Subido por Daniela Naomi Rivera

Capitulos 5 y 6

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Educación y rutinas hoy. Espacios de construcción
Una mirada crítica desde las prácticas
Rimoli, María del Carmen
Roth, Sandra Luján
eae - Editorial Académica Española
Índice
Página
AGRADECIMIENTOS…………………………………………….
5.-
PRÓLOGO…………………………………………………………
7.-
INTRODUCCIÓN…………………………………………………
9.-
Capítulo 1:
De ciudadanos, rutinas y rituales………………………………..
13.-
Capítulo 2:
Juego y Alfabetización…………………………………..………
19.-
2.1. Juego, lectura y escritura…………….… …….….............
23.-
Capítulo 3:
Proyectar, indagar… disponerse a jugar?..............................
27.-
3.1. El juego en el desarrollo infantil……………………….…..
3.2. El juego y las instituciones educativas………...………….
3.3. El proyecto de juego como articulador entre
posibilidades y expectativas………………..……………..
3.4. A modo de cierre ………………………………………...
28.30.32.37.-
Capítulo 4:
Actos escolares: participación y enseñanza………..…………
41.-
4.1. La ciudad y el hombre que quiso volar en una
bicicleta………………………………….…………………...
4.2. Actos y celebraciones…………….………………………...
4.3. La organización de la “fiesta”……………………………....
41.47.48.-
4.4. A modo de cierre…………………...………………………..
49.-
Capítulo 5:
Rutinas y planificación………………………………….………..
53.-
5.1. Qué es planificar?............................................................
5.2. Cómo incluimos en esa toma de decisiones
la organización de las rutinas?.........................................
5.3. A modo de cierre……………………………………..……….
Capítulo 6:
Institución y rutinas……………………………………….……..
54.-
6.1.Dos relatos…………………..………………………………..
6.2.Cuestiones a pensar como directores, en tanto
conductores del proceso de construcción curricular ……
6.3 A modo de cierre………………….……………………….…
62.-
PALABRAS FINALES…………………………………………..
69.-
56.59.61.-
64.66.-
Agradecimientos:
-
-
-
-
A nuestras familias, que apoyan desde diversos lugares y desde
diferentes edades, el tiempo y dedicación que brindamos a nuestra
profesión. Sólo ellos saben cuánto demanda luchar por la
profesionalización docente. Por nuestras ausencias, por nuestros
reiterados viajes, por la capacitación constante y por todos esos
momentos que no podemos brindarnos a ellos con la misma
dedicación que lo hacemos hacia el ámbito laboral.
A nuestros padres que nos posibilitaron estudiar y creyeron en
nosotros.
A todos los niños que durante el desarrollo de nuestra carrera nos
dieron herramientas para dudar de lo que hacíamos, para reflexionar
sobre lo hecho y volver a pensar, a partir de sus preguntas o sus
diversas situaciones de vida.
A todos los directores de las instituciones en que hemos trabajado, ya
que aportaron también a nuestro desarrollo profesional y nos dieron
libertad para crear y planificar nuestra labor fomentando, tal vez sin
saberlo, profesionales con pensamiento creativo.
A los docentes bajo nuestra supervisión, quienes desde su hacer
cotidiano y trabajo conjunto nos ayudaron a construir una mirada crítica
sobre nuestro accionar como directoras o supervisoras.
Prólogo
Como por objeto del destino, o por azar de los cruces de la vida, nuestras
historias siempre se han visto encontradas.
Iniciamos nuestra historia profesional en distintos niveles educativos, pero
el nivel inicial fue el elegido.
Fuimos compañeras en la misma institución por el año 1991. Después de
cuatro años nos reencontramos por poco tiempo, ya que una de nosotras partió
a desempeñarse como personal Directivo de otro Jardín de Infantes.
Siempre ocupadas por capacitarnos se produjeron encuentros varios en
capacitaciones, cursos y también en los pasillos de la Universidad Nacional del
Centro de la Provincia de Buenos Aires, como docente o como alumnas.
Nos encontramos nuevamente en una institución de educación inicial
formando el Equipo Directivo de la institución de Gestión Estatal con mayor
número de matrícula de la ciudad; equipo que nos permitió compartir por seis
años, miradas sobre las distintas prácticas docentes que se desarrollaban en la
institución, miradas sobre nuestra propia gestión, avances curriculares que se
promovían desde la conducción del Nivel Inicial Provincial, su contextualización
en nuestras aulas y en las instituciones de nuestros compañeros. Esas miradas,
nos dieron la confianza para poder decir sin tapujos lo que pensábamos y, aún
en el disenso, poder continuar construyendo juntas potenciando nuestras
coincidencias.
El transitar por una institución educativa nunca es estéril. Siempre deja
huellas en su interior: en los alumnos, en los compañeros de equipo, en las
familias que conforman la Comunidad educativa, etc. Por lo tanto, desde nuestro
compromiso con la educación, es que siempre nos hicimos muchas preguntas
sobre lo que ocurría con la enseñanza tanto a nivel particular como general en
nuestra Provincia. Esto nos llevó a escribir lo que pensábamos, a investigar
desde diversas fuentes qué era lo que estaba ocurriendo y por qué. Nos llevó a
intentar nuevas formas y caminos, a consensuar con nuestros docentes cambios
estructurales que rompían con la hegemonía con que se venía trabajando.
Por esas extrañas coincidencias nos encontramos nuevamente en la
función supervisiva pública, como inspectoras de gestión estatal en un caso, y
la otra de gestión privada.
Esta función, en la que nos desempeñamos
actualmente nos permite el análisis y la reflexión desde otra perspectiva para
pensar la infancia actual, sus derechos, las nuevas configuraciones familiares,
los nuevos marcos institucionales y sociales que nos interpelaban fuertemente,
sobre todo en la consideración de los alumnos como ciudadanos plenos de
derecho, alumnos críticos con capacidad de tomar la palabra y poder argumentar
lo que aprenden, con libertad de poder realizar producciones propias,
otorgándoles valor, desde lo que cada uno pude aportar.
Nos interrogamos fuertemente entonces sobre el juego en nuestras
instituciones, la construcción ciudadana, la significación de cada una de las
propuestas de enseñanza, desde el saludo inicial, pasando por las rutinas, los
actos escolares, las propuestas desarticuladas, el sentido semiótico de nuestras
acciones, de nuestras paredes y espacios, entre otros aspectos.
Por eso nuestra producción habla de “Espacios de construcción”, y
sostiene una mirada crítica desde las prácticas.
Seguimos empeñadas en poner en el centro de las cuestiones a nuestros
alumnos y nuestra responsabilidad para con ellos como destinatarios finales de
nuestra tarea, porque creemos firmemente que sin un fuerte replanteo sobre los
que realmente pasa al interior de las instituciones no pueden abrirse las puertas
al cambio, las puertas a la construcción de la subjetividad para los futuros
ciudadanos de este nuevo siglo.
María del Carmen y Sandra
Introducción
La infancia tiene sus propias
maneras
de ver, pensar y
sentir; nada hay más
insensato que pretender
sustituirlas por las nuestras.
(Jean Jacques Rousseau)
El niño comienza el proceso de aprendizaje desde su nacimiento, andamiado y
asistido por los adultos que se mueven dentro de su contexto particular; son
estos adultos los que aportan significantes y significados a sus acciones, y pasan
a conformar el contenido de su micro mundo.
Este modo de construir significaciones sobre la realidad social cambia
según los contextos culturales, y también el modo de relacionarse con ella, las
tradiciones, los valores, las pautas de crianza que van constituyendo
representaciones diversas que se manifiestan posteriormente en las instituciones
de educación infantil.
La incorporación de los niños a estas instituciones educativas significa,
entre otras cosas, el aprendizaje de la escuela como espacio tiempo simbólico.
Los lugares, ámbitos y momentos materializan tipos de prácticas y de
relaciones sociales específicamente escolares. Estas prácticas llevan a
experimentar y actuar de cierta manera en esa realidad espacio-temporal.
Durante el proceso de socialización específica, el niño irá construyendo
una identidad individual y social por la cual se inserta en un mundo simbólico
constituido por códigos, costumbres, hábitos y normas que dan cuenta de los
usos y costumbres de una sociedad.
El jardín de Infantes o la Escuela Infantil es el primer ámbito público en el cual
los niños se forman como ciudadanos. La responsabilidad de este nivel educativo
se constituye en un compromiso ético, político y pedagógico reconociendo en los
niños su propio poder en el espacio público.
La ampliación de este servicio como un derecho para todos los niños
implicó asumir en muchos casos un carácter asistencial, sobre todo en aquellos
contextos cuyos niños no poseían las condiciones esperadas; asistencialismo
que debido a las condiciones socio económicas y culturales de los países
latinoamericanos, en muchos casos, sigue manteniéndose.
Hoy nadie debería dudar en pensar la asistencia a las instituciones que se
dedican a la educación inicial como un derecho de los niños, pero comprometida
en la distribución de conocimientos que la sociedad considera socialmente
significativos, o socialmente válidos, ya que el debut de la obligatoriedad escolar
a los cuatro o cinco años, según F. Frabboni, encuentra justificación en la misma
carta de identidad del niño "histórico”.
Milstein,H.Mendez, D. “El espacio y el tiempo escolar”. La institución encarnada. Miño y Dávila. Editores. 1999
Frabboni, F. (1984) : “El primer abecedario: el ambiente”, España, Ediciones Barcelona
Este niño, que ha cambiado bastante más de lo que ha cambiado la
escuela, que respira a pleno pulmón los lenguajes, señales, códigos que la
sociedad de consumo fabrica y socializa sin parar, que se presenta como una
infancia "sobrealimentada" en cuanto a experiencias sociales, no tendrá
dificultades en adelantar sus competencias intelectuales y en adquirir fuertes
habilidades cognitivas.
Este autor, en otro texto de su obra insiste: "O lo que es lo mismo: la
exigencia consiste en hacer que el niño de nuestra época histórica no tenga que
vestir las ropas de un niño - tortuga, incapaz de seguir el paso de la historia,
cojeando de un lado (el cognitivo) que sistemáticamente lo lleva escayolado".
"Si el niño puede rescatar cuanto antes los instrumentos de
comunicación, de conocimiento, de inventiva, entonces su
actividad será tanto más provechosa cuanto más pequeño sea.
Edad en la que puedan superarse oportunamente las
diferencias culturales de origen en los niños: con lo cual se
gana un tiempo precioso, después ya insuperable, en favor de
la infancia desheredada y con dificultades".
Frente a este planteo surgen voces que plantean "pero no se le puede
quitar al niño su máxima expresión, el juego, es decir, su fantasía,... su infancia"
(docente de nivel inicial)
Y entonces se enuncian los reproches de una psicopedagogía actual
frente al "infantilismo pedagógico ", que sostiene una pedagogía románticointuitiva que aprisiona la infancia en un capullo, con características domésticas,
alejándola del ambiente como primer libro de lectura, y ubicándose en la lista de
los partidarios de la "espera"; un modelo pedagógico de carácter puerocéntrico
(espontáneo, permisivo, abandonado) "que ha rechazado siempre la educación
intelectual antes de los fatídicos seis años, como si ella contaminara los
trasoñados jardines del paraíso infantil" (Frabboni, op.cit)
Sobre este punto, habría que preguntarse si esta posición expresa que
hay que dejar al niño que vaya realizando solo los aprendizajes que
"espontáneamente" surjan de su actividad libre. Esto tal vez es posible cuando
las condiciones y posibilidades del medio son suficientes y adecuadas y
efectivamente pueden generar nuevos aprendizajes. Sin embargo, ¿qué pasa en
aquellos medios con recursos escasos donde no es posible esa generación
"espontánea"?
Podemos afirmar entonces que los diversos actores perciben que
actualmente hay una asignación de sentido diferente del niño y de la niñez, que
parece estar reclamando una manera especial de tratamiento dentro y fuera de
los establecimientos educativos. Un sentido que está siendo construido y
reconstruido en cada una de las prácticas en las que los niños participan: niños
históricos, niños - contexto, niños en situación, niños del nuevo siglo.
Desde estas nuevas concepciones de niñez y de Infancia y desde la
importancia de recuperar las mejores tradiciones del Nivel Inicial, se exige la
construcción de un diálogo que establezca puentes entre las prácticas instituidas
y las que será necesario instituir, ya que coexisten en los jardines prácticas
cotidianas que se han “rutinizado” y modelos estereotipados que es necesario
transformar resignificando la ubicación y el valor asignado a la tarea de enseñar
que tiene el docente del Educación Inicial.
El desafío central lo constituye la construcción conjunta de un hacer, y un
sentir institucional en busca de representaciones comunes que conduzcan al fin
primordial de cualquier institución educativa: La enseñanza.
Dentro de este proceso resulta primordial la revisión continua de ciertas
prácticas, a las que es necesario otorgarles sentido y propósitos claros.
Así, las actividades de “rutinas”, los actos escolares y las recreaciones, entre
otras, deberán ser tratadas institucionalmente, revisadas, otorgándoles un
verdadero sentido pedagógico donde se amplíen repertorios culturales, se
resignifiquen experiencias que los niños traen al jardín y se reconozcan sus
diferencias legítimas.
Para ello, es imprescindible considerar la diversidad como una actitud,
como una forma de percepción de sí mismo del sujeto y de la propia cultura, y
como parte integrante del mundo en los niveles de participación democrática.
Las maneras en que los maestros y alumnos ocupan el espacio escolar, los
modos de disposición y organización de los tiempos, así como las
interpretaciones que se realizan sobre sus formas de utilización y empleo,
denotan significados otorgados a esas prácticas, y relación establecida con la
enseñanza y el aprendizaje.
Esta publicación tiene como propósito presentar a los lectores una serie
de reflexiones e interrogantes construidos a lo largo de nuestra trayectoria por
distintas funciones y ámbitos educativos del Nivel Inicial: trayectorias que se
fueron enlazando por largos periodos, lo que nos permitió un intercambio fluido,
intenso e interesante.
Con este propósito hemos decidido presentar en cada capítulo una
discusión o propuesta que avanza en la consideración de aspectos que a nuestro
entender, constituyen puntos centrales o relevantes al pensar las prácticas de
enseñanza en las Instituciones de Educación Inicial.
En el capítulo I, iniciamos una discusión medular que nos permite
ponernos de acuerdo sobre las relaciones establecidas entre niños, ciudadanía
y rutinas.
En el capítulo 2 centramos la atención en las interacciones posibles entre
juego, alfabetización y rutinas.
En el capítulo 3, siguiendo la línea argumental del anterior, ahondamos
en propuestas de juego, e instalamos diferencias con lo que denominamos
“indagaciones guiadas”El capítulo 4 nos obliga a replantear los actos escolares como espacios
llenos de significación y sentido, cuando se ubican en la intersección entre lo
individual, lo grupal y lo colectivo.
El capítulo 5 nos exige pensar las acciones previas que deben llevar los
actores institucionales, cuando toman decisiones sobre las prácticas cotidianas,
sobre un grupo de niños, en un ámbito social y cultural específico.
Y finalmente, para esta presentación, en el capítulo 6 intentamos pensar
cómo resignificar en el ámbito institucional, todos y cada uno de los aspectos
trabajados anteriormente, como producto de una corresponsabilidad de los
adultos intervinientes de garantizar la participación plena de los niños en el
mundo social y cultural de pertenencia.
Esperamos que nuestros aportes, fruto de experiencias diversas por
distintos niveles, instituciones, modalidades y comunidades puedan contribuir en
la ardua tarea de reflexionar acerca de la práctica docente, tarea ineludible de
quienes sostenemos a diario un compromiso con la educación de la infancia.
Capítulo 5
“La realidad escolar es mucho más dinámica y
conflictiva
,más
vital
y
cotidiana. Se
encuentra
sometida
a
procesos
más
sutiles
e
implícitos,
por
lo
tanto,
pensar
en
espacio
de
las
“rutinas´
como
susceptibles
de
ser
planificado
es
revalorizar
la
importancia
en
el
tiempo
escolar cotidiano”
Rutinas y planificación
“Son rutinas, no las planifico”
Esta expresión es la respuesta que muchos docentes ofrecen al interrogarlos
sobre la previsión de rutinas.
Por lo tanto, no es fácil pensar en las relaciones posibles entre las “rutinas
escolares” y la acción de planificar.
Evidentemente en esta idea subyace la idea de que no son momentos
pedagógicos, de intervención docente, o bien que pertenecen a un momento
inicial del año escolar.
“Me dedico el primer mes a la organización de las rutinas, y ya se “habitúan”.
Es fuerte pensar en niños “habituados”, en niños “rutinarios”, en niños
¿“adiestrados”?
En la búsqueda de relaciones posibles entre planificación y rutinas, introducimos
el concepto de “gramática de la escuela” que nos permita enmarcar el sentido
de pensar estos momentos como necesarios de previsión e intervención
docente.
“Gramática de la escuela” es un concepto desarrollado por dos investigadores,
David Tyack y Larry Cuban, (2001) en el estudio de una serie ininterrumpida de
reformas educativas impulsadas a lo largo de un extenso período.
La gramática de la escuela refiere al conjunto de tradiciones y regularidades
institucionales sedimentadas a lo largo del tiempo, transmitidas de generación
en generación por maestros y profesores; de modos de hacer y de pensar
aprendidos a través de la experiencia docente; de reglas de juego y supuestos
compartidos que no se ponen en entredicho y que posibilitan llevar a cabo la
enseñanza, adaptar la sucesión de reformas planteadas desde el poder político
y administrativo a las exigencias que se derivan de dicha "gramática", y
transformarlas.
Rimoli, M y Ros, N. Rutinas y situaciones didácticas en Rev. 0 a 5 años. Rutinas y rituales en la
educación infantil. Novedades educativas 2003.
Este concepto, el de "gramática de la escuela", guarda semejanzas con el
de cultura escolar que se emplea para entender la mezcla de continuidades y
cambios, de tradiciones e invenciones de la vida cotidiana, de las prácticas y la
realidad educativa de las escuelas y de las aulas en su confrontación con las
teorías y la legalidad educativa.
Hablar de gramática en esta dirección puede producir un cierto escepticismo
sobre las posibilidades de los cambios educativos y sobre el poder de los
maestros y profesores para modificar la práctica escolar.
Entre las regularidades institucionales que gobiernan la vida de las escuelas se
encuentran el tiempo, el espacio, los ritos y las prácticas del oficio de los
docentes, como algunos de los más importantes componentes de la gramática
de la escuela.
Si pudiéramos adoptar nuevas miradas o “lentes” para entender y captar el
complejo panorama que se nos abre al considerar las rutinas como espacios
didácticos, sería fácil advertir las reducciones en que caeríamos en seguir
pensando en este proceso escolar como un asunto lineal, “común” y habitual,
dirigido a controlar a los niños.
Las múltiples dimensiones y funciones que se les atribuyen obligarían a revisar
algunos de los sentidos y funciones que cada institución les otorga en la
formulación de su Proyecto institucional.
Se trata de reconstruir la experiencia de la práctica docente con el objetivo de
captar sus facetas problemáticas o aspectos positivos, sacar a la luz lógicas
implícitas, hasta entonces inadvertidas, confrontarlas con las de otros, y
reconstruir, a través de ese proceso, qué y cómo se podrían hacer de otro modo
más deseable y legítimo.
Se hace necesario aquí pensar en lo que significa la acción de planificar
5.1 Qué es planificar?
Según Gimeno Sacristán, (1992) es el eslabón intermedio entre la teoría y la
práctica. Significa anticipar, prever por anticipado lo que va a ocurrir en la
práctica. En ella están involucrados varios procesos. Hay que decidir QUE
enseñar; COMO enseñarlo y POR QUE enseñarlo.
Hablamos aquí de contenidos, estrategias y justificación de lo que hacemos.
Pero planificar, para el docente, debiera significar fundamentalmente,
pensar, valorar y tomar decisiones que valgan la pena sobre situaciones
cotidianas, sobre posibles acontecimientos, sobre un grupo de niños - que
conoce y con los que interactúa diariamente -.
La planificación didáctica es una instancia de producción de conocimiento para
el docente, que da cuenta de sus supuestos y de su intencionalidad pedagógica.
Hay una aclaración importante, que tal vez todos sepamos, pero que vale la
pena mencionar, y es que, una cosa es la forma, el formato que le asignemos a
nuestra planificación y otra es el acto de prever una situación.
El término CALIDAD, que está en todos los discursos, con diferentes
acepciones según el contexto, puede ser utilizado en este momento para
afirmar que la calidad de lo que suceda en nuestras aulas no deriva solamente
de una planificación bien organizada y presentada, sino de una profunda
reflexión sobre lo que hacemos.
En este tomar decisiones que valen la pena, ponemos en juego una serie de
hipótesis que hemos construido en el interjuego de nuestras teorías implícitas
sobre el proceso de enseñanza y de aprendizaje y los condicionantes que
enmarcan nuestro trabajo.
Y aquí nos preguntamos como Dino Salinas (1994), la planificación: es un saber
técnico, un saber de sentido común o es un saber profesional?
Y también coincidimos con el autor, que al planificar ponemos en juego
diferentes tipos de conocimientos:
- un conocimiento experiencial, ya que nuestra experiencia nos da elementos,
explicaciones y principios de acción válidos para nuestro trabajo.
- un conocimiento intuitivo que elaboramos más desde el sentido común, de
nuestra intuición personal y profesional, y
- un conocimiento teórico-organizado que nos aporta los fundamentos sobre la
enseñanza, el aprendizaje, el nivel de enseñanza de que se trate, el sistema
educativo, etc.
En el momento de planificar - dice este autor -, el docente puede utilizar los tres
tipos de conocimientos, dándole mayor prioridad a aquel que considera mas
significativo.
Desde esta perspectiva, una planificación es una hipótesis que se pone a
prueba. Y significa poner a prueba el conocimiento disponible, y aprender en la
práctica para mejorarlo, en un proceso continuo de reconstrucción del
conocimiento.(Fenstermacher y Richarson en A.y Blanco,1994)
Y significa, también - y esto nos parece particularmente relevante- hacerse
cargo de las justificaciones, de por qué esto sí y por qué‚ no. Estamos hablando
entonces de una cuestión ética y política, en el sentido que debo atribuir valor a
aquellas cosas que decido o no, incluir en mi accionar, en las experiencias
propuestas, en el interactuar con los chicos, y con mis colegas:
- qué valor tiene incluir el juego?
- qué valor tiene el contenido?
- qué valor tiene el trabajo en grupo?
- qué valor tiene esa distribución en rincones?
- qué valor tienen las rutinas?
- que valor le atribuyo a las fiestas escolares? y la lista continúa.
Pero por otro lado, creemos que deberíamos pensar que es tan importante lo
que sucede en el aula, como lo que NO sucede, lo que los chicos traen como lo
que NO traen, es decir reconstruir la estructura profunda de la experiencia
escolar.
Tomar conciencia acerca de lo que subyace detrás de cada decisión que
tomamos es un proceso de aprendizaje personal y grupal que nos ayuda a
aceptar como propio lo que se enseña, y a relacionar el hacer, el pensar y el
decir.
De esta breve exposición se deriva que no existe una planificación óptima,
ni una enseñanza óptima. Toda decisión que tomemos y llevemos a cabo debe
ser debatida y analizada para su mejora permanente.
Parafraseando a G. Sacristán (1992), "El docente que toma decisiones,
investiga en su aula, que resuelve problemas, que opta ante dilemas, el
intelectual crítico y creativo, con independencia de criterios"...es fantasía cuando
acepta modas o modelos impuestos desde afuera (lo destacado es nuestro)
Creemos, finalmente, que planificar es una tarea que permite armar redes
complejas, si se transforma en una práctica reflexiva
"La reflexión consiste en la integración de los
procesos
de pensamiento racional e intuitivo. Al
legitimar la inintuición no hay que dejar de
lado la importancia de la racionalidad.
Los individuos reflexivos son capaces de
mezclar formas
de pensamiento racionales e
intuitivos para conformar un
único proceso de
pensamiento dinámico (Goodman,1987)
5.2. Como incluimos en esa toma de decisiones la
organización de las rutinas?
Para dar respuesta a este interrogante, utilizaremos el concepto de “actividades
permanentes” planteado por Delia Lerner para pensar actividades de prácticas
del lenguaje, ajustándolo a la previsión de rutinas escolares.
Bajo el rubro de actividades permanentes se agrupan una serie de modalidades
didácticas que se denominan “actividades Habituales”
“secuencias de
actividades”, y “situaciones independientes”. En general se trata de actividades
distintas de los proyectos didácticos, aunque pueden colaborar con ellos, o
generar nuevos.
En general pueden tener un carácter lúdico, suelen formar parte de una rutina
periódica, y tienen distinta duración. No exigen la elaboración de un producto,
pueden ser propuestas por el alumno o surgir de un asunto imprevisto que llame
la atención del grupo En un mismo grupo pueden ocurrir distintas actividades
permanentes al mismo tiempo, depende del grupo y las posibilidades del docente
para organizar esa diversidad.
Pasar lista de asistencia, registrar eventos en el calendario, comentar sucesos,
compartir impresiones, recomendaciones, son algunas que se pueden identificar
en este grupo.
Esto supone para el docente:
-
Estar atento a intereses de los niños que puedan ser parte de actividades
permanentes.
-
Otorgar en su desarrollo mayor libertad para la expresión oral
Considerar tiempos y formas de organizar el grupo, etc.
Pensar formas de evaluarlas.
Y fundamentalmente, pensarlas desde una continuidad áulica e
institucional
Al referirnos a continuidad áulica, pensamos en acciones sostenidas
donde los alumnos tengan oportunidades para producir, revisar, modificar,
comentar, etc., acciones donde se promueva una constante reflexión, con la
mayor adecuación posible al propósito que guía la tarea.
Y sostenemos que es necesaria la continuidad institucional, para que
docentes por edades y entre turnos, decidan y planifiquen conjuntamente para
que aquella diversidad se torne factible una y otra vez en el tiempo posibilitando
así a los niños sucesivas reorganizaciones de los contenidos en distintos
contextos de enseñanza.
Lo planteado, abre una nueva dimensión de la previsión de rutinas; la
planificación conjunta.
Generalmente los docentes suelen planificar con quienes tienen grupos de la
misma edad, o con los docentes del turno con los que logran acuerdos de trabajo.
Como plantea Ruth Harff,(2009) el docente tiene identidad de
pensamiento y acción, o sea que el trabajo colegiado y colectivo es antes que
nada un derecho.
Pero la pregunta es ¿pero presentar la misma
planificación? ¡No!, esa no es la finalidad del trabajo
cooperativo.
Escucharse y ayudarse mutuamente en un trabajo compartido, colaborativo, no
implica que sea estrictamente idéntico y/o simétrico.
Incluimos, como lo hemos hecho en cada capítulo, un ejemplo que puede situar
el planteo teórico en el espacio de las prácticas. Este ejemplo es un trabajo
llevado a cabo en una sala de 5 años.
Como es “habitual”, el uso del calendario, asociado con el registro de fecha y
condiciones climáticas se propone a los alumnos como rutina. Cada día, los
niños al ingresar a la sala, situaban el número del día en una plantilla ampliada
del mes, y en el espacio destinado, dibujaban un sol, sol y nubes, lluvia, etc.,
que surgía de la observación del espacio exterior.
Ahora bien, qué otra finalidad pueden tener esos registros para el aprendizaje
de contenidos relevantes para los niños?
Se propone, al finalizar el mes, realizar un análisis de lo que había sucedido
durante el mismo.
La observación minuciosa de los registros permitió ver cantidad de días de sol,
de lluvia, nublados, y decidir cómo representarlos.
De ese análisis surgió además la posibilidad de entender que esas condiciones
climáticas están relacionadas con épocas del año, que no es igual en todo el
territorio, lo que trajo aparejado conversaciones de los niños como “mi tía vive
en el sur, donde nieva”; “mis primos en Salta dicen que allá hace mucho calor,
casi siempre”. “Mi mama dice que cuando hay viento del sur hace frío”
De estos diálogos surge la pregunta de cómo podemos saber de dónde sopla el
viento, a lo que una nena cuenta que en casa de su abuelo hay una fecha que
da vueltas con el viento.
A partir de ese relato el docente invita a los niños a investigar que es ese objeto
que da vueltas con el viento y está en el techo de la casa del abuelo.
A partir de imágenes, visitas, comentarios, aportes de la familia, se investiga
sobre las rosas de viento, gallos de la veleta, etc.
Esos intercambios dieron origen a la propuesta de colocar un gallo de la veleta
en el techo del jardín; propuesta que fue cobrando forma con el aporte de las
familias, la cooperadora, el apoyo directivo, etc., culminando finalmente con la
construcción y colocación del gallo de la veleta en techo del jardín.
Cabe señalar que la inclusión de este objeto en la vida cotidiana del jardín
enriqueció no solo la propuesta de registro del calendario a nivel de la sala de 5
años, sino que se transformó en un insumo para el enriquecimiento institucional.
Este ejemplo es una muestra de una secuencia de actividades a partir de un
momento “habitual”.
Nos interesa hacer una diferenciación entre lo que significa una secuencia de
actividades y una secuencia didáctica.
Toda secuencia didáctica supone una secuencia de actividades, pero no todas
las secuencias de actividades suponen una secuencia didáctica. En la secuencia
didácticas las actividades están organizadas temporalmente en función del
mismo contenido.
Las secuencias didácticas son definidas como una serie articulada de
actividades que se organizan para trabajar determinados contenidos de un área
específica, para lograr que los niños y niñas puedan construir esos
conocimientos. Es una organización del trabajo en el aula, mediante un conjunto
de situaciones didácticas vinculadas entre sí por su coherencia interna y sentido
propio, realizadas en momentos sucesivos
Una secuencia didáctica propone el trabajo de los mismos contenidos,
ordenados en una secuencia temporal de actividades que permitan ir de lo
complejo a lo más complejo, mientras que en la secuencia de actividades no
siempre se están trabajando los mismos contenidos, (tal como ocurre en el
ejemplo mencionado). Hace referencia a un ordenamiento cronológico de
actividades.
El docente al planificar la tarea de enseñar reconoce cierto grado de
incertidumbre, pero busca controlar algunas variables de modo de asegurarse
que el conocimiento que se busca “enseñar” se encuentre comprometido en la
situación.
Planificar es entendido como una trama, como un recorrido de enseñanza
flexible y no como una estructura fija de andariveles estáticos, como un diseño
que se va modificando en función de la contextualización necesaria de las
propuestas en cada uno de los jardines de infantes.
Para ello se deben considerar los saberes previos de los niños, las formas de
presentación de los desafíos o problemas, la selección de actividades con
sentido para los niños, la determinación de formas de abordaje variadas que
incluya situaciones de resolución individual, o que promuevan la interacción
grupal, según los propósitos que guían la acción.
Estas consideraciones, entre otras van a permitir tomar decisiones sobre el
planteo de situaciones adecuadas que permitan el avance en la construcción del
conocimiento.
5.3. A modo de cierre
El argumento central de esta presentación ha sido que las cuestiones como
propósitos, contenidos, estrategias, evaluación, que forman parte de una
propuesta de planificación de la enseñanza sólo tienen sentido si los docentes
pueden recuperarlas como puntos problematizadores, inicios de investigaciones
personales y grupales.
Lo que se sugiere es que en la tarea de planificar el docente asuma que
la acción de organizar, conducir y evaluar las prácticas educativas es una
competencia profesional específica, es decir, una capacidad compleja, un saber
hacer, una síntesis de las experiencias que él mismo ha logrado construir en el
marco de su entorno profesional amplio, pasado y presente.
Por lo tanto, parafraseando a Carlos Cullen, los desafíos del trabajo docente
hay que ponerlo bajo el signo de la responsabilidad como tema absolutamente
clave, entre la violencia y la paz, entre el dominio y la hospitalidad. O lo someto
o le abro la puerta.
Y coincidimos con este autor, que es la enseñanza lo que permite que
aparezca el sujeto en el ámbito de lo público.
“Cual es el resultado de todo esto? Resistir con inteligencia responsable. Para
mi es la síntesis, o sea, ¿a que hay que resistir?
Al pensamiento único que es el disfraz más perverso de la violencia. No hay
alternativa… “No pensaras de otra manera que como pienso yo”… y entonces
no hay alternativas. “ (Cullen.2009)
Bibliografía leída y consultada
-ANGULO/ BLANCO (coord) (1994) Teoría y desarrollo del Currículum.
Edic. Aljibe. España.
- CAMILLONI, CELMAN, LITWIN Y PALOU (1998) La evaluación A de los
Aprendizajes en el debate didáctico contemporáneo. Paidos Educador.
Buenos Aires.
- CONGRESO INTERNACIONAL DE DIDACTICA. Volver a pensar la
Educación
(Vol II) Prácticas y discursos educativos. Edic. Morata. Madrid.
- CULLEN, CARLOS (2009) “La ética en el trabajo docente” Conferencia en
La Matanza.
- ENCABO,A. SIMON,N Y SORBARA A.(1995) Planificar, planificando. Un
Modelo para armar. Nuevos caminos en Educación Inicial. Edic.
Colihue.
- FERREYRA H. BATISTON V. (1996) El currículum como desafío
Institucional. Aportes teórico-prácticos para construir el Microcurrículum.
Edic. Novedades Educativas.
- JURJO TORRES (1994)Globalización e interdisciplinariedad en el
currículum integrado. Edic. Morata.
- PORLAN, Rafael.
Constructivismo y escuela. Hacia un modelo de
enseñanzaaprendizaje basado en la investigación.
- RAZZOLINI, A.M. (1998) "Enseñar la enseñanza" Univ. Nac. Del
Comahue.
- G. SACRISTAN/ P. GOMEZ (1985) La enseñanza: su teoría y su práctica.
Akal editor. Madrid. (1992) Comprender y transformar la enseñanza.
Morata edic. Madrid.
Capítulo . 6
“Luego de jugar, se ordenan los
rincones. La docente anuncia “ya no
jugamos más” y comienzan a cantar “a
ordenar, a ordenar”.
Luego solos, sin que nadie les diga nada,
forman una ronda con sus sillas y se sientan.
Claro...
ésta disposición es la que marca el
inicio de una nueva rutina”
Institución y rutinas.
Desde esta perspectiva, tal como lo planteamos durante todo el desarrollo
de este libro, si “El tiempo del espacio escolar es un tiempo de repetición” (Vain.
P), la jornada escolar, “se nos presenta en muchos casos como una sucesión
interminable de juego libre y rutinas-ritos y el espacio didáctico se desdibuja,
se diluye, quedando relegado a pocos momentos de la semana”.
Generalmente, los docentes están convencidos que los momentos de
“rutina”, “habituales” “ayudan a organizar el tiempo, a mantener el orden de la
sala, la higiene y a lograr el control sobre los niños”; que “estos momentos (de
rutinas) son muy importantes, y hay que trabajarlos en todo momento, aunque a
veces se torne pesado y se piense que se pierde el tiempo repitiendo”
Y hasta se animan a ubicarlos en un tiempo especifico del ciclo lectivo, “al
inicio del ciclo lectivo cada docente “adapta” su grupo y en dicha adaptación se
incluyen las normas, pautas y actitudes que nos sostendrán como grupo durante
el año y que con el pasar de los días se convertirán en rutinas diarias”
Estas expresiones, que se repiten a diario –explícita o implícitamente- en las
instituciones de educación inicial, nos permiten identificar algunos elementos
distintivos de los momentos de rutina:
a)
b)
suelen repetirse sin ser pensados como propuesta de
aprendizaje para los niños, por lo cual tampoco se
despliega en su desarrollo una situación didáctica
se asocian a formas de control y organización externas de
la conducta del niño.
c)
Parecen contraponerse a lo que se denomina como
“actividades centrales” o “actividades programadas”, con
una valorización inferior
En este capítulo nos interesa hacer el esfuerzo de retomar estos aspectos
y situar la problemática en el ámbito institucional, ya que el ámbito institucional
aparece desdibujado en el tratamiento de estas cuestiones, que solo se
identifican con el aula, o bien se le atribuyen funciones de organización de
tiempos y espacios.
“A iniciar el año escolar, cuando el equipo de trabajo se reúne para
organizar el Proyecto Institucional, se diagraman estos momentos, considerando
en primer lugar la distribución horaria: llegadas, salidas, saludos iniciales, el
trabajo de carteleras, los juegos libres, el tratamiento de ciertos temas, el
momento de asistencia o del cuento, las recreaciones, los traslados, por
mencionar algunos.
El desafío es tratar de entender que la jornada escolar debe ser una
propuesta de aprendizaje en todas sus interacciones. El desafío es pensar en
una recuperación de estos espacios como fértiles para el trabajo pedagógico,
transformarlos en objetos de conocimiento y plantearse interrogantes acerca de
ellos. Interrogarse sobre el sentido y significado de las acciones que realizamos
cada día de trabajo, supone crear “condiciones favorables” para el aprendizaje
de los alumnos y para la revitalización del trabajo institucional.
6.1. Dos relatos
1)
“Llegamos al jardín A, nos recibe la portera. Lo primero que vemos es una
enorme cartelera con imágenes simplificadas de árboles marrones, y cantidad
de hojas de papel, marrones con un texto que dice “Bienvenido Señor Otoño”
Una serie de puertas se identifican con imágenes simplificadas de animales.
De las lámparas cuelgan siluetas de animales de todos colores”
Un grupo se desplaza detrás de su maestra, en trencito, hacia los sanitarios.
2)
“Llegamos al jardín B, en el pasillo de entrada descubrimos una rayuela pintada
en el suelo, y en una pared lateral un mural pintado por niños y adultos. Nos
recibe la portera, lo primero que vemos es una enorme cartelera con imágenes
de artistas plásticos, de distintos paisajes: urbanos y rurales, distintos momentos
del día, enfocando distintos objetos con fondos de hojas secas, hojas al viento
con fondo de otros árboles verdes, con un texto que dice: “Llegó el otoño”.
Las distintas puertas se identifican con producciones infantiles, algunos de ellos
indican la actividad que se está realizando “estamos leyendo un cuadro”
“estamos contando un cuento”.
De las lámparas cuelgan objetos diversos, elaborados por los niños.
Un grupo de niños, con su maestra, caminan o saltan conversando
animadamente, hacia los sanitarios.
De qué hablan estas dos imágenes, dos instituciones, dos situaciones de
enseñanza?
Vamos a analizarlas en varias claves:
- Desde la función directiva
- Desde la conformación del equipo
de trabajo - Desde los supuestos de
enseñanza.
En primer lugar, creemos que el proceso de repensar la escuela para su
transformación, implica también repensar la conducción desde una perspectiva
ideológica y política.
El trabajo en gestión directiva, nos permiten aseverar que es necesario
mirar los contenidos del trabajo del director relacionando a éste con la
conducción política institucional, situándolo en la construcción de las prácticas
docentes, y de procesos de indagación y sistematización
Pensar en el director de estas instituciones es pensar en autoridad,
responsabilidad, asesoramiento, coordinación, organización, mediación, y
muchas otras imágenes que seguramente podrían agregarse. Se puede pensar
en un trabajo atravesado por múltiples condicionantes y desafíos.
Es necesario entonces, pensar en un trabajo en situación, siempre cambiante
e imposible de modelizar teóricamente, en el que es posible identificar mandatos
a los cuales debe responder, históricos y nuevos emergentes, implícitos y
explícitos.
Gestionar una institución supone un saber, pero no un saber meramente
técnico, sino un saber sobre la situación en la que se interviene, tratando de crear
condiciones para que algo suceda en la institución. La gestión, entonces, es un
modo de hacer, que apuesta a la posibilidad.
Como lo expresamos anteriormente, la intervención en la realidad
institucional implica ámbitos de incertidumbre, complejidad y conflicto en las
relaciones, debido a las múltiples interacciones de los actores y sujetos sociales.
Situamos el trabajo a partir del interjuego de tres categorías que
conforman la dinámica de lo institucional –escolar: la organización escolar, la
organización del trabajo y el desarrollo curricular.
En general estas prácticas pueden funcionar en formas aisladas,
desconectadas, fragmentadas, ubicándose a la organización escolar como ¨ lo
administrativo ¨ mientras el currículum circula, se discute, se analiza como
recorte, selección y jerarquización de contenidos a enseñar.
En este marco el director es quien debe interrumpir prácticas
anquilosadas, interrogar sobre acciones “habituales”, hacer visibles gestos
instalados y secuencias sin sentido. Este instalar discusiones que valgan la
pena, nos lleva a la segunda condición enunciada: la conformación de equipo de
trabajo.
El hablar de EQUIPO interpela, cuestiona la verticalidad del sistema, las
diferencias Nos posicionamos de esta manera en una perspectiva que alude a
tiempos y espacios compartidos, operando sobre la realidad de modo tal que la
escuela recupere el sentido de trabajo colectivo.
Pensarse como equipo y no “como cabeza de” cobra sentido: ser referente
de... representar a..., considerando que éstas son construcciones
inherentes al trabajo del director (es la posibilidad de fisurar las
representaciones de “autoridad formal, impuesta”) y se torna significativo
participar, democratizar.
Hablamos de una real participación y no una participación relativa que
alude a “dejar participar mientras yo tenga el control “
Centrar la toma de decisiones desde una mirada conjunta, con previas
discusiones, argumentos, aseveraciones, acuerdos podrá ser parte del trabajo
real superando lo meramente prescripto para el Director.
Por otro lado, sabemos que no hay en las instituciones de educación inicial
indicios suficientes de producciones sistemáticas del proceso de trabajo que se
da en la institución. Los procesos de reflexión instalados, se organizan alrededor
de sucesos o acontecimientos y por lo tanto segmentados, parciales,
fragmentados, individuales.
No se advierte como un proceso colectivo de trabajo la construcción del
tiempo y el espacio escolar, la forma y el desarrollo de las rutinas, de los tiempos
de intercambio, por lo tanto estas preocupaciones forman parte de la letra chica
de los discursos y de las políticas educativas
6.2. Cuestiones a pensar como directores, en
tanto conductores del proceso de construcción
curricular
Estas son algunas aseveraciones que hemos construido colectivamente
con los compañeros y compañeras que transitan por nuestras formas de
capacitación no como exposición de verdades sino a modo de herramientas de
trabajo y reflexión:
El contenido del trabajo del director está pensado como análisis y
reflexión de las prácticas pedagógicas institucionales.
Es necesario superar las contradicciones entre el argumento político
pedagógico y la práctica sustentada. Como Equipo directivo, detectar y analizar
cuáles son prácticas rutinarias, que se toman como naturalizadas.
Cuestionarse lo obvio. Las prácticas sin sentido. Los criterios que orientan las
clases
El director debe poseer una mirada extrañada de lo que pasa. No
perder la capacidad de asombro. Hacer de la práctica pedagógica un objeto
de conocimiento lo que significa:
•
•
•
Explicitar los procesos a través de problemas.
Procesar las informaciones que producen los docentes, los alumnos, y
las conceptualizaciones que surgen de ellas.
Sistematizar lo producido.
Es fundamental trabajar con herramientas que potencien el sentido
público de la enseñanza, tomando al conocimiento didáctico no como propiedad
privada, sino como objeto de difusión, de análisis y de producción.
Hacer pública la producción de conocimientos de la escuela.
Crear condiciones para el trabajo cooperativo con acuerdo en la planificación,
el desarrollo y la evaluación
Sostener proyectos compartidos entre los distintos docentes.
La toma de decisiones sobre lo que enseñamos y lo que dejamos de enseñar
implica una relación de poder ya que no solo seleccionamos contenidos, sino
que estamos posicionándonos sobre lo que debe ser conocido y lo que creemos
que debe ser aprendido.
El vínculo entre el equipo directivo y docente deberá estar mediado por un
objeto de conocimiento, para la construcción conjunta de conocimiento
pedagógico.
En este sentido la Documentación Pedagógica permite el registro y
análisis de procesos, aporta a la construcción de sentido de la propia práctica,
requiere de la reflexión compartida con otros. El maestro debe ser consciente de
que su accionar no es neutro y que está atravesado por su historia
personal y profesional.
La documentación pedagógica puede ayudar a la toma de conciencia de muchas
de nuestras prácticas, develar lo oculto, revisando aquellas que responden a un
arbitrario cultural y hegemónico. Será cuestión entonces de develar y analizar
críticamente: ritos, cuestiones de género, actitudes, valores sustentados, y él por
qué y el para qué de los mismos, etc.
La construcción del sentido de las prácticas es difícil de lograr de
manera individual. Es fundamental la generación de espacios colectivos de
reflexión sobre los procesos de enseñanza y de aprendizaje. El docente
desarrolla conocimiento y comprensión sobre el aprendizaje de los niños y sobre
sus propias acciones.
El Equipo Directivo entonces, incidirá en la posibilidad de transformar el
currículum, la organización escolar y la organización del trabajo en forma
simultánea, sin fragmentaciones.
En la escuela concretar la conducción de la acción pedagógica significa
haber podido crear las condiciones y situaciones que permitan el desarrollo de
las capacidades de los alumnos y docentes para participar de la producción de
conocimientos y en la interpretación y transformación de códigos cultural e
históricamente producidos.
Volviendo a los dos relatos iniciales…..
El ambiente institucional está relacionado con el clima y la cultura
institucional.
Pretendemos enfocar el uso del edificio escolar como uno de los indicadores
a sistematizar cuando se trabaja a nivel institucional.
Si entendemos la escuela como un todo educativo, las aulas, los patios, los
pasillos, la biblioteca, las paredes hacen visible la intención de enseñar.
Qué enseña el edificio escolar?
En este apartado, nos interrogamos como Gabriela Augustowsky, qué dicen
las paredes?
Coincidimos en que al abordar cuestiones de enseñanza, el entorno se
presenta como un aspecto en el que vale la pena detenerse, ya que la enseñanza
se desarrolla en ámbitos concretos, en espacios físicos que no son solo un telón
de fondo, sino que también forman parte de la actividad educativa.
El espacio tiene que interpelarnos mas allá de la infraestructura que posee,
ya que toda institución tiene características estructurales, fijas, en las que se
hace difícil intervenir, pero también es preciso ubicar aquellos ambientes,
lugares, rincones, murales, etc., modificables, y de necesaria intervención.
Sostenemos que en toda institución educativa debe haber:
- Paredes construidas, cuyo propósito refiere a la memoria, a formas de
reconocimiento, identidad y pertenencia institucional y comunitaria.
- Paredes activas, interactivas, que se renuevan permanentemente y son
testigos y memoria de los procesos de enseñanza y de aprendizaje, y
- Paredes alegóricas, calendario, efemérides, orientadas a la formación
ciudadana
Todas estas formas son construidas pero a la vez producen modos de trabajo,
espacios de negociación, de intercambio y participación
“Puertas de la cultura, encargadas de poner a los niños en contacto con
numerosas y variadas formas de representación, lenguajes, modos de pensar,
de decir, de hacer y en estrecha relación con el mejoramiento y la
democratización de la calidad de la enseñanza. Múltiples posibilidades para ser
inventada, dialogo con el afuera” (G. Augustowsky.2006)
6.3. A modo de cierre
Sabemos que todo lo que hacemos institucionalmente es percibido,
mirado, escuchado, sentido….
Todo lo que ocurre dentro de la institución escolar se constituye en un marco y
un sistema de valores para el aprendizaje de los alumnos, ya que dentro del eje
institucional subyace toda una semiología que denota símbolos culturales,
estéticos, sociales, vinculares y hasta ideológicos.
Ante estos conceptos nos preguntamos:
- ¿Puede la institución escolar impartir cultura hacia su interior y su hacia
su comunidad sin sistematizar sus propios insumos y los recursos que
puede otorgarle el contexto donde se encuentra inmersa para contribuir
en los procesos pedagógicos?
- ¿Se constituyen verdaderos equipos de trabajo donde el director favorece
el profesionalismo, la reflexión, el trabajo desde una construcción
colectiva del conocimiento institucional permitiendo acuerdos desde los
aportes individuales y colectivos que posibiliten una escuela creativa en
términos de lo que el contexto requiere y los alumnos necesitan?
- ¿Hay aportes desde la historia personal de los diferentes actores en la
institución? ¿Estos aportes contribuyen al cambio o necesitan ser
retrabajados institucionalmente para favorecer la coherencia y articulación
intrainstitucional?
- Siguiendo la frase “los chicos hacen lo que los chicos ven…” ¿Que
reflexiones nos interpelan?
- Se puede construir un ciudadano pensante, preparado para habitar el
siglo XXI, un ciudadano crítico capaz de decidir, de tomar su espacio y la
palabra en un contexto institucional en el cual las propuestas se repiten,
se tornan rutinarias y opacadas de significación?
Finalmente,
“Lo que ocurrió en el pasado determina el modo en que vivimos hoy, así como lo
que hagamos ahora influirá en el futuro. Las personas podemos cambiar la
realidad que nos rodea, lo que nos lleva a futuros diferentes en función de
nuestras decisiones. Darse cuenta de que el futuro no está predeterminado y de
la relevancia de las propias acciones tiene una gran importancia educativa. Los
alumnos pueden aprender a descubrir los medios de provocar el cambio y a
utilizarlos conscientemente para crear un futuro mejor.”
Bibliografía leída y consultada
- Blejmar, Bernardo 2009. Gestionar es hacer que las cosas suceden.
Noveduc.
Noveddes Educativas. Buenos Aires
- DGCyE. Dirección de Educación Inicial. 2010. Documento de Trabajo. ¿Por
dónde pasa el colectivo institucional? Aportes para no perder el rumbo
- Gabriela Augustowsky
Amorrortu.Humanidades
2006
Las
Paredes
del
Aula..
Editorial:
- Malajovich, Ana. Leone, Nora. 2009. La Institución. La enseñanza y los
aprendizajes Asistencia técnica para inspectores de enseñanza. Provincia
de Bs. As. Argentina.
- Subsecretaría de Educación Dirección Provincial de Educación Inicial.
2009. La función del director en las instituciones educativas del Nivel Inicial.
PALABRAS FINALES...
“Una piedra arrojada a un estanque provoca ondas concéntricas que
se expanden sobre su superficie, afectando su movimiento, a distancias
variadas, con diversos efectos, a la ninfa y a la caña, al barquito de papel
y a la canoa del pescador. Objetos que estaban cada uno por su lado,
en su paz o en su sueño, son como llamados a la vida, obligados a
reaccionar, a entrar en relación entre sí. Otros movimientos invisibles
se propagan hacia el fondo, en todas direcciones, mientras la piedra se
precipita removiendo algas, asustando peces, causando siempre
nuevas agitaciones moleculares. Cuando toca fondo, agita el lodo,
golpea los objetos que yacían olvidados, algunos de los cuales son
desenterrados, otros a su vez son tapados por la arena. Innumerables
acontecimientos, o mini acontecimientos, se suceden en un tiempo
brevísimo. Quizá ni aún teniendo el tiempo y las ganas necesarios sería
posible registrarlos, sin omisión en su totalidad”
Tal como se señala en la cita, es imposible documentar todos los procesos
que se desplegaron con motivo de este esfuerzo de revisar ciertas rutinas
escolares.
Ya nada es como antes, algo ha sido modificado, algo se puso en marcha,
porque alguien se siente comprometido, porque alguien escuchó una palabra
que cobró un sentido diferente, porque un niño opinó algo distinto y fue
atendido, porque lo que antes sucedía hoy aconteció, fue un acontecimiento.
En medio de la prisa y de la incertidumbre, lograr un espacio común,
solidario, de adultos y niños, es mucho logro.
Porque en este proyecto asumimos la cuota de responsabilidad frente a
la historia, al futuro, y los niños –tal vez sin saberlo- descubrirán que algo de
lo que pasó tiene que ver con lo que ellos viven ahora.
Y en medio de todos estos procesos, la escuela y sus aulas pueden dejar de
ser un espacio destinado solo a los pequeños para convertirse en un espacio
de aprendizaje común, de aprendizaje reflexivo, significativo, actual y
potencial, con conciencia y voluntad de quienes los transitamos, con un
medio ambiente como texto, un medio ambiente vivido y localizado.
Sin embargo esta invitación a cuestionarnos, no es invitación a tirar todo lo
que estamos haciendo, sino que es empezar a plantearnos y revisar “lo
habitual y obvio” en todas las instituciones.
Preguntarnos por los por qué y para qué de lo que hacemos.
- Hacemos la reunión inicial ¿si o no?,
- ¿Por qué y para qué izamos la bandera todos los días o una vez por
semana? ¿Si o no?, ¿por qué y para qué?
Como plantea Ruth Harf (2009), Cuestionar es preguntarnos los por qué
y para qué de nuestros haceres.
Esta actitud de cuestionamiento es lo que los docentes necesitamos iniciar o
continuar hoy en día.
En el nivel de educación inicial nos proponemos el desarrollo de la
autonomía, ayudar a los chicos en la conquista de la libertad, personal y social.
Autónomo no es aquel que hace lo que quiere, sino aquel que decide lo que
hace.
Pensamos que es necesario siguiendo a Hassoun “entender la
transmisión como un ofrecimiento por parte de los padres, de los docentes, de
algunos elementos que cada uno de los miembros de la descendencia recibe en
su infancia, que él recompondrá a su manera y que serán sin duda sometidos a
nuevas modificaciones…La transmisión es dar y recibir… transmitir una
herencia.
Y si la herencia –como dice Derridá- es siempre una tarea (1995 p.67) no
podemos renunciar a hacernos cargo de ella. Tenemos que testimoniar que un
sujeto pedagógico democrático no es imposible.
En los rituales está la posibilidad de fundar ese sujeto, pero las formas
rituales que heredamos no son las únicas posibles.
“En los bordes de la modernidad, hay que buscar otra manera de interpelar al
sujeto pedagógico para movilizar en él la pasión por un “nosotros democrático”.
(Cecilia Olorón. 1998)
Podemos comenzar por los rituales y rutinas escolares.
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