo y Alfredo (el autor del Himno al árbol). Ellos vivían en Valencia, en una buena quinta en la urbanización Camoruco, como ricos de aquel tiempo. Todos ellos tenían tiendas menos Alfredo, el que estudió más y se dedicó a poeta y escritor. En su testimonio, tía Carolina identifica a esta señora Pietri como tía. Y debió serlo, porque acogió y ayudó a Francisco como verdadera familia. Igualmente en otras anécdotas de su vida en Córcega tía Carola contaba de otra tía con ese apellido: María Pietri de Santuci. También le oímos a nuestro padre reconocerse como “primo” de esos Pietri de Valencia, sin embargo, no tenemos totalmente claro cuál era el origen de ese lazo familiar. Una referencia interesante en este sentido es la biografía del Doctor y General Juan Pietri. Este médico, militar, diplomático y político fue nativo de Río Caribe (Estado. Sucre) y vivió entre los años 1849-1911. Sus padres fueron Andrés Pietri Bonifacio y Catalina Pietri Franceschi.20 CON UNA TIENDA EN VALENCIA: Misia Clotilde ayudó a Francisco y le puso una tienda en Valencia. Pero éste tuvo mala suerte pues se enfermó varias veces. Entre otras cosas le dio la fiebre amarilla y angina. En medio de esas enfermedades – y para no molestar demasiado - prefirió ir a vivir en el hotel de los Otolina. Estando en ese hotel familiar y enfermo con la fiebre amarilla, quiso recluirse en el hospital, pero los esposos Otolina – conocedores del deficiente hospital - prefirieron atenderlo ellos mismos, manteniéndolo aislado y a escondidas en una pequeña habitación del fondo de la casa, sin que nadie supiera que tenía la fiebre amarilla. Muy abnegados, lo atendieron turnándose media noche la madama y media noche el Sr. Otolina. El médico era el Dr. Celis, abuelo del también eminente médico Dr. Celis Pérez. Cuidándolo día y noche, lo salvaron de una enfermedad que entonces hacía morir a muchos. Después de unos meses le dio angina, y nuevamente estuvo a punto de morir. 20 Testimonio grabado de Carolina Franceschi Giuli de Morazzani. Referencias sobre Juan Pietri en Diccionario de Historia de Venezuela. Caracas, Fundación Polar, 1997 SE MUDA DE VALENCIA A MONTALBÁN Y POSTERIORMENTE AL PUEBLO DE MIRANDA Ya muy preocupado por tantos quebrantos de salud decidió irse de Valencia. A pesar de los ruegos de los que mucho lo estimaban, como la madama Otolina y la madama Pietri, les dijo que iría a vivir hacia los pueblos del occidente de Carabobo famosos por su excelente clima. Se vino a Montalbán, y allí puso su tiendita. Le fue bien y se hizo de la buena amistad de la familia Correa. Además se relacionó con muchos otros “montalbaneros”, como Don Manuel Dorta y Don Pancho Marvez. Toda esa gente lo quería mucho y le permitió hacer otras buenas amistades. Un día conoció a un grupo de “mirandinos” de los que acostumbraban venir paseando a caballo los domingos desde el vecino pueblo. Cuando se reunieron esos muchachos que paseaban hacia Montalbán y Bejuma, lo invitaron a que conociera el pueblo de Miranda. Lo entusiasmaron diciéndole que se ganaba mucho dinero con el café, que éste daba mayor beneficio y seguridad. Además, le informaron sobre una casa que vendía Don Chico Riera – abuelo de misia Isabel María, la señora de Don Pablo – y que era uno de los fundadores de Miranda. En ese sector empezaba el pueblo propiamente dicho, de ahí para arriba estaban las casas importantes, todas ellas muy amplias, con paredes de adobe y techos de tejas. En la parte de abajo sólo había pequeñas casas de techo de paja, paredes de bahareque y solares con cerca de alambre. ********************************* En este punto del relato, vale la pena hacer un comentario aparte sobre el encuentro con otros europeos que vivían en Miranda: EL DURO COMIENZO AL LADO DE JUAN BAUTISTA CERVINI. Contaba nuestro padre que acá en Miranda el abuelo Francisco tuvo que abrirse paso con grandes sacrificios al igual que otros inmigrantes europeos establecidos en el pueblo. A pesar de sus actividades comerciales que continuaría llevando adelante en el pueblo que lo acogió muy bien hasta su muerte el 17 de febrero de 1918, Don Pancho, así le decían todos, decidió producir también sus propios alimentos y hacer su propio pan de trigo. Obtuvo un solar bastante grande y allí sembraba gran cantidad de hortalizas, y no sólo las consumía, sino que se dedicó a venderlas entre varias familias del poblado. Cosa igual hizo con el pan de trigo. Puesto que entonces no existía allí una panadería, construyó su horno y elaboraba pan de trigo para satisfacer sus necesidades y de otras familias de origen europeo que lo compraban regularmente. En esas duras tareas que realizó en los primeros años de vida en Miranda lo ayudaba otro pariente europeo, Juan Bautista Cervini. Posteriormente Cervini decidió irse de Miranda y establecerse en Valencia. Allí continuó sus labores agrícolas y fundó varias empresas industriales, entre ellas, una de elaboración de vinos con las uvas cultivadas en su hacienda situada en el lugar ahora conocido como <<El Viñedo>> de Valencia. Considerando los lazos de sangre y el recuerdo de los duros comienzos en “la casa de la hortaliza”, el viejo Cervini le ofreció a Francisco participación en unas empresas industriales de Valencia, pero éste no aceptó. Ello determinó que la familia Franceschi – dedicada únicamente a la siembra de Café y a las actividades comerciales con “relacionados” o clientes de la zona cafetalera - terminara “semi arruinada” como consecuencia de la crisis que golpeó duramente la agricultura venezolana en los años veinte y treinta. Uno de sus hijos – nacido en Miranda – fue Ángel Cervini (1901-1980). Este notable abogado y empresario, durante muchos años aconsejó y ayudó a los Franceschi, especialmente en los avatares económico-legales de los bienes de la sucesión: Deudas, hipotecas, etc. Ángel Cervini Mazei fue el padre del también abogado, empresario y personalidad pública Reinaldo Cervini.21 Según el testimonio de Augusto Franceschi Giuli, los Cervini eran familia de su madre Sebastiana Giuli Antoni de Franceschi. Esto no era extraño porque la isla natal de J. B. Cervini (isla de Elba, Italia) es muy cercana a la zona del Cabo Corso, la punta o extremo 21 Irene Rodríguez Gallad: “Cervini Ángel”. Diccionario de Historia de Venezuela. Tomo I, pp.789-790 (Caracas, Fundación Polar, 1997). Testimonio oral del padre del autor, Augusto Franceschi G. (1904-1989) norte de la isla de Córcega, donde vivieron los Franceschi, Giuli, Mattei, Antoni y otras familias, todas muy ligadas a las actividades marítimas: Comercio, pesca, etc. Seguramente esa isla era visitada por los marinos corsos que como nuestros parientes navegaban entre Bastía (Córcega) y el vecino puerto italiano de Livorno, en cuyas cercanías está la pequeña isla de Elba, famosa, entre otras cosas, por haber sido convertida en un centro de detención “sui generis” para el destronado emperador Napoleón Bonaparte. FRANCISCO PROSPERÓ EN EL PUEBLO MIRANDA. En la parte de arriba - donde realmente comenzaba el pueblo - estaban las grandes casas de comercio como las de Don Federico Machado y Don José Ignacio Arocha. En la importante “calle del comercio”, se estableció Francisco, y cuando ya tenía unos diez años en Miranda y treinta años de edad, empezó a planear su futuro matrimonio. Aunque le gustaban varias muchachas del pueblo, especialmente una de nombre Rita Olivero, al final decidió que lo haría con una corsa. Fue así que se casó el 12 de enero de 1891, cuando ya alcanzaba sus 30 años. Es bueno señalar que para poder viajar a su tierra natal por pocos meses, hizo venir con mucha anticipación a su hermano Ángel. Este hermano menor había podido quedarse estudiando más tiempo en el colegio de Bastía. Lo hizo venir – tres años antes de su viaje - y lo convirtió en socio de su negocio, cuando ya estaba al corriente del manejo de todo. Francisco se fue a Córcega y se enamoró de la que decía era la muchacha más bonita, hija de una familia muy relacionada por lazos de amistad e intereses económicos como la antigua sociedad del buque Santa María. La joven con la que se casó fue Marie Sebastiénne Giuli, nacida el 29 de marzo de 1867 en Ersa-Botticella, isla de Córcega, Francia. La recién casada Sebastiana – como la llamaron en Venezuela - estaba muy animada a venirse a su nuevo hogar en “América”. Ella creía que viajaría a Estados Unidos de América y que Miranda era algo así como Nueva Orleáns o Filadelfia. Recuérdese que su tío – Antoine François Antoni – había emigrado a Estados Unidos de América y se había establecido en Mobile, ciudad a la que emigraron después los hermanos de Sebastiana: Jean Antoine, André y Jean Michel Giuli. UNA NOTA PREVIA SOBRE LA FAMILIA GIULI Antes de seguir adelante con la historia de la llegada de Sebastiana a Miranda, digamos algo sobre su familia: Los Giuli. Históricamente este apellido patronímico, al igual que otros, se originó como una derivación del nombre del padre. Los hijos de “Giulio” eran “Giulii”. Antiguamente lo escribían “Giulj” pues esa “j” expresaba la terminación “ii”. Este y otros apellidos similares aparecen hacia el siglo XVII.22. Éstos, al igual que muchas otras familias nativas de Ersa, tenían estrechas relaciones con familias como los Franceschi, Antoni, Bonavita, Mattei, Morazzani, Casabianca, Dominici, Pietri y otros más. Los padres de Sebastiana, cuyo nombre en Córcega era “Marie Sebastiénne Giuli” (1867-1943) fueron Angelo Francesco Giuli y Paula Antoni. Es de notar que en Carúpano se asentó una familia corsa de apellido Antoni quienes al igual que los Franceschi, Massiani, Lucca, Raffalli, Orsini, Pietri, Prosperi y Benedetti establecieron importantes casas comerciales dedicadas a la exportación de cacao y a la importación de mercancías varias para distribuirlas en toda la región oriental venezolana.23 Además de Sebastiana - la esposa de Francisco – los Giuli de Ersa (Córcega) tuvieron otros hijos. Una de nombre María fue casada con A. F. Bonavita24. Un hijo de esta hermana de Sebastiana - de nombre Andrés Bonavita - fue el futuro esposo de Paulina, hija de Sebastiana y Francisco. Juan Miguel Giuli (en francés “Jean Michel” y registrado en archivos de USA como J. Michael) nació en 1864 y murió trágicamente el 16 de agosto de 1907. Según el testimonio directo de su ahijado y sobrino, Augusto (Caíco) Franceschi Giuli, su tío puso fin a su vida 22 Seguimos acá el criterio genealógico del primo corso Jean Paul Colombani comunicado a través de Internet. 23 Ver ensayos publicados en varios números de la revista Tierra Firme, Obra citada. Igualmente en otros trabajos como el de Domingo Alberto Rangel: Obra citada. Igualmente, mas adelante se mencionan otros miembros de esta familia en Estados Unidos de América. Aparecen en las bases de datos genealógicos consultadas en Internet. Algunos en USA lo escriben como Anthony. Uno que hemos localizado fue Antoine François Antoni (hermano de Paula Antoni, la madre de Sebastiénne Giuli) aparece en los registros genealógicos junto con sus sobrinos Giuli establecidos en Mobile, Alabama durante el siglo XIX. 24 Aunque sólo aparece en los registros con esas iniciales “A. F.” suponemos debió llamarse Ange François o Angelo Francesco, ya que su nieto – hijo de Paulina Franceschi de Bonavita - fue llamado Ángel Francisco, conocido en Miranda como “Fico”. en Puerto Cabello, cuando apenas tenía unos 45 años. El querido tío y padrino había ido a visitar a la familia en Miranda hacia 1905 y le había ofrecido al sobrino y ahijado llevarlo a estudiar a los Estados Unidos de América, donde tenía negocios, al igual que otros de los hermanos Giuli. Mi padre Augusto Franceschi Giuli relataba con detalles esas historias sobre su tío y padrino Juan Miguel Giuli. Tomando en cuenta que el sobrino y ahijado nació en 1904, y el padrino falleció en 1907, debió haber tenido un recuerdo directo muy limitado sobre él. Sin embargo, conocía – seguramente a través de su madre Sebastiana – todos los detalles sobre la vida y muerte del tío Juan Miguel. Siempre nos hablaba de las inversiones que tenía su padrino en Estados Unidos y como un día vino a pasar una temporada con ellos y decidió adquirir y dirigir el “Hotel Los Baños” en Puerto Cabello. Precisamente, estando allí, supuestamente recibió terribles noticias sobre una crisis en USA y decidió quitarse la vida de un balazo. Contaba mi padre que el arma que utilizó el tío para su trágica determinación fue una del Gral. Román Delgado Chalbaud, el ex Jefe de la Armada Nacional, entonces encargado de la dirección del dique-astillero nacional en Puerto Cabello y huésped de su hotel. Éste, inadvertidamente, se la había dado a guardar mientras almorzaba. Cada vez que hablaba de estas cosas - decía muy triste - mi padrino me iba a llevar a estudiar ingeniería en los Estados Unidos. Decía eso y acariciaba un vaso de metal identificado con las iniciales de su tío y el nombre del colegio donde éste había estudiado como interno. Según las bases de datos genealógicos y otros documentos que consultamos a través de Internet los restos de Juan Miguel Giuli – muerto trágicamente en Puerto Cabello en 1907 fueron llevados a Francia. Igualmente, de acuerdo con el testimonio del primo Jean Paul Colombani, Jean Michel Giuli también arribó originalmente a Mobile (USA) aunque no se sabe la fecha exacta, vivió en esa y otras ciudades de ese país. Otro de los hermanos Giuli, Pierre Paul, nacido hacia 1862, murió en Marsella, Francia. De acuerdo con la base de datos de nuestros parientes ([email protected]) Pierre Paul estuvo vivo hasta 1908. No obstante, en una vieja fotografía de familia, donde aparece Pierre Paul, sus hijos y unas amigas en su casa de Marsella indican como fecha de la foto el año 1910. Esa última fecha está anotada en la parte posterior de la vieja foto guardada por nuestra “prima-tía” Carola Franceschi Sanguinetti. También allí se ofrece el nombre de varios de los retratados, señalados como primos de los Sanguinetti. Finalmente, deben mencionarse dos de ellos que se establecieron en Estados Unidos de América y dejaron descendencia en ese país. Ambos aparecen registrados con sus nombres en inglés: Andrew Giuli, que murió el 5 de marzo de 1905 en Mobile, Alabama y John A. Giuli, nacido el 1º de diciembre de 1853, murió el 24 de diciembre de 1913, también en Mobile, Alabama, Estados Unidos de América.25 Estos parientes - cuyos nombres originales en francés eran Jean Antoine y André Giuli - se establecieron en esa ciudad estadounidense del Sur porque hacia allí había emigrado su tío Antoine François Antoni. Éste arribó a Estados Unidos de América antes de 1825 y se estableció en Mobile como propietario de una empresa comercial. Hacia 1871, el joven Jean Antoine Giuli obtuvo pasaporte y viajó para reunirse con su tío en Mobile. Trabajó con él y aprendió el oficio de tendero. Cuando su tío Antoine François Antoni falleció en 1878 el sobrino Jean Antoine (John A. Giuli) estableció su propio negocio en la misma ciudad junto con sus otros hermanos: André (1856-1905) y Jean Michel (1864-1907). El hermano menor André había arribado a Mobile desde 1875 y trabajó con sus hermanos hasta establecer su propia tienda o abasto. Cuando murió el 5 de marzo de 1905 dejó una esposa con dos hijos. Curiosamente, dos años antes, el 14 de marzo de 1903, había obtenido la ciudadanía estadounidense. Estos hermanos Giuli que se establecieron en Mobile, Alabama, dejaron descendientes cuyas familias aparecen en los registros estadounidenses contemporáneos. De Juan Miguel Giuli, a pesar de haber vivido también en el sur de Estados Unidos de América no tenemos muchas referencias. Sabemos que trabajó para su hermano John A. Giuli en los años 18901892 y aparece registrado como oficinista y vendedor en la ciudad de Mobile. Es de destacar, además, que obtuvo la ciudadanía estadounidense el 11 de julio de 1892. De acuerdo con nuestro primo John V. Geary (bisnieto de John A. Giuli) – a raíz del fallecimiento de Juan Miguel Giuli en Venezuela - le correspondió a su bisabuelo ser el ejecutor legal del testamento sobre los bienes de su hermano Jean Michel Giuli De acuerdo con esos documentos, se corrobora que J. M. Giuli estaba en Miranda hacia 1905 y muere 25 Nuestro primo Jean Paul Colombani ha realizado notables pesquisas genealógicas en Córcega, en Estados Unidos de América y otros lugares. Estableció interesantes datos sobre estos hermanos Giuli y otros parientes en USA. en 1907 en Puerto Cabello, sin embargo, en los documentos de la Corte Judicial estadounidense – guardados por su hermano – nada se dice de la causa de la muerte. Lo que si se aclara es que sus restos fueron enviados a Francia y hasta se anota la suma que se debía pagar a “¿M. B. Franceschi?” por la cantidad de 300 dólares, costo del envío del difunto.26 Señala nuestro primo J. V. Geary que esa documentación testamentaria está en Mobile, Alabama. Esos bienes, seguramente los que había dejado en USA, debían ser atendidos por ese hermano residente en ese país. No obstante, sobre el <<Hotel Los Baños>> de Puerto Cabello, supuestamente de su propiedad, todavía no hemos podido establecer qué ocurrió con él a raíz de la trágica desaparición de su dueño. Igualmente, creemos que quien aparece en la documentación judicial citada bajo las iniciales “M. B. Franceschi” fue la hermana del difunto Marie “Bastiénne” (Giuli) de Franceschi, ya que su esposo llamaba así a Sebastiana. Aunque hemos revisado gran cantidad de periódicos del Puerto Cabello de la época, todavía no hemos localizado otros datos sobre la permanencia de Juan Miguel Giuli en esa ciudad. ********************************* SEBASTIANA GIULI LLEGA A MIRANDA Al llegar a Miranda, Sebastiana se desanimó un poco cuando preguntaba – hablando en el dialecto corso - sobre su futura casa, y, al ver una muy grande y bonita, preguntó a su marido si era allí donde vivirían, pero él de inmediato le dijo que esa era la casa de gobierno y prisión. Ella, muy triste, suspiró y dijo ¡Que nostalgia Dios mío! Sin embargo, poco después, y a pesar de la barrera idiomática, pudo conocer y apreciar a buenas familias como las Olivero, las hermanas Beltrán, la familia de José Ignacio Arocha, las Ravelo, las Pinto. Todas ellas eran familias riquísimas y ponían bailes muy lujosos. Las Olivero - que vivían en frente de Sebastiana - la invitaron a un paseo a su finca en <<Araguata>>. Una buena finca que producía anualmente unos 4.000 quintales de café. 26 La documentación testamentaria está en Mobile, Alabama. ([email protected]). Los documentos que resumimos, en manos de nuestros primos estadounidenses. Se les cita como <<Probate Court Documents, Mobile, Alabama, USA - Estate of Jean Michel Giuli>>. Allí estuvieron tres días bailando y comiendo cachapas y sancocho de gallina. Ante la larga ausencia de la recién casada, Francisco se preocupó y fue a buscarla, pero ésta simplemente le respondió ¿y cómo me voy si nadie se iba? En Miranda se instalaron en una casa muy bonita, pero no era fácil salir de allí, ni siquiera para Valencia, porque no había facilidades para los viajes. Sólo había una carreterita construida en tiempos del presidente Guzmán Blanco y había que contratar coches que venían desde Valencia y ello costaba 100 Bs., lo que para entonces era un alto precio. Piénsese que un trabajador ganaba esa cantidad laborando más de dos meses a Bs. 1,50 diarios. Algunas familias notables de Miranda eran invitadas a fiestas en Valencia o eran a su vez visitadas por gente de la ciudad capital. Por ejemplo, las Pinto invitaban al presidente del Estado y una de ellas se casó con Don Pedro Castillo y la otra se casó con Don Germán Castillo (parientes ambos). Se casaron muy bien en un ambiente donde había mucho lujo. Las Machado - familia de Don Federico Machado – era gente de mucho dinero, su casa estaba alfombrada y tenían cuatro mujeres de servicio. Cuando Doña Sebastiana tuvo su primera hija en Miranda - el 21 de octubre de 1891 - le pusieron como nombre Carolina, igual que su abuela, Carolina Mattei. En otros partos sucesivos llegó a tener 13 hijos en total, en 12 partos sencillos y uno de gemelos. Los hijos – Franceschi Giuli – fueron estos: Carolina (casada con Pedro Morazzani, corso), François (casado con Ana Enriqueta Dorta de familia de Montalbán), Napoleón (casado con Virginia Barbera del vecino pueblo de Salom), Paulina (casada con Andrés Bonavita Giuli, primo corso), Enriqueta (soltera), Enrique (hermano gemelo con Enriqueta, soltero fallecido en Caracas el 25 de marzo de 1944), Augusto “Caíco” (casado con Victoria González de Franceschi, nativa de Canoabo), Sebastiana Franceschi “Checa” (casada con Luis Dorta, hermano de Enriqueta Dorta), María “Mariucha” (casada con Antonio Toro, vivía todavía en 2002). Los otros hijos no sobrevivieron más allá de su infancia: Antonia, Florinda y Alberto.27 27 Para no romper más la secuencia de esta narración, anexamos en el apéndice número (1) una lista completa de los descendientes de cada uno de estos hermanos Franceschi Giuli. INVERSIONES EN HACIENDAS Y COMERCIOS: LA HACIENDA EL TAQUE Francisco Franceschi Mattei – ya conocido como “Don Pancho” - supo que Don Miguel Manzo (del pueblo de Montalbán), tenía una hacienda semi abandonada, en manos de un encargado, muy “enmontada”, en la que ya casi no recogían el café. Don Pancho ofreció comprársela y el señor Manzo se la dio en 5.000 pesos, que eran 20.000 Bs. La propia hija mayor de Francisco (Carolina, una niña entonces) cuenta que su papá pagó la suma acordada en puras monedas de oro. Ella recordaba que observó la mesa donde Don Pancho contaba, “morocotas”, onzas, libras esterlinas, y monedas de 5 pesos venezolanos en puro oro. Igualmente, como Don Miguel Manzo re-contó todo y lo recibió colocando las monedas en sus respectivas bolsitas. Es digno de destacar que Don Pancho Franceschi Mattei logró un notable y rápido éxito económico, si consideramos que se estableció en Miranda cuando comenzaba la penúltima década del siglo XIX, ya que se vino de Cumaná hacia Valencia cuando apenas era un joven “veinteañero”, y ya para 1891 – con treinta años de edad - estaba casado y con su primera hija, nacida el 21 de octubre de ese año. Será esa primogénita (Carolina) la que recuerde vívidamente la entrega de cinco mil pesos en oro por la primera hacienda. De inmediato Don Pancho puso un nuevo encargado y empezaron a limpiar y preparar esas tierras invadidas por el monte tupido como una montaña. Esos trabajos e inversiones se hicieron en los años finales del siglo XIX en medio de las revoluciones. Para entonces había mucha gente pobre campesina y se pagaba un salario de sólo tres reales a los obreros. Don Pancho llegó a contratar una peonada de hasta cien hombres. Cada día llevaba 150 Bs., y doña Sebastiana protestaba y decía que esa hacienda los iba a arruinar, pues todo lo que se vendía de la tienda y la panadería, Pancho se lo “echaba” a la hacienda. A pesar de todo, se pudo recuperar la hacienda. Francisco le decía a su preocupada esposa: “yo lo que quiero – Bastiénne - es poner mi hacienda en 200 quintales, cuando yo venda 200 quintales de café como mínimo, estoy tranquilo, porque tendremos buenas rentas”. Los terrenos que no fueron sembrados de café, los sembraron de plátanos, topochos, dominicos y cambures manzano y cuyaco. Todo eso lo vendían cada semana por carretadas en el propio pueblo de Miranda. También se sembraba y consumía mucho ocumo y ñame entonces. Sin embargo, la papa era desconocida en esta región. Además, puso mucho ganado vacuno y cría de caballos, pero la actividad principal era la producción de café, y siempre fue así hasta los años posteriores a la muerte de Don Pancho en 1918. Después, debido a la crisis económica que afectó a la actividad cafetalera, los hijos de Don Pancho empezaron a sembrar tabaco. François, ya de regreso de Francia, Napoleón y el hermano menor Augusto se dedicaron a este cultivo. En los primeros años sembraban sólo tabaco negro, posteriormente, gracias a los contratos asignados por la Compañía Cigarrera Bigott también sembraron tabaco rubio del tipo rubio: Virginia y Burley. HACIENDA LA CONCEPCIÓN Don Pancho compró una hacienda cercana al caserío Sabana Arriba, conocida como <<La Concepción>>. Ella antes había sido propiedad de Don Zoilo Sequera, hasta que fue rematada y pasó a manos de los Blohm. Esta casa de comercio, a su vez, se la vendió a Don Pancho quien tenía estrechas relaciones mercantiles con ellos. Era común que las casas comerciales (Blohm, Boulton, Kholster y otras) se vieran obligadas a ejecutar o embargar fincas agrícolas u otros bienes de sus deudores fallidos. Generalmente la casa comercial trataba de venderla (aunque fuese a crédito) a quien tuviera solvencia e interés en adquirirla. Ellos preferían dedicarse a lo suyo: Compra y exportación de bienes agrícolas, distribución y venta de mercancías importadas, préstamos en dinero y en especie, etc.; lo que a fin de cuentas era mucho más rentable. ACTIVIDAD COMERCIAL Además de la surtida tienda-almacén y la gran panadería que suministraba mercancías de todo tipo y pan a una extendida clientela de Miranda, Salom, Temerla, Nirgua y otros pueblos, caseríos y campos vecinos; Don Pancho tenía otros establecimientos comerciales en el propio pueblo de Miranda. Ya para el año 1912, cuando se casó Carolina, la hija mayor, ésta se estableció en una casa nueva situada a varias calles de la casa principal. En ese inmueble estableció una tienda en sociedad con María Acevedo, hasta que ésta - pasados varios años - se quiso ir para Tinaquillo a trabajar con su hermano. Después Don Pancho le puso una bodega a Marcos Ramos, tío de Julio Ramos, papá de Aura Ramos. Todos ellos muy buena gente. Esa casa donde puso la tienda y bodega la había adquirido y arreglado mucho antes cuando vino a Miranda Don Marcos Morazzani, tío de Pedro Morazzani. Fue allí donde éstos instalaron una tienda propia. Don Marcos y su sobrino Pedro no pudieron mantener mucho tiempo la primera tienda. El señor Marcos perdió mucho dinero porque, según su propia familia, “era muy botarate” y fiaba mucho. Entonces el sobrino Pedro se casó con Carolina Franceschi Giuli y se dedicó a traer ganado desde Tinaquillo y El Tinaco. Con la ayuda de su suegro y asociado con un señor Canelón que se casó con Carmen Arocha - compraban ganado y lo traían a engordar en los potreros de la hacienda El Taque. Allí Don Pancho no le cobraba nada a su yerno. Entusiasmado con esa actividad ganadera, Pedro casi no se ocupaba más de la tienda, por ello Don Marcos decidió liquidar la tienda y se fue de Miranda. Poco tiempo después, Pedro vendió todo su ganado, pagó lo que le debía a su suegra Sebastiana y preparó viaje para Europa, ahora junto con su esposa Carolina y su primer hijo: Toussaint, nacido el 14 de octubre de 1913. ************************************ Ya que hemos mencionado a los Morazzani en este relato, es conveniente que contemos cómo llegó Pedro Morazzani al pueblo de Miranda. VIAJE DE DON PANCHO AL ORIENTE DE VENEZUELA: ENCUENTRO EN EL PUERTO DE LA GUAIRA ENTRE PEDRO MORAZZANI Y SU FUTURO SUEGRO. En 1910, Don Francisco Franceschi Mattei – ya un hombre maduro y próspero – decidió viajar al Oriente de Venezuela y visitó a Cumaná y Carúpano. Quería volver a ver todo aquello que vivió como joven inmigrante. Visitó a sus amigos y parientes y al regreso de su viaje desembarcó en La Guaira. Allí, cuando preguntó si había inmigrantes corsos, le dijeron que sí, que allí estaba el señor Marcos Morazzani, que tenía una tienda, y un señor de apellido Marcou, que era francés. De inmediato pidió que le llevaran a conocer a Marcos Morazzani. Cuando lo conoció se le presentó como corso y éste lo recibió muy bien. Seguidamente también le fue presentado un joven de nombre Pedro. Ya en confianza, le dijo Don Marcos: “mira, Francisco, tengo este sobrino recién llegado de Córcega – Francia. Le contó que en su reciente viaje hacia París con unos amigos de La Guaira, aprovechó para ir a Córcega. Allí supo que Pedro estaba empleado en Niza en una excelente casa de modas. Regresó a Venezuela y trajo con él al sobrino. Pedro era un muchacho de 24 años pero ya estaba arrepentido de haber venido a Venezuela porque no le gustaba el clima y el ambiente de La Guaira. Le había escrito a su papá para que le mandara dinero para el pasaje, decidido a regresar a trabajar nuevamente en la tienda de Niza. El terrible calor, ese clima fuerte, no le gustaba para nada. Después de oír todo eso, Don Pancho le dijo “bueno Pierre, por qué no te vas al oeste de Carabobo, conoces a Valencia y al pueblo de Miranda, a ver si te gusta el clima. Eso es muy fresco y aunque son pueblos pequeños son muy bonitos. Igual me pasó a mí, le dijo, que no quise quedarme en Valencia, y en Miranda me acostumbré.” Ante ese ofrecimiento, Pedro le respondió que iría aunque fuese por unos días. Y de inmediato se vino de La Guaira en compañía de Don Pancho. LLEGADA DE PEDRO MORAZZANI (y después del tío Don Marcos) A MIRANDA. Contaba Carolina Franceschi Giuli – la futura esposa de Pedro Morazzani – que todos estaban esperando a su papá, cuando tuvieron que preguntarse quién sería ese otro señor que lo acompañaba. Ambos venían a caballo entrando a Miranda observados desde la ventana de la gran casa de familia vecina al almacén y panadería de Don Pancho. Cuando llegaron, y Don Pancho les anunció que el joven se quedaría en la casa, a Doña Sebastiana no le gustó mucho la cosa. Pensó ella que tal vez no era conveniente que ese “muchacho” – todo un hombre y todavía desconocido - viviera con ellos allí. Razonaba Doña Sebastiana que allá en Córcega los pueblos de Meria, Ersa y otros vecinos, eran tan cercanos como los de Bejuma y Montalbán. Y así como uno conoce la fama de los montalbaneros, allá ellos conocían a los Morazzani, sólo por esa fama o referencia. Don Pancho trató inmediatamente de tranquilizar a Doña Sebastiana y le dijo “Bastién, te presento a este muchacho, es de Meria, es hijo de Toussaint Morazzani y la mamá es de apellido Franceschi. Por eso es que - aunque muy lejos - seríamos parientes, ya muy lejos, pero es Franceschi. Al escuchar esa referencia familiar se contentó Doña Sebastiana, y de inmediato le arreglaron su pieza y se quedó en la casa por poco tiempo, pues ya a los 15 días llegó el tío Don Marcos Morazzani. Éste también se vino hacia Miranda, después de entregar su tienda a los Salvatierra y a Ángel María Morazzani en La Guaira. Aquí en Miranda instaló una buena tienda en una casa facilitada por Don Pancho, como antes ya se dijo. Don Marcos Morazzani tenía mucho crédito en las casas de Blohm y Boulton. Llegó a ser una de las tiendas que más vendía en Miranda. Hasta trajo fonógrafos para la venta y Don Pancho le compró uno, que fue el primer fonógrafo que llegó a Miranda. Tanto al tío Marcos como a Pedro Morazzani les gustó el clima y la tranquilidad de Miranda, y aunque a veces Pedro asomaba su idea de esperar a ver si le gustaba de verdad, esas dudas le duraron hasta que jugando dominó, oyéndola tocar piano y conversando mucho con la joven Carolina, terminó enamorado de ella. Contaba la propia Carolina que ella tocaba piano y se divertían de noche allá en su casa, donde se reunían todas las jóvenes de varias familias: las hermanas Montagne, María Pérez, Franciscana y otras muchachas. Pedro, poco a poco, se enamoró de Carolina. El joven Morazzani escribió una larga carta al papá y a la mamá contándoles que él se iba a quedar con el señor Franceschi en Miranda. Los padres, al saberlo allá, quedaron muy contentos también, y le contestaron que estaba muy bien, que se quedara. De inmediato le dijo a Carolina que quería se casaran dentro de seis meses, pero a Carolina le pareció demasiado pronto. Muy seria le dijo: “No Pedro, dentro de seis meses no, porque, ni yo te conozco bien ni tu a mí; en seis meses no, tal vez en dos años”. Y entonces tuvieron dos años de amores. Mientras, él vivía en la otra casa con su tío Marcos, al que le iba muy bien. Éste le dio dinero y Doña Sebastiana le prestó también para que comprara ganado en el llano, en El Tinaco y San Carlos de Cojedes. En ese negocio de ganado – como ya se dijo - lo ayudaba un joven de apellido Canelón, que después se casó con Carmen Arocha. Hicieron muy buena amistad y buenos negocios. Pedro realmente se entusiasmó con esa actividad ganadera y Don Pancho le facilitó potreros para que pusiera su ganado en El Taque. LOS VIAJES A FRANCIA: EL PRIMER VIAJE DE LOS HIJOS DE DON PANCHO (1912) Los hijos mayores de Don Pancho Franceschi Mattei y Sebastiana Giuli tuvieron la oportunidad de viajar y estudiar en Francia. Carolina, Paulina, François y Napoleón fueron con su padre a Francia en 1912, antes de la gran guerra europea. Él quería visitar Francia con los hijos mayores. Doña Sebastiana no pudo acompañarlos porque estaba embarazada, tenía otros hijos menores y además debía supervisar los negocios de la familia mientras su esposo estuviese ausente. En principio sólo viajarían tres de los hijos, porque Carolina estaba a punto de casarse. Pero ésta le dijo a Pedro Morazzani (el novio), que no se opusiera a su viaje, pues su papá había ofrecido pagarle el valor del pasaje (unos 600 Bs). Carolina le dijo a su papá: “Lo lamento, aunque llore, pero no puedo perder esa oportunidad de conocer a Francia. Yo me voy con ustedes”. Y entonces Pedro aceptó. Carolina le prometió escribirle todos los días, y así lo hicieron. El viaje lo realizaron en el vapor <<Buenos Aires>>, un barco español muy bonito. REGRESO DE CAROLINA CON DON PANCHO Ese mismo año de 1912 regresó la joven Carolina a casarse con Pedro Morazzani. Se fueron a Francia en mayo y regresaron en septiembre de ese mismo año. Cuando llegaron, ya Doña Sebastiana había dado a luz a Albertico, el menor de todos. Desafortunadamente, este niño murió 5 años después, durante una epidemia de disentería que hubo en Miranda. Fue entonces cuando empezaron a usar la Emetina. Aunque pidieron las ampolletas de inmediato, éstas no llegaron a tiempo. Otros niños, con mayor suerte, se salvaron gracias a esa medicina. Durante ese viaje a Francia, Pedro Morazzani había quedado en Miranda con doña Sebastiana, su futura suegra. Ella lo elogiaba continuamente recordando que era un muchacho muy bueno, que la asistió, se ocupó de todo en la casa, como un hijo. Decía que un verdadero hijo no hubiera podido portarse mejor, que lo que él se había portado con ella. Tres hermanos se quedaron en Córcega pero Carolina, como ya se dijo, regresó con su papá y se casó en Miranda, en noviembre de 1912. Al siguiente año, el 14 octubre de 1913, nació Toussaint y en diciembre Pedro y Carolina viajaron a Francia. Doña Sebastiana lloraba y decía que el recién nacido se iba a morir con ese frío, porque entrarían a Francia en pleno invierno. Sin embargo, nada le pasó al muchachito. Pedro, quien estaba un tanto inconforme con su situación económica, decidió irse de Venezuela y eso disgustó mucho a Don Pancho y al tío Marcos Morazzani. A éste le había ido mal al final, liquidó la tienda, pagó sus deudas a Boulton y a Blohm y como no le quedó casi nada, se fue para Córcega para la casa de su familia Morazzani. Pedro dijo que se iba a Mónaco porque no quería estar aquí. Ante esa situación Carolina estuvo de acuerdo en seguir a su joven esposo. Y aunque su papá, llorando, le decía que no se fuera, ella le contestó: “yo me casé con él, y me tengo que ir”. VIAJE DE CAROLINA, PEDRO MORAZZANI Y SU PRIMER HIJO TOUSSAINT MORAZZANI FRANCESCHI (1913) Pedro Morazzani, Carolina y su hijo recién nacido (Toussaint) viajaron a Francia en diciembre de 1913. Poco después viajó también Doña Sebastiana el siguiente año 1914. DE VIAJE PARA EUROPA Pedro quería ir a trabajar otra vez a Niza, en Francia, donde antes había estado empleado. Viajaron desde Venezuela en el vapor Guadalupe con el niño que aún no tenía los dos meses. Llegaron en el mes de diciembre, el día de navidad, a la casa del tío Pedro Pablo en Marsella. Por cierto, en el relato de mi tía Carolina Franceschi Giuli de Morazzani sólo se indica el nombre de su tío como “Pedro Pablo”, suponemos que este pudiera ser Pierre Paul Giuli Antoni residente en Marsella. En una nota anterior señalamos que hay una discrepancia entre una fuente que dice que P. P. Giuli había fallecido en 1908 y lo indicado en una vieja fotografía fechada en 1910. Ahora, pudiera agregarse esta acotación sobre el tío Pedro Pablo recibiendo a sus sobrinos en la navidad de 1913. De inmediato, telegrafiaron al antiguo jefe de Pedro Morazzani y éste le dijo que podía ir cuando quisiera a reincorporarse en la empresa porque él era muy buen empleado. Entonces se instalaron en Mónaco unos cinco meses. Mientras Carolina y Pedro vivieron allí, tuvieron un apartamento muy bonito en el boulevard principal, con un balcón desde el cual Carolina veía el palacio del príncipe y sus patios. Pasados esos primeros meses, Pedro le planteó a sus jefes que a pesar de haberse reincorporado a la empresa hacía menos de un año, se atrevía a solicitar un permiso de un mes porque viniendo de Venezuela no había podido ver a sus padres. Afortunadamente los jefes de Pedro le dieron el permiso y fueron a Córcega en el mes de julio. Disfrutaron de la “vendimia” o cosecha de la uva en el mes de Agosto y cuando Pedro, Carolina y su hijo Toussaint de menos de un año de edad, disfrutaban con la familia en Córcega, se declaró la guerra de 1914. A Pedro – al igual que todos los comprendidos entre los 18 y 45 años – los llamaron a filas para ir a la guerra. A todos los llamaban a la prefectura y Carolina desesperada y llorando se colgó del cuello de su esposo. Le dijo “Pedro vete escondido por Bastía y te embarcas. Aquí tenemos con qué hacer el viaje”. Sin embargo, al momento saltó su suegra y le dijo: “Hija qué le estás diciendo a mi hijo, primero muerto que desertor, qué estás diciendo, un francés no hace eso”. Entonces, cuando a los dos o tres días todos se fueron, Carolina no quiso ir a despedirlo. Ese día se fueron a la guerra como 30 muchachos del pueblo, embarcándose en Bastía. Para esa fecha Carolina ya estaba en estado del segundo muchachito, de François Pierre (muerto al poco tiempo). Después de la guerra fue cuando nació su hija Sebastiana (Pachera). Al terminar la guerra, Pedro estaba haciendo planes para ir a vivir a Marruecos, pues el gobierno francés estaba ofreciendo dinero y tierras a los veteranos que desearan irse a cultivar en ese territorio. A pesar del entusiasmo de Pedro, a su esposa no le pareció buena idea. Ésta le dijo que era preferible quedarse en Francia, en Niza, a pesar de esos años de guerra y angustias. Sin embargo, en todo caso, ella quería volver a Venezuela, ya que su papá había muerto en 1918. EL VIAJE DE DOÑA SEBASTIANA (1914) Ya dijimos que en 1914 Doña Sebastiana había ido a Córcega en plan de paseo. Entonces le tocó a Don Pancho quedarse en Miranda, pues no podía dejar la casa sola, con una gran panadería y otros negocios en plena actividad. Recordemos que antes - cuando Don Pancho fue a Francia - le dijo a doña Sebastiana: “Dejo a los muchachos estudiando y después tú vas a verlos y averiguas si ellos se quieren quedar y si se acostumbran”. Nuestra abuela tuvo que ir sola a ver a los tres hijos que habían quedado estudiando allá en Bastía: Napoleón, François y Paulina. En mayo fue cuando llegó Doña Sebastiana a Córcega - y el 1º de Agosto se declaró la guerra. Entonces Don Pancho le dijo que se trajera a los hijos, porque él no los iba a dejar allá en medio de ese peligro. REGRESO DE DOÑA SEBASTIANA: Cuando estalló la Primera Guerra Mundial, Doña Sebastiana, desesperada, se quiso venir de inmediato con sus hijos. Carolina decidió no venirse aunque su papá le ofreció el dinero para regresar. Ella le contestó dándole las gracias, pero le mandó a decir que no iba a dejar solo a su esposo Pedro en la guerra ya que lo habían llamado a filas. Doña Sebastiana sólo pudo traerse a Paulina y Napoleón, ya que François se tuvo que quedar allá con la familia en Ersa porque si salía lo reclutaban. El joven ya tenía 18 años y por tanto pertenecía al grupo o clase comprendida entre los 18 y 45 años, la que ya había sido movilizada o llamada a filas. Él pasó toda la guerra escondido allá en casa del tío Pedro Franceschi en Ersa. Como eso era un pueblo pequeño, los agentes venían de la capital del distrito. Periódicamente iba la policía y daba una vuelta a todo el pueblo, pero el Prefecto avisaba anticipadamente la inspección de los policías. Este le decía “dígale a mi tío Pedro Franceschi que esconda al sobrino, porque lo reclutan”. Nadie lo denunció, y más bien siempre le reiteraban “los policías van mañana, que le ponga cuidado a su sobrino”. Y por supuesto, François pasaba el día escondido. Un día fue hasta el cercano pueblito de Meria a visitar a su hermana Carolina y casi lo reclutaron unos agentes de la marina. Éstos se quedaron viéndolo de arriba a abajo y tuvo suerte que no le dijeron nada. Ese día, el papá de Pedro Morazzani (donde estaba viviendo su hermana Carolina) le dijo: “François, yo lo siento mucho, pero déjese de esos viajes para acá. Sepa que a un grupo de venezolanos (varios orientales) muchachos internos, externos y semi internos en el colegio de Bastía - a todos - se los llevaron para el ejército. Porque eran hijos de franceses. Aunque en Venezuela se diga que los hijos de extranjeros nacidos en el país son venezolanos, en Francia eso no se acepta y para el gobierno los hijos de franceses nacidos en el extranjero son franceses.” Total, François tuvo que esperar el final de la terrible guerra 1914-1918 para poder regresar a Venezuela. Además de los hijos de Francisco y Sebastiana estaban en Córcega varios de los muchachos Franceschi Sanguinetti, los de Ángel y Carlota. En ese apresurado regreso a Venezuela, Doña Sebastiana se trajo a los hijos suyos que pudieron salir: Napoleón y Paulina, pues François, como ya se dijo tuvo que quedarse escondido del servicio militar, y Carolina prefirió quedarse con sus suegros mientras su esposo Pedro Morazzani iba a la guerra. Viajaron con ella a Venezuela sus sobrinas Carola y Catala Franceschi Sanguinetti, mientras que el varón de nombre Ángel (cariñosamente llamado Loló) quedó al cuidado de unas tías que quisieron dejarlo con ellas en Marsella. Sin embargo, el muchacho resultó tan travieso y desobediente que posteriormente – a los seis meses - lo enviaron también a la casa de sus padres. El niño, que tenía unos 9 años, se escapó de la casa varias veces y hasta se extravió una vez en Marsella. Una de sus últimas “hazañas” fue hacerse un tatuaje en la piel, pero sus parientes, horrorizados, lo llevaron a un médico para que se lo borrara. Finalmente, la familia lo llevó en tren desde Marsella hasta Barcelona de España y allí fue puesto bajo el cuidado del capitán del vapor “Buenos Aires” que venía a Venezuela. Esas aventuras del travieso Loló, cuyo nombre está asociado a cientos de graciosas anécdotas en Miranda, las relató nuestra tía Carola Franceschi de Morazzani y el propio hermano menor de Loló, José Rafael Franceschi Sanguinetti nacido en 1908 y todavía vivo para el año 2002. Otra hermana de Loló, Carola Franceschi Sanguinetti de Olivero (ya fallecida) también nos contó anécdotas de ese viaje hasta España para embarcarse hacia Venezuela desde Barcelona, todo ello causado por la situación de la Primera Guerra Mundial. DE VUELTA EN MIRANDA: En 1918 terminó la Primera Guerra Mundial y – en su casa de Miranda - falleció Don Pancho Franceschi Mattei. Posteriormente fue cuando Carolina y su esposo Pedro Morazzani pudieron regresar a vivir nuevamente en Miranda. Pedro estableció una tiendita pero sólo por dos años, porque él no se conformaba con aquella modesta y tranquila actividad comercial. Viendo que hacia 1923 sus cuñados habían empezado a sembrar tabaco en la hacienda La Concepción, él decidió pedir también unas cuantas hectáreas para trabajar en ellas, pues su esposa tenía derechos como heredera. A pesar de las dudas de su esposa sobre su escasa experiencia como cultivador de tabaco, Pedro muy entusiasmado le decía: “La Concepción es una tierra muy buena, ahora se vende muy bien el tabaco, y yo sé que allá está Don Sinesio y yo le pregunto. Porque, a mí me gusta la agricultura y yo no voy a estar aquí trabajando en esta tiendita, que da apenas para vivir. Además, el tío Ángel nos prestó 5.000 Bs.” Y por supuesto, se retiró de la “tiendita” y se fue a entender con sus cuñados que le asignaron una buena tierra para trabajar sembrando tabaco negro. Contaba la misma Carolina que Pedro la llevó a vivir en Sabana Arriba, en las cercanías de la hacienda <<La Concepción>> donde le fabricó una casita para vivir. Para sembrar le dieron una tabla o parcela de tierra que llamaban “la Marianera” y otra más que tenía unas dos o tres hectáreas de buena tierra. Esa tierra daba buen tabaco, sobre todo el de capa fina que se vendía muy bien. En esa actividad estuvo varios años, viviendo en Sabana Arriba y sembrando tabaco negro, hasta que logró ganarse más de 60.000 Bs. (que entonces era una gran suma de dinero) y entonces, se quiso ir otra vez para Francia. Se fueron a vivir a Marsella. Antes de irse, Carolina y su esposo Pedro vendieron al hermano François los derechos que tenían sobre las tierras heredadas de la “Sucesión Franceschi”. Tía Carolina de Morazzani contaba que ellos estuvieron ocho años viviendo en Sabana Arriba y sembrando tabaco en La Concepción. Sin embargo, Caíco señala en su manuscrito sobre el asunto de las deudas e hipotecas de la Sucesión Francisco Franceschi que Pedro Morazzani y su esposa Carolina se fueron a Europa en 1928, después de ganar algún dinero y vender sus derechos a las tierras heredadas. Esto significa que si todos se fueron para <<La Concepción>> en 1923, para 1928 los Morazzani sólo tenían cinco años de establecidos allí. Caíco dejó escrito que vivió en La Concepción entre los años de 1923 y 1941. LA CRISIS ECONÓMICA TAMBIÉN GOLPEÓ A DON ÁNGEL FRANCESCHI MATTEI Y CARLOTA SANGUINETTI DE FRANCESCHI. Ángel, el hermano menor de Don Pancho murió el 3 de septiembre de 1928. Contaba Carolina que todos tuvieron una dura situación económica y los Franceschi Sanguinetti se fueron a vivir a su hacienda llamada <<San Roque>>. Ese nombre San Roque estaba muy relacionado con el santo que veneraban en una capilla familiar, cuya imagen traída de Córcega todavía mantienen en la vieja casona de Miranda ocupada por nuestro primo José Rafael Franceschi Sanguinetti y su esposa María Montagne de Franceschi, fallecida el 13 de noviembre de 2002. Seguramente esa devoción la trajo Don Ángel de su natal pueblo de Cocinco en Ersa, Córcega, allí existía una capilla dedicada a “Saint Roch” o San Roque. La crisis económica o depresión de Estados Unidos corrió hasta Venezuela y a la agricultura le pegó mucho. Viviendo en la hacienda San Roque, con todos sus muchachos y en mala la situación económica, murió la tía Carlota hacia el año 1931. SITUACIÓN DE MISIA SEBASTIANA Ella estuvo sólo unos meses en la casa de la hacienda El Taque hasta que pudo regresar y establecer una bodega en Miranda. Después liquidó la bodega y otra vez puso una buena tienda. Ya en la tienda le empezaba a mejorar la situación, pues vendía mucho y hasta aumentó en parte el capital que había dejado su difunto esposo. Años después, a pesar de todo, François tuvo que vender <<La Concepción>>, una de las haciendas de la familia, para terminar de pagar las hipotecas que antes habían negociado los herederos. Sólo así se pudieron pagar esas deudas y quedó algo a favor. La hacienda La Concepción fue vendida por 40.000 Bs., y fue adquirida por Mister H. B. Featherston, un empresario estadounidense, vinculado a la compañía Bigott. Suponemos que la venta de la hacienda fue en 1941, o poco antes, ya que según el testimonio de mi padre Augusto Franceschi Giuli, hasta ese año vivió allí. En su relación escrita, Caíco dice que se mudó a esa hacienda propiedad familiar en 1923 cuando apenas tenía 19 años y vivió allí hasta 1941. Ese Mister H. B. Featherston, nuevo propietario de La Concepción, lo conocían en Miranda como el señor “Fereston”. Sus hijos, de madre venezolana, fueron amigos nuestros allá en Miranda, cuando compartieron alegres días juveniles: Fiestas, paseos en su veloz auto deportivo, etc. LOS AÑOS DUROS: 1920-1940 La vida de los hermanos Franceschi y su madre Sebastiana Giuli sufrió los duros avatares de la crisis económica que afectó a la Venezuela agraria de los años 1920-1940. En la medida que se hundieron los precios del café, miles de agricultores fueron a la ruina. Asimismo, los comerciantes que estaban asociados a esa actividad también tuvieron lo suyo, ya que al arruinarse muchos agricultores sembradores de café, éstos no pudieron pagar los créditos tomados. Ese fue el caso de la <<Sucesión Franceschi>>. Nada valía el café de su hacienda, y el gran almacén y panadería se fue yendo a pique junto con sus cientos de “relacionados” o clientes deudores que vivían en los campos de toda la región cafetalera del occidente de Carabobo (Miranda, Montalbán, Bejuma, Canoabo) y parte de Yaracuy: Nirgua, Salom, Hato Viejo, Temerla. En esas circunstancias, los herederos representantes de la “Sucesión de Francisco Franceschi” tuvieron que abrirse paso apelando al tradicional cultivo de tabaco negro cuyo mercado estaba garantizado con las compras que hacían empresas como la Cigarrera Bigott, la Bandera Roja y otras. Y también las que hacían algunos mayoristas tabacaleros de Valencia, Puerto Cabello, Caracas y Cumaná. Curiosamente, Napoleón, uno de los hermanos Franceschi Giuli, decidió después establecerse en Caracas y se dedicó también al negocio de compra-venta de tabaco negro. Parte de ese tabaco negro – de muy alta calidad - se exportaba y otra se convertía en cigarros o “puros” al estilo “habano”. Otra parte de ella se convertía en cigarrillos de tabaco negro, únicos que se conocían y consumían en Venezuela antes de la llegada de los novedosos y más suaves cigarrillos elaborados en Estados Unidos de América con tabaco rubio de los tipos Virginia y Burley. Esa razón, la de ser esta región una zona productora de buen tabaco, explica que primero la Cigarrera Bigott y posteriormente la CATANA, promovieran la siembra de tabaco rubio – de los tipos Virginia y Burley – en Miranda y sus alrededores y que los hermanos Franceschi fuesen pioneros en esa actividad económica. LA COMPAÑÍA CIGARRERA BIGOTT Esta empresa estuvo estrechamente ligada a la vida económica de Miranda y otros pueblos vecinos, y, por supuesto, a la familia Franceschi. Decir algo de esta empresa, es imposible hacerlo sin mencionar las actividades de su fundador Luis Bigott. Éste inició su participación en ese negocio cuando muy temprano, hacia 1898, echó las bases de una pequeña fábrica de cigarrillos en Valencia. Posteriormente esa empresa nacional - asociada desde 1922 con la <<British-American Tobacco company>> - promovió la siembra de tabaco rubio, esto es, el de tipo Virginia y Burley. Esto se hizo hacia la década de los años 1940-1950. Durante los primeros años, el tabaco rubio ya procesado como “picadura”, así como los cigarrillos elaborados se importaban desde Estados Unidos de América.28 Fue tal la importancia de Miranda como centro productor de tabaco rubio, que la compañía Bigott instaló galpones o áreas de almacenaje modernas en una zona cercana al cementerio de ese poblado carabobeño. 28 Sobre el empresario Luis Bigott hay una reseña biográfica en el Diccionario de Historia de Venezuela (Fundación Polar, Caracas, 1997, Vol. I, p.451 En diciembre de 1952 la Compañía anunciaba – mediante circular enviada a todos los cosecheros - que desde los primeros meses del siguiente año estarían funcionando los equipos de secado y recepción del tabaco para que, desde el propio pueblo de Miranda, partiesen los camiones cargados con el tabaco rubio de los tipos Virginia y Burley debidamente clasificado para llevarlo a las nuevas instalaciones industriales de la empresa en Caracas y convertirlo en cigarrillos. IMPACTO DEL TABACO EN LA VIDA DE MIRANDA La década de los años cincuenta del siglo XX fue de cierta prosperidad para el pueblo de Miranda y sus alrededores. Fue muy positiva la instalación de los depósitos de la compañía Bigott y los abundantes créditos otorgados a los sembradores de tabaco por la empresa cigarrillera Bigott y después por la CATANA. Además, los miles de trabajadores rurales obtenían atractivos salarios en la siembra, riego, abono, recolección y secado del tabaco. De igual manera, cientos de mujeres – y hasta los niños - ganaban buenos ingresos “empabilando” o amarrando el tabaco verde sobre cañas o “cujes” para su secado en los hornos (el Virginia) y en caneyes o largos cobertizos (el Burley). Otras lo obtenían “clasificando” y poniendo en manillas o atados el tabaco seco para empacarlo y enviarlo a las factorías. Las mujeres de estas comunidades eran unas verdaderas expertas clasificando el tabaco Virginia de acuerdo con las tipos establecidos entonces por las empresas. Se debían separar las hojas de tipos Amarillo, rosado, café y verde; tipos divididos a su vez en subtipos livianos y pesados. Estos y otros tipos de tabaco se identificaban por el color y textura de cada hoja de tabaco Virginia. En cuanto al de tipo Burley, aunque tenía menos clases, requería también similar destreza para clasificarlo y “enmanillarlo”. Además de la escasez de tierras aptas para el tabaco (vegas planas, con buen drenaje, etc.) se comprobó que los abonos utilizados para el cultivo de la papa durante la cosecha de “invierno” o del período de lluvias, afectaban negativamente la calidad de la hoja del tabaco rubio, la manchaban. Eso determinó la mudanza del cultivo hacia las extensas vegas llaneras que ofrecían mayores rendimientos, especialmente con el tabaco del tipo Burley. Esa verdadera bonanza para todos iría desapareciendo gradualmente cuando los cosecheros tuvieron que mudar sus actividades hacia las tierras llaneras de Guárico, Portuguesa y Cojedes, fundamentalmente. La insuficiencia de tierras para ampliar la producción tabacalera en estos valles, así como el creciente cultivo de la papa y los cítricos fueron factores determinantes en ese cambio. Como mudo testimonio de esa época quedaron los viejos hornos y los caneyes de secado en las haciendas de Miranda, Bejuma, Montalbán y sus alrededores. Muchos de esos “hornos” utilizados para el secado del tabaco Virginia han ido desapareciendo. Sus viejas estructuras parecidas a altas casas de dos pisos han sido aprovechadas para nuevos usos en las haciendas. Ha casi desaparecido una larga fila de hornos que se alineaba a lo largo de los primeros kilómetros de la vieja carretera de Miranda-La Guarura, específicamente en la llamada Hacienda Monterrey (parte de la antigua y extensa hacienda El Taque) fundada por François Franceschi Giuli. En “El Taque” - propiamente dicho – hubo, desde la década del cincuenta, varios hornos de secado, hoy transformados en residencia campestre familiar de los Franceschi González, herederos de Augusto Franceschi Giuli. LOS CONTRATOS DE SIEMBRA DE TABACO La compañía Bigott empezó a asignar cupos de siembra a los cosecheros, y los primeros en recibirlos fueron los hermanos Franceschi: François y Augusto (Caíco). También a Pedro Morazzani le concedieron el suyo. En esos contratos, de los cuales tenemos ejemplares firmados entonces, se establecía un convenio entre el “cosechero” o sembrador y la compañía cigarrillera. Se pautaba el número de hectáreas a sembrar, la cantidad de kilos que como máximo se recibiría en la compañía, el precio por kilo para cada tipo de tabaco, el secado, clasificación, empaque y transporte de las hojas, etc. En líneas generales, el cosechero gozaba de ciertas ventajas: Financiamiento por parte de la empresa industrial, mercado seguro para la producción, asesoría técnica y supervisión. Sin embargo, el cultivador estaba sometido a la discrecionalidad de su poderosa contraparte. Como Morazzani ya no tenía tierras para sembrar tabaco en Miranda, tuvo que hacerlo en Temerla y luego en la hacienda “La Villa” de Don Manuel Dorta. Posteriormente la Cigarrera Bigott le ayudó a adquirir una finca propia en Salom, la “Hacienda El Coco”. Esa ayuda de la compañía Bigott – facilitándole la compra de la finca – así como los premios que le otorgó fueron un reconocimiento al excelente tabaco que cosechaba. En este sentido debemos acotar que Don Pedro Morazzani fue un agricultor con muy modernas ideas. Se esmeró siempre en buscar las mejores semillas, hacía ensayos e incluso sus aportes fueron reconocidos en algunas publicaciones de la Unión de Cultivadores de Tabaco (UNCULTA).29 Augusto Franceschi Giuli firmó esos contratos desde 1944 con la Bigott. En años sucesivos la empresa se los renovó y le suministró el financiamiento y pudo así adquirir nuevas maquinarias (tractores, equipos de riego, etc.). En esos años cuarenta y cincuenta fue permanente esa fluida y fructífera relación de negocios. Nuestro padre nos legó muchos de esos papeles, entre ellos copia de un contrato con la <<Compañía Anónima Cigarrera Bigott, Sucesores>>, fechado en Caracas el 18 de diciembre de 1944. Asimismo, contamos con recibos y circulares de la compañía correspondientes a los años 1944-1954. DON PEDRO MORAZZANI COMPRA FINCA Mister Witica (uno de los jefes de la Compañía) le dijo a Don Pedro: “le vamos a comprar una finca, búsquesela que se la compramos”. Fue así que cuando supieron que los Ortega Martínez vendían la hacienda <<El Coco>>, la compraron, y ya el primer año sacó los gastos y el segundo pagó la finca. Ese éxito, lo recordaba así su esposa Carolina: “él me dijo algo que a mí no se me olvida, él tenía una gran satisfacción en la vida: Haber obtenido lo que tenía, esto es, su fortuna, haberla obtenido después de los cincuenta años. Él tuvo esa gran satisfacción a una edad en que el que no ha conseguido lo que va a obtener no lo tiene nunca, y él a los cincuenta y pico de años fue que lo logró”. En la hacienda El Coco, Pedro ganó bastante durante unos diez años sembrando tabaco para la Bigott. Sin embargo, cometió el “error” de comprar acciones de una nueva compañía cigarrillera: La CATANA. Cuando la Compañía Bigott lo supo, sus jefes se molestaron y le quitaron el cupo o contrato de siembra. Le recriminaron que hubiese comprado acciones de la nueva compañía que le haría competencia. 29 Ver revista TABACO (Nº 11. Maracay, 1966.) Como consecuencia de esa represalia Pedro dejó de sembrar tabaco para la Bigott. Y aunque pudo incorporarse un tiempo más como cosechero de CATANA, ya – un tanto cansado – decidió retirarse y vendió la hacienda El Coco. Sobre esas “presiones” tenemos el testimonio de tía Carola Franceschi de Morazzani, de nuestro propio padre Augusto Franceschi y de los telegramas enviados por la <<Unión de Cultivadores de Tabaco>>. En uno de ellos – fechado el 6 de junio de 1953 - la UNCULTA les exhorta a mantenerse firmes. Recordemos también el ya citado reportaje en la revista TABACO (Nº 11, UNCULTA, Maracay, 1966) en la cual se destaca la vida de Don Pedro Morazzani. LA CATANA La nueva compañía competidora inició actividades bajo el nombre de “Compañía Anónima Tabacalera Nacional”, CATANA. Esta empresa nacional se estableció bajo los auspicios de un grupo de inversionistas nacionales en 1953 y el apoyo de un grupo de sembradores de tabaco que querían romper el cuasi monopolio de la Compañía Cigarrera Bigott. Posteriormente la CATANA se asoció con la Philips Morris Inc., en 1956. Antiguos cosecheros de tabaco negro y muchos de tabaco rubio (Virginia y Burley) que antes tuvieron contratos o “cupos de siembra” con la Bigott pasaron a trabajar con la nueva empresa CATANA, entre ellos, Augusto Franceschi Giuli, su sobrino Toussaint Morazzani Franceschi y otros más. En este sentido, un excelente testimonio es el que ofrece una publicación auspiciada por la C.A. Tabacalera Nacional en su 20º aniversario (1953-1973), titulada DEL SEMBRADOR AL FUMADOR. Allí conseguimos, además de varios datos interesantes sobre la compañía, ciertos detalles curiosos que hay que destacar: Fotografías de las instalaciones de la empresa cigarrillera y también de los campos de tabaco. En una aparece nuestro padre Augusto Franceschi Giuli (Caíco) en medio de un sembradío de tabaco; en otras, nuestro primo el ingeniero agrónomo José Ezequiel Franceschi Montagne (nieto de Ángel Franceschi Mattei) y el trabajador mirandino Pedro Rangel, viejo colaborador de mi padre.30 30 DEL SEMBRADOR AL FUMADOR. (Caracas, editorial Arte, s/f.) UN MOMENTO DIFÍCIL EN LA VIDA DE LA FAMILIA Mi padre - Augusto Franceschi Giuli - poco antes de morir en 1989, a sus 85 años de edad, escribió una relación documentada sobre un momento difícil en la vida de la familia Franceschi. En el detallado testimonio – escrito con su propia letra - explicó en unas seis páginas las dificultades enfrentadas en medio de la crisis económica de los años veinte. El testimonio manuscrito dejado dice así: <<Los herederos de Francisco Franceschi y Sebastiana Giuli de Franceschi, QEPD>> 1. Carolina Franceschi (1891-1984) casada con Pedro Morazzani (Meria, Córcega, 1886 – Miranda, 9-02-1970) 2. Paulina Franceschi (1895-1982) casada con su primo Andrés Bonavita Giuli (Córcega, 7-09-1897 / Miranda 27-08-1964) 3. François Franceschi (1896-1951) casado con Enriqueta Dorta. 4. Napoleón Franceschi (1898-1983), casado con Virginia Barbera (del pueblo de Salom) 5. Enriqueta Franceschi, soltera 6. Enrique Franceschi, hermano “gemelo” con Enriqueta, soltero fallecido el 25 de marzo de 1944 7. Augusto Franceschi (Caíco) Nació en Miranda el 1ro de septiembre de 1904 8. Sebastiana Franceschi (Checa) casada con Luis Dorta 9. María Franceschi (Mariucha) nacida hacia 1908 y casada con Antonio Toro.31 Y agrega Augusto Franceschi: En 1923 – la sucesión Francisco Franceschi – llegó a deber Bs. 260.000 y en plena crisis los acreedores iban a embargar las dos fincas, El Taque y La Concepción32. El Dr. Ángel Cervini – familia de mi mamá – ambos muertos ya – compró todas las deudas. Reunió a los acreedores y les compró las deudas por Bs. 80.000 y nos llamó a todos – para estudiar y ver la forma en que podíamos pagar. 31 Mariucha, ya muy anciana, es la única de los hermanos Franceschi Giuli - o sus cónyuges – que sobrevivía para el año 2002. Como ya se indicó, incluso el propio autor del testimonio falleció poco después de haber redactado el documento. En su documento, Caíco le colocó una cruz al lado del nombre de todos los fallecidos para entonces. En el manuscrito original no se enumeraban los hermanos en orden cronológico. Nosotros los ordenamos y colocamos las fechas que conocemos. 32 N.a. Y acotamos nosotros que, para entonces, eso era una deuda más que millonaria. La primera medida tomada fue mudar la familia para la hacienda El Taque. Mi madre, las hijas hembras (solteras) y mi hermano Napoleón. François quedó en Miranda – yo me mudé para La Concepción y empecé a trabajar allá. Estuve desde 1923 (tenía 19 años) hasta 1941. François también se fue a trabajar a La Concepción. Pedro Morazzani – con Carolina – mi hermana mayor – se establecieron en Sabana Arriba, hicieron una casita y Pedro Morazzani trabajaba en La Concepción. Mi hermana Paulina – madre de Fico (Ángel Francisco) – y dos hijas, casada con Andrés Bonavita vivía en Miranda. En 1928, Morazzani – después de haber ganado algo se fue para Europa y Andrés Bonavita y Paulina se mudaron para La Concepción. El Dr. Cervini QEPD – gran amigo nuestro y familia de mi madre – nos aconsejó - y nos dijo – que no vendiéramos las fincas – que cada quien tomara una parte y trabajara esa tierra, etc. – y hasta nos suministró dinero a cada uno. Fue a Caracas e hipotecó las dos fincas: El Taque y La Concepción por la suma de Bs. 80.000 al Banco Agrícola y Pecuario – pagaderos en 20 años – 4.000 bolívares anuales más los muy bajos intereses. Esos 4.000 Bs. – anuales – debíamos pagarlos entre los que trabajábamos: Francisco (François) Franceschi Napoleón Franceschi Augusto Franceschi Pedro Morazzani Andrés Bonavita Esto era más o menos 1.000 bolívares anuales más los intereses para cada uno. Al llegar o vencerse la primera cuota – tanto Morazzani – como Bonavita se negaron a pagar – pues alegaban que ellos no formaron parte en esa fenomenal deuda de “Francisco Franceschi Sucesores” – y fueron a casa del Dr. Ángel Cervini. Cervini me llamó a mí – y nos aconsejó que le compráramos nosotros a ellos – y los sacamos del arreglo. Pedro Morazzani (esposo de Carolina) vendió los derechos a mi hermano François y se fue para Europa. A Caíco le quedó debiendo alrededor de Bs. 8.000. Andrés Bonavita era primo de Paulina, porque era hijo de una hermana de mi mamá – y mi mamá lo quería mucho – y nosotros también. Él siguió trabajando en “El Anaucal” (parte de la hacienda El Taque) que en la partición amigable se le había asignado a Paulina. Bonavita no era agricultor, era asmático, muy culto - y vivía con Paulina en la casa que ahora es de Chucho Montagne. Pero por negocios malos u otras causas resolvieron mudarse para La Concepción en 1928 – y vivir en la misma casa donde vivió Morazzani varios años hasta que se fue a Europa. La parte que había exigido Bonavita era “El Anaucal” (donde ahora está Fico). Como la tenía François, éste le pagaba a Paulina Bs. 1.000 anuales. Al mudarse Andrés para Sabana Arriba (en La Concepción, yo vivía y trabajaba desde 1923) se le dieron 5 hectáreas de las mejores y sembraba tabaco. El 14 de agosto de 1943 murió mi madre – que vivía en una casa grande hecha por mí. Bonavita y Paulina se mudaron para Miranda, para la casa grande pues ahí quedaba Enriqueta sola y necesitaba compañía y entonces Bonavita quedó encargado de la tienda de mi madre. Olvidé decir – que entre las ayudas que hice a mi hermana Paulina está esta: Yo tenía una gran pulpería – casi un almacén – me fiaba Kholster… (En este punto se interrumpe la narración recogida en el manuscrito) ***************************************** Junto con el manuscrito inconcluso estaba un viejo documento – no sabemos escrito por quién, aunque suponemos de Augusto Franceschi G. - titulado - “Arreglo hoy 28 de noviembre de 1926, Por fin”. La lista enumera los acreedores, las deudas y la responsabilidad adquirida por cada uno de los hermanos Franceschi: François, Napoleón y Augusto. Estos eran los varones que trabajaban. Uno de los hermanos, de nombre Enrique, era semi ciego y estaba enfermo. En el mismo se detallan las deudas con personas y establecimientos comerciales de Miranda. El gran total de las deudas alcanzaba a Bs. 4.704. La hoja suelta manuscrita recoge o resume las cantidades anotadas en una pequeña libreta con variados asientos que indican gastos para la hacienda La Concepción. Entre los acreedores aparecen Juan Medina, Juan Bautista León, Andrés Bonavita, Lorenzo Salvatierra, Francisco Ojeda, Carlos Guillén, Pánfilo León, José Inocente León, Domingo Castellanos y José Vita. Igualmente se anexa copia de una vieja carta comercial mecanografiada enviada por la casa Blohm & Co. Valencia al Sr. Augusto Franceschi. La misma estaba fechada el 25 de julio de 1932 y le anunciaban en la misma que por el tabaco consignado para su venta a la Compañía Anónima Cigarrera Bigott (de Luis Bigott) sólo ofrecían como precios por paca o bulto la cantidad de 85 – 50 – y 35 Bs. La casa Blohm le solicitaba autorización telegráfica para proceder a entregar el tabaco, admitiendo que, aunque el precio no era muy alto, era lo único que podían hacer en medio de la difícil situación del mercado. ¿UNA DURA SITUACIÓN? Los testimonios orales y escritos que conocemos no dejan lugar a dudas. La muerte de Don Pancho no significó solamente un terrible golpe afectivo para su viuda e hijos. Esa desaparición física coincidió – para mayor desgracia – con los duros años de crisis económica de la atrasada Venezuela cafetalera. Deudas impagables, acoso por parte de los acreedores, hipotecas, venta de propiedades, dolorosos cambios o ajustes en la vida familiar, hicieron madurar a los hermanos Franceschi Giuli, desde el mayor y más exitoso de ellos – François – hasta uno de los varones menores, Augusto, llamado por ello “el chicho Caíco”. Entonces a los niños pequeños les llamaban “chicho”. Éste, apenas tenía 14 años cuando murió su padre. Él mismo nos contó que tuvo que asumir importantes responsabilidades a los 19 años al convertirse en agricultor en La Concepción (1923-1941), cuidar de su madre y sus hermanas y después trabajar las tierras de la otra hacienda, El Taque. En esa última finca, trabajó incansablemente hasta que la muerte le llegó a pocos días de cumplir los 85 años de edad en 1989. ************************************* UNA HISTORIA SIMPÁTICA DE CUANDO EL JOVEN CAÍCO DECIDIÓ MONTAR UNA GRAN PULPERÍA. Más de una vez, mi padre Augusto Franceschi nos contó historias relacionadas con esa vida como agricultor en la hacienda La Concepción, entre 1923 y1941. Decía que en una oportunidad decidió arriesgarse y visitó la gran casa comercial Kholster en Valencia. Antes de contar la simpática anécdota debemos acotar que esa notable casa comercial, con sedes en Puerto Cabello y Valencia, desapareció después de un proceso de decadencia y quiebra. Desafortunadamente, sus archivos fueron destruidos por instrucciones de un importante banco venezolano que la liquidó. El gerente del banco que ejecutó la “anti histórica” orden de quemar los documentos guardó algunos libros donde aparecían las transacciones comerciales de nuestra familia. Por razones obvias, no podemos ofrecer mayores detalles sobre el banco y los que rociaron gasolina e iniciaron el fuego sobre el valioso archivo amontonado en un patio. De haberse conservado, él nos hubiese permitido reconstruir buena parte de la historia de esta sub región carabobeña, cuyos ejes eran Puerto Cabello, Valencia y los valles del occidente de Carabobo. Pues bien, el joven Caíco planteó a los Kholster que estaba establecido como agricultor en La Concepción y que deseaba llevarse a crédito un buen lote de mercancías para surtir una bodega que instalaría en la propia finca, tal como antes lo había hecho su finado padre. De inmediato el señor Kholster hizo anotar lo que pidió y le dijo que le prepararían todo para que se lo llevara. Y fue así que el joven Caíco entró por la calle principal de Miranda sobre su caballo, seguido por una larga hilera de carros de mula cargados con sacos de harina, de granos y de sal, bultos de pescado salado, latas de manteca, aceite, barriles de aguardiente, telas y muchos otros productos. Cuando muy orgulloso – “esponjado” como él decía - paró su caballo en frente del negocio de su tío Ángel, éste le dijo, como quien no quiere la cosa: “¿Y eso Vecchio? (cariñosamente lo llamaba así, por su seriedad de “viejo”), y entonces el joven Caíco sin bajarse del caballo le dijo – señalando con su mano la hilera de carretas – “todo esto me lo fió Kholster”. Ante esa inocente respuesta, el tío Ángel le contestó con una risotada: “Si, ellos te lo fiaron, pero fíjate en estos telegramas, muchacho P…..”. Por supuesto, lo que no sabía el inocente sobrino era que, mientras él esperaba la preparación de todo el pedido, el señor Kholster había telegrafiado a Don Ángel avisándole que por allá estaba su joven sobrino solicitando crédito. Seguramente recordando sus comienzos en el comercio de Miranda, de la mano de Francisco, su difunto hermano mayor, negoció y asumió esa responsabilidad, a pesar de ser Caíco el menor de sus sobrinos. Por supuesto, les contestó que le entregaran todo su pedido y que él se responsabilizaba. Pero ahí no paró todo. El tío Ángel, que no estaba entonces en muy buena situación económica, le dijo: “Esos son muchos corotos para tu negocio, déjame una parte aquí”. Y por supuesto, cómo iba Caíco a negarse a bajarle - de una vez - casi la mitad de todo eso que traía. Además, otra parte de su cargamento la hizo bajar en el negocio de su madre Sebastiana que ya había vuelto a Miranda, después de pasar un tiempo en su hacienda El Taque. De todas maneras, con lo que le quedó, pudo surtir muy bien la gran pulpería que instaló en La Concepción y por supuesto aplicó el sistema ya tradicional en las fincas de entonces: Pagar a los peones sus “salarios” no en dinero sino con su equivalente en productos despachados en su pulpería. Sólo en algunas oportunidades podían pagar los salarios, de un bolívar a tres reales diarios, parcialmente en dinero o con “fichas”. Debemos recordar que las llamadas “fichas” o señas se usaron en muchas haciendas venezolanas hasta los tiempos de la dictadura gomecista y aún después. Había importantes haciendas como las del célebre jefe gomecista Antonio Pimentel en la región de Güigüe, y en la propia Miranda, las de Antonio Félix Ríos que las acuñaban de latón con el nombre de la finca y su propietario. Mi padre me regaló algunos ejemplares que siempre he conservado como testimonio de una época: El tiempo de la Venezuela agraria y semifeudal. El joven Caíco – un muy modesto hacendado - las hacía de cartulina con un sello y su firma. Tales “fichas” las canjeaban en la propia bodega de la hacienda y en algunas de Miranda. En años posteriores Caíco se relacionó también con otras casas comerciales de Valencia, Puerto Cabello y Caracas. Además de Kholster y Blohm, era cliente de Calderón e Hijos, Mestern & CA, H. L. Boulton, Santana y otros más. A ellos les compraba herramientas y otros insumos para sus actividades agrícolas, así como mercancías varias para abastecer su “pulpería”. Igualmente solicitó créditos del antiguo Banco Agrícola y Pecuario en 1936. Este instituto del Estado le otorgó en 1937 la para entonces importante suma de 4.000 bolívares. Curiosamente, del mismo banco, tenemos una factura correspondiente al año 1955, mediante la cual le hacen entrega de cien huacales de semilla de papa importada de tipo “Sebago”. Esa semilla - que venía de Canadá - revolucionó la siembra de papa en toda la región carabobeña de los valles altos: Miranda, Bejuma, Montalbán, Chirgua. Otra nota a destacar es que en la solicitud del crédito de 1936, ya aparecen en el inventario de El Taque un moderno equipamiento técnico: Un tractor, arado de discos, gradas o rastras de discos, bomba y motor para riego, etc. ****************************************** ****************************************** CAÍCO, UNA VIDA DEDICADA A LA AGRICULTURA. Augusto Franceschi Giuli, conocido en Miranda y muchos otros lugares como Caíco - o el “Maestro Caíco” - siempre se sintió muy orgulloso de su condición de agricultor. Eso de “maestro” nada tenía que ver con el ejercicio de la docencia en una escuela, más bien, tenía relación con sus actividades como músico - y sobre todo - como carpintero y albañil muy hábil. Toda su vida estuvo centrada en el trabajo de la tierra. Ello fue así desde los lejanos días cuando era casi un niño y siguió el ejemplo de su propio padre. Entonces dio los primeros pasos sembrando vegetales para el consumo familiar en la “casa de la hortaliza”, en el mismo pueblo de Miranda. Posteriormente enfrentó esos años iniciales de duro trabajo en la hacienda La Concepción (1923-1941) y, finalmente, todo el resto de su vida como agricultor en su hacienda El Taque (1941-1989). Pudiera decirse que siempre fue un hombre de campo. En épocas sucesivas se dedicó al cultivo del tabaco negro, el tabaco rubio, la papa y los cítricos (naranja, mandarina y grapefruit o pomelo). Adicionalmente – en tiempos diferentes - cultivó maíz, caraotas, ocumo, ñame, plátano, parchita maracuyá, parcha real, tomate, cebolla, pimentón y otros frutos. En algunos de esos cultivos fue un auténtico pionero. Junto con su hermano François tuvo el honor de recoger y secar las primeras hojas de las matas de tabaco rubio sembradas en Venezuela con las semillas y la asesoría de los técnicos de la Cigarrera Bigott. Igualmente, en la región, fue uno de los primeros en realizar siembras a gran escala de arboledas de naranjas con el uso de injertos de nuevas cepas. Su hacienda El Taque fue desde los años cincuenta del pasado siglo XX, una moderna plantación de naranjas “California”, “Valencia”, “Pineapple” y otras variedades traídas antes del exterior. Caíco, a pesar de ser un hombre de campo, estaba muy actualizado en algunas materias agrícolas. Leía la revista LA HACIENDA que recibía periódicamente desde los Estados Unidos de América, así como libros y folletos que le obsequiaban en los cursos de extensión del “Servicio Shell para el Agricultor”. Igualmente adquiría publicaciones que recomendaban en esas revistas y folletos recibidos. Posteriormente, grandes plantaciones de naranja en Miranda, Nirgua, Salom, Bejuma y Montalbán crecieron y se consolidaron en las décadas de 1960-1970. Ellas, incluyendo las siembras pioneras realizadas en El Taque, sustituyeron las decadentes plantaciones que desaparecían de los alrededores de Valencia, y también, a las tradicionales plantaciones de “naranja criolla”, de altos árboles llenos de grandes espinas, con pocas, pequeñas y muy dulces naranjas. Antiguamente, casi todas las casas de Miranda y pueblos vecinos tenían en su solar o patio trasero varios árboles de naranja criolla. Estos árboles se sembraban con semillas y tardaban diez o más años para crecer y dar sus primeras cosechas. Tales naranjas, aunque dulces, no tenían mucho valor comercial o para venderlas en las industrias procesadoras de concentrados y jugos debido a su bajo nivel de ácido cítrico. Antes de existir las modernas plantaciones en haciendas como El Taque y La Concepción, los compradores de naranja criolla iban de casa en casa – por todo el pueblo – adquiriendo esos “puñitos” de frutas hasta completar el camión para ir a los mercados de Valencia o Caracas. Todavía en las décadas de 1950-1960 había compradores como esos. Uno de los últimos que conocí fue Biliardo Marín. OTRAS ACTIVIDADES DE CAÍCO: PULPERÍAS, FABRICACIÓN Y VENTA DE URNAS. Además de esas tareas como agricultor, Caíco realizó actividades comerciales menores. Una de sus primeras “pulperías” fue – como ya antes contamos – una que era casi un almacén y que instaló en la hacienda La Concepción. Después tuvo otras en Miranda, siempre con algún socio que se encargaba de la atención diaria y directa del negocio mientras él se responsabilizaba de surtir el establecimiento, fundamentalmente con bienes cultivados en la propia finca: Ocumo, ñame, cambures, maíz, caraotas, frijoles, quinchoncho y otros productos. Otros bienes como el aguardiente, tabacos y cigarrillos elaborados, chimó, sal, pescado salado, aceite, manteca, mantequilla, telas baratas y otras mercancías, las encargaba a los “agentes viajeros” de las casas de comercio de Valencia y Caracas. Otra tarea que emprendió en los años 1947-1949 fue una carpintería que se especializó en suministrar urnas para su funeraria popular que bautizó como <<Funeraria Juan Bimba>>. La clientela incluía a la gente de Miranda, Salom, Hato Viejo y caseríos como Talla, Las Guafitas, Palmarito, San Pablo, Onoto, Santa Rosa, El Helechal, Campo Amor, La Pica y otros. Aunque no tenemos registros completos de esa actividad, contamos con los asientos contables en el Libro Nº 1 Cuentas Corrientes (Manuscrito de AFG). Hace algunos años, esa extraña actividad, como fue dedicarse un tiempo a la fabricación de urnas, produjo una anécdota que me permitió elaborar uno de los cuentos, titulado <<La Urna y el Piano>>, recogido en una publicación nuestra.33 LA BUENA MÚSICA Finalmente, debe acotarse que, “no sólo de pan vive el hombre”, y Caíco, además de trabajar la tierra, toda su vida fue un enamorado de la buena música. Su buen gusto musical no sólo lo satisfacía oyendo diariamente los discos que compraba y que formaban una excelente colección de zarzuelas, operas, operetas y todo tipo de música clásica europea. También, una vez al año, por lo menos, asistía a los conciertos que ofrecían periódicamente las compañías europeas que se presentaban en los teatros de Valencia y Caracas. 33 Napoleón Franceschi González: Tres Cuentos, Tres Generaciones y un solo Pueblo: Onoto. Caracas, HGM, Edit.., 1999 Al recordar esto, Miguel Ángel Pinto Salvatierra, gran amigo nuestro y también nativo de Miranda, dijo, al pronunciar un sentido discurso ante la tumba de nuestro padre Augusto Franceschi Giuli, que con Caíco enterrábamos uno de los últimos representantes de una época caracterizada por el aporte de esa estirpe de hijos de europeos que trajo progreso material y las luces de la civilización expresada en la cultura superior de los libros, el teatro y la música. Rememoraba entonces, cómo pudo él oír por vez primera discos de música clásica y comentar buenos libros en la casa del amigo fallecido, que ese día enterrábamos. ESTRECHA RELACIÓN CON EL MAESTRO CARLOS FUENTES ALMARZA Movido por ese interés hacia la buena música Caíco trabó estrecha una relación con el ilustre maestro mirandino Don Carlos Fuentes Almarza. Este músico lo tomó como alumno y le enseñó todo lo que pudo, tanto de teoría como de la práctica. El Maestro Carlos elogiaba su buen oído musical y por ello lo apodaba “el metrónomo”, aludiendo obviamente a su habilidad para seguir correctamente el tiempo o compás. Caíco, mi padre, se especializó en un instrumento, ahora poco conocido, denominado bombardino. Y así, con el maestro Carlos y los otros hermanos: Luis Rafael, Rafael y Ricardo Fuentes Almarza formaron una orquesta con piano, violín y varios instrumentos de viento. A ese selecto grupo – que todos conocían como la “Orquesta de los Fuentes” – se agregó el joven Caíco, José Brito y otros entusiastas amantes del arte. Tocaban música popular en importantes bailes y en las “retretas” o conciertos públicos de las plazas, pero así mismo, interpretaban la más seria, culta y clásica música sacra en las iglesias de Miranda y todos los pueblos vecinos, a donde era de rigor, invitarlos para las solemnes “Fiestas Patronales” de cada año. A pesar de que el grupo se disolvió y el querido maestro Carlos Fuentes murió pobre y olvidado en el pueblo de Bejuma, su discípulo Caíco siempre lo recordaba con afecto. Y no descansó hasta que logró el solemne traslado de sus restos mortales para hacerlos reposar, como fue su última voluntad, en el cementerio de Miranda. Allí, con la colaboración de cientos de amigos y paisanos se le construyó un mausoleo, digno de un músico que dejó escritas valiosas obras como el inmortal vals “Cine Miranda”. Mi padre Augusto Franceschi Giuli, junto con otros mirandinos, fue motor de esa iniciativa. Publicó posteriormente una “hoja suelta” impresa dando cuenta de la lista de todos los contribuyentes al homenaje.34 Igualmente gestionó la publicación de un folleto que recogió por vez primera parte de la producción musical del maestro Carlos Fuentes. Posteriormente, los actos en Miranda fueron prestigiados con la presencia y cooperación de la Banda Marcial del estado Carabobo, el orfeón de la Universidad de Carabobo y otros grupos culturales. En esta tarea le ayudó mucho un hermano nuestro, Alberto Franceschi González, para entonces vinculado a la Dirección de Cultura de esa institución. EL ACORDEÓN Y LAS EXCURSIONES Además de esas facetas musicales antes anotadas, esto es, la asistencia a conciertos de ópera y zarzuela, la audición de buena música grabada y su participación en la “Orquesta de los Fuentes” Caíco era – como buen hijo de corso - un gran aficionado a la música de acordeón. Siempre tuvo uno de ellos y lo tocaba para animar reuniones familiares y de sus amigos. Su viejo y bello acordeón, que le oí tocar desde cuando era yo un niño, lo utilizó hasta que el deterioro interno del instrumento era evidente y sus hijos decidimos regalarle uno muy moderno. De todas maneras, todavía conservamos (bajo el cuidado de nuestro hermano Jesús) el venerable y antiguo acordeón como un preciado recuerdo de nuestro padre. En sus años de juventud – cuando vivía soltero en la hacienda La Concepción – realizaba periódicas excursiones de fin de semana hacia los campos vecinos acompañado de su acordeón. Y era realmente bienvenido en todos los lugares visitados, pues ya se sabía de su fama como ejecutante. Con su acordeón y la ayuda de algún otro espontáneo deleitaba a todos con la música popular de la época y así se “prendía” un baile que a veces duraba varios días seguidos. Esas “excursiones” las hacía acompañado de uno o varios asistentes que le ayudaban a cargar el pesado acordeón, muchas provisiones de comida y bebidas, hamacas y hasta equipo para acampar, si era necesario. También hacía transportar - en algunas ocasiones una “vitrola” y una buena colección de discos de música popular. Esos aparatos denominados gramófonos - no requerían energía eléctrica como los actuales equipos de sonido – eran movidos por la fuerza de una especie de cuerda que se activaba con las 34 “Hoja suelta” dando cuenta de la lista de todos los contribuyentes al homenaje. Miranda: Lista Nº 1, 9-101967 vueltas de una manivela o manilla. Podían reproducir la música de los discos pero había que cambiarles las agujas desechables a cada momento. Mi padre sólo cargaba con su escopeta y una cartuchera con cien tiros, aunque – curiosamente - casi nunca mataba nada ya que no le gustaba realmente la cacería. A diferencia de Caíco – que sólo llevaba su buena escopeta por precaución – su primo Ángel Franceschi Sanguinetti (Loló) era casi un profesional de la cacería. Una evidencia de ello era la vasta colección de cabezas de venado disecadas con sus grandes caramas o cornamentas que se exhibía en los corredores y sala de su casa de Miranda. LAS EXCURSIONES HACIA LAS MONTAÑAS Y LOS COLONOS DE LA HACIENDA EL TAQUE. Era tal esa afición que tenía Caíco por las excursiones hacia las montañas de los alrededores que en una oportunidad se juntó con un grupo para intentar llegar a la zona de la costa por la vía del pueblo yaracuyano de Temerla. Contaba nuestro padre que lo lograron después de varios días de difícil caminata a través de intrincadas selvas, caseríos campesinos azotados por el paludismo y la buba, etc. Finalmente pudieron llegar a lo que se conocía como “los potreros de Galavís” en la zona de Urama y Morón, costa de Carabobo. Desde allí, lógicamente, prefirieron regresar en ferrocarril y en carro hasta Miranda por la vía de Puerto Cabello y Valencia. Esas correrías por las montañas de Yaracuy y Carabobo le permitieron a nuestro padre ponerse en contacto con varias comunidades campesinas, una de ellas, la de <<La Pica>>. Era evidente que sus pobladores tenían ancestros africanos, seguramente descendientes de grupos de ex esclavos o negros cimarrones. Muchos de ellos que tenían el apellido Sánchez, se establecieron como <<colonos>> en la hacienda El Taque. Allí se les asignó una pequeña parcela de tierra alrededor de una casa de paredes de bahareque y techo de paja para vivir con su respectiva mujer e hijos. Tenían obligación de trabajar diariamente como peones de la finca y por ello recibían un salario que complementaban con lo que producían en su conuco familiar: Yuca, maíz, frijoles, cambures y otros frutos. Además adquirían a crédito sus alimentos en una pulpería en la propia hacienda, donde al final de cada semana – al pagarle su salario - se le descontaban los adelantos pedidos en dinero y especie. Guardo memoria de muchos de estos fieles trabajadores y sus descendientes. Cuando se anotaban las diarias tareas cumplidas y sus respectivos salarios llamaba la atención una larga lista de nombres con el apellido Sánchez. La mitad de la lista presentaba una sucesión de “comillas” seguida del nombre de cada uno: Luis Ramón, Ramón Felipe, Santos, “Vale” José y otros más. Al respecto, mi hermano mayor Domingo Franceschi nos ha confirmado que toda esa parentela Sánchez vino desde el cerro de “La Pica”, donde parece que existió una especie de “Cumbe” o “cimarronera” de negros que se conservó allí hasta que esas familias vinieron a vivir en El Taque. Fue sólo ya hacia la década de 1960 cuando todas estas familias campesinas gradualmente se mudaron a vivir en Miranda y los ranchos y conucos de los colonos eliminados. Ya para entonces, la nueva generación prefirió irse a disfrutar de las ventajas de la vida urbana y de los modernos servicios públicos de energía eléctrica, agua corriente, educación y atención médica. Todo ello, logros de los gobiernos democráticos implantados después de 1958. APÉNDICES: DESCENDIENTES DE CADA UNO DE LOS HIJOS DE FRANCISCO FRANCESCHI MATTEI Y SEBASTIANA GIULI ANTONI DE FRANCESCHI: LOS HIJOS DE AUGUSTO FRANCESCHI GIULI Y VICTORIA GONZÁLEZ MIRANDA ESTADO CARABOBO. DESCENDIENTES DE LOS HIJOS DE ÁNGEL FRANCESCHI MATTEI Y CARLOTA SANGUINETTI: OTRAS HISTORIAS DE CAROLINA FRANCESCHI DE MORAZZANI EN CÓRCEGA E ITALIA, 1914-1918: CAROLA FRANCESCHI DE MORAZZANI: LAS “HISTORIAS” DE SU VIDA COMO MAESTRA, CONTADAS POR ELLA MISMA. ¡EUREKA! ¡EUREKA! ¡EUREKA!…Llegaron varios hombres honrados… (Un grupo de mirandinos recibidos por el Presidente del Estado Carabobo Don José Rafael Pocaterra en Valencia). Una Anécdota de François Franceschi Giuli: El gato de regalo para el Obispo de Valencia. APÉNDICE Nº 1: DESCENDIENTES DE LOS HIJOS DE FRANCISCO FRANCESCHI MATTEI Y SEBASTIANA GIULI ANTONI DE FRANCESCHI: Carolina Franceschi Giuli (1891-1984), casada con Pedro Morazzani (1886-1970). Hijos: Toussaint (1913-1990), François Pierre (murió recién nacido) y Sebastiana (Pachera) Morazzani Franceschi (1919). De éstos sólo Toussaint dejó descendencia: Iván, Nicole y Pierre François Morazzani Carrillo. Paulina Franceschi Giuli (1895-1982), casada con Andrés Bonavita Giuli (1897-1964). Hijos: Ángel Francisco (Fico), Ángela (Nela) y Rosa Elena Bonavita Franceschi. Al no haberse casado el único varón Bonavita Franceschi, ello determinó la desaparición de esa rama del árbol familiar. Sus hermanas, Nela y Rosa Elena si se casaron y tienen descendencia, los Lommatzsch Bonavita y Castro Bonavita respectivamente. François Franceschi Giuli (1896-1951), casado con Ana Enriqueta Dorta. Hijos: Elia, Alida, Nelly y Noel Franceschi Dorta. Este último, el único varón, murió durante su infancia (1928-1936). De las tres hijas sólo dos se casaron. Elia lo hizo con Héctor Franceschi Marcano (de los Franceschi de Oriente, actualmente General retirado), su hermana Nelly lo hizo con el médico Francisco Aguilera. Ambas tienen numerosa descendencia. Napoleón Franceschi Giuli (1898-1983), casado con Virginia Barbera. Hijos: Alexis, Eva, Francisco, Paúl y Cecira Franceschi Barbera. Todos se casaron, pero sólo cuatro de ellos tienen descendencia. Enriqueta y Enrique Franceschi Giuli (hermanos gemelos). No se casaron ni dejaron descendientes. Augusto Jesús Franceschi Giuli (Caíco), 1904 - 1989, casado con Victoria González (1917-1993). Hijos de Victoria González de Franceschi (La Catira): Domingo Antonio, Libia, Jesús Augusto, Marina, María Elena, Alberto, Napoleón José, Aída Sebastiana, Carolina, Gisela Coromoto, François Noel (Francisco), Aura Concepción (Conchita) y Miguel Ángel Franceschi González. Todos ellos casados y con descendencia, con la única excepción de Francisco, fallecido trágicamente en 1977 cuando todavía era un joven soltero. Sebastiana Franceschi Giuli (Checa), casada con Luis Dorta. Hijos: René y Franklin Dorta Franceschi. Ambos casados y con descendencia. Los hermanos Dorta Franceschi son “primos dobles” de las hermanas Elia, Alida y Nelly Franceschi Dorta. María Franceschi Giuli (Mariucha), nacida hacia 1908 y actualmente casada con Antonio Toro, es la única de los hermanos Franceschi Giuli que vivía todavía para el año 2002. No tuvo hijos propios. Como ya se dijo antes, los otros hermanos no sobrevivieron más allá de su infancia: Antonia, Florinda y Alberto Franceschi Giuli. Este último nació en 1912 y murió de disentería siendo un niño de cinco años en 1917. ******************************************* APÉNDICE Nº 2 LOS HIJOS DE AUGUSTO FRANCESCHI GIULI (1904-1989) Y VICTORIA GONZÁLEZ (1917-1993) LA “MUCHACHERA” FRANCESCHI GONZÁLEZ DE MIRANDA ESTADO CARABOBO: Domingo Antonio: 13 de agosto de 1939. Médico-cirujano, especializado en Medicina Legal (Forense). Profesor Titular jubilado de la Universidad de Carabobo. Empresario. Parlamentario. Residenciado en Valencia. Casado actualmente con Lorena Villarroel. Sus hijos: Domingo Augusto, Gerardo y Francisco Alberto Franceschi. Libia: 27 de Mayo de 1941. Funcionaria pública retirada. Comerciante. Residenciada en Valencia. Sus hijos: Laura y José Gregorio Araujo Franceschi; Héctor y Carlos Azuaje Franceschi. Jesús Augusto: 3 de enero de 1943 Agricultor, empresario del transporte de carga pesada. Residenciado en Puerto Cabello. Casado con Gloria Díaz Arenas. Sus hijos: Jesús Augusto, Daniel y Gloria Elena Franceschi Díaz. Marina: 6 de mayo de 1944 Maestra Normalista jubilada del Ministerio de Educación. Comerciante. Residenciada en Bejuma estado Carabobo. Casada con José Gregorio Hernández. Sus hijos: Natalie, Mary Cruz, José Pablo y José Francisco Hernández Franceschi. María Elena: 15 de Agosto de 1945 Maestra Normalista, Licenciada en Educación (Universidad de Carabobo), egresada de la Escuela de Artes Arturo Michelena de Valencia. Ceramista y pintora activa. Residenciada en Valencia. Casada actualmente con el Ingeniero Ricardo Il Grande. Sus hijos: María Elena, María Cristina, Mario Augusto y María Carolina Arcila Franceschi. Alberto: 20 de Mayo de 1947 Estudios de Economía en París, Francia. Parlamentario y dirigente político nacional. Empresario agrícola. Residenciado en Valencia y Caracas. Casado con la profesora Edelmira Hernández. Sus hijas: Valia y Vera Franceschi Hernández. Napoleón José: 18 de septiembre de 1948 Doctor en Historia (UCAB), Master of Arts (UOP), Profesor de Historia egresado del Instituto Pedagógico de Caracas. Profesor Titular (Jubilado) de la Universidad Pedagógica Experimental Libertador. Escritor activo. Residenciado en Caracas. Casado con Beatriz Díaz Morales. Sus hijos: Fernando Augusto e Irene Beatriz Franceschi Díaz. Aída Sebastiana: 28 de Mayo de 1950 Empresaria, residenciada en Valencia y Puerto Ordaz. Casada actualmente con el Arquitecto Giorgio Sferra. Sus hijos: Karla Adriana, Alí Augusto y María Gabriela Figueroa Franceschi. Carolina: 17 de Febrero de 1952 Odontóloga (ULA) Profesional activa, residenciada en Ciudad Bolívar, estado Bolívar. Casada con el Ingeniero Rafael Sosa. Sus hijos: Tatiana, María Carolina y Rafael Augusto Sosa Franceschi. Gisela Coromoto: 21 de Julio de 1953 Odontóloga (ULA) Residenciada en Mérida, estado Mérida. Casada con el Ingeniero Elis Saúl Molina Sánchez. Hijos: María Victoria, Luis Mariano, Juan Sebastián y María Luisa Molina Franceschi. François Noel (Francisco): 11 de enero de 1955 (*) Aura Concepción: 8 de diciembre de 1958 Licenciada en Educación mención Orientación (Universidad de Carabobo), Magíster en Orientación (UNELLEZ). Educadora activa en educación Media y superior. Residenciada en San Fernando de Apure. Casada con el Ingeniero Nelson Oviedo. Sus hijos: Nelson Augusto e Ivana Victoria Oviedo Franceschi. Miguel Ángel: 29 de Julio de 1960 Licenciado en Administración Comercial (Universidad de Carabobo). Empresario agrícola. Residenciado en la casona familiar en Miranda estado Carabobo. Sus hijos: Angelo Giochino, François y Amalia Victoria Franceschi. (*) Todos ellos vivos para el año 2002 con la excepción de François Noel. Éste falleció el 18 de abril de 1977 después de sufrir trágico accidente vial el día 1º de ese mismo mes. ******************************************* APÉNDICE Nº 3: DESCENDIENTES DE LOS HIJOS DE ANTOINE ANGE (ÁNGEL) FRANCESCHI MATTEI (1867-1928) Y CARLOTA SANGUINETTI. Ángel Franceschi Sanguinetti (Loló), casado con Carola Montagne: Gladys, Rolando, Ángel, Betty y Carolita Franceschi Montagne. Carola Franceschi Sanguinetti, casada con Vicente Olivero Sandoval: Ángel, Gustavo, German, Gisela, Mora, Ofelia, Carlos y Mercedes Olivero Franceschi. Catala Franceschi Sanguinetti, casada con Arturo Michelena Castillo: Ángel Arturo, Oswaldo, Mireya y Marlene Michelena Franceschi. Carlos Franceschi Sanguinetti, casado con Carlota Romero: Roque y Carlos Franceschi Romero. José Rafael Franceschi Sanguinetti, casado con María Montagne: María Carlota, Dilcia, Carmen Edith, José Ezequiel, Ángel Francisco, Arelis y Jesús Antonio Franceschi Montagne. Éstos son “primos dobles” de los hijos de Ángel y Carola. Simón (Trifón) Franceschi Sanguinetti. Casado con su prima Sebastiana Morazzani Franceschi. No tuvo hijos y murió muy joven por una afección renal. ******************************************* APÉNDICE Nº 4: OTRAS HISTORIAS DE CAROLINA FRANCESCHI DE MORAZZANI EN CÓRCEGA E ITALIA: Como ya se dijo, al ocurrir la declaración de guerra en Agosto de 1914, el marido de Carolina, Pedro Morazzani, tuvo que incorporarse a las fuerzas militares que fueron a combatir contra Alemania. Todo lo que le pasó en esos años de terribles angustias lo contó con su propia voz. Tomando en cuenta que Pedro Morazzani era un adulto casado y de unos 28 años de edad, pudo sobrevivir a esa terrible guerra – entre otras causas – porque lo asignaron al servicio de alimentación. En esas tareas aprendió mucho y fue posteriormente un experto cocinero. Hasta el final de sus días, siempre le gustó preparar excelentes platos de la alta cocina francesa, lógicamente ello lo hacía por puro gusto o afición. CONTABA TÍA CAROLA: “Bueno, yo me quedé en casa de mi suegra y estuve con ellos hasta el final de la guerra. Allí nació un varoncito, después de tener a Toussaint, pero ese niño murió poco después. Posteriormente me enfermé con lo que llamaban la fiebre del Mediterráneo durante tres meses allá en el pueblo.” Cuando tenía esa fiebre llegó al pueblo un primo de su mamá, el Dr. Dominici, y François lo fue a buscar para que la tratara. Entonces él la examinó bien y le dijo que si él estuviera destacado allí la asistiría durante todo el tratamiento. “y bueno, yo seguí con mi fiebre más de tres meses, eso fue en casa de mi tío Pedro, el hermano de mi papá, y mi prima Carolina, las Casabianca que eran muy buenas conmigo y me atendían. Una noche se quedaba una de ellas y la otra noche se quedaba la otra, nunca me dejaron sola en mi pieza, me atendían día y noche. Igualmente lo hacía mi tía Lucía, muy buena, la esposa de mi tío Pedro. Siguiendo las recomendaciones del Doctor y pariente, mi hermano François se puso a prepararme el viaje. Yo tenía mi plata, porque mi papá me mandaba y también tenía lo de Pedro, que estaba en la guerra y por eso el Gobierno me daba para los niños. Preparamos el viaje para Italia, para la ciudad de Pisa. Me fui fue con tía Lucía (la esposa de mi tío Pedro), me llevé mis reales unos 4 o 5.000 Bs, que era un dineral porque ya la Lira había bajado bastante. Mi tía me acompañaba la noche del viaje en el barco. Había una oscuridad muy grande - y cuando nosotras estábamos en el camarote - entró uno de los marineros, y nos dice: ¿señoras, ustedes fuman? ¡No, ninguna! respondieron. De todas maneras les dijo: no prendan ningún cigarro porque un submarino nos persigue ¡Ay Dios mío! dijo mi tía, y de inmediato empezó a llorar y a gritar ¡Virgen santísima!, mientras yo le decía: cállese la boca, cállese tía Lucía, no llore, que la Santísima Virgen está con nosotras, ¿Cómo nos va a hundir ese submarino, vamos a tener esa mala suerte? ¡Ni quiera Dios! Yo me quedé muy tranquila, tomé un racimo de uvas y me puse a comerlas. Ya como a las 7 de la mañana entraba el barco en el puerto de Livorno, pero no atracó en al muelle, sino que se quedó retirado, como a unos 100 o 150 metros. Vinieron los marineros en sus botes a buscarnos y como yo estaba como un palito, muy delgadita, con sólo la piel y los huesos, un marinero me dijo: Venga signora y me toma cargada por esas escaleras y me pone en la lancha. Mi tía Lucía recogió su maletita y la mía y también la bajaron a la lancha. Cuando llegamos al puerto, allá estaba un coche del Sr. Versanti, que tenía un hotel. Ese señor había estado en Bastía y allí hizo su capital. Un pariente de nosotros, Juan Franceschi, le escribió a este señor Versanti - o le puso telegrama - para que nos recibiera. Cuando nos llevó a su hotel, le dijimos que nosotras íbamos para Pisa. Nos dieron café con leche y nos atendieron muy bien las muchachas, todas ellas muy buenas mozas, llenas de prendas, con sus pulseras y collares, muy bonitas las muchachas Versanti. Estuve como dos horas descansando, y después vino la Cruz Roja a buscarnos con cinco muchachos, buen mozos aquellos italianos, de 18 a 20 años. Pensé, seguramente estos muchachos no estaban en la guerra por tener influencias en el gobierno, porque cinco muchachos movilizados para buscar a una enferma, me pareció raro. De inmediato me pusieron en la camilla y a tía Lucía la llevaron en un cochecito a la estación del tren. Allí nos acomodaron, les di las gracias y les quise dar una propina pero no la aceptaron. Llegamos al hospital de la ciudad de Pisa. Ese era un hospital muy grande, tenía más de una manzana, figúrense que en la planta baja tenían unos 3.000 heridos italianos, eso fue en medio de la guerra. Estuve como dos horas en un diván, recostadita, hasta que le digo a la monja: “hermana”, le digo en italiano, ¿Voy a demorar mucho aquí? – y entonces la monjita me respondió: le vamos a buscar el puesto en el cuarto de varios, pero yo de inmediato le dije, no hermana yo no quiero así, y me dice ella en italiano, en el “commune”, en la sala común, en la sala general, entonces le volví a decir: no hermana yo quiero una pieza pagada, cuando le dije lo de una pieza pagada sonrió la hermana y subió, y a los 5 minutos estaba ya el médico examinándome. Y me dice ¿de dónde viene la Signora? – yo le contesté, de Córcega. Ah, de Córcega, somos vecinos y muy amigos, los corsos siempre nos visitan con frecuencia, les gusta el Hospital de Pisa. Entonces empezó a preguntarme todo e iba anotando. Seguidamente le ordenó a la monja: hermana, vaya preparando la habitación en el tercer piso. Apenas entré a la habitación le digo: ¿cuánto es? – y al responderme el precio en liras - saqué la cuenta y hacían como 10 Bs. diarios, porque la Lira subía mucho. Mi cuarto era muy bonito, con dos ventanas cuyo frente daba a la torre inclinada de Pisa, y la catedral. Todo eso lo veía desde mi cama cuando la enfermera me abría las dos ventanas. ¡Ay! - decía yo - ¡Me acuerdo de las historias de la torre inclinada de Pisa que mi mamá nos contaba! Una enfermera me cuidaba y todos los días venía el Dr. Miguelazzi, al que le decían el Professore Miguelazzi, porque le dicen profesor a los médicos que trabajan en la Universidad. La Universidad de Pisa es una universidad grandísima e importante y de muchas otras ciudades vienen a estudiar a Pisa. Pisa vivía del Hospital y de la Universidad, pues por donde quiera hay muchachos residentes en la Universidad de Pisa. El Professore Miguelazzi venia como a las 8 de la mañana y en la noche estaba el médico de guardia el Dr. Gino di Guasta. Una noche me sentí mal y la enfermera fue corriendo y lo llamó. Cuando hacía la visita, entraba en puntillitas y yo sentía que me tocaba el pulso, me ponía la mano en el corazón y le decía a la enfermera: “sta bene”, esto era, que estaba bien. Pero yo seguía siempre con mi fiebrecita y así estuve más de 20 días. Yo aprendí muy ligero a hablar italiano porque en Córcega todavía se hablaba el “patuá”, ahora no, ahora hablan puro francés. El “patuá” corso o dialecto corso es una mezcla entre Francés e Italiano, por eso yo me desenvolvía a hablar. El Dr. Miguelazzi por la mañana, “Boun giorno Signora, Boun giorno Signore Professore. ¿Ah, la signora parla Italiano?” Decía él. De noche, cuando iba una hermanita de guardia, a veces estaba despierta y la sentía que venía y me tocaba. Estaba muy bien atendida. Tenía ya unos 28 días en el hospital y a los 20 días había empezado a bajar la fiebre. A los 28 días de estar hospitalizada, por sorpresa me llega Pedro, vestido de militar, todo un soldado francés. En ese entonces Italia estaba aliada con Francia. Cuando los empleados me anunciaban que había llegado un soldado francés, yo emocionada lo vi y le dije: ¿Pierró y eso qué es? ¡Tú aquí! - Y él me dice que el general le había dado un permiso especial para venir a verla en Italia. Todavía sorprendida por la inesperada visita, le preguntó: ¿y cuántos días vas a estar?, Pedro le dijo, sólo tres días: hoy, mañana y pasado mañana, de 12 a 1 tengo que irme. “¡Ah mundo, tan poquito tiempo!” – suspiró - y ese otro día se la pasó conmigo allí. Al 3º día me dice: Yo te voy a llevar a casa de la señora Capirelli. Y le dije: ¡No Pierró! yo no me voy de aquí, la comida es buena, la enfermera muy complaciente, tengo médico de noche y médico de día. Aquí no me falta nada y esta pieza es muy bonita. Pero me dijo: me voy a ir con el dolor que te dejo en el hospital, a mí no me gustan los hospitales. Carola le dijo, “pero quita esa cara Pierró, yo estoy muy bien asistida, bueno si tu me lo hubieras dicho con tiempo, pero tu te vas por la mañana y ya no es hora de sacar el dinero y hacer todas las diligencias. ¡No!, si todo está listo, mira, saqué el dinero, preparé todo, y la señora Capirelli está abajo con un coche esperándonos. ¡Ay Dios y qué hago! Vístete que te llevo. ¡Ay Dios mío! ¿Entonces me voy a ir? Sí Carolina, compláceme dijo él. Vístete para que te vayas. Y entonces, la enfermera me ayudó a vestir y me dice: Spetta signore, (espere señor) que vienen los camilleros a llevársela. Pero Pedro muy impaciente dijo, no, yo no la quiero ver con los camilleros, venga acá, me agarró y me cargó, porque yo estaba todavía delgadita, yo tenía casi la piel y los huesos, había mejorado un poquito pero estaba todavía delgadita, y empieza a bajar esas escaleras, allí no había ascensor, y yo agarrándome del cuello de Pedro, pues tenía miedo. Abajo me despedí de la enfermera - y le di su propinita – también me despedí de la hermanita que iba cada día y a ella se le aguaron los ojos. Me decía: “se me va la mia signora….”. Bueno, entonces bajamos y estaba la Sra. Capirelli, muy complaciente en su carro y me dijo: Signora ya le tengo una pieza muy bonita (me dijo en Italiano) porque le dije a la señorita que la tenía, que le rebajaba tres Liras en la otra pieza para que usted se mude. Ya verá que le va a gustar mucho su cuarto. Era muy buena moza la señora y allá iban muchos corsos, convalecientes. Adonde fui era una pensión de familia, de residentes y convalecientes. La señora era viuda y tenía dos hijas y un hijo varón. Ella le dijo a una joven de nombre Fanni, tú atenderás a la señora. Esta tenía como 15 o 16 años. Me fui acostumbrando, bajaba a comer a una mesa que era muy grande, pues había como 12 o 15 personas. Ya desde el 21, el día de Santa Ursula, me levanté y me dijo el Dr. Cabasani que ya se me había cortado la fiebre. Me dio permiso, me dijo: Domani, la signora puede levantarse (el día siguiente podía levantarme). Fanni me ayudó a vestir y bajé a desayunar. Cuando tenía 4 o 5 días bajando a comer, me dice un señor: Io ho la mi mama malatta, me voi por piacere scrivere una cartolina per la mia signora. Le dije: signore, io non scrivo il Italiano. Me dijo: signora, una signora come Lei, anche cosi bene, è non sa secrivere. Le dije: Io non srivere il Italiano, Io aprendido cositas, perche io parlo francese, spangolo e io sono di Venezuela. Le mio parenti sono Corso, io sono di Venezuela. Y me dice: Allora non parlo, parla cosi bene. Como él creía que yo era una Livornesa, me dijo (en italiano) habla usted tan bien el italiano que yo creía que era de Livorno, tiene Ud. un acento Livornés. Entonces le dije: Muchas gracias por el elogio, pero hablo el italiano porque lo oigo hablar, porque el dialecto corso se parece al italiano, que es una composición, como usted sabe, entre italiano y francés. Y entonces se disculpó: Signora, perdone. Yo, impresionada, le contesté: no hay de qué, estoy a la orden. Seguí allí con Sra. Capirelli, pues ya me levantaba, y Fanni me sacaba a pasear por la avenida, íbamos a ver al río grande (que llaman el borgo) y los almacenes de comercio, una capilla bonita, sobre el río, la llamaban Santa María de la Espina. Yo todas las tardes salía a pasear con Fanni. Pisa era chiquita, era como Miranda, pero usted sabe, los edificios no son muy altos, 3 o 4 pisos los más altos. La casa de los Capirelli era una casa grande como una especie de quinta de dos pisos. Allí estuve desde el mes de octubre hasta el 7 de diciembre que me vine para Córcega. Para entonces había aumentado 10 kilos en esa pensión. Me había recuperado y escribí a la familia contándoles todo. Una familia que salía hacia Córcega me ayudó mucho. El esposo y la señora me invitaron. Me dijeron: “Signora, si Ud. se quiere ir con nosotros, estamos completamente a la orden”. Les pregunté ¿dónde desembarcan ustedes? Y me dijeron que en Bastía, por lo que me alegré mucho, pues yo también desembarcaba en Bastía. De inmediato el señor dijo: Entrégueme sus papeles para comprarle el pasaje. Le di mis papeles y el dinero. Y él me compró el pasaje y me trajo todo. Aquí está todo listo, señora, esta noche salimos. A la mañana siguiente, a las 8, ya estábamos en el puerto de Bastía. El señor me dice a dónde va, y le dije al “Hotel Vicini”, y en el mismo carro que él cogió me llevó y me acompañó hasta que la señora Vicini me recibió y me guardó mis maletas. Entonces, le di las gracias y él con su mismo coche se fue. Aunque no supe para donde iba, quedé muy agradecida de ellos. El mismo día le puse un telegrama a mi suegra avisándole mi llegada a Bastía y que esa tarde estaría allí, descansando todo el día. Al día siguiente me fui para Meria. Allí había como 25 personas que fueron a recibirme. Todos los familiares, me decían: ¡Carolina pero que distinta está usted! Si que está buena moza y recuperada. A todos les decía que había aumentado 10 kilos en veinte días - ½ kilo diario – desde que había empezado a comer de todo. No aumenté más gracias a Dios, porque llegué a 60 kilos. Encontré a mis muchachitos muy bonitos. A uno de ellos, Pedro no lo conoció. Cuando él regresó lloró mucho. Ese fue el que llamamos François Pierre porque mi hermano François al inscribirlo se lo puso al revés. Dijo que si le ponían Pierre François, solo le iban a decir Pierre. Seguimos allí hasta después de la guerra (1914-1918). Entonces nació Pachera, y estuvimos en Francia como un año más. Pedro le dijo a Carola que el gobierno francés estaba ofreciendo dinero y terrenos en Marruecos. Él muy entusiasmado le dijo: “nos vamos para allá a sembrar tabaco”. Pero Carola le replicó, “que manía la tuya de sembrar tabaco, porqué mejor no nos vamos para Niza o para Mónaco. Ese señor (el antiguo patrón de Pedro) te da tu puesto otra vez porque te quiere mucho.” Bueno, al final, vendimos todo negociando por correspondencia. El dueño del edificio del apartamento donde estábamos, compró todo y nos mandó el dinero, ya que otra persona quería alquilar el apartamento. NUEVAMENTE SE ENFERMA Y NO PUEDE ATENDER A PACHERA, SU HIJA RECIÉN NACIDA: Después que nació Pachera, volví a caer en cama. Tanta debilidad me impedía cuidar a la muchachita, me dieron fiebres otra vez. Una tía, creo que María Pietri de Santuci, se encargó de ella y me vine para Ersa, el pueblo de mi tío Pedro. A la muchachita la pusieron con una cuidadora, pero ésta era una avispona, le daba toda la leche a la muchachita de ella y a Pachera me le daba pan remojado con café, aunque estaba recién nacida de pocos meses. Ellas no me decían nada, le llevaban pan, frutas, higos, manzanas, peras. Todos, Carolina y tío Pedro y las Casabianca, iban a verla todas las semanas. Cuando les preguntaba, ¿cómo está la Cinina? – decían está bien. Yo tenía como más de un mes que no veía a la muchachita mientras me reponía, hasta que un día vino mi suegra y me pregunta ¿Carolina, cómo está la muchachita? Le dije que estaba en casa de la cuidadora. De inmediato me dijo, yo voy a buscarla, a ver como la tienen allá. Mi suegra fue allá y no le gustó nada, pues en vez de crecer, la niña se veía como más chiquita, no aumentó ni una onza de peso en los dos meses que estuvo con la cuidadora. Mi suegra se la trajo y me dijo: Mire Carolina, yo no sé si a Ud. le va a gustar, pero esta es mi nietecita, y me duele, es mi sangre, la hija de mi hijo, yo me la llevo para Meria. A lo que yo le respondí, ¿Y usted mamá-suegra (así le decía yo) cómo va a hacer para atender esta muchachita? – Le dije - yo no me siento bien todavía como para lidiar con ella. Mi suegra me respondió de inmediato: “No, mi sobrina María Santuci, no me dice no, porque esa casi la crié yo, bueno se crió en mi casa.”. Entonces le dije, llévesela. Yo me sentía muy mal todavía, y mi suegra se la trajo para Meria. María tenía a su hija Magdalena, de unos 11 meses, y era mayor que Pachera. Ella estuvo de acuerdo en quedarse con la niña. Después me contó que mi muchachita se rodaba en la cama hasta que le conseguía el pecho, y ella se levantaba en la mañana con sus pechos que le ardían, porque Pachera mamaba mucho de noche. Es que ella tenía en la cunita a la hijita, en otra camita más grande tenía a José, que era mayor, como de la edad de Toussaint, y puso a la mía en su misma cama, dividida con almohadas. Pero ella se rodaba, pasaba por encima de las almohadas y llegaba a los pechos de María. Esa si era viva desde chiquita. Bueno, me la tuvo hasta el mes de enero, como 20 días más. El día de año nuevo yo recibí mi muchachita. Ya le daba sopita, le daba de todo, ya había aprendido de todo, su comidita, le hacía sus atoles, nunca quiso tetero, y mi suegra decía vamos a darle sopa también, eso no le hará daño. Y le gustaba, entonces no quiso más, ni sopita, ni harina lacteada, ni fosfatina, ni nada más. Cuando veía a mi suegra comiendo su sopa en la mesa, era darle a los bracitos a ella, para comer la sopa. Y mi suegra le preparaba su pasta y arroz blanco, y en la noche como en la tarde le daba su sopa, que ella la hacía muy sabrosa, con frijoles blancos, y bien condimentadita, colaba todo y le ponía su pasta, muy sabrosa, y le ponía su tajadita de jamón. Y comía tanto, que por eso esa muchachita engordó, y era de lo más bonita, gordita y poco después empezó a caminar. ======================================= APÉNDICE Nº 5: CAROLA FRANCESCHI DE MORAZZANI: LAS “HISTORIAS” DE SU VIDA COMO MAESTRA, CONTADAS POR ELLA MISMA. Con esos libros aprendieron bastante y todos leyeron, era un método muy bueno, ese era el “método chileno”. Para que aprendieran a formar las frases, primero aprendían las letras, luego las sílabas, luego las palabras, y después las frases. Después venía: A - mo - a - mima- má- después de todo eso venía la palabra papá, A - mo - a- mi - pa - pá, y así después formábamos otras y seguíamos por todo el libro que era muy bueno, muy bueno el sistema. Mire esos niños, todos, tienen bonita letra, muy buena letra, escritura, ortografía y matemática. Yo les enseñé hasta regla de tres. Alí Figueroa estaba entre ese grupo y era muy tremendo. A ése lo abandoné yo. Lo tuve como 3 o 4 semanas abandonado: ¿tú te sabes ese cuento? Bueno, eso fue así: “Como era tan tremendo lo puse en una silletita y lo senté por allá atrás, completamente solo, separado de los que estaban en el otro banco. Alí era de los que estaban adelantaditos, tenía como 10 u 11 años. Mientras al grupo que trabajaba yo le hacía su dictado, hacían su copia, les corregía y les dictaba sus problemitas; él andaba solo por allá haciendo muñequitos y otras cosas, lo que le daba la gana. Cuando ya tenía como un mes en eso, al fin se dio cuenta, mejor dicho, la mamá se dio cuenta, y entonces, él me dijo: “Misia Carolina, yo no he hecho nada, yo no escribo nada, yo no hago nada”. Yo le respondí: Ah bueno, porque Ud. mismo tiene la culpa, le dije. Y entonces me contentó “¿y por qué?” Porque, usted sabe, yo tengo dos grupos. Yo dividí mis niños en dos grupos, tengo el grupo de los trabajadores y el grupo de los flojos. Y usted además de ser flojo, es un niño muy indisciplinado, muy desobediente. Sorprendido dijo ¿Y entonces qué hago yo? – pues que lo abandono, yo no puedo hacer nada. Así es que yo tomé esa decisión, mi grupo de los trabajadores, a los cuales yo me he dedicado, y el grupo de los flojos, a esos los tengo abandonados, y el primero de ellos es usted. Entonces le dije: Venga acá Alí, usted me va a decir: ¿a qué grupo quiere usted pertenecer, al de los flojos o al de los trabajadores? porque yo también tengo mucha pena con su papá y su mamá. Y entonces rompió en llanto. Le dije, de ahora en adelante Ud. va a pertenecer al grupo de los trabajadores, Ud. va a ver que su mamá va a estar muy conforme. Y bueno, no llegó a ser todo lo que se esperaba, pero fue un buen alumno. Amanda, su hermana y las otras las tuve en la escuela, pero las muchachitas eran más dóciles, y los otros muchachitos eran buenecitos. PLEITO CON POMPILIO ROMÁN, EL MAESTRO DE LA OTRA ESCUELA DE MIRANDA: Me ordenaron ir a trabajar en la escuela donde estaba Pompilio Román. Esa fue la escuela hecha durante la presidencia de Isaías Medina, la se que se llama “Daniel Mendoza”. Yo le dije: No voy a trabajar con Pompilio, porque vivíamos así, de piques. Él estaba como celoso porque para las niñas mías, mis alumnas, yo había abierto un cuarto grado y él vino a reclamarme. Me dijo, Misia Carolina, porqué va a abrir un cuarto grado si ese es un trabajo que no le incumbe a Ud. Y yo le dije: porque me dan lástima esas niñas. Para entonces, él sólo era maestro unitario, no director. A pesar de eso, me dijo: Ud. no ve que abriendo el 4º grado, ya han ido padres de los niños a exigirme a mí. Moralmente Ud. me obliga a abrir también un cuarto grado, ¿y cómo se atiende una escuela con un solo maestro para cuatro grados? Yo no puedo hacer eso. Y yo le dije: pues yo sí lo hago, Román, ya les dije que sí. Ya hablé y conseguí el permiso con el ministerio, aunque el supervisor Abelardo Méndez no quería. Él me había dicho que eso era mucho trabajo para mí, en bien mío, pero yo quise complacer a las niñas. Yo tenía a las 3 hijas de François, las 2 de Paulina, que eran 5, y otras niñitas muy aprovechadas como Flor Salvatierra y otras. Yo preparé 4 grupos de 4º grado, uno presentó en Montalbán y tres los llevamos a Bejuma. Mientras tanto, Pompilio escribió e hizo diligencias y le mandaron a la maestra Medina. El primer grupito de cuatro niños que llevó, donde creo que iban Maruso y Poña (Ángel y Carlos Luis Pineda), le “quebraron” tres y sólo le recibieron el de Justa Pino, nada más: Y Justa me dijo: “ése pasó porque lo preparé yo, porque Román no tiene la capacidad suya.” Él pidió y le mandaron la señora Medina, y cuando esta señora Medina se encargó del 1º y 2º grado, Pompilio tomó el 3º y el 4º grados para él. Al segundo grupito le fue mejor y después le mandaron otras maestras más. Mandaron a Paulina para allá y después “graduaron” a la escuela con cuatro maestras. El dijo entonces que a las Franceschi las iba a traer a trabajar para allá. Como Paulina tenía los dos hijos internos, a Nela y a Fico, la pobre tuvo que ir, pero yo me resistí. Entonces me mandó a llamar el supervisor de Valencia, que era Anzola Carrillo. Éste me dijo, “pero Sra. Morazzani: acepte por disciplina”, y yo le dije NO. No Sr. Supervisor, mire, un pie así, no lo pongo yo en la escuela de Román, por esto, y esto, y esto. Y me insistía el supervisor, “pero acepte por disciplina”. Entonces, yo me vine para acá, y no quise ir para la escuela de Román. Cuando tuvieron más de 15 días esperando y yo no me presentaba, mandaron una maestra de Valencia, como suplente mío hasta que yo me resolviera, y cuando pasaron como dos o tres meses, nombraron a esa señorita de Valencia, y abrió los cuatro grados allá. Estaban con él, la Sra. Medina, la señorita que vino de suplente y otra maestra más, cada uno con un grado, pero yo no quise ir y me quedé. Aquí estuve 10 años con el colegio. Presenté cuatro o cinco grupos, uno en Montalbán y los otros en Bejuma de 4º grado. Pero me mandaron una nota del Ministerio de Educación para que entregara los muebles ya que la escuela sería anexada a la escuela de Román. Allá mandaron otra maestra y le dije al supervisor, si Ud. me emplea en la escuela nueva que abrieron, la que se llamó Simón Arocha allá voy yo, pero no con Román. Esa es la escuela Daniel Mendoza, todavía se llama así y está en la plaza Sucre. Aunque en el Ministerio sabían que yo no fui a esa escuela, nunca me dijeron Ud. está destituida y tampoco nunca dije: yo renuncio. Eso se quedó así, y mi asunto está así en el Ministerio. Me decía Pedro: Carolina vente para El Coco. Yo me la pasaba muy enferma con una ulceración gástrica, cada rato pedía permiso, iba para Caracas, a que me viera el Dr. Calché y después el Dr. H. G. Cubertoret. Eso me ayudó una cantidad de años. Pedro, su esposo, le insistía para que se fuera para El Coco. Le decía, mira yo te doy la leche de las vacas, son tuyas, y allá tú ganas más que aquí. Entonces yo me fui para la hacienda y puse una tiendita, y desde el día que la puse Pedro me daba la leche, hacía 15 y 16 Bs. de leche diarios, ganaba más que en la escuela. Me traje unos 8.000 Bs. – ahorrados - cuando regresamos de El Coco. Con eso fabriqué la primera casita. Yo estaba en la casa vieja de la familia, y el techo tenía viguetas picadas y se cimbraron. Entones le dije a Andrés que fuera testigo de cómo estaba la casa, que el salón se iba a caer. Le dijo: ¿Ud. no convendría que Paulina me vendiera su derecho? Yo si, Carolina, como Ud. quiera, yo le digo a Ud. se lo digo a Paulina y yo no me opongo a eso. Propóngaselo a los hermanos. Y entonces le dije a François, a Napoleón y todos convinieron que si, y les compré el derecho a mis hermanos. Y empecé a modificar esta casa, ya yo había entregado la escuela después que me vine de El Coco. Eso creo que fue en el año 53. Después compuse las otras y las dividí. Saqué tres casitas y me quedó ésta bien grande. Unos años después cuando se cayó el salón, Pedro lo reconstruyó, transformamos el salón e hicimos esos tres cuartos, bonitos. Pasaron varios años, en 1970 Pedro enfermó y murió. Ahí después hice yo un viajecito a Francia con Paulina y Enriqueta y estuvimos dos o tres meses. Después me quedé a vivir con ustedes. (Elio y Pachera) en Caracas. ¿Esa es la historia completa? Si, vivo aquí en Caracas con ustedes, nos pasamos unos días. Las casas dan. La dejada para mi, mientras yo viva, después son de ustedes. Y ya estoy pasando mi vejez con ustedes en Caracas. Su yerno Elio le contesta: “nosotros también, misia Carolina, JA JA JA JA”.35 ******************************************** APÉNDICE Nº 6: ¡EUREKA! ¡EUREKA! ¡EUREKA! AL FIN HAN LLEGADO VARIOS HOMBRES HONRADOS. Contaba mi papá Augusto Franceschi Giuli (Caíco) que cuando el célebre escritor José Rafael Pocaterra asumió el cargo de “Presidente del Estado Carabobo” entre 1941-1943, así se denominaba entonces al gobernador regional, recibieron un telegrama-circular en Miranda y en todos los demás pueblos del estado. En la comunicación oficial se ordenaba a los representantes de la Junta Comunal del municipio - (en ese entonces no teníamos Concejo Municipal y dependíamos del Distrito Montalbán) – presentarse de inmediato en Valencia con todos sus libros de contabilidad, recibos, dinero en caja, etc. Los temblorosos mirandinos encabezados por Luis Dorta, Caíco y otros miembros de la comisión, vestidos con su mejor “trajecito” esperaron en la antesala del despacho del Presidente del Estado en el Capitolio, después de haber entregado todos los recaudos solicitados. 35 Con esas palabras termina la grabación de la entrevista realizada por nuestro primo Elio Cárdenas (QEPD) a su suegra Carola Franceschi Giuli de Morazzani. Estas secciones las presentamos fuera del relato principal para no romper la secuencia del relato general. A los pocos minutos de haber entrado el asistente al despacho presidencial, salió un hombre muy bien vestido gritando a voz en cuello por todos los pasillos: ¡EUREKA, EUREKA, EUREKA!!! Al fin han llegado varios hombres honrados, al fin han llegado varios hombres honrados. Los nerviosos mirandinos no entendían muy bien qué era lo que ocurría hasta que los hicieron pasar al gran despacho presidencial, y todavía llenos de miedo – pensando que tal vez irían presos hacia el temible Castillo Libertador en Puerto Cabello – oyeron la felicitación personal del propio José Rafael Pocaterra. Éste los tranquilizó y les explicó que sólo había repetido lo dicho por el gran sabio Arquímedes de la Grecia antigua quien salió gritando a la calle: “eureka, eureka” – que significaba “lo he encontrado”, “lo he encontrado”. Con esa extraña presentación, pasó Pocaterra a felicitarlos, porque en todo el estado Carabobo - únicamente ellos – la delegación de Miranda, había entregado sus libros en orden, sin deudas y con un pequeño sobrante de caja. Los abrazó a todos y les repitió más de una vez lo feliz que estaba ese día por haber encontrado un grupo de hombres honrados venidos de Miranda. Desde entonces todos recordaron al gran Arquímedes de la antigua Siracusa en la Magna Grecia y su grito de EUREKA. Aunque hubo uno de ellos que dijo en voz baja, ¡y yo que pensaba que el único que en este mundo se llamaba Arquímedes era mi compadre Arquímedes Machado, comerciante de tabaco negro de Miranda! ======================================= ******************************************** ======================================= APÉNDICE Nº 7: UNA ANÉCDOTA DE FRANÇOIS FRANCESCHI: EL GATO DE REGALO PARA EL OBISPO DE VALENCIA. François era lo que se llamaba entonces un gran “mamador de gallo”. Sus amigos, su propia familia y hasta los desconocidos recibían los efectos de sus bromas. En una oportunidad, su señora le comunicó que se deshiciera de un molesto gato parrandero que tenían en su casa. Cuando François - muy práctico - le replicó que le echara un veneno en la comida del molesto animal, su señora horrorizada le dijo que ella no lo haría porque tal vez eso era pecado y ese día iría a confesar y comulgar para cumplir con sus obligaciones de los “primeros viernes”. Ante esa salida, le dijo, bueno entonces mételo en un saco y lo boto en la carretera cuando vaya hoy hacia Valencia. El problema fue que, como de costumbre, François se fue conversando animadamente con unos amigos en su automóvil y sólo se acordó del fulano gato cuando ya estaba muy cerca de la plaza Bolívar de Valencia. En esas circunstancias, no encontró mejor método que abrirle las amarras al saco donde venía el minino, y apenas éste salió a toda carrera, François empezó a dar gritos con un billete en la mano: “agarren ese gato finísimo que es un regalo para el Obispo que le mandan desde Miranda”. De más está decir que ello provocó la carrera desenfrenada de docenas de muchachos y adultos detrás del gato que entró a la catedral seguido de sus perseguidores que querían ganar la recompensa. Mientras continuaba la inútil persecución del animal, François se retiró del sitio y se fue en su carro en otra dirección, pues ese día tenía consulta con su médico. ======================================= ******************************************** ======================================= FUENTES a) Testimonios orales grabados en audio-casetes: TESTIMONIOS DE CAROLINA FRANCESCHI GIULI DE MORAZZANI (Tía Carola). Entrevistas grabadas por su yerno Elio Cárdenas (QEPD). Copia de estas cintas, facilitadas por nuestro primo Pierre François Morazzani Carrillo. La trascripción la hizo Irene Franceschi Díaz, y el autor del libro, lógicamente es responsable de la revisión y corrección de estilo, etc. b) Otros Testimonios orales: Testimonios de José Rafael Franceschi Sanguinetti (primo hermano de Augusto Franceschi Giuli, ambos nativos de Miranda, estado Carabobo). Varias entrevistas personales, la última, el 05-10-2002. Testimonios y relatos varios de Augusto Franceschi Giuli (Miranda, 1ro de septiembre de 1904 - 23 de agosto de 1989) c) Testimonios documentales: “Arreglo, hoy 28 de noviembre de 1926, Por fin” (Lista de los acreedores, las deudas y la responsabilidad adquirida por cada uno de los hermanos Franceschi: François, Napoleón y Augusto). Esta lista resume el contenido de una libreta de anotaciones en borrador de Hacienda La Concepción. “Blohm & Co., Valencia 25 de julio de 1932” - Carta comercial mecanografiada enviada al Sr. Augusto Franceschi. “Los herederos de Francisco Franceschi y Sebastiana Giuli de Franceschi QEPD” (Augusto Franceschi Giuli, poco antes de morir, a los 85 años, escribió un detallado testimonio (inconcluso) de seis páginas con su propia letra) Colección de papeles varios relacionados con las actividades agrícolas en las haciendas La Concepción y en El Taque: Facturas, telegramas, contratos de siembra de tabaco, solicitudes de crédito, circulares, notas de pago de tabaco entregado, etc. Cartas y recados personales entre los hermanos Franceschi, el Dr. Ángel Cervini, Luis Dorta (cuñado) y otros. Hoja suelta impresa (Homenaje a Carlos Fuentes Almarza) <<Probate Court Documents. Mobile, Alabama, USA - Estate of Jean Michel Giuli>>. Síntesis facilitada por el primo John V. Geary bisnieto de John A. Giuli, esto es, de Jean Antoine Giuli, hermano de André y Jean Michel Giuli, tíos de mi padre Augusto Franceschi Giuli. Simone Franceschi y Caroline Mattei (Acta de matrimonio) Córcega, Centuri, 5 de febrero de 1854 – Original en francés, reproducción fotográfica del texto enviada por Internet por el primo genealogista Jean Paul Colombani ([email protected]) Copia de documentos en francés, años 1841-1843: Nº 771 - Registres de l'Inscription Maritime. Enrolamiento como marinero de Barthelemy (Bartolomé) Antoni en la embarcación <<Sainte Marie>>. (Texto enviado por internet: [email protected]) d) Materiales hemerográficos: Artículos en revistas históricas convencionales y en Internet. José Salazar León: “Notas sobre la economía de Carúpano a fines del siglo XIX”, pp. 211-218 en Revista TIERRA FIRME, Nº 3 (Caracas, 1983) Carlos Viso Carpintero: “La Región Histórica Pariana y la necesidad de preservar para la historiografía del Caribe oriental sus fuentes documentales”. pp. 412-418, Revista TIERRA FIRME, Nº 20. (Caracas, 1988) Carlos Viso Carpintero: “La presencia francesa en Paria, 1528-1918”, pp. 9-35, Revista TIERRA FIRME, Nº 21 – Número especial - (Caracas, 1988) An Introduction to Corsican. (Yahoo!Enciclopédie-corse- Texto consultado vía Internet) <<Cap Corse>> (Cabo Corso): Texto original en francés, LE MONDE. (Yahoo!Enciclopédie-corse- Texto consultado vía Internet) Revista TABACO (Unión de Cultivadores de Tabaco, UNCULTA) Nº 11. Maracay, 1966. “Une Familla Corse, les Franceschi” in Le Lys de Provence, 1986, Nº 16, pp. 18-23 (tiré a part) GRAZIANI, Antoine Marie : <<La Marine Corse du temps de Pascal PAOLI>> (Ensayo histórico consultado como Documento PDF en Internet Yahoo!Enciclopédie-corse) LOS PRIMOS DE AMÉRICA - Texto incorporado en el ensayo de Ange Rovere UN PEUPLE ENTRE MER ET MONTAGNE (un pueblo entre mar y montaña) / Milan Presse (Traducción libre del francés: por Wilfredo Angulo Baudin y Gladys Monzón) – Texto consultado vía Internet e) Folletos: DEL SEMBRADOR AL FUMADOR. Caracas, editorial Arte, s/f. (Folleto publicado por la C.A. Tabacalera Nacional en su 20º aniversario, 1953-1973) f) Una publicación periódica del siglo XIX: CORREO DEL ORINOCO, Nº 53, Angostura, 19 de febrero de 1820 g) Libros: Diccionario de Historia de Venezuela. Caracas, Fundación Polar, 1997 (4 volúmenes) Manzo Núñez Torcuato: Historia del Estado Carabobo. Caracas, ediciones de la Presidencia de la República, 1981 Rangel, Domingo Alberto: Capital y Desarrollo. Caracas, UCV, 1974. Verge-Franceschi, Michel: Histoire de la Corse. Editions du Felin, 1996 Yanes, Francisco Javier: Relación Documentada de los Principales Sucesos Ocurridos en Venezuela desde que se Declaró Independiente hasta el año de 1821. Caracas, Editorial Elite, 1944. Yanes, Francisco Javier: Historia de Margarita. Caracas, MEN, 1948. h) Materiales recolectados en “Internet”. Bases de datos (Geografía, historia, mapas y otros datos de Córcega), genealogías, etc. Igualmente los textos en francés o en inglés antes indicados. Entre las direcciones electrónicas que se pueden consultar están las siguientes: - my family.com - ancestry.com - familyhistory.com - rootsweb.com - Nationalgeographic - Yahoo!Enciclopédie-corse - Lonnely planet-corsica map - Atlas-Xpeditions@nationalgeographic - Ancestry worldtree project - Nationalgeographic map machine WWW.lib.utexas.edu/maps/ (UT library on line) Encyclopédie - Corse [email protected] [email protected] [email protected] [email protected] (the John Intorcio Family page) [email protected] Todos estos “sitios” de Internet - y muchos otros más - ofrecen datos sobre los árboles genealógicos de varias familias francesas-corsas, italianas, etc. - especialmente de aquellas que viven en Estados Unidos de América - que han rastreado sus ancestros en el viejo continente. Hay datos sobre los Franceschi, Mattei, Giuli, Antoni, Sanguinetti, Pietri, Bonavita, Morazzani, Dominici, Cervini, Casabianca, Bonifacio, Colombani, Potentini y otros más. De gran importancia ha sido la ayuda de dos primos de ancestro “corso”: Gregory Han ([email protected]) y Jean Paul Colombani ([email protected]) Estos, a través de Internet, nos pusieron en contacto con una valiosa base de datos sobre la genealogía de nuestras familias. Asimismo, nos enviaron por ese mismo medio muchas fotografías de nuestros parientes que complementaron la colección formada en Miranda. Igualmente ha sido fundamental la información localizada a través de la <<Encyclopédie – Corse>> (Enciclopedia Corsa). En esta pudimos localizar artículos, mapas, fotos, etc.