LAS MARZAS 2009 Salud y alegría para los presentes, el amor llegará...un poco más tarde, espero que Cupido no se haya perdido por el camino, embelesado con tantas ninfas que pueblan nuestras aguas.... Agradezco, muy de veras, a los componentes de la Asociación Cultural "Aguzo" su invitación para intervenir como introductora de este acto, nítido ejemplo del resurgir de las tradiciones ancestrales de las que "Aguzo" es un claro paladín que se esmera en aportar unas ramas de luz, unos aguzos, para iluminar la sombría noche en la que ha caído, en muchos casos, el legado de aquellos que nos precedieron en el devenir de la Historia. Para abrir boca, pero no para quedarnos con la boca abierta, alguna mosca ha podido sobrevivir al frío invierno, dos frases en latín, con traducción, Tempus fugit, el tiempo huye veloz y Omnes vulnerant, ultima necat, todas las horas hieren, la última mata. El hombre es un ser eminentemente temporal que se debate entre el tiempo pasado y el porvenir. La tierra se mueve en un eterno retorno entre los solsticios y los equinoccios, en una cruz de muerte y resurrección en la que cuatro son las estaciones, cuatro los elementos y cuatro los puntos cardinales de la rosa de los vientos: tiempo, materia y espacio. Dada la exactitud del ciclo lunar fue en él en el que primeramente se fijaron nuestros ancestros. La palabra mes tiene su raíz en la palabra me que es el nombre indoeuropeo de la Luna. En el mundo ibérico, el primer día del año lunar se denominaba Hebrero, en lengua ibera heber es luna, así la primavera es la Prima-Bera, la primera luna. Con la romanización el calendario también fue, en un primer momento, lunar, denominándose kalendas al primer día de cada mes. El año de Roma se iniciaba en marzo, con la luna posterior al deshielo y constaba de diez meses. Bajo el gobierno de Julio César, en el año 45 a. de J.C., y a instancias del astrónomo Sosígenes de Alejandría, se renovó el calendario que pasó a ser solar, formado por 365 días y con su inicio en enero, siendo este primer mes Januarius, dedicado al dios Jano Bifronte. El tercer mes Marcius estaba dedicado a Marte, sin embargo, las kalendas marcias cayeron bajo la advocación de una de las principales divinidades agrícolas del panteón romano, Fauno Lupercus. El dios tenía un templo, en Roma, en el Monte Palatino, el Lupercal, nombre de la cueva en cuyo interior amamantó la loba a los dos gemelos, Rómulo y Remo. En las fiestas en su honor, las Lupercalias, que se celebraban en torno al 15 de febrero, se sacrificaban cabras y machos cabríos con cuyas pieles cubrían su desnudez los sacerdotes, iniciándose una serie de rituales en los que las mujeres que deseaban ser fecundadas tendían sus manos a los celebrantes que las fustigaban con látigos de piel de cabra y, como es de suponer, la ceremonia desembocaba en una alegre bacanal. Pequeño inciso: ya que tenemos presente a la Autoridad, a lo mejor dentro de la Ruta Romana se puede incluir este antecedente de las "marzas". Como es sabido, estos ritos se mantuvieron vigentes hasta el año 949, año en el que el papa Gelasio las sustituyó por una fiesta dedicada a la Purificación de la Virgen. Pero una cosa son las órdenes oficiales y otra la pervivencia de un culto a la fertilidad que desde la Prehistoria, de manera más o menos soterrada, se ha continuado celebrando ininterrumpidamente en el norte y noroeste peninsular. La noche del último día de febrero, grupos de mozos salen de ronda, haciendo cuestación, en dinero y en especie, y cantando coplas. A ellos se les llama "marzantes o marceros" y a las coplas "marzas". Este significado sagrado y sus remotos orígenes se expresan en los siguientes versos: Ésta es una cirimonia que nuestros tatarabuelos nos dejaron prevenío se observase con respeto. El ámbito espacial en el que se desarrollaban las "marzas" eran las calles de la localidad, así como los portales y los corrales de las casas. Los grupos estaban compuestos por mozos solteros dirigidos por el "presidente", "alcalde", "caporal" o "rey de mozos" que es el soltero de más edad de la cuadrilla o un mozo elegido por aclamación por los quintos del año. Los grupos de "marceros" se repartían las labores: los que mejor cantaban formaban parte del coro y el resto se ocupaba de negociar los aguinaldos, el cestero de recoger las viandas, el farolero de iluminar al grupo y el bolsero de recaudar los donativos en metálico. Dentro del ritual de las cuadrillas de "marzantes", lo primero era solicitar permiso y comunicar oralmente al alcalde, al cura y al maestro, la celebración de las "marzas". Una vez obtenido éste, se ponía en marcha el cortejo que solía partir de la Casa Consistorial o del Concejo, del corral de algún marcero o del pórtico de la Iglesia : Si es descortesía, o desobediencia, en casa de nobles cantar sin licencia; si nos dan licencia, señor, cantaremos; con mucha prudencia las marzas diremos. La temática era variada: cantos relativos a la llegada de la primavera o de la Cuaresma, fragmentos de romances, sagrados o profanos, coplas satíricas y también oraciones. La interpretación se efectuaba en dos grupos que se iban contestando las estrofas, de puerta a puerta y de esquina a esquina. Al llegar a la casa de un vecino, y al preguntar desde el interior, ¿quién va? "el rey de mozos" respondía: "los marzantes". Cuando el dueño abría la puerta, el "caporal" preguntaba: "¿cantamos, rezamos o nos vamos?". Se actuaba en función de la situación particular de la familia, si había algún enfermo o había fallecido recientemente un miembro de la misma, los mozos rezaban un Padre Nuestro o un Ave María y si no coplas galanas o floridas, para los que acogían favorablemente a los "marceros" y rutonas o de ruinvieja para los que no les daban aguinaldos. Los cantos podían ir acompañados por instrumentos musicales como panderetas, acordeones, carracas, campanos, pitos, etc. Obviamente, durante el canto de las "marzas" los mozos aprovechaban para rondar a las mozas y los dos ejemplos más claros de estas rondas tradicionales son los Mandamientos y los Sacramentos Santos, en una versión con la orientación amorosa que era de esperar. LOS DIEZ MANDAMIENTOS Los diez mandamientos santos voy a cantarte, paloma, para que me des el "Sí" ellos ten en la memoria. En el primer mandamiento lo que se manda es amar, te llevo en el pensamiento y no te puedo olvidar. El segundo es no jurar; yo tengo hecho juramento de seguir siempre a tu lado y de seguirte queriendo. El tercero es oir misa; y nunca con devoción, sólo por pensar en tí, prenda de mi corazón. El cuarto honrar padre y madre; el respeto lo perdí; el respeto y el cariño sólo te lo tengo a tí. Es el quinto no matar; a nadie he dado la muerte y tú me matas a mí el día en que vengo a verte. Niñas que al balcón salís, meted las faldas para adentro, que haceis pecar a los hombres contra el sexto mandamiento. El séptimo es no robar; a nadie he robado yo, sólo he robado a una niña que llevo en el corazón. Octavo no levantar falso testimonio a nadie como a mi me lo levanta una niña de esta calle. Noveno no desear la mujer de tu vecino como yo lo deseaba, niña, casarme contigo. Décimo es no codiciar de los vecinos los bienes. No hay bienes en este mundo, niña, como tus quereres. Los diez mandamientos santos, niña, se encierran en dos: que me quieras y te quiera y nos casemos los dos. Las "sobremarzas", comida, merienda o cena festivas se celebraban el domingo siguiente al de las "marzas". A la comilona estaban invitados los niños del pueblo y las mozas en cuyas casas se había cumplido bien con los "marzantes". En ocasiones también asistían las fuerzas vivas como invitados, alcalde, maestro y cura. A continuación se organizaba un baile con la mocedad del pueblo. Para finalizar una breve reflexión sociológica, mediante las "marzas" la juventud varonil, reproducía, como un rito de paso, los esquemas masculinos de jerarquización social e identidad sexual grupal, en los que quedaba reflejada la subordinación real y simbólica de las mujeres, en un tipo de sociedad en el que los modelos eran "a priori" masculinos. Por hoy, basta ya de historias de romanos, de sociologías y demás cuentos, y vayamos a lo que importa, coplas, bailes, achuchones y al final un buen yantar. No sé si en el itinerario que ahora iniciamos conseguiremos muchos aguinaldos, pase lo que pase, no es de preocupar, al final del recorrido se nos ha prometido pan, vino, queso y algo más que no es prudente desvelar, el que quiera saberlo que nos siga o nos persiga y, si puede nos alcance. Aquí a nadie se le niega una copla y hasta un beso. !A "marcear" con alegría, que lo manda la Autoridad! María Jesús García Armesto León, 28 de febrero de 2008 Bibliografía: 'Tradiciones y costumbres de Castilla y León'. José Luis Alonso Ponga. Colección Nueva Castilla. Valladolid, 1982. 'El tiempo de las fiestas (Ciclos festivos en la comarca leonesa de Rueda)'. María Campos y José Luis Puerto. Diputación Provincial de León. León, 1991. 'El Carnaval (Análisis histórico-cultural). Julio Caro Baroja. Editorial Taurus. Madrid, 1984. 'Los trabajos y los días'. Concepción Casado Lobato. La Provincia de León. Diputación Provincial de León. León, 1993. 'Mitología General'. Félix Guirand, Director. Editorial Labor. Madrid, 1965. 'Las Marzas: Rituales de identidad y sociabilidad masculinas'. Antonio Montesinos González. Editorial Límite. 1992. 'Las Marzas: identidad, sociabilidad y androcentrismo en el ritual marcero'. Antonio Montesino González. Cuadernos de Campo nº 3. 1996. 'La provincia de León'. León Martín Granizo. El Mundo/La Crónica de León. León, 2004. 'Por tierras de León'. P. 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