VI - La Prensa Gráfica

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Impreso por gvega el 06/24/2004 a las 11:23:53 PM horas
CÓMO LLEGA LA
MUERTE
(MIENTRAS SE DESCANZA EN PAZ)
Al abrir los ojos,
sintió como si algo
había cambiado
mientras dormía,
veía las cosas de un modo distinto,
aunque no sabia el qué o por qué,lo
único diferente era que el dolor de su
brazo había desaparecido. Se levantó
de la cama y examinó toda la habitación en busca de detalles, pero aparen
temente todo estaba igual: a mesita de noche junto a la cama con su reloj y su billetera, el enorme armario de madera de pino, la
vieja pintura de un paisaje europeo y a su
derecha la
pequeña ventana; y al otro extremo de la
habitación la puerta del baño y la otra que
daba hacia la sala, cerradas como siempre;
el escritorio negro con algunos papeles de
la oficina, la lamparita que tenía desde el
colegio y la silla frente al escritorio; no tenía más cosas pues no las necesitaba, ya
que pasaba la mayor parte del tiempo en la
oficina. El resto de la casa era una copia
exacta de la habitación, los pocos adornos
que tenía se los había obsequiado su madre
algunos años antes de morir. “Nada fuera
de lugar”, pensó luego de inspeccionar todo el cuarto desde su cama. Eran como las
cuatro de la tarde.
Entoncesse levantó,sintiendo unagran
agilidad dentro de sí y pensó que posiblemente era esto lo que lo hacía sentir diferente, pero en el fondo sabía que no, aun-
28 I REVISTA DOMINICAL I 27 DE JUNIO DE 2004I LA PRENSA GRÁFICA
que en realidad sí podía tener algo que ver.
Se quedó un rato de pie, junto a la cama,
y sólo entonces volvió a acordarse del fuerte dolor que había sentido en el brazo durante casi todo el día, tan insoportable que
lo obligó a regresar a casa. Recordó también
que era la primera vez en 5 años que pedía
permiso, pues casi nunca se enfermaba.
A pesar del fuerte dolor no quiso ir a un
hospital, pues los odiaba desde pequeño.
Prefirió irse a casa y tratar de descansar un
poco.
MENCIÓN
HONORÍFICA
CUENTO
Se estiró un poco; aún llevaba el pantalón negro con el que había ido y regresado
del trabajo, ya estaba bastante ajado pero
no quiso cambiarse. Decidió terminar de
revisar unos papeles que había traído de la
oficina y cenar algo ligero para poder dormircon tranquilidaddurantela noche.Entonces se acercó al escritorio y sólo entonces notó el pequeño sobre que estaba encima del montón de papeles. Lo revisó con
cuidado: era de color gris y estaba muy bien
cerrado, no tenía escrito ni sellado nada,
sólo su nombre escrito con una letra negra y
elegante. Pensó que quizá lo habría traído
desde la oficina y que si tenía su nombre
debía ser para él, entonces lo abrió con cuidado y encontró una nota de color gris igual
al sobre con el siguiente mensaje:
“Por este medio le comunicamos que
usted ha fallecido el día de hoy, pero por
motivos de fuerza mayor no podemos
atenderle con la prontitud debida. Rogamos las disculpas del caso. Agente 5897.”
La frase “usted ha fallecido” quedó girando en su cabeza y de pronto comenzó a
reírse como un niño después de una
travesura.
“Debe ser alguna broma”, pensó, aunque no sabía de quién.
“El responsable debe estar metido en
algún lugar de la casa, y más específicamente dentro de este cuarto para poder ver
mi expresión al leer la nota.” Buscó bajo la
cama, y del escritorio, dentro del armario,
por todas partes, nada de nada. Se quedó
callado un momento para poder escuchar
algún posible ruido delatador, y el mismo
resultado, nada de nada. Si había alguien,
no estaba en el cuarto o ya no estaba en el
cuarto. Entonces se dispuso a salir del
cuarto, para, según él, encontrar a este
bromista seguramente muerto de la risa,
pero un pensamiento lo detuvo en seco, sí
había alguien, ¿quién era ese alguien? Se le
ocurrió que sería bueno pensar en él o los
posibles responsables, para que cuando lo
encontrase no mostrarse tan sorprendido.
Podría haber sido alguno de la oficina, esos
tipos siempre estaban buscando cómo divertirse, eran bastante ingeniosos y decían
y hacían cosas totalmente inesperadas, ésta parecía una broma típica de ellos, pero la
relación entre ély ellos no habíala confianza suficiente para que se atrevieran a hacerle unabroma así.Eran muybuenos candidatos, pero decidió buscar otros, aunque
aún no los descartó del todo. Tenía un par
de amigos a quienes les gustaba hacer bromas de vez en cuando, pero éstas eran
siempre demasiado inocentes, no los creía
capaces. Y el último sospechoso era su hermano. Con él siempre tuvo la confianza
para hacer y decir todo tipo de cosas cuando niños y sabía que él no había cambiado,
pero su relación no estaba muy bien desde
que se pelearon por la herencia que les había dejado su madre.
Pero quizá era su forma de disculparse,
así que se convirtió en el principal sospechoso, pero de pronto una serie de dudas
comenzaron a surgir. ¿Cómo pudo entrar a
la casa,si sóloél teníala llave?¿Cómo sabía
que estaba en casa si nunca pedía permiso?
Y sí fue a la oficina y allí se entero… Pero
¿cómo supo que estaría dormido? No había pensado en nada de esto, y por primera
vez surgió la posibilidad deque lo que decía
el papel…una extraña sensación le
invadió.
Se acostó en la cama y trató de relajarse
pero de pronto una voz profunda, pero muy
rápida le helo la sangre:
— Muy buenas tardes, soy el agente
5897, y soy el encargado de llevarlo al otro
mundo. Primero déjeme explicar…
— ¡¿Quién eres tú?! ¡¿Cómo entraste
aquí?! – preguntó el asustado hombre parándose de un salto de la cama.
— Como ya le dije antes yo soy el agente
5897 y lo importante no es cómo entre
aquí, sino como saldrá usted.
— ¡Déjate de bromas y dime quién eres!
– y se acercó de forma violenta al agente
5897 como si quisiera golpearlo.
—¡Deténgase,porfavor! Niseleocurra.
No vuelva a intentar tocarme es muy peligroso. Por lo visto, aún no ha leído mi nota.
— ¡Claro que sí! – y fue al escritorio,
donde había dejado la nota, y se la tiró.
— Lo que me temía, usted es un “caso
difícil”.
— ¿Un qué?
— En mi trabajo cuando alguien se resisteal hechode supropiamuerte entonceses
una “caso difícil”. Muchos de estos casos
han sido abandonados pues han pasado de
“casos difíciles” a “casos imposibles”, usted pudo haber escuchado de ellos…cuando estuvo vivo, por supuesto. Se le conocen como fantasmas o espíritus, y algunos
otros nombres más.
— ¿Qué? – dijo echándose a reír. Luego
lo miró muy bien de arriba a abajo: Tenía un
peinado a la antigua, y un rostro de esos que
se olvidan rápido, vestía una traje negro,
muy elegantey unos zapatos muybien lustrados, pero lo que más le llamó la atención
fue una especie de frialdad que emanaba,
no como si estuviese muerto, sino más bien
como si no estuviese vivo, entonces agregó-: ¿Sabe? Creo qué eres un actor, uno
muy bueno por cierto, contratado por alguien para venirme a jugar esta broma, pero ya descubrí todo y la broma ya terminó.
— Esta no es ninguna broma, usted ha
muerto y mi deber es llevarlo al otro lado.
— Entonces hazlo- dijo retándolo.
— No puedo hacerlo en contra de su voluntad, sino su espíritu podría quedar
atrapado en el limbo.
— Dime, ¿cuánto te pagaron? Te pagaré
el doble si me dices quién te contrató y le
haces algo similar – dijo, aunque desde hace mucho sus propias palabras sonaban
como si no creyese en ellas.
— ¿Cuánto tiempo ha pasado desde que
se levantó? ¿Una hora, dos? Pero ¿cuánto
tiempo ha avanzado realmente?
Ante la pregunta el hombre se puso muy
serio y corrió hacia su reloj en la mesita de
noche, las agujas marcaban las cuatro y
tres minutos, y no avanzaba. “Es la batería”, gritó. Entonces el agente 5897 le señaló la ventana y ambos se acercaron a ella.
El tiempo se había detenido totalmente,
eracomo unafotografía, estabacongelado.
Entonces por primera vez, tomó conciencia de estar muerto; obviamente nunca lo
había estado antes, pero simplemente sabía que estaba muerto. Luego el agente sacó un espejo pequeño y le dijo:
—Sóloparaasegurarme- yseloacercóa
la cara, y el hombre pudo ver lo que ya esperaba: no vio nada, no vio su propio reflejo,
estaba realmente muerto.
Se quedó totalmente callado y se sentó
en la cama. Después de un rato le preguntó
al agente 5897:
— Sólo por curiosidad…¿De qué morí?
— Creo que tiene derecho a saberlo, usted murió de un infarto.
— Debí habérmelo imaginado, el dolor
repentino del brazo, aquella sensación de
soledad que me perseguía desde hace algún
tiempo, además mi padre murió también
de un infarto. Sospeché que todo era cierto
antes de que llegaras, y el verte aquí sólo me
aseguró las cosas, aunque en un principio
aúntenía laesperanza de…tú sabes…estar
vivo. Siempre creí que la “Muerte” era una
especie de ser vestida de negro y formada
sólo por huesos, y que se encargaba personalmente de la gente que moría.
— En un principio era así, pero cada vez
había más muertos y decidió contratar
“entidades libres” que somos nosotros, los
agentes.
El hombre se veía ahora resignado y
hasta contento, y al cabo de un buen rato le
dijo al agente 5897:
— Estoy listo para partir.
— Muy bien… Recuerda que le dije que
no me tocará, bueno pues, hágalo ahora – y
le tendió la mano.
Y el hombre, cerrando los ojos, le estrechó la mano. Algo frío recorrió su cuerpo y
sintió como se desprendía de él, de forma
lenta, muy lenta.
Al abrir los ojos de nuevo todo estaba
oscuro, no sintió su cuerpo, se sentía muy
ligero. Tenía la impresión de estar en una
especie de túnel. Llamó al agente 5897 pero
sólo le respondió el eco, estaba sólo. Vio
unalucecita pequeñaa loslejosy sintióuna
atracción muy fuerte y empezó a acercarse
a ella cada vez más y más rápido. Y surgieron ruidos raros, voces lejanas, imágenes
de su vida frente a él. Más ruidos. Más voces. Más imágenes. Frío, calor, tristeza,
alegría, tranquilidad, desesperación, todo
en uno. Se sintió desmembrado, partido,
despedazado. La luz crecía y lo absorbía, lo
llamaba y él obedecía. Desesperación,
tranquilidad, alegría, tristeza, calor, frío,
uno en todo.
La luz lo cubrió todo y lo tragó.
GERARDO
RAMOS
"GERAMOS"
(San Salvador, 1985). Estudiante
de Ingeniería Industrial en la Universidad El Salvador. Aunque no
es parte de ningún círculo literario es un devoto creyente de que
los cuentos son una forma de
creación. Encuentra satisfacción
en las lecturas del escritor colombiano Gabriel García Márquez. Es de la opinión que el entorno influye al escritor. Bajo esa
premisa no es extraño que la
muerte y la violencia estén presentes en su cuento.
“Un elocuente discurso en clave
de monólogo interior en relación
con el hecho de eliminar la existencia.”
Geovani Galeas
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