Subido por STEVEN ANDRES GONZALEZ ENCISOS

SARTRE Y EL VITALISMO DE LA RESPONSABILIDAD

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SARTRE Y EL VITALISMO DE LA RESPONSABILIDAD
La conferencia de Sartre “El existencialismo es un humanismo”, plantea una interesante
posición, que, según el autor, engloba esta corriente de pensamiento; el duro optimismo.
Sin embargo, esta corriente se ve duramente criticada de anarquista y de pesimista, lo cual
será el asunto primordial de dicha conferencia: una respuesta al rechazo del existencialismo
como modalidad de vida.
Partiendo de una ontología de la existencia en la que la esencialidad, entendida como
características que definen al ente, es posterior a la existencia misma del ente, Sartre
inaugura un modo de pensar único. El desarrollo ulterior de esta posición ontológica se
llevará, a lo largo de la conferencia, como la columna vertebral del existencialismo. En
suma, si la existencia es primero que la esencia, ello indica que las características del ente
(entendido esto como la composición de su esencia) no viene de factum con la creación
misma del ente. Así, se concibe una marcada diferenciación en lo que es la mera existencia,
“limpia”, por así decirlo, y su posterior categorización, es decir, su esencialidad. Las
implicaciones de esto, se ven intrínsecamente relacionadas cuando se trata de analizar el
ente más importante de todos según Sartre: el humano.
Al irrumpir en la máxima Sartreana de “la existencia precede la esencia” y ubicarlo en el
ente humano, se vislumbra un hecho único: el humano se encuentra en primer lugar,
“limpio” con su mera existencia, y debe por tanto añadir aquellas características de su ente,
lo que compondrá su esencialidad. En suma, esto suscita que el humano se vea definido no
por su existencia, sino con lo él, el sujeto humano concreto, hará de su propia existencia;
justamente en esto radicará su esencia, en la acción que lo determina. En otras palabras,
para el existencialismo Sartreano, el que un individuo haya existido en determinada
posición económica, país, religión, o familia, no determinan al ente concreto. Primero es la
existencia misma, aislada de ese ente que está arrojado en dichas condiciones, y ya
posteriormente es la esencia de ese individuo lo que vendrá a formarse a través de las
determinaciones que ese individuo irrumpa a lo largo de su existencia. En efecto, que la
existencia preceda a la esencia en el humano significa inexorablemente la libertad absoluta
del humano.
Dado el hecho inexorable de la libertad humana al necesariamente, según lo expuesto por
Sartre, tener que autodefinirse en la acción y así “crear” su esencialidad, naturalmente el
humano se ve condenado a la angustia. El hecho de no poder huir al: “soy responsable de
mi propia existencia”, naturalmente genera angustia. Según Sartre, si no nos hacemos
responsables de nosotros mismos, sino adoptamos la posición ferviente de que es sólo
nosotros y nadie más quien puede determinar nuestra misma esencia, nuestros propios actos
al estar inexorablemente condenados a la libertad, entonces estamos pecando por mala fe.
Excusarnos de nuestra propia conducta porque nuestra existencia fue de determinada
manera es mala fe. Decir que: “es que no tuve oportunidades” es mala fe. Valerse por la
imposición externa de algún movimiento, ideología, pensamiento, para así justificar nuestra
conducta es mala fe.
La mala fe rompe con la ontología sartreana, porque si afirmamos que nuestra existencia
está determinada por algo fuera de nosotros mismos, es entonces afirmar que la esencia está
atada a la existencia, y según lo que Sartre nos dice, esto no es así. Que la existencia
preceda a la esencia da como resultado que nada puede determinarnos sino nuestra propia
libertad, nuestras acciones en la vida. Es ahí donde el existencialismo se ve vetado de
pesimismo, pues, claramente, el que seamos nosotros responsables de nuestra propia
existencia sin la posibilidad de excusarse en algo fuera de nosotros, aturde a quien está
acostumbrado a la mala fe, a los que están siempre huyendo de la responsabilidad de sí
mismos. Por tanto, tildar de pesimismo al existencialismo, ya es una mala fe.
¿Qué nos dice nuestro autor ante esto? Que el existencialismo, si bien genera la angustia de
sabernos eterna e inexorablemente incapaces de huir de la responsabilidad de nuestras
vidas, esto no viene siendo sino un duro optimismo. El individuo, que se sabe superarse
ante las adversidades de sus condiciones de vida, al tomar responsabilidad de lo que
hicieron de él en las condiciones de existencia en las que fue concebido, tiene la total
esperanza en su accionar. Es la vitalidad la que persigue al existencialismo, pues, de la
misma forma como Nietzsche decidió darle un si a la vida ante el infinito sufrimiento
expuesto por Schopenhauer, Sartre recobra una vitalidad a través de la responsabilidad que
tiene el sujeto por definirse. Una esencia hermética, que no acepta otras determinaciones
sino las que el propio individuo, en su libertad, ostenta.
BIBLIOGRAFÍA:
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