PALABRAS MORTALES ¿REARME Y CARRERA ARMAMENTISTA EN AMÉRICA DEL SUR?1 (A SER PUBLICADO EN LA REVISTA NUEVA SOCIEDAD, JULIO-AGOSTO DE 2008) (POR FAVOR NO CITAR) Por Jorge M. Battaglino2 Los países de América del Sur han adquirido toda clase de equipamiento militar en los últimos años; aviones de combate, submarinos, buques y tanques han sido incorporados en grado variable a las distintas fuerzas armadas. Los estados que han comprado más armamento, Chile y Venezuela, mantienen conflictos territoriales que en el pasado desataron guerras o enfrentamientos armados y que en la actualidad provocan, esporádicamente, enfrentamientos diplomáticos y verbales de distinta magnitud. La combinación de grandes compras de armamento y conflictos territoriales pendientes parecería configurar un escenario ideal para la agudización de los dilemas de seguridad, la implementación de políticas de rearme y el desarrollo de carreras armamentistas. De hecho, algunos trabajos académicos y la mayoría de las notas periodísticas sobre el tema emplean estos dos conceptos para describir la situación actual de la seguridad en la región.3 Sin embargo, Colombia, Perú y Bolivia parecen no estar respondiendo a las significativas compras de armamento de Chile y Venezuela. En lugar de la búsqueda de un nuevo equilibrio militar, estos países han optado por mantener, en lo esencial, sus capacidades militares actuales. El análisis de esta paradoja, que no hace más que reforzar la caracterización de Sudamérica como una zona anómala del sistema internacional, es el principal objetivo de este artículo. La comparación de tres díadas de países: Chile-Perú, Chile-Bolivia y Colombia-Venezuela, permitirá reflexionar sobre la validez teórica y empírica de la aplicación de los conceptos de rearme y carrera armamentista a los casos mencionados. Cualquier explicación de un proceso de adquisición de armamentos debería ser contextualizada en el marco más amplio de las relaciones políticas, económicas y militares que mantienen los distintos países de la región. Reducir las relaciones de seguridad a si los estados compran más o menos cantidad de armas, o de mayor calidad, no permite considerar la importancia de otros aspectos que inciden en la percepción de 1 Este artículo es una versión revisada y extendida de la ponencia presentada en el Seminario del Departamento de Ciencia Política y Estudios Internacionales de la Universidad Torcuato Di Tella, el 15 de noviembre de 2007. Agradezco los comentarios de los/as participantes, en especial de Rut Diamint, Mónica Hirst, Juan Carlos Torre, Roberto Russell, Javier Zelaznik, Sebastián Etchemendy, Tomas Scheetz, Philipe Kiztberger, Christian Bonfili, Sara Niedzwiecki, Luciano Anzelini, y Federico Merke. Debo el título principal del artículo a un preciso comentario de Juan Carlos Torre. 2 Profesor de la Universidad Torcuato Di Tella y del Instituto del Servicio Exterior de la Nación. 3 Ver, entre otros: Carlos Malamud y Carlota García Encina, “¿Rearme o renovación de equipamiento militar en América Latina?”, Real Instituto Elcano 31 (2006); Fabían Calle, “Rambo, versión sudamericana. El impacto regional del rearme de Venezuela y Chile”, Nueva Sociedad 211 (septiembreoctubre de 2007); Jorge Marirrodriga, “Latinoamérica se rearma”, El País, 29 de abril de 2006; Alex Sanchez, “The Perú-Chile Arms Race: Current Ramifications of a Bitter History”, Council of Hemispheric Affairs, 15 de septiembre de 2005. 1 seguridad de los mismos. Por ello, el análisis del contexto, y específicamente del tipo de paz predominante, es el aspecto que determina cómo se percibe la compra de armamento y qué reacción adoptan los estados frente a ellas. América del Sur es una región con un bajo nivel de conflicto interestatal. La región gasta en defensa la mitad del promedio mundial: 1.3% vs. 2.6% del PBI. Además, el gasto militar ha disminuido sistemáticamente desde 1995, cuando era 1.77% del PBI.4 Sudamérica se encuentra atravesando un período inédito de cooperación militar y de institucionalización de las relaciones de defensa y seguridad. La región ha ratificado la mayor parte de los principales regímenes y organizaciones internacionales y regionales en el área de la seguridad. Este proceso, ha sido acompañado por un aumento considerable de la cooperación regional en asuntos de defensa y seguridad. Asimismo, América del Sur posee una rica herencia histórica y cultural común en materia de mediación y resolución de conflictos. La construcción de un arraigado consenso normativo para la resolución pacífica de las controversias es una característica saliente de la historia de América del Sur.5 La región no está exenta de conflictos, o de “rivalidades duraderas”, pero los mismos están crecientemente contenidos y limitados por tradiciones, un ascendente número de instituciones y procesos de cooperación y una creciente interdependencia económica, que atenúan la posibilidad de conflicto bélico. Los países que conforman las tres díadas han construido un tipo de paz donde el conflicto no ha desaparecido pero donde tampoco es inminente. Esta clase de paz determina que la adquisición de armamentos no sea interpretada como un rearme o como el inicio de una carrera armamentista. Los gobiernos de los países mencionados toman decisiones de compra de armamento basados en un cálculo racional de baja posibilidad de conflicto militar. Como veremos en la próxima sección, el concepto de modernización disuasiva es el que propongo para explicar la racionalidad de las adquisiciones en estas díadas. Tal término intenta explicar el comportamiento efectivo de los estados tanto cuando compran armamento como cuando deciden no hacerlo. Este artículo se divide en dos secciones. En la primera se desarrolla un modelo explicativo de procesos de adquisición de armamento. Considero que el principal factor que explica cómo se interpretan las compras de armamento es el tipo de paz que prevalece en una región, o entre dos o más países. En la segunda sección se analiza la validez empírica de los conceptos de carrera armamentista y rearme examinando las compras de armamento y la evolución de las capacidades militares de los cinco países. La investigación empírica demuestra que no existe en las díadas mencionadas un rearme o una carrera armamentista. Por el contrario, las elites políticas y militares de estos países conciben a las compras de armamento, aunque generalmente no lo expresen de esa forma, en términos de “modernización disuasiva”, es decir, como un reemplazo o 4 IISS, The Military Balance 2006/2007 (London: IISS, 2007); Resdal, Atlas Comparativo de la Defensa en América Latina, 2007. 5 Arie M. Kacowicz, Zones of Peace in the Third World: South America and West Africa in Comparative Perspective (Albany: State of New York Press, 1998). 2 modernización de capacidades militares en un contexto donde la percepción de amenaza y la posibilidad de conflicto son reducidas. Tipos de paz y procesos de adquisición de armamento La justificación y legitimación que un país desarrolla sobre la propia decisión de adquirir armamento y sobre la compra que realiza un potencial adversario depende de su visión del contexto. Los casos más obvios de interacción entre el contexto y la legitimación son aquellos donde la paz se da por descontada o la guerra es inminente. Por ejemplo, cualquier compra de armamento que efectúe un país de la Unión Europea es justificada domésticamente, y percibida por los países vecinos, como un reemplazo de material o como una modernización militar, es decir, una acción que no fomenta la percepción de amenaza de ninguno de los estados miembros. Por el contrario, en aquellas regiones donde el conflicto se percibe como inminente, una adquisición de armas es percibida en términos de rearme y suele desatar carreras armamentistas. La principal variable que explica cómo los Estados legitiman y perciben la adquisición de armamentos, es el tipo de paz que predomina en una región (cuadro 1). Los distintos tipos de paz promueven dilemas de seguridad con distintas intensidades. Las teorías sobre los tipos de paz pueden agruparse en dos grandes vertientes; las de la paz positiva y las de la paz negativa.6 Las teorías de la paz positiva enfatizan las causas estructurales de la violencia interestatal. Desde este punto de vista, la paz no es lo contrario de la guerra, sino la ausencia de las condiciones que la favorecen. Estas condiciones han contribuido a la virtual desaparición de la guerra y del uso de la fuerza como medios para resolver disputas entre los estados. En estos casos el dilema de seguridad ha desaparecido o es muy débil. Los casos de paz positiva suelen dividirse en comunidades de seguridad y en situaciones de paz estable. Las comunidades de seguridad se caracterizan por la existencia de fuertes y desarrolladas instituciones regionales y por valores y normas compartidas. En los casos de paz estable, las instituciones, valores y normas comunes son menos intensos aunque, como en el tipo anterior, se abandonó la opción por el conflicto militar. La paz negativa, por el contrario, alude a un contexto de no guerra, pero donde el uso de la fuerza continúa siendo una alternativa posible y, en muchos casos, inminente. Los países que se encuentran en zonas de paz negativa mantienen hipótesis de conflicto y se preparan para la guerra. Los dilemas de seguridad se potencian en estos contextos, aunque su intensidad varia dependiendo de la percepción sobre la proximidad del conflicto. 6 Sobre los conceptos de paz positiva y negativa ver: Arie M. Kacowicz, Zones of Peace in the Third World: South America and West Africa in Comparative Perspective, op.cit; Arie M. Kacowicz, et.al, Stable Peace among Nations (Washington: Rowman and Littlefield, 2000); Andrea Oelsner, “Procesos de paz y no democracias. La estabilización de la paz en el Cono Sur”, Revista Argentina de Ciencia Política 7/8 (septiembre de 2004); Benjamin Miller, “Explaining Variations in Regional Peace: Three Strategies for Peace-making”, Cooperation and Conflict 35:2 (2000); Patrick Morgan, “Regional Security Complexes and regional orders”, en David A. Lake and Patrick M. Morgan, Regional Orders: Building Security in a New World (Pennsylvania: Pennsylvania University Press, 1997). 3 La paz negativa presenta matices importantes, puede dividírsela en tres subtipos: paz frágil, paz inestable y paz fría. En los tres casos suelen existir disputas pendientes, que pueden ser territoriales o ideológicas. Además de la presencia de diferendos no resueltos; en la paz frágil y en la inestable, el uso de la fuerza es una opción que tiene una inmediatez y latencia que logra condicionar las acciones políticas y el orden de preferencias sociales. El alistamiento y la preparación militar son elevados así como el estado de alerta de las fuerzas armadas. Altos presupuestos militares, una fuerte sensibilidad de las elites políticas y de la sociedad civil respecto a la seguridad del Estado, la adopción de medidas extraordinarias para responder a la amenaza percibida y un alto nivel de desconfianza respecto de las intenciones del adversario; son rasgos comunes de los países que se encuentran en contextos de paz inestable o frágil. En suma, las sociedades y sus políticos viven condicionados por la posibilidad de una guerra. La principal distinción que puede establecerse entre los contextos de paz frágil (Medio Oriente) y los de paz inestable (URSS y EEUU durante la Guerra Fría) es que sólo en los primeros han ocurrido quiebres a la paz y choques militares esporádicos. La paz fría es una categoría limítrofe a la de la paz estable. Esta cercanía, sin embargo, no anula una de las características esenciales de este subtipo: el hecho de que el uso de la fuerza no ha sido descartado por los estados. Los países de esta categoría mantienen disputas limítrofes, hipótesis de conflictos y despliegan estrategias de disuasión; sin embargo, el uso de la fuerza no parece ser una opción inminente. Las sociedades y sus políticos viven menos condicionados por la posibilidad de una guerra. Por ello, la desconfianza frente a las acciones del adversario, como por ejemplo, respecto a sus compras de armamento es menor. En las comunidades de seguridad o en la paz estable, las compras de armamento son percibidas en términos de reemplazo de material o de modernización militar. La débil o inexistente percepción de amenaza favorece que las compras y la fabricación de armamento no sean percibidas como una amenaza o como un factor que altere el equilibrio militar. En los casos de paz negativa, la percepción de los países frente a la adquisición de armamento puede asumir tres variantes. Como rearme o carrera armamentista en los casos de paz frágil e inestable; o como modernización disuasiva en los contextos de paz fría. En los dos primeros, la percepción de inminencia del conflicto provoca que cualquier compra o desarrollo de armamento sea percibida en términos de desequilibrio militar y, en consecuencia, como una amenaza a la seguridad y supervivencia del Estado. En tales circunstancias, hasta la compra más reducida de equipamiento puede ser interpretada como un rearme y desatar la respuesta de otro Estado dando lugar a una carrera armamentista. En los casos de paz fría la percepción de amenaza es menor. Las compras de armamento no son consideradas como un rearme o como el inició de una carrera armamentista, sino como una política orientada a la modernización disuasiva, es decir, como una acción destinada a preservar un determinado equilibrio de fuerzas en un contexto donde el conflicto militar no ha desaparecido pero tampoco es inminente. El dilema de seguridad se encuentra atenuado en los contextos de paz fría por la presencia de tradiciones de resolución pacífica de disputas, creciente interdependencia, orientación pacífica de la 4 gran estrategia de los países o baja disposición de los militares a pelear guerras interestatales.7 Esta lista no exhaustiva de los fundamentos de la paz fría, explica la escasa o nula reacción de parte de uno de los miembros de las díadas a las compras de armamento que ha realizado el otro. Cuadro 1: Tipos de paz y definición de las compras de armamento Tipos de Paz Paz frágil Casos Medio Oriente Compras de armas se definen como: Paz negativa Paz inestable URSS-EEUU Rearme y carrera armamentista Paz fría Chile-Bolivia Chile-Perú VenezuelaColombia Modernización disuasiva Paz positiva Paz estable Comunidad de seguridad ArgentinaUnión Brasil Europea ArgentinaChile Reemplazo de material y modernización ¿Carrera armamentista y rearme en Sudamérica? Se ha señalado que en la región está en marcha un rearme e incluso una carrera armamentista. Estas visiones sostienen que las adquisiciones de Chile, Venezuela y Colombia alteran el equilibrio militar al incorporar importantes cantidades de armamento. Los conceptos de carrera armamentista y rearme tienen un desarrollo teórico, metodológico y empírico muy vasto y preciso, relacionado con situaciones históricas específicas. Sin embargo, la referencia a la “historia” de estos conceptos está ausente en los planteos anteriores. El reciente uso de estos dos términos se caracteriza por la ausencia de cualquier referencia teórica y por la falta de rigor metodológico y empírico. La literatura sobre carrera armamentista es extensa. A pesar del debate teórico y metodológico que se ha desarrollado sobre el término, cuyo análisis excede el objetivo de este artículo, existe un acuerdo mínimo respecto a definir como carreras armamentistas las siguientes situaciones históricas: la interacción de Alemana, Gran Bretaña, Francia e Italia desde 1880 hasta la Primera Guerra Mundial; la Guerra Fría entre EEUU y la URSS, la relación entre Israel y otros estados de Medio Oriente, sobre todo hasta finales de la década del 70; o, entre Argentina y Chile a principios del siglo 20. Los casos mencionados comparten los siguientes rasgos: 1) dos o más estados están comprometidos en una relación hostil por motivos territoriales o ideológicos; 2) esos estados se enfrentaron militarmente o, si no lo hicieron, mantienen un alto nivel de preparación para la guerra. El conflicto se percibe como muy probable o inminente; 3) los cambios en el balance del poder militar de los estados que se encuentran en esta situación, exacerban la percepción de inseguridad del otro Estado; que intenta equilibrar a su adversario o, en otras palabras, reducir su percepción de inseguridad. La búsqueda de un nuevo equilibrio provoca un incremento de sus fuerzas. 7 Un excelente e innovador análisis de estas condiciones puede encontrarse en: Felix Martin, Militarist Peace in South America (New York: Palgrave, 2006), pags.101-148. 5 Una carrera armamentista es una serie de incrementos interrelacionados de armamento. Es un rearme simultáneo e interdependiente que aparece cuando dos estados determinan su nivel de armamento como una función del que posee el otro. Una carrera armamentista refleja un desacuerdo respecto al balance apropiado de poder entre dos estados. Desde el punto de vista empírico, una carrera armamentista puede comprobarse si se demuestra un patrón simultáneo e interdependiente de compras de armamento, es decir, si la adquisición de armamento, el aumento de efectivos, o un incremento del presupuesto militar de un Estado desata la respuesta del otro. Para determinar la existencia de un patrón de interacción se analizaron las compras de armamento en el periodo 1999-2006, la variación en el número de efectivos entre el 2000 y 2005, y la evolución del presupuesto militar desde el 2003. En el caso de la adquisición de armamento se consideraron cuatro rubros (tanques, submarinos, navíos de guerra y aviones de combate) en el período 1999-2006. El análisis de las adquisiciones en los casos de las primeras dos díadas, Chile-Perú y ChileBolivia, indica que no existe ningún patrón sólido de interacción entre las compras de equipamiento de los tres estados. Chile adquirió 316 tanques (200 Leopard 1 y 116 Leopard 2), 2 submarinos, 8 fragatas y 26 aviones de combate. Frente a estas compras, Bolivia adquirió 16 tanques livianos SK 105, y Perú optó por la compra de 2 fragatas usadas a la marina italiana. El mismo patrón puede verificarse entre Venezuela y Colombia. Las compras de Venezuela (entre ellas 24 aviones Su 30), no han generado respuesta por parte de Colombia.8 El número de efectivos militares tampoco sigue un patrón de acción/reacción. Chile ha reducido su personal militar, pasando de 101.000 hombres en 2000 a 72.000 en el 2005. Perú experimentó una reducción similar, de 115.000 en el 2000, a 80.000 en el 2005. Finalmente, las fuerzas armadas de Bolivia tuvieron un pequeño crecimiento, del 5% en el período considerado. Por su parte, el ejército colombiano incrementó sus efectivos 35%; el de Venezuela también lo hizo, aunque en un porcentaje menor, del 4%. Aunque estas cifras podrían indicar una incipiente carrera, no puede obviarse el hecho de que el aumento de tropas en Colombia responde a razones domésticas, desvinculadas de la posibilidad de conflicto con Venezuela.9 Los datos disponibles sobre gasto militar también permiten refutar la presencia de una carrera. El presupuesto de Chile, como porcentaje del PBI, ha disminuido desde el 2003, del 3.4% al 3% en 2006. El de Perú sigue una trayectoria similar, bajó del 2.2% al 1.4%. El de Bolivia ha experimentado un leve incremento, del 1.3% al 1.7%. El presupuesto de Colombia ha disminuido levemente, del 3.8% al 3.7% y el de Venezuela ha permanecido estable en 1.3%.10 El análisis de estos indicadores permite refutar la hipótesis de una carrera armamentista. Desde el punto de vista del equipamiento, el número de efectivos y los gastos militares, 8 The Military Balance, op.cit; ediciones 1994 a 2007. Colombia anunció en febrero la compra de 13 aviones usados Kfir a Israel como reemplazo de los viejos Mirage y para ser utilizados en misiones contrainsurgencia. 9 The Military Balance y del Atlas Comparativo, op.cit. 10 SIPRI Military Expenditure Database y de Resdal para los últimos dos años. 6 no puede comprobarse un patrón de interacción entre las decisiones adoptadas por uno de los miembros de las díadas y la respuesta del otro. Si la región no experimenta una carrera armamentista, quizás algunos países hayan optado, sencillamente, por el rearme de sus fuerzas armadas. Aunque la idea del rearme parecería captar mejor la realidad sudamericana actual, el empleo de este concepto puede ser relativizado desde distintos puntos de vista. Desde lo conceptual, no parece razonable denominar de la misma forma a las compras de armas que se producen en contextos de paz fría y las que tienen lugar en casos de paz inestable o frágil. Utilizar el mismo concepto para explicar el rearme Alemán de 1935, el que experimentó ese mismo país en los 60 y 70, o el de Egipto antes de la Guerra de los Seis Días; y usarlo indistintamente para referirse a las compras realizadas por Chile o Venezuela en los últimos años, parece poco preciso desde el punto de vista teórico/empírico y poco riguroso desde el histórico. El rearme ha sido definido como “equipar nuevamente con armamento militar o reforzar el que ya existía”.11 Esta definición alude a países que, por diversas razones, han reducido sus capacidades militares pero que deciden recuperarlas; o a estados que refuerzan su despliegue militar, lo cual supone un aumento cuantitativo y, en algunos casos, cualitativo de su armamento y efectivos. El concepto ha sido utilizado en los siguientes contextos: a) cuando un Estado denuncia o renegocia un tratado de limitación de armamentos con el fin de reequiparse. Este hecho coincide, generalmente, con un cambio en la gran estrategia de los estados que pasan a adoptar posturas revisionistas (Alemania en 1935); b) en países que luego de un conflicto reponen una gran cantidad de material militar perdido, o crean un ejército en un contexto de conflicto inminente (Egipto luego de la Guerra de los Seis Días); y c) en países donde la posibilidad de guerra es inminente y donde se han producido guerras y enfrentamientos esporádicos. Entre 1949 y finales de los 80, distintos países de Medio Oriente modificaron su arsenal militar cuantitativa y cualitativamente sin que esto desatara una carrera armamentista en lo inmediato. Los criterios metodológicos para establecer la presencia de un rearme son cualitativos y cuantitativos. Los primeros tienen que ver con la inminencia del conflicto, los segundos, con los cambios en el número o la calidad del material adquirido. Algunos criterios que permiten definir con mayor precisión a una adquisición de armamento como rearme son: 1) cuando las compras de armamento se producen en contextos donde el uso de la fuerza militar está latente y parece inminente; 2) cuando un país incrementa la cantidad de efectivos, equipamiento y gasto en defensa. En la Guerra Fría, los aumentos fueron de un mínimo del 70% y hasta del 300% en un período de 10 años. Para nuestros casos, adopto un criterio metodológico inclusivo, 30% de aumento en al menos dos ítems de equipamiento; o de los efectivos y un ítem de equipo en el mismo período de tiempo; 3) cuando un país incorpora equipamiento que confiere una ventaja militar decisiva, es decir, que no puede ser revertida en el corto plazo por su potencial adversario. Esta variable contempla situaciones donde las compras de armamento no alteren el equilibrio cuantitativo de fuerzas, pero si el cualitativo; 4) cuando los países no modifican sus capacidades cuantitativas o cualitativas, pero adoptan una doctrina militar ofensiva. En 11 Definición del Diccionario de la Real Academia Española, edición 2001. Otros diccionarios, como por ejemplo la Enciclopedia Británica, tienen la misma definición. 7 estos casos, cualquier compra reducida de material militar puede ser definida como un rearme. Consideramos que el primer criterio no está presente en las díadas mencionadas, la posibilidad de conflicto militar no puede descartarse, pero su probabilidad actual es remota. Respecto al segundo, el análisis de las adquisiciones de armamento y del material que será retirado de servicio en el periodo 2000/2010, sugiere que no se han producido cambios cuantitativos en la cantidad de tanques, submarinos, navíos de guerra y aviones de combate en los arsenales de los países analizados.12 En otras palabras, en saldo en estos cuatro rubros no se alterará en el periodo considerado. La cantidad de tanques, aviones y submarinos de Chile no variará en ese período. El número de tanques se reducirá de los 200 que había en el año 2000, a 180 que desplegará ese país en 2010. Los aviones de combate permanecen en el mismo nivel, con 90 unidades aproximadamente. Lo mismo con la flota de submarinos que cuenta con 4 naves. El número de buques, por el contrario, se reducirá de 10 a 8. En el caso de Perú, todos los ítems de material militar disminuirán hacia el 2010; el número de tanques y aviones lo hará levemente, de 410 tanques a 385 y de 110 aviones a 107. Los submarinos descienden de 8 a 6 y los buques de 7 a 5. En Colombia los números de buques, submarinos y tanques permanecen estables, con un aumento del 25% en el número de aviones, por la compra de aeronaves de contrainsurgencia a Brasil. En Venezuela, la cantidad de tanques, submarinos y naves permanecerá en los mismos niveles hacia el 2010. En todos los casos, se muestra que las compras de tanques, buques, submarinos y aviones no alteran el despliegue cuantitativo de equipamiento militar y que, en algunos casos, existe una disminución en la cantidad de armamento. Las adquisiciones cumplen la función de modernizar a las fuerzas militares y de mantener la capacidad disuasiva. Respecto al criterio cualitativo, consideramos que ninguna de las adquisiciones de equipamiento militar de los países mencionados confiere una ventaja militar decisiva. Asimismo, el hecho de que países como Colombia o Perú y Bolivia no respondan a las compras de armamento sofisticado de Chile y Venezuela indica que no las perciben de manera amenazante. Probablemente porque consideran que ni Chile ni Venezuela han desarrollado una doctrina militar de empleo ofensivo para estas armas, sino que su uso se encuadra en una doctrina de tipo disuasivo. Comentarios finales Los conceptos de carrera armamentista y rearme son herramientas útiles para describir dinámicas de adquisición de armamento en contextos de alta conflictividad interestatal e inminencia de la guerra. Su uso, por lo tanto, debiera estar reservado para tales situaciones. Los países analizados perciben y racionalizan sus compras de armamento, y la de sus vecinos, en términos de modernización disuasiva. Este tipo de adquisición de armamento tiene lugar bajo las siguientes condiciones: 1) en contextos de paz fría; 2) cuando los países son cuidadosos en mantener la misma cantidad de equipamiento 12 El análisis de los datos de esta sección se basa en los datos del The Military Balance. 8 militar; 3) cuando las armas adquiridas cumplen la finalidad simultánea de modernizar o reemplazar material existente y de mantener un nivel general de disuasión; 4) cuando las armas adquiridas no confieren una ventaja militar decisiva. El concepto de modernización disuasiva es un intento de explicar los procesos de adquisición de armamento en un contexto de paz fría. Es una explicación que parte de un contexto en el que la posibilidad de conflicto es remota sin que la paz se haya consolidado por completo. En los contextos de paz fría, las compras de armas no son consideradas como un simple reemplazo de material o como el resultado de una modernización; pero tampoco como un rearme o como el inicio de una carrera armamentista, como en los casos de los países inmersos en contextos de paz inestable o frágil. Por el contrario, son percibidas como el resultado de un cálculo racional en el que intervienen dos factores: la modernización del arsenal militar y la necesidad de disuadir. Los casos analizados permiten ilustrar como las recientes compras de equipamiento militar de algunos países de las díadas no son percibidas por las elites políticas de esos países como un rearme. En los hechos, las compras de armamento de Chile o Venezuela, no han provocado ninguna respuesta de Perú y Bolivia o de Colombia. Esta falta de reacción no debería ser tomada como un indicador de aceptación de inferioridad militar, sino más bien como una lectura racional de un contexto donde la paz parece no estar puesta en duda. Promover o legitimar un incremento presupuestario en defensa justificándose en una amenaza no inminente o poco probable sería la mejor estrategia para provocar un rearme o una carrera por las armas. Los datos muestran que definir a las compras de armamento en América del Sur como rearme o como el prolegómeno de una carrera armamentista no tiene ningún fundamento teórico, metodológico o empírico. Por el contrario, el uso de estos conceptos puede exacerbar el dilema de seguridad y aumentar la percepción de amenaza entre los estados de la región. 9