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© de la presente edición, GENERALITAT VALENCIANA
© Sociedad Valenciana de Endocrinología, Diabetes y Nutrición
Prohibida la reproducción total o parcial de la presente publicación por
cualquier procedimiento mecánico o electrónico, incluyendo fotocopia, sin
la autorización expresa de la Generalitat Valenciana.
Edita: Generalitat Valenciana. Conselleria de Sanitat. EVES.
ISBN: 84-482-3774-9
Depósito legal: V-2416-2004
Imprime: Industrias Gráficas ECIR, S. A. - Teléfono 96 132 36 25
Pol. Ind. Fuente del Jarro - 46988 Paterna (Valencia)
Estudios para la salud
8
Presentaciones y casos clínicos de las
reuniones de la Sociedad Valenciana de
Endocrinología, Diabetes y Nutrición
Sociedad Valenciana de Endocrinología, Diabetes
y Nutrición
ESCUELA VALENCIANA DE
ESTUDIOS DE LA SALUD
2004
PRESENTACIÓN
Uno de los rasgos que mejor caracterizan al sector sanitario, que posee un
entorno cambiante en cuanto a avances científico-técnicos y en el que las demandas de la sociedad constituyen una regla general, es la alta cualificación de sus
profesionales. Hoy en día todos los profesionales de la Medicina precisan de una
formación general de base de muy alto nivel, una formación más específica previa o simultánea a la primera ocupación y una formación posterior permanente o
continuada a lo largo de toda su vida profesional, para mantener y mejorar la
competencia y actuación profesionales frente al progreso científico y técnico, la
evolución social y las transformaciones de los sistemas de salud
Las Instituciones Sanitarias, así como las Sociedades Científicas son conscientes de estas necesidades y comparten la responsabilidad de promover todas
aquellas intervenciones formativas que, a cualquier nivel, favorezcan la actualización de los profesionales, promoviendo la divulgación de los conocimientos
aportados por la investigación y la clínica, e incrementando así la efectividad y
eficiencia de la práctica médica, lo que supone por tanto mejorar la calidad asistencial.
La Endocrinología y Nutrición es una de las áreas de la Medicina que ha experimentado mayores cambios en los últimos años, y su gran trascendencia social y
sanitaria, sobre todo por la gran frecuencia de enfermedades metabólicas como la
obesidad, diabetes, hipertensión arterial y la osteoporosis, han hecho de esta especialidad una de las que más investigaciones han suscitado en la última década.
La Sociedad Valenciana de Endocrinología y Nutrición se ha involucrado en el
desarrollo de proyectos para mejorar la formación de sus médicos y en definitiva,
la calidad de la atención prestada en nuestra Comunidad; y para ello siempre ha
contado con la colaboración y el apoyo de la Consellería de Sanitat a través de la
Escuela Valenciana de Estudios de la Salud (EVES). Buena prueba de ello es la
publicación de este libro, que recoge exhaustivamente el contenido de las diferentes reuniones científicas de esta Sociedad a lo largo del año 2003. Una publicación
que pretende convertirse en una herramienta que contribuya, no solo para mejorar
la formación y actualización de los profesionales de la Medicina, sino también para
perseguir, en último término, mejorar la calidad de la asistencia prestada al paciente que, a fin de cuentas, es la razón de ser de los servicios de salud.
Vicente Rambla Momplet
Conseller de Sanitat
6
PRÓLOGO
La Escuela Valenciana de Estudios de la Salud (EVES) tiene como principal
misión formar, reciclar y perfeccionar de manera continuada a los profesionales
del campo de la salud, la gestión y la administración sanitaria.
Para poder llevar a cabo esta misión de manera eficaz, una de las actividades
más importantes son aquellas relacionadas con el establecimientos de alianzas
con organizaciones y asociaciones científicas en el campo de la salud.
Una institución moderna, como la nuestra, debe de establecer cauces de colaboración y de cooperación que le permitan potenciar e impulsar un conjunto de
acciones y alcanzar la misión que tienen encomendada.
En este sentido, la Escuela Valenciana de la Salud quiere mantener unas estrechas relaciones con todas aquellas organizaciones científicas, que directamente o
indirectamente, tengan algo que aportar a la mejora de la calidad de los servicios
de salud.
La formación de las personas constituye, desde luego, un elemento esencial
de la calidad. De ahí la importancia que tiene para nosotros el poder contar con
las sociedades científicas como unos buenos aliados para desarrollar nuestras
actividades.
Los valores de nuestra institución están basados en el compromiso y en la
vocación de servicio a los profesionales. Y siendo los valores el motor esencial
que tiene que mover nuestras acciones, resulta lógico que estas acciones estén
orientadas a dar respuesta a esas necesidades y demandas que en materia de formación desean nuestros profesionales.
De ahí la importancia que tiene el poder mantener una buena relación con las
sociedades científicas y profesionales que trabajan en nuestro sistema de salud.
Desarrollar vías de colaboración con los profesionales para poder articular
una oferta docente atractiva, o poder abrir nuestras puertas a todos los profesionales del sistema de salud para que tengan la posibilidad de publicar libros, constituye para nosotros un elemento esencial que tiene que estar presente en el desarrollo de nuestro trabajo.
Por ello, la publicación de las actividades de una sociedad científica es muy
importante, porque no sólo aumenta el nivel científico y el prestigio de nuestra
institución, sino que además es un modelo excelente para propiciar y mantener la
colaboración mutua entre la Conselleria de Sanidad y los especialistas, representados por las Sociedades Científicas.
7
Desde aquí queremos mostrar el agradecimiento de la Conselleria de Sanidad
al trabajo desarrollado por todos y cada uno de los profesionales que han participado en la publicación de este libro.
Rafael Peset Pérez
Director General
de la Escuela Valenciana de Estudios de la Salud
8
ÍNDICE
PRESENTACIÓN ........................................................................................................................
PRÓLOGO .....................................................................................................................................
PREFACIO, por Antonio Picó ....................................................................................................
6
7
13
1. VARON DE 70 AÑOS CON FEOCROMOCITOMA MALIGNO ...........................
Caso clinico .................................................................................................................
Discusión .....................................................................................................................
Bibliografia ..................................................................................................................
15
16
17
18
2. MUJER DE 26 AÑOS CON MEN 1 Y MASA PANCREÁTICA ..............................
Resumen ......................................................................................................................
Caso clínico .................................................................................................................
Comentario ..................................................................................................................
Bibliografía ..................................................................................................................
21
21
21
23
25
3. LINFOMA SUPRARRENAL PRIMITIVO ....................................................................
Caso clínico .................................................................................................................
Discusión .....................................................................................................................
Bibliografía ..................................................................................................................
27
27
28
31
4. HIPONATREMIA EN PACIENTE CON HIPOPITUITARISMO ..........................
Caso clinico .................................................................................................................
Antecedentes personales ..............................................................................................
Exploración física ........................................................................................................
Pruebas complementarias ............................................................................................
Actitud diagnóstica ......................................................................................................
Diagnósticos ................................................................................................................
Tratamiento ..................................................................................................................
Evolución .....................................................................................................................
Bibliografía ..................................................................................................................
33
33
33
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35
36
38
39
39
39
5. MACROPROLACTINOMA E HIPOPITUITARISMO:
RESISTENCIA A DIVERSAS OPCIONES TERAPÉUTICAS ................................
Introducción .................................................................................................................
Caso clínico .................................................................................................................
Discusión .....................................................................................................................
Bibliografía ...................................................................................................................
41
41
42
46
48
6. HIPOPOTASEMIA SIN HIPERTENSIÓN ....................................................................
Presentación del caso ...................................................................................................
Diagnóstico ..................................................................................................................
Síndrome de Gitelman .................................................................................................
Bibliografía ..................................................................................................................
49
49
51
53
54
7. TRATAMIENTO Y SEGUIMIENTO DEL CÁNCER
DIFERENCIADO DE TIROIDES .....................................................................................
1. Incidencia ................................................................................................................
2. Objetivos del tratamiento y seguimento ..................................................................
3. Tratamiento ..............................................................................................................
4. Seguimiento .............................................................................................................
5. ¿Qué hacemos hoy dia en nuestra practica habitual? .............................................
6. ¿Cuáles son las tendencias y recomendaciones de los principales consensos
y escuelas? ...............................................................................................................
57
57
57
58
59
62
62
9
8. TRATAMIENTO Y SEGUIMIENTO DE LAS HIPERLIPEMIAS
PRIMARIAS RESISTENTES A ESTATINAS. INDICACIONES
DE LA LDL-AFÉRESIS .......................................................................................................
Bibliografía ..................................................................................................................
63
67
9. DIAGNÓSTICO DE RESISTENCIA A LA INSULINA Y
SÍNDROME METABÓLICO .............................................................................................
Bibliografía ..................................................................................................................
69
75
10. TRATAMIENTO DE LA DM TIPO 2 EN EL SÍNDROME
METABÓLICO .....................................................................................................................
1. Introducción ...........................................................................................................
2. Estrategias terapéuticas: nuevos fármacos ............................................................
2.1. Las tiazolidinadionas ..............................................................................
2.2. Orlistat y sibutramina ..............................................................................
3. Consideraciones finales ...........................................................................................
Figuras .........................................................................................................................
Bibliografía ..................................................................................................................
77
77
79
79
80
80
81
84
11. CASO CLINICO: SINDROME DE CUSHING Y ADENOMAS
SUPRARRENALES BILATERALES ............................................................................
Caso clínico ...............................................................................................................
Conclusión .................................................................................................................
Bibliografía ................................................................................................................
85
85
92
93
12. MUJER DE 65 AÑOS CON DOLOR LUMBAR Y EDEMAS EN
MIEMBROS INFERIORES ....................................................................................
Caso clínico ...............................................................................................................
95
95
13. DIABETES MELLITUS INESTABLE. ¿EXISTE REALMENTE? .....................
Introducción ...............................................................................................................
Caso clínico ...............................................................................................................
Discusión ...................................................................................................................
Conclusiones ..............................................................................................................
Bibliografía ................................................................................................................
103
103
104
105
106
106
14. DM TIPO 2 EN EL NIÑO/ADOLESCENTE ........................................................
Caso clínico ...............................................................................................................
Discusión ...................................................................................................................
Bibliografía ................................................................................................................
107
107
108
110
15. DISLIPEMIA DIABÉTICA .....................................................................................
Bibliografía ................................................................................................................
111
114
16. HIPERTENSIÓN Y DIABETES .............................................................................
Caso clínico ...............................................................................................................
117
117
17. PAUTAS EN EL PACIENTE DIABÉTICO TIPO 1 RECIÉN
DIAGNOSTICADO ..................................................................................................
Introducción ...............................................................................................................
Tratamiento ................................................................................................................
Insulinización ............................................................................................................
Objetivos del tratamiento ..........................................................................................
Problemas del control estricto ...................................................................................
Bibliografía ................................................................................................................
123
123
123
124
126
126
126
10
18. MANEJO DEL PACIENTE CON MIEDO A LA HIPOGLUCEMIA ................
Monitorización continua de glucosa .........................................................................
Terapia con bomba de insulina ..................................................................................
Insulina glargina ........................................................................................................
19. PAUTAS EN EL DIABÉTICO EN DIÁLISIS (INSUFICIENCIA RENAL
TERMINAL) ........................................................................................................................
1. Introducción ...........................................................................................................
1.1. Desarrollo de Insuficiencia renal crónica terminal (IRCT)
en la diabetes ...........................................................................................
1.2. Situación actual .......................................................................................
1.3. Procedimientos de depuración extrarrenal. .............................................
1.4. Líquido de diálisis ...................................................................................
2. Manejo general de la glucemia en el diabético con insuficiencia renal terminal .
2.1. Objetivos glucémicos en el paciente con enfermedad renal terminal ...
2.2. Factores que influyen en las necesidades y efecto de la
insulina en la insuficiencia renal terminal .............................................
3. El diabético con IR terminal en hemodiálisis .......................................................
4. Diabetes y diálisis peritoneal ................................................................................
4.1. Ventajas e inconvenientes de la insulina intraperitoneal ........................
4.2. Pautas para la insulina intraperitoneal ....................................................
5. Bibliografía ..............................................................................................................
127
127
128
129
131
131
131
132
132
133
133
133
133
134
134
134
135
136
20. DIABETES EN EL ANCIANO, OBJETIVOS
TERAPÉUTICOS Y TRATAMIENTO ...................................................................
Bibliografía ................................................................................................................
139
147
21. DISLIPEMIA EN EL ANCIANO, PERFIL LIPIDICO
DESEABLE Y OPCIONES TERAPEUTICAS .....................................................
Introducción ...............................................................................................................
Alteraciones lipídicas en el anciano ..........................................................................
Enfoque terapéutico ...................................................................................................
Conclusiones ..............................................................................................................
153
153
154
154
155
22. OBESIDAD EN EL ANCIANO. LÍNEAS DIRECTRICES
EN SU TRATAMIENTO ..........................................................................................
157
23. DISFUNCION ERECTIL. NUEVAS MODALIDADES
TERAPEUTICAS .....................................................................................................
161
24. HIPERTIROIDISMO SUBCLÍNICO Y SU TRATAMIENTO ............................
Bibliografía ................................................................................................................
167
169
25. TERAPIA HORMONAL SUSTITUTIVA EN LA MENOPAUSIA
Y RIESGO CARDIOVASCULAR. EVIDENCIAS CLINICAS ...........................
Bibliografía ................................................................................................................
171
174
26. PAPEL DE LA CIRUGIA EN EL TRATAMIENTO DE LA
ACROMEGALIA EN LA ACTUALIDAD .............................................................
Material y métodos ....................................................................................................
Resultados ..................................................................................................................
Discusión ...................................................................................................................
177
177
178
178
27. CRITERIOS DE CURACION DE LA ACROMEGALIA.
REVISION CRITICA DE LOS ULTIMOS CONSENSOS ..................................
179
11
28. TRATAMIENTO FARMACOLOGICO DE LA
ACROMEGALIA Y OPCIONES DE FUTURO ...................................................
Bibliografía ................................................................................................................
183
186
29. TRATAMIENTO CON GH EN ADULTOS ............................................................
El síndrome de déficit de GH del adulto ...................................................................
La secreción de GH en el adulto normal ...................................................................
Diagnóstico del déficit de GH en el adulto ...............................................................
Tratamiento a largo plazo: Beneficios y riesgos .......................................................
La utilización de la GH dentro del Sistema Nacional de Salud ...............................
Recomendaciones de la SEEN ..................................................................................
Bibliografía ................................................................................................................
191
191
192
192
192
193
194
195
30. OPCIONES TERAPEUTICAS EN LA TALLA BAJA EN EL NIÑO .................
Introducción ...............................................................................................................
Crecimiento longitudinal y maduración ósea ............................................................
Talla baja y retraso de crecimiento ...........................................................................
Tratamiento con GH ..................................................................................................
Déficit de GH ............................................................................................................
Síndrome de Turner ...................................................................................................
Insuficiencia renal crónica .........................................................................................
Síndrome de Prader-Willi ..........................................................................................
Retraso de crecimiento intrauterino ..........................................................................
Otras procesos en los que se ha usado la GH ...........................................................
Conclusión .................................................................................................................
Bibliografía ................................................................................................................
197
197
198
198
200
200
202
203
203
203
204
204
204
31. VALORACION DE LA TALLA BAJA EN EL NIÑO ...........................................
Metodología diagnóstica ...........................................................................................
Valoración auxológica: ..............................................................................................
Pruebas complementarias ..........................................................................................
Bibliografía ................................................................................................................
207
212
212
212
215
32. NUEVOS ANALOGOS DE INSULINA DE ACCION
LENTA (GLARGINA Y DETEMIR) .......................................................................
Bibliografía ................................................................................................................
217
223
33. NUEVOS ANALOGOS DE INSULINA RAPIDA ..................................................
Introducción ...............................................................................................................
Análogos de insulina de acción rápida ......................................................................
Ventajas potenciales de los análogos de acción rápida .............................................
Evidencia científica respecto al uso de análogos de acción rápida ..........................
Repercusión económica del uso de análogos ............................................................
Puntos oscuros en el uso de análogos .......................................................................
Bibliografía ................................................................................................................
225
225
225
226
226
227
227
227
34. PRESENT AND FUTURE OF INSULIN SENSITIZING
DRUGS IN THE TREATMENT OF TYPE 2 DIABETES ....................................
231
35. ARTERIOSCLEROSIS E INFLAMACION ...........................................................
235
36. IN MEMORIAN DEL PROFESOR D. MIGUEL CARMENA.
HUMANISMO Y MEDICINA ..................................................................................
237
12
PREFACIO
Considero un privilegio y un honor prologar esta primera edición del libro
“Presentaciones y casos clínicos de las reuniones de la Sociedad Valenciana de
Endocrinología, Diabetes y Nutrición” que recoge las publicaciones de las actividades realizadas por nuestra Sociedad, bien como casos clínicos bien como
ponencias, realizadas en nuestros Congresos o Reuniones Científicas.
La Sociedad Valenciana de Endocrinología, Diabetes y Nutrición es una
sociedad joven, tiene poco más de 15 años. Pero ha sido determinante para el
desarrollo de la Especialidad de Endocrinología y Nutrición en nuestra
Comunidad. Poco a poco ha ido ganando la Sociedad en solidez y prestigio. Poco
a poco ha ido desarrollándose la Especialidad. Poco se parecen los actuales
Congresos, como el que acabamos de realizar en el año 2003, a las Reuniones de
los primeros años. Nada tiene que ver la situación actual de la Especialidad con
aquélla de finales de los años 80, cuando se constituyó la Sociedad. Pero aún falta
mucho.
La publicación de nuestras actividades científicas constituye un paso más.
Puede que no sea un gran paso, pero es un paso adelante y, mientras avancemos,
no retrocederemos.
Mi felicitación a Mercedes Tolosa, coordinadora de la Edición. Mi agradecimiento a todos los autores que han realizado el esfuerzo de resumir y remitir sus
ponencias. Nuestro reconocimiento, el de la Sociedad Valenciana de
Endocrinología, Diabetes y Nutrición, a la Escuela Valenciana de Estudios para
la Salud por su disponibilidad y apoyo para realizar esta publicación. Y mi petición y aliento a todos los miembros de nuestra Sociedad para que sigan colaborando y trabajando de forma tan espléndida como lo están haciendo, para que
publicaciones como ésta no sean sino el germen de futuras y cada vez mejores
ediciones que contribuyan al prestigio de nuestra Especialidad y nuestra
Comunidad.
Antonio Picó
Presidente de la SVEDYN
13
1. VARON DE 70 AÑOS CON FEOCROMOCITOMA
MALIGNO
Dra. Cintia González Blanco
Servicio de Endocrinología y Nutrición. Hospital Clínico Universitario de Valencia
El feocromocitoma es un tumor de células cromafines con una prevalencia inferior al 0.1 % en la población hipertensa1. El 10 % de los feocromocitomas diagnosticados en la edad adulta son malignos2; la malignidad
viene definida por la extensión local o la presencia de metástasis a distancia, siendo la localización más frecuente de estas, hueso, hígado, pulmón y ganglios linfáticos.
El mayor número de feocromocitomas se diagnostica en las autopsias y
hasta en un 10 % de los que se diagnostican en vida hay escasa o nula
expresividad clínica (feocromocitoma silente)3,4 . La mayor parte de estos
casos se diagnostican al estudiar un incidentaloma suprarrenal, por sintomatología debida al efecto masa del tumor o por síndrome paraneoplásico.
Se desconocen los factores pronósticos del tumor y existe una gran variabilidad en cuanto a la supervivencia encontrada1,2,5.
Por lo que respecta al tratamiento de estos tumores, la cirugía no modifica la evolución agresiva de los mismos, lo que obliga a intentar tratamientos paliativos, como la metayodobencilguanidina (MIBG) a dosis
elevadas para el control de la extensión tumoral6-8.
15
A continuación se presenta el caso de un varón con feocromocitoma
maligno, que debutó con una metástasis costal, presentó dificultades para
el diagnóstico y en el que se han obtenido buenos resultados con la MIBG
a dosis terapéuticas.
Caso clinico
Varón de 70 años con antecedentes de diabetes tipo 2 de reciente diagnóstico en tratamiento con glimepirida y resección de tumoración intestinal en
1994 descubierta a raíz de un cuadro suboclusivo (imposible obtener informe de dicha intervención). Consulta en otro centro por cuadro de aproximadamente 7 meses de evolución de pérdida de peso (al menos10 kg), astenia y anorexia sin otra sintomatología acompañante, excepto diarreas ocasionales que el paciente presenta desde la resección intestinal y que controla con codeína. Entre las exploraciones realizadas al paciente en dicho centro destaca la presencia de una tumoración costal izquierda descubierta por
palpación, y de una masa suprarrenal derecha que se descubre en la realización de un TAC abdominal indicado por el estudio de cuadro constitucional.
El estudio citológico del material obtenido por PAAF de la tumoración costal estableció el diagnóstico de carcinoma con diferenciación neuroendocrina. Con este resultado se remite a nuestro centro.
En la exploración física del paciente destacaba la presencia de una tumoración costal izquierda, dura, dolorosa de aproximadamente 3 cm de diámetro, siendo los parámetros antropométricos, tensión arterial, frecuencia
cardiaca y resto de exploración por aparatos normales.
Con los datos disponibles y dados los antecedentes del paciente se pensó
como primera posibilidad diagnóstica en un tumor carcinoide, motivo por
el que se determinó el ácido 5 indolacético en orina que resultó normal y
se realizó un octreoscan en el que sólo se apreciaron captaciones fisiológicas; tras la negatividad de estas pruebas se descartó la hipótesis diagnóstica inicial.
Con una nueva sospecha diagnóstica se estudió la masa suprarrenal, siendo los resultados de cortisol, cortisoluria, aldosterona, testosterona,
DHEAS, catecolaminas y sus metabolitos normales. Se solicitó una resonancia nuclear magnética (RNM) en la se objetiva una masa suprarrenal
de aproximadamente 6 × 3 cm en la que no se evidencia plano de separación con el hígado y que infiltra pilar diafragmático, no existiendo diferencias de realce de imagen en T1 y T2 .
16
Con la finalidad de obtener una mayor información anatomopatológica se
practicó biopsia de la tumoración costal bajo anestesia general que estableció el diagnóstico de infiltración por carcinoma neuroendocrino indiferenciado: tumoración neoepitelial sólida, formada por células con
núcleo polimorfo y citoplasma eosinófilo creciendo en masas sólidas que
no diferencia estructuras, con inmunohistoquimia positiva para P6P9-5,
NSE, sinaptofisina y cromogranina.
Ante la alta sospecha diagnóstica de feocromocitoma maligno no secretor
se realizó una gammagrafía con metayodobencilguanidina en la que se
puede apreciar captación a nivel de suprarrenal derecha, mediastino y
región infraesplénica.
Con el diagnóstico de feocromocitoma maligno no secretor con metástasis
costal y mediastínica se programa la suprarrenalectomia, que no puede llevarse a cabo ante la gran extensión locorregional del tumor (mayor que la
objetivada en las pruebas de imagen) y la hipervascularización del mismo,
por lo que sólo es posible realizar una biopsia con trucut con resultado anatomopatológico de suprarrenal normal. Se decide entonces realizar tratamiento paliativo con I-131 MIBG a dosis altas en varias sesiones. Hasta el
momento actual el paciente ha recibido 400mCi en 4 sesiones, con excelente tolerancia al tratamiento, ausencia de efectos secundarios y clara mejoría
del estado general, con recuperación ponderal, desaparición de la sintomatología y reducción importante de la masa costal por palpación. Las pruebas de
imagen han objetivado también una reducción del tamaño tumoral en suprarrenal derecha, si bien en la gammagrafía con MIBG persiste la misma captación a nivel mediastínico e infraesplénico.
Discusión
Hemos presentado el caso de un feocromocitoma maligno no secretor, con
una extensión tumoral considerable, dificultades para el diagnóstico y
buena respuesta al tratamiento paliativo.
El hecho de que algunos tumores, como el de nuestro caso, no sean clínicamente funcionantes puede deberse a que su actividad enzimática produzca mayor proporción de metabolitos precursores que de catecolaminas
activas9-11, a una menor sensibilidad a las mismas o a la adaptación del
sistema vascular al exceso de catecolaminas. El diagnóstico en estos casos
suele realizarse de forma casual tras la realización de pruebas de imagen
solicitadas por otros motivos.
17
El feocromocitoma maligno es muy heterogéneo en cuanto a su supervivencia, estimándose en algunas series en un 44 % a los 5 años del diagnóstico1,2.
La decisión del tratamiento es complicada debido a la falta de estudios de
intervención existentes al respecto. En una revisión de 116 casos de feocromocitoma maligno tratados con I-131 MIBG7, se puede apreciar la
dificultad para calcular la dosis eficaz ya que esta varió de 96 a 2322 mCi.
El tratamiento inicialmente redujo los síntomas en el 76 % de los pacientes, el tamaño tumoral en el 30 % y el control hormonal en el 45 %, siendo mayor la respuesta en aquellos pacientes que presentaban metástasis en
tejidos blandos. El 45 % presentó efectos secundarios leves y se presentó
un solo caso de aplasia medular. En cuanto al seguimiento de los pacientes (se disponen de datos de 89), el 45 % presentó recurrencia o progresión de la enfermedad tras una media de 29,3 meses; de los respondedores el 33 % falleció tras una media de 23,2 meses, y de los no respondedores el 45 % falleció tras 14,3 meses. Estos datos indican por tanto que
la terapia paliativa con I-131 MIBG es útil, siendo también posible su utilización combinada con quimioterapia.
En nuestro caso, dada la imposibilidad de la suprarrenalectomia, se optó
por el tratamiento paliativo con I-131 MIBG con una dosis total (hasta la
fecha) de 400 mCi repartidos en cuatro sesiones (100 mCi/ sesión), con
una buena respuesta, tanto por la desaparición de la sintomatología que
presentaba el paciente, como por la reducción de la extensión tumoral,
objetivada por palpación en el caso de la metástasis costal, y por pruebas
de imagen (resonancia nuclear magnética y gammagrafía con MIBG), y
todo ello en ausencia de efectos secundarios.
Bibliografia
1
Golfien A. Médula suprarrenal. En Greenspan FS, Strewler GJ, editores. Endocrinología básica y clínica. México: El Manual Moderno,
1998: 448-457.
2
Bravo EL, Gifford RW, Manger WM. Adrenal medullary tumors:
Pheocromocytoma. En: Mazzaferri EL, Saman NA, editors.
Endocrine tumors. Michigan: Blackwell Scientific Publications,
1993: 426-447.
18
3 Mantero
F, Arnaldi G. Management approaches to adrenal incidentalomas: a view from Ancona, Italy. Endocrinol Metab Clin North Am
2000;29: 107-125.
4
Kenady DE, Mc Grath PC, Sloan DA, Schwartz RW. Diagnosis and
management of pheocromocytoma. Curr Opin Oncol 1997; 9: 61-67.
5
Norton JA. Adrenal Tumors. En: De Vita VT, Hellman S, Rosenberg
SA, editors. Cancer. Priciples and Practise of Oncology.
Philadelphia: Lippincott Raven 1997: 1639-1677.
6
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metaiodobenzylguanidine: a French multicenter study. J Nucl Biol
Med 1991; 35: 284-287.
7 Loh
KC, Fitzgerald PA, Matatthay KK, Yeo PP, Price DC. Tha treatment of malignat pheocromocytoma with iodine 131 metaiodobenzylguanidine. A comprenhensive review of 116 reported patients.
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8
Pujol P, Bringer J, Faurous P, Jaffiol C. Metastatic pheocromocytoma
with a long term response after iodine-131 metaiodobenzylguanidine therapy. Eur J Nucl Med 1995; 22: 382-384
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19
2. MUJER DE 26 AÑOS CON MEN 1 Y MASA
PANCREÁTICA
Dr. Pedro López Mondéjar
Sección Endocrinología y Nutrición
Hospital General Universitario de Alicante
Resumen
El cuadro clínico del MEN1 comprende un amplio espectro de patología,
principalmente con afectación de múltiples órganos endocrinos. El inicio
del diagnóstico genético, realizado por el estudio de leucocitos en sangre
periférica, ha permitido diagnosticar de forma precisa a muchos portadores
asintomáticos de la mutación. En el caso presentado se comenta el manejo
de forma agresiva de una portadora, inicialmente asintomática, de la mutación: una mujer de 26 años portadora de la mutación del gen MEN1, con
hiperparatiroidismo primario, hiperprolactinemia y tumor pancreático con
sospecha de metástasis hepática en base a los hallazgos de TAC y RM pero
no en gammagrafia. Se comentan las características del cuadro clínico,
genética, diagnóstico y tratamiento del MEN1 con especial énfasis en los
tumores enteropancreáticos y las técnicas de imagen.
Caso clínico
Mujer de 26 años estudiada en el contexto familiar de screening de afectados por mutación del gen MEN1. En el estudio de sangre periférica rea21
lizado, la paciente era portadora de la mutación del gen MEN1 en el cromosoma 11q13, exón 3 en la posición 4479. Dicha mutación se encontraba presente en otros familiares afectos.
La paciente presentaba una hipercalcemia (11.6 mg/dl) con hipofosfatemia (1.3 mg/dl) así como aumento en la excreción urinaria de calcio de 24
horas (509 mg/orina 24 horas), con elevación de PTH (325 pgr/ml). La
gammagrafia paratiroidea con Sestamibi evidenció 2 adenomas paratiroideos (superior izquierdo e inferior derecho). La paciente no presentaba
clínica de hipercalcemia.
Ante la presencia de galactorrea de expresión con irregularidades menstruales se determino prolactina, encontrándose niveles de 88 ng/dl. En la
RM hipofisaria se objetivó hiperplasia hipofisaria difusa. El resto de ejes
hormonales no presentaba alteraciones.
Asimismo se determinaron hormonas endocrinas enteropancreáticas con
valores normales para gastrina, insulina, enolasa, cromogranina, glucagón
y VIP. En el TAC abdominal efectuado se evidenció una tumoración de 2
cm en cabeza pancreática hipodensa, así cómo 3 lesiones hepáticas sugerentes de metástasis. En la RM abdominal se visualizó la misma lesión
hipointensa en cabeza pancreática, las 3 lesiones hepáticas y una masa
suprarrenal izquierda de 5 cms hiperintensa en T2 sugestiva de feocromocitoma. Por último, la gammagrafia con Octreoscan evidenció captación
patológica en cabeza pancreática, sin objetivar captación anómala en
parénquima hepático o suprarrenal izquierda.
Finalmente se concluyó con los diagnósticos de hiperparatiroidismo primario por adenomas múltiples, hiperprolactinemia con hiperplasia hipofisaria, tumoración en cabeza pancreática con lesiones hepáticas sugerentes
de metástasis (sospecha de tumor endocrino pancreático) y masa suprarrenal izquierda compatible con feocromocitoma.
Una vez realizada la determinación de catecolaminas en orina de 24 horas,
que resultaron normales, se procedió en 2 ocasiones a realizar una punción –aspiración de las lesiones hepáticas, siendo el material insuficiente
para estudio citológico. Ante la sospecha clínica en base a las pruebas de
imagen (especialmente TC y RM abdominal), se intervino quirúrgicamente, realizándose Pancreatectomía cefálica, suprarrenalectomía
izquierda y exéresis de las 3 lesiones hepáticas.
El estudio anatomopatológico demostró la presencia de un tumor neuroendocrino de 2,5 cms bien diferenciado, con muy baja actividad mitótica
22
y positividad para cromogranina y sinaptofisina. La masa suprarrenal de
3 cms presentaba una hiperplasia cortical difusa compatible con adenoma
corticosuprarrenal. Finalmente, las 3 lesiones hepáticas obtenidas fueron
hemangiomas.
Por lo tanto, el diagnóstico final fue de:
– tumor neuroendocrino pancreático no secretor, bien diferenciado
– hemangiomas hepáticos
– adenoma suprarrenal izquierdo no secretor.
No confirmándose la sospecha de metástasis hepáticas en base a las pruebas de imagen (TC y RM abdominal).
Comentario
Las Neoplasias Endocrinas Múltiples tipo 1 (MEN1) es una patología
poco frecuente con una prevalencia estimada de 0,02-0,2 /1000 habitantes. Su espectro clínico abarca múltiples patologías de diferentes órganos
endocrinos.
El gen que codifica a la proteína de 610 aminoácidos menina, implicada
en múltiples mecanismos de transcripción y diferenciación celular, se
encuentra situado en el brazo largo del cromosoma 11 (11q13) a lo largo
de 100 exones, y tiene más de 200 mutaciones descritas1. Existe poca
correlación clínica entre el genotipo y la expresión fenotípica1. En todas
las células se encuentra una primera mutación, presentando una pérdida
de la heterocigosidad de la segunda copia procedente del progenitor no
afecto, resultando en la inactivación bialélica del gen MEN1 y como
resultado de la ausencia de la menina, la expansión clonal neoplásica.
La patología más frecuente es el hiperparatiroidismo primario presente en
más del 95% de los afectados. Es debido fundamentalmente a la hiperplasia difusa de las 4 glándulas paratiroideas2, siendo las pruebas diagnósticas a efectuar similares a la forma espontánea, al igual que las indicaciones quirúrgicas2,3, a las que cabría añadir la hipergastrinemia como indicación, ya que frecuentemente la puede exacerbar. No existe consenso
actual respecto a la extensión de la cirugía a realizar, bien con exéresis de
3 glándulas y media, con implante en el antebrazo de la media restante,
bien dejando in situ la media glándula a respetar. La primera opción presenta mayor riesgo de hipoparatiroidismo postquirúrgico, siendo en la
segunda más frecuente la aparición de recidiva hasta 40% a los 10 años.
23
Respecto a la patología hipofisaria presente en un 30-40% de las ocasiones, la más frecuente es la tumoración productora de prolactina, seguida
de GH. La hiperplasia hipofisaria está presente hasta en 60% de las ocasiones. El manejo diagnóstico y terapéutico es similar a sus homónimos
de aparición espontánea3.
La presencia de tumores endocrinos enteropancreáticos aparece en un 4050%, siendo la principal causa de morbi-mortalidad. El tumor más frecuentemente encontrado es el gastrinoma, seguido de no funcionantes e
insulinoma2.
El gastrinoma asociado al MEN1 se diferencia de los esporádicos en su
tendencia a la multicentricidad, menor tamaño, menor agresividad y
mayor supervivencia. Dada la efectividad del tratamiento con inhibidores
de la bomba de protones a dosis elevadas, así cómo a su alta tasa de recurrencia postquirúrgica, el tratamiento inicial es médico, indicándose cirugía sólo si existen síntomas pese al tratamiento farmacológico, gran tamaño (> 3 cms) o presencia de otros tumores enteropancreáticos o metástasis conocida4. El estudio con pruebas de imagen debe realizarse con TC,
RM y gammagrafia, siendo esta última la más sensible y específica5. El
manejo de los tumores no funcionantes e insulinomas es similar a los
esporádicos6,7.
Por último, aparecen frecuentemente asociados al MEN1 otros tumores
endocrinos como tumores carcinoides (4-5 %) o suprarrenales (10-15 %),
y no endocrinos como lipomas, colagenomas o angiofibromas.
El diagnóstico genético se efectúa mediante estudio de sangre periférica (
leucocitos), y se debe realizar a todos aquellos casos índices, familiares y
casos dudosos con sospecha clínica de MEN1. En 10-20% de las ocasiones no es posible detectar la mutación, estando indicado el análisis del
haplotipo o la realización de tests bioquímicos.
En el caso expuesto, la importancia radica en su condición de paciente
asintomática estudiada como parte del screening familiar efectuado. En
este caso el manejo del hiperparatiroidismo primario y la hiperprolactinemia no conllevaba especiales dificultades, no así la presencia de la tumoración pancreática con probable extensión a metástasis hepática así cómo
la masa suprarrenal izquierda sugerente de feocromocitoma. Los resultados anatomopatológicos posteriores evidenciaron la falta de concordancia
con la sospecha clínica basada en las pruebas de imagen, especialmente
con el TC y RM abdominal. Nuestro caso, conforme con la literatura5,
24
evidenció como prueba de imagen más sensible y específica la gammagrafia con octeótride, que si evidenció la tumoración pancreática pero no
demostró captación anómala tanto en hígado cómo en suprarrenal, siendo
por tanto de mayor utilidad que TC y RM, con los presentaba resultados
discordantes.
Desde el inicio de los estudios genéticos, es frecuente la aparición de
pacientes asintomáticos portadores de la mutación del gen MEN1, en
donde el seguimiento con determinaciones homonales y técnicas de
imagen es fundamental. Muchas actitudes terapéuticas van a estar fundamentadas por tanto en estas exploraciones. En el caso de los tumores
enteropancreáticos, estas actitudes pueden resultar en procedimientos y
técnicas quirúrgicas con elevada morbilidad y no despreciable mortalidad. Las principales técnicas de imagen usadas son TC, RM abdominal
y gammagrafía, siendo esta última la de mayor sensibilidad y especificidad (próxima al 70 %)7, hecho que debe ser tenido en cuenta en aquellas situaciones dónde existan discrepancias con las otras técnicas de
imagen señaladas.
En conclusión, el seguimiento de los tumores enteropancreáticos endocrinos en el contexto de MEN1 debe monitorizarse cuidadosamente en base
a determinaciones hormonales y pruebas de imagen, siendo la gammagrafia la técnica más sensible y específica, que en nuestro caso hubiera evitado un procedimiento quirúrgico agresivo.
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26
3. LINFOMA SUPRARRENAL PRIMITIVO
Dra. Isabel Mascarell
Servicio de Endocrinología y Nutrición, Hospital Universitario La Fe de Valencia
Caso clínico
Mujer de 70 años que consultó por cuadro de astenia, anorexia y pérdida
de 7-8 kg de peso en los últimos 3-4 meses, acompañado de debilidad en
miembros inferiores.
Entre los antecedentes personales destacaba hipertensión arterial, diabetes
mellitus tipo 2 de unos 15 años de evolución en tratamiento con insulina.
Como complicaciones crónicas de su diabetes presentaba una retinopatía
panfotocoaguada y un accidente cerebrovascular isquémico transitorio
hace unos 5 años.
La exploración física estaba dentro de la normalidad exceptuando una
disminución de la sensibilidad vibratoria y posicional en miembros inferiores y una abolición de los reflejos aquíleos y rotulianos, compatible
todo ello con una polineuropatía diabética.
Entre las exploraciones complementarias que se realizaron destacó una
bioquímica en la que los únicos parámetros alterados fueron triglicéridos
de 186 mg/dl, LDH 1181 mU/ml, albúmina 2,8 mg/dl, además en el hemograma apareció una anemia normocítica, normocrómica y una velocidad
de sedimentación de 100 mm en la 1.ª hora.
27
Se practicó un electromiograma en el que apareció una polineuropatía
sensitivo-motora crónica de predominio axonal que afectaba a extremidades superiores e inferiores en grado moderado–severo. Una RM cerebral
en el que aparecían lesiones isquémicas agudas y subagudas en hemisferio cerebral izquierdo. En la RM abdominal que se le solicitó se observaron dos masa suprarrenales pseudonodulares de 6 × 4 cm. en el lado derecho y de 4 × 3 cm. en el lado izquierdo.
Ante estos hallazgos se solicitó estudio hormonal: ACTH 114 pg/ml, cortisol basal 13 mg/dl, ARP 1,8 ng/ml/h y aldosterona de 18, TSH 3,07
mU/ml. En orina de 24 horas se determinaron catecolaminas y metanefrinas cuyos valores estuvieron dentro de la normalidad. Se decidió realizar
una PAAF1,2 de las lesiones suprarrenales bajo control radiológico con
resultado sugestivo de linfoma suprarrenal que no se pudo confirmar
mediante inmunohistoquimia por lo que se le practicó una biopsia por vía
laparoscópica de la masa suprarrenal izquierda. El estudio histopatológico muestra una infiltración por linfoma difuso de células grandes fenotipo B con elevado índice proliferativo.
Se completó estudio para establecer estadiaje, se le realizó una biopsia de
médula ósea en la que no hubo infiltrado de linfoma, TAC toraco-abdomino-pélvico en el que apareció un derrame pleural laminar bilateral y las
masas suprarrenales ya conocidas. Con todo ello y atendiendo a la clasificación de Ann Arbor se llegó al diagnóstico de linfoma no Hodgkin difuso de células grandes B primitivo suprarrenal en estadío IV. Durante su
estancia hospitalaria se produjo un deterioro progresivo de la paciente con
disminución importante de los requerimientos de insulina, se detectó
hiponatremia en analítica de urgencia y cierta tendencia a la hipotensión
por lo que se extrajo un nuevo estudio hormonal y ante la sospecha de
insuficiencia suprarrenal se inició tratamiento con corticoides iv, con
escasa respuesta al mismo. En el segundo estudio hormonal apareció una
ACTH de 136 pg/ml, cortisol de 19,6 µg/dl, ARP 1,0 ng/ml/h.
Se propuso inicio de tratamiento quimioterápico pero la paciente lo rechazó y un mes más tarde falleció a consecuencia de un accidente cerebrovascular isquémico extenso.
Discusión
Los linfomas no Hodgkin tienen un origen extranodal en aproximadamente
el 10-20 %3 de los casos, de estos menos de un 3 % asienta en órganos endo28
crinológicos, y la mayoría de estos últimos quedan confinados a la glándula
tiroidea4. La localización primaria en glándulas suprarrenales es extraordinariamente rara, sólo existen 70 casos descritos en la literatura5.
El linfoma suprarrenal primitivo es más frecuente en varones con una
relación 2/1. La media de edad de aparición son los 65 años, con un rango
de edad que oscila entre los 39 y los 89 años6. La mayoría de los casos
publicados son de localización bilateral (73 %) y si es unilateral la localización más frecuente es la izquierda (20 %).
Los síntomas más frecuentes son, por este orden, fiebre, insuficiencia
suprarrenal, pérdida de peso y dolor abdominal6. La insuficiencia suprarrenal se presenta en el 50 % de los casos que son bilaterales, el tamaño
del tumor al parecer no tiene relación con la aparición o no de insuficiencia suprarrenal7. Ha sido descrita la hipercalcemia en alguno de estos
pacientes y se atribuye a la producción extrarrenal de calcitriol, aunque las
causas no están del todo aclaradas4.
El diagnóstico definitivo se establece en el 35 % de los casos por punción
aspiración con aguja fina, en el 29 % por biopsia y fue necesario en el 36 %
de los casos realizar la autopsia para llegar al diagnóstico definitivo. En
TAC o RM, el linfoma suprarrenal primitivo tiende a aparecer como
masas complejas de densidad variable, aunque puede presentarse, como
es nuestro caso, con una densidad homogénea.
Morfológicamente, el tipo más común descrito es el de células grandes
difuso, siendo el de células B más frecuente según técnicas inmunohistoquímicas8, estando el de células T descrito sólo en tres casos.
Presumiblemente el linfoma suprarrenal primario se origina en el tejido
hematopoyético inherente a la glándula suprarrenal. El tratamiento de esta
neoplasia es similar al utilizado para otros tipos de linfomas, incluyendo
CHOP (ciclofosfamida, vincristina, doxurubicina, prednisona), CVP
(ciclofosfamida, vincristina y prednisona) y MACOM-B (añadiendo
metrotrexate y bleomicina) con éxito variable. La radioterapia parece ineficaz y la cirugía es poco útil.
La mayoría de los pacientes murieron a consecuencia del tumor o por enfermedades intercurrentes dentro del primer año después del diagnóstico, pero
han sido descritas remisiones totales y parciales con el tratamiento e incluso
un paciente se encuentra en remisión cuatro años después del diagnóstico6.
Son necesarios la descripción de nuevos casos y mayor experiencia en el tratamiento para desarrollar unos mejores abordajes que obtengan una mayor
eficacia.
29
Figura 1. RM fase vascular tardía, corte coronal, masas suprarrenales
bilaterales.
Figura 2. RM en T2, corte coronal, masas suprarrenales bilaterales.
30
Figura 3. Biopsia masa suprarrenal, inmunohistoquimia CD 20 +, inmunohistoquimia para linfocitos B.
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4. HIPONATREMIA EN PACIENTE CON
HIPOPITUITARISMO
Dra. A. Jimeno García; Dr. J. C. Ferrer García
Sección de Endocrinología,. Servicio de Medicina Interna
Consorcio Hospital General Universitario de Valencia
Caso clinico
Varón de 37 años que ingresa en nuestro Hospital tras presentar cuatro episodios de crisis tónico-clónicas generalizadas con estupor postcrítico prolongado.
Antecedentes personales
A los 10 años consulta por retraso de crecimiento, presentando en ese
momento un peso de 20.500 kg y una talla de 111.5 cm. (inferiores al
percentil 3). Su talla diana era de 169 cm. El análisis hormonal reveló
los siguientes resultados: TSH 1.3 mcU/ml, T4 total 2.5 mcg/dl, T3 263
ng/dl, Cortisol basal 8 mcg/dl; a las 20 h, 6 mcg/dl. La Radiografía de
la mano mostró una edad ósea de 3 años y 6 meses. Sometido el paciente a un test de estimulación con L-dopa1 se recogieron los siguientes
datos:
GH (mU/mL)
Basal
45´
60´
90´
120´
2.2
1.8
1.9
2
2.4
33
Una vez realizado este estudio, el paciente es diagnosticado de déficit de
Hormona de Crecimiento, por lo que inicia tratamiento sustitutivo con
dicha hormona (se desconoce dosis).
Desconocemos con exactitud lo ocurrido durante los ocho años siguientes
debido a que el paciente fue asistido en otros hospitales y no hemos podido disponer de los informes médicos emitidos durante este periodo de
tiempo. Según refiere el paciente, a los 14 años inició tratamiento con lT4 a dosis de 100 mcg al día; a los 18 años se le retiró el tratamiento con
GH; a los 24 años –ante la ausencia de caracteres sexuales secundarioscomenzaron a administrarle Testosterona intramuscular, 250 mg cada tres
semanas.
A los 28 años el paciente es ingresado en la U.C.I. por hiponatremia (Na
123 mmol/l) con encefalopatía metabólica y edema cerebral. Su recuperación se complicó con un episodio de mielinolisis pontina2. El estudio hormonal realizado durante este ingreso fue el siguiente: TSH 0.09 mU/l, T3
1.3 ng/dl, T4 11.34 ng/dl, Cortisol basal 8.34 mcg/dl, FSH 2.6 mUI/ml,
LH 0.5 mUI/ml, Testosterona total 2.5 ng/ml. Con el diagnóstico de panhipopituitarismo inició tratamiento con Hidrocortisona 30 mgr/día. (20-010), Levotiroxina 100 mcg/día. (100-0-0) y Testosterona 250 mg IM/21
días3.
A partir de ese momento presenta crisis convulsivas tónico-clónicas generalizadas que motivan múltiples ingresos hospitalarios, con frecuencia en
el contexto de hiponatremias –habitualmente severas-. El paciente inicia
tratamiento con fármacos antiepilépticos con distintos regímenes terapéuticos, a pesar de lo cual no experimenta mejoría clínica: Fenitoína 300
mg/día (100-100-100), Lamotrigina 250 mg/día (100-50-100),
Carbamacepina 800 mg/día (200-200-200), Fenobarbital (por
Lamotrigina) 100mg/día (50-0-50)4. Persisten ingresos muy frecuentes de
similares características durante los últimos 7-8 años.
Hasta este momento no existen el la historia clínica datos de hipotensión,
ni de hiperpotasemia, pese a lo cual, a los 30 años en un ingreso por hiponatremia realizado en otro Hospital el paciente es diagnosticado de insuficiencia suprarrenal primaria, iniciando tratamiento con fludrocortisona a
dosis de 0.1 mg/día5.
A la edad de 31 años se detectó osteopenia de columna y de cadera, e inicia tratamiento con Carbonato cálcico 3000 mg/día (1500-0-1500)6 y
Colecalciferol 800UI /día (400-0-400)7.
34
Exploración física
El paciente está consciente y orientado, normocoloreado y normohidratado; con buen estado general y una distribución de vello facial, axilar y
pubiano normal. Apirético. TA 100/60. Peso 61.0 Kg. Talla 164.5 cm.
IMC 22.68. Impedanciometría: masa grasa 14.6 kg (23.7%); masa magra
47.1 Kg. El examen neurológico, la auscultación cardiopulmonar y la
exploración abdominal no muestran hallazgos de interés.
Pruebas complementarias
HEMOGRAMA: dentro de la normalidad.
BIOQUÍMICA: Na 121 mmol/l, osmolaridad plasmática 269 mOsm/kg.
Resto normal.
COAGULACIÓN BÁSICA: normal.
NIVELES DE ANTIEPILÉPTICOS: dentro del rango terapéutico.
ORINA:
Na urinario 50 mmol/L
osmolaridad urinaria 115 mOsm/kg.
MANTOUX: negativo.
H. TIROIDEAS: TSH 0.02 mU/ml, T4L 1.29 ng/dl.
PRL BASAL 17.9 ng/ml.
TESTOSTERONA 1.65 ng/ml, DHEA-S 0.01 mcg/ml.
GH 0.22 mU/l. IGF-1 < 2 pg/ml.
CLU 84 µg/24h. ACTH < 5 pg/ml.
ARP 15.6 ng/ml/h (2-5) y Aldosterona < 11 pg/ml (90-345).
Test de ACTH (8)
tiempos
basal
30´
60´
CORTISOL (µg/dl)
0.58
0.8
0.26
DMO ÓSEA: osteopenia en cuello de fémur y columna lumbar
IRM HIPOFISARIA: glándula hipofisaria de pequeño tamaño, estando
ocupada la mayor parte de la región selar por líquido cefalorraquídeo. No
se aprecia imagen del tallo hipofisario. Señal hiperintensa en la región del
infundíbulo, compatible con neurohipófisis ectópica así como con trastorno del transporte de la liberación de hormonas del hipotálamo al lóbulo
neural.
TAC ABDOMINAL: calcificación de ambas glándulas suprarrenales. Las
causas más frecuentes de calcificación de suprarrenales se representan en
la tabla 1.
35
Tabla 1
CAUSAS MÁS FRECUENTES DE CALCIFICACIÓN SUPRARRENAL
Tuberculosis.
Hemorragia suprarrenal bilateral: heparina, traumatismos severos, sepsis,etc…
Enfermedades por depósito: amiloidosis, sarcoidosis.
Actitud diagnóstica
Nos encontramos ante un paciente que presenta una hiponatremia asociada a una osmolaridad plasmática disminuida y una osmolaridad urinaria
superior a 100 mOsm/Kg. El volumen extracelular es normal. Estos datos
nos obligan a plantearnos el diagnóstico diferencial entre hipotiroidismo,
déficit de glucocorticoides y SIADH. Consideramos que la función tiroidea está bien sustituida en base a los resultados de los análisis, por lo que
aumentamos la dosis de Hidrocortisona a 60 mg/día pensando en una
posible interacción con los fármacos anticomiciales. El paciente presenta
una nueva crisis, con un sodio plasmático en ese momento de 124 mmol/L
y un CLU de 198 mg/24 h. En segundo lugar elevamos la cantidad de
Fludrocortisona hasta 0.2 mg/día sin lograr mejoría clínico-analítica.
El algoritmo diagnóstico de la hiponatremia se representa en la figura 1.
Nos plantemos la posibilidad de un SIADH teniendo en cuenta los
siguientes resultados analíticos:
Osm (p) 265 mOsm/l
Osm (u) 130 mOsm/l
Na (u) 89 mmol/l
Na (p) 123 mmol/l
El diagnóstico de SIADH 10 se representa en la tabla 2.
Tabla 2.
CRITERIOS DIAGNÓSTICOS DE SIADH
FUNDAMENTALES:
Hiponatremia con Osm (p) < 270 mOsmol/Kg
Osm (u) inapropiada > 100 mOsmol/Kg.
Na (u) >40 mmol/l, con ingesta de agua y sal normales
Paciente normovolémico.
Descartar hipotiroidismo y déficit de glucocorticoides.
SUPLEMENTARIOS:
Prueba de sobrecarga acuosa anormal.
Niveles de ADH plasmática inapropiadamente altos.
36
Figura 1. Diagnóstico diferencial de la hiponatremia9
HIPONATREMIA
Determinación de Osm. (p)
Hiponatremia hipotónica
Pseudohiponatremia
Osm (p) disminuída
Osm (p) normal:
Hiperlipidemia
Hiperproteinemia
Osm (p) elevada:
Hiperglucemia
Manitol o glicerol
Determinación de la Osm (u)
Osm (u)
>100 mOsm/Kg
Osm (u)<100
Polidipsia
Alter. osmostato
EVALUACIÓN CLÍNICA DEL VEC
ELEVADO
BAJO
VPE ↓
VPE ↑
Na (u) <20
Na (u) >20
P. Extrarrenal
– GI
– Tercer espacio
– Vómitos
– Quemados
Na(u )<20 mEq/l Na(u)>20mEq/l
P. Renal
– ICC
– IR
NORMAL
– Diuréticos
– Cirrosis hepática
– Déficit de MC
– Sdme nefrótico
– Nefrop. Instert
“pierde sal”
– Hipotiroidismo
– Diuresis osmótica
– Défitic de GC
– ATR tipo II
– SIADH
Osm(p): osmolaridad plasmática; Osm(u): osmolaridad urinaria; VEC: volumen extracelular; VEP:
volumen plasmático efectivo; GI: gastrointestinales; MC: mineralcorticoides; IR: insuficiencia
renal; ICC: insuficiencia cardíaca congestiva; SIADH: síndrome de secreción inadecuada de ADH.
37
Tabla 3. Realización del test de sobrecarga hídrica11
TEST DE SOBRECARGA HÍDRICA
Se administra agua al enfermo: 20 ml/Kg a beber en 30 minutos
Extracción de sangre cada 30´ durante 2 h, y otra a las 4 horas, determinando ADH,
Osmolaridad, Na, K, Glucosa y Urea.
Orina cada 2 horas para determinar volumen, Osmolaridad y urea.
INTERPRETACIÓN:
A las 4 horas eliminación de agua > 80% y ADH infradosificable
A las 5 horas eliminación de agua 90%
Ante el elevado riesgo de presentar crisis comiciales secundarias a hiponatremia en nuestro paciente, no consideramos indicada la realización del
test de sobrecarga hídrica. Realizamos un TEST DE RESTRICCIÓN
HÍDRICA con una finalidad diagnóstica y terapéutica: aportamos 700 ml
de agua cada 24 horas, obteniendo los siguientes resultados a las 48 horas:
Osm (p) 299 mOsm/l.
Na (p) 137 mmol/l.
Pérdida de 2 Kg de peso.
Con estos resultados se confirma SIADH. Las causas más frecuentes de
SIADH se representan en la tabla 4.
Diagnósticos
PANHIPOPITUITARISMO
INSUFICIENCIA SUPRARRENAL PRIMARIA
SIADH
EPILEPSIA POR ENCEFALOPATÍA METABÓLICA
Tabla 4.
CAUSAS DE SIADH
NEOPLASIAS: carcinoma broncogénico, gastroduodenal, páncreas, vejiga,...
NEUROLÓGICAS: meningitis, abscesos, encefalitis, tumores, TCE, ACV, epilepsia...
PULMONARES: neumonías, aspergilosis, asma, TBC, abscesos, neumotórax,
FQ,...
FÁRMACOS: vasopresina y análogos, oxitocina, clorpropamida, clofibrato, haloperidol, carbamacepina, barbitúricos,...
OTRAS: LES, dolor, enfermedades psiquiátricas...
38
Tratamiento
RESTRICCIÓN HÍDRICA
HIDROCORTISONA 20 mg al día. (10-5-5)
FLUDROCORTISONA 0.1 mg al día.
LEVOTIROXINA 200 mcg. al día.
TESTOSTERONA PARCHES 5 mg al día.
FENITOÍNA 300 mg al día. (100-100-100)
CARBAMACEPINA 600 mg al día. (200-200-200)
FENOBARBITAL 100 mg. al día.(50-0-50)
CARBONATO CÁLCICO Y COLECALCIFEROL.
Evolución
Tras instaurar tratamiento del SIADH con restricción hídrica, las cifras de
sodio se han mantenido dentro de la normalidad y el paciente no ha presentado nuevas crisis epilépticas generalizadas. Persisten no obstante los
síntomas epilépticos en forma de ausencias, pero con menor frecuencia.
Actualmente el paciente está pendiente de iniciar tratamiento sustitutivo
con GH.
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40
5. MACROPROLACTINOMA E HIPOPITUITARISMO:
RESISTENCIA A DIVERSAS OPCIONES
TERAPÉUTICAS
Pilar Cubells
Servicio de Endocrinología, Hospital Universitario Dr. Peset
Introducción
Los prolactinomas son los adenomas hipofisarios secretores más frecuentes, con una incidencia de 6 por 100000 hab/año1.
Las manifestaciones clínicas derivadas de la hiperprolactinemia son alteraciones menstruales y/o galactorrea e infertilidad en mujeres premenopáusicas, así como disminución de la líbido, impotencia e infertilidad en
varones (la galactorrea es infrecuente). En mujeres postmenopáusicas los
prolactinomas dan síntomas sólo cuando son lo suficientemente grandes
como para provocar síntomas derivados de la compresión, como cefalea o
alteraciones visuales.
El aumento de la concentración plasmática de prolactina y la demostración radiológica de un tumor hipofisario sugieren el diagnóstico de prolactinoma, no requiriéndose para su diagnóstico pruebas de estímulo o frenado de la prolactina (PRL). Los niveles de prolactina se correlacionan
con el tamaño tumoral.
41
El tratamiento de elección de los prolactinomas (independientemente de
su tamaño) es el tratamiento médico con agonistas dopaminérgicos, siendo rara la falta de respuesta.
Presentamos el caso de una paciente que fue diagnosticada de macroprolactinoma y que presentó respuesta inicial al tratamiento médico y aparición de resistencia al mismo tres años después. Así mismo, tras recidivar
después del tratamiento quirúrgico y presentar respuesta inicial a la radioterapia, recidivó a los dieciocho meses.
Caso clínico
Paciente mujer de 61 años con antecedentes de hipertensión arterial y
dislipemia en tratamiento farmacológico, que fue estudiada por
Neurología por presentar cefalea hemicraneal izquierda más ptosis palpebral derecha de 3 meses de evolución; se le practicó RM cerebral
objetivándose adenoma hipofisario de 2 cm que invadía seno cavernoso derecho (figura 1). Ante este hallazgo, la paciente fue remitida al
servicio de Endocrinología donde se realizó determinación basal de
hormonas hipofisarias y periféricas con los siguientes resultados: prolactina 951 ng/ml, FSH 1 mU/ml, LH <0.1 mU/ml, estradiol <18 pg/ml,
GH 0.1 ng/ml, ACTH 15 pg/ml, cortisol 7 µg/dl, TSH 1.6 µU/ml, T4L
1 ng/dl. En la prueba de triple estímulo practicada para valorar la reserva hipofisaria se observó respuesta plana de la prolactina tras el estímulo con TRH, respuesta de TSH al estímulo con TRH, ausencia de
respuesta de gonadotropinas al estímulo con GnRH y ausencia de respuesta de GH y cortisol tras estímulo con hipoglucemia insulínica
(tabla 1).
Tabla 1
CAUSAS MÁS FRECUENTES DE CALCIFICACIÓN SUPRARRENAL
Tuberculosis.
Hemorragia suprarrenal bilateral: heparina, traumatismos severos, sepsis,etc…
Enfermedades por depósito: amiloidosis, sarcoidosis.
Se realizó también campimetría objetivándose disminución del cuadrante
temporal superior derecho.
42
Figura 1. Macroadenoma hipofisario.
Figura 2. Disminución del tamaño tumoral tras tratamiento médico.
Ante los hallazgos previos, se diagnosticó a la paciente de macroprolactinoma hipofisario e hipopituitarismo parcial y se inició tratamiento con
cabergolina (2 mg/sem) y dexametasona (0.5 mg/día).
43
Figura 3. Recidiva del macroprolactinoma.
Figura 4. Recidiva del macroprolactinoma con hidrocefalia normotensiva.
44
A los cuatro meses del inicio del tratamiento y después de haber retirado
la dexametasona 48 horas previas, se realizó analítica de control donde se
observó disminución de las cifras de prolactina (128 ng/ml), aunque todavía sin alcanzar niveles de normoprolactinemia; las hormonas tiroideas
permanecían en el rango de la normalidad (TSH 1.92 µU/ml, T4L 1
ng/dl), persistía el hipogonadismo hipogonadotropo (FSH 1 mU/ml, LH
21 mU/ml) y llamaba la atención la recuperación del eje hipófiso-adrenal
(cortisol 22 µg/dl, ACTH 37 pg/ml). Además, en las pruebas de imagen se
observó una discreta disminución del tamaño tumoral. Dado que todavía
no se había alcanzado el nivel de normoprolactinemia, se aumentó la dosis
de cabergolina a 3 mg/semana y ante la recuperación del eje hipófisoadrenal, se retiró la dexametasona.
Dieciocho meses tras el diagnóstico, la paciente permanecía asintomática,
se había alcanzado la normoprolactinemia (PRL 8 ng/ml) y el prolactinoma había disminuido su tamaño, siendo su diámetro mayor de 1 cm (figura 2). Se mantuvo el tratamiento con 3 mg/semana de cabergolina, durante los seguimientos semestrales.
Tres años tras el diagnóstico (Junio 1999) la paciente refería de nuevo
cefalea, así como debilidad, astenia y anorexia importante. Se objetivó
aumento de los niveles de prolactina hasta 499 ng/ml y aumentó también
el tamaño del prolactinoma, alcanzando un diámetro mayor de 2 cm
(figura 3). Se sustituyó cabergolina por quinagolida 75 µg/12 h, sin
obtener respuesta. El estudio hormonal en estos momentos (al mes de la
sustitución de cabergolina por quinagolida) mostró TSH <0.05 µU/ml,
T4L 0.7 ng/dl, FSH 1 mU/ml, LH <0.1 mU/ml, GH 0.1 ng/ml, cortisol
1.3 µg/dl, ACTH <5 pg/ml. La funduscopia realizada no mostró alteraciones. Ante el diagnóstico de panhipopituitarismo, se pautó levotiroxina (100 µg/día) y dexametasona (0.5 mg/día). Ante la resistencia del
prolactinoma al tratamiento médico, se realizó hipofisectomía transesfenoidal con exéresis incompleta del tumor. Tras la cirugía, remitió la
cefalea y se normalizó la concentración plasmática de prolactina (5
ng/ml); sin embargo, presentó pérdida de visión bilateral, objetivándose
perdida de campo visual derecho y disminución importante del izquierdo, con atrofia óptica bilateral.
Quince meses tras la intervención quirúrgica (Enero 2001), la paciente
consultó de nuevo por cefalea. Analíticamente destacaba una concentración plasmática de prolactina de 760 ng/ml y la RM hipotálamo-hipofisaria mostró la imagen de un macroadenoma de 2.2 × 1.7 cm, con creci45
miento suprasellar. Se pautó de nuevo cabergolina (3 mg/sem) y la paciente recibió radioterapia externa hipotálamo-hipofisaria durante tres meses
(Marzo´01-Mayo´01). Tras la radioterapia permaneció asintomática y se
produjo una disminución lenta y gradual de los niveles de prolactina hasta
alcanzar, un año después de haber recibido la radioterapia, un valor de
83.9 ng/ml (se mantuvo el tratamiento con cabergolina: 3 mg/semana).
Sin embargo, a pesar de esta progresiva respuesta a la radioterapia, seis
meses después, la concentración de prolactina se elevó de nuevo hasta 820
ng/ml.
Unos días después de la extracción de esta última analítica, la paciente
acudió a urgencias por presentar desorientación, incontinencia urinaria y
trastornos de la marcha con caídas frecuentes. La exploración física mostraba una paciente somnolienta, aunque consciente y orientada, con buen
estado general, hemodinámicamente estable, apirética, con ausencia de
signos meníngeos, siendo anodino el resto de la exploración. Las determinaciones analíticas realizadas mostraron hemograma y hemostasia sin
alteraciones, glucemia plasmática 122 mg/dl, función renal conservada,
calcio 9.1 mg/dl, sodio 136 mEq/l, potasio 3.9 mEq/l, prolactina 1325
ng/ml, TSH <0.05 µU/ml, T4L 1.3 ng/dl. La TC cerebral realizada mostraba una masa compatible con adenoma hipofisario con signos de hidrocefalia normotensiva. Se realizó una RM hipotálamo-hipofisaria en la que
se objetivó una masa hipofisaria de 2.5 cm de diámetro mayor, con signos
de moderada hidrocefalia normotensiva comunicante (figura 4). Se practicó derivación ventrículo-peritoneal, observándose en la TC craneal postderivación disminución del tamaño ventricular. Diez días tras la derivación, la paciente presentó deterioro del nivel de conciencia progresivo
hasta producirse éxitus.
Discusión
La historia natural de los microprolactinomas muestra que el 95 % de los
mismos no aumentan de tamaño2. Por tanto, el tratamiento de los microprolactinomas estará indicado sólo cuando existan síntomas. Los macroprolactinomas requerirán tratamiento siempre .
El tratamiento inicial de primera elección de los prolactinomas, independientemente de su tamaño, son los agonistas dopaminérgicos, puesto que disminuyen los niveles de prolactina y el tamaño tumoral en la
mayoría de los casos. Cabergolina tiene una vida media de aproximadamente 65 horas y desde su introducción, ha sustituido a la bromo46
criptina como agonista dopaminérgico de primera elección; es más
efectiva y mejor tolerada que bromocriptina3. La concentración de prolactina disminuye en las primeras 2-3 semanas tras el inicio del tratamiento médico y siempre precede a la reducción del tamaño tumoral
(que puede detectarse mediante pruebas de imagen en las primeras 6
semanas tras el inicio del tratamiento, aunque en algunos pacientes no
se detecta hasta pasados 6 meses. Los principales efectos secundarios
de los agonistas dopaminérgicos son náuseas, hipotensión ortostática,
congestión nasal, fenómeno de Raynaud...
El tratamiento quirúrgico está indicado para aquellos casos en los que no
existe respuesta al tratamiento médico. En la mayoría de los macroprolactinomas la exéresis es incompleta y las tasas de recurrencia varían
según autores, entre 17-50 %.
El tratamiento con radioterapia se reserva para prevenir el aumento de
tamaño del tumor residual en un paciente con un gran macroprolactinoma
tras cirugía transesfenoidal. Su máximo efecto tarda años en alcanzarse.
Los efectos secundarios del tratamiento con radioterapia hipotálamohipofisaria incluyen náuseas, pérdida de gusto y olfato y en el 50 % de los
casos aparece hipopituitarismo4.
Respecto al caso clínico descrito, cabe destacar algunos aspectos interesantes.
En primer lugar, la respuesta inicial a cabergolina y aparición de resistencia a la misma tras tres años de tratamiento.
En segundo lugar, la falta de respuesta a quinagolida tras haber presentado resistencia a cabergolina. Está reconocido, ante la aparición de
resistencia a un agonista dopaminérgico, que la administración de otro
agonista puede ser efectiva. Algunos estudios muestran hasta 70 % de
respuesta a cabergolina en pacientes que no respondían a bromocriptina5.
Cabe destacar también la recurrencia del prolactinoma tras la cirugía transesfenoidal. Las tasas de recurrencia de los prolactinomas tras la cirugía
son relativamente altas, aunque varían según los estudios, desde 17 %6
hasta 50 %.
Por último, es interesante la respuesta inicial a la radioterapia con disminución paulatina de la concentración plasmática de prolactina en los doce
meses posteriores, aumentando de nuevo a los dieciocho meses.
47
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48
6. HIPOPOTASEMIA SIN HIPERTENSIÓN
J. Girbés
Sección Endocrinología y Nutrición
Unidad de Endocrinología. Hospital Arnau de Vilanova
Presentación del caso
Una mujer de 40 años fue remitida desde el Servicio de Medicina Interna
para estudio de hipokalemia en noviembre de 2002. La hipokalemia había
sido detectada en abril de 1999 por una analítica realizada cuando consultó por una epigastralgia.
No tenía diarrea, aumento del número de deposiciones, vómitos, pérdida
de peso, ni se había sometido a ningún tratamiento.
Antecedentes personales:
Gastritis con cierta frecuencia, que habían ido a menos en los últimos
años.
Delgada desde la infancia.
Tratada con GH de cadáver en la infancia por talla baja.
Antecedentes familiares: Sus padres HTA y DM tipo 2.
49
Exploración clínica:
Peso: 47 Kg.
dos/min.
Talla: 153 cm. IMC: 20.1 Kg/m2. TA: 120/70. Fc: 72 lati-
Exploración por aparatos dentro de los límites de la normalidad
Exploraciones complementarias aportadas:
ECG reciente: normal.
K: 2.7 mEq/l (abril 1999), 2.7 mEq/l (abril 2001).
Orina: Na 90 mEq/l, K 34 mEq/l, Vol.: 1560 ml/24h.
ACTH: 23 pg/ml, cortisol 18 µg/dl, TSH, PRL, FSH, LH normales.
Aldosterona: 135 pg/ml, ARP: 15.8 ng/ml/h.
Ultima Bioquímica hemática: Na 139 mEq/l, K 3.7 mEq/l, Ca 9.9 mg/dl,
Mg 1.2 mg/dl.
TAC suprarrenal (julio 2001): Normal.
Exploraciones solicitadas:
– Bioquímica hemática completa: Na, K, Cl, Ca, P, Mg.
– Osmolalidad del suero.
– Gasometría venosa.
– Orina: Na, K, Cl, Ca, Mg, osmolalidad.
Resultados obtenidos:
– Sangre:
j Na 138 mEq/l, K 3 mEq/l, Ca 8.6 mg/dl, fósforo 2.9 mg/dl, Mg
1.1 mg/dl (N: 1.8-2.5)
j Osmolalidad 294 mOsm/kg
j Gasometrías:
mEq/l.
pH 7.45, HCO3 30.3 mEq/l; pH 7.49, HCO3 27.9
– Orina: Volumen 1.3 litros/24 horas, Na 150 mEq/l, K 53.2 mEq/l, Cl
150 mEq/l, Ca 1.6 mg/dl, fósforo 33.1 mg/dl, Mg 74 mg/24h,
Osmolalidad 546 mOsm/kg.
50
Diagnóstico
La tabla 1 muestra, de forma muy resumida, las causas de hipopotasemia1.
La figura 1 ilustra el algoritmo diagnóstico seguido para el diagnóstico de
la hipopotasemia en este caso2.
Tabla 1
CAUSAS MÁS FRECUENTES DE CALCIFICACIÓN SUPRARRENAL
Tuberculosis.
Hemorragia suprarrenal bilateral: heparina, traumatismos severos, sepsis,etc…
Enfermedades por depósito: amiloidosis, sarcoidosis.
Hemos de tener en cuenta que la excreción renal de K es de 40 a 120
mEq/día, en condiciones normales, pero que ésta variará según la ingesta.
Si la causa de la hipopotasemia es extrarrenal el K en orina será <25
mEq/día. En general es preferible utilizar K en orina de 24 horas que la
concentración de K en orina, ya que diuresis bajas o altas pueden confundirnos en la interpretación de la excreción de K en 24 horas1.
El llamado gradiente transtubular de K nos permite valorar la secreción de
K en el túbulo colector cortical renal. Por ser la concentración de K peritubular similar a la plasmática y por no reabsorberse solutos a partir de
dicho punto, disponiendo de la concentración de K y la osmolalidad en
sangre y orina, la fórmula siguiente nos da el gradiente transtubular de K
(GTTK)3:
GTTK =
[K]U × Osm P
[K]P × Osm U
Si seguimos el algoritmo de la figura 1, la excreción de K de nuestra
paciente, de 90.1mEq/24h, el valor de GTTK de 9.55, la alcalosis metabólica y la ausencia de hipertensión nos lleva al conjunto de procesos que
incluyen algunas alteraciones tubulares como el síndrome de Bartter, los
vómitos, la hipomagnesemia y el abuso de diuréticos tiazídicos.
Habitualmente se utiliza la concentración urinaria de Na para valorar la
hipovolemia, siendo, en general, una concentración de Na en orina <25
51
mEq/l, indicativa de hipovolemia. En caso de alcalosis metabólica es preferible utilizar la concentración de cloruro en orina, que no se afecta por
dicha circunstancia4.
Figura 1. Diagnóstico diferencial de la hiponatremia9
HIPONATREMIA
Determinación de Osm. (p)
Hiponatremia hipotónica
Pseudohiponatremia
Osm (p) disminuída
Osm (p) normal:
Hiperlipidemia
Hiperproteinemia
Osm (p) elevada:
Hiperglucemia
Manitol o glicerol
Determinación de la Osm (u)
Osm (u)
>100 mOsm/Kg
Osm (u)<100
Polidipsia
Alter. osmostato
EVALUACIÓN CLÍNICA DEL VEC
ELEVADO
BAJO
VPE ↓
VPE ↑
Na (u) <20
Na (u) >20
P. Extrarrenal
– GI
– Tercer espacio
– Vómitos
– Quemados
Na(u )<20 mEq/l Na(u)>20mEq/l
P. Renal
– ICC
– IR
NORMAL
– Diuréticos
– Cirrosis hepática
– Déficit de MC
– Sdme nefrótico
– Nefrop. Instert
“pierde sal”
– Hipotiroidismo
– Diuresis osmótica
– Défitic de GC
– ATR tipo II
– SIADH
Osm(p): osmolaridad plasmática; Osm(u): osmolaridad urinaria; VEC: volumen extracelular; VEP:
volumen plasmático efectivo; GI: gastrointestinales; MC: mineralcorticoides; IR: insuficiencia
renal; ICC: insuficiencia cardíaca congestiva; SIADH: síndrome de secreción inadecuada de ADH.
52
El cloro en orina en nuestra paciente era de 150 mEq/l, y la concentración
de Mg en sangre era baja, con una excreción de magnesio elevada, de 74
mg/24h. En caso de hipomagnesemia esperaríamos una excreción inferior
a 12 mg/día. La tabla 2 y la tabla 3 nos muestran que únicamente son compatibles con nuestros hallazgos los síndromes de Gitelman y Bartter. La
única diferencia entre ambos síndromes, en las manifestaciones clínico
analíticas es la excreción de Ca en orina, observándose hipocalciuria en el
S. de Gitelman e hipercalciuria en el Bartter2,6-8. En nuestra paciente la
excreción de Ca en orina era de 21 mg/día, lo que nos lleva al diagnóstico de Síndrome de Gitelman.
Diagnóstico: Síndrome de Gitelman.
Tabla 2.
CRITERIOS DIAGNÓSTICOS DE SIADH
FUNDAMENTALES:
Hiponatremia con Osm (p) < 270 mOsmol/Kg
Osm (u) inapropiada > 100 mOsmol/Kg.
Na (u) >40 mmol/l, con ingesta de agua y sal normales
Paciente normovolémico.
Descartar hipotiroidismo y déficit de glucocorticoides
Tabla 3. Realización del test de sobrecarga hídrica11
TEST DE SOBRECARGA HÍDRICA
Se administra agua al enfermo: 20 ml/Kg a beber en 30 minutos
Extracción de sangre cada 30´ durante 2 h, y otra a las 4 horas, determinando ADH,
Osmolaridad, Na, K, Glucosa y Urea.
Orina cada 2 horas para determinar volumen, Osmolaridad y urea.
INTERPRETACIÓN:
A las 4 horas eliminación de agua > 80% y ADH infradosificable
A las 5 horas eliminación de agua 90%
Síndrome de Gitelman
Fue descrito en 1966 por Gitelman, como una variante benigna del clásico S. de Bartter, caracterizado por: hipokalemia, hipomagnesemia, alcalosis metabólica, hipocalciuria, hiperaldosteronismo hiperreninémico y tensión arterial normal9.
Se debe a una mutación en los genes codificadores del cotransportador de
Na-Cl sensible a tiazidas del túbulo distal. En general la herencia es auto53
sómica recesiva, aunque se han descrito formas dominantes. Presentan
aumento de la secreción de prostaglandinas vasodilatadoras (PGE, prostaciclina)7,10.
Suele diagnosticarse en infancia tardía o edad adulta, pueden tener tetania
o ser descubiertos accidentalmente por las alteraciones analíticas. Se ha
descrito con frecuencia talla baja (y niveles disminuidos de IGF-1). Otros
síntomas: debilidad, estreñimiento.
Como tratamiento se utilizan inhibidores de prostaglandinas y diuréticos
ahorradores de potasio. Se han utilizado IECAS, pero con frecuencia producen hipotensión los primeros días, por lo que hay que empezar con
dosis bajas. También se utilizan suplementos de potasio y magnesio. Es
preferible usar cloruro o lactato magnésico, y evitar el sulfato de magnesio, porque el sulfato se comporta como anión no reabsorbible y aumentará la excreción de K1,11.
Nuestra paciente fue tratada con cloruro potásico, lactato de magnesio y
espironolactona, teniendo en la última analítica un K de 3.6. La IGF-1 era
de 152 ng/ml. Sigue asintomática.
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7. TRATAMIENTO Y SEGUIMIENTO DEL CÁNCER
DIFERENCIADO DE TIROIDES
Dr. A. M. Hernández
S. de Endocrinología. Hospital. Universitario. Virgen de Arrixaca. Murcia
1. Incidencia
El cáncer diferenciado de tiroides (CDT) constituye la más frecuente de
las neoplasias endocrinas, suponiendo una incidencia anual, según las
series, de entre 30 y 80/casos/ millón habitantes/año. Aunque el pronóstico es bueno ya que está entre el 80 y el 90% a los 10 años, la alta tasa de
prevalencia nos indica la importancia de tener protocolizado tanto el tratamiento como el seguimiento de la considerable población a la que afecta.
2. Objetivos del tratamiento y seguimento
Con el tratamiento buscaremos la curación radical de la enfermedad
con la erradicación del tumor y su posible extensión local. Con el
seguimiento veremos si hemos conseguido este objetivo. Para ello se
detectarán las posibles recidivas en los primeros años y las metástasis
durante toda la vida. Si éstas aparecieran, el tratamiento también se
extenderá a ellas.
57
3. Tratamiento
A) Tratamiento quirúrgico:
Hoy día se debe basar en la tiroidectomía total y el vaciamiento ganglionar.
– Tiroidectomía total:
La recomendación de hacer una tiroidectomía total o “casi” total se basa
en la evidencia de que se trata de tumores con gran tendencia a la multifocalidad y la bilateralidad. Asimismo esta práctica quirúrgica, en manos
expertas, tiene una baja morbilidad y facilita el tratamiento posterior con
yodo radioactivo (I 131). En aquellas ocasiones en las que el etiquetaje
inicial de benignidad de la lesión ha hecho que se practique una lobectomía, ésta se completará con la tiroidectomía en dos tiempos.
– Vaciamiento ganglionar:
– En los papilares: Compartimiento central (paratraqueal,paraesofágico) aún sin afectación y revisión del resto. Algunos lo extienden a
los ipsilaterales supraclavicular e inferior yugulocarotídeas.
– En los foliculares: Compartimiento central si se palpan o diagnóstico operatorio seguro.
– Siempre en los palpables independientemente del tipo.
– ¿Hay razones para el vaciamiento ganglionar rutinario en los papilares?:
En primer lugar la existencia de metástasis en el 35-60% de los casos y
que en el 80% éstas ocurren en el compartimiento central. En segundo
lugar la certeza de que la extensión de la enfermedad ocurre desde el inicio,lo que facilitará el tratamiento seguimiento y por último que es el
mejor método para tratar las metástasis ganglionares.
Queda por confirmar en estudios a la larga que esto suponga una mejor
tasa de supervivencia y menor recurrencia.
B) Tratamiento con I 131:
1. Objetivos:
– Destruir todos los restos tiroideos con sus posibles carcinomas
microscópicos.
58
– Permitir la realización de un rastreo postdosis, muy sensible para
detectar el carcinoma persistente.
– Facilitar el seguimiento aumentando la sensibilidad de los rastreos
posteriores con I 131 y Tiroglobulina (Tg).
2. Pauta:
Entre las 2-6 semanas después de la cirugía se realiza un rastreo con 25 mCi y según la captación que obtengamos se da una dosis ablativa de
50-100 mCu (si son pocos restos a nivel de lecho tiroideo), 150 mCu (si
hay focos que sugieren adenopatías) o 200 mCu (si hay focos a distancia
sugestivos de metástasis). Esta dosis ablativa de I 131 se dará al paciente con dieta baja en yodo, sin tomar tratamiento sustitutivo o suspendiendo éste unas 6 semanas antes y sustituyendo la tiroxina (T4 l) por triyodotironina (T3) que también se suspenderá dos semanas antes, de
forma que cuando reciba la dosis se encuentre en hipotiroidismo (TSH >
30).
C) Tratamiento sustitutivo con hormonas tiroideas:
Se dará a dosis supresivas, con el fin de mantener la TSH frenada (0.1 o
menos) y las cifras de T4 l y T3 en rango superior de la normalidad. Con
esta pauta no se han demostrado efectos negativos sobre corazón o riñón
y sí una menor incidencia de recidivas y metástasis.
4. Seguimiento
Métodos de seguimiento:
1. Palpación cuello: Obligatoria en todas las revisiones. En el caso de
detectar nódulos o adenopatías,hacer ecografía de cuello y/o punción
(PAAF).
2. RX de tórax: No de rutina, sólo para confirmar metástasis pulmonares.
3. Determinación de tiroglobulina: Medida fundamental en el seguimiento del CDT, siendo el mejor indicador de su pronóstico ya que la presencia de una cifra elevada tras cirugía y I 131 indica persistencia o
recurrencia de la enfermedad. Por el contrario si es indetectable indica
remisión en el 99 % de casos. El mejor método para su determinación
es el IRMA: ya que detecta niveles inferiores 1 ng/ml.
4. Rastreo corporal con I131: Se efectúa a los 3 días de dar una dosis de
59
2-5 mCi, estando el paciente en situación de hipotiroidismo. O bien
utilizando la TSH recombinante (r-TSH). Esta última técnica es eficaz,
evita las molestias hipotiroidismo y evita el riesgo de crecimiento de
los restos tumorales por exposición a la TSH. Es una técnica cara y no
comercializada por ahora en nuestro país.
5. Otros estudios de imagen:
Cuando exista la evidencia de recurrencia o metástasis clínica, con
aumento de la Tg y sin captación con I 131 pueden emplearse:
– TAC y RMN: para detectar metástasis en cuello, pulmón o huesos.
– Gammagrafías con Sestamibi,Tecnecio,Talio u Octeótrido: Buena sensibilidad.
– PET: Con resultados iniciales buenos. Falta experiencia y seguimiento.
A) Protocolos de seguimiento:
Aunque hay bastante variabilidad, todos se basan en la determinación de
Tg y los rastreos con I 131,tras la tiroidectomía y ablación de restos. En
una clasificación artificial podríamos hablar de:
– Protocolo clásico o habitual: En el que a todos los pacientes se les hace
el mismo seguimiento.
– Protocolo que valora la existencia de factores de riesgo pronósticos
(FR+). Se consideran factores pronósticos de riesgo en el carcinoma
papilar de tiroides:
– Edad <16 y > 45 años.
– Tumor mayor 3 cm.
– Extensión extracapsular.
– Células altas, columnares, esclerosis difusa.
– Metástasis.
– Protocolo que utiliza la r-TSH.
1. Protocolo clásico:
Con variaciones, usado por la mayor parte escuelas europeas y americanas. Al no valorar los factores pronósticos de riesgo, todos los pacientes
tienen igual seguimiento y como sabemos que el 80% de los casos que60
dan curados con el tratamiento inicial tiene como principales inconvenientes un bajo rendimiento diagnóstico y una cierta incomodidad y
aumento de dosis acumulativa de radiación para el paciente, al que se le
somete a repetidos y en muchos casos innecesarios rastreos.
En esquema la secuencia de acciones es:
– Tiroidectomía y ablación con I 131.
– Medición trimestral de Tg, T4l, TSH.
– Cada 6-12 meses, Rastreo (2-5 mCi).
– Si es positivo: Nueva dosis de I 131.
– Si es negativo y la Tg elevada: Localizar el tumor por otros métodos.
– Si es negativo y la Tg negativa: Tg, T4l,TSH cada 6 meses.
– Rastreo anual hasta que 2 sean negativos o cada 5 años. Luego Tg anual
y rastreo sólo si se ésta eleva.
2. Protocolo según los factores de riesgo:
– Cirugía y ablación.
– Medición trimestral de Tg, T4l,TSH.
– Rastreo a los 6-12 meses y:
– Si es positivo: Nueva dosis I131.
– Si es negativo y la Tg <1: Se determina la Tg anualmente y sólo
se hacen rastreos si hay FR +.
– Si es negativo, y la Tg está entre 1-10: Tg anual y rastreo cada
año o más según la evolución.
– Si es negativo y la Tg es mayor de 10: Dosis de 100 mCi y rastreo a los 7 días.
3. Protocolo con r-TSH:
– Cirugía y ablación.
– Cada 3 meses determinación de TSH,T4l,Tg.
– Cada 6-12 determinar la Tg tras r-TSH. Y si:
61
– Tg indetectable o detectable pero en el límite inferior de los valores de cada centro: Revisión anual.
– Tg detectable y superior al límite del centro: Suspender T4 y rastreo con 100 mCi.
5. ¿Qué hacemos hoy dia en nuestra practica habitual?
Actualmente en nuestra práctica diaria solemos hacer:
A) En cuanto al tratamiento:
– Tiroidectomía total. Y vaciamiento central y/o funcional ipsilateral si
hay algo anormal en la exploración quirúrgica.
– Ablación con I131.
B) En cuanto al seguimiento:
– Protocolo clásico.
6. ¿Cuáles son las tendencias y recomendaciones de los
principales consensos y escuelas?
Como son el de la American Thyroid Association o lo aportado en Europa
por Martin Schlumberger o Furio Pacini:
A) En cuanto al tratamiento:
– Tiroidectomía total y vaciamiento ganglionar central de rutina, al
menos en los papilares y siempre si hay evidencia en exploración quirúrgica.
– Ablación precoz con I 131.
B) En cuento al seguimiento:
– Lo fundamental son los niveles de Tg basales periódicos y anualmente
en situación de hipotiroidismo o si es posible tras r-TSH.
– Eventualmente rastreos con I 131, sobre todo en los casos de sospecha
de recidiva o existencia de factores pronósticos de riesgo.
62
8. TRATAMIENTO Y SEGUIMIENTO DE LAS
HIPERLIPEMIAS PRIMARIAS RESISTENTES A
ESTATINAS. INDICACIONES DE LA LDL-AFÉRESIS
Dra Cristina Arbona Castaño
Banco de Sangre, Servicio de Hematología y Oncología Médica
Hospital Clínico Universitario de Valencia
La hipercolesterolemia es un factor de riesgo para la enfermedad isquémica coronaria. La reducción de los niveles séricos del colesterol total
(CT) y del colesterol unido a lipoproteínas de baja densidad (LDL-C) se
considera fundamental para la prevención en el desarrollo y progresión de
la enfermedad cardiovascular (ECV) aterosclerótica.
Los lípidos son transportados por la sangre unidos a diferentes proteínas.
La apolipoproteina B (apo-B), porción proteica de algunas lipoproteínas,
y sus productos de degradación, constituyen los elementos aterogénicos.
La apo-B tiene su mayor concentración en las LDL-C, y en menores cantidades en las lipoproteínas de muy baja densidad (VLDL-C), mientras
que esta ausente en las lipoproteínas de alta densidad (HDL-C).
La hipercolesterolemia familiar (HF) es una enfermedad autosómica
dominante que puede estar causada por un gran número de mutaciones en
el gen del receptor de las LDL localizado sobre el cromosoma 19q13.
Estas mutaciones pueden ocasionar desde la ausencia total de síntesis del
receptor hasta alteraciones funcionales del mismo. La forma homocigota
de la enfermedad (1: >1 millón personas) se caracteriza por el desarrollo
63
prematuro de ateroesclerosis y aparición de la cardiopatía isquémica (CI)
antes de los 20 años. El control de los niveles de CT con el tratamiento
farmacológico no es suficiente y la única forma de curación consiste en el
trasplante hepático. La HF heterocigoto es, sin embargo, menos grave
aunque muy frecuente (1:500 personas) y también presenta un alto riesgo
de enfermedad cardiovascular. El diagnóstico definitivo de estas entidades
debe ser genético (análisis de Southern blot para los grandes reordenamientos o técnicas de PCR del promotor o de los 18 exones de gen rLDL
para mutaciones puntiformes).
Otras formas de dislipemia grave son originadas por otros defectos genéticos menos frecuentes: déficit familiar del ligando de la apo-B, la sitosterolemia o la hipercolesterolemia autosómica recesiva, y los aumentos de
la lipoproteína a (Lp(a)) que también desarrollan enfermedad aterosclerótica precoz.
El tratamiento de la HF consiste en modificaciones dietéticas, consiguiendo estas cuando se aplican solas, una reducción media del 15 % en
los niveles basales de LDL-C, y el tratamiento hipolipemiante farmacológico: inhibidores de la HMG-CoA reductasa (estatinas), resinas y el ácido
nicotínico. Un nuevo fármaco, el Ezetimibe permite reducciones de hasta
un 40-60 % en los niveles de LDL-C cuando se asocia a estatinas y dieta.
Existe un subgrupo de pacientes con HF heterocigota que fallan en conseguir un control adecuado en los niveles de colesterol a pesar de llevar
un tratamiento dietético correcto y dosis máximas de tratamiento farmacológico. Varios factores pueden estar implicados en este subgrupo de
pacientes no respondedores o con baja respuesta como son: el tipo de
mutación del gen del rLDL (mutación nula con ausencia del receptor), la
asociación con obesidad, el sexo masculino, el fenotipo apoE (E4), otras
mutaciones, etc.
Por ello el tratamiento con métodos alternativos como la aféresis LDL
puede ser necesario para reducir a nivel seguro el LDL-C (<100 mg/dl) y
prevenir las complicaciones derivadas de la aterosclerosis.
Las indicaciones para la utilización de la aféresis LDL (siguiendo los criterios de la FDA) son las siguientes:
1. HF homocigoto
2. HF heterocigota que no responde al tratamiento o que presenta
intolerancia (dietético y farmacológico) y:
64
niveles de LDL-C >300 mg/dl con alto riesgo de CI
niveles de LDL-C >200 mg/dl en prevención secundaria
3. Defecto familiar de apo-B (homocigotos)
4. Lp(a) >60 mg/dl y ECV progresiva
Existen varios sistemas de aféresis-LDL que utilizan métodos diferentes.
En la mayoría de ellos es necesario separar primero el plasma de la sangre total para que de este las moléculas de LDL-C sean eliminadas específicamente y el plasma limpio de ellas le sea devuelto al paciente en un
sistema de flujo sanguíneo continuo. La frecuencia del procedimiento es
variada dependiendo de la respuesta obtenida, en la mayoría de los casos
de HF heterocigota suele ser quincenal, y en la HF homocigota la necesidad es semanal, y se considera que el tratamiento debe continuar de por
vida. El paciente debe tener para su realización, un correcto acceso venoso periférico doble (vía de entrada y salida). La cantidad de sangre a procesar por sesión es de 1,5 veces el volumen plasmático del paciente, por
lo que la duración de cada sesión varia entre las 2 y las 4 horas dependiendo del sexo, el peso y el flujo sanguíneo máximo tolerado. Todos los
métodos exigen la utilización de anticoagulación bien con heparina o con
citrato sódico (ACD-A).
Los diferentes métodos de LDL-aféresis existentes para su aplicación clínica son:
– Inmunoabsorción: que realiza una eliminación selectiva de las moléculas de LDL utilizando anticuerpos anti-ApoB. Consiste en un separador automático que utiliza dos columnas con un gel de sefarosa cargada con anticuerpos de oveja anti-apoB100 policlonales por las que pasa
de forma continua el plasma separado del paciente. Las columnas son
regeneradas con glicina y lavadas con suero salino, para liberar las
moléculas de LDL absorbidas. Cada paciente tiene dos columnas que
sirven para más de 50 sesiones, y que son almacenadas a 4ºC con solución ácida sódica para su conservación entre los tratamientos.
– Absorción celulosa-dextrano: las partículas de sulfato dextrano unidas a la celulosa absorben la apo-B cargada positivamente, por lo que
eliminan moléculas de LDL y VLDL del plasma previamente separado.
Las columnas en este caso son eliminadas tras cada tratamiento.
– Precipitación con heparina extracorpórea (HELP): con esta técnica
las partículas que contienen apo B son precipitadas por la heparina al
65
estar en un medio ácido y dicho precipitado es eliminado mediante filtración. Se añade al plasma bicarbonato para restaurar el pH antes de
ser devuelto al paciente.
– Adsorción directa por hemoperfusión: este sistema es el único que no
precisa la separación previa del plasma, utilizado un gel de poliacrilamida de tamaño especial que deja pasar los hematíes y las plaquetas
pero que retiene las moléculas de LDL-C, VLDL-C y Lp(a). Como
inconveniente, su escasa capacidad, 480 ml, que es insuficiente para
pacientes homocigotos y heterocigotos graves.
Cualquiera de ellos no está exento de posibles complicaciones, las más
frecuentes suele ser: síntomas derivados de hipovolemia, ya que la mayoría son pacientes con CI con muy mala tolerancia a volúmenes extracorpóreo bajos (200-250 ml), hipocalcemia o hemorragia por el anticoagulante, trombosis por la implantación de catéteres, fenómenos de hipersensibilidad (a la heparina, a la celulosa,..), reacciones pseudo-anafilácticas
graves en pacientes que toman inhibidores de la ECA y usan el método de
adsorcion celulosa-dextrano o de hemoperfusión.
Los resultados beneficiosos de la aféresis-LDL han sido comprobados
en varios ensayos randomizados multicéntricos y prospectivos, y pueden demostrarse a nivel analítico con las modificaciones del metabolismo lipídico y a nivel clínico con la regresión de la enfermedad cardiovascular.
Cualquiera de los cuatro métodos utilizados produce una reducción
importante de los niveles de colesterol total que oscila entre el 50 y 60%
sobre las cifras pre-aféresis, descensos del 60-70 % del LDL-C y mayor
del 40% de la Lp(a), sin práctica modificación de los niveles de HDLC, por lo que mejora el índice aterogénico (proporción LDL/HDL). No
se producen otras modificaciones importantes y mantenidas de las proteínas plasmáticas: albúmina, inmunoglobulinas ni factores de la coagulación, salvo descensos del fibrinógeno (60 %) cuando se usa el método
HELP.
En los pacientes con HF homocigoto tratados durante más de 15 años con
aféresis-LDL se demuestra una regresión en los xantomas y del arco corneal.
La mayoría de los estudios demuestran también que con el tratamiento
prologado (>3 años) de aféresis, existe una disminución en la incidencia
de eventos coronarios. En la mayoría de los pacientes se demuestra la
66
ausencia de progresión de la ECV e incluso en un porcentaje (15-20%)
de los mismos hay una mejoría en los síntomas: disminución de la frecuencia e intensidad del angor. Además, el estudio L-CAPS, comparativo entre un grupo de pacientes con estatinas y otro con estatinas mas
aféresis, en el que las lesiones son medidas mediante angiografía, observa diferencias estadísticamente significativas (<0,001) en la luz arterial
antes y después del tratamiento, con un porcentaje mayor en la regresión
o no cambio de las lesiones arteriales en el grupo de aféresis, a pesar de
que el seguimiento no es excesivamente prolongado (2,3 años). Sin
embargo no existen estudios prospectivos y randomizados que demuestren este efecto.
Por lo tanto, podemos concluir que la aféresis-LDL es un tratamiento
seguro y eficaz para la reducción de los niveles de LDL-C mejorando el
pronóstico de los pacientes con HF homocigota cuando se inicia a edades
tempranas y que es importante para la prevención de la progresión de la
ECV en pacientes con la forma heterocigota de la enfermedad que son
refractarios al tratamiento convencional. El inconveniente fundamental es
el precio del procedimiento, por lo que este debe quedar restringido a
estos dos supuestos.
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9. DIAGNÓSTICO DE RESISTENCIA A LA INSULINA Y
SÍNDROME METABÓLICO
Dra. Eva Solá Izquierdo
Sección de Endocrinología y Nutrición
Hospital Universitario Doctor Peset de Valencia
La resistencia a la insulina se podría definir como una situación en la
que no se produce una respuesta normal a la insulina, lo que se traduce
en una disminución de la capacidad de la misma para ejercer sus acciones biológicas en los tejidos diana (músculo, hígado y tejido adiposo).
Por tanto, se precisa un hiperinsulinismo para llegar a una respuesta normal. La resistencia a la insulina se asocia a hipertensión arterial, dislipemia característica (aumento de triglicéridos y partículas VLDL, descenso de partículas HDL, y partículas LDL pequeñas y densas), alteraciones del metabolismo hidrocarbonado y diabetes mellitus, hipercoagulabilidad, obesidad, etc. Es por ello que un paciente con resistencia a
la insulina es un paciente de alto riesgo para desarrollar arteriosclerosis.
Dada la importancia de la resistencia a la insulina en el desarrollo de
arteriosclerosis y de diabetes mellitus tipo 2, debemos ser capaces de
saber valorarla, no sólo en investigación sino en la práctica clínica diaria, para detectar a los pacientes de riesgo.
No se dispone en la actualidad de una definición universalmente aceptada
del síndrome metabólico. Tanto la OMS como el Grupo Europeo para el
Estudio de la Resistencia a la Insulina (EGIR) como el National
69
Cholesterol Education Program (NCEP ATP-III) han desarrollado diferentes criterios diagnósticos del síndrome metabólico:
– Criterios de la OMS (1999): define el síndrome metabólico como la
presencia de diabetes mellitus tipo 2, intolerancia a la glucosa, o resistencia a la insulina junto con 2 o más de los siguientes:
o HTA (presión arterial ≥ 140/90 mmHg)
o Dislipemia: hipertrigliceridemia (TG ≥ 150 mg/dL) o descenso
de c-HDL (c-HDL < 35 mg/dL en hombres y < 39 mg/dL en
mujeres)
o Obesidad central o visceral
o Microalbuminuria (albuminuria ≥ 20 mg/min o albúmina/creatinina > 30 mg/g)
– El grupo EGIR (Grupo Europeo para el Estudio de la Resistencia
a la Insulina, 2002) define el síndrome metabólico como la presencia
de resistencia a la insulina o hiperinsulinismo basal > p75, y 2 o más de
los siguientes:
o Hiperglucemia (glucemia basal ≥ 110 mg/dL, pero no en rango
diabético)
o HTA (presión arterial ≥ 140/90 mmHg o estar con tratamiento
antihipertensivo)
o Dislipemia: TG ≥ 180 mg/dL o c-HDL < 40 mg/dL
o Obesidad central: cintura > 94 cm en hombres y 80 cm en mujeres o IMC > 30 kg/m2
– El National Cholesterol Education Program (Adult Treatment
Panel III) no incluye la presencia de resistencia a la insulina para la
definición de síndrome metabólico. Identifica el síndrome metabólico
mediante la presencia de al menos tres de las siguientes alteraciones:
o Obesidad abdominal, definida por una circunferencia de la cintura en hombres mayor de 102 cm y en mujeres de 88 cm. Ciertos
pacientes varones pueden presentar múltiples factores de riesgo
cardiovascular con aumentos sólo mínimos del perímetro de la
cintura (94 a 102 cm).
o Triglicéridos ≥ 150 mg/dL (1,7 mmol/L)
70
o HDL colesterol < 40 mg/dL (1 mmol/L) en hombres y < 50
mg/dL (1,3 mmol/L) en mujeres
o Presión arterial ≥ 130/85 mmHg
o Glucemia basal ≥ 110 mg/dL (6,1 mmol/L)
De la misma forma que no se dispone de una definición universal para el
síndrome metabólico, tampoco disponemos en la actualidad una expresión
numérica universal clínicamente útil que defina la resistencia a la insulina. Existen múltiples métodos de determinación de la misma, que se pueden clasificar en función de la dificultad para su realización en métodos
para muestras reducidas y métodos para muestras grandes.
Los métodos para muestras reducidas son el clamp euglucémico hiperinsulinémico, la prueba de tolerancia iv a la glucosa con análisis mediante
modelo mínimo, y la prueba de supresión de insulina.
El método de investigación más extensamente aceptado es el clamp euglucémico hiperinsulinémico1, considerado el patrón oro o de referencia para
la medición in vivo de la sensibilidad a la insulina.
Se infunde una cantidad de insulina previamente estipulada a un ritmo
constante hasta mantener niveles suprabasales. Se monitoriza cada 5
minutos la glucemia y se infunde una cantidad variable de glucosa hasta
mantener la glucemia casi constante en un nivel basal prefijado de antemano (estado estacionario: “steady state”). Cuando las glucemias caen
bajo el nivel fijado, se aumenta el ritmo de perfusión de glucosa y viceversa. El promedio de glucosa infundida al sujeto en los últimos 20 minutos de la prueba, una vez alcanzado el estado estacionario, es el valor M,
que es un índice de la acción de la insulina sobre el metabolismo hidrocarbonado, y por tanto representa la sensibilidad a la insulina. Cuanto más
glucosa por unidad de tiempo haya que administrar al paciente, más sensible a la insulina es, y de la misma manera el paciente con resistencia a
la insulina requiere mucha menos glucosa para mantener los niveles de
glucemia basales.
Los valores normales de M oscilan, según los autores, entre 2 y 10
mg/kg/min, o entre 4,2 y 12,7 mg/kg/min. El índice de sensibilidad a la
insulina obtenido del clamp es el resultado de dividir el valor M por el
cociente entre las cifras de glucemia en el estado estacionario (mg/dL) y
la diferencia entre la insulinemia basal y la insulinemia del estado estacionario (µU/mL).
71
Las muestras de vena se extraen de sangre venosa o de sangre arterializada (colocando la mano en caja caliente para que la sangre no circule por
los capilares sino por las comunicaciones arteriovenosas). Además, puede
combinarse con un trazador de glucosa y calorimetría indirecta, para
cuantificar las distintas contribuciones de músculo e hígado a la sensibilidad corporal total a la insulina.
La ventaja de este test es que evita la interferencia de las hormonas contrarreguladoras (adrenalina, glucagón), de la secreción endógena de insulina. Como inconvenientes, se encuentran el hecho de que no reproduce
las condiciones fisiológicas: la perfusión de insulina es constante (no
refleja las variaciones continuas de la secreción endógena), y se administra la misma periféricamente, lo que tampoco es fiel reflejo de lo que ocurre en el organismo. Por otra parte, se necesitan varias dosis de insulina
para cubrir todo el espectro de la resistencia a la insulina, y para cada
dosis se debe lograr el estado estacionario de la glucemia. Es por tanto una
prueba muy compleja y cara, por lo que su uso está limitado a estudios de
investigación con un número pequeño de sujetos. Es considerado el patrón
de referencia de los métodos que cuantifican la sensibilidad a la insulina
in vivo.
En un intento de encontrar un método más práctico de medición de la
resistencia a la insulina que pudiera ser aplicado a poblaciones más
amplias, se desarrolló el modelo mínimo del metabolismo de la glucosa2.
Esta prueba se basa precisamente en la respuesta fisiológica a la infusión
rápida de glucosa, que es una situación dinámica que aporta mucha información.
Se administra un bolo intravenoso de glucosa (0,3g/kg de peso) de forma
rápida, y se obtienen múltiples muestras de sangre tras el mismo, para
observar la desaparición de la glucosa en función de la insulinemia.
Ocasionalmente se pueden utilizan otras maniobras como la administración de tolbutamida para incrementar la respuesta de la insulina (300-500
mg). El ordenador obtiene a partir de estos datos el índice Sg, que es un
índice de la eficacia de la glucosa, y el índice Si, que es un índice de sensibilidad a la insulina.
Este método es el más comparable al clamp euglucémico hiperinsulinémico,
por lo que es muy utilizado en investigación. Presenta en general una muy
buena correlación con el clamp principalmente en sujetos no diabéticos, aunque sus resultados son más variables que los obtenidos con el clamp. El test
72
es más simple que el clamp, y proporciona información tanto acerca de la
acción de la insulina como acerca de su secreción. Sin embargo, en sujetos
diabéticos, la liberación inmediata de insulina en respuesta a la glucosa está
disminuída, por lo que es menos recomendable su empleo. Aunque el método es accesible a mayor número de científicos que el clamp, sigue sin ser
adecuado para la práctica clínica diaria, pues sigue siendo complejo, largo y
caro. Se precisan 3 basales y 28 extracciones posteriores.
Estos métodos son los que mejor determinan la resistencia a la insulina,
pero presentan estos tres inconvenientes: son complejos, prolongados y
caros, por lo cual sólo se consideran adecuados en investigación cuando
se estudian muestras reducidas. Se necesita un método simple, preciso y
reproducible para la práctica clínica diaria.
Para analizar muestras más grandes, se dispone de otros métodos, que son
los siguientes: la insulinemia basal, el método HOMA, el método
CIGMA, el test de tolerancia oral a la glucosa, el índice QUICKI, etc.
La cuantificación de la insulinemia en ayunas es el método más sencillo,
pero también el menos válido para el diagnóstico de resistencia a la insulina, debido a varias razones. Por una parte, existe un solapamiento considerable entre los valores de insulinemia en ayunas entre los sujetos
sanos y los sujetos con resistencia a la insulina. Otro problema es la falta
de estandarización del método de laboratorio: las diferentes técnicas varían fundamentalmente en su capacidad de presentar reacción cruzada con
proinsulina y proinsulinoides. No es válido en pacientes con diabetes
mellitus puesto que en ellos las concentraciones plasmáticas de insulina
ya no reflejan únicamente la resistencia a la insulina, sino que dependen
también del grado de hiperglucemia y de fallo de la célula β; no es válido
ni siquiera en fallos mínimos de la célula β. Se suele utilizar como punto
de corte el valor de 16 µU/mL, aunque esta cifra tampoco está universalmente aceptada como indicadora de resistencia a la insulina.
El método HOMA3 enfatiza más el papel del hígado que otros métodos:
explora esencialmente la habilidad de la insulina para inhibir la producción hepática de glucosa. El método consiste en hallar la media de tres
determinaciones de glucemia e insulinemia extraídas a intervalos de 5
minutos, tras una noche de ayuno. Se introducen estos datos en normogramas en los que a cada par de valores de glucemia e insulinemia le
corresponden otro par de valores de resistencia a la insulina y de % de
funcionamiento de la célula beta.
73
I 0 ’ (µU / mL) × G 0 ’ ( mmol / L)
22, 5
20 × I 0 ’ (µU / mL)
% función de célula β =
G 0 ’ ( mmol / L) – 3, 5
IR
=
Si la glucemia está en mg/dL, se debe multiplicar por 0,05551 o dividir
por 18 para obtener su valor en mmol/L. Cuanto mayor sea el valor obtenido, mayor resistencia insulínica presenta el paciente. Los valores corte
para el diagnóstico de insulinresistencia por HOMA varían entre los distintos estudios entre 3,34 y 3,85.
El inconveniente de este método es su imprecisión, pues los resultados
dependen mucho del método de laboratorio utilizado para la medición de
insulina. Pueden afectarse por el estrés o el ejercicio, por lo que las mediciones siempre deben realizarse en condiciones basales. Además, puede
afectarse por la pulsatilidad en la secreción de insulina, por lo que se debe
medir la insulina plasmática en varias ocasiones a lo largo de 15 minutos.
Incluso así, el elevado coeficiente de variación de la medida de insulinresistencia por HOMA en diferentes días (10-30 %) hace que su uso se limite en muestras pequeñas (n < 50). Es más preciso en las personas con niveles de glucemia casi normales, siendo menos eficaz en pacientes con diabetes tipo 2 establecida.
Aunque la imprecisión limita la utilidad práctica del cálculo de insulinresistencia mediante HOMA en una muestra aislada, las correlaciones significativas que se encuentran al comparar la insulinresistencia obtenida
por HOMA con el gold standard (clamp), y su sencillez, respaldan su utilización. En efecto, el modelo encuentra correlaciones muy buenas con el
clamp euglucémico: r = 0,826 – 0,887.
El TTOG8 es un método ampliamente utilizado, que inicialmente se desarrolló para clasificar la tolerancia a la glucosa de los pacientes. Puesto que
la glucemia y la respuesta de insulina en este test reflejan la capacidad de
las células β para segregar insulina y la sensibilidad de los tejidos a la
insulina, también es un método muy utilizado para valorar la resistencia a
la insulina.
Las cifras de insulinemia más utilizadas para diagnóstico de hiperinsulinismo son 16 µU/mL en la basal y 62 o 63 µU/mL en la medición a
los 120 minutos. La sensibilidad a la insulina se ha calculado mediante
distintas fórmulas a partir de las glucemias e insulinemias obtenidas
74
durante la prueba: se han utilizado el producto del área bajo la curva de
glucemia y del área bajo la curva de insulinemia, una estimación de la
captación de glucosa dividido por el logaritmo de la insulinemia, el
ratio glucosa/insulina, obteniéndose mejores correlaciones con el producto glucemia × insulinemia (cuanto más bajo es, mayor sensibilidad
a la insulina).
La medición de la resistencia a la insulina mediante el método QUICKI9
ha sido descrita recientemente, obteniéndose buenas correlaciones con el
clamp. Se han demostrado correlaciones del 0,78 con el clamp, mayor que
el HOMA y mayor incluso que el modelo mínimo, pues también era válido para sujetos diabéticos. De la misma forma que el HOMA, no es válido para determinar la insulintesistencia en pacientes ancianos con diabetes tipo 2 mal controlada. Por tanto, en este tipo de pacientes, debería utilizarse otro índice de evaluación de la insulinresistencia diferente del
HOMA y del QUICKI.
IR
=
1
log I 0 ’ (µU / mL) + log G 0 ’ ( mg / dL)
Como conclusión, los métodos tienen todos una buena correlación puesto
que parten de hipótesis similares. El más preciso es el clamp euglucémico hiperinsulinémico, puesto que parte de una glucemia fija. Se requiere
asumir otras hipótesis para el modelo mínimo (las respuestas fisiológicas
a una inyección de glucosa son más complejas) o el HOMA (considera
sólo medidas basales). De entre los métodos indirectos, el HOMA es el
más validado por el momento, aunque el QUICKI resulta prometedor. El
TTOG también es un test muy práctico, pero se requiere que las cifras se
validen con más estudios. La elección de uno u otro métodos no se debe
basar en la validez de los métodos puesto que todos son válidos, sino que
se debe basar en los objetivos y en el diseño del estudio, fundamentalmente el número de pacientes.
Bibliografia
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76
10. TRATAMIENTO DE LA DM TIPO 2 EN
EL SÍNDROME METABÓLICO
“Crónica de una muerte anunciada”
Dr. Miguel Civera Andrés
Unitat de Diabetes,. Hospital Lluís Alcanyís de Xàtiva (Valencia)
1. Introducción
El Síndrome Metabólico está constituido por un complejo grupo de alteraciones metabólicas y vasculares cuyo nexo de unión es la resistencia
insulínica (RI). La Diabetes Mellitus (DM) tipo 2 forma parte de este síndrome y puede ser considerada como una situación patológica heterogénea, causada por la combinación de RI y disfunción de la célula beta pancreática.
La existencia de genes “ahorradores”, la presencia de obesidad abdominal, el consumo de dietas ricas en grasas saturadas e hidratos de carbono
simples y los hábitos de vida sedentarios, entre otros factores, predisponen a la RI. Esta alteración metabólica produce una disminución de la
captación de glucosa por el músculo esquelético y el tejido graso y un
aumento de la neoglucogénesis hepática, lo que conllevará una situación
de hiperglucemia, todo ello asociado a un incremento en la lipólisis con
aumento del aflujo de ácidos grasos libres hacia el hígado. La asociación
de gluco y lipotoxicidad ocasionaran el daño y disfunción de la célula beta
(Figura 1).
77
El tratamiento de la DM tipo 2, en el contexto del Síndrome Metabólico
deber ir orientado a conseguir los siguientes objetivos:
– Reducción de la RI.
– Prevención del fallo de la célula beta.
– Corrección de las alteraciones metabólicas acompañantes: HTA,
dislipemia, hipercoagulabilidad, disfunción endotelial...
Los pilares en los que se basa dicho tratamiento son:
– Cambios en el estilo de vida:
– Dieta con limitación de los hidratos de carbono simples y las
grasas saturadas.
– Incremento de la actividad física.
– Tratamiento farmacológico: la mayoría de consensos admiten el
siguiente esquema terapéutico farmacológico1.
DM tipo 2 + OBESIDAD
METFORMINA
Insulina nocturna
Sulfonilureas o Metiglinidas o (–) Glucosidasas
¿3ºFÁRMACO?
Sin embargo, en diferentes estudios, entre los que cabe destacar el
UKPDS 342, observamos que el deterioro del control glucémico es progresivo e inexorable independientemente del tipo de fármaco utilizado.
De hecho, a los 3 años del inicio de tratamiento con Metformina menos
del 45% de pacientes mantenían una HbA1c <7 % (Figura 2). Ante esta
realidad debemos plantearnos la siguiente cuestión: ¿Cuál es la causa del
progresivo deterioro metabólico?.
La respuesta, en parte, nos viene dada en uno de los subestudios del
UKPDS3. En dicho trabajo, orientado a conocer el grado de control meta78
bólico a los 6 años de inicio del tratamiento farmacológico, podemos
observar que la sensibilidad a la insulina medida por HOMA (homeostasis model assesment) se mantiene estable a los 6 años, independientemente del tratamiento con sulfonilureas o biguanidas. Por el contrario, la
función de la célula beta, tras una mejoría inicial, va declinando progresivamente a partir del 1º año de inicio del tratamiento farmacológico (“una
muerte anunciada”) (Figura 3).
Con todo lo expuesto hasta ahora podemos extraer las siguientes conclusiones:
– Los esquemas terapéuticos actuales no impiden el deterioro del
control glucémico.
– Debemos buscar estrategias que actúen directamente sobre la RI
y la preservación de la función de la célula beta.
A lo largo de la siguiente ponencia plantearé posibles estrategias que nos
ayuden a enlentecer dicho deterioro metabólico.
2. Estrategias terapéuticas: nuevos fármacos
2.1. Las tiazolidinadionas
Una opción para alcanzar los objetivos mencionados es la utilización de
nuevos fármacos, como son las Tiazolidinadionas (TZD), agonistas de los
receptores activados g del proliferador de peroxisomas (PPAR γ), que
inducen la transcripción de genes implicados en el metabolismo glucolipídico y en la diferenciación de los adipocitos (Figura 4).
Respecto al mecanismo de acción de dichos fármacos y sus diferencias
respecto a metformina, he considerado interesante mostrar unas gráficas extraídas del trabajo de Inzucchi et al4 (Figura 5). Como podemos
apreciar metformina actúa, fundamentalmente, disminuyendo la neoglucogénesis hepática, sin embargo, troglitazona (1ª TZD comercializada, que fue retirada por hepatotoxicidad) disminuye la RI, sobre todo,
nivel periférico.
Otra de los mecanismos por el cual las TZD pueden mejorar el control
glucémico es por su efecto sobre la funcionalidad de la célula beta. En
diferentes estudios observamos un incremento en la actividad de dichas
79
células, medido por HOMA, tras tratamiento con rosiglitazona5 o con pioglitazona6 (Figura 6). Incluso en modelos animales (ratas diabéticas obesas) se ha observado un incremento en la cantidad de células beta tras el
tratamiento con estos fármacos7.
Estos efectos hacen prever que con la utilización de estos fármacos se
enlentezca el deterioro del control metabólico.
2.2. Orlistat y sibutramina
Otra opción terapéutica es el tratamiento intensivo encaminado a la
reducción ponderal. Sin embargo, el fracaso a largo plazo de los programas de pérdida de peso conlleva una auténtica desmoralización de
los pacientes y del personal sanitario. Este sentimiento de frustración
hace que no se dediquen los esfuerzos necesarios a este aspecto tan
importante en el tratamiento de la DM tipo 2 en el Síndrome
Metabólico. Desde hace unos años disponemos de fármacos (Orlistat
y Sibutramina), cuya eficacia en el tratamiento de la obesidad a largo
plazo podríamos calificar de moderada, pero que suponen una nueva
alternativa, sobre todo si tenemos en cuenta que pequeñas pérdidas
ponderales se acompañan de gran mejoría en el control metabólico.
En la Figura 7 observamos una tabla comparativa de los estudios más
importantes realizados con Orlistat8 y Sibutramina9 en cuanto a su
repercusión sobre el control glucémico en pacientes diabéticos obesos.
3. Consideraciones finales
Con todo lo expuesto anteriormente podemos extraer las siguientes consideraciones:
– Es necesario un tratamiento precoz y agresivo de la DM tipo 2.
– Con la utilización de nuevos fármacos (TZD), sobre todo en estadios
iniciales de la enfermedad, probablemente, se obtenga un enlentecimiento del deterioro metabólico.
– No debemos olvidar la importancia del tratamiento del sobrepeso y la
obesidad y recurrir a la utilización de fármacos (Orlistat y Sibutramina)
cuando sea necesario.
80
Figuras
Figura 1
Figura 2
81
Figura 3
Figura 4
82
Figura 5
Figura 6
83
Figura 7
Bibliografia
1
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84
11. CASO CLINICO: SINDROME DE CUSHING Y
ADENOMAS SUPRARRENALES BILATERALES
Dr. Santiago García Torres
Sección de Endocrinología y Nutrición
Hospital Universitario Doctor Peset de Valencia
Caso clínico
Motivo de consulta:
– Estudio de síndrome de Cushing (SC)
Antecedentes personales:
– No alergias a fármacos.
– Fumadora de 20-30 cigarrillos/día.
– No hábito enólico.
– HTA diagnosticada en agosto 2000 sin tratamiento.
– No DM. No dislipemia.
– No antecedentes cardiopulmonares.
– Obesidad grado I.
– Síndrome depresivo en tto farmacológico desde hace 3 años.
85
– Infertilidad en estudio por ginecología: Menarquia a los 14 años,
ciclos regulares; nuligesta. No toma anticonceptivos orales.
– Administrativa. Vida sedentaria.
– Tratamiento habitual: paroxetina.
Antecedentes familiares:
– Padres y hermanos sanos.
Enfermedad actual:
Mujer de 41 años remitida desde endocrinólogo de zona para estudio de
SC:
– Inicialmente consulta Endocrinólogo de zona por: infertilidad y
aumento de prolactina (49 mg/dl)
– Clínicamente llama la atención la obesidad troncular con facies
redondeada, HTA, aumento de peso (en los últimos 5 años 20
kg), la fragilidad capilar y la debilidad muscular en cintura pelviana.
– EC: cortisol basal 18 µg/dl, CLU 1102 µg/24h, FSH 32 U/l, LH:
14 U/l, estradiol: 55 pg/ml, PRL: 33 ng/ml, T4L: 0.8 ng/ml, TSH:
0.97 mU/l
– Ante estos hallazgos se remite al hospital para completar estudio.
Datos clínicos sugestivos de síndrome de Cushing:
– Debilidad muscular en cintura pelviana.
– Fragilidad capilar (facilidad para producirse hematomas)
– Síndrome depresivo.
– HTA (160/100 mmHg)
– Infertilidad.
Exploración física:
– Consciente y orientada, buen aspecto general, eupneica en reposo.
– Peso: 83 kg, Talla: 161cm, IMC: 32 kg/m2. Cintura 94cm.
– Obesidad androide.
86
– Facies redondeada y capilares visibles en mejillas.
– Grasa a nivel de huecos supraclaviculares y en la parte posterior
del cuello (giba de búfalo).
– AC: tonos rítmicos.
– AP: murmullo vesicular conservado.
– Abdomen: blando, globuloso, depresible no doloroso, no masas
ni megalias.
– MMII: livedo reticularis con algún hematoma. Pulsos pedios presentes y simétricos.
Sospecha diagnostica:
– Síndrome de Cushing.
Exploraciones complementarias:
– BQ: glu: 75 mg/dl, urea: 33 mg/dl, creatinina.0.8 mg/dl, ac úrico:
5.2 mg/dl, CT: 163 mg/dl, TG:110 mg/dl, HDL: 38 mg/dl, LDL:
103 mg/dl, GOT: 16 mg/dl, GPT:25 mg/dl, GGT:22 mg/dl,
FA:154 mg/dl, proteínas:6.0 mg/dl, Ca:9.1 mg/dl, Na:140 mg/dl,
K:4.5 mg/dl
– Hemost: INR: 0.9, fibrinógeno: 351
– Hemogr: HB: 14.2, HTO: 41.3, VCM: 100, HCM: 34.5, L. 11900
(L: 22.9 %, PMN:70%, eosin: 0.5 %), plaq: 282000
– ECG: RS 60 lpm sin alteraciones de repolarización.
– Basal (4/5): cortisol: 9.5 µg/dl ACTH: <5 pg/ml
– Ritmo (4/5): Cortisol 23h: 11.6 µg/dl ACTH <5 pg/ml
– DXM débil (0.5/6h/2d) (5 al 7/5): Post: cortisol: 11 µg/dl ACTH
<5 pg/ml CLU: 220 µg/24h (2000cc)
– Basal (8/5): cortisol: 10 µg/dl ACTH <5 pg/ml CLU: 185.6
µg/24h (1600cc)
Impresión diagnostica:
SINDROME DE CUSHING ACTH INDEPENDIENTE.
– CLU: 1102, 185,6, 220.
– Ruptura del ritmo de cortisol.
87
– Ausencia de frenación débil con DXM.
– ACTH frenada.
Diagnóstico etiológico: (estudios de imagen)
– TAC suprarrenales con contraste iv:
o Lesiones en ambas glándulas suprarrenales: derecha 4 cm e
izquierda de 7 cm de diámetro máximo, con densidad homogénea y bordes bien definidos.
o Lesiones con medidas de atenuación de –5 a –7 unidades de
Hounsfield. Dichas unidades objetivan la presencia de componente graso por lo que pueden corresponder a adenomas
adrenales.
o No se objetivan otras alteraciones.
Diagnostico diferencial:
– Adenomas suprarrenales bilaterales productores de cortisol.
– Adenoma suprarrenal izquierdo productor de cortisol más incidentaloma suprarrenal derecho.
– RM abdominal.
88
– Gammagrafía suprarrenal con yodo colesterol (7/01):
o Imagen asimétrica, tanto en tamaño como en función.
o La suprarrenal izquierda es de mayor tamaño y con gran intensidad en la captación del trazador, que se manifiesta en la exploración a las 48 horas y aumento a las 72 horas.
o La glándula contralateral es de menor tamaño y muestra una
débil captación a las 48 horas y algo mayor a las 72 horas, pero
menos intensa.
o “Resultado compatible con adenoma izquierdo, y aunque
poco frecuente, podría estar asociado a hiperplasia contralateral”.
– RM abdominopélvica sin contrate (7/01):
89
o Se identifican 2 masas suprarrenales. Derecha de 4 cm e
izquierda de 7.5 cm, estando ambas en relación con adenomas
suprarrenales.
o Hallazgo accidental de 2 quistes hepáticos (segmentos 1 y 5)
Impresión diagnóstica:
SC ACTH INDEPENDIENTE CON ADENOMAS BILATERALES.
– Se comenta con la paciente la posibilidad de que ambos adenomas
suprarrenales produzcan cortisol, pero existe la posibilidad de que se
trate de un adenoma suprarrenal productor izquierdo y un adenoma
suprarrenal no secretor derecho.
– Teniendo en cuenta que la suprarrenalectomía unilateral evitaría el
tratamiento crónico sustitutivo con corticoides, de acuerdo con la
paciente se decide realizar inicialmente suprarrenalectomía izquierda por vía laparoscópica, asumiendo los riesgos de no curación (que
precisaría posteriormente una suprarrenalectomía derecha en un
segundo tiempo)
Evolución:
– Durante el estudio del diagnóstico etiológico se inicia tratamiento
sintomático para controlar la producción de cortisol y la clínica derivada del mismo, realizando ajustes en la dosis según la clínica y los
controles analíticos.
– Se inicia tto: ketoconazol 600 mg/día
(6/01)
Irbesartán 300 mg/día
– Clínica: Aumento de TA y peso, malestar general.
– Control función hepática y de niveles de cortisol para ajustar el tratamiento.
– Cortisol basal 16µg/dl, CLU: 93.8 µg/24h (1250cc)
– BQ: GOT: 30mg/dl, GPT: 59 mg/dl, GGT: 35 mg/dl, FA: 152 mg/dl,
BR: 0.31 mg/dl, Na: 145 mg/dl, K: 4.5 mg/dl (7/02)
– Tratamiento: ketoconazol 600 mg/d.
(7/01)
90
Añadimos al Irbesartán 12.5 mg/día de hidroclorotiazida.
– Tratamiento: Ketoconazol 600 mg/d (GOT: 20 mg/dl, GPT: 32
mg/dl, GGT:17 mg/dl)
(10/01) Añadimos al tto antihipertensivo Doxazosina 4 mg/día.
– Pendiente de intervención quirúrgica.
– Ingreso para suprarrenalectomía izquierda.
– 24/04/02: suprarrenalectomía izquierda vía laparoscópica sin complicaciones.
o 24/4: hidrocortisona 100 mg/8h en 250 cc SF en perfusión.
o 25/4: DXM: 2 mg/12h.
o 26/4: DXM: 1 mg/día vo
o 29/4: se suspende la DXM dada la estabilidad y el buen control
tensional y clínico (vigilamos la TA: si < 90/50 mmHg dar DXM
1 mg/día)
– Ingreso en ECR postcirugía para evaluar curación versus persistencia de la enfermedad.
o 2/5/2: supresión nocturna con 2 mg DXM ; Post: cortisol: 3.4
mcg/dl ACTH <5 pg/ml CLU: 57.8 mcg/24h (1700cc).
o 5/5/2: Ritmo de cortisol: cortisol 23h: 4.2 mcg/dl ACTH <5
pg/ml
o 6/5/2: CLU: 43 mcg/24h (1200cc)
o Días 3, 4, y 5 TA 90/60 mmHg (no tto antiHTA, K: 3.8-5 mg/dl)
o Anatomía Patológica: Adenoma suprarrenal izquierdo.
Estudio funcional tras la cirugía:
CLU: normal
Ritmo de secreción de cortisol conservado y supresión nocturna adecuada.
Al parecer curación del SC e insuficiencia suprarrenal transitoria postcirugía.
91
Plan:
– Alta con DXM 0.5 mg/día.
– Se mantiene DXM durante 3 meses, analítica 48 h sin tomar la
DXM y pasar a días alternos.
o Analítica (tras 48 sin DXM): cortisol basal 3 mcg/dl ACTH: 7
o Aún no se ha recuperado la suprarrenal derecha.
o Está tomando DXM 0.5 mg/d y Xenical® (separado en la toma
de la DXM)
o Se mantiene tto y control en 3 meses con analítica 48 h tras la
DXM y seguir tto hasta próxima visita (valorar recuperación del
eje)
– Noviembre 02: analítica tras 48 h sin DXM: cortisol 8h: 3.3 mcg/dl
ACTH <5 pg/ml. Aun no se ha recuperado la suprarrenal derecha.
Se pauta DXM 0.5 mg a días alternos.
– Enero 03: analítica tras 48 h sin DXM: cortisol 8h: 5.5 mcg/dl
ACTH 9.2 pg/ml CLU 17.5 mcg/24h. Clínicamente asintomática.
Mantenemos DXM 0.5 mg/48h. RM abdominal de control: adenoma suprarrenal derecho de 3.5 cm de diámetro y colección líquida
en el lecho quirúrgico de 6.5 cm.
92
Conclusión
– Síndrome de Cushing ACTH independiente por adenoma suprarrenal izquierdo con curación tras cirugía, presentando hasta el
momento insuficiencia suprarrenal secundaria.
– Adenoma suprarrenal derecho no secretor.
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93
12. MUJER DE 65 AÑOS CON DOLOR LUMBAR Y
EDEMAS EN MIEMBROS INFERIORES.
Dra. Mercedes Ferrer Gómez, Dra.Marta Arraez Monllor
Servicio de Endocrinología y Nutrición
Hospital Virgen de la Arrixaca. de Murcia
Caso clínico
Describimos el caso de una mujer de 65 años que consulta en Puerta de
Urgencias de nuestro hospital por edemas en miembros inferiores de tres
meses de evolución que se han hecho más acusados en las últimas dos
semanas. Estos se acompañan de dolor lumbar de carácter mecánico de 15
días de evolución.
Entre sus antecedentes personales destaca:
– DM etiquetada como tipo 2 y diagnosticada 15 días antes de la
consulta por cifras de glucemia capilar de 500 mg/dl, sin acidosis, cetonuria ni síntomas cardinales. Actualmente en tratamiento con glibenclamida (15 mg/día) y metformina (1700 mg/día).
– No hipertensión arterial ni dislipemias conocidas.
– Apendicectomizada en la infancia
– Menarquia a los 11 años, menopausia a los 40 años. Ciclos menstruales normales. G0A0V0.
95
El cuadro clínico que describe la paciente se caracteriza por los siguientes componentes:
– Edemas bilaterales y simétricos en extremidades inferiores, progresivamente crecientes, que en los últimos días tienden a generalizarse.
– Dolor lumbar mecánico, no irradiado, que no cede con analgesia
habitual y que dificulta la deambulación.
– Progresivo engrosamiento de cara y cuello.
– Astenia marcada.
En la exploración física destaca:
– Datos antropométricos: Peso 68,5 kg, talla 143 cm, IMC 33,5.
– TA: 190/100 (TAS/D elevada en repetidas tomas a
lo largo de los días).
– Facies redondeada, con
marcado edema palpebral.
Hirsutismo facial.
– Giba de búfalo.
– Distribución troncular de
la grasa.
– Aumento generalizado de
la pigmentación cutánea.
– Edemas bilaterales y simétricos, con fóvea, en extremidades inferiores hasta
raíz de muslos.
– Múltiples hematomas en
extremidades (que la
paciente
achacaba
a Figura 1.
pequeños traumatismos).
Datos analíticos:
– Bioquímica: Glucemia 350 mg/dl, urea 26 mg/dl, creatinina 0,7
mg/dl, albúmina 2,8 g/dl, calcio 8 mg/dl, fósforo 2,4 mg/dl, GOT
96
59 U/L, GPT 122 U/L, GGT 1177 U/L, LDH 1014 U/L, FA 648
U/L, amilasemia 84 U/L, Na 143 mEq/L, K 2,4 mEq/L, Cl 91
mEq/L.
– Gasometría venosa: pH 7,51, HCO3 40.
– Hemograma: Hemoglobina 12,6 g/dl, hematocrito 37 %, plaquetas 116.000, leucocitos 11.100 (10.000 neutrófilos, 500 linfocitos).
– Coagulación: normal.
Sospecha diagnóstica:
Analizadas todas las características del caso se llegó a la sospecha diagnóstica de Síndrome de Cushing por:
– Cambios morfotípicos: cara de luna llena, giba de búfalo, obesidad troncular, fragilidad cutánea, hirsutismo…
– Cambios hidroelectrolíticos: retención hídrica, alcalosis hipopotasémica.
– Neutrofilia con lifopenia
Destacó, por otra parte, la presencia de datos sugerentes de Sdme. De
Cushing por secreción ectópica de ACTH (hiperpigmentación cutánea,
alteraciones electrolíticas, hipertensión arterial).
Diagnóstico de Síndrome de Cushing:
Para llegar al diagnóstico del cuadro se realizaron determinaciones basales de ACTH y cortisol, así como un test de frenado débil y fuerte con
dexametasona. Los resultados se muestran en las siguientes tablas:
Cortisol
ACTH
Basales
Sangre:96 mcg/dl (9-26.1)
Orina:1550 ng/24 H. (11-90)
Ritmo: 91 mcg/dl
40 pg/ml (9-52)
Frenación débil
Sangre: 61.4 mcg/dl
Orina: >1000 ng/24 H
391 pg/ml
Frenación fuerte
Sangre: 85 mcg/dl
Orina: 1520 ng/24 H
365 pg/ml
97
Testost L
Basales
DHEAs
1.1 pg/ml(0.2- 104 mcg/100
3.2)
ml (35-430)
Androst
17OHPr
15.4ng/ml(0.41.8)
3.3 ng/ml(0.11.3)
F. débil
1.8 pg/ml
101 mcg/100 ml 16.4 ng/ml
3.2 ng/ml
F. fuerte
0.0 pg/ml
90 mcg/100 ml
5.1 ng/ml
17 ng/ml
Con los resultados obtenidos se confirmó el diagnóstico de Sdme. De
Cushing que parecía, por la ausencia de frenado de secreción de cortisol
con altas dosis de dexametasona, secundario a producción ectópica de
ACTH.
Se realizaron otras determinaciones analíticas para completar el estudio:
√ T4L 0.8 ng/dl, TSH 1.47 uUI/ml.
√ FSH 1.5 mUI/ml (25-139), LH <0.1 mUI/ml (7-65), estradiol 28
pg/ml (<46), progesterona 2.5 ng/ml (<0.8), PRL 326 mUL/ml,
testosterona 1.3 pg/ml.
√ GH basal 0.1 ng/ml (0-10), IGF-1 34 ng/ml (131-198).
√ 5OHIndolacético urinario: 31.1mg/24h (normal<7).
√ Calcitonina: 2900 pg/ml.
√ PTH 165 pg/ml.
√ Catecolaminas urinarias normales.
√ Gastrina, insulina y péptido C normales.
√ Ca 19.9: 131 (n<37).
Pruebas de imagen:
Rx tórax: Patrón intersticial en bases.
Rx abdomen: Normal.
Rx columna dorsolumbar: Aplastamiento de D10 y D8. Marcada
osteoporosis.
RNM hipofisaria: Silla turca parcialmente vacía.
98
Figura 2.
Eco abdominal: Hepatomegalia de ecogenicidad aumentada y
múltiples lesiones focales en su interior que impresionan de metástasis.
Eco tiroidea: Tamaño y ecoestructura normales.
TC torácico: Pequeño nódulo en región posterior de LS de pulmón
izquierdo, lateral al cayado aórtico. (Fig 3)
TC abdominal: (Fig. 4)
➢ Imágenes hipodensas en segmentos II y VIII hepáticos (1 y
1.5 cm respectivamente).
99
➢ Hiperplasia suprarrenal izquierda. Suprarrenal derecha
hiperplásica/adenomatosa (3 × 1.5cm).
➢ Cabeza de páncreas aumentada de tamaño.
Figura 3.
Figura 4.
100
PAAF hepática: No se obtienen células neoplásicas.
Gammagrafía con Octreótido-In111: Ausencia de captación.
Arteriografía pancreática: Normal.
Estudio del tubo digestivo: Normal.
Gammagrafía con SESTAMIBI: Ausencia de focos de captación
patológicos.
Hipótesis diagnósticas:
Estudiando en conjunto todos los hallazgos obtenidos en las pruebas complementarias, la paciente fue diagnosticada de Síndrome de Cushing
secundario a tumor carcinoide plurisecretor (ACTH, PRL, calcitonina)
con metástasis hepáticas. El origen de este podría ser:
– Tumor carcinoide bronquial (causa más frecuente en la actualidad de producción ectópica de ACTH).
– Tumor carcinoide digestivo (incluido páncreas), con la posibilidad de formar parte de un Síndrome de Neoplasia Endocrina
Múltiple tipo 1.
Actitud terapéutica:
Ante la imposibilidad de localización del tumor primario y la presencia de
metástasis hepáticas, se intentó tratamiento con ketoconazol a dosis crecientes, que tuvo que ser suspendido por empeoramiento de la función
hepática.
Finalmente se decidió realizar una suprarrenalectomía bilateral con biopsia hepática intraoperatoria. El análisis anatomopatológico de las piezas
confirmó el diagnóstico, siendo positivo el estudio inmuno-histológico de
ACTH. El estudio genético de MEN 1 fue negativo.
La paciente falleció en el postoperatorio tardío como consecuencia de una
bronconeumonía bilateral, no siendo posible la realización de necropsia.
Bibliografia
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102
13. DIABETES MELLITUS INESTABLE. ¿EXISTE
REALMENTE?
Dr. Carlos Pardo
Servicio de Endocrinología y Nutrición
Hospital General Universitario de Alicante
1. Introducción
Clásicamente, se ha definido a los pacientes con Diabetes Mellitus lábil
como aquellos pacientes que presentan amplias variaciones en sus niveles
de glucemia. La primera vez que aparece este término en la literatura es
en 1934 (Woodyatt. Textbook of Medicine).
En aquella época no se disponían de los medios actuales y probablemente la mayoría de los pacientes presentaban un control glucémico
errático debido a un inadecuado tratamiento. Hoy en día con los nuevos
análogos de insulina disponemos de un arsenal terapéutico mucho
mayor para asemejar el tratamiento a la secreción fisiológica del páncreas. Por tanto una definición más actual sería la de pacientes con
pobre control glucémico (gran variabilidad) pese a insulinoterapia
intensiva (múltiples dosis o CSII) y en los que se descarta cualquier otra
causa para su inestabilidad1.
103
Caso clínico
Se trata de una mujer de 24 años con Diabetes Mellitus tipo1 inestable.
Fue diagnosticada de diabetes a los cuatro años tras un síndrome metabólico, tiene asma bronquial extrínseco (que controló con inmunoterapia) y
no presenta complicaciones crónicas relacionadas con la diabetes.
Presentó un buen control metabólico hasta la pubertad pero desde entonces ha tenido varios ingresos por cetoacidosis diabética y un mal control
metabólico crónico (HbA1c=11.8.)
Hace 2 años se instauró tratamiento con infusión de insulina subcutánea continua en bomba con mejoría del control metabólico (HbA1c=8.2). Sin
embargo, a los pocos meses, volvió a ingresar con cetoacidosis. En esta ocasión el cuadro se acompañaba de malestar general, dolor abdominal y febrícula. Al ingreso se objetivó una elevación de los reactantes de fase aguda y
un patrón analítico típico de colestasis. Se solicitó una radiografía de tórax y
una ecografía abdominal que fueron normales así como el sedimento de
orina. Se extrajeron hemocultivos que fueron positivos para gérmenes Gram
negativos y se comenzó con tratamiento antibiótico ajustado según el antibiograma. Ante la sospecha de colangítis aguda se solicitó una colangioresonancia que informó de una variante anatómica del cístico sin quedar claro si
dicha anomalía justificaba la clínica. La paciente prosiguió con picos febriles y con hemocultivos persistentemente positivos para distinto gérmenes
Gram negativos cada vez más resistentes a los antibióticos pautados. Durante
todo este tiempo, el control metabólico fue muy irregular, pese a tratamiento con insulina intravenosa en perfusión continua, precisando dosis de insulina que oscilaba entre quince y noventa unidades por día y alternado las
hipoglucemias prolongadas con episodios de hiperglucemia cetósica.
Por todo ello se decidió realizar laparotomía exploradora con colecistectomía cuyo estudio anatomopatológico evidenció una leve inflamación de
los conductillos biliares pudiendo estar en relación con un hígado de sepsis o con una colangítis aguda.
Tras la intervención la paciente permaneció afebril durante una semana y
mejoró el control metabólico, pero pasado este tiempo se presentaron nuevos picos febriles con hemocultivos positivos. Se realizaron las siguientes
pruebas, todas ellas sin objetivar patología: TAC craneal, de senos y toraco-abdominal, gastroscopia y colonoscopia con toma de biopsia, tránsito
gastrointestinal, gammagrafía con galio, ecocardiografía y ERCP.
104
Tras esto el cuadro se resolvió de forma espontánea y la paciente fue dada
de alta con el diagnóstico de bacteriemias de origen no filiado.
A los tres meses vuelve a presentar nuevo episodio de cetoacidosis, esta
vez sin sintomatología infecciosa acompañante. La paciente niega omisión de insulina ni transgresión dietética. Sin embargo al descargar los
datos de la bomba de insulina observamos varias irregularidades. (omisión de bolus y de basal, administración de bolus nocturnos).
Durante el ingreso vuelve a presentar un control metabólico muy irregular con grandes variaciones en los niveles de glucemia plasmática, pese a
tratamiento insulínico intensivo, por lo que se decide traslado a otro centro hospitalario de referencia.
En dicho centro la paciente persiste con mal control glucémico alternando los episodios de cetoacidosis con hipoglucemias profundas y prolongadas por lo que es diagnosticada de Diabetes Mellitus inestable y se le
realiza trasplante de páncreas. A las 48 horas del mismo es necesaria una
transplantectomía, tras trombosis de la vena esplénica y necrosis del injerto.
Actualmente la paciente está en tratamiento con insulina subcutánea continua mediante bomba de infusión, persiste con mal control metabólico
(HbA1c=10.9) y ha presentado tres ingresos por cetoacidosis en los últimos 6 meses, uno de ellos acompañado de fiebre y hemocultivos positivos para gérmenes de la flora oral y vaginal de manera simultánea.
Discusión
Nos encontramos ante una paciente con diabetes mellitus tipo 1 con mal
control y con bacteriemias de origen no filiado. ¿Se trata de una diabetes
mellitus inestable o de una paciente manipuladora o con un trastorno facticio?
Existen unas características similares que definen a este grupo de pacientes: se tratan de mujeres jóvenes, con IMC superior a 25 Kg/m2, oligomenorrea y problemas psicológico y psiquiátricos1. Dada la dificultad diagnóstica se han propuesto varios algoritmos diagnostico-terapéuticos2,
encontrándose en la mayoría de los casos con problemas de tipo psicológico (30% enfermedad facticia, 30 % manipuladores, 25 % trastorno de
comunicación, 13 % resistencia a la insulina y 13 % gastroparesia diabética)3.
105
En cuanto a las soluciones terapéuticas tenemos tres opciones:
1. Bomba de insulina subcutánea: para algunos autores, la falta de respuesta a este tratamiento constituye un criterio diagnóstico, siendo esto
más relevante en el grupo de mujeres jóvenes con diabetes de larga
evolución y mal control metabólico relacionado con la menarquia4.
Puede ser eficaz en los casos en los que predominen las hipoglucemias.
2. Bomba de insulina intraperitoneal: solo en casos seleccionados.
Disminuye la frecuencia de los ingresos hospitalarios pero no normaliza el control metabólico ni mejora la calidad de vida5.
3. Trasplante de páncreas aislado: indicado ante descompensaciones
glucémicas agudas frecuentes y graves, en caso de existir problemas
emocionales con la administración de la insulina y cuando no se pueden evitar la aparición de complicaciones con la insulinoterapia6.
La evolución de estos pacientes es incierta, con muertes precoces por descompensaciones agudas, aunque la mayoría suelen mejorar a partir de los
30 años de forma espontánea ante cambios en su estructura vital. Hay
estudios que niegan mayores complicaciones crónicas a largo plazo7.
Conclusiones
Es primordial diferenciar si estamos ante un paciente con una Diabetes
Mellitus inestable o ante un paciente diabético inestable, para no realizar
maniobras diagnóstico-terapéuticas que resulten potencialmente nocivas
para el paciente.
Bibliografía
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2
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6
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7
Tattersall R. BMJ 1991;302. 1240-3.
106
14. DM TIPO 2 EN EL NIÑO/ADOLESCENTE
Dra. Isabel Mascarell
Servicio de Endocrinología y Nutrición
Hospital Universitario La Fe de Valencia
1. Caso clínico
Varón de 12 años que consulta por hiperglucemia (glucemia capilar de
273 mg/dl), descubierta de manera casual tras una pérdida de consciencia
por un síncope vasovagal. El paciente presenta además polidipsia, poliuria y polifagia sin pérdida de peso de un mes de evolución. Se confirma el
diagnóstico de diabetes mellitus (DM) al realizar una analítica en ayunas
y aparecer una glucemia de 191 mg/dl.
Como antecedentes personales fisiológicos destaca que el paciente nació
a término, vía vaginal no instrumental y su peso al nacer fue de 4000 g.
Recibió lactancia materna durante el primer trimestre.
Entre sus antecedentes familiares, es importante reseñar que su madre presenta una DM tipo 2, hipertensión arterial, hiperlipemia mixta, obesidad
grado 2 y padeció un infarto agudo de miocardio a los 38 años, ha tenido
cólicos nefríticos de repetición tratada con litotricia y se le realizó una
nefrectomía por un tumor benigno. Su padre no presenta antecedentes
patológicos de interés. Tiene dos hermanos, el mayor fue diagnosticado de
una DM tipo 2 a los 18 años y el menor está sano.
107
A la exploración física presenta una talla de 145,3 cm, un peso de 69 kg y
un IMC 33 kg/m2. No acantosis nigricans, resto de la exploración es normal. Dentro del estudio de su recién diagnosticada diabetes se solicita una
bioquímica de la que destacan los siguientes valores: glucemia 191 mg/dl,
colesterol total 290 mg/dl, HDL 41 mg/dl, LDL 204 mg/dl, VLDL 44,2
mg/dl, triglicéridos 221 mg/dl, Apo B 168,3 mg/dl , Apo A 124,3 mg/dl,
Apo B/Apo A 1,35, HbA1c 8,4 %, bilirrubina total 0,9 mg/dl, GOT/GPT
59/133 UI/L, GGT 61 UI/L. Insulinemia basal 10 µU/ml, péptido C basal
3,28 ng/dl. HOMA 4,71. Haplotipo: HLADR 3/DR 4. Anticuerpos GAD,
IA2, ICA negativos. Se inicia tratamiento con insulina 0,7 UI/Kg/día y
dieta.
Durante el seguimiento se detecta hipertensión por MAPA y microalbuminuria de 25 µg/min/1,73 m2. Se inicia tratamiento con captopril 75 mg/
12 horas y fenofibrato 200 mg/día. Al finalizar el primer año se consigue
retirar la insulina iniciándose tratamiento con metformina hasta alcanzar
dosis de 1700 mg/día. Durante el año siguiente el paciente presenta controles de HbA1c en torno a 7 %, acompañándose esto de una pérdida de
peso. Actualmente presenta una nueva ganancia ponderal y una HbA1c de
9,2 %.
Discusión
Con los datos clínicos y bioquímicos que disponemos el paciente, que
actualmente cuenta con catorce años y medio, ha sido diagnosticado de
una diabetes mellitus tipo 2.
Teniendo en cuenta los valores de índice de masa corporal (IMC) para el
diagnóstico de obesidad a los 12 años que publica Cole et al.1, nuestro
paciente presenta una obesidad en el momento del diagnóstico.
Aproximadamente el 25 % de los niños obesos entre 4 y 10 años y el 21%
entre los 11 y 18 años presentan una tolerancia anormal a la glucosa y
hasta el 4 % de los niños de esta última franja de edad presentan una diabetes mellitus tipo 2 no diagnosticada2.
La ausencia de cetonuria en el momento del diagnóstico apoya el diagnóstico, aunque en ese momento del diagnóstico hasta un 33 % de los
pacientes con DM tipo 2 pueden presentar dicha alteración3.
Aunque la DM tipo 2 es una enfermedad poligénica4, entre el 45-90 % de
los diabéticos tipo 2 tienen al menos un progenitor con esta misma enfermedad3.
108
La frecuencia de autoanticuerpos GAD e IA2 en niños con DM tipo 2 es
del 8 % frente al 70-90 % de los diabéticos tipo 1 que presentan anticuerpos tipo GAD y el 38-75 % de los diabéticos tipo 1 que poseen anticuerpos tipo IA-27.
La hipertensión primaria en el niño es un problema en aumento al que predispone la obesidad y la historia familiar de hipertensión, los niños obesos tienen un riesgo tres veces superior de padecer hipertensión que los no
obesos6.
Los pacientes con diabetes tipo 2 de inicio en la infancia presentan
aumento del colesterol total en el 46 % de los casos, disminución de las
HDL (15%), aumento de los triglicéridos (44 %), aumento de las LDL
(34%)5. Por ello, la ADA recomienda realizar perfiles al diagnóstico y dos
veces al año en pacientes con DM tipo2 de inicio en la infancia3. Para los
niños con DM tipo 2 la NCEP considera niveles aceptables un colesterol
total < 170 mg/dl y un LDL < 110 mg/dl, mientras que la ADA recomienda las mismas cifras que en los adultos. Cuando estas cifras no se cumplen se recomienda inicio de tratamiento dietético y mejoría del control
glucémico, si tras tres-seis meses los objetivos no se cumplen está indicado el inicio de tratamiento farmacológico con estatinas, fibratos y /o resinas.
Para el tratamiento de la HTA se debe iniciar también tratamiento con
dieta pues disminuciones de peso entre 3,9- 8,5 kg se consiguen disminuciones en la PA entre 5-9 mmHg. Si se ha de iniciar tratamiento médico
de la HTA la mayoría de estudios sugieren iniciar el tratamiento con inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina, que además en nuestro caso estaría indicado por la microalbuminuria.
En cuanto al tratamiento de la diabetes tipo 2 en la infancia idealmente
requiere un régimen terapéutico que integre ejercicio y dieta con uno de
estos tres tratamientos: insulina, antidiabéticos orales (preferentemente
metformina) o una combinación de ambos10. En el 72 % de los casos se
inicia tratamiento con insulina, durante la evolución se añade metformina
y hasta en un 28% de los casos se consigue retirar la insulina. Sólo un 28%
son tratados desde el inicio con metformina únicamente, aunque en la
mayoría de los casos tras dos años de precisa tratamiento con insulina 8.
La DM tipo 2 en personas menores de 20 años está aumentando dramáticamente, actualmente, en Estados Unidos, la DM tipo 2 supone entre el 845 % de los nuevos casos de diabetes en la infancia11, debido al aumento
109
de la obesidad y de la inactividad. La prevalencia de otros factores de riesgo en esta población es similar a la observada en adultos con DM tipo 2,
por lo que parece prudente adoptar estrategias terapéuticas encaminadas a
reducir la enfermedad cardiovascular en los adultos, iniciándolas tan
pronto como sea diagnosticada la diabetes en el joven9.
La mejor manera de prevenir este aumento espectacular de la DM tipo 2 y del
resto de patologías asociadas al síndrome plurimetabólico en la infancia, es
tomando medidas encaminadas a evitar la obesidad en población infantil.
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110
15. DISLIPEMIA DIABÉTICA
Dr Francisco José Pomares Gómez
Endocrinología y Nutrición
Hospital Universitario San Juan de Alicante
Las enfermedades cardiovasculares son la causa principal de mortalidad
en los pacientes diabéticos y aunque la diabetes es un factor de riesgo cardiovascular independiente, su asociación a otros factores de riesgo condiciona que la mortalidad cardiovascular sea hasta cuatro veces superior que
en no diabéticos. Es por ello que el abordaje de otros factores de riesgo en
el contexto de la diabetes, como la dislipemia, mejora el pronóstico cardiovascular.
Las anormalidades lipídicas que se observan en el paciente con diabetes
mellitus tipo 2 con mayor frecuencia que en no diabéticos son niveles
plasmáticos de colesterol HDL (HDLc) disminuidos, hipertrigliceridemia
y a pesar que la cantidad de colesterol total o colesterol LDL (LDLc) es
normal las partículas LDL se corresponden con el llamado fenotipo B, es
decir con mayor proporción de lipoproteínas LDL pequeñas y densas. Esta
tríada se conoce como dislipemia diabética y probablemente en el origen
se halla la resistencia a la insulina.
La hipertrigliceridemia es consecuencia del aumento de lipoproteínas
ricas en triglicéridos, quilomicrones y VLDL, pero también de sus remanentes. Estas últimas confieren elevado potencial aterogénico. El incre111
mento de la producción de VLDL es debido a la insulinresistencia y condiciona el resto de alteraciones lipídicas. En presencia de grandes cantidades de VLDL, la proteína transferidora de ésteres de colesterol, intercambia triglicéridos de las VLDL por ésteres de colesterol de las LDL y
las HDL. El efecto neto sobre LDL es un descenso en el tamaño y un
aumento de la densidad, transformándolas en LDL pequeñas y densas. Al
mismo tiempo, las HDL ricas en triglicéridos son un sustrato para las lipasas por lo que su degradación está acelerada y el resultado es el descenso
de los niveles plasmáticos de HDL.
El tratamiento de la hiperglucemia ha permitido el control de las complicaciones microangiopáticas, pero no el de las macroangiopáticas. En éstas
últimas, el control de otros factores de riesgo como la hipertensión o la
dislipemia ha permitido la mejoría de los eventos cardiovasculares. Es por
ello que el dintel del tratamiento de estos factores hay que establecerlo a
partir de donde se ha objetivado el beneficio cardiovascular según la
medicina basada en la evidencia, es decir que los objetivos de tratamiento de la dislipemia diabética se sitúan en el escalón de bajo riesgo (tabla
1).
Tabla 1. Riesgo cardiovascular según cifras de lipoproteínas en
diabéticos adultos
Riesgo cardiovascular
Alto
Moderado
Bajo
LDLc
≥ 130
100-129
< 100
HDLc*
Triglicéridos
< 40 / 50
≥ 400
40-49 / 50-69
150-399
≥ 60 / 70
< 150
* Valores de HDL en hombres / mujeres.
El riesgo cardiovascular de un diabético es equivalente al de un paciente
no diabético que ha a presentado un evento cardiovascular, es decir mayor
del 20% en los próximos 10 años de su vida. Sin embargo estudios de
intervención sobre la dislipemia han aportado una reducción del número
de eventos cardiovasculares y su fatalidad, permitiendo modificar la evolución natural del diabético (tabla 2).
Estas observaciones condicionan los objetivos y las estrategias de tratamiento. El objetivo principal de tratamiento de la dislipemia diabética es
la concentración de LDL y objetivos secundarios son obtener elevaciones
de las cifras de HDL y reducción de las de triglicéridos. Algunos grupos
proponen el manejo de la dislipemia basado en las cifras de apoproteína
112
B (partícula aterogénica) y dado que no es una técnica estandarizada en la
mayoría de los centros, recomiendan su valoración a partir del cálculo del
colesterol no-HDL (colesterol total menos HDLc).
Tabla 2. Principales estudios de intervención en dislipemia con grupos de
pacientes diabéticos
Estudio
AFCAPS/TexCAPs
HPS
HHS
CARE
4S
LIPID
VA-HIT
Fármaco
Prevención
n
Lovastatina
Sinvastatina
Gemfibrozilo
Pravastatina
Sinvastatina
Pravastatina
Gemfibrozilo
Primaria
Primaria
Primaria
Secundaria
Secundaria
Secundaria
Secundaria
155
3985
135
586
202
782
627
Reducción
del riesgo CV
43 %
26 %
68 %
25 %
42 %
19 %
24 %
Tabla 3. Estrategia de tratamiento de la dislipemia diabéticas según
prioridades de las alteraciones lipídicas y sus opciones de intervención
Prioridad
1.º
Objetivos
LDLc < 100
2.º
HDLc > 40
3.º
Triglicéridos < 150
4º
Hiperlipemia combinada
Opciones
a) Estatinas.
b) Resinas, fibratos.
a) Reducción de peso, ejercicio, abandono del
tabaco.
b) Fibratos.
a) Control de glucemia, peso y reducción del
alcohol.
b) Fibratos si triglicéridos > 400.
c) Estatinas a altas dosis si asocia LDLc elevada.
a) Control glucémico y estatinas a altas dosis.
b) Control glucémico, estatinas y fibratos.
c) Control glucémico, resinas y fibratos.
LDLc ≥100 mg/dl es la concentración máxima a partir de la cual se considera hay que realizar intervención. Si la diabetes se asocia a cardiopatía
isquémica, enfermedad cerebrovascular, isquemia arterial periférica o
aneurisma de aorta, se recomienda iniciar medidas higiénico-dietéticas y
fármacos. En cambio, se sigue el mismo esquema terapéutico cuando la
diabetes no se asocia a estas complicaciones y LDLc ≥ 130. En el caso que
la diabetes no se asocie a estas complicaciones y la cifra de LDLc sea
113
≥100 - 129 se recomendará sólo medidas higiénico-dietéticas encaminadas a aprender y mantener cambios en el estilo de vida con reevaluación
para valorar asociar fármacos si después de 3 a 6 meses no se ha alcanzado el objetivo propuesto. Las estrategias terapéuticas y sus opciones se
resumen en la tabla 3.
Toda intervención farmacológica debe ir precedida o acompañada de tratamiento con medidas higiénico-dietéticas, la reducción de peso y el
aumento moderado de la actividad física, puesto que contribuyen a reducir las cifras de LDLc, triglicéridos e incrementar las de HDLc. Se debe
descartar otras causas secundarias de hiperlipemia y la toma de fármacos
como los estrógenos que incrementan los triglicéridos. El mejor control
glucémico también contribuye positivamente sobre la dislipemia y en el
futuro también habrá que considerar en el esquema de tratamiento hipoglucemiante el papel de las glitazonas por sus acciones sobre la insulinresistencia.
Como conclusiones, se debe tener en cuenta el diagnóstico y tratamiento de las alteraciones lipídicas en el paciente diabético. La presencia de
éstas condiciona una progresión acelerada hacia las complicaciones
macrovasculares, pero al mismo, la intervención sobre la dislipemia diabética contribuye favorablemente en reducir el número de episodios
cardiovasculares.
.
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16. HIPERTENSIÓN Y DIABETES
Dr. Vicente Campos Alborg
Servicio de Endocrinología y Nutrición
Hospital Universitario La Fe.de Valencia
El objetivo del desarrollo de este caso clínico es el de presentar, mediante diferentes preguntas, cual debe ser actualmente el manejo del paciente
que presenta hipertensión arterial (HTA) junto con diabetes mellitus tipo
2 (DM2), todo ello a la luz de los resultados de diferentes estudios publicados en la literatura.
No se pretende con este caso establecer posiciones absolutas, sino que
sirva como repaso de la situación actual en el tema del tratamiento de la
HTA en el paciente con DM2.
Caso clínico
1. Paciente de 50 años, tratado de hipertensión arterial desde hace 15
años, actualmente con Verapamil 240 mg, furosemida 20 mg y fosinopril
40 mg. Toma regularmente la medicación. Diabetes mellitus tipo 2 conocida hace 10 años, inicialmente tratada con dieta y actualmente con fármacos orales. No tiene antecedentes de enfermedad cardiovascular (cardiopatía isquémica, ACV). No fumador, ni bebedor. Siempre con sobrepeso moderado. La exploración física muestra únicamente disminución de
117
la sensibilidad en ambos pies. Las pruebas de laboratorio muestra:
Glucemia basal 108 mg/dl, BUN 32 mg/dl, creatinina 1,9 mg/dl, HbA1C
9,1%. Colesterol total 234 mg/dl, HDL 38 mg/dl, LDL 164 mg/dl.
Actualmente su TA es de 154/82 mm Hg, que el paciente refiere como
valores habituales en tomas que realiza en su domicilio. Ante este hecho
considera:
a) El grado de control de la HTA es adecuado, más teniendo en
cuenta que se encuentra tratado con tres fármacos antihipertensivos.
b) El objetivo de tensión arterial en este paciente debe ser 130/80.
c) Antes de considerar cambios en el tratamiento hay que evaluar la
función renal.
d) Lo prioritario es mejorar el control glucémico.
En un principio la situación clínica de este paciente puede parecer bastante controlada, dado que no presenta ningún síntoma, esta siendo tratado con fármacos adecuados y su presión arterial, según los criterios tradicionales (140 mm Hg de sistólica) se encuentran ligeramente elevados.
Sin embargo presenta dos procesos, la HTA y la DM2, que de forma silente aumentan de una forma muy importante el riesgo vascular.
Actualmente esta demostrada la importancia de iniciar el tratamiento de la
HTA en los pacientes con DM2 de una forma precoz, cuando los valores
de presión arterial superen los 130 mm Hg de sistólica y 80 mm Hg de
diastólica. Un inicio, en estas condiciones, del tratamiento consigue mejorar la progresión del daño renal, independientemente de la mejoría del
riesgo vascular. Además de lo referido existen datos que sugieren que una
intervención precoz hace más fácil el control de la HTA, de forma que si
el paciente comienza a ser tratado con estos últimos criterios normalmente con un fármaco se consigue un adecuado control, en cambio si se demora el tratamiento y se inicia con cifras más altas de presión arterial, se
requieren una media de tres fármacos para alcanzar el mismo control.
Esta oportunidad se ha perdido claramente en este paciente, según los últimos consensos (Joint National Committee on Prevention, Detection,
Evaluation, and treatment of High Pressure JNC VI), el objetivo en este
paciente debe ser alcanzar una presión sistólica de 125 mm Hg. No obstante antes de decidirnos a actuar farmacológicamente sobre este paciente hemos de explorar adecuadamente su función renal, mediante la deter118
minación de proteinuria, aclaramiento de creatinina y la práctica de una
ecografía renal.
2. El aclaramiento de creatinina en el paciente es de 50 ml/min, con una
excreción de 4 g/24 horas de proteínas. Ecografía renal normal. ¿Cree que
se debe modificar el tratamiento antihipertensivo del paciente?
a) No, el tratamiento es adecuado.
b) Si, es aconsejable retirar furosemida y sustituir por 25 mg de
hidroclorotiazida.
c) Además del cambio de la respuesta b, aumentar la dosis de fosinopril.
d) No modificaría la dosis de fosinopril porque los IECAs pueden
disminuir la función renal.
El paciente presenta, según estos datos, un síndrome nefrótico, descartándose otras posibles causas de insuficiencia renal. Se plantea ahora qué
modificaciones caben en este paciente para alcanzar los objetivos deseables. La mayoría de los trabajos existentes en la actualidad recomiendan
que a los pacientes diabéticos con HTA se les debe bloquear el sistema
renina-angiotensina, ya que con ello, no solo conseguimos mejorar la presión arterial, sino que se antagonizan los efectos de la angiotensina II (ATII) dilatando la arteriola eferente y disminuyendo la presión capilar glomerular. Existen suficientes estudios que demuestran el efecto beneficioso, tanto de fármacos inhibidores del enzima conversor de la angiotensina (IECA) como de los antagonistas del receptor de la AT-II (ARA-II),
consiguen mejorar la presión arterial y la proteinuria. Se puede pensar que
ambos fármacos actúan igual, pero su mecanismo de acción es diferente,
y parece que los últimos estudios muestran mayor utilidad del empleo de
fármacos ARA-II en este tipo de pacientes.
Existe todavía quien tiene precaución con el uso de IECAs en pacientes
con insuficiencia renal, aunque en la actualidad existen suficientes datos
que permiten utilizarlos con seguridad, hasta con niveles de creatinina de
3-4 mg/dl. Si es cierto que tanto los IECAs y los ARA-II disminuyen el
filtrado glomerular en un 20% aproximadamente.
Este paciente está tomando IECAs y se puede plantear como modificación
terapéutica el sustituir la furosemida por hidroclorotiazida por su mayor
efecto antihipertensivo, incluso en pacientes con insuficiencia renal ter119
minal. Algunos autores abogan por la asociación de un ARA-II, porque se
ha comprobado que potencian su efecto antihipertensivo. También cabe el
aumentar la dosis de fosinopril a 60-80 mg/día.
3. El paciente inicia tratamiento con hidroclorotiazida 25 mg y fosinopril
60 mg diarios, tras dos semanas de seguimiento se mantiene una TA de
142/76 mm Hg. ¿Considera que debe modificarse el tratamiento antihipertensivo?
a) No, el paciente está adecuadamente tratado.
b) Se debe cambiar fosinopril por irbesartan, que ha demostrado su
acción beneficiosa en este tipo de pacientes.
c) El control de la HTA no es adecuado y no añade ningún beneficio en tratamiento con irbesartan.
d) Debe mejorarse el control tensional, siendo prioritario el bloqueo de la angiotensina II, independientemente del tipo de fármaco.
Ya se ha comentado previamente cuales son los objetivos de tensión arterial en este paciente, (125/80). Es prioritario el bloqueo de la angiotensina II, dado que éste ya se encuentra bloqueado, se tendrá que proceder a
asociar un nuevo fármaco.
4. Teniendo en cuenta que hay que mejorar el control tensional ¿Qué
estrategia considera más adecuada?
a) Aumentar la dosis de verapamil a 480 mg
b) Asociar Amlodipino 5 mg diarios.
c) Asociar alfa-bloqueante.
d) Asociar beta-bloqueante.
Dado que se hace necesario asociar un nuevo fármaco, no parece aconsejable aumentar la dosis de verapamil por la aparición de efectos adversos
como el estreñimiento, especialmente en pacientes diabéticos. La asociación de IECA con una dihidropiridina ha demostrado efecto positivo disminuyendo la proteinuria. Probablemente la opción más adecuada es la
asociación de un alfa-bloqueante ya que es bien tolerado y metabólicamente neutro.
5. ¿Considera que es necesario aconsejar medidas no farmacológicas para
ayudar al control de la tensión arterial?
120
a) La dieta es importante, debe conseguirse reducción de peso en
el paciente.
b) Es necesaria la reducción de la ingesta de sodio.
c) Un ejercicio físico es desaconsejable por el riesgo vascular del
paciente.
d) La modificación de los hábitos de estilo de vida no modifican
los resultados del tratamiento.
La dieta juega un papel importante en el tratamiento, tanto de la HTA
como de la DM-2. En este sentido es importante que el paciente reduzca
el aporte de sodio, el control del aporte calórico para mejorar el sobrepeso, de forma que pérdidas de peso porcentualmente no demasiado relevantes consiguen una mejoría significativa y también recomendar un plan
de ejercicio físico adecuado para las características del paciente.
6. En el tratamiento de la hipertensión arterial en la diabetes mellitus tipo
2, considera que la afirmación más adecuada es:
a.) Debe iniciarse el tratamiento, a no ser que existan contraindicaciones mediante el bloqueo farmacológico de la angiotensina II.
b) Cualquier fármaco es adecuado si se consigue controlar adecuadamente la tensión arterial.
c) Cuando se precise más de un fármaco puede ser utilizado cualquiera de ellos.
d) Es prioritario alcanzar valores de tensión arterial sistólica inferior a 140 mm Hg.
A modo de conclusión recalcar que, en función de los conocimientos
actuales, parece claro que el bloqueo de la angiotensina II debe ser el primer objetivo, siempre que sea posible, aunque casi con toda seguridad se
hará necesario utilizar más de un fármaco.
Es importante considerar que, independientemente de ajustar el tratamiento antihipertensivo, es muy importante el mejorar el control glucémico, y el control lipídico en todo paciente con diabetes mellitus tipo 2.
121
17. PAUTAS EN EL PACIENTE DIABÉTICO TIPO 1
RECIÉN DIAGNOSTICADO
Mª Antonia Priego Serrano
Servicio de Endocrinología
Hospital Clínico Universitario. Valencia
Introducción
El diagnóstico de DM 1, como sucede con otras enfermedades crónicas,
supone un gran impacto para el paciente y su entorno familiar ya que
representa un cambio importante en el estilo de vida y la necesidad de la
utilización continua de gran cantidad de recursos socio-sanitarios,
La incidencia varia según países, En España está en 10-14 cada 100 mil
habitantes, con una prevalencia de 0.5 %. Debutan con cetoacidosis el 1020 % y de estos, del 5-10 % fallecen.
Tratamiento
Debe instaurarse lo antes posible para evitar la evolución a CAD, si no
está instaurada, y aunque el tema que nos ocupa es la Insulinoterapia, son
pilares básicos del tratamiento también:
Educación y entrenamiento en el autotratamiento.
123
Manejo de la Dieta.
Realización de ejercicio físico.
Insulinización
Inicio
Según el estado clínico y metabólico del paciente, la instauración del tratamiento debe realizarse de forma ambulatoria ó medio hospitalario, aunque se
recomienda el ingreso en la mayoría de los debut para su entrenamiento y control.
Pautas
La dosis total diaria requerida es de 0,5-1 U/Kg. Para elegir la modalidad
debemos de:
– Informarnos acerca del estilo de vida.
– Iniciar con dosis moderadas y aumentar progresivamente.
– Se recomienda utilizar múltiples dosis desde el inicio.
Múltiples dosis (MDI)
Para la instauración de esta modalidad, se recomienda:
–
–
–
–
–
–
–
–
–
Excelente motivación
Buena educación diabetológica.
Autocontrol diario de glucemia.
Ajuste de la dosis por el paciente.
Manejo entre dieta, actividad física y dosis de insulina.
Contactos frecuentes entre pacientes y unidad de diabetes.
Empleo de 3-4 dosis diarias.
Utilización de <50% de Insulina NPH
Uso de pens, mezclas artesanales y bombas de infusión continua
de insulina.
Como pauta de inicio orientativa podemos utilizar:
– 50-70% de I. Rápida. – Desayuno, 30%
– Comida, 40%
– Cena, 30%
124
– 30-50% de I. NPH.- Cena
Si optamos por 2 dosis de I. NPH (50-60%).
– Desayuno, 1/3
– Cena, 2/3
con I. Rápida (40-50%).
– Desayuno, 20%.
– Comida, 50%.
– Cena, 30%.
El uso de Insulina Lispro en MDI, recomendamos la siguiente pauta:
– 2 dosis de I. NPH: 50-60 % y 40-50 % de I. Rápida.
– 3 dosis de I. NPH: 50-70 % y 30-50 % de I. Rápida.
Los fracasos de las MDI son debidos a:
– Mala selección del candidato.
– Ausencia de una motivación sostenida.
– Disminución de la frecuencia de autocontroles.
– No adecuación de las dosis a las ingestas.
– Falta de recursos humanos.
– Ausencia de programa específico para usuarios de MDI.
Terapia Convencional
Aunque es actualmente la modalidad más frecuente, sobre todo en medios
no hospitalarios, está indicada en personas con longevidad limitada por
enfermedad o no dispuestas a colaborar, ya que es muy difícil alcanzar el
control metabólico.
Se administra : 2/3 de la dosis de I. NPH y de I. Rápida antes del desayuno.
1/3 antes de la cena; siendo de I.Rápida el 10-30 % y de
I.NPH el 70-90 %.
Si la HbA1c > 8, ó las hipoglucemias son frecuentes, recomendaremos la
MDI aportando educación diabetológica, haciendo el cambio progresivamente y con visitas frecuentes.
125
Antes de modificar el tratamiento, tenemos que comprobar la técnica de
inyección, revisar el tiempo de administración, ajustar dieta y ejercicio y
descartar enfermedades asociadas. Todos los cambios deben ser prudentes.
Objetivos del tratamiento
– Establecer y mantener un buen control metabólico.
– Preservar la vida del paciente y aliviar sus síntomas.
– Conseguir buena calidad de vida.
– Prevenir las complicaciones crónicas.
– Disminución del gasto.
Problemas del control estricto
– Aumento de las hipoglucemias (3x en el DCCT).
– Progresión de la Retinopatía en MDI.
– Aumento de peso: 4,6 Kg en 5 años en el DCCT.
– Limitaciones terapéuticas por falta de recursos.
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18. MANEJO DEL PACIENTE CON MIEDO A LA
HIPOGLUCEMIA
Dr. Evangelina Boix
Sección de Endocrinología. Hospital General Universitario de Alicante
La hipoglucemia es sin duda la complicación más frecuente del tratamiento con insulina. Una hipoglucemia grave puede llegar a producir pérdida de conciencia, convulsiones o incluso secuelas neurológicas permanentes. Algunos pacientes tras experimentar hipoglucemias graves desarrollan tal miedo a un nuevo episodio que prefieren mantener controles de
glucemia supraóptimos para minimizar el riesgo de un nuevo evento hipoglucémico.
Recientes avances en el arsenal diagnóstico-terapéutico pueden resultar
útiles en el manejo de estos pacientes, minimizando el riesgo de hipoglucemia y mejorando el control metabólico global.
A continuación revisaremos cada uno de ellos.
Monitorización continua de glucosa
Diferentes estudios han demostrado que la concentración de glucosa en el
tejido intersticial es fiel reflejo de la concentración de la misma en sangre
capilar y venosa, ya que la glucosa difunde al tejido intersticial equili127
brando ambos compartimentos. A partir de este conocimiento se han desarrollado diferentes sistemas para medir de forma eficaz la concentración
de glucosa en el tejido intersticial de forma más o menos prolongada y que
esta medición pueda sustituir o complementar a la determinación de glucosa en sangre venosa o capilar.
Actualmente disponemos de dos sistemas de monitorización continua de
glucosa, comercializadas por dos empresas distintas. El primero de ellos
está comercializado por la empresa MiniMed y el segundo por la empresa Menarini.
Estos sistemas de monitorización continua miden las concentraciones de
glucosa mediante una reacción electroquímica entre el sensor y la glucosa del tejido intersticial. El sensor contiene la enzima glucosa-oxidasa,
que reacciona con la glucosa del medio y transforma esta reacción en una
señal eléctrica. El sistema recoge un elevado número de señales a lo largo
del día. Las señales son transferidas posteriormente a un programa informático que las traduce en gráficos.
Los gráficos facilitados por el sensor nos van a permitir realizar ajustes de
insulina más adecuados, minimizando el riesgo de hipoglucemia.
Terapia con bomba de insulina
Aunque el número de publicaciones científicas que han comparado la frecuencia de hipoglucemias en terapia con bomba de insulina frente a la
terapia convencional con múltiples dosis de insulina es limitada, la mayoría coinciden en que esta forma de tratamiento consigue disminuir de
forma significativa la frecuencia de hipoglucemias.
En 1985 Bending y cols publicaron un estudio clínico retrospectivo, controlado pero no randomizado en el cual se analizó el número de hipoglucemias graves en 40 pacientes en tratamiento con ICSI frente al mismo
número de pacientes en tratamiento con múltiples dosis de insulina durante un periodo de 6 meses. Una limitación seria de este estudio es que no
hace referencia al grado de control metabólico alcanzado por cada uno de
los grupos de tratamiento.
Bode et al publicaron en 1996 un estudio cruzado en el cual 55 pacientes
que fueron tratados durante un año con insulinoterapia intensiva con múltiples dosis de insulina iniciaron terapia con bomba y la mantuvieron
durante un periodo mínimo de un año.
128
El programa de insulinoterapia intensiva fue idéntico en ambas fases del
estudio, variando únicamente la forma de administración de la insulina.
La frecuencia de hipoglucemia grave se redujo significativamente durante el año de tratamiento con bomba. Mientras que durante el año con múltiples dosis se registraron un total de 76 hipoglucemias graves, durante el
año de tratamiento con bomba sólo se produjeron 12.
Con respecto al control metabólico fue semejante para el grupo total de
pacientes con ambos tipos de tratamiento. Sin embargo en los 25 pacientes con HbA1c ≥ 8% al inicio de la terapia con bomba se produjo un descenso significativo de la misma, pasando de 8.9 ± 0.8 a 8.1 ± 1, con una
p de 0.0004.
En 1999 Elizabeth Boland y colaboradores publicaron un estudio prospectivo controlado que incluyó un total de 75 pacientes, de los cuales 25
fueron tratados con bomba y 50 con múltiples dosis de insulina según
elección de los propios pacientes que tenían edades comprendidas entre
los 12 y los 20 años. Tras un año de tratamiento los episodios hipoglucémicos graves fueron un 50 % menos frecuentes en el grupo de pacientes
con terapia con bomba. El control metabólico mejoró en ambos casos, no
siendo las diferencias estadísticamente significativas.
Actualmente una de las indicaciones de la terapia con bomba es la presencia de frecuentes hipoglucemias graves o inadvertidas.
Insulina glargina
La insulina glargina es un análogo de la insulina de acción larga que se fabrica mediante la tecnología de ADN recombinante. Las modificaciones en la
estructura química de la insulina humana resultan en un análogo de la insulina con una estructura hexamérica y con un cambio del punto isoeléctrico
desde un PH de 5.4 a 6.7. Estos cambios permiten que esta insulina permanezca soluble en el medio ligeramente ácido del vial y precipite en el PH
neutro del tejido subcutáneo tras su inyección, lo que condiciona un retraso
en su absorción y una prolongación de su efecto. La adición de una pequeña
cantidad de zinc a la insulina es necesaria para que se produzca la cristalización en el tejido subcutáneo y se retrase aún más la absorción de la misma.
La velocidad de absorción no varía en función de la zona de administración.
Una inyección diaria de insulina glargina cubre los requerimientos de
insulina basal en pacientes con DM tipo 1. Esta insulina no produce picos
129
en la concentración plasmática de insulina, sino que mantiene concentraciones constantes de la hormona durante 24 horas.
La incidencia de efectos adversos en pacientes tratados con insulina glargina es similar a los pacientes tratados con insulina NPH. En algunos estudios la reacciones en el lugar de inyección han sido algo más frecuentes
con insulina glargina, sin embargo otros estudios no han evidenciado diferencias. En todos los casos las reacciones en la zona de inyección han sido
leves y no ha sido necesario interrumpir el tratamiento. En los estudios
realizados no se ha detectado una mayor tasa de abandonos en el grupo de
pacientes tratados con glargina que con NPH. Tampoco se ha evidenciado
una mayor respuesta inmunogénica a glargina que a NPH. El empleo de
insulina glargina tampoco conlleva un aumento del riesgo de aparición o
progresión de la retinopatía diabética.
La insulina glargina está indicada en DM tipo 1 y tipo 2 y sólo en USA
está también indicada en niños mayores de 6 años con DM tipo 1. La insulina glargina no se debe diluir ni mezclar con otras insulinas. No es preciso agitar el vial previamente a su administración.
Cuando se cambia a un paciente de insulina NPH a glargina se recomienda reducir las dosis de insulina un 20% con el fin de reducir el riesgo de
hipoglucemia.
De forma semejante a otras insulinas se recomienda rotar en las zonas de
inyección.
En pacientes con alteraciones de la función hepática y renal se recomienda reducir las dosis de insulina y realizar una estrecha monitorización de
glucemias.
Al analizar los estudios existentes respecto a eficacia clínica de insulina
glargina se evidencia que la mayoría de los mismos demuestran que en
diabéticos tipo 1 esta insulina consigue menores concentraciones de glucemia basal, sin cambios significativos en cuanto a HbA1c y reducción
significativa de los episodios de hipoglucemias, por lo que puede constituir una alternativa terapéutica útil en los pacientes con miedo a la hipoglucemia.
130
19. PAUTAS EN EL DIABÉTICO EN DIÁLISIS
(INSUFICIENCIA RENAL TERMINAL)
J. Girbés Borrás
Unidad de Endocrinología. Hospital Arnau de Vilanova
1. Introducción
1.1. Desarrollo de Insuficiencia renal crónica terminal
(IRCT) en la diabetes
• DM tipo 11:
– En 10-15 años 80 % de los que presentan microalbuminuria desarrollan proteinuria.
– De éstos 50% desarrollan IRCT en 10 años y > 75 % en 20 años.
• DM tipo 21:
– 20-40 % de pacientes con microalbuminuria desarrollan nefropatía
establecida.
– 20 % de éstos desarrollan IRCT.
131
1.2. Situación actual
Según la encuesta realizada en el año 2002 por la Sociedad Española de
Nefrología, la prevalencia de pacientes en tratamiento sustitutivo renal a
fecha 31-12-2002 era, en España, de 848 pacientes por millón de habitantes, 441 en hemodiálisis, 41 en diálisis peritoneal y 366 trasplantados. El
total de pacientes en hemodiálisis era de 13817 y en diálisis peritoneal
1285.
Por debajo de los 44 años la causa más frecuente de enfermedad renal terminal es la glomerulonefritis, pero por encima de esta edad es la diabetes
la principal causa. En promedio, la diabetes es responsable de una parte
de la incidencia de insuficiencia renal terminal que se ha cifrado en unos
23 pacientes por millón de habitantes.
1.3. Procedimientos de depuración extrarrenal
Son básicamente dos2:
• Hemodiálisis
– Hemodiálisis convencional
– Hemodiálisis de alta eficacia
– Hemodiálisis de alto flujo
– Hemofiltración
– Hemodiafiltración
• Diálisis peritoneal
– Regímenes intermitentes
■
Diálisis peritoneal diurna ambulatoria (DPDA)
■
Diálisis peritoneal intermitente (DPI)
■
Diálisis peritoneal nocturna intermitente (DPNI)
– Regímenes continuos
132
■
Diálisis peritoneal continua ambulatoria (DPCA)
■
Diálisis peritoneal continua cíclica (DPCC)
■
En oleadas (TIDAL)
1.4. Líquido de diálisis
En la hemodiálisis consta de un componente básico (alcalinizante), a base de
acetato o bicarbonato, y un componente ácido, con glucosa y electrólitos2.
En la diálisis peritoneal se usa habitualmente glucosa como agente osmótico, pero también se han utilizado icodextrina, aminoácidos y otras (glicerol, fructosa, sorbitol, etc.)2,3.
La concentración de la glucosa en las soluciones habituales de diálisis
peritoneal son de 1.36 a 3.86 g/dl.
2. Manejo general de la glucemia en el diabético con insuficiencia renal terminal
2.1. Objetivos glucémicos en el paciente con enfermedad renal
terminal
Los beneficios del control riguroso son discutibles y discutidos, ya que
tienen mayor riesgo de hipoglucemias y con peores consecuencias4.
Además es más difícil de controlar monitorizar la efectividad del tratamiento5, debido a que la vida media menor de los hematíes, las hemoglobinas carbamiladas pueden interferir con la determinación de HbA1c. Por ello se recomienda usar el promedio de glucemia preprandial y a la hora de acostarse
mejor que HbA1c, aunque se citan como objetivos recomendados una
HbA1c< 8 % y una glucemia preprandial entre 100 y 150 mg/dl6.
2.2. Factores que influyen en las necesidades y efecto de la
insulina en la insuficiencia renal terminal
De la insulina subcutánea se elimina por el riñón el 40-50 % en un primer
paso, la insulina portal lo es por el hígado. La uremia disminuye la degradación periférica de la insulina, y hay una menor gluconeogénesis renal
(30 % en el estado postabsortivo en el sujeto normal). Los pacientes con
insuficiencia renal terminal tienen menor apetito y pérdida de peso.
Además, tienen marcada resistencia a la insulina (que mejora con la diálisis, más con la DP que con la HD)7.
La consecuencia práctica sobre las necesidades de insulina subcutánea es
que la insulina se enlentece, así, la insulina rápida se hace "intermedia" en
la cinética de eliminación.
133
Las necesidades de insulina estimadas son:
• Descenso de 25 % si FG está entre 50 y 10 ml/min.
• Descenso de 50 % si FG<10 ml/min
Se recomienda no utilizar insulina ultralenta en la insuficiencia renal terminal.
En caso de hiperglucemia no habrá glucosuria ni diuresis osmótica. Por
ello en el tratamiento no está indicado un gran volumen de fluidos. Así es
aconsejable utilizar la insulina casi como único tratamiento: 2u/h i.v., con
monitorización de glucemia y K8.
En caso de hipoglucemia hemos de considerar que el aclaramiento de la insulina está disminuido, que la malnutrición es frecuente y que hay déficit de precursores (alanina), de gluconeogénesis y de hormonas contrarreguladoras. A
ello hemos de añadir la hiperinsulinemia inducida por la glucosa de la diálisis
y la extracción de la glucosa en la hemodiálisis. Por ello en los diabéticos se
recomienda que la solución de hemodiálisis contenga 200 mg/dl de glucosa8.
3. El diabético con IR terminal en hemodiálisis
En los pacientes con diabetes tipo 17:
• Algunos estudios han mostrado mayor inestabilidad. Por ello se han
probado los análogos rápidos de la insulina, habiéndose mostrado
útiles en algunos trabajos9.
• Los días sin diálisis suelen necesitar más dosis (2 a 20 U/día), pudiéndose establecer pautas distintas para los días con y sin diálisis.
• Otros dicen que no han diferencia entre los pacientes en hemodiálisis y el resto de diabéticos.
En los pacientes con diabetes tipo 27:
• 33 % que llevaban insulina la dejan en el primer año de HD
• 18 % que no llevaban insulina la requieren
4. Diabetes y diálisis peritoneal
4.1. Ventajas e inconvenientes de la insulina intraperitoneal
El diabético en tratamiento con diálisis peritoneal puede tratarse del
mismo modo que el tratado con insuficiencia renal en términos genera134
les, pero por tratarse de pacientes disciplinados y que tienen una vía de
acceso permanente al peritoneo, se puede utilizar la insulina intraperitoneal. Por vía intraperitoneal la insulina se absorbe por difusión a través
de peritoneo visceral a la vena porta y también a través de la cápsula
hepática10.
Son posibles ventajas de esta vía de administración:
• Se mantiene la razón insulina portal/periférica 3/1
• Perfiles lipídicos menos aterógenos (discutido)
• Menor frecuencia de hipoglucemias
• No mayor incidencia de peritonitis
Pero también puede presentar inconvenientes:
• Esteatosis hepática subcapsular
• Posible inducción de proliferación de fibroblastos peritoneales
El 10 % de la insulina se une a los reservorios de clorhidrato de polivinilo
en el primer minuto, y 20 % en 15 minutos, teniendo la unión relación directa con la superficie de los reservorios e inversa con la concentración de insulina. Experimentos con insulina marcada han mostrado que el 65 % quedaba en el reservorio y 35 % pasaba a la cavidad abdominal. Es debido a ello
que se han publicado dosis elevadas de insulina cuando se utiliza la vía
intraperitoneal10,11. La administración de insulina directamente a la cavidad
peritoneal antes de la administración del líquido de diálisis hace que la biodisponibilidad de la insulina sea mayor y se requieran menores dosis y más
estables de insulina.
La administración de insulina intraperitoneal se ha demostrado tan útil
como la subcutánea y se ha asociado a mejores perfiles glucémicos10.
4.2. Pautas para la insulina intraperitoneal
Las bases de las pautas recomendadas son4:
• Objetivo: glucemias preprandiales <140 mg/dl, posprandiales <200
mg/dl.
• Comenzar con la dosis s.c. previa dividida en 4 dosis i.p. iguales (o
la última que sea 50-70 % menor).
• La insulina se puede poner en 100 ml de SF antes del dializado.
135
• Los 4 cambios de dializado se harán 1 hora después de las comidas
• Ajustes:
– Una unidad más por cada 50 mg/dl que sobrepase 150 mg/dl.
– Si es menor de 80 mg/dl reducir la dosis de insulina 2 ó más unidades.
– Por cada 2 litros de glucosa 1.5 %: 2 u más.
– Por cada 2 litros de glucosa 2.5 %: 4 u más.
– Por cada 2 l de glucosa 4.25 %: 6 u más.
• Si hay un procedimiento que requiere ayuno: reducir dosis a la mitad
• Ajustar insulina a ingesta y actividad
La figura 1 resume la forma y cronología de administración de la insulina
por vía intraperitoneal en los pacientes con diálisis peritoneal continua
ambulatoria (DPCA).
Figura 1. Administración de insulina i.p. en los pacientes diabéticos en tratamiento con DPCA.
Ingesta
Insulina
Cambio
dializado
Ingesta
Insulina
Ingesta
Insulina
Cambio
dializado
Cambio
dializado
Ingesta
Insulina
Cambio
dializado
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137
20. DIABETES EN EL ANCIANO, OBJETIVOS
TERAPÉUTICOS Y TRATAMIENTO
Dr. Jorge Sales Sanz
Hospital de la Vega Baja. Orihuela
La Diabetes Mellitus puede ser considerada como la gran epidemia del
siglo XXI1. Los resultados del estudio americano NHANES III mostraron
que las tasas de prevalencia de la DM aumentan desde un 1-2 % en las
poblaciones de 20-39 años hasta un 18-20 % en las personas de 60-74
años de edad . La mayor esperanza de vida, junto con el aumento de la
prevalencia de obesidad y el estilo de vida sedentario condicionan un
aumento progresivo de esta enfermedad. Clínicamente la DM en el anciano es una entidad heterogénea y se pueden diferenciar cuatro subgrupos2:
en primer lugar, la DM tipo 2 típica con resistencia insulínica “hereditaria”, y con fracaso paulatino de la secreción compensatoria de insulina. En
segundo lugar, pacientes en los que predomina la disminución de células
beta y el consecuente fallo de secreción, en relación con el envejecimiento. En tercer lugar, DM secundaria a otras enfermedades o tratamientos
(pancreatitis, corticoides...). En cuarto lugar, destrucción autoinmune de
la célula beta, en el caso de DM tipo 1 y LADA (latent autoinmune diabetes of the adult).
Las medidas para el tratamiento de los pacientes ancianos con diabetes
mellitus no difieren del resto de la población diabética, pero hay algu139
nas consideraciones especiales. En primer lugar, el objetivo de control
glucémico está en gran medida condicionado por la expectativa de vida,
y por la posible menor influencia sobre las complicaciones crónicas. En
segundo lugar, la existencia de pluripatología y polifarmacia, condicionan el grado de control metabólico, y dificultan la seguridad y el cumplimiento terapéutico. En tercer lugar, el anciano presenta con frecuencia situaciones como hipoacusia, disminución de visión, pérdida de
memoria, depresión, limitaciones de la movilidad, que sin duda influyen en el tratamiento.
No existen estudios controlados y randomizados en la edad geriátrica que
permitan establecer unos niveles de control glucémico óptimos, que retrasen las complicaciones diabéticas y ofrezcan seguridad en la terapia, y
cualquier recomendación de control metabólico debe estar justificado por
la esperanza de vida. Sin embargo, hay estudios epidemiológicos que
muestran una fuerte correlación entre niveles de HbA1c y el riesgo de
complicaciones en la población anciana3. El objetivo básico del tratamiento es mantener al paciente libre de síntomas, con un control tan
bueno como sea posible, sin interferir en su calidad de vida y sin aumentar el riesgo de efectos secundarios, es especial la hipoglucemia4.
Las directrices de la ADA recomiendan un nivel de HA1c menor del 7 %,
glucemias preprandiales entre 80 y 120 mg/dl, y postprandiales entre 100
y 140 mg/dl5. Las guías de actuación de las Sociedades Científicas, no
suelen hacer menciones específicas a las directrices en los pacientes diabéticos ancianos. Si bien los objetivos antes mencionados son los ideales,
son difíciles de conseguir, y por tanto, puede ser asumible que un anciano
diabético pudiera estar controlado con HA1c de 7-8 % , con glucemias
preprandiales entre 100-140 mg/dl y postprandiales entre 120 y 180
mg/dl6. Además, no tenemos datos del efecto del control glucémico intensivo sobre las complicaciones diabéticas en los ancianos7. En pacientes
con discapacidad funcional o enfermedades severas asociadas, parece
razonable mantener glucemias menores de 200 mg/dl, evitando síntomas,
y disminuyendo el riesgo de infecciones genitourinarias, respiratorias,
úlceras por presión, y pérdida de masa muscular8.
Pero además de intentar conseguir un control glucémico los más estricto
posible para las circunstancias de cada diabético anciano, es primordial
tratar de modo vigoroso los otros factores de riesgo cardiovascular asociados, como son la hipertensión arterial, la dislipemia y el tabaquismo.
Diversos ensayos clínicos han demostrado que se necesitan aproximada140
mente 8 años para que el control glucémico produzca un beneficio a nivel
de las complicaciones microvasculares, como la retinopatía y la nefropatía9-11. En cambio, parece que sólo con 2-3 años de actuación sobre los
lípidos y la presión arterial ya obtenemos un claro beneficio a nivel
macrovascular12-15. El UKPDS (United Kingdom Prospective Diabetes
Study) demostró que el control de la hipertensión arterial no solo influye
positivamente en la aparición de complicaciones macrovasculares, sino
que también lo hace a nivel de complicaciones microvasculares, como la
retinopatía y la nefropatía13.
Estudios realizados en población anciana12 han demostrado que reduciendo la presión arterial sistólica se consigue una reducción significativa de
los eventos cardiovasculares, y este efectos se doblan en la población diabética. El objetivo terapéutico recomendado en la población diabética es
de <130/85 mm de Hg en la mayoría de las guías terapéticas (JNC,
OMS)16,17, si bien la ADA recomienda una presión diastólica 80 mm de
Hg18. No hay recomendaciones específicas para la población diabética
anciana, excepto las realizadas recientemente por la Sociedad Americana
de Geriatría, que propone cifras objetivo de 140/80 mm de Hg7. En el primer escalón de tratamiento farmacológico se sitúan los ARAII y los
IECAS, siendo recomendable vigilar la función renal y el nivel de potasio
periódicamente7. La elevada prevalencia de hipertensión sistólica en los
ancianos, hace necesario frecuentemente el uso de fármacos con mayor
eficacia a este nivel como son los diuréticos y calcioantagonistas.
Varios ensayos clínicos han demostrado que el tratamiento farmacológico
hipolipemiante tiene efectos beneficiosos reduciendo significativamente
la incidencia de infarto de miocardio y muerte de origen cardiovascular14,19,20. También el tratamiento hipocolesterolemiante enérgico ha
demostrado una disminución de eventos coronarios e ictus, en población
de más de 65 años con IAM previo 19. El National Cholesterol Education
Program21, incluye en su último informe a los pacientes diabéticos en el
grupo de mayor riesgo, junto a los pacientes que ya tienen aterosclerosis
diagnosticada, como un equivalente de riesgo cardiovascular. En este
grupo de pacientes , el riesgo de sufrir un evento cardiovascular es de más
del 20 % en 10 años. Se establece como objetivo niveles de colesterol
LDL < 100 mg/dl.
Ahora bien, habitualmente no se incluyen pacientes mayores de 75 años
en los estudios en los que se basan las recomendaciones antes descritas.
Por tanto, es difícil extrapolar estos objetivos a este grupo de edad.
141
Además, el riesgo cardiovascular calculado para establecer los objetivos
terapéuticos es de 10 años, cifra que con frecuencia va a superar la expectativa de vida de numerosos ancianos, por lo que su aplicación puede considerarse dudosa22. Hay pocos datos sobre la influencia del tratamiento
sobre el colesterol HDL y triglicéridos. En hombres diabéticos de 65 años
, con HDL baja, se ha demostrado que el tratamiento con fibratos aumenta el nivel de HDL, baja los triglicéridos , y una reducción de las tasas de
eventos cardiovasculares23,24. La ADA y la Sociedad Americana de
Geriatría proponen como objetivos de tratamiento niveles de triglicéridos
de 150 mg/dl y colesterol HDL de 40 mg /dl25,7.
Hay numerosas evidencias que han demostrado que el uso de aspirina
tiene un efecto positivo sobre la prevención de eventos cardiovasculares
de diversa índole26-28. La Sociedad Americana de Geriatría recomienda el
uso de aspirina (81-325 mg/día), en todo diabético anciano que no tenga
alguna contraindicación o reciba tratamiento con anticoagulantes 7
Hay pocos estudios destinados a valorar la intervención dietética en los
ancianos diabéticos3,29, y han demostrado efectos beneficiosos sobre el
peso, la presión arterial, los lípidos y el control glucémico. Aunque la obesidad es menos frecuente en los pacientes ancianos que en las personas de
mediana edad, la mayoría de los pacientes con diabetes tipo 2 tienen un
cierto grado de sobrepeso, y se pueden beneficiar de una pérdida moderada de peso, con restricciones de 250-500 calorías sobre su ingesta previa22. Las recomendaciones dietéticas para el anciano diabético no difieren de las directrices de la dieta equilibrada de la población general, pero
es conveniente para evitar hipoglucemias, repartir adecuadamente la toma
de hidratos de carbono.
La ADA recomienda que las proteínas sean el 15-20 %, la grasa saturada
< 10 %, < o igual 10 % como grasas poliinsaturadas, y el 60-70 % restante
como grasa monoinsaturada y carbohidratos25. El contenido de fibra recomendado es de 20 a 35 gramos al día. Es conveniente recomendar un
mínimo de 30 ml/kg de agua, por la tendencia a la deshidratación y a la
hipeosmolaridad que con frecuencia presentan los ancianos diabéticos.
En cuanto a los micronutrientes, hay un riesgo incrementado de deficiencia de ciertos elementos, y se ha descrito que la suplementación con magnesio y zinc puede mejorar el control glucémico30. Se ha asociado la
hiperglucemia en pacientes ancianos diabéticos con un aumento del stress
oxidativo31, y pequeños estudios han demostrado que la suplementación
con antioxidantes Vitamina C y E pueden mejorar el control glucémico3.
142
Pero si el paciente realiza una dieta variada consumiendo alimentos de
todos los grupos no suele ser necesaria la suplementación con vitaminas y
minerales, quizá con la excepción del calcio y la vitamina D. Los suplementos de otras vitaminas y minerales únicamente estarían indicados si se
objetiva deficiencia, o en situaciones que puedan producirla, como en el
caso de ingestas calóricas inferiores a las 1500 kcal .
Los beneficios del ejercicio en pacientes ancianos con diabetes son importantes, y se dan a diferentes niveles: disminuyen el número de caídas,
reduce la depresión, previene la osteoporosis, aumenta la longevidad,
reduce el riesgo coronario, mejora el control glucémico, mejora los lípidos, produce pérdida ponderal, mejora la presión arterial y aumenta la
resistencia muscular y la flexibilidad32-34. La prescripción del ejercicio
requiere una valoración inicial para adaptarlo a las características del sujeto, teniendo en cuenta las limitaciones por su situación funcional y la presencia de complicaciones micro y macrovasculares. Como mínimo se
debe recomendar en la vida diaria cualquier medida que implique un
aumento de la actividad física. Para ancianos con un buen condicionamiento físico se puede recomendar ejercicio aeróbico, como andar rápido,
correr, nadar, bicicleta...tres veces por semana. También se ha demostrado que los ejercicios de resistencia ejercen un efecto beneficioso en la
población diabética anciana35.
Los fármacos utilizados en el control de la hiperglucemia se dividen en
cuatro grupos. En primer lugar, los secretagogos, que estimulan la secreción de insulina, como las sulfonilureas y las meglitinidas (repaglinida y
nateglinida) En segundo lugar, los inhibidores de las alfa glucosidasas
(acarbosa y miglitol). El tercer grupo lo constituyen los sensibilizadores
de la insulina, como las biguanidas (metformina) y las glitazonas (rosiglitazona y pioglitazona), Y finalmente el cuarto grupo lo constituye la insulina.
De las sulfonilureas de primera generación no se recomienda el uso de
clorpropamida7 por sus efectos secundarios. En cambio la tolbutamida
sigue vigente por su bajo riesgo de hipoglucemia36. De entre las sulfonilureas de segunda generación, los fármacos mas usados en nuestro medio
son la glibenclamida, la glipicida y la glicacida, y en menor medida gliquidona y glipentida. No se recomienda su uso cuando hay deterioro significativo de la función renal con niveles de creatinina en torno a 1.8-2
mg/dl6, excepto con la gliquidona por su eliminación biliar. No habiendo
diferencias sustanciales en la eficacia, el factor limitante para el uso en los
143
ancianos es la hipoglucemia. Las circunstancias favorecedoras de hipoglucemia en los ancianos son la realización de ejercicio, alimentación
limitada, abuso de alcohol, deterioro de la función renal o cardíaca, enfermedad gastrointestinal recurrente, interacciones con otros fármacos (salicilatos, gemfobrocil, warfarina..), y tras el alta hospitalaria37,39. Sin duda,
la glibenclamida es la sulfonilurea que ocasiona mayor número de hipoglucemias y mas graves, ocupando el segundo lugar la glipicida37.La glicacida ha sido recomendada por la Asociación Canadiense de Diabetes y
por la Sociedad Geriátrica Británica, en parte por la menor incidencia de
hipoglucemia38. La glimepirida es la sulfonilurea de aparición mas reciente, y se le incluye en las de tercera generación. Posee unas ventajas que
hacen su uso recomendable en los ancianos diabéticos. Tiene una eficacia
similar a otras sulfonilureas, pero con una menor secreción de insulina.
Además la administración en una sola dosis facilita su cumplimentación .
Por último, diferentes estudios demuestran una baja incidencia de hipoglucemias40,41.
La repaglinida es un derivado del ácido carbamoilmetilbenzoico, que
administrado antes de las comidas, tiene un rápido comienzo de acción y
una vida media corta, lo que produce una perfil de secreción de insulina
más fisiológico. Diversos estudios han demostrado menor número de
hipoglucemias que las sulfonilureas. Su farmacocinética no se afecta con
la edad42. En ancianos diabéticos ha demostrado una eficacia similar a
pacientes más jóvenes43, y también un nivel similar de hipoglucemias.
Aunque faltan más ensayos clínicos en este grupo de población, se puede
considerar el uso de repaglinida en tres circunstancias: cuando hayan
hábitos irregulares de alimentación, si hay hipoglucemias con otras sulfonilureas, y en situaciones de insuficiencia renal leve . La nateglinida es un
secretagogo derivado de la fenilalanina, que tiene una duración de acción
más corta que la repaglinida, y que produce un pico postprandial de insulina más precoz44. Sus ventajas e indicaciones son similares a la repaglinida, pero el descenso de HA1c es inferior, y de momento solo está aprobado en asociación con metformina.
Los inhibidores de las alfa glucosidasas actúan disminuyendo la glucemia postprandial. En un ensayo realizado en población diabética anciana y recientemente publicado, la acarbosa producía un descenso de la
HbA1c de 0.6 % versus placebo45. La limitación para su uso lo impone
la alta tasa de efectos secundarios digestivos (flatulencia, diarrea y
dolor abdominal).
144
La metformina es la única biguanida recomendada para el tratamiento de
la DM tipo 2. Es tan potente en monoterapia como las sulfonilureas, y
actúa fundamentalmente disminuyendo la producción hepática de glucosa. Se sitúa como primer escalón terapéutico en los pacientes diabéticos
obesos. Con frecuencia produce efectos secundarios digestivos, raramente produce hipoglucemia, y la acidosis láctica es el problema más temido
con su uso, aunque infrecuente (3 por 100.000 pacientes-año de tratamiento). No parece que el envejecimiento condicione de modo significativo la eficacia y efectos secundarios si la elección del paciente es correcta3,46. Sin embargo, se tiende a poner un límite de edad para el uso de metformina. Este dintel ha ido aumentando y algunos recomiendan poner el
punto de corte en 80 años47. Igualmente cifras de creatinina >1.5 mg/dl en
hombres y >1.4 mg/dl desaconsejan su uso. Hay otras situaciones que
contraindican su indicación, y que son frecuentes en pacientes ancianos,
como la insuficiencia cardíaca, insuficiencia hepática, otras condiciones
asociadas a hipoxemia, y transitoriamente cuando se administran contrastes iodados, o hay enfermedad grave, cirugía mayor o sepsis48.
Las glitazonas (rosiglitazona y pioglitazona) constituyen el último grupo
de fármacos incorporado al arsenal terapéutico en la DM tipo 2. Se unen
a los receptores PPAR-gamma, mejorando la acción de la insulina
mediante la potenciación de la sensibilidad de la captación periférica de
glucosa, y posiblemente, reduciendo la producción hepática de glucosa.
Se ha demostrado con rosiglitazona una eficacia similar en pacientes
mayores y menores de 65 años, con reducción de HA1c de hasta 1.6 %49.
En nuestro país está aprobado su uso en combinación con metformina o
con sulfonilureas, y proximamente se aprobará la monoterapia; en Europa
aún no está aprobada la asociación con insulina. El candidato óptimo es el
paciente con predominio de resistencia a la insulina y suficientes cantidades de insulina endógena. Se han publicado efectos secundarios similares
en pacientes diabéticos ancianos (edemas, ganancia ponderal, anemia)49,
pero parece que el edema y la anemia es más frecuente en el grupo de
población mayor de 70 años50. Dado que la prevalencia de insuficiencia
cardíaca no diagnosticada es más alta en los diabéticos ancianos, parece
prudente la realización de más estudios en este grupo poblacional.
El tratamiento con insulina con frecuencia se retrasa en los ancianos, y en
cambio, debe ser considerado como un recurso previsto en el curso natural de la diabetes si persiste una hiperglucemia significativa6. Existen circunstancias frecuentes que pueden condicionar la elección de la pauta y
145
sistema de tratamiento, como son alteraciones de la agudeza visual, sordera, temblor o disminución de la movilidad de las manos, depresión y
alteraciones cognitivas. Por ello, en muchos casos se hace necesario la
colaboración de un cuidador que supervise o administre la insulina. Los
dispositivos tipo pluma precargada de insulina son bien tolerados y eficaces, y tienen una elevada aceptación en los ancianos, y con frecuencia evitan los errores de dosificación que pueden ocurrir con las jeringuillas51,52.
El riesgo de hipoglucemia severa aumenta fundamentalmente en pacientes mayores de 70 años; ello se debe al deterioro progresivo de las hormonas contrarreguladoras (fundamentalmente glucagón), a una alteración
en la percepción de los síntomas autonómicos, y finalmente a una disminución de la capacidad psicomotora que le dificulta tomar medidas para
resolver la hipoglucemia.
En pacientes con insulinopenia, se debe utilizar una pauta de dos o tres
dosis de insulina, combinando insulina de acción intermedia en insulina
rápida o ultrarrápida. En la mayoría de los casos de pacientes con DM tipo
2 se puede empezar con un régimen más sencillo. En pacientes con glucemias basales <250 mg/dl y con suficiente reserva endógena de insulina,
se puede empezar con una sola dosis de insulina administrada antes de la
cena o bedtime, habitualmente combinados con un secretagogo o metformina durante el día. Este sistema suele ser bien aceptado por el paciente
y familiares, y suele producir menos ganancia ponderal y menos hipoglucemias56, si bien es más caro y aumenta la polifarmacia. En gran parte de
los pacientes se necesitan dos dosis de insulina de acción intermedia con
o sin rápida, y las mezclas 10/90, 20/80 y 30/70 son las más utilizadas en
estos pacientes53,54. En ocasiones de hace necesario un régimen con inyecciones múltiples para conseguir un control adecuado. Los nuevos análogos de insulina de acción ultrarrápida, como la insulina lispro y la aspart,
mejoran el control de la glucemia postprandial con respecto a la insulina
rápida, y pueden ser de utilidad en estos pacientes. Próximamente serán
comercializados en nuestro país la insulina glargina y la insulina detemir,
que son análogos de acción prolongada que suministran un aporte basal de
insulina, sin picos, y con menor riesgo de hipoglucemia que las insulinas
de acción intermedia .
El UKPDS ha demostrado que la historia natural de la DM tipo 2 hace que
la monoterapia fracase con el avance de la enfermedad y que haga necesario la combinación de fármacos. Las combinaciones más utilizadas son
un segretagogo (sulfonilureas o meglitinidas) y metformina, y sulfonilu146
reas con inhibidor glicosidasas. Con la introducción de las glitazonas está
aprobado el uso de metformina con glitazona y sulfonilureas con glitazona. Tanto la asociación de sulfonilureas (preferentemente glimepiride) y
de metformina con insulina han demostrado mejorar el control glucémico,
y disminuir los requerimientos de insulina55. La triple asociación quedaría reservada a casos muy concretos y no parece justificada en esta población diabética.
Siendo un problema creciente, es necesario realizar más estudios dirigidos
a evaluar los objetivos de control metabólico en la población diabética
anciana, así como la seguridad y eficacia de los tratamientos actuales y
futuros.
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152
21. DISLIPEMIA EN EL ANCIANO, PERFIL LIPIDICO
DESEABLE Y OPCIONES TERAPEUTICAS
Dr. Carlos Sánchez Juan
Hospital de Sagunto. Valencia
Introducción
El aumento de la esperanza de vida en nuestro país en los últimos años ha
ido parejo a un incremento de la “esperanza de vida con buena salud”, es
decir, que se ha retrasado bastante el momento en el que aparece la morbilidad, por ejemplo, una enfermedad crónica.
Y todo ello a pesar de que las enfermedades cardiovasculares han tendido
a cronificarse y, en la población mayor de 65 años, son la primera causa
de muerte y de discapacidad en España, incluyendo la enfermedad coronaria y el ictus como principales exponentes de las mismas. De hecho, el
progresivo incremento porcentual del grupo de población mayor de 65
años, ha ocasionado y seguirá produciendo un aumento de estas enfermedades en personas mayores si no se establecen medidas preventivas.
Esa prevención de las enfermedades cardiovasculares pasa inevitablemente por una valoración exhaustiva del riesgo de esa persona para lo
cual, desde hace unos años, existen diferentes tablas de valoración del
153
mismo en función, entre otros, de una serie de condicionantes que predisponen al desarrollo de la enfermedad y que se conocen como “factores de
riesgo cardiovascular”. La presencia o ausencia de los mismos puede ayudar a los médicos a determinar individualmente el riesgo de desarrollar un
problema coronario o un ictus en los años siguientes.
En los ancianos, los factores de riesgo incluyen aquellas situaciones no
modificables (sexo, historia familiar, edad, etc.), los riesgos modificables
y los hábitos de vida (tabaco, inactividad física, estrés, etc.). Nos centraremos en los factores modificables y en concreto en las alteraciones lipídicas.
Alteraciones lipídicas en el anciano
La dislipidemia es un factor de riesgo mayor, causal, reversible y modificables cuya prevalencia alcanza valores de casi el 40 % en la población
española con edades superiores a los 65 años. Los objetivos terapéuticos
dependen de las cifras lipídicas obtenidas así como de la presencia o no
de factores de riesgo concomitantes o “equivalentes de riesgo” (aterosclerosis no-coronaria o diabetes mellitus) según los últimos consensos europeos y americanos. Sin embargo, el control de la dislipidemia es deficiente ya que sólo el 31 % de los pacientes con una alteración lipídica tiene
controlado este trastorno y eso a pesar de que el grado de tratamiento farmacológico de la dislipidemia en nuestro país es moderadamente alto –un
73 %– en comparación con datos provenientes de Estados Unidas o Reino
Unido.
Enfoque terapéutico
En las alteraciones lipídicas del anciano, junto con las actuaciones higiénico-dietéticas, el tratamiento farmacológico en general y el uso de estatinas como fármacos hipolipemiantes es ampliamente aceptado como
opción terapéutica para reducir el impacto de las enfermedades cardiovasculares en este grupo de población.
La reticencia pasada al uso de estatinas en ancianos se basaba en varios
factores. En primer lugar, en los escasos datos disponibles hasta mediados
de los años 90 ya que, la mayoría de ensayos clínicos efectuados al efecto, se realizaron en personas con edades medias. Sin embargo, en los últimos diez años han aparecido datos a partir de los grandes estudios con
154
estatinas (CARE, LIPID, 4S, HPS) y de otros específicamente diseñados
para comprender mejor sus efectos en esta población (PROSPER), que
apoyan el uso de las mismas como prevención primaria y secundaria independientemente de la edad.
Otro factor a tener en cuenta fue la posibilidad de que el tratamiento concomitante de estatinas con otros fármacos de uso frecuente en esta población
podría incrementar el riesgo de efectos adversos. Los ancianos toman en
muchas ocasiones antidepresivos, antidiabéticos orales, antinflamatorios y
antihipertensivos, que son metabolizados a través de vías metabólicas comunes, por ejemplo el citocromo hepático P450, y que pueden incrementar los
niveles plasmáticos de algunos de ellos con el consiguiente efecto perjudicial.
Sin embargo, el perfil de seguridad de las estatinas está actualmente bien establecido y su uso, junto con otros fármacos, no aumenta la posibilidad de efectos adversos si se conoce y se tiene en cuenta esa posible interacción.
Así mismo y en contra con lo apuntado hace años, el uso de estatinas no
incrementa los casos de cáncer ni la morbi-mortalidad no-vascular.
Todos estos datos sobre las estatinas en general y sobre su uso en ancianos en particular influyeron en la elaboración de las guías del Tercer Panel
Americano sobre el Colesterol (ATP III). De acuerdo con las mismas, las
personas de 65 y más años deberían tratarse sus cifras de colesterol-LDL
de forma tan agresiva como las de edad media.
Sin embargo, la adherencia al tratamiento con estatinas en los ancianos es,
en algunos casos, un problema importante sobre todo en los primeros seis
meses de iniciado el mismo. Para intentar conseguir un mayor grado de
cumplimentación terapéutica el equipo sanitario en general debería identificar aquellos pacientes con riesgo de abandono del tratamiento e intervenir sobre ellos precozmente.
Conclusiones
A pesar de que estudios epidemiológicos habían mostrado que la importancia del colesterol-LDL como factor de riesgo de futuros eventos cardiovasculares disminuía con la edad, se han acumulado recientemente
suficientes datos basados en ensayos que incluyen población anciana para
que esta visión previa haya cambiado.
En definitiva, las personas ancianas, como la población adulta en general,
se benefician de un tratamiento intensivo de la dislipidemia que precisa en
155
muchos casos de estatinas, con lo que se reduce el riesgo de episodios cardiacos en un periodo corto de tiempo. Los beneficios sobre el ictus precisan de un tiempo algo mayor aunque sí se observa un efecto temprano y
positivo sobre el ataque isquémico transitorio. Como ocurre en población
adulta, los ancianos que más pueden beneficiarse del tratamiento con estatinas son los que presentan un mayor riesgo cardiovascular.
156
22. OBESIDAD EN EL ANCIANO. LÍNEAS
DIRECTRICES EN SU TRATAMIENTO
Dr. José Fco. Martínez Valls
Hospital Clínico Universitario. Valencia. Departamento de Medicina, Facultad de Medicina
La obesidad es uno de los problemas metabólicos que más debates, controversias y posturas genera entre la comunidad científica. Actualmente,
está considerada, como una de las epidemias del siglo XXI (cada especialidad genera su propia epidemia v.g.; la osteoporosis es, para epidemiólogos, reumatólogos, ginecólogos, y endocrinólogos la epidemia silente del
s.XXI, etc.). La prevención de las enfermedades, se constituye en el objeto de la medicina del mañana.
Los datos de que disponemos, respecto al tema que nos ocupa, resultan desalentadores: en la población adulta española (22-65 años) la
prevalencia de obesidad (IMC ≥ 30) se sitúa alrededor del 13 % –en la
Comunidad Valenciana llega al 15 %–, cifras que añadidas al sobrepeso (IMC 25-30), hacen que los sujetos afectos se sitúen entorno al 50
% de la población; lo más grave es que la situación entre nuestros
niños y adolescentes se superpone a la de los adultos (el estudio
ENKID, cuya población estudiada abarca a sujetos entre los 2-17 años,
pone de manifiesto que la prevalencia de sobrepeso y obesidad es la
misma ); de esta manera, es lógico que los esfuerzos preventivos
157
vayan dirigidos al núcleo de población que más se puede beneficiar de
estas actuaciones.
Sin embargo, conforme la medicina preventiva avanza, la expectativa de
vida aumenta y las enfermedades crónicas se hacen más prevalentes (diabetes, hipertensión arterial, dislipemia, etc. ) y todas ellas, suelen acompañarse la mayoría de las veces de exceso de peso; desgraciadamente no
existen estudios de prevalencia de obesidad en sujetos por encima de los
65 años. En nuestro país, sólo existe un estudio que relaciona el peso corporal con la calidad de vida en ancianos no institucionalizados en España
(IJO 2003;27: 701-9).
Muchos factores influyen en los estudios acerca de la morbimortalidad en
el anciano obeso:
La mayoría de los trabajos sobre factores de riesgo asociados a exceso de
peso, sitúan el punto de corte en los 60-65 años;
Hay trabajos que apuntan el efecto protector que un discreto sobrepeso
tiene sobre el anciano;
Los parámetros que nos informan acerca del la adiposidad visceral (como
es el perímetro de la cintura), pueden ser mejores predictores de riesgo
que el IMC en estos grupos de edad;
Otros factores como la historia de la evolución de peso a lo largo de la
vida también resultan de interés en la evaluación final de los factores de
riesgo);
En la mayoría de ensayos clínicos dirigidos al control del exceso de peso,
entre los criterios de exclusión figuran los sujetos de edad superior a los
65 años, con lo cual la experiencia acerca de las diferentes estrategias
terapéuticas, dietéticas o farmacológicas, es pobre. Existe, sin embargo,
más información acerca de los efectos beneficiosos del ejercicio físico
regular.
En esta exposición trataremos de las "posibles" ventajas e inconvenientes
del tratamiento del exceso de peso en el "anciano" (incluyendo los problemas de su definición y diferentes estrategias: dieta hipocalórica vs.
VLCD, ejercicio físico, fármacos, terapia de comportamiento e inclusive
cirugía bariátrica), así como los objetivos encaminados a:
Garantizar una buena calidad de vida.
158
Reducir los problemas metabólicos asociados.
Incrementar la expectativa de vida.
De la misma forma, ofreceremos los resultados obtenidos en nuestra unidad, en los últimos tres meses de actividad, para hacernos una idea del
problema al que nos enfrentamos y que serán sin duda objeto de comentarios y discusión.
Así, los 68 pacientes analizados (9,7 % de la consulta de obesidad en el
período de tiempo estudiado), presentaban una edad media de 68,8 años,
y un IMC medio de 43,9; de todos ellos el 74,3 % estaban afectos de diabetes tipo 2 e hipertensión arterial; el 64,1 presentaban problemas osteoarticulares crónicos; el 33,3 % algún tipo de dislipemia, y el 28,2 %
SAOS. Sólo en dos pacientes encontramos patología tiroidea asociada,
que por otro lado estaba bien controlada.
159
23. DISFUNCION ERECTIL. NUEVAS MODALIDADES
TERAPEUTICAS
Dr. Enrique Cuñat Albert
Hospital General de Castellón. Castellón
La salud sexual preocupa cada vez más al varón. La alteración de la erección, es un problema que puede influir de forma importante al bienestar
físico, psíquico y social. Así, puede ser el síntoma centinela que nos avisa
de la existencia de patología orgánica no diagnosticada; a nivel psíquico,
afecta provocando una disminución de la autoestima, de la confianza en sí
mismo, de fracaso anticipado, una sensación de inferioridad ante sus iguales, mina la base íntima de la relación de pareja, etc. Consecuencias éstas
que hacen de la Disfunción Eréctil (DE) una patología muy importante.
La DE se define como la dificultad para lograr y/o mantener una erección
suficientemente firme para conseguir una relación sexual satisfactoria. El
término DE ha reemplazado al término más tradicional de impotencia, que
es inespecífico y tiende a asociarse con estigmas peyorativos.
La DE tiene varias etiologías posibles. Puede deberse primariamente a
factores orgánicos, como enfermedad vascular o diabetes, o a factores psicológicos, como estrés o ansiedad. En muchos casos coexisten los dos
tipos de factores.
161
Entre 1987 y 1989 se realizó un estudio epidemiológico con base poblacional en Massachussets, el MMAS, que incluyó 1.290 hombres de edades comprendidas entre 40 y 70 años. Los resultados mostraron que el
52% padecía algún grado de disfunción eréctil; de ellos, un 17 % presentaba una disfunción eréctil leve; un 25 %, moderada y un 10 %, grave.
Además se observó que la incidencia era mayor en diabéticos, enfermos
coronarios, o hipertensos. El riesgo de padecer DE era cuatro veces mayor
entre los 60 y 69 años que entre los 40 y 49 años. En España el estudio
EDEM “Epidemiología de la Disfunción Eréctil Masculina” incluyó 2476
varones entre 25 y 70 años, de los que un 12% padecía DE; un 5% de
grado leve, otro 5% de grado moderado y un 1,9% de grado completo.
El pene está constituido por tres estructuras cilíndricas: dos cuerpos cavernosos (CC) que contienen el tejido eréctil dentro de la túnica albugínea, y
un cuerpo esponjoso que alberga la uretra y su porción distal engrosada es
el glande. La unidad funcional eréctil es el sinusoide cavernoso, que son
unas cavidades alveolares cuyas paredes (trabéculas) de músculo liso se
hallan cubiertas por endotelio.
La erección es un fenómeno eminentemente neurovascular. El estímulo sexual puede ser percibido, por los órganos de los sentidos, o generado en el cerebro a partir de recuerdos o fantasías sexuales. Este estímulo
desencadena una repuesta neurológica que finaliza con la liberación de
neurotransmisores, como óxido nítrico (NO) y de factores de relajación
por las células endoteliales, que conduce a relajación del músculo liso en
162
las arterias, arteriolas y trabéculas del pene, lo que permite el llenado
rápido de los espacios sinusoidales y el agrandamiento del pene. El
aumento de tamaño del espacio sinusoidal también permite la compresión
de las venas emisarias entre las trabéculas y la túnica albugínea, lo que
conlleva la oclusión casi total del flujo de salida venoso (mecanismo corporovenooclusivo). Esto facilita un aumento en el flujo sanguíneo de
hasta unas 5 veces, que rápidamente llena los espacios sinusoidales y
agranda el pene. Por tanto, durante la erección se produce un atrapamiento de sangre a presión dentro de los cuerpos cavernosos del pene.
En el estado de flacidez, las arterias peneanas están contraídas. Además el
músculo liso trabecular está contraído de manera que los espacios lacunares (sinusoidales) están colapsados y la resistencia al flujo de salida venoso es muy baja. Todo ello conlleva que en el estado de flacidez, entre muy
poca sangre y que ésta salga libremente por el sistema venoso.
El óxido nítrico (NO) liberado por los nervios dilatadores y por el endotelio que tapiza los espacios lacunares, es el principal responsable de la
dilatación del músculo trabecular. Atraviesa con facilidad la membrana
plasmática de las células, donde se une al enzima guanilato ciclasa produciendo un aumento de su actividad. Esta activación estimula la conversión del GTP a GMPc.
La acumulación de GMPc en la célula lleva a una cascada de sucesos a nivel
intracelular cuyo resultado final es la relajación del músculo liso trabecular.
163
Las fosfodiesterasas (PDE) son enzimas que regulan la concentración
intracelular de nucleótidos cíclicos. Las PDE hidrolizan al AMPc y al
GMPc en las células de músculo liso del pene y reducen así su concentración, lo que conduce a la pérdida de la tumescencia (flacidez). La PDE5
es específica para la vía de NO/GMPc en tejido cavernoso humano (CC)
y sus concentraciones son elevadas en él.
Tabla 1. Patrones de expresión de la PDE
PDE
Localización tejido principal
Localización tejido principal
PDE1
Cerebro, corazón, músculo liso vascular.
Vasodilatador, aumento de la frecuencia cardíaca.
PDE2
Corteza suprarrenal, cerebro, cuerpo
cavernoso.
Desconocido.
PDE3
Corazón, cuerpo cavernoso, hígado,
músculo liso vascular.
Inotropismo positivo, vasodilatación,
agregación de plaquetas.
PDE4
Pulmón, mastocitos, músculo liso
vascular.
Broncodilatación,
antiinflamatorio.
PDE5
Cuerpo cavernoso, músculo liso vascular, plaquetas.
Vasodilatación, erección.
PDE6
Retina.
Trastorno de la visión.
PDE7
Músculo esquelético, células T
Desconocido.
PDE8
No caracterizada.
Desconocido.
PDE9
Expresada ampliamente, no caracterizada.
Desconocido.
PDE9
Expresada ampliamente, no caracterizada.
Desconocido.
PDE10
Cerebro, testítulos.
Desconocido.
PDE11
Testítulos, próstata, riñones y músculo esquelético.
–
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164
vasodilatación,
Beav oJA (1995) Physiol Rev 75:725
Boolell M
Existen diferentes tipos de fosfodiesterasas (PDE) y la concentración de
cada uno de esos tipos en los tejidos es diferente.
Las fosfodiesterasas al degradar el GMPc, se oponen a la relajación del
músculo liso (disminuyen la rigidez peneana). Por tanto, una manera de
aumentar la concentración del GMPc (aumentar la rigidez) es inhibir la
fosfodiesterasa. Este es el mecanismo de acción de las últimas novedades
en para el tratamiento de la DE, los inhibidores de la PDE5.
Los inhibidores de la PDE5 inhiben la degradación de GMPc en tejido
cavernoso, por lo que aumenta su concentración, amplificando la vía neural de NO/GMPc, que es esencial para la relajación del músculo liso y la
subsecuente tumescencia del pene. Este mecanismo de acción confiere a
los inhibidores de PDE5 su efecto terapéutico en el tratamiento de la DE.
El vardenafilo (levitra), sildenafilo (viagra) y tadalafilo (cialis) son inhibidores de la fosfodiesterasa 5 (PDE5), que se encuentra en concentraciones relativamente elevadas en el cuerpo cavernoso humano y en las plaquetas.
No existen estudios clínicos comparativos entre las tres moléculas, pero
en estudios básicos se ha demostrado una mayor potencia del vardenafilo
(x10) respecto a sildenafilo También se ha observado una mayor selectividad por inhibir la PDE tipo 5 y no otros tipos. Así inhibe menos la PDE6
que el sildenafilo (menos alteraciones de la visión), y menos la PD11 que
el tadalafilo (con menos molestias musculares), por lo que en general, sus
efectos secundarios deberían de ser menores en la clínica.
165
Vardenafilo y sildenafilo tienen una ventana terapeútica de unas 5-6 horas
y el tadalafilo de casi 40 horas.
Los efectos secundarios más frecuentes son la cefalea, rubor facial, dispepsia, congestión nasal, alteraciones de la visión. Con el tadalafilo es
más probable (7 %) observar lumbalgias y mialgias en piernas.
No se han observado diferencias en la respuesta a la prueba de esfuerzo con
levitra respecto a placebo. Hay un estudio con pocos pacientes en el que se
concluye que el sildenafilo aumenta la reserva coronaria en un 13 %.
166
24. HIPERTIROIDISMO SUBCLÍNICO Y SU
TRATAMIENTO
Dr. Juan Francisco Merino Torres
Hospital Universitario "La Fe". Valencia
El hipertiroidismo subclínico se define por la asociación de concentraciones séricas bajas de TSH con valores normales de T4 y T3 libres. La
ausencia de síntomas formó parte inicialmente de la definición pero,
actualmente se acepta que pueden haber signos y/o síntomas más o menos
importantes de tirotoxicosis. El valor de TSH a partir del cual se puede
hablar de hipertiroidismo subclínico ha sido motivo de diversos debates.
En la actualidad, la mayoría de las Sociedades Científicas han propuesto
el valor de TSH inferior a 0,1 mU/L, medido por un análisis de segunda o
tercera generación, como punto de corte.
La frecuencia del hipertiroidismo subclínico depende de la edad de la
población estudiada y del método utilizado para la determinación de TSH.
Cuando se analizan las diversas publicaciones en relación con el hipertiroidismo subclínico, la edad utilizada como punto de corte es amplia y
siempre cuestionable, oscilando entre los 55 y 100 años. En cualquier caso
diversos estudios transversales, muestran por término medio una frecuencia inferior al 2 %, y en uno de ellos en que se separó por sexos se encuentra un claro predominio en el sexo femenino (3,3 %).
167
Las causas del Hipertiroidismo subclínico van a ser las mismas que las del
hipertiroidismo:
• Hipertiroidismo Subclínico Exógeno
■
Sobredosificación en tratamiento sustitutivo con hormona tiroidea
■
Tratamiento supresor con hormona tiroidea
• Hipertiroidismo Subclínico Endógeno
■
Hiperproducción autónoma de la glándula tiroidea
♦ Adenoma tiroideo
♦ Bocio multinodular
■
Enfermedad de Graves-Basedow
♦ Tras tratamiento quirúrgico o con I131
♦ Tras antitiroideos de síntesis durante la "remisión"
♦ Oftalmopatía de Graves-Basedow eutiroidea
■
Tiroiditis de Hashimoto
• TSH suprimida no asociada con hipertiroidismo subclínico
■
Hipertiroidismo secundario
■
Síndrome eutiroideo enfermo
■
Tratamiento con glucocorticoides o dopamina
■
Interferencia con concentraciones elevadas de gonadotropina
coriónica en técnicas inmunométricas de determinación de la TSH
■
Error de laboratorio.
Siempre se deben excluir estas últimas dado que no serían hipertiroidismo
subclínico. Entre las restantes, las causas más frecuentes son las exógenas.
Clínicamente el hipertiroidismo del anciano se caracteriza por su carácter
paucisintomático, siendo ya clásica la descripción de Lahey en 1931 del
“Apathetic Hyperthyroidism in the Elderly”. No obstante, y dentro del
cuadro clínico de hipertiroidismo subclínico en el anciano, tres son las
características clínicas que se deben tener en consideración:
1. Riesgo de Progresión del hipertiroidismo subclínico a hipertiroidismo franco: Diversos estudios con un periodo de seguimiento
168
de entre 4 meses y 4 años, sugieren que los sujetos ancianos con
hipertiroidismo subclínico tienen un elevado porcentaje de progresión a hipertiroidismo franco, que oscila entre el 6-30 %. No obstante, también es cierto que tienen un alto porcentaje de regresión a
la normalidad, que oscila entre el 10-47 %. Estos datos hacen que se
deba hacer un seguimiento de las cifras de TSH antes de decidir tratar el hipertiroidismo subclínico en el anciano.
2. Manifestaciones Cardiacas: destacan sobre todo el aumento de
frecuencia cardiaca, palpitaciones y el mayor riesgo de fibrilación
auricular. En un estudio llevado a cabo en Framingham sobre 2.007
personas mayores de 60 años y seguidas 10 años, entre los que tenían una concentración basal de TSH inferior a 0,1 mU/L con tiroxina normal, el riesgo relativo de desarrollar fibrilación auricular fue
de 3,1 frente a los que tenían una TSH normal.
3. Osteoporosis: El riesgo de osteoporosis en pacientes hipertiroideos es
bien conocido. Estudios en pacientes con hipertiroidismo subclínico
exógeno no demuestran claramente que este sea un factor de riesgo de
osteoporosis y fractura en todas las poblaciones. Por otra parte, es
cuestionable que los efectos del hipertiroidismo exógeno sobre el
hueso sean comparables a los del hipertiroidismo endógeno.
Junto a estas manifestaciones se deben tener en cuenta otros aspectos, a
saber: aumento en la masa ventricular izquierda, disminución en la calidad de vida y mayor riesgo de demencia.
Finalmente, en cuanto el tratamiento todas las guías de práctica clínica
aconsejan la confirmación seriada de los valores suprimidos de TSH
antes de plantearse el tratamiento y descartar las causas no relacionadas
con hipertiroidismo exógeno y endógeno. Una vez confirmado este, el
tratamiento no difiere a grandes rasgos con el tratamiento del hipertiroidismo franco.
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170
25. TERAPIA HORMONAL SUSTITUTIVA EN LA
MENOPAUSIA Y RIESGO CARDIOVASCULAR.
EVIDENCIAS CLINICAS
Dr. Antonio Cano Sánchez
Hospital Clínico Universitario. Valencia
Los reajustes producidos recientemente en las indicaciones de la terapia
hormonal de sustitución (THS) en la mujer climatérica proceden esencialmente de la publicación de dos estudios aleatorizados y controlados
con placebo, el Heart and Estrogen/progestin Replacement Study
(HERS)1, y el Women’s Health Initiative (WHI)2. Ambos estudios fueron
diseñados para aclarar si, de acuerdo con los resultados de los innumerables estudios de observación disponibles y de las modificaciones favorables en indicadores biológicos subordinados, el uso de hormonas era
seguido de reducción en el riesgo de acontecimientos cardiovasculares.
Los objetivos del estudio HERS se circunscribieron a prevención secundaria. Por tanto, el estudio incluyó a 2.763 mujeres con enfermedad cardíaca coronaria (ECC) establecida. Por el contrario, el estudio WHI se
planteó en el campo de la prevención primaria. Para ello, incluyó a una
elevada población de mujeres distribuidas en distintos estudios principales y unos cuantos estudios accesorios. La prevención cardiovascular fue
tratada en dos ramas, una de mujeres no histerectomizadas (16.608 muje171
res) y otra de mujeres histerectomizadas. La pauta usada en HERS y en
las mujeres con útero intacto del WHI fue la misma, una dosis diaria de
0.625 mg de estrógenos conjugados equinos asociados a 2.5 mg de acetato de medroxiprogesterona (AMP). La rama de mujeres histerectomizadas
usó solo 0.625 mg de estrógenos equinos como comparación frente al placebo.
Contrariamente a las expectativas generadas, el estudio HERS dio un
resultado global neutro en cuanto a ECC tras algo más de 4 años de seguimiento. Como aspecto a destacar, se detectó una tendencia distinta en los
grupos tratado y placebo, pues mientras en el primero hubo un incremento de acontecimientos coronarios en el primer año y un descenso progresivo en cada año de seguimiento, en el grupo placebo se observó una tendencia neutra, de acuerdo a las expectativas. Este comportamiento del
grupo tratado sirvió para acuñar la hipótesis del “daño inicial” (early
harm), cuyo fundamento fisiopatológico es aún motivo de conjetura. El
hecho de que las pacientes del estudio HERS padecieran ya ECC al inicio, y por tanto se les presumiera una alta prevalencia de aterosclerosis,
sirvió para hipotetizar que posiblemente el papel de la THS se limitase a
la reducción del riesgo de aterosclerosis.
Esto no tendría, en esa perspectiva, por qué venir acompañado de una
limitación en el riesgo de desencadenamiento de procesos obstructivos
agudos en la luz vascular cuando ya la aterosclerosis está establecida. Más
aún, y a la luz de la hipótesis del daño inicial, parecía que incluso sobre
una pared vascular con placas ateromatosas la THS potenciase el riesgo.
Los argumentos a favor de esta interpretación, y de la falta de protección
general observada en el estudio, barajaron posibles efectos sobre parámetros hemostáticos o rasgos específicos de la pauta seleccionada, pues el
AMP es un gestágeno que en estudios experimentales ha mostrado un
balance global perjudicial para la fisiología de la pared vascular.
El estudio HERS ha sido enriquecido posteriormente con los datos del llamado HERS II3, procedentes del seguimiento a más largo plazo de las
mujeres que continuaron con el tratamiento originalmente asignado, bien
fuese THS o placebo. No se demostró en estas mujeres que la reducción
progresiva de riesgo del estudio HERS se mantuviese con posterioridad.
Si el resultado negativo del HERS se debía, como algunos argumentaron,
a que la protección de la THS se concentraba en la reducción del riesgo
de aterosclerosis, era previsible que esta protección se hiciera evidente en
prevención primaria. En una estimación a priori el estudio WHI debía res172
ponder a esta necesidad, pues se diseñó con el propósito de incluir a mujeres sin acontecimientos coronarios previos. Nuevamente, sin embargo, las
expectativas terminaron en decepción, pues el brazo de las mujeres tratadas con la pauta combinada (no histerectomizadas que recibían estrógenos
y AMP) fue interrumpido prematuramente, tras un seguimiento medio de
5.2 años. Aunque el motivo desencadenante fue el alcance del umbral pactado con las participantes para incremento de cáncer de mama (que por
cierto no era estadísticamente significativo), la realidad es que se observó
un leve aumento, y no una disminución, en ECC y en ictus.
También como en el estudio HERS, se encontró una acumulación discreta de acontecimientos en el primer año de tratamiento. Aunque hubo una
protección evidente para fracturas osteoporóticas y cáncer colorectal, el
balance global fue negativo. Distintos subanálisis publicados con posterioridad han confirmado que tampoco se confirma protección frente al
deterioro cognitivo o en cuanto a mejora de calidad de vida en mujeres
que, no se olvide, eran asintomáticas como requisito para su participación
en el estudio4,5.
Como consecuencia de estos hallazgos, las sociedades científicas que se
pronunciaron sobre la cuestión (Sociedad Americana del Corazón,
Sociedad Norteamericana de Menopausia, y la propia Asociación
Española para el Estudio de la Menopausia6,7 recomendaron abandonar el
uso de THS si el único propósito para su uso era la prevención de enfermedades crónicas. Por igual razón, se puso especial énfasis en señalar que
estas conclusiones no eran aplicables a mujeres más jóvenes, como las
que se encuentran en los años inmediatos tras la menopausia, y que fueran sintomáticas. Actualmente, de hecho, no hay ningún preparado que
tenga eficacia comparable a los estrógenos en el control del síndrome sintomático climatérico. Tampoco estos datos deberían extrapolarse a otras
pautas (la rama con estrógeno solo sigue abierta), a otras dosificaciones
más bajas, o a otras vías de administración, como puede ser la transdérmica, muy utilizada en Europa6.
¿Cómo pudo obtenerse un resultado tan contrario a las expectativas avaladas por estudios de observación y a multitud de efectos favorables sobre
parámetros subordinados (lípidos, tono vascular, hemostasia, reducción
de aterosclerosis en modelos experimentales, etc.)? Aunque las causas
siguen en el terreno de las hipótesis, parece que, al margen de lo antes
considerado sobre la desafortunada elección de la pauta de tratamiento, la
edad de las pacientes es un argumento a tener presente. Tanto HERS como
173
WHI eligieron mujeres con edad media superior a los 60 años, un detalle
que debe ser tenido en cuenta a la hora de preguntarse por el estado de su
pared arterial.
De hecho, hay evidencias crecientes sobre el papel perjudicial que los
estrógenos pueden tener sobre la estabilidad de las placas ateromatosas
avanzadas o inestables. El incremento en la actividad de metaloproteinasas a nivel local y sistémico, o de la propia proteína C reactiva, son detalles que apuntan hacia un efecto perjudicial de los estrógenos cuando la
pared vascular se encuentra ya afectada. Menos claro está el efecto a nivel
de la hemostasia, sobre todo de la agregación plaquetar, un factor relevante en este escenario. Por el contrario, el conjunto de datos favorables
asociados al uso de estrógenos (vasodilatación, reducción de oxidación de
LDL y del estrés oxidativo en su globalidad, etc.) parecen confluir en un
efecto protector frente al desarrollo de la placa, y no tanto hacia su estabilidad.
En conclusión, éste sigue siendo un campo de muy activa investigación
por sus evidentes repercusiones a nivel de una amplia capa de población.
En tanto esta cuestión no quede clara, deben seguir vigentes las recomendaciones sobre limitación de uso en mujeres no sintomáticas o que ya han
superado el climaterio inmediato. Queda sin resolver la actitud a tomar
ante mujeres que, a pesar de haber pasado varios años tras el climaterio,
siguen siendo sintomáticas. Es evidente que un adecuado asesoramiento
debe preceder a una toma de decisión compartida, donde la interesada sea
consciente del balance beneficio/perjuicio. Ante pacientes sanas en fases
iniciales de su postmenopausia y con síntomas que afectan a su calidad de
vida, la THS sigue siendo la opción más válida y eficaz.
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175
26. PAPEL DE LA CIRUGIA EN EL TRATAMIENTO DE
LA ACROMEGALIA EN LA ACTUALIDAD
Dr. José García Uría
Hospital Clínica Puerta de Hierro, Madrid.
En los últimos años se han desarrollado nuevos y diferentes métodos de
tratamiento para la acromegalia. La administración de diferentes análogos
de la Somatostatina, o de antagonistas de los receptores de hormona de
crecimiento, así como formas especiales de radioterapia, constituyen
modalidades terapéuticas cada vez más eficaces. Sin embargo en el
momento actual, la cirugía se mantiene como el tratamiento de primera
línea para la mayoría de los acromegálicos.
Material y métodos
Se analizan los aportes de la tecnología en el campo de la técnica quirúrgica y su repercusión en los resultados. Microcirugía, endoscopia, drill de
alta velocidad, coagulación bipolar, contribuyen a mejorar las posibilidades de la intervención de forma paralela a los progresos de la investigación farmacológica y su mayor eficacia terapéutica. Se analizan los resultados de una serie de 400 acromegálicos intervenidos en C.P.H. desde
1975 hasta el año 2000.
177
Resultados
Los resultados demuestran la necesidad de una curva de aprendizaje y de
una experiencia mantenida en el tiempo por parte del cirujano. Las posibilidades de reducción del nivel de GH postoperatorio por debajo de 2
ng/ml con IGF-I normal superan el 90% en los casos de pacientes con
microadenomas. En estas series la insuficiencia pituitaria inducida por el
acto quirúrgico fue inferior a 1 %, la mortalidad 0,25 % y la aparición de
fístula de l.c.r. postquirúrgica de 1 %.
Discusión
Los adenomas son tumores histológicamente benignos pero susceptibles
de infiltrar las paredes de dura de la silla con clara repercusión en el pronóstico de la enfermedad acromegálica. La mera observación o el tratamiento médico pueden conllevar riesgo evolutivo que desaparece con una
resección quirúrgica del tumor. Los adenomas sangran entre un 3 % y un
6 % al año y un aumento brusco de tamaño puede suponer un riesgo de
compromiso para la función visual. Además el tratamiento quirúrgico es
en el momento actual el más eficiente, si valoramos el grado de eficacia y
su coste económico.
178
27. CRITERIOS DE CURACION DE LA
ACROMEGALIA. REVISION CRITICA DE LOS
ULTIMOS CONSENSOS
Dr. Juan Soler Ramón
Hospital Universitari de Bellvitge. Barcelona
La acromegalia es una enfermedad que raramente se cura con una primera actuación, de forma que para el control del proceso es necesario recurrir a diversas terapias como la cirugía, la radioterapia, los análogos de la
somatostatina, los agonistas dopaminérgicos, o los novedosos antagonistas del receptor de GH . Cada profesional genera su algoritmo particular
según su experiencia y según sus disponibilidades, pero en general es
necesario aplicar más de uno de los posibles tratamientos. De esta manera el control de la acromegalia se centra en cuatro aspectos interelacionados: la masa tumoral, la actividad de la enfermedad, los déficits secretores y las comorbilidades.
Los diversos consensos establecen el concepto de curación/control de un
paciente, definiéndose si está perfectamente controlado, inadecuadamente controlado o mal controlado, aunque en ocasiones surgen muchas
dudas. En el año 2000 y recientemente en el 2002, se han publicado varios
consensos que pueden orientar en el concepto de control de los pacientes
179
acromegálicos. Una editorial publicada recientemente por Trainer y de
lectura recomendada ofrece un algoritmo de actuación en el diagnóstico
de la acromegalia que también sirve para detectar la actividad de los
pacientes acromegálicos.
Se considera que un paciente está controlado cuando se obtiene una normalización de los dos marcadores utilizados como parámetros de control:
GH tras sobrecarga oral de glucosa (SOG), e IGF-I. Otros pacientes se
clasifican también como curados porque presentan la IGF-I normal pero
la GH está disregulada, existe normalización de la secreción global de GH
pero no se ha recuperado toda la cinética de regulación. Otros pacientes
se consideran claramente no curados porque presentan la GH y la IGF-I
elevadas, y otros pacientes, con IGF-I elevada y GH normal, también se
consideran no curados. Esta última situación se presenta sobre todo si se
valora la determinación de la GH por métodos modernos más sensibles,
como IRMA, y se referencia con los consensos antiguos que utilizaban
determinaciones de GH por RIA que obtienen valores más altos, como
publico Freda en 1998. En algunas series hasta un 40 % de las muestras
de los pacientes presentan alguna de estas discordancias.
Si se valora el eje somatotropo como expresión de la hiperproducción de
la hormona del crecimiento por el tumor causante de la acromegalia, se
puede detectar exceso de secreción directamente o bien analizando alguno de los péptidos efectores, proteínas que se sintetizan por la acción de
la GH sobre el hígado y otros tejidos. Además de la IGF-I, buen marcador
y quizás menos variable que la GH, también puede valorarse la IGFBP-3,
proteína transportadora que se encuentra aumentada en la acromegalia, o
también la subunidad formada conjuntamente con las otras dos del complejo ternario, ALS, que también está aumentada en la acromegalia.
Aunque en esta enfermedad hay una buena correlación entre IGF-I e
IGFBP-3, esta última infraestima la actividad hasta en un 50 % de muestras, por lo que se descarta la posibilidad de utilizar la determinación de
la proteína transportadora IGFBP-3 como parámetro para valorar la actividad o no actividad del proceso.
Un estudio publicado por Parkinson en el año 2001 confirma que, no sólo
en controles normales si no también en la acromegalia, existe una correlación lineal entre las concentraciones de GH y su producto de síntesis,
IGF-I, aunque a concentraciones muy elevadas esta linearidad se pierde.
Además, insiste en el hecho de que las mujeres, por la conocida acción de
resistencia de los estrógenos frente a la GH, presentan unas concentracio180
nes promedio de IGF-I 82 ng/ml inferiores a las de los hombres, y si se
trata de mujeres tratadas con estrógenos, la diferencia es de 130 ng/ml
menos que el promedio de los hombres. Así, es importante recordar que
en las mujeres, a igualdad de concentración de GH o de actividad de la
acromegalia, la concentración de IGF-I será inferior a la de los hombres.
En conclusión, las concentraciones de IGF-I deben interpretarse en función del sexo de los pacientes, además de la edad.
Estas situaciones discordantes son especialmente complejas en pacientes
que han sido sometidos a tratamientos que lesionan continuamente la
hipófisis, como la radioterapia. Existe datos en la literatura que sugieren
que la radioterapia consigue normalizar más rápida y frecuentemente la
GH que la IGF-I, de forma que en el seguimiento de pacientes sometidos
a radioterapia es muy frecuente que presenten la GH normal pero la IGFI elevada, contrariamente a lo observado tras cirugía.
De todos estos estudios se pone en evidencia que no sólo hay que vigilar
la globalidad del paciente acromegálico, sino también las posibles discordancias teniendo en cuenta el método utilizado para determinar la GH y la
IGF-I y referenciarlo a valores de normalidad adecuados, si no que también hay que tener presente el tipo de tratamiento que se le ha practicado.
181
28. TRATAMIENTO FARMACOLOGICO DE LA
ACROMEGALIA Y OPCIONES DE FUTURO
Dr. César Varela da Costa
Hospital Ramón y Cajal. Madrid
Tras los intentos fallidos de la década de los 60 usando Estrógenos o
Progesterona, el primer tratamiento médico de la Acromegalia, digno de
tal nombre, surgió a inicios de los 70 con la Bromocriptina (Parlodel ®).
En dosis superiores a 20 mg/dia, el fármaco consiguió descensos de GH
en, al menos, 31 Series que totalizaban 549 casos1. Sin embargo, habia
pocos efectos sobre el tamaño del tumor, y solo el 5 % de los casos alcanzaban valores de GH que cum-plieran los criterios actuales de control de
la enfermedad2. La respuesta a los nuevos Agonistas Dopaminérgicos
(AD) es algo mejor. En 3 Series que totalizaron 93 casos3-5, la
Cabergolina (Dostinex ®), normalizó los niveles de GH e IGF1 en 0-28 %
de los casos y hubo disminución del tumor en 0-16 %. Los mejores resultados se dieron en pacientes que presentaban co-secreción de Prolactina.
El primer avance clínicamente significativo en el tratamiento médico de
la Acromegalia se pro-dujo en 1992 con la comercialización de la
Octreótida (Sandostatin ®). Este Análogo de Soma-tostatina (AS) es un
octapéptido cíclico sintético. Tiene mayor afinidad por los receptores
183
trans-membrana (SST) que la Somatostatina nativa, por lo que su potencia es 45 veces mayor sobre la secreción de GH. Además es muy resistente
a las proteasas plasmáticas, por lo que su vida media es de 120 min, a diferencia de los 3-4 min de la Somatostatina. La inyección sc de 50-150 mg
/ 8 h normalizó la secreción de GH en el 53 % de los casos y los valores
de IGF1 en el 68 % de los casos6. El tamaño del tumor disminuyó en el
19 % de los casos con dosis baja y en el 37 % de los casos con dosis alta6.
Tres años después se comercializó otro octapéptido cíclico sintético, la
Lanreótida, de caracte-rísticas estructurales similares a la Octreotida. Su
ligazón a microesferas láctico-glicídicas (lanreótida SR) (Somatulina®)
permitió usarla en inyección depot de 30 mg cada 14 días7,8. En 1997 se
consiguió unir la Octreótida a microesferas láctico-glicídicas (Sandostatin
LAR®)8-10. Se emplea en inyección im en dosis de 10, 20 o 30 mg / 28
días. Hace 2 años apareció una atractiva presentación galénica de
Lanreótida pura en forma de gel (Autogel®)11. El nuevo específico tiene
igual potencia isodósis que la Lanreótida unida a microesferas. Se emplea
en inyección sc de 60, 90 o 120 mg / 28 días.
Estas formulaciones (Sandostatin LAR® y Autogel®)) son los dos AS
actualmente empleados en la Acromegalia. Con ellas se consigue normalización de la secreción de GH en el 68 % de los casos y de los valores de IGF1
en el 61 % de los casos, aproximadamente7-11. El tamaño del tumor, medido
por simulación esférica mediante la fórmula de Di Chiro y Nelson, disminuye, aproximadamente en el 33 % de los casos7-11. Este cálculo debe tomarse
con cautela, porque la fórmula de Di Chiro y Nelson tiene un margen de error
del 20 %. Las actuales máquinas de RNM de alta resolución hacen cortes
finos en 3 planos ortogonales, que, analizados mediante paquetes de
Software, permiten calcular el volumen del tumor con un error inferior al 5
%. Tal nivel de precisión es uno de los objetivos del Estudio ACROS que
pretende medir evoluti-vamente el volumen tumoral en 35 acromegálicos
nuevos tratados solo con Sandostatin LAR®.
Los efectos secundarios de los AS actuales son diarrea inicial, eventual
disminución de TSH con hipotiroidismo y cálculos biliares en el 13-16 %
de los casos sometidos a tratamiento prolongado7-11. La caracterización de
los 5 subtipos de SST ha permitido saber que ambos octapéptidos se unen
preferentemente a los SST5 y SST212 que son los principalmente implicados en la secreción de GH y en el control de la proliferación de las células Somatotropas. Existen evidencias que sugieren mayor potencia de
Octreótida LAR con respecto a Lanreótida SR13-15. Existen también tra184
bajos preliminares que sugieren mayor potencia de Lanreótida Auto-gel
con respecto a Octreótida LAR16-18.
Es posible obtener ventaja del empleo combinado de AS + AD. Nuestro
grupo, trabajando “in vitro” con células procedentes de tumores humanos
secretores de GH, pudo comprobar en va-rios sujetos, efecto aditivo dósisdependiente de Bromocriptina en placas cultivadas con una dosis fija de
Octreótida o Lanreótida19. Lo mismo ocurría con Quinagolida (Norprolact®).
Para algunos autores relevantes20 los actuales AS superan a la
Radioterapia convencional, ocupando el segundo lugar después de la cirugía, en el flujo de decisiones terapéuticas en la Acromegalia. Incluso se ha
considerado el papel de los AS como alternativa a la cirugía en la primera línea del tratamiento21. La disponibilidad de AS ha coincidido con la
aparición de nue-vas técnicas de Radioterapia Hipofisaria. La
Radiocirugia mediante LINAC o “Gamma Knife” ofrece buenas perspectivas para el control Acromegalia. Es curioso que algunas variables dependientes de GH, como la Lp(a), no bajen incluso con el control estricto
de la enfermedad22. Sin embargo, debe prevalecer el hecho de que bastan
grados "aceptables" de control de la Acromegalia, para hacer su curva de
mortalidad superponible a la de la población normal, en seguimientos de
hasta 20 años23.
Con los medios disponibles hoy en dia podemos aspirar al sueño de conseguir el control de ca-si todos los acromegálicos. A ello va a contribuir el
Pegvisomant24,25. Es una molécula de diseño que se une al receptor de
GH. Tras la unión se forman dímeros por la presencia de Polieti-lenglicol
en el preparado. Se bloquea así el receptor de GH y, por lo tanto, la hipersecreción de GH deja de hacer efecto tisular. También la GH sérica deja
de ser una variable útil en la evolución de la enfermedad. Se han seguido
durante aproximadamente 2 años, varias cohortes que totalizan más de
167 casos, sin que se apreciase aumento significativo del tamaño del
tumor24. Los niveles de IGF1 se normalizaron en el 97 % de los
casos24,25.El fármaco se aplica en inyección sc diaria y será próximamente comercializado en España con el nombre de Somavert ®, para tratamiento médico de segunda línea en la Acromegalia.
Examinando los trabajos publicados en ciencias básicas, las mejores
expectativas de futuro para el tratamiento médico de la Acromegalia se
centran en los nuevos AS. El SOM-230 es un AS que se comporta como
ligando “casi” universal26,27. Se une a los SST1, SST2; SST3 y SST5. Tiene
una afinidad por los SST1 y SST5 30-40 veces superior a la Octreótida27.
185
Su vida media es muy larga (24 h)27. En estudios “in vivo” en la rata tiene
una potencia reductora de GH e IGF1 que supera en un 28 % a la de la
Octreótida27.Se están llevando a cabo estudios en Fase I en otros animales, con resultados similares26,27. El BIM-23244 es un AS desarrollado por
S. Melmed; uno de los investigadores que más ha trabajado en la caracterización de los SST27. Se liga con la mayor afinidad conocida a los SST2
y SST527. Puede usarse en combinación con el SOM-230.
La quimera BIM-23A387 se liga selectivamente a los SST2 y a los receptores de Dopamina DA228, mostrando efectos híbridos AS y AD en una
sola molécula. En cultivos celulares de tumores humanos secretores de
GH, su EC(50) para suprimir la secreción de GH es 50 veces más baja que
la de cualquier AS (SST2) y cualquier AD (DA2) de los estudiados, tanto
individualmente como en combinacion28. La eficacia del BIM-23A387 es
mayor en los tumores que presentan co-secreción de Prolactina28. Estos
nuevos AS hacen especular con la posibilidad futura de controlar el 100
% de los casos de Acromegalia empleando solo tratamiento médico.
La investigación básica sobre nuevos AS se está desarrollando con mucha
rapidez. El RC-160 (Vapreótida) es un AS SST2 acetilado, 100 veces más
potente que la Somatostatina nativa en la inhibición de la secreción de GH
en la rata29. Sin embargo, el aspecto más atractivo del RC-160 es su potencial antiproliferativo, que se ha demostrado en el carcinoma endometrial
humano29 y en el carcinoma de próstata avanzado30. Otro AS SST2, el RC121, se está probando en oncología básica como transportador de citotóxicos (Doxorrubicina)31-33. El compuesto obtenido se llama AN-238 y ha
demostrado su utilidad, “ex vivo”, en líneas celulares tumorales de procedencia animal31 y humana32,33. Es autor de todos esos trabajos29-33 AV
Shally, el veterano neuroendocrinólogo y Premio Nobel de Medicina.
Se concluye que las nuevas moléculas AS de diseño son mucho más potentes
que las actuales AS y ofrecen excelentes perspectivas de futuro para el control la Acromegalia, y de las otras indicaciones presentes de los AS. Se espera además que abran horizontes en el campo de la Terapéutica Oncológica.
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29. TRATAMIENTO CON GH EN ADULTOS
Dr. J. Girbés Borrás
Hospital Arnau de Vilanova. Valencia
El síndrome de déficit de GH del adulto
El déficit de GH en el adulto es un síndrome que está comprobado que se
asocia a un conglomerado de factores de riesgo vascular1. Entre éstos
están el aumento de grasa corporal total, preferentemente de distribución
abdominal, mayor prevalencia de HTA, intolerancia a la glucosa, resistencia a la insulina, alteraciones de la fibrinolisis y desarrollo precoz de
arteriosclerosis. Los pacientes con déficit severo de GH presentan una
mayor mortalidad de causa cardiovascular1,2.
Asimismo, el déficit de GH se asocia a una mayor prevalencia de fracturas y una menor densidad mineral ósea, y además a una menor calidad de
vida como se evidencia por los cuestionarios generales y específicos diseñados al respecto3.
Cabría pues preguntarse si el efecto deletéreo del déficit de GH en el adulto se resuelve con el tratamiento sustitutivo con dicha hormona. Diversos
ensayos clínicos aleatorizados con placebo han mostrado que el tratamiento con GH en el adulto deficitario revierte varias de las alteraciones
observadas4,5. Sobre la base de dichos estudios el tratamiento con GH para
191
esta indicación ha sido aprobado en Estados Unidos y en la Unión
Europea. En España se aprobó en 19986.
La secreción de GH en el adulto normal
La secreción de GH en el adulto normal varía según factores como la edad, el
sexo y el índice de masa corporal. La secreción de GH es mayor en mujeres
que en hombres jóvenes, y disminuye con la edad y la adiposidad corporal. La
secreción de GH disminuye con la edad, y es menor en caso de obesidad7. Esta
variación en los sujetos normales debe tenerse en cuenta en el tratamiento, ya
que con se suele dosificar en función del peso o la superficie corporal.
Diagnóstico del déficit de GH en el adulto
Las guías de consenso recomiendan estudiar aquellos pacientes que presenten una evidencia de enfermedad hipotálamo-hipofisaria, aquellos
pacientes con antecedente de irradiación craneal, traumatismo craneal, y
aquellos pacientes con diagnóstico de déficit de GH en la infancia. El
nivel basal de GH, IGF-1, IGFBP3, así como la secreción integrada de
GH o la excreción urinaria de GH no se han mostrado suficientemente útiles para el diagnóstico de déficit severo de GH, debido fundamentalmente a la superposición de resultados entre sujetos normales y enfermos8-10.
Es necesario recurrir a estímulos de la secreción de GH para demostrar
déficit del mismo. Las pruebas de estímulo con clonidina y levodopa no
se recomiendan, debido a superposición de resultados con los normales.
El estándar oro para realizar el diagnóstico es la hipoglucemia inducida
con insulina. Un resultado inferior a 5 ng/dl se considera anormal, y el
inferior a 3 ng/dl indicaría déficit severo. La prueba de hipoglucemia insulínica está contraindicada en los pacientes con antecedente de cardiopatía
isquémica o de epilepsia. Otros estímulos utilizados son arginina, GHRH
y el péptido GHRP-6 (GH Releasing peptide 6), así como las combinaciones arginina+GHRH o GRH+GHRP-611.
Tratamiento a largo plazo: Beneficios y riesgos
Hay pasado ya más de 12 años desde los primeros estudios y las cohortes
seguidas por Salomon y Gibney, que muestran que los beneficios de este
tratamiento objetivados por la composición corporal, los parámetros lipídicos, y por los cuestionarios de calidad de vida, se mantienen y son sig192
nificativamente diferentes de los observados en los pacientes seguidos sin
tratamiento7.
La principal preocupación del empleo de la GH se centra en la posibilidad de
que su administración a largo plazo aumente el riesgo de padecer procesos
neoplásicos. Por otro lado está el conocido efecto de la GH sobre el metabolismo hidrocarbonado. El conocimiento de la seguridad a largo plazo de este
tipo de tratamiento solo puede analizarse en el estudio de los registros postcomercialización de los pacientes tratados. Hasta la fecha tenemos una experiencia limitada sobre el tratamiento sustitutivo con GH de pacientes adultos
en comparación con la que tenemos con los niños. El efecto adverso más frecuente fue la retención hídrica que en la mayoría de los casos fue transitoria.
No se observó mayor incidencia de la esperada para una población adulta de
eventos cardiovasculares o trastornos del metabolismo hidrocarbonado.
Finalmente y atendiendo a nuestra principal preocupación, globalmente
no se ha observado un aumento de la incidencia de tumores de novo ni de
recurrencia o progresión tumoral. El análisis de los distintos tipo tumorales mostró que únicamente los tumores intracraneales muestra una incidencia mayor que la esperada, sin embargo no se ha observado mayor
incidencia de tumores del tracto gastrointestinal, mama y próstata que son
los que se asocian con niveles elevados de IGF-I sérica.
En conclusión, hasta la fecha el tratamiento sustitutivo con GH de pacientes adultos ha demostrado un buen perfil de seguridad12. Equilibrando
riesgo beneficio, no hay datos que aconsejen suspender el tratamiento en
pacientes mayores de 60 años, creando un agravio asociado con la edad.
Se aconseja durante el tratamiento sustitutivo con GH mantener los niveles de IGF-I, dentro de los límites de la normalidad para la edad.
La utilización de la GH dentro del Sistema Nacional de Salud
El Sistema Nacional de Salud aprobó la utilización de hormona de crecimiento en el adulto en 1998, quedando, al igual que con la utilización de la misma
hormona para otras indicaciones, sujeta a visado de inspección para su dispensación, previa aprobación por el Comité Asesor de la Administración.
Cada comunidad autónoma que tuviera transferidas las competencias en materia de sanidad tenía su propio comité asesor, y existía un comité del INSALUD
para aquellas comunidades que no tenían transferidas estas competencias. En
estas últimas se crearon nuevos comités cuando se produjo la transferencia de
las competencias en materia de sanidad a todas las comunidades autónomas.
193
La Sociedad Española de Endocrinología aprovechó este momento para realizar recomendaciones consensuadas mediante el Grupo de Trabajo de GH de
la SEEN13, en colaboración con representantes de los comités de todas las
comunidades autónomas, acordes con la evidencia científica disponible y la
indicación aprobada por el ministerio, con el objetivo de que se utilizaran criterios únicos de tratamiento que evitaran diferencias geográficas.
Recomendaciones de la SEEN
Las indicaciones de tratamiento se resumirían en:
Pacientes adultos con deficiencia grave de hormona de crecimiento (GH) causada por una enfermedad hipotálamo-hipofisaria, y asociada a otro déficit que
no sea prolactina (PLR). Antes deberán estar adecuadamente sustituidas las
otras deficiencias hormonales hipofisarias (excepto prolactina).
Pacientes diagnosticados en la infancia de deficiencia aislada de GH de
origen hipotálamo-hipofisario. La deficiencia de GH deberá ser confirmada en la edad adulta.
Pacientes diagnosticados de déficit de GH por deleción del gen de GHRH,
del receptor de GHRH y del gen de GH.
Pacientes diagnosticados durante la infancia de deficiencia de GH de origen hipotálamo-hipofisario asociada a deficiencia de alguna otra hormona hipofisaria. Estos casos no necesitarán ser reevaluados.
Establecimiento del diagnóstico:
Se practicará una prueba de estímulo farmacológico de GH y se determinará IGF-1. En el déficit aislado de inicio en la infancia se deberán
realizar dos pruebas de estímulo farmacológico de GH más la determinación de IGF-1.Se considerará que existe deficiencia grave de GH
cuando el máximo valor de GH tras estímulo adecuado sea igual o inferior a 3 ng/ml (IRMA con el estándar 88/624, 1 mg = 3 UI). Si se utilizase como estímulo GRHP6+GHRH, el máximo valor de GH deberá ser
≤ 15 ng/ml.
Pruebas recomendadas
De primera línea: Hipoglucemia Insulínica.
De segunda línea: Cualquier otro estímulo farmacológico internacionalmente admitido. Se desaconseja el empleo de la prueba de clonidina.
194
Contraindicaciones
Enfermedad tumoral hipotálamo hipofisaria no controlada
Enfermedad maligna activa.
Hipertensión intracraneal.
Retinopatía diabética proliferativa o preproliferativa.
Hipersensibilidad a la GH o alguno de los excipientes del preparado.
Dosis de GH recomendadas
Dosis inicial para las 4 primeras semanas: 0,15-0,3 mg/día, subcutánea al
acostarse.
Dosis inicial máxima: 0,5 mg/día. La dosis de inicio tendrá en cuenta la
edad, sexo y vía de administración de tratamiento estrogénico, en su caso.
Dosis de mantenimiento: En general, no superior a 1 mg/día.
Se recomienda ajustar mensualmente la dosis los 3 primeros meses,
dependiendo de las concentraciones de IGF-1. En caso de aparición de
efectos secundarios (retención hídrica, síndrome del túnel carpiano, artralgias, hiperglucemia, hipertensión intracraneal benigna, etc.) se recomienda reducir la dosis a la mitad o suspender el tratamiento.
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30. OPCIONES TERAPEUTICAS EN LA TALLA BAJA
EN EL NIÑO
Dr. Vicente Albiach Mesado
Hospital Universitario La Fe. Valencia
Introducción
La estatura es una característica distintiva de cada individuo, que resulta
de la particular dinámica del crecimiento longitudinal y que corrientemente se utiliza para conocer o reconocer a cada persona. En una cultura
como la actual, con tanta preocupación por el cuerpo, la estatura genera
determinadas repercusiones socioculturales y psicológicas.
Ha sido estudiada la autopercepción de la estatura en comparación con la talla
medida y se ha encontrado que la diferencia entre ambas (autoestimada–medida) es mayor en las personas más bajas y también que la mayoría de los participantes en el estudio querrían haber sido más altos por considerar que así
habrían tenido más facilidades prácticas y sociales, en su vida1.
Esta valoración positiva de las tallas altas y el conocimiento de que hoy
existen tratamientos médicos que pueden conseguir aumentar la estatura
en determinados casos, hace que la talla baja sea uno de los motivos más
frecuentes de consulta en Endocrinología Pediátrica.
197
Crecimiento longitudinal y maduración ósea
La coordinación del crecimiento de los distintos tejidos, órganos y sistemas
que constituyen el organismo está regulada por un complejo sistema hormonal y de factores de crecimiento, determinada genéticamente e influida por
diversos factores ambientales. El crecimiento implica la síntesis de nuevas
moléculas y, por tanto, es un proceso dependiente de la nutrición.
En el cartílago epifisario, auténtico órgano efector del crecimiento longitudinal, tienen lugar, regulados por la hormona de crecimiento (GH), el
factor 1 de crecimiento insulinoide (IGF-1) y otras hormonas, los procesos de crecimiento y maduración óseos. Ambos son inseparables y, respectivamente, promotor y limitativo del crecimiento longitudinal.
La GH induce la proliferación de los condrocitos menos diferenciados,
más próximos a la epífisis, y además los faculta para producir IGF-1. Éste,
a su vez, promueve la multiplicación y diferenciación de los condrocitos
más diferenciados y la síntesis de matriz extracelular. Tanto las hormonas
tiroideas como los esteroides sexuales estimulan la secreción de GH y, en
el cartílago de crecimiento, favorecen la mineralización. Los andrógenos
incrementan la proliferación de los condrocitos, la T3 no la estimula y el
estradiol la disminuye. La estimulación de los receptores de estrógenos
conduce a una progresión acelerada de la maduración ósea hasta llegar a
la detención del crecimiento longitudinal2,3.
Desde el nacimiento hasta la edad adulta se distinguen tres fases de crecimiento diferentes: La primera abarca los tres primeros años de vida y se
caracteriza por un crecimiento rápido, con gran desaceleración, regulado
por factores prenatales, nutricionales y, desde el final del primer año, por
el eje GH-IGF-1. La segunda fase se prolonga hasta la pubertad y, en ella,
el crecimiento es más lento y dependiente de la GH. La tercera fase se
caracteriza por el brote puberal, regulado por la GH y los esteroides
sexuales, y que consiste en una gran aceleración seguida de una desaceleración que concluye cuando cesa el crecimiento. En las tres fases se
requieren una nutrición adecuada, una situación psicosocial satisfactoria y
una función tiroidea normal para que el crecimiento sea normal4.
Talla baja y retraso de crecimiento
Se considera talla baja (TB) aquella inferior al percentil 3 (–2 SD) y retraso de crecimiento cuando este se produce a una velocidad (VC) inferior al
198
percentil 25 durante más de seis meses. Una VC lenta tiene mayor significación que la talla baja, como indicador de una patología subyacente.
Generalmente la TB y la VC lenta se manifiestan conjuntamente.
La mayoría de los pacientes con TB, e incluso con VC lenta, no presentan
un trastorno endocrinológico. En una revisión de 114.881 escolares, el 1’2
% presentaba una talla inferior al percentil 3. De los 79.495 que fueron
medidos un año más tarde, 578 presentaban una talla < percentil 3 y una
VC < 5 cm / año. De estos fueron estudiados 555 y solo el 4’5% presentaban un trastorno endocrinológico: déficit de GH (3%), S. de Turner (3%
de las niñas) o hipotiroidismo (<1%). Las otras causas fueron: talla baja
familiar (37%), retraso constitucional del crecimiento y la maduración
(27%), combinación de ambos (17%), otros procesos (9%) y talla baja
idiopática (5%).
La clasificación y el diagnóstico de los retrasos de crecimiento se complica por el hecho de que algunas de las categorías no están bien delimitadas, se superponen con frecuencia (RCCM y TBG) y, en ocasiones, la
causa del retraso no está clara5.
Tabla 1. Clasificación de los retrasos de crecimiento
Primarios*:
Osteocondrodisplasias (Hipocondroplasia, Acondroplasia, otras)
Cromosomopatías (S. Turner, S. Noonan, otras)
Retraso de crecimiento intrauterino (RCIU)
Secundarios:
Malnutrición
Enfermedades crónicas (Insuficiencia renal crónica, otras)
Trastornos endocrinológicos:
Déficit de IGF-1:
Déficit de GH (DGH): hipotalámico / hipofisario
GH bioinactiva
Insensibilidad a la GH (primaria, secundaria)
Defectos primarios de síntesis de IGF-1
Defectos primarios de transporte /aclaramiento de IGF1
Resistencia al IGF-1 (receptor, postreceptor)
Retraso constitucional de crecimiento y maduración
(RCCM)
Talla baja genética (TBG)
Talla baja idiopática (TBI)
* Defecto intrínseco del cartílago de crecimiento.
199
Tratamiento con GH
La GH se utiliza para el tratamiento del DGH desde hace, al menos, 45
años. Inicialmente se trataba de GH extractiva (hipófisis humanas) y
era muy escasa. Desde 1985 se dispone de GH biosintética en grandes
cantidades y, ante la presión social y el mayor conocimiento de los
efectos de la GH en diversas situaciones, se han ido ampliando tanto el
número de indicaciones como el de pacientes en tratamiento con dicha
hormona8.
Consideraremos las indicaciones para el uso de la GH, actualmente aprobadas por la Administración de nuestro país.
Déficit de GH
Puede ser congénito o adquirido, aislado o asociado a otros déficit de hormonas hipofisarias.
Forma clásica.
En ella el déficit es severo y se manifiesta por un importante retraso del
crecimiento, TB, crecimiento lento, retraso de la edad ósea (EO), ausencia de otras etiologías que expliquen el cuadro clínico y secreción escasa
de GH.
Puede deberse a alteraciones de diversos genes (GH, GHRH, POU1F1,
Pit-1, Prop-1, HESX-1), a alteraciones anatómicas hipotálamo-hipofisarias congénitas (defectos de la línea media, displasia septo-óptica) o
adquiridas (craneofaringioma, glioma, histiocitosis), a infecciones, a
traumatismos o a la radioterapia (también la quimioterapia) en supervivientes de tumores, principalmente intracraneales. En el estudio diagnóstico, la resonancia nuclear magnética (RNM) pone en evidencia las
alteraciones orgánicas existentes. Pero aún así, son frecuentes las formas idiopáticas9, 10, 11.
Si el DGH es congénito, el recién nacido puede presentar hipoglucemias,
especialmente severas si se asocia un déficit de ACTH y que pueden persistir aún tras el inicio del tratamiento con glucocorticoides. En este caso
el tratamiento con GH debe iniciarse de inmediato. Los recién nacidos
varones pueden presentar micropene, especialmente si existe un déficit
asociado de gonadotropinas. Un nivel de GH < 20 ng/ml, en el recién
nacido, es sugestivo de hipopituitarismo6, 11.
200
Las siguientes características sugieren la posibilidad de un trastorno genético: retraso de crecimiento de inicio temprano, historia familiar, talla baja
extrema (-3SD), mínima o nula respuesta de la GH a los secretagogos y
niveles muy bajos de IGF-1 e IGFBP3(-2SD).
Si se trata de un déficit adquirido es necesario estudiar la posibilidad de
que la causa sea tumoral. En este caso, ante una tumoración activa estaría
contraindicado el tratamiento con GH.
Cuando el DGH se asocia a otros déficit hipofisarios, estos son, por orden
de frecuencia: FSH y LH, TSH, ACTH. El déficit asociado de ADH ocurre en los hipopituitarismos adquiridos.
DGH idiopático.
Suele ser esporádico y en la mayor parte de los casos se debe a una disfunción hipotalámica. El diagnóstico se basa en la auxología, retraso de
la EO, ausencia de otros procesos (p.ej. enfermedad celiaca), niveles de
IGF-1 e IGFBP3 y una respuesta de GH a dos tests de estímulo < 10
ng/ml. Este último es un criterio arbitrario y resultados ligeramente
superiores o inferiores no definen una situación fisiológica claramente
diferenciada6,10,11. Los tests de estimulación de GH más usados son:
insulina, clonidina, l-Dopa, glucagón y arginina. Se considera que existe un déficit completo si la respuesta de GH es < 5 ng/ml y parcial si es
< 10 y > 5 ng/ml. Si existe hipotiroidismo la respuesta será baja y en la
obesidad también6, 10, 11.
Durante el periodo prepuberal, la respuesta de GH suele ser baja y se
incrementa con el inicio de aquella; también lo hace tras la administración
de esteroides sexuales, por lo que diversos autores recomiendan realizar
una primación o cebamiento con esteroides sexuales previamente a la realización de tests en este periodo. De todos modos no hay consenso al respecto11, 12.
GH bioinactiva.
Existe un cuadro clínico sugestivo de DGH, respuesta normal de GH a los
tests de estimulación y respuesta clínica a la administración de GH. Se
interpreta como la posible existencia de una GH de bioactividad disminuida, pero algunos autores sugieren que puede tratarse de una forma parcial de DGH13 o una forma de disfunción neuroendocrina6.
201
Tratamiento.
la GH se administra por vía subcutánea, vespertina, seis o siete días a la
semana, hasta el final del crecimiento. La dosis recomendada es de 0.070.1 UI / Kg / día (0.025-0.035 mg / Kg / día). Se ajusta la dosis en función
de la respuesta, la cual es mayor durante el primer año y se sustituyen las
demás hormonas deficitarias10,14.
Síndrome de Turner
Afecta a 1/2000 nacidas vivas y se debe a una monosomía X parcial o
completa. Las dos manifestaciones más frecuentes son el retraso de crecimiento y la disgenesia gonadal. El 95-100 % de las pacientes presentan
retraso de crecimiento que se debe a la suma de tres factores: un moderado retraso de crecimiento intrauterino, un crecimiento lento durante la
infancia (4.44 cm / año) por disfunción del cartílago de crecimiento y cierta resistencia a la GH y la ausencia del brote puberal. La talla final, sin tratamiento, es unos 20 cm inferior a la media de la población general (143
cm)6, 15.
La sintomatología es muy variable y en muchos casos los estigmas característicos del síndrome apenas son evidentes. Debe realizarse un cariotipo
a cada niña con retraso de crecimiento sin otra causa obvia que lo explique. La presencia de cromosoma Y implica riesgo de que se desarrolle un
gonadoblastoma.
Estas pacientes no tienen DGH y la administración de esta hormona acelera el crecimiento e incrementa la talla final. Se recomienda iniciar el tratamiento cuando se enlentece la VC y la talla se aproxima al percentil 3,
a una dosis de 0.14 UI / Kg / día (0.045-0.05 mg / Kg / día ). Para mejorar la talla final es importante maximizar el crecimiento antes del inicio de
la pubertad; algunos autores recomiendan añadir oxandrolona a partir de
los 8 años, sin sobrepasar la dosis de 0.05 mg / Kg / día y vigilando una
posible virilización; los estrógenos, se recomienda administrarlos tarde, a
los 12 o 15 años15.
Además del retraso de crecimiento, las pacientes con síndrome de Turner
presentan otras anomalías a tener en cuenta: trastornos cardiológico, renales, auditivos, cognitivos, autoinmunes (tiroiditis) e intolerancia a la glucosa, entre otros.
202
Insuficiencia renal crónica
En este proceso, la nutrición deficiente, el déficit de zinc, el hiperparatiroidismo secundario, la anemia y la acidosis crónica son la causa del retraso de crecimiento. Se produce un defecto en la transducción de la señal
postreceptor de la GH, disminuye el aclaramiento de las IGFBPs y la biodisponibilidad de la IGF-1 y se produce una insensibilidad a la GH. En
dosis farmacológicas (0.045-0.05 mg / Kg / día), antes del trasplante, la
GH mejora el crecimiento de estos pacientes. Ha sido eficaz administrada
por via intraperitoneal6, 16.
Síndrome de Prader-Willi
Es una enfermedad minoritaria, con una prevalencia de 1 / 25.000-1 /
52.000, debida a la ausencia de la región 15q11-13 de origen paterno, que
condiciona una alteración hipotalámica. Se caracteriza por hipotonía perinatal, retraso mental leve o moderado, obesidad, Aumento de la masa
grasa y disminución de la masa magra, hipogenitalismo, retraso de crecimiento y tendencia a padecer diabetes. Se considera que estos pacientes
tienen un DGH y, de hecho, durante el tratamiento con GH mejora la composición corporal y también el crecimiento. El Ministerio de Sanidad
autorizó el uso de la GH en estos pacientes para modificar la composición
corporal, pero la FDA lo hizo como promotor del crecimiento, a la dosis
de 0.03 mg / KG / día16.
Retraso de crecimiento intrauterino
Se trata de recién nacidos con un peso inferior a 2.500 g a una edad gestacional de más de 37 semanas, o bien un peso o una talla inferiores al
percentil 3-10 para la edad gestacional.
A lo largo de los dos primeros años la mayoría de ellos recupera, pero un
10 % de los lactantes con RCIU siguen creciendo mal y no experimentan
ningún crecimiento de recuperación. El crecimiento lento se atribuye a
una resistencia a la GH o al IGF-1.
Cuando se administra la GH en dosis altas (0.48 mg / Kg / semana)
induce la aceleración del crecimiento. (16) Es la última, y reciente,
indicación de tratamiento con GH aprobada por el Ministerio de
Sanidad10, 16.
203
Otras procesos en los que se ha usado la GH
En esta Comunidad Autónoma se autoriza el uso de GH en pacientes con
talla inferior a – 2.5 SD, VC inferior al percentil 25 y talla adulta predicha igual o inferior a 158 cm en varones y 147 cm en mujeres, en ausencia de criterios clásicos de DGH.
Recientemente la FDA ha aprobado el uso de GH para tratar pacientes con
talla baja idiopática, definida como menor de –2.25 SD, sin criterios de
DGH17.
La GH ha sido utilizada, con resultados poco concluyentes o todavía provisionales en numerosos y diversos procesos: Talla baja familiar y retraso
constitucional del crecimiento y maduración, síndromes de SilverRussell, Noonan y Down, displasias óseas, estados catabólicos, regeneración de fracturas, defectos del tubo neural, enfermedades crónicas, envejecimiento y otras6, 16.
Conclusión
La GH es una hormona eficaz y segura, a las dosis utilizadas, en el tratamiento del DGH, total o parcial, y de otros procesos. Cada vez se usa en
más situaciones y a dosis más altas y ha pasado de utilizarse como sustitución de una hormona deficitaria a incrementar una hormona ya presente, en parte, al menos, debido a la demanda que genera la presión social
derivada del llamado “heightism”o creencia de que ser alto es ser mejor.
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206
31. VALORACION DE LA TALLA BAJA EN EL NIÑO
Dra. Rosa Alpera Lacruz
Hospital Clínico Universitario. Valencia
Es difícil establecer una separación nítida entre lo que es una talla normal
y lo que es una talla baja. La talla, como otras variables biológicas, se
comporta a lo largo del proceso de crecimiento como una variable continúa, cuyos valores se distribuyen de una forma simétrica en torno a una
media, pudiendo representarse como una campana de Gauss. Siguiendo
un criterio estadístico, se aceptan como normales las tallas situadas entre
± 2 DE de la media para la edad, sexo y grupo étnico del sujeto.
Por tanto se considera que una talla es baja cuando se sitúa por debajo de
–2 DE (=P3) de la media, reservando el término de talla baja extrema o
enanismo para aquellos sujetos cuya talla se encuentra por debajo de –3
DE.
Al ser el crecimiento un proceso dinámico y de regulación multifactorial
no puede ser evaluado con una medición única y estática, sino que debe
ser siempre valorado de una manera evolutiva y considerando el conjunto de datos antropométricos y madurativos. Por tanto, para decir si el crecimiento de un niño es normal o anormal, además de la talla es imprescindible la valoración de la velocidad de crecimiento que variará en función de la edad, sexo y desarrollo puberal.
207
En general, cuando la velocidad de crecimiento se encuentra por debajo
de –1 DE (@ P25) de la media de una manera mantenida, debe hacernos
sospechar la existencia de una patología de fondo, máximo si se encuentra por debajo de –2 DE (> P3). Para valorar correctamente los datos
antropométricos y madurativos es preciso contar con estándares de referencia para cada población que estén debidamente actualizados, ya que el
patrón de crecimiento y de maduración puberal varía en función de factores étnicos y de las distintas condiciones ambientales, socio-económicas y
geográficas.
Pero, además cada individuo debe ser valorado, en relación a su familia
para tener presente el componente genético. Por tanto, datos como la talla
de los padres son indispensables para el cálculo del rango normal para la
talla parental, así como del potencial genético o talla diana.
Dado que el crecimiento es un proceso biológico que viene determinado
genéticamente, pero modulado por una serie de factores que facilitan o
dificultan la consecución de un determinado potencial genético, cualquier
alteración de algunos de estos factores puede conducir a un trastorno del
crecimiento y como consecuencia a una talla baja.
De entre dichos factores se encuentran los siguientes: el estado nutricional y metabólico, sistema hormonal, factores de crecimiento peptídico,
factores ambientales (psicoafectivos, climáticos, socioeconómicos) e integridad de los sistemas y órganos.
La mayoría de los factores actúan de forma simultánea durante todo el
proceso, no obstante algunos parecen asumir un papel predominante en
determinadas fases.
En el año 1989 Karlberg1 propuso un modelo de curva de crecimiento que
resulta de la sumación de tres componentes:
➢ Fetal – primera infancia, que se inicia en la segunda mitad de la gestación y se extiende hasta los tres años y que no depende prácticamente del genotipo, ni es dependiente de la hormona de crecimiento, más
bien del aporte de sustratos energéticos y nutrientes esenciales, así
como de la insulina y factores de crecimiento tisulares (IGF-I, IGF-II,
factor de crecimiento neuronal, etc)
➢ Prepuberal o de la segunda infancia: se inicia hacia el final del primer año y se extiende hasta que termina el crecimiento; el genotipo en
esta fase es determinante y la GH su principal regulador.
208
➢ Puberal: este componente se suma al anterior cuando aparecen los
esteroides sexuales y se manifiesta por lo que conocemos como estirón
puberal, donde también es determinante el genotipo del momento que
se inicia el componente puberal de la curva de crecimiento, así como
la GH como uno de los mecanismos reguladores más importantes, siendo los esteroides sexuales los responsables directos del estirón puberal,
y lo son como resultado de su acción anabolizante directa sobre el cartílago de crecimiento, así como porque modulan (especialmente el
estradiol) el incremento de la secreción de GH que se produce durante
este periodo2.
Por todo lo anteriormente expuesto creemos oportuno hacer una clasificación que facilite la orientación diagnóstica en base a los datos obtenidos
de la anamnesis y de la exploración del enfermo.
TALLA BAJA "VARIANTE DE LA NORMALIDAD"
➢ Talla baja familiar (TBF)
➢ Retraso constitucional del crecimiento y desarrollo (RCCP).
➢ Asociación de talla baja familiar y RCCP
TALLA BAJA PATOLÓGICA
➢ ARMONICA:
o De inicio prenatal
➢ Retraso crecimiento intrauterino
➢ Cromosopatías.
➢ Infecciones prenatales.
➢ De origen placentario
➢ Drogas
➢ Endocrinopatías.
o De inicio postnatal
➢ Malnutrición crónica
➢ Enfermedades sistémicas crónicas
➢ Enfermedades endocrinológicas.
209
➢ De origen psicosocial
➢ Iatrogénicas.
➢ Talla baja idiopática.
➢ DISARMONICA:
➢ Osteocondrodisplasias
➢ Enfermedades óseas metabólicas (raquitismo)
➢ Trastornos de columna.
Las causas más comunes de talla baja son el primer grupo denominado
“variantes de la normalidad” (70-80%); las consultas por este motivo, en
los últimos años se han visto engrosadas por la excesiva valoración social
de la talla, así como por la polémica sobre las posibles repercusiones que
esta pueda tener en el desarrollo psicológico del niño y en su adaptación
psicosocial en la edad adulta.
El término talla baja familiar hace referencia a individuos sanos de talla
baja, que maduran a un ritmo anormal y cuyos familiares más próximos
son de talla baja.
El retraso constitucional de crecimiento y pubertad se caracteriza por presentar durante la infancia talla baja asociado a un retraso de la maduración
ósea, así como en el inicio de la pubertad, culminando en una talla normal, aunque algunos no alcanzan la talla diana, desconociéndose el porqué.
Últimamente se está cuestionando el término de normalidad de este grupo,
ya que se han identificado algunos subgrupos cuyo fallo en el crecimiento se produciría por diferentes alteraciones nutricionales3 (deficiencia de
micronutrientes, como el zinc), hormonales (deficiencia parcial de GH
transitoria o insensibilidad parcial a la GH), óseas con escasa expresividad clínica o genéticas. Dentro de este subgrupo uno de los hallazgos más
interesante ha sido el descubrimiento del gen shox, localizado en el brazo
corto de los cromosomas X e Y; éste ha sido implicado como responsable
del hipocrecimiento en algunas familias con talla baja, así como en el síndrome de Turner y en la discondrosteosis (S. De Leri-Weill).
Se desconoce el mecanismo por el que este gen influye en el crecimiento
pero mutaciones en el mismo que disminuyen su funcionalidad (haploinsuficiencia) son suficiente para inhibir el crecimiento normal, y se espe210
cula con la posibilidad de que variaciones polimórficas en este gen estén
implicadas en la variabilidad normal de la talla 4.
Por los datos disponibles el grupo denominado “variantes normales”, sería
clínica y etiopatogénicamente heterogéneo, ya que junto a incidencias de
talla baja y retraso de maduración, que serían normales, existirían subgrupos con patologías diversas, no diagnosticadas o todavía desconocidas.
De ahí que un grupo de expertos5 haya planteado utilizar el término de
talla baja idiopática para referirse a todas aquellas situaciones de talla baja
(incluyendo la TBF y RCCP) de etiología desconocida y en las que se
hayan descartado las causas más habituales de talla baja.
Siguiendo la clasificación en el grupo de talla baja patológica, la malnutrición sabemos que es la primera causa, en el mundo, de talla baja; en los
países desarrollados la malnutrición primaria es excepcional, pero de
manera secundaria puede aparecer en una gran variedad de enfermedades
crónicas contribuyendo al fracaso del crecimiento: en aparato digestivo (la
celiaquía, la lambliasis, enfermedad inflamatoria intestinal...); en el sistema respiratorio (fibrosis quística, asma..); enfermedades del colágeno
(artritis crónica juvenil, lupus eritematoso..)
La talla baja de origen emocional6, se clasifica en dos subtipos; el tipo I
que afecta fundamentalmente a lactantes, se asocia a una escasa ganancia
ponderal y en estos casos no se ha demostrado que existe una deficiencia
hormonal, siendo por tanto el origen mutricional; y el tipo II más propio
de niños mayores y adolescentes en los que se suman talla baja y retraso
en la pubertad, asociando un déficit de GH y también de gonadotrofinas
(LH y FSH); suelen presentar otros síntomas, como trastornos conductuales, vómitos, polipsia, etc. El tratamiento es separarlos del ambiente que
provoca el maltrato psíquico y físico. El tratamiento con GH de estos sujetos no es efectivo.
La talla baja secundaria a patología endocrinológica, viene a representar
el 5% del total y dentro de este grupo la deficiencia de GH (congénita o
adquirida), aislada o asociada a otras hormonas hipofisarias (panhipopituitarismo), el hipotiroidismo (aunque desde que se impuso el screening
neonatal se ha reducido notablemente), síndrome de Cushing (sobre todo
el exógeno por tratamiento de enfermedades crónicas), la pubertad precoz
y seudohipoparatiroidismo.
Dada la multiplicidad de etiologías para la talla baja, el diagnóstico diferencial resulta complejo.
211
Metodología diagnóstica
La metodología diagnóstica se inicia con la valoración de la historia clínica de manera exhaustiva, examen físico completo y valoración auxológica en la que se incluirá siempre la maduración ósea. Deberá hacerse una
historia familiar, que recogerá datos tan importante como la talla de los
padres y hermanos, así como el ritmo de maduración (léase edad de
menarquia en la madre y edad de pubertad en el padre); historia gestacional (peso y talla del RN, edad gestacional, afecciones durante el embarazo, presentación de nalgas, episodios de hipoglucemia, ictericia prolongada no filiada y síntomas compatibles con deficiencia de GH). La exploración general debe atender a todos los aparatos y sistemas, poniendo además especial atención en si existen signos carenciales (craneotabes, fragilidad de pelos y uñas), en anomalías menores como pueden ser en la cara
(hipertelorismo, epicantus, micrognatia...etc.); en las manos (acortamiento metacarpianos, clinodactilia, surcos) y grado de maduración sexual.
Por último en la historia personal constatar si es posible patrón de crecimiento previo a la consulta, hábitos alimentarios, ambiente que rodea al
niño, síntomas sospechosos de algún tipo de enfermedad, tomas de fármacos susceptibles de provocar trastornos en el crecimiento. Disponemos
de tablas de tallas realizadas en comunidades autónomas, longitudinales
de Aragon y país vasco y trasversales de Madrid, Galicia y Canarias, así
como también existen estándares de referencia para algunos síndromes
(Down, Turner; Nonan..).
Valoración auxológica:
➢ Talla, velocidad de crecimiento, perímetro craneal
➢ Peso, pliegues cutáneos, IMC.
➢ Proporciones corporales (segmento superior e inferior).
➢ Maduración ósea, dentición, cierre fontanelas
Pruebas complementarias
➢ Hemograma,VSG
➢ Metabolismo de hierro
➢ Electrolitos, Calcio y fósforo.
212
➢ Anticuerpos antitransglutaminasa
➢ Análisis de orina
➢ Examen parasitológico de hecs.
➢ Cariotipo (si es niña)
➢ Hormonas tiroideas
➢ IGF-1 y IGF-BP3
➢ Rx de mano y muñeca izquierda
➢ Test de sudor (opcional)
➢ Cortisol libre urinario (opcional)
Si las pruebas son normales y la velocidad de crecimiento sigue siendo
baja, podemos iniciar el estudio de GH.
La incidencia del déficit de GH es baja, se estima entre 1/4000 y 1/10000
niños nacidos vivos y su etiología es variada.
Deficiencia congénita de GH
➢ Idiopática
➢ Genética:
➢ Déficit aislado de GH (1A, 1B, II y III )
➢ Panhipopituitarismo (I, 1B, II)
➢ Malformaciones de línea media: displasia septo-óptica, labio
leporino.
➢ Disgenesia hipofisaria: hipoplasia, agenesia, hipófisis eptópica.
➢ GH biológicamente inactivo
Deficiencia adquirida de GH:
➢ Idiopática
➢ Infecciones SNC
➢ Tumores SNC
213
➢ Irradiación craneal
➢ Traumatismo craneales graves
➢ SIDA
Deficiencia transitoria de GH:
➢ Hipotiroidismo
➢ Anorexia nerviosa
➢ Deprivación afectiva
➢ RCCP
Insensibilidad a la GH:
➢ Síndrome de Laron
➢ Forma adquirida (anticuerpos antiGH).
El aspecto general de un niño con deficiencia de GH es muy característico: talla baja, armónico, estado de nutrición bueno, rasgos faciales
suaves (cara de querubín) con frente abonbada, nariz chata, raíz nasal
hundida, voz fina, chillona, pelo fino y ralo, escaso apetito y cierta
apatía.
El término de deficiencia “clásica” o completa de GH, hace alusión a
una afección de naturaleza congénita o adquirida y que se caracteriza
por la ausencia absoluta o relativa de GH en suero o plasma tras la realización de dos Tests farmacológicos de provocación de la secreción de
GH (pico de GH < 3ng/ml) y se acompaña de valores disminuidos de
IGF-I.
La deficiencia parcial se establece cuando existe una respuesta a dos Tests
farmacológicos < 10 ng/ml y > 5ng/ml.
Los criterios clínicos que la definen son7:
➢ Talla baja < -2 DE para edad y sexo
➢ Velocidad de crecimiento disminuida < - 1 DE
➢ Maduración ósea retrasada (más de un año)
➢ Valores de IGFI y de IGF BP3 disminuidos
214
Tradicionalmente la secreción de GH es evaluada con test farmacológicos
(insulina, clonidina, arginina, L-Dopa, etc), en la práctica clínica hipoglucemia insulínica y clonidina son los mayoritariamente afectados.
Si los resultados confirman la deficiencia de GH se complementa el estudio con RMN, siendo los hallazgos más frecuentemente encontrados8:
hipoplasia de la adenohipófisis con o sin sección del tallo hipofisario, neurohipófisis ectópica y silla turca vacía.
Por último mencionar los estudios moleculares indicados en casos concretos que pueden identificar las bases moleculares que sustentan el diagnóstico de deficiencia, como es el caso de los genes Prop I y Pit I que
codifican factores de trascripción implicados en la síntesis de GH y en el
desarrollo de la hipófisis.
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216
32. NUEVOS ANALOGOS DE INSULINA DE ACCION
LENTA (GLARGINA Y DETEMIR)
Dr. José R. Domínguez Escribano
Hospital de San Juan. Alicante
De igual forma que se ha avanzado notablemente en la síntesis y comercialización de análogos de insulina de acción rápida, cuyos principales exponentes son las insulinas lispro y aspártica, también se ha hecho un gran
esfuerzo en la obtención de análogos de insulina de acción lenta, mediante
tecnología DNA recombinante. Fruto de este esfuerzo investigador es la síntesis dos nuevas moléculas, denominadas insulina glargina e insulina detemir, cuya comercialización en nuestro país está muy próxima.
La secreción fisiológica de insulina de los sujetos normales, no se consigue reproducir en la mayoría de los pacientes diabéticos con los preparados comerciales de insulina actualmente disponibles, siendo por tanto,
muy difícil mantener las cifras de glucemia dentro de los rangos de normalidad que permitan mantener al paciente asintomático y disminuir el
riesgo de desarrollar complicaciones tardías.
Desde hace años se recomienda la estrategia de tratar al diabético, especialmente el tipo 1, con una terapia que combine una insulina basal, caracterizada por un perfil de concentración sérica de insulina lo más estable
217
posible a lo largo de las 24 horas del día, con varias inyecciones complementarias subcutáneas de insulina de acción rápida antes de las comidas1.
Sin embargo, uno de los problemas principales de esta estrategia terapéutica es que las formulaciones de insulina disponibles para su uso como
insulina “basal” (NPH, ultralenta, etc.) no logran en la mayoría de los
casos un aporte estable de insulina a lo largo del día. Ello se debe principalmente a tres motivos: 1) presentan picos en su absorción, con el riesgo
de hipoglucemia 2) la duración de su efecto es mas limitada de lo deseable, con el consiguiente riesgo de hiperglucemia, especialmente antes del
desayuno 3) presentan una gran variabilidad en su absorción, lo que supone una reproductibilidad individual relativamente baja, que lógicamente
dificulta la obtención de un buen control metabólico.
La insulina glargina (HOE 901, Lantus®) se ha creado mediante el uso de
tecnología DNA recombinante en una cepa no patógena de E. Coli, realizándose 2 modificaciones en la molécula de insulina humana: 1) se prolonga el extremo carboxiterminal de la cadena B de la insulina con 2 residuos adicionales de arginina y 2) se sustituye por glicina el aminoácido
asparragina situado en posición 21 de la cadena A. Estos cambios aumentan el punto isoeléctrico, que pasa de un pH de 5,4 de la insulina humana
natural a un pH de 7 en la insulina glargina. Esto hace que aunque la insulina glargina siga siendo soluble en soluciones debilmente ácidas (pH 4),
precipite cuando aumenta el pH, como ocurre con el pH neutro del tejido
celular subcutáneo. Al administrarse de forma subcutánea se produce
microprecipitación de la insulina en el lugar de la inyección y se retrasa
su absorción, dando lugar a una tasa de absorción más uniforme y estable.
Figura 1. Estructura de la Insulina Glargina.
218
Al comparar la insulina glargina con la insulina NPH, hoy día la insulina
basal más utilizada, se comprueba como la absorción de glargina es
mucho más lenta, lo que se traduce en un perfil de insulinemia y acción
más aplanado, pero también más prolongado, que la NPH. Ello puede
constatarse en varias experiencias publicadas2,3, como la reseñada en la
Figura 2 utilizando la técnica de clamp euglucémico.
Figura 2. Perfil de acción de la insulina glargina (comparado
con NPH)
Tasas medias de infusión de glucosa en pacientes con diabetes mellitus
tipo 1 tras una inyección subcutánea de 0.3 UI/Kg de insulina glargina o
insulina NPH.
Casi todos los estudios de fase III randomizados, doble ciego con insulina glargina frente a insulina NPH en la diabetes tipo 1 y tipo 2, han mostrado mejorías significativas en las cifras de glucemia basal y en el porcentaje de hipoglucemias tanto globales como nocturnas. Sin embargo, en
la mayoría de estos estudios solo se han obtenido modestas mejorías de la
HbA1c con la insulina glargina. Aun así estas mejorías deben ser tenidas
en cuenta, sobre todo porque no son a costa de incrementar los episodios
de hipoglucemia, que de hecho disminuyen notablemente, especialmente
las nocturnas que en cierto modo son más peligrosas4,5,6,7.
Se ha postulado que esta ausencia de mejoría franca en los niveles de
HbA1c con glargina en los primeros ensayos clínicos publicados puede ser
debida a la falta de experiencia e inseguridad en el manejo del nuevo fármaco, lo que ha llevado a una utilización demasiado cautelosa del mismo,
con valores diana de glucemia quizás demasiado elevados. Se han proyectado nuevos ensayos con algoritmos terapéuticos más agresivos a la
hora de acercar al paciente a la normoglicemia, cuya publicación se espera se produzca en breve plazo.
219
La disminución de las hipoglucemias nocturnas es algo que se repite en
casi todos los estudios con DM1 que comparan glargina con NPH y también ocurre en los estudios realizados con DM27,8, donde quizás tenga
mayor importancia dado que suelen ser pacientes de edad mas avanzada,
donde es relativamente fácil que pasen desapercibidas y causen deterioro
de funciones cognitivas.
En muchos pacientes con diabetes tipo 2, gracias al hecho de conservar
cierta reserva de las células beta, puede conseguirse aceptable control
metabólico con una sola dosis diaria de insulina glargina, preferentemente nocturna, pudiendo añadirse hipoglucemiantes orales, mejor secretagogos, en las comidas, (repaglinida, nateglinida o sulfonilureas).
La formulación acídica de la insulina glargina limita sus posibilidades de
mezclarla con otras insulinas. Se ha postulado también que por su bajo pH
podría producir molestias locales en el punto de su administración subcutánea, y en algunos estudios así ha sido referido. Lo cierto es que ello ha
sido poco relevante en la práctica clínica, siendo muy elevado el grado de
satisfacción de los pacientes tratados con insulina glargina en casi todos
los ensayos clínicos publicados, tanto en diabéticos tipo1 como tipo25,6,7,9.
En los estudios clínicos publicados hasta la fecha, la insulina glargina fue
bien tolerada y mostró un perfil de seguridad similar al de la insulina humana. Su administración en dosis única diaria se ha demostrado eficaz independientemente de la hora del día en que se administre: desayuno, comida o
cena4, aunque se aconseja darla antes de la cena o antes de acostarse.
Aunque su uso durante el embarazo aun no está aprobado por las autoridades
sanitarias, se ha publicado su utilización con éxito en una gestante que sufría
frecuentes episodios de hipoglucemia severa nocturna sin pródromos10.
En resumen pueden simplificarse las “virtudes” de la insulina glargina en tres
puntos: ➀ una sola dosis de insulina glargina al día equivale a 2 dosis/día de
NPH. ➁ con glargina se consigue un buen descenso de la glucemia basal, con
menos hipoglucemias nocturnas y con niveles similares de Hemoglobina glicosilada, que con NPH. ➂ glargina es por lo general muy bien tolerada.
Otro análogo de insulina de acción prolongada cuya comercialización en
España se prevee muy próxima es la insulina Detemir (análogo NN304).
Su nombre comercial probablemente sea Levomir. Su espectro de acción
es parecido a la glargina: prácticamente no existe pico plasmático en su
absorción y su duración es alrededor de 20 horas, características que le
hacen válida para cubrir los requerimientos basales de insulina. Esta insu220
lina se consigue sustituyendo el último aminoácido de la cadena B de la
insulina humana por un ácido graso, el ácido mirístico (Fig. 3).
Figura 3. Estructura molecular de la insulina Detemir
En realidad la insulina detemir es el representante más destacado, por
ahora, de un grupo de análogos de insulina, investigado a partir de las
experiencias de Kurtzhals y colaboradores, que comparten una cierta
semejanza estructural. Todos ellos basan su efecto en que la acilación con
ácidos grasos en el grupo e-amino de la B29 lisina provoca una gran afinidad de la molécula de insulina por la albúmina sérica, lo que a su vez
prolonga su vida media y por tanto su tiempo de acción.
Se han sintetizado varios análogos con diferente afinidad por la albúmina. El más conocido es la LisB29(Ne-tetradecanoyl) des-(B30) insulina, o insulina detemir, pero existen otros análogos menos difundidos
como por ejemplo la LisB29 (Nε ω-carboxynonadecanoyl) des-(B30)
insulina. Este compuesto, también denominado O346, tiene una afinidad por la albúmina sérica humana 30 a 40 veces superior a la insulina
detemir. Ello se traduce en que se prolonga 9 veces la vida media plasmática después de su inyección subcutánea en animales, si se compara
con la administración subcutánea de la insulina humana. La O346 sigue
teniendo acción insulínica incluso cuando se inyecta cada 2 días
La alta afinidad de la insulina O346 por la albúmina a nivel del líquido
intersticial tiene el inconveniente de que reduce su ligazón al receptor de
insulina y determina por tanto una relativamente baja eficacia biológica,
equivalente solo al 18 % de la insulina humana.
La insulina detemir administrada vía subcutánea tiene una vida media
plasmática 7 veces mayor que la insulina humana regular. El ácido mirís221
tico de su molécula se une a receptores de ácidos grasos presentes en la
albúmina del paciente, tanto en el tejido celular subcutáneo como en el
torrente circulatorio y el líquido intersticial, disociándose lentamente con
posterioridad de ésta proteína para ser recaptada por los tejidos efectores.
Como es habitual con las hormonas protéicas, solamente la fracción libre
de la insulina puede unirse a los recpetores específicos de las células
diana, provocando la entrada de glucosa y demás acciones de la hormona.
Se piensa que la absorción de la insulina detemir tras su administración
subcutánea está además notablemente enlentecida por la estabilización de
las subunidades hexaméricas. Al sustituir con insulina detemir a pacientes
tratados previamente con NPH es necesario utilizar dosis en torno a 2.5
veces más elevadas.
Las características farmacodinámicas más relevantes de la insulina detemir son las siguientes:
Duración más prolongada que la insulina NPH cuando se administra vía
subcutánea, en torno a unas 16-20 horas.
Perfil de absorción, y subsiguiente concentración plasmática, más plano
que la insulina NPH.
Baja variabilidad en la absorción cuando se administra vía subcutánea,
menor que la de la insulina NPH.
Su acción no se modifica por circunstancias patológicas relativamente frecuentes como son la insuficiencia renal y/o hepática11.
Lógicamente, estas características farmacológicas deberían traducirse en
una serie de ventajas desde el punto de vista clínico, algunas de las cuales
ya han sido comprobadas en la práctica. Resumidamente las más destacables serían las siguientes:
Mejores niveles de glucemia en ayunas que con las pautas insulínicas más
habituales en la actualidad y menor variabilidad en las cifras de glucemia
basal12,13, 14.
Menor riesgo de hipoglucemias, tanto desde la perspectiva del número
global como sobre todo de las nocturnas12,13, 15.
Hasta la fecha la mayor parte de los estudios publicados con insulina detemir han mostrado una menor ganancia de peso que con los tratamientos
alternativos12,15.
No hay publicados apenas estudios que comparen detemir y glargina, ya
que la mayoría de los ensayos clínicos se han realizado casi siempre comparando cada análogo con NPH. No obstante, parece ser que la insulina
222
detemir es de más corta duración que glargina pero más reproducible, es
decir con menor variabilidad intra-individual.
La insulina detemir puede mezclarse con insulina regular o análogos de
insulina rápida, a diferencia de la insulina glargina, si bien la estabilidad
de las mezclas está limitada a unas 72 horas.
Además de los análogos descritos se está trabajando mediante ingeniería
genética en la obtención de otros análogos hepatoselectivos que teóricamente permitirían imitar mejor la liberación de insulina al sistema venoso porta hepático en vez de al tejido celular subcutáneo. No obstante su
desarrollo está todavía en una fase muy inicial.
Como conclusión, los análogos de insulina de acción lenta glargina y detemir van a convertirse, con mucha probabilidad, en una alternativa válida
a la insulina NPH de cara a conseguir una concentración basal estable de
insulina plasmática las 24 horas del día.
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224
33. NUEVOS ANALOGOS DE INSULINA RAPIDA
Dra. Pino Navarro Téllez
Hospital General de Alicante
Introducción
La Diabetes Mellitus (DM) es un trastorno metabólico que resulta de un
defecto en la secreción de insulina, acción de la insulina o ambos. Esta
alteración conduce indefectiblemente a una situación de hiperglucemia
crónica con alteraciones en el metabolismo de los hidratos de carbono,
grasas y proteínas y finalmente la aparición de complicaciones crónicas.
A pesar de la pureza y estabilidad de las preparaciones disponibles de
insulina, es evidente que la farmacocinética que se obtiene tras la inyección subcutánea de las preparaciones de insulina estructuralmente intacta
hace difícil conseguir una situación de normoglucemia a lo largo de todo
el día1.
Análogos de insulina de acción rápida
En la última década, se ha prestado especial atención al desarrollo de análogos de insulina con un perfil farmacocinético diferente al de las preparaciones de insulina intacta existentes. Intercambiando el residuo lisina en
la posición 28 y prolina en la posición 29 de la cadena β se ha obtenido el
225
análogo de acción rápida Lispro. En el análogo de acción rápida Aspart,
el residuo prolina de la posición 29 de la cadena b se ha sustituido por
ácido aspártico. Tras la inyección subcutánea de insulina intacta las concentraciones plasmáticas de insulina alcanzan el pico a las 2-4 horas, claramente retrasado respecto a la concentración obtenida por individuos
normales con secreción endógena de insulina. Esta es la principal causa
de la hiperglucemia observada tras la ingesta en las personas con diabetes.
El retraso en la absorción de la insulina intacta administrada subcutáneamente es debido a que en esta preparación la insulina tiende a asociarse en
“clusters” hexaméricos, por lo que se necesita un tiempo tras la inyección
para que estos clusters se disocien y puedan pasar al torrente circulatorio2.
Los análogos de acción rápida tienen menor tendencia a la asociación por
lo que se absorben más rápidamente, consiguiendo una concentración
plasmática aproximadamente dos veces más elevada y en la mitad de
tiempo que la conseguida con la insulina intacta3, 4.
Ventajas potenciales de los análogos de acción rápida
El perfil farmacocinético de los análogos permite disminuir los niveles de
glucemia postprandial3, 5 y se ha propuesto que ello puede asociarse con
una disminución de riesgo de complicaciones cardiovasculares6. Otra
ventaja es la posibilidad de inyectar la insulina inmediatamente antes de
la ingesta ya que parece que esa es la práctica habitual de la mayoría de
los pacientes diabéticos7. Se han propuesto otras ventajas adicionales en
relación con la calidad de vida por la mayor flexibilidad de las pautas de
administración, incluida la inyección incluso posterior a la ingesta8. El
uso de los dos análogos de acción rápida disponibles en el mercado se sustenta en la mejora del control metabólico y la reducción de los episodios
hipoglucémicos en pacientes con diabetes (tipo 1, tipo 2, niños y gestantes)9-17.
Evidencia científica respecto al uso de análogos de acción
rápida
Algunos estudios no han podido demostrar un efecto beneficioso sobre los
niveles medios de glucemia con la utilización de estos análogos frente al uso
de insulina humana intacta10-12, 14, 18. Los análogos de acción rápida pueden
usarse en tratamiento intensivo o en terapia convencional (insulina basal o
mezcla prefijada hasta tres veces al día, con/sin agentes orales asociados),
pero sólo los pacientes tratados mediante infusión continua subcutánea de
226
insulina (CSII) muestran una significativa mejoría en la HbA1c cuando se
utilizan los análogos de acción rápida19-20. Respecto a los eventos hipoglucémicos, dos meta-análisis publicados arrojan resultados contradictorios21-22.
Repercusión económica del uso de análogos
Los análogos son más caros que la insulina humana intacta. En España la
trasferencia de insulina humana a lispro o aspart supone un incremento del
gasto de casi el doble anual. Hay datos que apuntan a un 30 % de utilización de análogos de acción rápida en el año 2000 frente al 70 % de uso de
insulina humana intacta, en muchos países desarrollados.
Puntos oscuros en el uso de análogos
La homología estructural de los análogos de insulina con IGF-1, lleva
implícita la preocupación respecto a la progresión de las complicaciones
crónicas y el potencial mitogénico con el uso a largo plazo. Por un lado,
IGF-1 puede afectar a la progresión de la retinopatía23-24 y por otro, algunos análogos de insulina han mostrado efecto carcinógeno sobre la glándula mamaria de ratas hembras25 o efecto mitogénico sobre células de
osteosarcoma26. A pesar de estos posibles efectos sólo hay datos muy limitados respecto a la seguridad a largo plazo de los análogos, entre otras
cosas, porque los pacientes con complicaciones microvasculares relevantes han sido excluidos de la mayoría de los estudios clínicos.
En base a los ensayos clínicos randomizados, meta-análisis y revisiones
publicados14, 21-22, 27-28 y a la experiencia personal tanto en el uso de análogos en ensayos clínicos29-36 como en la práctica clínica diaria, se intentará aportar información acerca de las posibles ventajas del uso de los análogos de insulina de acción rápida en el manejo de la diabetes mellitus, en
espera de la publicación de los resultados del “Protocol for a Cochrane
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34. PRESENT AND FUTURE OF INSULIN
SENSITIZING DRUGS IN THE TREATMENT OF
TYPE 2 DIABETES
Dr. Enzo Bonora
Endocrinology and Metabolic Diseases
University of Verona, Italy
Type 2 diabetes is a very complex, multiple organ disease whose pathogenic factors are a deficient (often inadequate rather than low) insulin
secretion and an impaired biological effect of insulin on glucose metabolism (i.e. an insulin resistance). Insulin resistance is a hallmark of type 2
diabetes, but it can be found in several other clinical conditions. As many
as 80% of subjects with isolated hypertriglyceridemia and/or isolated low
HDL cholesterol are insulin resistant, at least half of subjects with isolated overweight or obesity are insulin resistant, and about 20 % of subjects
with isolated high blood pressure or isolated hyperuricemia are insulin
resistant (Bonora et al, Diabetes 47:1643, 1998). Yet, there are other common or less common clinical conditions featured by insulin resistance,
like endocrine disorders, e.g. polycystic ovary syndrome. Moreover, also
20 % of apparently healthy individuals have insulin resistance. If we think
about the epidemiology of insulin resistance of glucose metabolism, we
can reasonably estimate that subjects affected are 30 to 40 %, that is a
231
large proportion of the general population. Insulin resistance, in other
words, is not a problem confined to diabetes, but is a mass phenomenon.
Hundreds of millions people have probably insulin resistance throughout
the world and millions of Spanish people have insulin resistance.
Insulin resistance is not a matter only of glucose, but also of lipids and
urate, blood pressure, coagulation and fibrinolysis, inflammation and
endothelial function. In other words, insulin resistance impacts not only
glucose metabolism, but also other aspects of human physiology and is
thought to play a major role in the pathogenesis of several metabolic and
non-metabolic abnormalities.
Insulin resistance is related to several classic cardiovascular risk factors
like diabetes, obesity, triglycerides, HDL cholesterol, blood pressure and
microalbuminuria (Bonora et al, Diabetic Med 19:535, 2002). Most
importantly, when the general population is stratified according to the
number of abnormalities clustering in the same individual, the abnormalities being impaired glucose regulation, hypertension, dyslipidemia, obesity or central fat distribution, microalbuminuria, i.e. the features of the
Metabolic Syndrome, insulin resistance increased across categories, and
subjects with 4 to 5 abnormalities have the most severe insulin resistance
(Bonora et al, Int J Obes Relat Metab Disord 27:1283, 2003) . These data,
and also many other data of the literature, clearly indicate that insulin
resistance adversely affects several classic cardiovascular risk factors and,
hence, drives to cardiovascular disease. There is no doubt that insulin
resistance is a risk factor of classic cardiovascular risk factors.
There is good evidence that insulin resistance can contribute to cardiovascular disease also independently of classic risk factors. In fact, crosssectional and longitudinal studies documented that insulin resistance is
related to coronary, carotid and femoral atherosclerosis in both nondiabetic and diabetic subjects, also independently of classic risk factors. Within
the frame of the Verona Diabetes Complications Study we recently found
that insulin resistance at baseline can predict cardiovascular disease at
follow-up in type 2 diabetes (Bonora et al, Diabetes Care 25:1135, 2002).
The question now is: Which are the actors playing in this shortcut? Or,
which are the intermediate abnormalities linking insulin resistance and
cardiovascular disease independently of classic risk factors? When we
compared the most insulin sensitive with the most insulin resistant subjects, i.e. those of the lower quartile vs. those of the upper quartile of
232
HOMA from the general population from the Bruneck Study, we found
that the latter had higher levels of circulating endothelial adhesion molecules, after adjusting for sex, age, BMI and smoking. These circulating
adhesion molecules are a marker of endothelial function and existing atherosclerosis and predict clinical cardiovascular events. The most insulin
resistant subjects, i.e. those in the upper quartile of HOMA, had further
abnormalities: they had higher fibrinogen, higher urate, higher ESR, higher leptin, and higher oxidized LDL, after adjusting for sex, age, BMI and
smoking (Bonora et al, Diabetic Med 2003, in press).
We also know from other studies that these patients also have abnormalities in the fibrinolytic system, like higher PAI-1 concentration in blood.
They have higher coagulation factor VII, higher white blood cell count,
CRP, sialic acid, alfa-1 acid glycoprotein, IL-6, TNF-alfa, vWF. These
abnormalities document a state of chronic mild inflammation.
Interestingly, many of these parameters are risk factors of cardiovascular
disease. Overall, these data suggest that insulin resistance can adversely
affect several non-classic cardiovascular risk factors and, hence, drives to
cardiovascular disease. There is no doubt that insulin resistance is a risk
factor of non-classic CVD risk factors.
In a wide angle perspective we might consider insulin resistance as a central
disorder affecting several metabolic parameters like glucose, lipids, urate but
also adversely affecting blood pressure, fibrinolysis and coagulation, oxidative stress, endothelial function, inflammation and liver function.
The association between insulin resistance and cardiovascular disease is
supported by many experimental studies, many clinical studies and many
observational studies. The conclusive proof that this association is causal
and not casual or without any mechanistic implication must come from
intervention trials. Unfortunately, no intervention trial specifically addressed the issue of the effect of amelioration of insulin resistance on cardiovascular outcome. There are studies in progress but, no data is available
yet. Nevertheless, we have some indirect evidence. In fact, the conclusion
that the amelioration of insulin resistance results in a better cardiovascular outcome is indirectly supported by evidence from the UKPDS. In this
study intensive treatment with sulphonylureas and insulin did not significantly reduce the incidence of myocardial infarction as compared to conventional treatment in overweight patients, whereas intensive treatment
with metformin, a drug capable to improve insulin sensitivity, yielded a
significant reduction in the incidence of myocardial infarction.
233
In our therapeutical armamentarium we now have a new class of insulin
sensitizers: the glitazones, which act though PPARgamma receptors.
Glitazones have been successfully introduced for the treatment of type 2
diabetes a few years ago and now millions of people are taking these
drugs worldwide. These compounds are insulin sensitizers stronger than
metformin. The glitazones not only improve glycemic control, but also
have the potential of reducing cardiovascular risk with many mechanisms.
They reduce FFA and triglycerides, increase HDL-cholesterol, reduce
blood pressure, increase the size of LDL, reduce PAI-1, reduce the oxidative stress, the inflammation and the endothelial dysfunction. In other
words, these compounds have potentially favorable effects on several
actors on the atherosclerotic scene.
234
35. ARTERIOSCLEROSIS E INFLAMACION
Dr. M. Castro Cabezas
University Medical Center Utrecht, F02.126, the Netherlands
Atherosclerosis is an inflammatory disorder in which immunological
mechanisms are involved. Postprandial hyperlipidemia is one of the concealed risk factors in patients with premature atherosclerosis and activation of the complement system plays an important role in de clearance of
chylomicrons and their remnants. Chylomicrons and their remnants induce activation of the complement system resulting in postprandial increase
of complement factor 3 (C3). Especially, fat in the diet leads to activation
of the postprandial complement pathway, which is blunted by glucose in
the meals (mixed meals).
In patients with premature atherosclerosis but without classical risk factors, postprandial hyperlipidemia is accompanied by an exaggerated
increase of C3, which is blunted when postprandial lipemia is decreased,
for example by statins. In insulin resistant situations, like familial combined hyperlipidemia, the early normal postprandial C3 increase is absent
and a delayed but exaggerated C3 increase at later time points after ingestion of fat occurs.
The physiological postprandial complement activation is mediated by the
classical or the mannose binding lectin (MBL) pathway, as suggested by
235
the simultaneous plasma C4 increase, which is a component of both pathways but not of the alternative complement pathway. Involvement of the
MBL pathway in postprandial lipemia is likely since subjects with MBL
deficiency have severe postprandial hyperlipidemia and premature atherosclerosis. Improvement of postprandial lipemia by modulation of postprandial complement activation may be one of the tools in the battle
against atherosclerosis.
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36. IN MEMORIAN DEL PROFESOR D. MIGUEL
CARMENA. HUMANISMO Y MEDICINA
Dr. Esteban González-Bayo
Miguel Carmena Villarta
(31.5.1909 – 13.2.2003)
Mayo 1982
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Actividad académica y profesional:
• 1931: Premio Extraordinario
Complutense de Madrid.
de
Licenciatura,
Universidad
• 1931-1934: Formación postgraduada en Alemania (Heidelberg, Berlín)
y Reino Unido (Londres).
• Enero 1935: Catedrático de Patología General Facultad de Medicina de
Cádiz.
• Octubre 1943-Septiembre 1979: Catedrático de Patología General
Facultad de Medicina de Valencia.
El día que me dispuse a escribir esta conferencia, en memoria de D.
Miguel Carmena, me puse en contacto con su hijo el Profesor
Carmena, para que me facilitara, si la tenía, una biografía de su padre,
que de inmediato me remitió. Al recibirla quede sorprendido. Su vida estaba resumida en apenas un folio, en el que de forma precisa, sin ninguna
petulancia, se destacaba lo que se consideraba más importante de ella.
La sobriedad con que estaba referida me impresionó y de inmediato me
pregunté quién podría haberlo escrito y pensé que alguien muy allegado a
él. Porque allí estaba una de sus muchas enseñanzas. Hacer lo que tengáis
que hacer sin presumir. Sí lo hacéis bien ya os lo dirán los demás. Pues
bien, yo hoy soy los demás y quien va a tener la fortuna, en este XV
Congreso de la Sociedad Valenciana de Endocrinología, Diabetes y
Nutrición, de decir lo bien que lo hizo D. Miguel Carmena.
Si se me hubieran consultado sobre el tema a desarrollar en este acto, que
vamos a realizar en su memoria, con toda seguridad hubiera escogido el
que hoy me ocupa. Porque considero que entre los muchos valores que
poseía D. Miguel, tal vez, era su humanidad la cualidad más destacada.,
por lo que escribir estas líneas, sobre el Humanismo en la Medicina, relacionándolo con su figura, ha sido fácil para mí.
Probablemente, entre los múltiples capítulos que en aquella biografía se
destacaban: la obtención de la Cátedra de Patología General en Cádiz, las
clases prácticas, las sesiones clínicas, etc, el más importante, al menos así
lo estimo yo, fuera la capacidad que tenía D. Miguel para transmitir una
forma de pensar ante la clínica diaria Desde la confección de sus historias
clínicas (“la santa anamnesis”), hasta la forma de acercarse a sus enfermos, que parafraseando al Prof. Laín Entralgo, en él, más que un acercamiento, era un encuentro.
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Esa forma de pensar no era otra cosa que su humanismo. Porque D.
Miguel poseía aquel espíritu que inspiró a los hombres del Renacimiento
a desentrañar lo esencialmente humano del hombre. Y así, su relación con
el paciente no se limitaba al simple reduccionismo de una patología determinada, sino que lo ampliaba con el conocimiento de su biografía, su
familia o su trabajo. Una visión global, en todas sus dimensiones, que el
paciente intuía, evocándole la confianza y seguridad que en aquellos
momentos necesitaba para poder superar su aflicción. Reconfortado por el
sentimiento que le embargaba de sentirse atendido, no sólo por un experto médico, sino también por un hombre.
Mi último recuerdo de D. Miguel es un silencio. En el acto de mi jubilación pronuncie unas palabras en las que, lógicamente por mi historia, D.
Miguel ocupaba un lugar principal. Al finalizar aquel acto su hijo, el Prof.
Carmena, me pidió el texto que había leído, que con gusto le facilité. Unos
días más tarde sonó el teléfono de mi casa, era la mujer de D. Miguel que
me dijo: "Un momento, que Miguel quiere agradecerte tus palabras" y le
pasó el teléfono. Siguió un largo silencio y a su termino volvió a ponerse
su mujer y me dijo: "Perdona, pero no ha podido hablar. Está emocionado".
Desde luego no pensé que su emoción pudiera relacionarse con lo que yo
había dicho. No, D. Miguel no estaba emocionado por lo que yo había
escrito, sino por lo que yo había sentido por él al escribirlo. Porque D.
Miguel, hasta el final, fue capaz de acercarse a las personas con esa hondura que le permite conocerlas en su intimidad. Sólo desde esta perspectiva pude entender aquel silencio, motivado porque D. Miguel había sido
capaz de apreciar el respeto, la devoción y afecto que en lo profundo sentía por él y le transmitían mis palabras. El mismo respeto, devoción y
afecto que conservo en mi emocionado silencio de hoy, cuando escribo
estas líneas y le recuerdo.
Not surprisingly, rosiglitazone inhibited MCP-1 directed transmigration
of monocytes in human aortic endothelial cells monolayer, one of the first
steps in the atherosclerotic process. Yet, rosiglitazone was able to inhibit
PDGF-directed migration of rat aortic vascular smooth muscle cells
(VSMC) in a dose-dependent manner, another crucial step in the atherosclerotic process. These findings are consistent with the effect of 6-month
treatment with troglitazone, the parental compound of the glitazones on
the market, on intimal-media thickness (IMT) in type 2 patients.
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In conclusion, several routes seem to link insulin resistance to cardiovascular disease, one is going through classic risk factors, like diabetes, dyslipidemia and hypertension, another one is going through non-classic risk
factors (e.g. coagulation and fibrinolytic abnormalities). The glitazones
seems to be able to favorably interfere at different levels and make these
routes more difficult to go through. These compounds are not only drug
for diabetes treatment but also for the prevention of cardiovascular disease.
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