MAUTHAUSEN

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MAUTHAUSEN
Construcción
En las proximidades de la localidad austríaca de Mauthausen (a 20 km de Linz) se construyó en
1938 el campo de concentración homónimo, que muy pronto será el centro de un complejo de
campos auxiliares, entre los que destacaron 3 en el entorno de la cercana Gusen. Se eligió el
emplazamiento por la escasa población, la proximidad de la línea ferroviaria y la existencia de
una cantera de granito.
Prisioneros
La mayor parte de los internos eran opositores políticos (“enemigos políticos incorregibles del
Reich”) y presos militares del frente oriental (en especial, polacos y rusos). A medida que se
aproximaba el final de la Segunda Guerra Mundial y el colapso del régimen nazi, el complejo de
Mauthausen albergará reclusos de otros campos (como Auschwitz, Buchenwald o Belsen). Se
inauguró, a su vez, en septiembre de 1944, un campo para mujeres y niños, dirigido por
matronas de las SS.
Cuando los aliados liberaron el campo de Mauthausen, los carceleros de las SS habían destruido
los archivos, de manera que no se conoce el número exacto de internos que pudo contener ni, en
consecuencia, el total de víctimas. Las cifras oscilan entre los 122.000 y los 320.000 fallecidos,
si bien el número de identificados es bastante inferior.
Tal vez el aspecto más repugnante de la sórdida historia de los campos nazis era la existencia de
kapos: prisioneros, armados con bastones, que ejercían de capataces y esbirros al servicio de las
SS.
Prisioneros españoles
Hubo una importante minoría de españoles en Mauthausen: rebasaban los 7.000 y sobrevivió
algo menos de la tercera parte. Estos españoles, procedentes del exilio republicano tras la guerra
civil española (en primera instancia, casi medio millón, de los que la mitad terminará regresando
a España), fueron recluidos en campos de concentración del sur de Francia, antes de encontrar
destinos en Méjico, Argentina o la misma Francia. En este último caso, no fueron pocos los que
se alistaron en el ejército (Legión Extranjera y escuadrones de choque) o formaron compañías
de trabajadores al servicio de la guerra. La derrota de Francia selló el destino de muchos, que
acabaron en campos de concentración nazis. Cuando las autoridades alemanas preguntaron al
gobierno de Franco qué se hacía con ellos, éste respondió que no existían españoles más allá de
las fronteras de España. Es decir: los abandonó a su suerte.
El negocio de los campos de concentración
Aunque el objetivo último era el exterminio de las víctimas, los campos de concentración eran
también campos de trabajo para explotar las menguantes energías de los prisioneros.
Aunque todos los campos estaban bajo control del Estado alemán, la gestión económica del
complejo de Mauthausen en concreto fue cedida a la empresa DEST dirigida por Oswald Pohl,
propietario de las canteras de granito que habían de ser explotadas con fines urbanísticos y
oficial de alto rango de las SS. Entre las fuentes de financiación, además de diversos bancos
alemanes y checos, se disponía de fondos alimentados con los capitales y patrimonios
expropiados a los presos, sin olvidar la colaboración de la Cruz Roja alemana.
Además del extenuante trabajo en la cantera, los reclusos, igualados a la condición de esclavos,
eran con frecuencia alquilados para otros trabajos: perforación de túneles, tendido de líneas
ferroviarias, construcción de ladrillos, fabricación de armamento, ensamblaje de Messerschmitt
(avión de combate a reacción), trabajo en granjas cercanas, etc.
Tribulaciones
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Los extenuantes trabajos, la escasa alimentación, las deplorables condiciones de hacinamiento e
insalubridad en los barracones y la ausencia casi total de medios sanitarios, dieron como
consecuencia una mortalidad galopante. El tifus se adueñó del complejo durante los últimos
meses de vida activa del mismo. Además, ya que el objetivo último era el exterminio, se
emplearon métodos variados de asesinato sistemático:
-Celdas de castigo donde los presos morían de inanición y de sed.
-Flagelaciones a base de latigazos.
-Cámaras de gas.
-Camiones empleados como cámaras de gas móviles.
-Duchas heladas para que las víctimas murieran de hipotermia.
-Experimentos médicos: esterilizaciones, trepanaciones del cráneo sin anestesia;
extracción de músculos y huesos para transplantes, igualmente sin anestesia; extracción
de cerebros “para ver su contenido”; experimentos con sulfamidas y otros antibióticos
sobre internos previamente infectados.
-Sangrado: Se extraía sangre a los internos hasta su desangramiento. Con esa sangre se
hacían transfusiones en el frente.
-Inyecciones letales directas al corazón. Ahorcamientos. Fusilamientos. Tiroteos
indiscriminados.
Los cadáveres se llevaban a unos crematorios anejos
Liberación de Mauthausen
Tropas estadounidenses liberaron el campo de Mauthausen (con todos sus campos auxiliares) el
5 de mayo de 1945. Los días 7 y 9 de mayo de 1945 se firmaba la rendición incondicional de
Alemania ante los aliados occidentales y soviéticos respectivamente.
Responsabilidades
La responsabilidad de la criminalidad desplegada en los campos recae sobre los dirigentes del
régimen: Adolf Hitler, como Führer y Jefe del Estado alemán, y Heinrich Himmler, como jefe
supremo de las SS. La responsabilidad, sin embargo, no debe detenerse ahí: Ernst
Kaltenbrunner, jefe de la Gestapo (policía política del régimen) y Albert Speer (ministro de
armamento), que dijeron en el juicio principal de Nuremberg desconocer los campos de
concentración y exterminio, visitaron los campos (y, concretamente, el de Mauthausen). Speer,
que se salvó de la horca, utilizó mano de obra esclava de los campos para sus plantas de
armamento.
El debate sobre las responsabilidades qué duda cabe de que es arduo: en él se contraponen el
principio de obediencia debida con el de complicidad en una criminalidad de dimensiones
apabullantes. Es un dilema complejo: no poder exigir heroicidades suicidas frente a un régimen
criminal y no deber ser indiferente ante el exterminio de millones, sin otra causa contra ellos
que la raza (judíos, eslavos, gitanos, etc), la discrepancia política (comunistas, liberales, etc) o
ser prisioneros de países invadidos (especialmente, polacos y rusos).
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