Gasto Militar, gasto contra la sociedad

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Gasto Militar, gasto contra la sociedad
Juan Torres López y Alberto Garzón Espinosa
Altereconomía
A pesar de que el enemigo soviético ha desaparecido, el gasto militar sigue
aumentando en todo el mundo. Eso demuestra, entre otras cosas, que su
ingente expansión a lo largo de todo el último siglo no depende solamente de
la necesidad de "defenderse" frente a los terroríficos enemigos de los que a
menudo se habla.
Lo que ocurre en realidad es que el gasto militar ha pasado a formar parte del
engranaje productivo del capitalismo como una fuente más, e incluso
privilegiada, no solo de poder militar, sino de ganancia.
Por eso es tan evidente hoy día que el incesante y preocupante aumento del
gasto militar en todo el mundo responde no sólo a factores estrictamente
políticos sino también, y muy especialmente, a cuestiones económicas de
extraordinaria importancia.
Las cifras que cada año mueve la industria de armamento muestran que este
sector se ha convertido en un pilar básico de la moderna economía neoliberal.
En 2006 los gastos militares mundiales superaron los alcanzados en la etapa
de la guerra fría [1], a pesar de que actualmente la situación política
internacional es sustancialmente distinta a la de entonces. Y en España, el
gasto militar reflejado en los presupuestos del generales del Estado para el año
2008 [2] se sitúa ya en un 2'23% del PIB (23.052 millones de Euros).
¿Qué se encuentra detrás de esta tendencia?
En su último libro titulado "La doctrina del Shock", la profesora Naomi Klein
estudia y demuestra la relación existente entre la destrucción material de un
país y la inmediata llegada de las políticas neoliberales, de modo que la crisis
así generada se aprovecha para incrementar los beneficios empresariales. El
caso de Irak es paradigmático: un país que sumido todavía en el caos, como
consecuencia de una guerra por el control de sus recursos naturales, comienza
a emplear inmediatamente el recetario liberal basado en privatizaciones,
desregulaciones y reducciones de gasto público.
Lo que ocurre es que, se quiera o no, cuando se realiza gasto en armamento se
termina disparando, y por eso hay que hablar muy claro, sin tapujos: el gasto
militar no es hoy día sino una forma criminal de hacer negocio que tiene
terribles consecuencias.
Para justificarlo se recurre a pretextos políticos que no tienen más que un
único objetivo: infundir el miedo suficiente para hacer socialmente tolerables
los excesos de militarismo y de los recursos económicos que se dedican a
mantenerlo y reforzarlo.
De ahí que haya sido necesario vincular el poder mediático al lobby
armamentístico y ambos a los representantes democráticos que toman las
decisiones políticas finales.
Por eso tampoco es de extrañar que las partidas presupuestarias relacionadas
con el gasto militar se presenten con un gran oscurantismo, medio escondidas
gracias a la opacidad estadística y confundidas con otras que tratan de
disimular el extraordinario esfuerzo inversor que absorbe la investigación y la
producción en la industria del arma. En España, la utilización regular por parte
del gobierno del llamado Fondo de Contingencia, carente de indicadores de
seguimiento, para dirigir recursos económicos a actividades militares es una
prueba más de esta falta de transparencia.
Es sólo de este modo que el gobierno consigue vender la idea falsa de que el
Gasto Militar no crece, cuando lo realmente cierto es que imputa sus gastos
adicionales a otras partidas como esta.
El fenómeno militar es también en cierto modo paradójico. La economía
cuantifica como positiva la producción de armamento, incrementando así el
PIB nacional, al mismo nivel que otro tipo de producción.
¿Qué civilización "superior" es esta en donde matar se convierte en un medio
más para satisfacer el constante crecimiento económico?
Y, por cierto, qué paradójico y revelador es, también, que el aumento en las
partidas de gasto militar sea el único que no preocupa ni es criticado por los
economistas neoliberales, cuando se trata de un gasto, no sólo socialmente
improductivo y nefasto, sino también muy inflacionista y generador de esa
burocracia que tanto rechazan cuando está vinculada al gasto social.
Para colmo, y como es bien sabido, el incremento del Gasto Militar está
también directamente relacionado con la ineficiencia creciente de la ayuda al
desarrollo, ya de por sí precaria. Unas veces, porque se consideran ayuda los
recursos vinculados al aumento de la capacidad de matar y destruir. Otras,
porque se induce a la guerra y se facilita el conflicto poniendo en manos de
esos países instrumentos de destrucción y muerte.
La incoherencia de nuestra época, de los dirigentes neoliberales de nuestra
época, es brutal, deleznable e incontestable.
¿Cómo hablar de paz al mismo tiempo que se gasta más dinero en armas?
¿Cómo se pueden compatibilizar propuestas de paz como la Alianza de
Civilizaciones con un incremento continuo y desmesurado del Gasto Militar?
¿Cómo creer en la sinceridad de quien habla de combatir el terror y luego
incrementa los instrumentos de tortura y se dedica a crear cada vez más
instrumentos de explotación, de dominio brutal y de muerte?
Oponerse al incremento del gasto militar, lograr de modo efectivo su continua
disminución y el aumento paralelo de los recursos destinados a fomentar el
bienestar y la paz son los prerrequisitos inexcusables del progreso, de la
justicia y de la democracia en nuestra época. No hay opción intermedia.
Notas:
[1] http://www.oxfam.org/es/news/2006/pr060922_arms_record
[2] "El escándalo del Gasto Militar", José Toribio.
http://www.altereconomia.org/documentos/GM_2008.pdf
Juan Torres López y Alberto Garzón Espinosa son coordinadores de
ltereconomia.org
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