Domingo Trinidad, 19/6/11

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DOMINGO DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD - DOMINGO, 19 JUNIO, 2011
"¡DIOS EN EFECTO HA AMADO MUCHO AL MUNDO! LA TRINIDAD ES LA MEJOR COMUNIDAD - JUAN 3, 16-18
ORACIÓN INCIAL
Creemos en Ti, Dios Padre,
Creemos en Ti, Dios Hijo,
Creemos en Ti, Dios Espíritu Santo,
pero aumenta nuestra fe.
Esperamos en Ti, Dios Padre,
Esperamos en Ti, Dios Hijo,
Esperamos en Ti Dios Espíritu Santo,
pero aumenta nuestra esperanza.
Te amamos Dios Padre,
Te amamos Dios Hijo, mi Señor Jesucristo, Dios y
hombre verdadero,
Te amamos Dios Espíritu Santo,
pero aumenta nuestro amor.
Gloria al Padre,
Gloria al Hijo,
Gloria al Espíritu Santo,
Gloria a la Santísima e indivisa Trinidad,
como era en el principio, ahora y siempre,
por todos los siglos de los siglos. Amen.
U
Una clave de lectura:
- Estos pocos versículos forman parte de una reflexión del evangelista Juan (Jn 3,
16-21), en la que explica a su comunidad de finales del primer siglo el significado del
diálogo entre Jesús y Nicodemo (Jn 3, 1-5). En este diálogo, Nicodemo no consigue
seguir el pensamiento de Jesús. Y lo mismo sucedía y sucede en nuestras
comunidades. Algunos de nosotros, prisioneros de los criterios del pasado, no
entendemos la novedad que Jesús ha traído. Nuestro texto (Jn 3, 16-18) es una
ayuda para superar esta dificultad.
- También la Iglesia ha escogido la lectura de estos tres versículos para la Fiesta de
la Santísima Trinidad. Y en efecto, ellos constituyen una clave importante para
revelar la importancia del misterio del Dios Trino en nuestra vida. Al hacer la lectura,
intentemos tener presente en la mente y en el corazón que, en este texto, Dios es el
Padre, el Hijo es Jesús y el amor es el Espíritu Santo. Por esto, ¡Parémonos,
hagamos silencio y admiremos!
Jesús viene a traer la "gran Noticia de un mundo nuevo". Y, para
alcanzarlo es necesario nacer de nuevo.
Nuestra Congregación, nuestra Familia Menesiana no tiene arreglo;
tiene alternativa. No es suficiente poner "remiendos". Ni basta cambiar
estructuras porque no hay una que se fabrique sin pecado original. Es
preciso nacer de nuevo. Hay una
alternativa: el poder del Espíritu que hace
presente a Jesús, el enviado del Padre,
para que todo el que crea en él tenga
vida eterna.
Este es el eje del misterio trinitario: Dios-Padre ama al mundo y envía a su Hijo como
Redentor; y la acción del Espíritu Santo hace que los hombres lo recibamos como Salvador
bautizándonos en su nombre.
Dios ama al mundo. Dios ama a nuestra Familia Menesiana. No condena. Pero nos salva por
medio del amor cuya aceptación es libre por parte nuestra. La fe en Jesús Redentor alcanza la
salvación.
La comunidad cristiana que adora al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, vive con realismo.
Constata la unidad creciente de los diversos miembros y pareceres, y glorifica a Dios por ello.
16: Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que crea en él no
perezca, sino que tenga vida eterna.
17: Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se
salve por él.
18: El que cree en él, no es juzgado; pero el que no cree, ya está juzgado, porque no ha creído en
el nombre del Hijo unigénito de Dios. (Juan 3, 16 – 18)
Un momento de silencio orante para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida. Algunas preguntas
 Mirando bien este texto tan breve, ¿cuáles son las palabras claves que se encuentran?
 ¿Cuál es la experiencia central del evangelista y de las comunidades, que se transparenta en el texto?
 ¿Qué nos dice el texto sobre el amor de Dios? ¿Qué nos dice el texto sobre Jesús? ¿Qué afirma el texto sobre el mundo? ¿Qué me revela el texto
de mí?
“Jesucristo en todas sus acciones no ha buscado más que la gloria de su Padre, en las nuestras ¿no buscamos, ordinariamente y
ante todo, nuestra satisfacción personal? ¿Es por Dios, únicamente por Dios por lo que estudiamos, trabajamos? Y en nuestros
proyectos ¿no miramos más que a alcanzar el reino?” (JMLM)
'Acabo arrodillándome ante el Padre de Nuestro Señor Jesucristo (Ef 3, 14) y pidiéndole que les enseñe el camino de la vida y les
conceda la gracia de vivir y morir en el amor y en la práctica de su santa religión; pues sus caminos son hermosos, sus senderos
llenos de paz y la felicidad está en seguirlos: Viae ejus viae pulchrae, et omnes semitae ejus pacificae, et qui temuerit eam beatus
(Prov. 3.17.18)
El misterio de Dios supera infinitamente lo que la mente humana puede captar. Pero Dios ha creado nuestro corazón con un deseo infinito de
buscarle de tal manera que no encontrará descanso más que en él. Nuestro corazón con su deseo insaciable de amar y ser amado nos abre un
resquicio para intuir el misterio inefable de Dios.
En las páginas del delicioso relato de El Principito escrito por Antoine Saint-Exupéry se hace esta admirable afirmación: «Sólo con el corazón se
puede ver bien; lo esencial es invisible a los ojos».
Es una forma bella de exponer la intuición de los teólogos medievales que ya entonces decían en sus escritos: «Ubi amor, ibi est oculus»: «donde
reina el amor, allí hay ojos que saben ver». San Agustín lo había dicho también de un modo más directo: «Si ves el amor, ves la Trinidad».
Cuando el cristianismo habla de la Trinidad quiere decir que Dios, en su misterio más íntimo, es amor compartido.
La Trinidad es la mejor comunidad.
C 34. Los Hermanos, viviendo de la vida de Dios que es amor y modelo misterioso de relaciones personales, reunidos en
nombre de Cristo, gozan de su presencia y se mantienen en la unión por su plegaria al Padre: "Que sean todos uno". (Jn
17,21) (De la Regla de Vida fundamentando la comunidad)
Contemplamos a la Santísima Trinidad como la mejor comunidad no sólo para que nuestras comunidades la imiten sino sobre todo
porque Dios Padre, Hijo, Espíritu nos construye como comunidad local y como Comunidad Menesiana, como Familia Menesiana. Y
Dios nos construye solo por el amor y con amor.
La vida comunitaria es parte esencial de la vida religiosa y criterio fuente de fidelidad. En realidad según sea la
calidad de nuestra vida comunitaria es la calidad de nuestra fidelidad vocacional.
¿Qué es lo qué se le exige a una comunidad para que proyecte la imagen de la Trinidad y haga visible la alegría y el encanto de vivir juntos y unidos en
lla diversidad, creando espacios cálidos, abiertos y alegres para nosotros y para los demás?
Oremos desde algunas pistas para dejarnos construir por nuestro Dios Trinidad como comunidad
inspirada y construida por el Señor:
1.- Desde la uniformidad imposible a la unidad en la diversidad
Toda comunidad cristiana y religiosa es una pálida imagen de la comunidad trinitaria. Y la comunidad trinitaria se hace en la diferencia y no en la
uniformidad: cada persona divina es distinta y actúa distintamente. La unidad en la Santísima Trinidad está hecha de oposiciones y diferencias entre las
tres personas divinas, compartidas en el amor. ¿Qué significa entonces ese afán por nivelar las personas en la comunidad? Sin pretenderlo,
despersonalizarlas.
2.- De la vida en común, a la comunidad de vida.
La vida en común crea una comunión frágil y superficial que se logra a base de actos comunes que están establecidos institucionalmente y que se
cumplen al pie de la letra. La comunidad de vida, en cambio, es rica en relaciones personales en acogida, en respeto y valoración por el otro, el
diferente, es una vida en diálogo y discernimiento, en libertad responsable, en preocupación por el otro. El núcleo articulador de todo es la amistad
auténtica y madura entre los miembros. Hay que insistir menos en la presencia física -siempre deseada y gozada por los amigos de verdad- y más
en la compenetración de espíritu y la unión de corazones, que es lo que verdaderamente importa. Y no es raro que suceda que los que viven bajo el
mismo techo y reglamento y se sientan a la misma mesa se encuentren a mil leguas de distancia sin saber qué piensa el otro, qué sueña y añora,
qué siente, qué le hace gozar o sufrir. No es la cantidad de horas que pasamos juntos lo que crea la
comunidad sino la calidad de la presencia. ¿La cultivamos? ¿Cómo?
3º La comunidad no es una fortaleza
Una convicción profunda, compartida por muchos, es que una comunidad introvertida se neurotiza y
acaba siendo un pequeño infierno. Nuestra apertura, escucha y dialogo con el mundo es siempre un
estímulo de revisión, de provocación a pensar, a discernir lo que de otra manera tendemos a dar por
supuesto. La mejor manera de desdramatizar los pequeños conflictos y problemas de dentro de nuestras
comunidades es sumergirse en las tragedias que sufren nuestros hermanos. Hay que estar metido en el
mundo pero no perdido en el mundo si queremos sentirnos interpelados por las deshumanizaciones que
agobian a nuestros pueblos. Nuestro lugar no es la retaguardia cómoda donde no se sufre ningún riesgo
sino la “línea de fuego” donde se lucha por la justicia, la solidaridad y la paz.
4.- Sin comunicación vital, la comunidad se muere
La comunicación exige un clima de confianza, sin ella no podemos crecer sanos. Confianza,
aceptación, amor incondicional es lo que necesitamos para sentirnos seguros y abrirnos a los demás y ahí
es donde se fundamenta nuestra autoestima. Una comunidad se deteriora y se muere si la comunicación es anémica. En muchas partes se siente
la necesidad de una comunicación más intensa entre los religiosos de una comunidad. La falta y la pobreza de comunicación genera habitualmente un
debilitamiento de la fraternidad a causa del desconocimiento de la vida del otro, que convierte en extraño al hermano y en anónima la relación, a demás
de crear verdaderas y propias situaciones de aislamiento y de soledad… Se facilita, además, la mentalidad de autogestión unida a la sensibilidad por el
otro, mientras lentamente se van buscando relaciones significativas fuera de la comunidad. ”
Esto no es una elucubración. Es una lección de la historia. Los miembros de nuestras comunidades han de ser capaces del encuentro con el otro,
de escuchar sin cansarse y de aceptar al diferente, de valorarlo y respetarlo. La situación corriente de la vida comunitaria y la forma más sana de
vivir las discrepancias es reconocer como legítimo el desacuerdo y eso es señal de salud. Necesitamos una mayor educación para la tolerancia y
un legítimo y razonable pluralismo, fuente de tensiones enriquecedoras y no de divisiones ni rupturas.
5º Madurez humana y espiritual.
Para vivir en comunidad hay que aprender a madurar las propias experiencias humanas encontrar la paz y la reconciliación consigo mismo,
asumir nuestra propia historia personal. Una dimensión muy especial de esa madurez personal tiene que ver mucho con la madurez afectiva:
capacidad de dar y recibir afecto, de apertura e intimidad, de gratuidad y generosidad, de serenidad para enfrentar la vida, de dominio de las propias
pulsiones corporales y de la propia sensualidad, configuración de la propia identidad sexual, de la propia integración de las dimensiones masculinas y
femeninas.
ORACIÓN
“Pon, Señor, tu mismo en mi alma los
sentimientos que pides.
Dala a fin de que ella te dé:
¿qué puede ofrecer sino tus propios dones?
Oh Jesús!
Despégame de todo lo que no seas tú;
desata mis últimos lazos,
para que en adelante,
no solamente unido a ti,
sino siendo uno contigo,
grite como el Apóstol:
Con Cristo estoy crucificado:
y no vivo yo sino que es Cristo quien vive en mí;
la vida que vivo al presente en la carne,
la vivo en la fe del Hijo de Dios,
que me amó y se entregó a sí mismo por mí.
(JMLM en Jesucristo y el discípulo)
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