La imagen del traductor literario, que, escondido tras

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EL TRADUCTOR LITERARIO: ¿TRAIDOR O TRAICIONADO1?
(LA TRADUCCIÓN DE TEXTOS LITERARIOS
DE LENGUA ALEMANA EN ESPAÑA)
Carmen Gómez García
Profesora del CES Felipe II
(Titulación deTraducción e Interpretación)
RESUMEN
El presente artículo supone una visión panorámica de cuantas instituciones marcan
su impronta en el ámbito de la traducción literaria. El recorrido abarca figuras tan
controvertidas y poco conocidas por el público como la del agente literario y editorial,
prosigue con una explicitación sobre la influencia ejercida por las editoriales y finaliza con
el indiscutible protagonismo del lector. Pero no sólo el mercado literario es el trasunto de las
siguientes líneas, el texto también incluye una parte teórica sobre los supuestos de la
traducción literaria y la labor creadora del traductor, así como ofrece un esbozo sobre el
perfil del traductor literario en España y su situación laboral, comparando ciertos aspectos
con sus homólogos de Austria y Alemania. Quisiera, no en último lugar, abundar en la
reivindicación existente de los derechos de los traductores, lamentablemente muy poco
respetados pese a lo inestimable de su labor.
"Las relaciones de un texto con sus traducciones, imitaciones, variantes temáticas y
aun con sus parodias, son tantas y tan distintas, que no se prestan a un solo esquema
teórico y capaz de definirlas a todas. Engloban todo el problema de la significación de
la significación a través del tiempo, que a su vez abarca el de la existencia y de las
consecuencias del hecho lingüístico, fuera de su forma inicial, específica. Pero resulta
indiscutible que el eco enriquece; que es algo más que sombra o simulacro inerte. Y
volvemos así al tema del espejo que no sólo refleja, sino que también genera luz." 2
George Steiner
La imagen del traductor literario, que, escondido tras enormes pilas de libros y
diccionarios abiertos a su alrededor, se deleita con la recreación del lenguaje y la búsqueda
de una metáfora en la lengua materna, es, en efecto, una escena cuando menos romántica,
si bien no exenta de cierta verdad. Todos los que hemos traducido literatura sabemos de
miedos y frustraciones, de alegrías y expectación; todos coincidimos en la sensación de lo
imperfecto cuando por fin entregamos el texto a la editorial, una mezcla de orgullo
maternal y temor ante lo eternamente inacabado. La traducción perfecta no existe. ¿Existe
el texto perfecto?
Pero este es el final del proceso. El comienzo, una vez que el autor de la obra
original ha puesto punto final a su manuscrito, compete a la editorial a la que ha confiado
1
Evidentemente en el título está implícita la famosa equiparación "traduttore-traditore", que pone en entredicho
la fidelidad de un traductor a su texto.
2
George Steiner: Después de Babel. México, Madrid, Buenos Aires: Fondo de Cultura Económico, 1980, p.
344. Traducido del inglés por Adolfo Castañón.
su obra, o bien, lo que cada vez sucede con mayor frecuencia, al agente literario, a cuya
figura quisiera dedicar unas líneas dada la importancia que ha cobrado en el mercado del
libro.
EL AGENTE LITERARIO Y EDITORIAL
Es, sin lugar a dudas, una profesión a la que precede una fama un tanto
controvertida, no en último lugar por el desconocimiento de su labor, en muchos casos
desdeñada injustamente por su condición de intermediaria. Son muchos los requisitos que
se precisan para ser un buen agente, entre ellos un profundo conocimiento del mercado
internacional y nacional, de la Ley de la Propiedad Intelectual (en adelante LPI), dominio
de varios idiomas, intuición literaria, cultura... por no mencionar los valores humanos que
se requieren en el trato con cuantos escritores y editores estén implicados en el
establecimiento de un contrato de edición. No quisiera pasar por alto la figura del scout,
cuya finalidad consiste en otear tendencias, corrientes, éxitos, autores de un país concreto,
y proponerlos en otro de distinto idioma.
El agente literario es aquel, o mejor dicho, aquella3 que, a cambio de un por lo
general pequeño porcentaje, representa los derechos de un autor velando por las mejores
condiciones de publicación posibles. Otras tareas que conciernen a la agente literaria son la
selección del excesivo número de manuscritos que llega a la agencia con expectativas de
publicación e incluso triunfo (visto el éxito desmerecido y desmesurado de tantos
"autores"), determinar su valor y posibilidad de acomodo en el mercado literario, y,
llegado el caso, luchar por el reconocimiento de su calidad. Una vez lograda la
reconversión del manuscrito en libro, el agente se pone en contacto con cuantas editoriales
extranjeras pudieran dar cabida a este nuevo título, lo que implica una gran inversión de
tiempo y esfuerzo por parte de la agente, en tantas ocasiones baldío. Son muchos los
escritores consagrados que hacen uso de los servicios de la agente sólo para darse a
conocer en el extranjero y evitarse todo este incómodo proceso, las más de las veces a
causa de lo molesto que para alguien dedicado a la creación resulta negociar los términos
económicos de su obra4.
El agente editorial, en cambio, trabaja con editoriales de otras lenguas
procurando el beneficio de los derechos ya no sólo de las editoriales a las que "protege" en
la lengua terminal (en adelante LT) sobre la base de un contrato de representación, sino a
los autores cuyos derechos detentan estas editoriales. Lógico es, pues, considerar al agente
editorial de suma importancia para el traductor literario, ya que a otras muchas labores
propias de su profesión se añade conseguir la publicación de una obra concreta en la
editorial que mejor se adecue a sus características, negociar un contrato económicamente
rentable para el autor y su editorial, velar tanto por la aparición del libro en el mercado
dentro del plazo acordado con antelación como por la puntualidad de los pagos, y
asegurarse de la buena calidad del producto final, de la obra ya en venta de la editorial de
llegada, lo que implica la traducción de libro. En este punto quisiera hacer mención a
3
Curiosamente, la mayoría de los profesionales del mundo de la edición son mujeres. Este porcentaje aumenta
en el caso de los agentes literarios: Laure Merle D'Aubigné y Elisabeth Atkins de A.C.E.R., Carmen Balcells,
Mercedes Casanovas, Raquel de la Concha (por citar las más importantes).
4
Puede ser que al lector atraído por el quehacer de un agente literario le resulte interesante la obra titulada El
intermediario. Aventuras de un agente literario, escrita por el estadounidense Paul R. Reynolds. Barcelona,
Buenos Aires, Méjico D.F., 1973. Traducción del inglés por Amparo García Burgos.
procesos de los que el visitante de las librerías no tiene noticia alguna, como la subasta de
un título e incluso autor determinado. En el mundo editorial se ha vivido incluso el pago de
costosos anticipos por obras aún no escritas, pese a que la LPI no lo contempla en sus
páginas (véase BOE, 17 de noviembre de 1987, artículo 59).5
La subasta se lleva a cabo cuando una editorial no ostenta la primera opción del
libro, esto es, en el contrato de edición suele estar estipulado que una editorial que haya
publicado una obra de un autor es la primera en decidir si va adquirir o no los derechos de
una obra subsiguiente. La subasta entonces tiene lugar si varias editoriales están muy
interesadas por publicar un texto en concreto sobre el que no pesa el gravamen de la
primera opción. En este caso, el agente literario ha de actuar con suprema diplomacia,
puesto que son los intereses de un autor de su editorial representada los que están en juego,
habiendo de ser al mismo tiempo lo suficientemente hábil como para que las editoriales
implicadas de la LT sigan confiando en su buen criterio y saber hacer. Van a ser la
editorial de partida y, en último caso, el autor, los que dictaminen la sentencia final una
vez concluidas las negociaciones de la agente. No sólo son el anticipo y la escala de
royalties decisivos para la resolución de qué editorial sería la más conveniente para la obra
extranjera, sino, entre otras razones, el prestigio de la editorial, la colección que albergaría
el nuevo título, el soporte mediático que pudiese poner a su servicio6, el volumen de la
tirada y, por supuesto, el buen nombre del traductor que aceptaría el encargo. En este punto
radica una de las mayores incongruencias del mercado editorial: A pesar de la siempre
escasa remuneración económica que ofrece, un editor consciente de su trabajo sabe de la
trascendencia de una buena traducción no ya para que la obra tenga éxito, sino para que
sea entendida.
Suele ocurrir, en especial en literatura y filosofía y con autores de cierta fama, que
un escritor o, en su defecto, una editorial, cuente e incluso imponga la condición de ser
traducido por una persona en concreto, siempre y cuando, claro está, la labor del traductor
se haya revelado como satisfactoria. Este es el caso de los tándem Günter Grass/Thomas
Bernhard-Miguel Sáenz y Peter Handke-Eustaquio Barjau, por citar sólo dos ejemplos. No
es extraño: un buen traductor se ha imbuido de tal modo en el texto original (TO) para
intentar captar el ritmo, tono e intención de un autor y posteriormente recrearlo en la LT,
que la traslación de un segundo libro del mismo autor requiere, por así decirlo, un esfuerzo
no tan descomunal. De ahí que los editores, al contratar un libro extranjero, acostumbren a
solicitar los servicios del mismo traductor de las anteriores obras.
EDITORIALES
En cuanto a las editoriales, sabido es que de ellas depende en gran medida la
difusión de la literatura extranjera así como la calidad del texto traducido (TT).
Lamentablemente, no es extraño que la adquisición de los derechos de una u otra obra se
deba a una política editorial ajena a la calidad del texto, basada en la publicación de
5
Famoso es el caso de Ediciones B, que en una subasta por una obra aún no escrita, llegó a pagar varios
millones de pesetas.
6
Ejemplos serían la prepublicación de extractos de la futura obra en prensa, anuncios publicitarios, recensiones
en prensa especializada con una actitud positiva hacia la obra y firmadas por un personaje influyente, objetos de
merchandising, lectura pública con el autor respaldada por medios de comunicación audiovisuales etc.
Evidentemente, suelen ser los grupos editoriales más poderosos los que tienen un acceso más directo a las
grandes estrellas del mercado editorial, aunque por suerte todavía quedan -escasos- editores y escritores
interesados en la literatura y no en las leyes de la oferta y la demanda.
aquellas obras que, con el menor margen de error posible, aporten sustanciosos beneficios
al complejo negocio montado en torno al libro. Son ya muy pocos los profesionales que
editen lo que realmente quieren y no lo que el director ejecutivo del grupo-empresa
editorial pretenda sacar a la venta como el "mejor libro del mes". Prueba de que el valor de
lo literario ha descendido hasta niveles mercantiles insospechados es el epíteto del "libro
más vendido", o bien "se lee con asombrosa facilidad", o, por qué no mencionarlo, el
montaje tramado alrededor de los premios de literatura. Arguyendo la necesidad de
reembolsar por lo menos los costes de edición, muchas editoriales prescinden de los
servicios de un buen traductor al que avalan años o libros de experiencia, para poner la
obra literaria en manos de un profano que presume de conocimientos en la lengua original
(LO). Dado que la oferta de profesionales o, simplemente, de personas que se adornan de
conocimientos de lenguas extranjeras es cada vez mayor, muchas editoriales abandonan lo
que en un futuro ostentará el título de "obra literaria extranjera" a aquel que acepte
honorarios irrisorios y denigrantes para un trabajador de cualquier rama, beneficiándose de
esta forma de la sustitubilidad del traductor.7
TRADUCIR LITERATURA. OBLIGACIONES DEL TRADUCTOR LITERARIO
Dentro del suprasistema social, la literatura desempeña tanto el papel de la
crítica como el de representación. Las creaciones literarias, al igual que otras
manifestaciones culturales o artísticas, tematizan un modelo de realidad de una sociedad
determinada, son aplicaciones del programa cultural de un país y coadyuvan al
mantenimiento y al desarrollo de la totalidad del sistema. Esta función social no es
intencionada: en relación con su entorno y con otros subsistemas tales como religión,
política, economía, etc., el literario cumple no tanto una función, sino que produce y acoge
creaciones ante todo reconstruibles como productos de un quehacer intencional.8
Obvio es que la literatura traducida pasa a formar parte del acervo cultural de
cualquier lengua. Será entonces esta obra traducida la que desencadene reacciones en la
cultura y en el pensamiento de la LT y se enfrente a los extrañamientos o dificultades
inherentes al proceso de adaptación a un nuevo contexto. Para la historia de la literatura y
de la traducción literaria, no obstante, no ha de tenerse en cuenta sólo la diferencia entre
grados de modernización, sino también las divergencias acusables entre las formas de
organización y clasificación de la literatura. Esto se debe a que las obras literarias están
integradas en otros "minisistemas" sociales y obligadas a justificarse ante sus propios
criterios de decisión .9
Por consiguiente, en calidad de traductor literario se deben considerar las
diferencias culturales de los lectores de la LO y de la LT. El texto, la obra, está inserto en
un sistema de relaciones mucho mayor, en un contexto cultural que ha de ser transmitido,
traducido junto con la lengua.10
Miguel Gallego Roca afirma que "el traductor toma decisiones y a través de sus
decisiones es posible descubrir el gusto literario de una época, la ideología lingüística y
7
Véase: VVAA: Libro Blanco de la traducción en España. Madrid: ACE Traductores, 1997, p. 13.
Andreas Poltermann: "Normen des literarischen Übersetzens", p. 9, en: Harald Kittel (ed.): Geschichte, System,
Literarische Übersetzung. Berlin, Erich Schmidt Verlag, 1992, pp. 5-31.
9
Ibid., p. 13.
10
Véase Elisabeth Markstein: "Erzählprosa", pp. 245-246, en: Mary Snell-Hornby, Hans G. Hönig, Paul
Kußmaul und Peter A. Schmitt (eds.): Handbuch Translation. Tübingen: Stauffenburg, 1998, pp. 244-248.
8
literaria de una escuela, o las estrategias de un poeta de vanguardia"11. Una buena
traducción requiere una comprensión total no ya del significado, sino del sentido12 del
texto, no de lo que dice, sino de lo que quiere decir su autor, adecuándose a su estilo, a
cómo lo dice, lo cual implica no sólo el conocimiento absoluto de un autor y su
Weltanschauung, sino saber interpretarlo y saber escoger, decidir qué estructuras
lingüísticas son las apropiadas para reproducir en la LT la red de asociaciones establecida
en la LO. Tanto el lector de la obra en LO como el abocado al texto traducido deberían
confrontarse al mismo referente expresado en un mismo estilo. Pero cada lengua es una
forma de ver el mundo, decía Wilhelm von Humboldt, y no sin razón.
Es evidente, pues, la tremenda dificultad del proceso traductológico, más aún
cuando escritor y traductor han de vérselas con una herramienta tan compleja como es el
lenguaje, lugar en el que confluyen objetividad y subjetividad, sociedad e individuo. Desde
la estructura de la mente, el ser humano organiza sus contenidos mediante el lenguaje; las
palabras confieren presencia no sólo a lo real, también a lo ausente, a lo inexistente13,
portando consigo, además de evocaciones, remembranzas individuales, la historia colectiva
de su utilización, la suma de sus contextos y connotaciones a lo largo de las épocas14. En
consonancia con Wittgenstein, las palabras significan según el juego en el que aparezcan,
dependen de la situación en la que sean empleadas.15 Traducir literatura supone entonces la
re-creación de un texto (del latín textum, tejido, intersección de relaciones) en el idioma de
llegada.16
Si básicamente entendemos la literatura como el arte de la palabra17, cabrá
entonces preguntarse qué rasgos distinguen a la palabra, al lenguaje, para que se les
califique de literario, para crear belleza. Su rasgo principal, ya lo afirmaba Jakobson, es su
carácter asociativo y polisémico y su función estética, añadiría Mukarovsky18. El interés de
la obra se concentra en el mismo signo lingüístico.
Andreas Poltermann, citando a Lefevere19, subraya que el lenguaje literario se
conforma a partir de la lengua nacional como material de literatura y de otros elementos
semióticos del lenguaje literario, tales como género, tema, motivo, etc., componentes de un
sistema literario supranacional. Ante todo, el lenguaje literario o poético difiere del
11
Traducción y literatura: Los estudios literarios ante las obras traducidas. Madrid: Ediciones Júcar, 1994, p.
23.
12
Sentido, transmitido no sólo mediante recursos de la lengua sino por medio de recursos extralingüísticos.
13
Recomiendo al lector interesado en tales disquisiciones la lectura de las obras de Emilio Lledó; en particular:
Filosofía y lenguaje. Madrid: Ariel, 1970, y El silencio de la escritura. Madrid: Centro de Estudios
Constitucionales, 1991.
14
He aquí una de las muchas razones que han conducido a la afirmación de la intraductibilidad del texto
(Benjamin): Die Aufgabe des Übersetzers.
15
Vidal, Mª del Carmen África: El futuro de la traducción: Últimas teorías, nuevas aplicaciones. Valencia:
Alfons el Magnànim, 1998, p. 27.
16
"Since a translator, in producing a text which did not yet exist, makes use of a work existing in another
language and literature, "reception" and production coincide in the act of translating. "Translation" may thus be
regarded as interlingual and interliterary "receptive recreation" (...)": Armin Paul Frank: "Towards a Cultural
History of Literary Translation", p. 370, en: Harald Kittel (ed.): Geschichte, System, Literarische Übersetzung.
Berlin, Erich Schmidt Verlag, 1992, pp. 369-387.
17
Sin olvidar que son los cánones -variables- de una sociedad concreta los que designan qué es una obra de arte.
18
Véase J. Mukarovsky: Escritos de estética y semiótica del arte. Barcelona: Gustavo Gili, 1977, traducción del
checo de Anna Anthony-Vico-vá, especialmente el capítulo: "Lenguaje standard y lenguaje poético", pp. 324333.
19
Andreas Poltermann, op. cit., pp. 14-15.
lenguaje estándar en la posibilidad de "violación intencional de la norma"20, la cual tiene
sentido en tanto que el hombre es un ser social. La ruptura de la norma estética se entiende
en relación con la libertad creadora y la búsqueda de un propio lenguaje nuevo, inhabitual,
que siente las bases de un nuevo -futuro- paradigma. Es de suponer, por tanto, que el
traductor adapta el texto a un modelo creado según las expectativas del lector, lo adecua a
ciertas normas de su cultura que, aun en el marco de su inestabilidad, hayan sido impuestas
en determinadas coordenadas temporales, si bien sabe reconocer y reproducir cuanto de
trasgresión y novedoso se oculte en el TO. Y es porque cambian las expectativas del lector,
su visión del mundo, por lo que se modifica la interpretación del TO; de ahí que las
traducciones, textos vivos, experimenten obligatoriamente transformaciones con el paso
del tiempo.
El primer condicionante de la traducción literaria es el género ya existente en el
que el traductor inscribe su obra, lo cual implica ciertas convenciones acuñadas también en
el lector. En el caso concreto de la lírica, el traductor habrá de intentar reproducir el ritmo,
rima en el supuesto de que sea factible y el traductor sea un experto en el ejercicio de la
versificación, así como otros recursos fonéticos que encierran no sólo el poder de la
sugerencia y abstracción, sino que refuerzan la estructura semántica del texto. El traductor
deberá hallar el equilibrio entre los recursos semánticos y formales del poema.21 En cuanto
al teatro y a la narrativa, una de las mayores dificultades que conlleva su traducción estriba
en el análisis de lo no verbal en lo escrito, esto es, para decodificar un texto el lector ha de
saber interpretar tanto el núcleo lingüístico como el repertorio de signos paralingüísticos y
kinésicos de una obra. Lenguaje y gestos corporales, el ambiente sensorial, y culturemas en
definitiva, que varían de una a otra comunidad de hablantes, deben ser localizados y
convenientemente transportados a la LT, tarea harto complicada, pues "esa totalidad de
signos verbales y no verbales llegan al texto de tal forma que no siempre son percibidos
por el lector, a veces ni siquiera por el escritor mismo, porque puede muy bien ignorar la
inevitabilidad y el impacto de lo que, involuntariamente, llega a ser parte de su texto"22. A
la dificultad que entraña la traducción de un texto teatral se le ha de añadir el carácter oral
intrínseco a su función última, la comunicación oral.
CARACTERÍSTICAS DE UN BUEN TRADUCTOR
Siguiendo el "modelo componencial de la competencia traductora" propuesto
por el Grupo PACTE23, paso a resumirles el capítulo de Marisa Presas24 en el que señala
las competencias que habrían de caracterizar a un buen traductor:
20
Entendiendo como norma expectativas estabilizadas que defienden "die Erwartbarkeit bestimmter
Verhaltensweisen als eine Institution und tendieren dazu, abweichendes Verhalten zu sanktionieren oder zu
korrigieren". Ibid., p. 17. Para más información, ver J. Mukarovsky, op. cit.
21
Para estudiar un ejemplo de traducción poética, véase el trabajo de Rosa Marta Gómez Pato: "La traducción
de los poemas de Ilse Aichinger al español: ¿Un lenguaje sencillo? Reflexiones en torno a la traducción
poética", en Elena, Pilar [et. al.], eds.: Universo de Palabras. Actas del I Simposio de la Traducción
del/alAlemán. Salamanca: Facultad de Traducción y Documentación [et. al.], 1999, pp. 135-142.
22
Fernando Poyatos: La comunicación no verbal.Volumen III. Nuevas perspectivas en novela y teatro y en su
traducción. Madrid: Istmo, 1991, p.21.
23
Integrado por investigadores del Departamento de Traducción e Interpretación de la Universidad Autónoma
de Barcelona.
24
Para más información, véase el artículo de Marisa Presas: "Un enfoque modular de la didáctica: "Tareas para
la adquisición de la competencia traductora", en: Elena, Pilar [et. al.], eds.: Universo de Palabras. Actas del I
-Competencia comunicativa en ambas lenguas:
Competencias gramatical, sociolingüística y discursiva.
-Competencia extralingüística:
Conocimientos teóricos sobre la traducción, conocimientos biculturales (que engloban
conocimientos ecológicos, formas de vida social y sistemas institucionales),
enciclopédicos y temáticos.
-Competencia instrumental y profesional:
Conocimiento y uso de las fuentes de documentación, de las nuevas tecnologías y del
mercado laboral.
-Competencia psicofisiológica:
Competencias y habilidades psicomotoras de lectura y escritura, facultades cognoscitivas
(memoria, creatividad, atención, etc.) y ciertas actitudes psicológicas, como curiosidad
intelectual, por poner un ejemplo.
-Competencia de transferencia
Competencia de recepción del texto origen, competencia de elaboración del proyecto de
TT y competencia de producción.
-Competencia estratégica, la cual consiste en los procedimientos utilizados para resolver
los problemas encontrados en el proceso traductor.
Dicho de otro modo por uno de los grandes traductores de este país, y sin más
comentarios que una alabanza a la humildad:
"La verdad es que las cualidades que (idealmente) tendría que reunir un traductor son
tantas y tan variadas que parece imposible que se den... y, efectivamente, no se dan, (...)
La traducción (...) es una tarea imposible, pero hay que intentarla. Ser un buen traductor
es algo absolutamente quimérico, y, por ello, siempre tendremos una excelente excusa
para justificar nuestro fracaso. (...) Todas las restantes cualidades del traductor (además
de la de saber escribir) se resumen en dos, que son honradez y sentido común. El
traductor podrá engañar muchas veces (...) al editor, al crítico y al lector, pero no podrá
engañarse a sí mismo, y sabrá perfectamente cuándo hizo un trabajo chapucero, cuándo
no averiguó cosas que tenía que haber averiguado y cuándo la obra que tradujo estaba,
sencillamente, por encima de sus facultades. (...) Y luego necesita, más que cualquier otra
cosa, sentido común. Tiene que saber, sencillamente, cuándo hay algo que no sabe. Darse
cuenta de que aquello que cree leer o entender no tiene sentido, de que hay algo que no
puede ser ..."25
Ante este transfondo, ¿quién se atreve a acometer la traducción de un texto,
máxime literario? El perfil del traductor literario en España varía según autonomías. Así
tenemos que el grueso de los traductores se encuentra en Cataluña (36,5%), seguida de
Madrid (29,2%), lo cual no es de extrañar dado que Madrid y Barcelona son los dos focos
Simposio de la Traducción del/alAlemán. Salamanca: Facultad de Traducción y Documentación [et. al.], 1999,
pp. 381- 393.
25
Miguel Sáenz: "La traducción literaria", p. 407, en: Esther Morillas y Juan Pablo Arias: El papel del
traductor. Salamanca: Ediciones Colegio de España, 1997, pp. 405-413.
editoriales del país. Es (todavía) menor el número de mujeres que traduce (41,5%) que el
de hombres, hecho que contrasta con gran parte de los países miembros de la U.E. En
cuanto a la edad de los traductores (entre los que el nivel académico es muy elevado:
51,5% de licenciados), prevalece el segmento de 36 a 45 años (29,9%) seguido de 46 a 55
años (27%). La mayoría de ellos trabaja para un promedio de 6,4 editoriales
simultáneamente. A tenor de lo ya expuesto y de las tarifas pormenorizadas en el siguiente
apartado, el traductor literario combina la literatura con las traducciones técnicas por
razones puramente crematísticas, o bien, de forma paralela, desempeña otro oficio, en
muchos casos relacionado con la traducción, como escritor, profesor de idiomas, de
universidad... De ellos, en términos porcentuales 74,5%, y pese al elevado porcentaje de
traductores masculinos, un 53,6 % son mujeres y un 46,4% hombres.
Es conocida la afición por la traducción de textos del profesor universitario y del
doctorando de las carreras de letras, quienes ejercen tan sana afición a consecuencia de su
labor investigadora, del afán por "absorber" la obra de quien constituye su objeto de
estudio.
Con respecto a las principales lenguas que conocen los profesionales de nuestro
país, el alemán ocupa el sexto lugar (18,2%) tras francés (62,3%), inglés (58,4%), español
(41,2%), italiano (31%) y catalán (29,2%). El 67,2 % lleva más de diez años traduciendo.
SITUACIÓN DEL TRADUCTOR LITERARIO EN ESPAÑA. UNA REIVINDICACIÓN
Gadamer, en "Estética y hermenéutica" niega, en contra de lo que propugnan
traductores de la talla de José María Valverde, la invisibilidad del traductor, "porque si lo
fuera significaría que las diferencias entre las lenguas y culturas (...) son neutralizables y
que hay sólo una lectura posible de un texto"26. El traductor, parafraseando a Javier
Marías, mejor lector de una obra, interpreta el TO desde sus coordenadas psicológicas,
sociales y culturales para recrear el texto sobre la base de lo interpretado. No obstante, es
de todo punto improbable recuperar el momento psíquico de creación del autor, por lo que
es imposible que el público lector no se vea abocado a las "injerencias" personales del
traductor, habiendo de asumir como válida la interpretación que este ha llevado a cabo de
un texto que ha hecho propio.
En conclusión, la labor del traductor se equipara a la del autor, hecho este reflejado en la
LPI del 11 de noviembre de 1987: "La traducción literaria se distingue por ser
simultáneamente oficio y creación, actividad profesional y elaboración artística"27.
Pero la realidad dista mucho de la teóricamente aceptada equiparación autortraductor. Empezando por las editoriales, que por lo general "esconden" el nombre del
traductor entre los créditos y premian su labor artística con unos honorarios indignantes,
pasando por la crítica, ya que aún son escasos los comentarios a la calidad de la traducción
en las recensiones de literatura extranjera publicadas en suplementos culturales, revistas
literarias y demás prensa especializada, y terminando con la figura del lector, que, en su
ingenuidad y desconocimiento, adquiere una versión de una obra extranjera sin plantearse
la posibilidad de que un mal co-creador pueda privarle de su legítimo derecho a disfrutar
de una obra de arte, peor aún, en la mayoría de los casos ni se cuestiona la existencia del
traductor.
26
27
Aquí citado según Mª Carmen África Vidal, op. cit., p. 66.
VVAA: Libro Blanco de la traducción en España. Madrid: ACE Traductores, 1997, p. 12.
Y esto se refleja en el "respeto" a las tarifas por parte tanto del traductor, que acepta
condiciones muy por debajo de las establecidas, como del que ha contratado sus servicios:
TARIFAS MÍNIMAS (2000) ACORDADAS POR LA FEDERACIÓN DE GREMIOS DE
EDITORES DE ESPAÑA Y LA SECCIÓN AUTÓNOMA DE TRADUCTORES DE
LIBROS ACE
alemán-castellano Tarifas Edición/pg. de 2.100 matrices
1.900 pta
Tarifas Prensa/palabra
15
No sólo se incide en el hecho de que estas tarifas se "presentan en forma de
mínimos, por debajo de los cuales no son aceptables", sino que se alude a que el traductor
debe percibir un porcentaje de derechos en función de la tirada y del autor. En cualquier
caso, varía del mínimo 1,5-3% en el caso de los autores vivos al 5-7% para traducciones de
autores de dominio público28.
Tampoco estos datos se ajustan a la realidad. Ardua tarea es conseguir unos
honorarios superiores a 1.500 pesetas por página sobre un porcentaje del 0,5%. Al precio
final hay que restar un 18% de IRPF. Calculen ustedes mismos a cuánto asciende el
montante a percibir de una obra de 200 páginas en la que fácilmente se puede haber
invertido un total de dos meses (incluyendo documentación y varias revisiones). Y no
estoy aludiendo a traductores con un escaso currículo en su haber, sino a profesionales
para quienes, tras décadas de fructífera e intensa labor como traductores literarios, alcanzar
2.000 pta por página sigue requiriendo duras negociaciones. El Libro Blanco de la
traducción española ha llegado al cómputo de una renta mensual neta de 155.780 pesetas
al mes en una situación ideal en cuanto a tarifas y ritmo de trabajo. El panorama es
verdaderamente desalentador.
La historia de la recepción de cultura en lengua alemana en nuestro país ha sido
poco menos que lamentable hasta hace relativamente escasas décadas. El trasvase al
castellano tanto de obras vanguardistas de principios del siglo XX como de obras clásicas
se realizaba a partir del francés, del inglés o incluso de ambas, en el mejor de los casos de
la mano de intelectuales españoles que habían residido en un país germanoparlante y
consideraban la traducción como una fuente de ingresos. Lógico es que, ante unos
honorarios miserables, el único medio de conseguir algún beneficio fuera aumentando la
cantidad de páginas traducidas, en detrimento de la calidad de la obra trasvasada. No soy la
primera en, como mínimo, cuestionar la calidad de las obras traducidas por Ortega y
Gasset (quién lo diría teniendo en cuenta su ensayo "Miseria y esplendor de la traducción",
escrito en 1937), Borges29, Unamuno30 o Cansinos Assens, a quien, aún a fecha de hoy,
debemos la traducción de las obras completas, entre otros, de Goethe y Schiller, si bien el
rigor de su actividad traductora ha estado no pocas veces en entredicho.
¿Y EN ALEMANIA? ¿Y EN AUSTRIA?
28
Es decir, setenta años -cifra estipulada en 1995- después de su muerte o declaración de fallecimiento.
Véase Gregary J. Racz: "Hojas de hierba de Whitman: Borges como traductor de Song of Myself".
(Traducción de Dolors Udina), en: Vasos Comunicantes, nº 20, pp. 25-31.
30
Véase J. C. Santoyo: Historia de la traducción: Quince apuntes. León: Ediciones Universidad de León, 1999,
p. 61.
29
Termino ofreciéndoles una pincelada de la situación del traductor literario en Alemania y
en Austria, países en los que, pese a una retribución económica más favorable31, también
se ignoran las leyes referentes a los derechos morales del traductor (como por ejemplo la
mención del traductor siempre que se cite la obra traducida).
Lo que sí difiere es la forma de pago. En un país germanoparlante, el cobro de un anticipo
a cuenta de los derechos en el momento de la entrega y un porcentaje sobre las ventas es, a
diferencia de nuestro país, algo frecuente. Más aún, en el contrato de traducción se
especifica la cantidad que percibiría el traductor en el caso de editar una nueva tirada, de la
que también se pormenoriza el número de ejemplares. Según el Libro Blanco32, en
Alemania es habitual cobrar el 1% desde el ejemplar 10.001 o bien percibir
aproximadamente 5.050 marcos (unas 430.000 pta.) por cada edición posterior a la
primera. No nos olvidemos, sin embargo, de que, en comparación con España, país en el
que lo usual es una tirada de 3.000 ejemplares, es 10.000 el número de ejemplares que por
regla general suele editarse en una primera impresión.
Otra diferencia fundamental con ambos países radica en la existencia de unos
derechos que, pese a los esfuerzos no escatimados de las asociaciones de autores y
traductores, no se contemplan en nuestro país33: derechos sobre los préstamos al lector en
bibliotecas y derechos reprográficos "en concepto de licencia para fotocopias de libros".
La traducción literaria como única fuente de ingresos constituye en Alemania un
5%34, en España un mero 2%, cifra susceptible de ser contrastada con el 41,5%
mencionado anteriormente de mujeres que se dedican a la traducción en España frente al
75% de Alemania y Austria, lo cual podría interpretarse en relación con la escasez de
beneficios económicos que comporta la traducción literaria y con el papel que desempeña
la mujer en la sociedad.
¿FUTURO DE LA TRADUCCIÓN LITERARIA?
Gracias al aporte de la hermenéutica, el futuro de la traducción literaria debería ser
especialmente esperanzador. Y es que cuando el lector sea consciente de su parte activa,
creativa en el acto de la lectura, esencial para que la escritura adquiera presencia y
significado y sea recreada como obra de arte, exigirá textos que le permitan de un modo
atemporal concebir, proyectar tal obra y hacer propia una experiencia ajena35. Confiemos
entonces en que el lector del futuro disfrute de una educación de calidad que le permita
discernir, ser consciente de su importancia en el proceso incluso de la creación literaria, y
actuar en consecuencia.
31
Aunque tampoco alcanza la calidad de "digna". En la Feria del Libro de Frankfurt de 2001, se barajaban un
volumen medio de ingresos en torno a 3.000 marcos mensuales, esto es, unas 255.000 pesetas.
32
Libro Blanco de la traducción, op. cit., p. 150.
33
Ibid., p. 151.
34
Otras fuentes sitúan en menos del 1% el porcentaje de traductores alemanes que se dedica de forma exclusiva
o mayoritaria a la traducción de literatura: Peter A. Schmitt: "Marktsituation der Übersetzer", (p. 9), en
Handbuch Tanslation, op. cit., pp. 5-13.
35
Wolfgang Iser: Die Appelstruktur des Textes. Konstanz: Universitätsverlag, 1971, p. 34.
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