PAPILOMAVIRUS HUMANO (HPV) Virus HPV 1. INTRODUCCIÓN Hace solamente quince años que se asoció el cáncer de útero con la infección provocada por algunos virus del grupo Papilomavirus (HPV). Hoy se sabe que, asociado a otros cofactores, es el responsable de más del 99% de los casos de cáncer cervical, el segundo cáncer más común en la mujer después del cáncer de mama. Está también involucrado en otros tipos de cánceres como el anal y el orofaríngeo (amígdalas), pero es en el contexto del cáncer de cérvix donde se están produciendo grandes adelantos en diagnóstico. Es importante destacar que, aunque puede aparecer en cualquier franja de edad, existe un aumento en la incidencia de cáncer cervical en mujeres jóvenes, ya que la temprana edad de inicio en las relaciones sexuales, junto con tener múltiples parejas sexuales y no usar preservativo, figuran entre los factores de predisposición a la infección. En el año 2002 la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO), la Sociedad Española de Citología (SEC) y la Asociación Española de Patología Cervical y Colposcopia (AEPCC) elaboraron un documento de consenso sobre la infección por HPV. La revista oficial de la SEGO “Progresos en Obstetricia y Ginecología”, en el volumen 49 de Noviembre de 2006, recomienda para prevenir con eficacia el cáncer cervical invasivo el cumplimiento estricto del protocolo de prevención secundaria: cribado, diagnóstico, tratamiento y control de curación. Tan importante como el cribado es la prevención. Recientemente se ha aprobado por la agencia europea de control de medicamentos la vacunación contra el VPH, incluyéndola en calendarios de vacunación sistemática europeos y españoles a las niñas de 11 – 14 años de edad. 1 2. EPIDEMIOLOGÍA 2.1. TRANSMISIÓN DE LA INFECCIÓN El cuello del útero es especialmente vulnerable al contagio. El virus se transmite con facilidad por contacto sexual, probablemente a través de erosiones mínimas o imperceptibles de la piel o mucosas. El hombre puede estar infectado, pero solo desarrolla cáncer genital en raras ocasiones. Aunque la transmisión coital parece ser la más frecuente, en mujeres con relaciones homosexuales se han presentado infecciones del área ano-genital y una extensión a partir de ésta a otra localización del tracto genital, como el cuello uterino. La infección en general es asintomática, aunque algunos serotipos del HPV dan lugar a la aparición de verrugas. Estas verrugas no tienen relación alguna con el desarrollo de cáncer de útero. Existe un elemento protector en la mujer que es curiosamente la circuncisión masculina. Mujeres monógamas con varones circuncidados tienen un riesgo significativamente menor de presentar un cáncer cervical. El VPH, al igual que otros virus, aprovecha la dinámica de las células para replicarse y, en este sentido, el mayor riesgo de infección en mujeres jóvenes que han iniciado tempranamente sus relaciones sexuales viene dado por las características histológicas de su exocérvix. La duración media de la infección varía según diferentes autores entre 6-12 meses y 2 años. En más del 90 % de los casos, nuestro sistema inmunitario logra vencer la infección, pero si no lo consigue pueden aparecer lesiones precancerosas y cáncer. La persistencia de la infección es imprescindible para el desarrollo de lesiones intraepiteliales de alto grado neoplásico. 2 2.2. COFACTORES La infección por HPV se considera una causa necesaria, pero no suficiente, de cáncer cervical. Los estudios epidemiológicos han puesto de manifiesto que sólo una parte de las mujeres infectadas evolucionarán a neoplasias y, eventualmente, a cáncer. Las características de la actividad sexual se vinculan con la probabilidad de contraer la infección pero no explican la probable progresión a un cáncer. Los cofactores de persistencia en la infección se clasifican en: virales, genéticos y ambientales. 1. Virales. Se refieren al genotipo del virus HPV, a sus variantes y a la carga viral como marcador de infección persistente. Los genotipos 16 y 18 están relacionados con cerca del 70 % de los casos de cáncer. 2. Genéticos. La respuesta de los genes relacionados con la respuesta inmunitaria (tanto celular como humoral) de la paciente influyen en la persistencia de la infección y en su evolución. 3. Ambientales. Influyen: el número de hijos, el uso de anticonceptivos orales, el tabaco, las infecciones asociadas (tales como el Herpes virus tipo 2 o la Chlamydia trachomatis), la inmunodepresión tanto iatrogénica (terapias inmunodepresoras) como vírica (VIH), la nutrición y la dieta. 3. PREVENCIÓN Las vacunas frente a los genotipos 16 y 18 han mostrado su eficacia en la prevención de la infección en un 94 – 95%. En el seguimiento de los estudios realizados se observa su eficacia hasta seis años. Con el tiempo sabremos si la protección es para toda la vida o se circunscribe a un periodo concreto. 3 La pauta de vacunación es intramuscular y consta de tres dosis (0, 1-2 meses y 6 meses). Se recomienda empezar a vacunar antes del inicio de relaciones sexuales porque es más efectiva antes de haber estado expuesta al virus, aunque una persona puede vacunarse a cualquier edad. A pesar de la alarma social que ha habido en cuanto a los efectos secundarios de la vacuna, solo se han podido confirmar reacciones leves. Un inconveniente real es su elevado precio. 4. CRIBADO Las técnicas de cribado son la citología (Papanicolau o Pap) y la detección del HPV. La colposcopia se reserva para los casos de citología positiva (estadio ASC-US) y HPV positivo o bien para estadio celular superior a ASC-US, sea positivo o no el HPV. Nos extenderemos solamente en la detección de HPV, ya que aporta un concepto novedoso en el campo de los análisis clínicos. El virus del HPV no es cultivable “in vitro”, por lo que sólo puede ser investigado por biología molecular. El “estándar de oro” de la biología molecular para la detección del HPV es el Southern Blot (SBH) pero no es aplicable en la rutina diaria. El único método adaptado a la rutina del laboratorio es la técnica de hibridación del DNA del HPV aprobado por la FDA (Food and Drug Administration de los EEUU), el Sistema de Captura Híbrida (Hybrid Capture 2). Se basa en desnaturalizar la muestra del paciente, que potencialmente puede contener el DNA viral. Posteriormente la cadena de DNA liberada es hibridizada con RNA que contiene 9 tipos virales de alto riesgo: 16, 18, 31, 33, 35, 45, 51, 52 y 56. Los híbridos DNA-RNA resultantes son capturados en la superficie de un tubo que contiene anticuerpos que los reconocen específicamente. Finalmente, un segundo anticuerpo ligado a un substrato quimioluminiscente permite revelar la reacción con la luz emitida, que es leída con un luminómetro. El test tiene una sensibilidad del 93%, y una especificidad del 61%. El valor pronóstico positivo es del 17% y el valor pronóstico negativo es del 99%. Cuando la captura se utiliza en conjunto con el Pap, la detección de lesiones de alto grado se eleva a niveles de entre el 93 y el 100%. 4 Para obtener la muestra, el material se consigue por cepillado del área cervical y se coloca en un tubo con medio de conservación y transporte especial, que retarda el crecimiento bacteriano y preserva la integridad del DNA. Se conserva hasta un máximo de 15 días a temperatura ambiente, hasta 3 semanas a -4ºC o durante meses si se congela a -20ºC El kit colector especial suministrado por el laboratorio contiene el cepillo y el tubo. Para que la prueba tenga una máxima eficacia deben tenerse en cuenta algunas recomendaciones sobre la toma de muestra con el fin de minimizar la posibilidad de falsos negativos o interferencias. Abstinencia sexual previa de 72 horas Ausencia de exámenes digitales, medicación local u otras técnicas invasivas. Después de tratamientos, se recomienda esperar 60 días. La toma debe realizarse fuera de períodos previos o posteriores en 6 días a la menstruación. Eliminación del exceso de moco en el exocérvix, con un hisopo distinto, una gasa o una torunda de algodón. Introducción del escobillón en el endocervix con rotación contra la superficie del canal cervical durante 10-30 segundos. Evitar tocar la superficie vaginal al retirar el escobillón. 5. CONCLUSIONES No hay duda que con los descubrimientos que relacionan el HPV con el cáncer de cérvix, se han abierto todo un campo de posibilidades diagnósticas inimaginables hace unas décadas. Las técnicas de diagnóstico del VPH es previsible que evolucionen en los próximos años hacia una mayor exigencia en la sensibilidad en los resultados y sin duda servirán para evaluar cambios epidemiológicos una vez que la vacuna pueda actuar modificando la prevalencia de los genotipos responsables. Los protocolos de cribado seguramente deberán ser modificados atendiendo a la las nuevas situaciones planteadas en el futuro. 5