Subido por Marce s

juicios de kant

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Febrero 2020
A) ¿Qué diferencias puede establecer entre lo que comúnmente se conoce como belleza, como gusto y juicio
estético?
Kant trata desde su pensamiento lograr dar claridad a estos conceptos, desde su teoría de lo bello y lo
sublime, escrito en el libro “la crítica del juicio”, se pregunta ¿qué es lo bello?.
La tarea fundamental de la filosofía para Kant es la de dar cuenta de la posibilidad de juicios sintéticos a
priori, o sea, las que amplían nuestro conocimiento del mundo, haciéndolo sin recurrir a la experiencia.
Divide “La Crítica del Juicio” en dos partes, la primera sobre el juicio estético (divida en lo bello y otro sobre
lo sublime) y la segunda sobre el juicio teleológico.
“sobre gustos no hay nada escrito”. Kan no está de acuerdo con esta afinación y tratará de mostrar criterios
de juicios universales y necesarios. Aborda su análisis de lo bello dividiéndolo en cuatro secciones o
momentos, cada uno tratando un aspecto o característica distinto de los juicios de gusto. Veremos que estos
juicios son desinteresados, universales, que tienen una finalidad sin fin, y necesarios.
Para Kant primero hay que poner sobre el microscopio la forma en nos damos cuenta que un objeto es bello.
El sujeto utiliza su entendimiento y para observar el objeto externo, puede ver sus cualidades físicas (tallo,
color, tamaño), pero el placer o displacer sucede en el sujeto.
Establece que tales juicios, cuando sean puros, son totalmente desinteresados. Kant determino que el juicio
de gusto no puede tener un interés alguno, tomando interés como la satisfacción que relacionamos con el
objeto. Ej: concurso de mujeres y el marido es el jurado. Para Kant, los juicios de gusto tienen que ser
desinteresados.
Para que sean puros e imparciales, no deben inmiscuir el más mínimo interés en la existencia del objeto. El
autor plantea que puede habar dos tipos de interés, uno en lo agradable del objeto o en lo bueno.
Para Kant encontrar belleza en algo no es necesario pensar en su fin. Ej: Un biólogo sabe el fin de las flores
en el proceso de polinización, pero eso no influye para juzgar las flores como bellas.
Un juicio de gusto es meramente contemplativo, un juicio que es indiferente a la existencia del objeto. El
“Gusto es la facultad de juzgar un objeto o una representación mediante una satisfacción o un
descontento sin interés alguno. El objeto de semejante satisfacción llámase bello.”
Cuando Kant dice que un juicio es universal, Esta universalidad caracteriza no solamente los juicios
científicos sino los estéticos también. La universalidad de los juicios de gusto es subjetiva.
Cualquier experiencia estética tiene dos componentes: el placer que sentimos ante el objeto y el juicio que
emitimos de que es bello.
Lo que quiere saber es si el placer viene primero y luego un pronunciamiento de belleza o al revés, el juicio y
luego el placer. Kant opta por juicio → placer en vez de placer → juicio, el placer estético que sentimos es
producto de algo que hacemos con nuestras facultades mentales.
A estas alturas del análisis podemos reconocer que la belleza no es ninguna propiedad empírica del objeto. Si
fuera así podríamos conocerlo mediante un concepto y también comunicar este conocimiento a otros y
obligar su consentimiento sobre nuestro juicio. No cualquier objeto es capaz de provocar esta reacción
estética en nosotros, de modo que alguna cualidad o característica del objeto es imprescindible para la
experiencia estética. Pero sin el sujeto y la peculiar actividad de sus facultades mentales, esa característica
del objeto quedaría como un mero dato empírico.
El tema de este tercer momento tiene que ver que tienen una finalidad sin fin. ¿Qué papel juegan los
posibles fines de un objeto cuando lo juzgamos estéticamente?. Kant empieza con la siguiente afirmación:
“Si se quiere definir lo que sea un fin, diríase que el fin es el objeto de un concepto, en cuanto éste es
considerado como la causa de aquél (la base real de su posibilidad). Por ejemplo, tengo ganas de un café.
El café es el fin, por lo que formo un concepto del café y actúo para realizar el concepto. O sea, hago una
serie de cosas en base a mi comprensión del concepto de café para realizarlo en la realidad. Entonces,
tenemos que un objeto, como el café, es posible únicamente por medio de un concepto, o presentación
mental, del fin de ese objeto.
En este tercer momento Kant quiere afirmar dos cosas principalmente:
1. La belleza de un objeto se juzga en la ausencia de un concepto del fin del objeto.
2. A pesar de la ausencia de un fin determinado, el objeto manifiesta finalidad.
Tomemos el ejemplo del bolígrafo, el cual me manifiesta una finalidad, dado que he escrito antes con un
bolígrafo, sé cuál es su fin, y por tanto el verlo ahí sobre el escritorio no me resulta nada extraño. Su
finalidad se me manifiesta muy claramente. En cambio la madera tallada es que su finalidad se manifiesta
primero, antes de su fin. Desconozco el “para qué” de este objeto, pero sin embargo se me presenta como
algo final, algo que tiene finalidad. En el bolígrafo, es al revés, Entonces, este trozo de madera me resulta
misterioso, no sé su fin, pero me llama la atención porque lo veo como algo que se presta a un fin. Tiene
finalidad diría Kant. Podría investigar y quizá encontrar el fin, pero de momento me resulta enigmático. Este
carácter misterioso o enigmático es precisamente lo que logra ejercer sobre nosotros una obra de arte.
Ejemplo: si conozco el fin de la flor, (la polinización) debo hacer caso omiso de él en el momento de juzgarlo
estéticamente. La polinización puede explicar ciertas características de la flor, pero no explica su belleza. Si
un ser humano hizo nuestro trozo de madera, lo habrá hecho por una razón, un fin. Las obras de arte, en
cambio, aunque hechas por seres humanos, carecen de algún fin objetivo que da cuenta de su belleza.
Entonces, este trozo de madera me resulta misterioso, no sé su fin, pero me llama la atención porque lo veo
como algo que se presta a un fin. Tiene finalidad diría Kant. Podría investigar y quizá encontrar el fin pero
de momento me resulta enigmático.
Kant termina este momento con una definición “Belleza es la forma de la finalidad de un objeto en cuanto es
percibida en él sin la representación de un fin”. Dice Kant que la necesidad que caracteriza los juicios de
gusto se basa en un principio subjetivo que no es más que el juego libre que se da entre la imaginación y el
entendimiento cuando se encuentran ante un objeto bello. la llama un sentido común y es precisamente
este sentido común lo que constituye el elemento a priori que permite la universalidad de los juicios de
gusto
En su libro Kant, escribe un apartado que se llama “la analítica de lo bello”, hasta ahora hemos visto lo bello
desde el lado del sujeto, de experimentar una obra de arte y juzgarlo bello. Veremos lo que dice sobre el
lado del objeto, de la obra de arte en sí y su creación. Kant nos ayuda en entender las particularidades de la
obra de arte al distinguirla de lo que no es. La distingue de la naturaleza, la ciencia, y el oficio.
Para Kant, objetos de la naturaleza pueden juzgarse como bellos pero advierte que no son obras de arte.
Sólo aquellos objetos producidos libre y deliberadamente pueden considerarse arte. Resultado de un
proceso libre y racional. Ej: A un químico le pido una solución de ácido acético (vinagre). Sabe en qué
consiste este líquido y ese conocimiento es suficiente para que lo haga. El líquido que me entrega no es por
tanto una obra de arte. Pero si le pido un poema de amor, nadie puede juzgar que no sea una obra de arte.
Distingue el arte del oficio. El arte que se hace por oficio, o el arte mercenario, es algo que consideramos
trabajo, una labor, un medio hacía un fin (normalmente dinero). El arte libre en cambio es, como quien dice,
su propia recompensa. Al crear la obra el artista se siente en una especie de juego dice Kant. Esta sensación
de juego es posible porque la actividad es libre.
saltando a la sección 45, vemos que Kant habla nuevamente del arte y la naturaleza. Cuando
experimentamos una obra de arte, estamos conscientes de que es arte, producto de una actividad humana.
Al mismo tiempo, sin embargo, debería parecerse como producto de la naturaleza, o sea, como algo libre de
toda coerción o aplicación de reglas. Todo artista, dice Kant, tiene una intención al hacer una obra, pero esa
intención no debería hacerse patente. Al examinarse una buena obra de arte puede verse que obedece con
rigor ciertas reglas. Es sólo que no debería hacerlo de forma que el esfuerzo se note. Como dice Kant, "la
forma académica no debería transparentarse; no debería haber señal alguna de que las reglas las ha tenido
el artista ante sus ojos y han puesto cadenas a sus facultades del espíritu.
Kant, es el talento (dote natural) que da la regla al arte. Es innato, no logrado, por lo que el arte bello es
producto más de la naturaleza que del hombre. De hecho, dice que genio es la predisposición mental innata
mediante la cual la naturaleza da la regla al arte
Kant concluye que el arte bello no puede producir la regla mediante la cual su producto se realiza, sino sólo
la naturaleza actuando en el sujeto que da la regla al arte.
Lo que el artista de verdad hace no es una habilidad que puede ser aprendida al seguir alguna regla, sino que
consiste en un talento para producir algo por el cual ninguna regla determinada puede darse. Por tanto, la
cualidad más importante del genio es la originalidad.
Pero no basta que el genio sea simplemente original ya que cualquier tontería también lo puede ser. Así
que, lo productos del genio tienen que ser modelos, es decir, ejemplares. Sirven como estándar o guía para
que otros refinen su gusto y su capacidad de juzgar. Y ¿Se acuerdan de Platón echando los artistas de la
república? La razón que dio hace tanto tiempo es la misma que Kant da aquí. El genio no puede describir
científicamente cómo realiza sus productos. No puede comunicar a otros preceptos que les permitirían
realizar semejantes productos, porque el genio mismo desconoce los preceptos. Por tanto no puede hacer
un plan de trabajo para realizar X número de obras en X tiempo. Cómo decía Platón, tiene que esperar la
inspiración de las musas, o en términos de Kant, de la naturaleza.
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