hacia una politica de conservación y gestión de paisajes agrarios

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HACIA UNA POLITICA DE CONSERVACIÓN Y GESTIÓN DE
PAISAJES AGRARIOS
Egea-Fernández JM, Egea-Sánchez JM
Departamento de Biología Vegetal (Botánica), Facultad de Biología, Universidad de Murcia, Campus de
Espinardo, 30100 Murcia, [email protected]
Resumen
Se hace un análisis de los instrumentos y herramientas de aplicación para la conservación de los
paisajes agrarios de interés agroecológico, se presentan algunas propuestas de interés, como los Sistemas
Ingeniosos del Patrimonio Agrario Mundial, los Sistemas Agrarios de Alto Valor Natural y los Lugares de
Interés Agroecológico. Finalmente se hace una propuesta para la conservación y valoración de los Paisajes
Agrario.
Palabras clave: Biodiversidad, agrobiodiversidad, agroecología, paisajes culturales, SIPAM, cultura
campesina.
LOS PAISAJES CULTURALES AGRARIOS
Los sistemas agrarios tradicionales son el resultado de un proceso de
transformación del bosque primigenio para obtener la mayor diversidad de
productos para la alimentación y la agricultura. La estrategia seguida era la de
producir casi todo lo que se iba a consumir y consumir casi todo lo que se
producía. Estos sistemas surgen de un largo proceso de coevolución de los seres
humanos con el medio natural, a través de un adecuado manejo de los procesos
ecológicos, geomorfológicos e hidrológicos sin afectar mayormente los ritmos y los
procesos naturales (Toledo y Barrera-Bassols 2008), llegando a establecerse lo
que Montserrat (2009) denomina como climax cultural1. De esta forma se han
construido paisajes agrarios heterogéneos, de gran importancia ecológica,
económica y sociocultural, que aún se manifiestan en cualquier punto de la tierra,
como prototipo de sistemas sustentables (Toledo y Barrera-Bassols 2008, Altieri y
Koohafkan 2008, Altieri y Nicholls 2009, Egea Fernández y Egea Sánchez 2010 a,
b, c, SCDB 2010). Sistemas agroforestales tropicales, terrazas agrícolas, oasis,
chinampas, dehesas, majadales, huertos familiares,… constituyen algunos de los
ejemplos más emblemáticos de la ingeniería campesina para la apropiación
racional de los recursos naturales, donde se combina, territorio con
heterogeneidad paisajística, diversidad agraria, cultura, respeto a la naturaleza y
ética social.
Los espacios agrarios tradicionales, como resultado de su coevolución con
los sistemas naturales, ejercen un papel relevante en el funcionamiento global de
la naturaleza. Prueba de su importancia se desprende del hecho de que un 80%
de la superficie de Zonas Especiales para la Protección de las Aves (ZEPAS)
1 Paisajes o climax culturales son sistemas diversificados y alterados, pero a menudo no degradados
(Perevolotski y Seligman 1998) modelados durante milenios por una gestión tradicional (Montserrat 2002), a
menudo extensiva y eficiente (de Miguel y Gómez Sal 2002).
están sometidas a un tipo de aprovechamiento agrario poco intensivo (De Miguel y
Gómez Sal 2002). Si consideramos las especies de aves amenazadas como
indicador de biodiversidad (Gómez Sal 2012), el 17,5% de las mismas están
asociadas a pseudoestepas cerealistas y el 5% a espacios agrícolas con alta
diversidad (huertas, cultivos arbóreos en regadío, etc.). De acuerdo con algunos
autores (Blanco 2001, San Miguel 2003) gran parte de la fauna silvestre más
emblemática (aves esteparias, rapaces, linces, osos, lobos, anfibios, reptiles, etc.)
se verían gravemente afectados sin la existencia de agropaisajes diversos, donde
viven, se refugian y/o encuentran alimento. Lo mismo se puede aplicar a la flora
silvestre. En Suecia, cerca del 70% de las plantas vasculares amenazadas
dependen de un paisaje agrícola “abierto” y variado (COM 2001).
La expansión del modelo industrializado de la agricultura, potenciada por
las políticas agrarias y de desarrollo rural aplicadas a partir de la segunda mitad
del siglo XX, junto a la globalización del sistema agroalimentario y los nuevos usos
del suelo y del agua, ha propiciado el abandono del medio rural, el envejecimiento
de la población y la falta de relevo generacional, generando una auténtica crisis
del campesinado (Sevilla Guzmán y González de Molina 1993, Van der Ploeg
2010). En España, de acuerdo con el informe elaborado para el primer programa
de Desarrollo Rural Sostenible 2010-2014 (Sancho et al. 2008), el despoblamiento
rural ha sido más acusado en los municipios menores de 2.000 habitantes (más de
un 30% de pérdida de población) que en los municipios menores de 10.000
habitantes (casi un 18%). El éxodo rural se ha dado sobre todo entre la gente
joven, especialmente entre las mujeres, lo que ha producido un efecto de
envejecimiento y masculinización (Regidor 2008).
Las políticas de conservación de la naturaleza han contribuido también, de
forma significativa, al abandono de los espacios agrarios integrados en el medio
natural. El sistema global de áreas protegidas se ha creado, en muchos casos, a
partir de criterios meramente biológicos (especies amenazadas, endemismos,
paisajes naturales) sin tener en cuenta los problemas de tipo social, económico,
cultural o político (Toledo y Barrera-Bassets 2008). Se ha obviado, en general, las
relaciones históricas entre las culturas campesinas, el paisaje y la biodiversidad y
se ha marginado a la población local. La exclusión de los usos tradicionales,
práctica habitual de la política de gestión de espacios protegidos del último tercio
del siglo pasado, ha roto las conexiones entre naturaleza y sistemas agrarios,
alterando la dinámica de los ecosistemas, cuyas consecuencias son imprevistas,
pero seguro que nada halagüeñas (Izquierdo 2006).
Uno de los efectos más graves ligados al despoblamiento y a la
intensificación de los cultivos, junto a las de tipo socioeconómico y cultural, es la
pérdida de biodiversidad y de los servicios de regulación que prestan los
agrosistemas tradicionales a la sociedad (COM 2001, Gómez Sal 2012, Jiménez
Herrero 2010). Los sistemas agrarios tradicionales, a pesar de su extraordinario
valor ambiental, económico y sociocultural, pueden quedar completamente
extinguidos, sobre todo en las zonas más deprimidas de la Tierra, si no se produce
un cambio significativo en las políticas agrarias, de desarrollo rural y de
conservación, que promuevan medidas efectivas para mantener a los campesinos
en el territorio y, al mismo tiempo, mantener vivos los paisajes agrarios
heterogéneos, con todo su diversidad y cultura asociada.
POLÍTICAS E INSTRUMENTOS DE CONSERVACIÓN DE LOS PAISAJES
AGRARIOS
Política internacional
El Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB) es el primer acuerdo
internacional jurídicamente vinculante que reconoce el papel de la biodiversidad
(incluida la biodiversidad agraria) y la necesidad de su conservación. En su Art. 8
insta a los gobiernos a que, en la medida de lo posible, establezcan un sistema de
áreas protegidas para conservar la diversidad biológica (Art. 8a); elaboren
directrices para la selección, el establecimiento y la ordenación de áreas
protegidas (Art. 8b); promuevan la recuperación de especies amenazadas (8f) y
respeten, preserven y mantengan el conocimiento, innovaciones y prácticas de las
comunidades autóctonas incorporando estilos de vida tradicionales relevantes
para la conservación y uso sostenible de la diversidad biológica. El Art. 10c recoge
la necesidad de proteger y promover el uso consuetudinario de los recursos
biológicos en concordancia con las prácticas culturales tradicionales que son
compatibles con los requerimientos de conservación y uso sostenible,
específicamente dentro de los sistemas agrícolas (CE 2006).
Posteriormente, en la tercera edición de la Perspectiva Mundial sobre la
Diversidad Biológica (SCDB 2010), se reconoce la importancia de los paisajes
agrícolas mantenidos por agricultores y pastores con prácticas adaptadas al lugar,
no sólo para conservar una diversidad genética de cultivos y ganado relativamente
alta, sino también como sostén de la biodiversidad silvestre característica de la
zona. El documento reconoce también que los paisajes agrarios heterogéneos y
biodiversos, repartidos por todo el mundo, se mantienen gracias a la aplicación de
una amplia variedad de conocimientos y prácticas culturales tradicionales. La
Estrategia Mundial para la Conservación de las Especies Vegetales, aprobada por
la Conferencia de la Partes en la reunión celebrada en Nagoya (UNEP 2010),
incluye entre sus metas para 2011-2022, lograr que al menos el 75% de los
terrenos de producción de cada sector se gestione de manera sostenible, en
consonancia con la conservación de la diversidad de especies vegetales. Esta
gestión implica la conservación de la diversidad de recursos genéticos; la
protección de especies vegetales en los paisajes de producción que son únicas,
están amenazadas o tienen un valor socioeconómico particular; y el uso de
prácticas de gestión en las que se evitan efectos significativos perjudiciales para la
diversidad de las especies vegetales de los ecosistemas circundantes.
El Tratado Internacional de Recursos Fitogenéticos para la Alimentación y
la Agricultura (RFAA), adoptado durante la 31 Conferencia de la FAO (2009) insta
también a las Partes Contratantes a que promuevan o apoyen los esfuerzos de los
agricultores y de las comunidades locales encaminados a la ordenación y
conservación en las fincas (in situ) de sus RFAA (Art. 5.1c). En un informe sobre el
Estado mundial de los RFAA (FAO 2011) se indica la necesidad de políticas, leyes
y reglamentaciones más efectivas que gobiernen el manejo de los RFAA in situ y
en finca, tanto dentro como fuera de las áreas protegidas y la necesidad de que se
desarrollen estrategias específicas para conservar los RFAA in situ y para manejar
la diversidad de cultivos en la finca. Al mismo tiempo reconoce que la participación
de las comunidades locales resulta esencial en todo esfuerzo de conservación in
situ o de manejo en finca, y los sistemas y prácticas de conocimiento tradicionales
deben ser tomados en cuenta de modo integral.
Política europea
1. Política ambiental
La Unión Europea (UE), en el Plan de Acción de la Unión Europea en favor
de la biodiversidad (CE 2008), reconoce que las técnicas culturales y los paisajes
agrícolas construidos durante siglos juegan un importante papel de la agricultura
en la conservación de la biodiversidad, debido a que cerca de la mitad de las
especies silvestres europeas está relacionada de una u otra manera con la
agricultura. El plan hace una llamada de atención sobre la pérdida de extensas
fincas de alto valor natural (entre un 75 y 85 %) en Europa, como resultado de la
intensificación de la Política Agraria Comunitaria (PAC) y el consiguiente
abandono de las tierras menos competitivas, cuyas consecuencias son
devastadoras para la biodiversidad.
El Consejo de Europa, para paliar la situación de degradación de los
paisajes agrarios de valor ambiental propone, en su Estrategia sobre la
biodiversidad hasta 2020 (COM 2011) aumentar todo lo posible las zonas agrarias
de pastizales, tierra cultivable y cultivos permanentes sujetos a medidas de
biodiversidad en el marco de la PAC, a fin de garantizar la conservación de la
biodiversidad y mejorar el estado de conservación de las especies o hábitats que
dependan de la agricultura o estén afectados por ésta (objetivo 3). Por otro lado,
con la firma del Convenio Europeo del Paisaje (Consejo de Europa 2000), el
Consejo de Europa, establece un nuevo instrumento consagrado exclusivamente a
la protección, gestión y ordenación de todos los paisajes de Europa. En el Art.
6C.1, las Partes se comprometen a identificar, analizar y calificar sus propios
paisajes en todo su territorio, así como a realizar el seguimiento de sus
transformaciones.
2. Política agraria
La política agraria europea (PAC) desarrollada durante la década de 1990,
plantea la necesidad de un nuevo pacto social agrario donde, entre otras
propuestas, se vincule las ayudas a los agricultores en el compromiso de realizar
ciertos servicios de interés general (mantener el paisaje, preservar espacios con
biotopos raros, no contaminar el suelo de nitratos, etc.). En este sentido, se
propusieron diversas fórmulas ya probadas con éxito en algunos países como las
zonas sensibles (ESAs) en el Reino Unido o los Contratos Territoriales en Francia
(Velasco y Moyano 2006).
Las sucesivas reformas de la PAC han ido en la línea de avanzar en estos
nuevos compromisos, a través de la visión de los “campesinos como gestores del
territorio”. La aplicación de esta estrategia requiere no solo medidas contractuales
y de compensación de renta, sino toda una batería de acciones que van desde la
investigación multidisciplinar aplicada e integrada, hasta los contratos de
explotación sostenible o los contratos de Pago por Servicios Ambientales (PSA) no
mercadeables que pueden ser piezas fundamentales para la gestión sostenible del
medio rural (VVAA 2006). Para llevar a la práctica esta política agraria se necesita
la identificación y tipificación de fincas agrarias, ajustadas a cada ámbito local, que
puedan servir como referentes y que aspiren a convertirse en centros inteligentes
de producción integrada y, asimismo, de aquellas prácticas que contribuyen a la
estabilización del ecosistema y a la conservación de la biodiversidad. La FAO
(2007) reconoce el interés de los PSA a los agricultores que presten servicios
ambientales y que generen beneficios reales de tipo social, económico y
ambiental.
3. Política de desarrollo rural
La política europea de desarrollo rural para el periodo 2007-2013, en el
marco del Fondo Europeo Agrícola de Desarrollo Rural (FEADER), reconoce la
contribución de los sistemas agrarios tradicionales a la conservación de la
biodiversidad, al considerar como prioritarias la concesión de ayudas
agroambientales a los agricultores que suscriban compromisos agroambientales
en Natura 2000. Entre las grandes líneas de los Programas de Desarrollo Rural
(PDR) se incluye la utilización sostenible de las tierras agrícolas, para las que se
prevé la indemnización compensatoria en zonas de montaña o por dificultades en
zonas no montañosas, ayudas agroambientales y ayudas relativas al bienestar de
los animales. Algunas medidas propuestas van destinadas a proteger y mejorar
los recursos naturales, así como a preservar los sistemas agrarios y forestales
tradicionales de gran valor medioambiental y los paisajes culturales de las zonas
rurales europeas.
Política española sobre conservación de la Biodiversidad
En España, la Ley para el desarrollo sostenible del medio rural (Ley
45/2007), ofrece un nuevo marco normativo innovador para armonizar la actividad
agraria en la política de desarrollo regional (Izquierdo 2008). Este instrumento
incluye la conservación y recuperación del patrimonio natural y cultural como
medida para favorecer el desarrollo sostenible del medio rural (Art 2.1.c), y la
mejora de la calidad de vida y ambiental en las zonas rurales, previniendo el
deterioro del patrimonio natural, del paisaje y de la biodiversidad, o facilitando su
recuperación (Art. 2.1.e).
Las acciones generales para su desarrollo contemplan (Capítulo V) el
apoyo a la agricultura territorial2 y el fomento de la actividad económica en el
medio rural, sobre todo en las zonas rurales prioritarias3 o calificadas como de
agricultura de montaña, y de forma preferente a los profesionales de la agricultura,
y de ellos prioritariamente a los que sean titulares de una explotación territorial
(Art. 16), con una atención diferenciada para las iniciativas emprendidas por
mujeres o jóvenes, por trabajadores autónomos y por las unidades productivas
formadas por pequeñas y medianas empresas o por cooperativas (Art. 17). Los
principales instrumentos de interés promovidos por esta ley son: los contratos
territoriales, las Directrices Estratégicas de Ordenación Rural (DETOR) y los
planes de zona rural (Regidor 2008).
En algunas comunidades autónomas se han promulgado leyes de paisaje
siguiendo las recomendaciones del Convenio Europeo del Paisaje. En este sentido
es de destacar la Ley 8/2005 de Protección, Ordenación y Gestión del Paisaje de
Cataluña, en la que se promueve la realización de inventarios de paisajes
agrarios, entre otros tipos, y la promulgación de Cartas del Paisaje, a través de las
cuales los agentes económicos y sociales suscriben de forma voluntaria un
acuerdo a fin de preservar una imagen específica de su territorio (Silva 2008). Una
de las Cartas de Paisaje de mayor aceptación es la promovida por los viticultores
catalanes del Alto Penedès y Monsant (Reig Martínez 2002).
PROPUESTAS DE CONSERVACIÓN Y GESTIÓN DE LOS PAISAJES
AGRARIOS
A pesar de existir políticas ambientales, agrarias y de desarrollo rural de
apoyo a la conservación de los paisajes agrarios y de que se han dictado
instrumentos para hacer efectiva esta conservación, la realidad es que no existe
ninguna figura legal para su conservación y uso sostenible. Los paisajes
asociados a las prácticas agrícolas y ganaderas, de acuerdo con algunos autores
(Mata Olmo 2004, Silva 2008), han sido obviados tanto por parte de las
instituciones sectoriales como por las territoriales, por lo que se carece, en
general, de una normativa para su conservación, ordenación y gestión.
En general, la política de conservación de la naturaleza desarrollada
durante el siglo XX se ha centrado en los “espacios naturales protegidos” y ha
obviado la protección de la biodiversidad agraria y de las culturas campesinas, a
pesar de su papel vital en el mantenimiento no solo de la flora y fauna silvestre
asociada a los cultivos, sino también de la propia especie humana. Los
2 La agricultura territorial es aquella que saca partido al sistema agroalimentario local, por medio de una
óptima valorización de la producción agraria final y, a la vez, desarrolla una interacción positiva con el
sistema natural para manejar el territorio en términos de dinámica ecológica, conservación del paisaje,
aprovechamiento de la capacidad productiva y mantenimiento del valor patrimonial (Izquierdo 2008).
3 Municipios rurales a revitalizar son aquellos con una población menor a la media rural española (19,22
habitantes/km2) y una población activa agraria mayor a la media del rural (26,40%) o proporción de SAU
mayor a la media rural española (53,02%), renta menor o igual a la media del rural español (11.734 €) y
tiempo acceso núcleo urbano de 30.000 habitantes más próximo mayor a la media del rural nacional (31,79
minutos) o bien población dispersa superior al 50% (Regidor 2008).
instrumentos y herramientas disponibles, diseñados para la conservación de la
naturaleza, no son aplicables a la conservación de los Paisajes Agrarios, donde a
menudo los campesinos se han considerado como un elemento marginal e incluso
hostil. Las propuestas centradas en la conservación del patrimonio cultural,
tampoco recogen planteamientos claros y explícitos sobre el patrimonio agrario,
primando los valores histórico monumentales sobre los agronómicos y culturales
(Silva 2008).
De igual modo, las políticas agrarias y de desarrollo rural no han logrado
detener el deterioro de los paisajes agrarios, al estar focalizada las ayudas a
potenciar las zonas productivas y los sistemas agrarios más intensivos (AEMA
2010) concentrados en unos pocos municipios (Carricondo y Peitado 2010). Hoy
por hoy, las medidas potencialmente favorables para los sistemas agrarios de alto
valor natural, en virtud de la regulación del desarrollo rural (el segundo pilar de la
PAC) suponen menos del 10% del gasto total de la PAC y parecen débilmente
orientadas a la conservación de dichos sistemas (Jiménez Herrero 2010). Las
escasas medidas agroambientales se han materializado en ayudas a particulares
sin una política clara orientada a la gestión sostenible del espacio agrario.
La política de ordenación del territorio, mencionadas por algunos autores
(Baigorri 2001, Egea Fernández y Egea Sánchez 2006) como instrumento para la
conservación del suelo agrícola de interés, tampoco ha resultado ser efectivas. Un
ejemplo claro lo tenemos en las huertas antiguas periurbanas, incluidas en
muchos planes de ordenación urbana como zonas no urbanizables, transformadas
a menudo en solares o ya lamentablemente construidas.
En los siguientes apartados se presentan algunas propuestas recientes que
pueden servir de base para el diseño de una política clara y efectiva que conduzca
a la conservación y gestión sustentable de los paisajes agrarios heterogéneos,
que respondan a la situación actual de crisis alimentaria, ambiental, económica y
energética.
Sistemas Ingeniosos de Patrimonio Agrícola Mundial
La FAO, en 2002, inició un amplio programa con la finalidad definir,
identificar y apoyar espacios agrarios de interés mundial a los que denominó:
Sistemas Ingeniosos de Patrimonio Agrícola Mundial (SIPAM). Se definen (FAO
2002) como: Sistemas notables de uso de la tierra y paisajes ricos en diversidad
biológica que han evolucionado gracias al ingenio y a la adaptación dinámica de
una población/comunidad a su ambiente y a las necesidades y aspiraciones para
un desarrollo sostenible. Se trata de agrosistemas excepcionales, de
extraordinaria belleza paisajística, desarrollados por generaciones de pastores y
campesinos para hacer frente a condiciones climáticas extremas, aislamiento
geográfico y escasez de recursos naturales.
Estos sistemas ingeniosos, fundados sobre antiguas civilizaciones
agrícolas, están ligados a importantes centros de origen de diversidad de especies
cultivadas, cuya conservación tiene gran importancia a nivel local y global. A pesar
de su extraordinario valor, estos agrosistemas están sometidos a las mismas
amenazas que se ciernen sobre la biodiversidad agraria en general (Koohafkan
2009). La Iniciativa Mundial de los SIPAM, ante esta amenaza, llama a la
salvaguardia del patrimonio agrícola y sus paisajes asociados, biodiversidad
agrícola y sistemas de conocimiento, movilizando el reconocimiento en todo el
mundo y el apoyo a la extraordinaria agricultura tradicional y familiar. El programa
también incluye el incremento de los beneficios locales, nacionales y mundiales
derivados a través de la conservación dinámica y la viabilidad económica
(Koohafkan 2010).
El programa SIPAM pretende analizar alternativas para su reconocimiento,
manejo y conservación dinámica, con el objetivo principal de definir, identificar y
apoyar estos agrosistemas únicos, a través de una metodología que (Koohafkan
2009):
•
Permita a las comunidades campesinas conservar y adaptar los sistemas y la
biodiversidad desarrollada por ellos, y al mismo tiempo obtener beneficios
económicos.
•
Apoye a las políticas gubernamentales que protegen la conservación de la
biodiversidad y el conocimiento tradicional, trabajando, al mismo tiempo, con y
desde las comunidades locales.
•
Reconoce la diversidad cultural y los logros de las comunidades locales y de
los pueblos originarios.
En la fase preliminar de la iniciativa (2002–2006) se han seleccionado, de
los cientos de ejemplos posibles, cinco sistemas, localizados en Perú, Chile,
China, Filipinas, Túnez, Marruecos y Argelia. La selección se ha realizado en base
a su importancia para la provisión de seguridad alimentaria local, altos niveles de
agrobiodiversidad y diversidad biológica asociada, conservación del conocimiento
autóctono e inventiva en el manejo de los sistemas. En la actualidad, se lleva a
cabo un proceso de análisis para diseñar alternativas de manejo de conservación
dinámica destinadas a apoyar a los actores nacionales y locales en la protección y
conservación sustentable de los sistemas y sus componentes. Uno de los
objetivos que persigue este programa es obtener datos que pueden servir de base
para la creación de la categoría de “Patrimonio Agrícola Mundial”, que garantice su
conservación (Koohafkan y Altieri 2010).
Sistemas agrarios y forestales de alto valor natural
Los Sistemas Agrarios de Alto Valor Natural (SAVN) son sistemas
productivos agrícolas, ganaderos o forestales, tradicionalmente sometidos a usos
y prácticas de gestión extensivas o de baja intensidad, y que son soporte de
hábitats naturales y especies silvestres de alto valor de conservación. Su valor
natural es consecuencia de estas prácticas poco intensivas y de la presencia de
importantes superficies de vegetación seminatural y otros elementos que albergan
flora y fauna silvestre, como barbechos, linderos, ribazos, sotos etc. Los SAVN
abarca paisajes con predominio de pastizales, y también paisajes caracterizados
por cultivos tradicionales con un alto grado de heterogeneidad, formado por un
mosaico de parcelas pequeñas con distintos usos y aprovechamientos. El
concepto de SAVN emerge en los años noventa, y se ha introducido
paulatinamente en las políticas de desarrollo rural y de conservación europeas
(Iragui Yoldi 2010). Así, la Comisión Europea acordó introducir los SAVN entre los
indicadores de evaluación de la programación de desarrollo rural, en el marco de
los Programas de Desarrollo Rural para el periodo 2007-2013.
Se pueden encontrar diferentes tipos de SAVN, de acuerdo a tres
características básicas (Iragui Yoldi 2010):
•
Sistemas con predominio de vegetación seminatural normalmente de uso
ganadero extensivo (ej. pastos de alta montaña, prados naturales, dehesas y
pastos de altura, alcornocales, etc.).
•
Sistemas con alto grado de heterogeneidad, donde los cultivos de baja
intensidad se entremezclan con elementos de vegetación seminatural (ej.
cultivos leñosos de olivo, manchas de dehesa de encinas o alcornoques con
uso cerealista extensivo, almendro y vid en secano alternando con parcelas de
cereal y/o bosques-isla, parcelas de secano en barbecho salpicadas por
manchas de olivar y viñas, etc.).
•
Sistemas más intensivos, pero que son utilizados por poblaciones de especies
(generalmente aves) de interés para la conservación (ej. pseudo-estepas
cerealistas, ciertos arrozales, etc.).
La política de la UE, a diferencia del tratamiento de la Red Natura 2000, no
contempla la delimitación de zonas de SAVN, sino el mantenimiento de los
sistemas agrarios y forestales favorables a la biodiversidad, estén donde estén. El
objetivo, por tanto, es mantener los usos agrarios y las actividades clave para la
supervivencia de una amplia variedad de hábitats y especies, así como para la
prestación de servicios ecosistémicos de regulación, de soporte y culturales. Los
cálculos realizados para toda España arrojan unas estimas de cerca de 100.000
km2 de SAVN distribuidos por todas las Comunidades Autónomas (Jiménez
Herrero 2010).
Lugares de interés agroecológico
Los Lugares de Interés Agroecológico (LIAs) se han propuesto (Egea
Fernández y Egea-Sánchez 2006) con la finalidad de inventariar, catalogar,
delimitar y describir sistemas agrarios tradicionales con una gran diversidad de
recursos genéticos locales y/o provistos de elementos patrimoniales de interés. Se
han definido como “áreas de cultivos tradicionales que presentan una gran
diversidad de recursos genéticos, que han contribuido de forma más o menos
significativa al desarrollo socioeconómico de su entorno y que conservan
elementos culturales relevantes, vinculados a la historia y al paisaje”.
Los LIAs se consideran como áreas clave para la conservación de la
Biodiversidad Agraria (recursos genéticos, paisajes agrarios y cultura campesina),
por la presencia de valores naturales y culturales significativos. Además,
constituyen hábitats idóneos para el análisis de sistemas agrarios sostenibles
desde una perspectiva agroecológica, debido a que son agrosistemas que han
perdurado a lo largo del tiempo y mantienen sus características principales al
margen del modelo agroalimentario globalizado imperante.
En el estudio que hemos realizado en el centro y noroeste de la Región de
Murcia se han delimitado y caracterizado 11 LIAs, situados en zonas de montaña
(Egea Fernández y Egea Sánchez 2010a) y 7 LIAs en llanos interiores, cuencas y
vegas (Egea Fernández y Egea Sánchez 2010b, c). Estos espacios han sido
evaluados (Egea Sánchez 2010) con la finalidad de priorizar las áreas a conservar
y de proponer medidas para su gestión y uso, desde la perspectiva agroecológica.
La valoración realizada no es en función de la sostenibilidad del agrosistema, si no
de su estado de conservación, su funcionalidad ecológica y su patrimonio cultural.
La dimensión socieconómica y política, de gran incidencia también sobre los
paisajes agrarios, no se ha incluido en este análisis al requerir de un amplio
equipo multidisciplinar, imposibles de contemplar en el marco del estudio realizado
hasta la fecha. Los criterios considerados se han agrupado en cuatro bloques
(Egea Fernández y Egea Sánchez 2010c).
•
Patrimonio agronómico o cultural. Diversidad estructural y de recursos
fitogenéticos, estado de conservación del paisaje agrario, accesibilidad.
•
Patrimonio ecológico y paisajístico. Calidad paisajística, diversidad asociada,
interés comunitario de la vegetación periférica, presencia de flora y fauna de
interés comunitario.
•
Funcionalidad agronómica y social. Técnicas de producción, nível de
complementariedad del agroecositema, potencialidad para el desarrollo rural,
poblamiento rural, elementos de diversificación económica.
•
Funcionalidad ecológica y paisajística. Importancia para la fauna emblemática
y como zona de amortiguación, presencia y forma de ecotonos, presencia de
corredores, asentamientos urbanas e industriales, Infraestructuras viarias.
Otras alternativas de interés para la conservación de los paisajes agrarios
1. Paisaje Cultural
El Paisaje Cultural es una categoría propuesta en 1992 aplicable a espacios
susceptibles de ser incluidos en la Lista de Patrimonio Mundial de UNESCO. Se
definen como lugares que combinan el trabajo de la naturaleza y el ser humano, y
que son ilustrativos de la evolución de la sociedad humana y del uso del espacio a
lo largo del tiempo, bajo la influencia de limitaciones físicas y/o oportunidades
presentadas por el medio natural y de sucesivas fuerzas sociales, económicas y
culturales (Rössler 1998, en Silva 2008). Desde 1993 se han incluido en la Lista
de Patrimonio Mundial unos 50 paisajes agrarios. En el caso español, puede
entreverse cierto argumento agrario en la inclusión del Palmeral de Elche en la
Lista de Patrimonio Mundial en la categoría de Paisaje Cultural (Silva 2008).
2. Custodia del territorio
La custodia del territorio es un conjunto de acciones e instrumentos cuyo
objetivo es implicar a los propietarios y usuarios de los recursos naturales en la
conservación y el buen uso de los valores y los recursos naturales, culturales y
paisajísticos. Para conseguirlo, promueve acuerdos y mecanismos de
colaboración permanentes entre propietarios/usuarios, entidades de custodia y
otros agentes públicos y privados (Basora Roca et al. 2006). Las entidades de
custodia son organizaciones públicas o privadas, sin ánimo de lucro que participan
activamente en la conservación del territorio mediante las técnicas de custodia del
territorio. Se basan en los pactos y acuerdos con los propietarios (Pietx 2003).
3. Parques agrarios urbanos y periurbanos
Los parques agrarios urbanos y periurbanos constituyen otra de las
alternativas para la conservación de espacios agrarios relevantes. Su finalidad, en
general es la de salvaguardar el suelo agrícola de cualquier iniciativa
especuladora o urbanizadora, preservar la agricultura periurbana, potenciar la
actividad agrícola como actividad económica y garantizar que los agricultores
puedan vivir de su trabajo (Montasell y Dorda 2004). Este tipo de parques ejercen
un papel multifuncional de la actividad agraria al establecer un vínculo entre una
producción sostenible, calidad, seguridad alimentaria, equilibrio territorial,
preservación del espacio rururbano, mantenimiento del paisaje y el respeto a las
condiciones medioambientales, así como por la capacidad de generar servicios de
tipo ambiental, socioeconómico, cultural, educativo, recreativo y deportivo. Como
ejemplos de interés se puede citar el Parque Agrícola de Milán, el Parc Agrari del
Baix LLobregat, el Parc de l’Espai d’Interès Natural de Gallecs, o el Anillo Verde
de Victoria-Gazteiz.
HACIA UNA POLÍTICA DE CONSERVACIÓN DE PAISAJES AGRARIOS
Se han desarrollado políticas ambientales, agrarias y de desarrollo rural que
reconocen el papel que juegan los paisajes agrarios en la seguridad y soberanía
almentaria, así como para la conservación de la biodiversidad silvestre. Se han
dictado normas, acuerdos y convenios internacionales y nacionales para su
conservación y gestión sostenible. Pero, en nuestra opinión, se carece de voluntad
política para aplicar de forma decidida o coordinada los compromisos contraídos
para salvaguardar los paisajes agrarios con todos sus elementos. Los objetivos
fijados para conservar la Biodiversidad Agraria, como una parte imprescindible de
la Biodiversidad, están muy lejos de cumplirse. No existe un marco legislativo ni
una tipología adecuada, como la desarrollada para los espacios naturales.
Carecemos de una metodología común para caracterizar y evaluar los paisajes
agrarios. Las herramientas disponibles son insuficientes e inconexas.
Los SIPAM es una figura de gran interés, emanada de la FAO, pero que
excluye a los sistemas agrarios que no son relevantes en el ámbito mundial. Los
SAVN, surgen de los programas de desarrollo rural europeo, con la finalidad de
apoyar a los sistemas agrarios en función de los beneficios ambientales que
aportan. Su configuración, por tanto, no está en función de valores
socioeconómicos y culturales, ni en la conservación de la biodiversidad agraria,
sino en el manejo del agrosistema para favorecer los servicios de regulación
ecosistémicos y la conservación de la biodiversidad silvestre asociada.
Los LIAs, surgen como resultado de un proyecto de investigación
desarrollado en la Región de Murcia (Egea Sánchez 2010). Conceptualmente, los
LIAs coinciden con los SIPAM, aunque no se limitan sólo a sistemas agrarios de
interés mundial, sino que incluyen todo tipo de sistemas agrarios de interés
agroecológico, desde el ámbito local hasta el mundial. En relación a los SAVN, la
propuesta de los LIAs se hace en función de valores tanto de tipo ambiental, como
socioeconómicos y culturales. El fin último de los LIAs no es sólo mantener los
servicios ambientales sino, sobre todo, conservar tanto los recursos patrimoniales
agrarios como los recursos genéticos y la cultura campesina, que son los pilares
básicos para la seguridad y soberanía alimentaria.
De acuerdo con la valoración propuesta para los LIAs (Egea Fernández y
Egea Sánchez 2010c), es muy probable que los SIPAM alcancen la máxima
puntuación y, por tanto, sean candidatos preferentes para su conservación y
restauración. Los SAVN también alcanzarían una puntuación elevada en cuanto a
su funcionalidad ecológica y paisajística, pero podrían tener (o no) una puntación
relativamente baja en cuanto a la funcionalidad y patrimonio agronómico y social.
Desde una perspectiva agroecológica, en nuestra opinión, los LIAs
constituyen la propuesta más adecuada para el diseño de una política de
conservación de la Biodiversidad Agraria en sentido amplio (paisajes agrarios,
recursos genéticos, cultura campesina y biodiversidad asociada), al englobar a
SIPAM y SAVN; así como por considerar en su evaluación factores ecológicos,
socioeconómicos y culturales, recogidos en los acuerdos internacionales sobre
conservación de la Biodiversidad y del Paisaje. Un primer paso hacia una política
eficaz de conservación de los paisajes agrarios, pasa por hacer un inventario,
delimitación, catalogación y valoración de los LIAs.
Por otro lado, las políticas de conservación y de desarrollo rural deben
favorecer la permanencia de los agricultores en el medio rural y primar su papel
como gestores del territorio a través de ayudas agroambientales y contratos de
gestión o explotación sostenible, que contemplen pagos compensatorios a cambio
de ciertos requisitos. La conservación de paisajes agrarios vivos, diversos y
sostenibles sólo es posible a través de la presencia en el campo del elemento
humano, y de su compromiso con las nuevas actitudes más respetuosas para con
su entorno. Y eso requiere un pago por los servicios que presta a la sociedad y el
fomento de actividades que redunden en su formación y en la mejora de su
calidad de vida.
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