Presentación del Municipio

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2. PRESENTACIÓN DEL MUNICIPIO ............................................................12
2.1.Localización Geográfica y Marco Territorial..........................................12
2.2.Historia del Municipio..............................................................................13
2.3.Patrimonio cultural ..................................................................................21
2. PRESENTACIÓN DEL MUNICIPIO
2.1.
Localización Geográfica y Marco Territorial
Santoña es una de las villas con mayor importancia de la costa oriental de
Cantabria, de gran tradición marinera en el norte de España.
Además de poder aprovechar sus agraciadas playas, podemos disfrutar de su
valiosísimo patrimonio arquitectónico (palacios, fortalezas, monumentos, iglesias,…),
y de su bello entorno natural con las marismas.
El municipio cuenta con los núcleos de población de El Dueso y Piedrahita, al que se
suma la localidad de Santoña. Cuenta con una población de más de 11.600
habitantes, y dispone de una superficie de 11,53 Km2.
Imagenes 2.1 y 2.2. Localización término municipal de Santoña y Vista Aérea del Municipio
Fuente: Dirección General Carreteras, Vías y Obras. Gobierno Cantabria/ Fuente: Ayuntamiento de
Santoña
Está presidido el municipio por el monte calizo del Buciero, que custodia la entrada a
la bahía, que a su vez es alimentada por las aguas de las rías (Limpias y Rada), y de
los canales de la zona (Escalante y Argoños). Estos terrenos de humedales están
integrados en el Parque Natural de las Marismas de Santoña, Victoria y Joyel.
El origen del núcleo urbano se asocia al entorno del monasterio de Santa María del
Puerto, desde donde se llegó a controlar buena parte de las instituciones religiosas
de esta zona.
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Ya a mitad de siglo XIX, tras la conversión de la villa en plaza fuerte de segundo
orden, surgió la población que puede verse en la actualidad. Fue también por esa
época cuando empezó a desarrollarse la actividad pesquera, y de igual forma
comenzaron a fundarse las primeras conserveras, que hoy en día han derivado en
una de las más importantes y famosas industrias de transformación de productos de
la mar. Dicha actividad es apoyada por uno de los primeros puertos pesqueros del
Mar Cantábrico.
Imagen 2.3. Casco Urbano de Santoña
Fuente: Mancomunidad Municipios Sostenibles Cantabria
2.2.
Historia del Municipio
El área que en la actualidad ocupa la villa de Santoña, ha sido habitada desde
la antigüedad. Según los diversos materiales y yacimientos arqueológicos hallados
hasta el momento, atestiguan la presencia de asentamientos humanos en la zona
durante el Paleolítico Superior (11.000 a. c.).
En el sur del monte Buciero se erigió un asentamiento romano, que se cree que era el
llamado Portus Victoriae Luliobrigensium, que resultó ser un enclave decisivo en la
victoria que el emperador romano Augusto obtuvo sobre el pueblo cántabro (año 29
d.c.). Excavaciones arqueológicas han dado buena cuenta de otro asentamiento
romano cerca del templo parroquial (I al V d.c.).
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En el año 863 aparecen por vez primera referencias documentales sobre el
Monasterio de Santa María de Puerto, que se constituyó como un poderoso centro
religioso y político. Su momento de mayor esplendor coincidió con el siglo XI,
poseyendo entonces numerosísimas iglesias y propiedades en la comarca de
Trasmiera y otros puntos de la zona oriental de la región. En el 1052 pasó a depender
de la Diócesis de Nájera.
Sin embargo, en el 1200 se frenó el desarrollo de esta localidad a causa de la
irrupción de Laredo como nueva villa dotada con Fuero por Alfonso VIII, que le
concedía la exclusiva de la descarga de mercancías y venta de productos pesqueros.
Santoña, puerto natural de la comarca, se vio así despojada de unos derechos
seculares en favor de una población con pésimas condiciones naturales, ya que sus
muelles se encenagaban continuamente, y las cargas y descargas se debían efectuar
con embarcaciones menores.
Santoña se presenta entonces en la Baja Edad Media como una población de tamaño
mediano, con una emprendedora clase media y claramente volcada hacia las
actividades relacionadas con la mar, como pueden ser el comercio de cabotaje y con
Flandes, las pesquerías de altura de la ballena y el bacalao, y más frecuentemente de
bajura (besugo, sardina,...).
La actividad constructora naval tenía también gran relevancia, ya que se construían y
reparaban naves de tamaño considerable, como refleja la leyenda que afirma que la
nao Santa María, almiranta de la expedición descubridora de Colón y propiedad del
santoñés Juan de la Cosa, estaba afincada en el Puerto de Santa María y fue botada
en sus astilleros.
En el siglo XVI toda la costa cantábrica sufrió una recesión general, como
consecuencia de la caída del comercio con la fachada atlántica europea y de las
pesquerías por los conflictos armados que España sostenía con Francia, Inglaterra y
los territorios rebeldes holandeses. En el último tercio del siglo, la población de
Santoña ascendía a no más de 550 habitantes.
Ni siquiera la liberación del dominio eclesiástico, conseguida en 1579, logró una
recuperación económica y poblacional, y así vemos como la Corona la vendió la villa
a la Casa de Lerma en 1614. Sin embargo, en este siglo se aprecia un empeño de los
santoñeses por romper el monopolio laredano incumpliendo sistemáticamente las
normas de carga y descarga, y haciendo frente a los numerosos pleitos en los que
estaban inmersos. La construcción de galeones para el Rey en Colindres implicó un
relanzamiento de Santoña, pues los barcos se bajaban a la villa para ser concluidos y
aparejados antes de partir a su destino.
En 1705 Santoña compró su independencia, pasando a ser una villa libre. La nueva
dinastía borbónica prestó suma atención a sus condiciones naturales y estratégicas,
estableciendo en 1717 un astillero de navíos de guerra anterior al de Guarnizo. Según
avanzó el siglo XVIII, se fue conformando la idea de la creación en su suelo en una
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plaza fuerte, idea que sin embargo fueron los franceses quienes llevaron a la práctica
durante la Guerra de la Independencia. Santoña, llamada ya entonces "el Gibraltar del
norte", fue la última plaza del Cantábrico en ser abandonada por las tropas galas,
ante la negativa de su comandante de entregarla al ejército inglés que operaba en la
zona.
Por Real Orden de 1842, la villa se convirtió en Plaza Fuerte de Primera Categoría. De
este modo, se levantaron imponentes fortificaciones de las que aún son magníficos
testigos los fuertes de San Martín y San Carlos. El actual trazado urbano data de esta
época, y se caracteriza por un tramado regular típicamente castrense. Varios
regimientos y batallones de los cuerpos de infantería, artillería e ingenieros pasaron a
residir de manera permanente en sus cuarteles, convirtiendo a Santoña en un centro
estratégico y de servicios de gran auge hasta 1931.
A finales del XIX se dio también un renacimiento económico a través de la creación
de la industria de conserva y salazón, que atrajo a gran número de empresarios y
pescadores de Italia y el País Vasco, aunque no hemos de olvidar la contribución de
Juan Manuel Manzanedo, santoñés y uno de los personajes más ricos e influyentes
de la España de su tiempo, que fue decisiva para la construcción de la dársena hoy
llamada “vieja”.
La importancia que adquirió la villa a comienzos de nuestro siglo, llevó a la
construcción de importantes obras de infraestructura, como la carretera de Los
Puentes o la Colonia Penitenciaria de El Dueso, emplazada sobre el gigantesco
Fuerte Imperial del XIX. Citemos como episodio relevante que ocho mil "gudaris"
vascos escogieron su suelo para negociar su rendición ante las tropas italianas en
agosto de 1937, durante nuestra Guerra Civil en lo que se llamó "El Pacto de
Santoña”.
En las últimas décadas, la localidad ha venido desempeñando el papel de cabecera
administrativa y de servicios de la zona de Trasmiera, además de ser el más
importante puerto de bajura de Cantabria, y haber visto aumentado decisivamente el
peso del sector turístico y de ocio.
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Imagen 2.4. Municipio de Santoña
Fuente: Ayuntamiento de Santoña
Personajes
Juan de la Cosa, navegante español nacido en 1460 en Santoña (España), y
muerto en 1510 en Turbaco (Colombia).
Se pierde su rastro en el 1488 en Lisboa, año en que Bartolomé Días regresa a
Portugal después de haber franqueado el cabo de la Buena Esperanza.
Es posible que Juan de la Cosa se encontrara en la capital portuguesa como espía de
los Reyes Católicos españoles. Por suerte, el marino logra escaparse antes de que
los oficiales portugueses lo capturaran.
En 1492 participa en la expedición de Cristóbal Colón, siendo el propietario de la
"Santa María", principal navío de la expedición. Las relaciones con el almirante no
son muy buenas y llega hasta acusarlo de ser el responsable del naufragio de la
"Santa María" durante la noche de Navidad del 1492.
Sin embargo, Juan de la Cosa participa también en el segundo viaje de Cristóbal
Colón y recibe de parte de la reina Isabel una compensación económica consecuente
por la pérdida de su navío (28 de febrero de 1494).
En 1499, el marino participa como piloto principal en la expedición de Alonso de
Ojeda. En el curso de este viaje exploran las costas entre la desembocadura del
Orinoco y el cabo de la Vela.
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A su regreso, realiza su famosa "carta-mapamundi", en donde se reúnen y
representan todas las tierras descubiertas por los portugueses y los españoles. El
mapa es realizado en el puerto de Santa María en 1500, y se encuentra actualmente
en el Museo Naval de Madrid. El mapa habría sido encargado de realizar por los
Reyes Católicos.
En octubre de 1500 Juan de la Cosa realiza su cuarto viaje, como capitán y coresponsable, con Rodrigo Bástidas. Las costas entre el cabo de la Vela y el Darién
son recorridas durante la expedición, y se encuentran importantes cantidades de oro.
En recompensa, el rey le nombra comisario principal de Urabá. Él es miembro en
adelante de la reciente casa de contratación.
En 1503, la reina Isabel le encarga una delicada misión de espionaje en tierras
portuguesas, de la cual no sale muy bien. Es arrestado y la reina debe intervenir en
persona para obtener su libertad.
Los exploradores deseaban obtener de la corona una capitulación a fin de extender
las zonas a descubrir. La capitulación fue firmada y Juan de la Cosa realiza su quinto
viaje, esta vez como capitán general.
Los cuatro navíos que componen la expedición bordean las costas entre la isla
Margarita y el golfo de Urabá, recuperando en Cartagena de Indias a los hombres de
Cristóbal Guerra, y dirigiéndose después a Hispaniola (La Española).
Regresa a España en 1506, y al año siguiente la casa de contratación le encarga
dirigir un pequeño escuadrón de vigilancia en las costas entre Cádiz y el Cabo San
Vicente, zona frecuentada por piratas.
En 1508, participa, en compañía de Yáñez Pinzón, Díaz de Solís y Américo Vespucio,
en la comisión durante la cual se discute un proyecto de expedición hacia Asia
siguiendo la ruta occidental.
Su sexto y último viaje se realiza en 1510, en compañía de Alonso de Ojeda y de
Nicuesa, habiendo recibido del rey Fernando una importante ayuda. Va a instalarse
con su familia en las nuevas tierras con el cargo de lugarteniente gobernador.
A pesar de los deseos de Juan de la Cosa, Ojeda decide desembarcar en la región
donde sería fundada un poco más tarde Cartagena de Indias. Los exploradores
vencen en la primera confrontación con los indios, pero Juan de la Cosa era el
encargado de infiltrarse en el interior de las tierras hasta Turbaco. Fue sorprendido
por un grupo de indios que acabaron con su vida y la de sus hombres.
Gregorio Amo. (1857, Santoña–Los Ángeles). Emigró a América donde reunió una
fortuna que reinvirtió en obras culturales y sociales en España. Falleció en Los
Ángeles en 1941.
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Alfredo Arija Valenzuela. Militar. (Santoña, 1906–Teruel, 1936). Ingresó en la
academia de infantería en 1922, seis años más tarde pasó como alférez a la aviación
militar. Se unió al golpe de estado de 1936 y transportó tropas de Tetuán a Sevilla.
Falleció en 1936 en el frente de Teruel. A título póstumo, fue ascendido a
comandante por méritos de guerra.
Epifanio Azofra Herrería. Fue el último alcalde republicano de Santoña. Militó en el
Partido Radical Socialista y más tarde pasó a Izquierda Republicana. Tras la derrota
republicana se exilió en Perú, donde falleció en los años 80 del siglo pasado.
José Ignacio Barruetabeña Chilchirarelli. Boxeador. (Santoña, 1971).
Luís Bengoechea Bahamonde. Militar. (Santoña, 1907–1977, Madrid). Participó en
acciones de guerra en Melilla en 1921 como soldado voluntario, ingresó en la
academia de infantería y fue promovido a alférez en 1925. En 1930 ingresó en la
aviación militar; se unió al golpe de estado de 1936 y combatió junto al bando
sublevado durante la Guerra Civil siendo ascendido a capitán y más tarde a
comandante. En 1945 fue hecho teniente coronel y nombrado profesor de la Escuela
Superior del Ejército. En 1953 fue ascendido a coronel, en 1962 a general de brigada,
en 1965 a general de división y en 1968 a teniente general, siendo hecho jefe del
Mando Aéreo de Defensa. En 1973 fue designado consejero electivo del Consejo de
Estado, cargo que desempeñó hasta su muerte en 1977 en Madrid.
Luís Carrero Blanco. Militar. (1903, Santoña–1973, Madrid). Nació en 1903 en
Santoña. Fue profesor de la escuela de Guerra Naval en 1936. El golpe de estado le
sorprendió en Madrid, y tras refugiarse en las embajadas mexicana y francesa, logró
pasar a Francia. En julio del año siguiente entró en España, y rápidamente logró
alcanzar puestos de responsabilidad y convertirse en hombre de confianza del
general, así fue nombrado subsecretario de presidencia del gobierno en 1940 y desde
1951 tuvo rango de ministro. Dentro de su carrera militar, fue ascendido a
contralmirante en 1957 y a almirante en 1966. En septiembre de 1967 fue nombrado
vicepresidente y posteriormente presidente del gobierno en junio de 1973. Jugó un
papel clave en la marginación de los sectores falangistas y en la evolución nacionalcatólica y autoritaria del régimen, al tiempo que abrió las puertas del gobierno al
Opus Dei. Fue asesinado por el grupo terrorista ETA en 1973.
Puerto Collado Rueda. Pintora, escultora, grabadora y decoradora. (Santoña 1963).
Se licenció en Bellas Artes en 1986 por la Facultad de San Fernando de Madrid. Ha
realizado numerosas exposiciones individuales. Seleccionada en numerosos
concursos, tiene obra pictórica en muchos organismos oficiales y colecciones
particulares en varios países europeos y americanos. En la década de los noventa ha
participado en el equipo de decoración de producciones cinematográficas. En 1995
recibió el Premio a la dirección artística del Festival de Cine de Alcalá de Henares por
el cortometraje “Las partes de mí que te aman son seres vacíos”, de Mercedes
Gaspar, nominado al Goya de 1996.
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Juan Francisco Díez Manrique. Médico. (Santoña, 1934). Se licenció en Medicina en
1960 y entró a trabajar como médico interno en la Casa de Salud Valdecilla en
Santander. En 1968 se especializó en Psiquiatría y se incorporó como de agregado al
servicio de psiquiatría organizado por el doctor Aldama Truchuelo.
Después de permanecer dos años como adjunto, en 1974 se convirtió en jefe del
servicio de psiquiatría del Hospital Marqués de Valdecilla, cargo que desempeñó
hasta su jubilación en 2002. En 1975 se doctoró en Medicina y Cirugía por la
Universidad de Navarra. Ha desarrollado una intensa labor como docente. Participó
en diversos estudios de carácter internacional como el proyecto ODIN, para conocer
la incidencia de la depresión en la población. Además, participó en programas de
lucha contra el alcoholismo y en un proyecto europeo para evaluar la eficacia de la
psicoterapia para combatir los trastornos psiquiátricos, entre otros.
Manuel Domínguez Hernández. Jugador de bolos. (Santoña, 1957).
Francisco ‘Paquito’ Feleato Ochoantesana. Futbolista. (Santoña, 1951).
José Manuel Fernández Gómez. Religioso. (Santoña 1924). Comenzó los estudios
eclesiásticos en el seminario de San Jerónimo de Burgos, y concluyó las
Humanidades en 1944 en el seminario de Comillas. Licenciado en Filosofía y en
Teología, se ordenó sacerdote en 1951. Entre sus publicaciones cabe destacar
“Iglesia en Santander: Guía Diocesana”.
Lino Casimiro Iborra. (Santoña, 1858–Madrid, 1935). Protegido por el Duque de
Santoña y Marqués de Manzanedo, estudió en la Escuela Especial de Pintura,
Escultura y Grabado de Madrid. Trabajó como profesor en la Escuela de Artes e
Industrias. Concurrió a las Exposiciones Nacionales y presentó sus trabajos en el
Círculo de Bellas Artes de la capital. Falleció en Madrid en 1935. Fue discípulo suyo
el pintor santoñés Juan Castañón y Velasco.
Francisco Marco Oyarzábal. Matador de toros. (Navarra, 1978). Siendo muy
pequeño se trasladó a Santoña con toda su familia, llegaron a mediados de los años
80. Mantiene su residencia en Pamplona, donde desarrolla su profesión de la mano
del ex matador de toros y director de la Escuela Taurina de Navarra Manolo de los
Reyes.
Ángel Pardo Ruiz. Dibujante y guionista de cómic. (Santoña, 1924–Villadiego, 1995)
Publicó en los años cuarenta en revistas como “Leyendas infantiles”, “Flechas y
Pelayos”, y “¡Zas!”. En 1946, instalado en Barcelona, empezó a trabajar en proyectos
de la editorial Bruguera, empresa a la cual permaneció vinculado el resto de su vida.
Falleció en 1995 en Villadiego.
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Ricardo Macías Picavea. Político e intelectual. (Santoña, 1846). Tomó parte en los
movimientos revolucionarios de 1868 y obtuvo la licenciatura en Filosofía y Letras por
la Universidad Central de Madrid en 1872. Aquel mismo año publicó “Kosmos”, una
poesía de influencias clásicas y krausistas. En 1876 se doctoró en Filosofía y Letras
con la tesis “Determinación de los géneros fundamentales literarios”. En 1878 logró
ser trasladado a la cátedra de latín y castellano del Instituto Provincial de Valladolid.
En 1881 fundó el periódico “La Libertad”, que se transformó en plataforma del
Partido Republicano Progresista de esta ciudad castellana. Posteriormente fue
transferido a la cátedra de Geografía e Historia del Instituto Provincial. En 1890 fue
votado para desempeñar el cargo de concejal del ayuntamiento de Valladolid por el
Partido Republicano Progresista. En 1895 fue elegido por la Real Academia de Bellas
Artes de la Purísima Concepción. En 1897 y 1898 se publicaron los dos volúmenes
que conforman su novela “La Tierra de Campos”. A lo largo de su vida publicó
también los libros de texto: “Compendio elemental y razonado de gramática general
latina” (1878), y “Geografía elemental: Compendio didáctico y razonado” (1895). El
pensador falleció en 1899.
José Servando Jerónimo de Regules Ruiz. (Santoña, 1790–Santander, 1850).
Emigró a México en 1810 y participó en la defensa de Oaxaca. Residió después en La
Havana y Nueva Cork, donde fundó una casa comercial. En 1837 se estableció en
Santander, ciudad en la que falleció en 1850. Aquí ocupó diversos cargos públicos,
entre ellos, cónsul del Tribunal de Comercio y regidor del ayuntamiento, y participó
activamente en el desarrollo económico que la ciudad.
Víctor de los Ríos Campos. Escultor. (Santoña, 1909–Santander, 1996). Entre 1924
y 1930 se formó en Madrid junto a los escultores Enrique Sierra, Martínez Otero y
Francisco Martorell. Entre sus obras más destacadas se encuentran el conjunto
dedicado al pastor (1961) de Ameguyo (Burgos) con una altura de siete metros de
altura y colocado sobre el Alto de la Picota, el San Pablo (1963) de la plaza dedicada
al apóstol de Tarragona, el Don Quijote en Sierra Morena (1964) del campus de la
Vegazana de León, La Paz (1966) de Altea, El Minero (1968) de Linares o el Sagrado
Corazón (1970) de la Iglesia de Medinaceli de Madrid. Falleció en 1996 en Santander.
El legado de este artista, compuesto por cerca de 170 piezas fue donado a
comienzos de la década de los noventa al consistorio santoñés.
Ramón de Rentería y Reyes. (Santoña 1762). Fue obispo de Lérida y arzobispo de
Santiago, ciudad en la que falleció.
Tomás de Teresa Colina. Atleta. (Santoña, 1969). Medio fondista especializado en
los 800 metros.
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Gregorio Villarías López. Político. (Santoña, 1883–Acapulco, 1946). Formó parte del
Comité Provincial Revolucionario que asumió el poder en nombre de la república
proclamada en abril de 1931. Se afilió al Partido Republicano Radical Socialista y fue
elegido diputado a las Cortes en la primera legislatura. Ejerció al mismo tiempo los
cargos de gobernador civil de Burgos y concejal de Santoña. Fue detenido en el
curso de la represión de la Revolución de Asturias de 1934. Durante la Guerra Civil
estuvo al mando de diversas agrupaciones de milicias. Tras la derrota republicana se
exilió en México. Falleció en Acapulco en 1946.
Felipe María Zalba Elizalde. Religioso. (Santoña, 1927–Arequipa, 1999). Estudió
Medicina e ingresó en la Orden de Predicadores, se licenció el Filosofía en Las
Caldas y Teología en Salamanca, donde se ordenó sacerdote en 1958. Fue director
nacional de las Obras Misionales Pontificas de Perú, obispo auxiliar del arzobispo de
Arequipa en 1981; responsable de la prelatura territorial de Chuquibamba. Falleció en
Arequipa en 1999.
2.3.
Patrimonio cultural
Según la Ley 11/1998, de 13 de octubre, de Patrimonio Cultural de Cantabria
(BOC nº 240, de 2 de diciembre de 1998 y BOE nº 10, de 12 de enero de 1999):
“La denominación patrimonio cultural persigue acoger un concepto mucho más
amplio que el propuesto por el más tradicional "Patrimonio Histórico", ya que entre
los bienes culturales que deban protegerse, se hallan no sólo los muebles e
inmuebles, sino el amplio patrimonio inmaterial, entre el que se encuentran las
manifestaciones de la cultura popular tradicional de Cantabria. Pero desde otro punto
de vista, el término "Patrimonio Cultural" expresa mucho más nítidamente que el de
"Patrimonio Histórico" la especificidad del patrimonio a proteger, al referirse a aquel
que ha ido conformando la identidad de Cantabria a lo largo de los tiempos. Una gran
parte del Patrimonio Cultural de Cantabria está relacionado con los entes locales y
han sido los Ayuntamientos y las Juntas Vecinales quienes se han encargado, en
muchos casos, de su conservación” (BOE, pág. 1217)
“Los Bienes de Interés Cultural (BIC) son aquellos bienes inmuebles, muebles o
inmateriales que por sus específicas cualidades definen por sí mismos un aspecto
destacado de la cultura de Cantabria.” (BOE, pág. 1220“Podrán alcanzar tal
denominación de Bien Catalogado o de Interés Local aquellos bienes inmuebles,
muebles o inmateriales que, sin gozar a priori de la relevancia que define a los Bienes
de Interés Cultural, definan por sí mismos un aspecto destacado de la identidad
cultural de una localidad o municipio. (…)Serán Bienes Inventariados aquellos bienes
muebles, inmuebles e inmateriales que constituyen puntos de referencia de la cultura
de Cantabria y que sin estar incluidos en los dos apartados anteriores merecen ser
conservados.”(BOE, pág. 1222).
21
Una vez declarados, los bienes incorporados a cada una de las anteriores
clasificaciones serán objeto de inscripción, respectivamente, en el Registro General
de Bienes de Interés Cultural de Cantabria, el Catálogo General de Bienes de Interés
Local de Cantabria y en el Inventarlo General del Patrimonio Cultural de Cantabria.
Según el “Decreto 22/2001, de 12 de Marzo, del Registro General de Bienes de
Interés Cultural, del Catálogo General de Bienes de Interés Local y del Inventario
General del Patrimonio Cultural de Cantabria :
“Los bienes declarados de Interés Cultural serán inscritos de oficio en el Registro
General de Bienes de Interés Cultural con el fin de garantizar su adecuada
conservación y conocimiento general, a instancia del Gobierno de Cantabria, una vez
aprobada su declaración. (…)Se anotarán en el Registro General de Bienes de Interés
Cultural todos los actos, negocios jurídicos y resoluciones administrativas que sobre
los mismos recaigan, y que afecten a su identificación, localización, propiedad y
grado de conservación, cuando afecten al contenido de la declaración. Asimismo, se
anotarán preventivamente en el Registro General de Bienes de Interés Cultural los
bienes afectados por la incoación de un expediente de declaración de Bien de Interés
Cultural” (BOC, pág. 2371)
Podrán alcanzar la denominación de Bien Catalogado o de Interés Local aquellos
bienes inmuebles, muebles o inmateriales que, sin gozar a priori de la relevancia que
define a los Bienes de Interés Cultural, definan por sí mismos un aspecto destacado
de la identidad cultural de una localidad o municipio.
Serán Bienes Inventariados aquellos bienes muebles, inmuebles e inmateriales que
constituyen puntos de referencia de la cultura de Cantabria y que sin estar incluidos
en los dos apartados anteriores merecen ser conservados.
Una vez declarados, los bienes incorporados a cada una de las anteriores
clasificaciones, serán objeto de inscripción, respectivamente, en el Registro General
de Bienes de Interés Cultural de Cantabria, el Catálogo General de Bienes de Interés
Local de Cantabria y en el Inventario General del Patrimonio Cultural de Cantabria.
A fin de facilitar tal inscripción, la Consejería de Cultura, Turismo y Deporte
establecerá los cauces necesarios con los propietarios públicos o privados de los
bienes que integran el Patrimonio Cultural de Cantabria. En lo referente al
procedimiento de declaración correspondiente, se estará a lo dispuesto en la Ley de
Cantabria 11/1998 de Patrimonio Cultural, artículos 16 y siguientes para los Bienes de
Interés Cultural, a los artículos 28 y siguientes para los Bienes de Interés Local, y a
los artículos 34 y siguientes para los Bienes Inventariados.
Sin perjuicio de su inclusión en alguna de las modalidades anteriores, cualquier Bien
integrante del Patrimonio Cultural de Cantabria podrá ser incluido en alguna de las
siguientes categorías de protección del Patrimonio Cultural de Cantabria:
22
•
Inmaterial.
•
Inmueble. Con la categoría de Monumento, Conjunto Histórico, Lugar Cultural,
Zona Arqueológica o Lugar Natural.
•
Mueble. A todos los efectos tendrán también consideración de Bienes de
Interés Cultural o de Interés Local aquellos bienes muebles que expresamente se
señalen como integrantes de un inmueble declarado de Interés Cultural o de Interés
Local, respectivamente.
Patrimonio arqueológico
En el Monte Buciero se localizan importantes yacimientos arqueológicos que
atestiguan la presencia humana en la Prehistoria. El más emblemático es el Abrigo
de la Peña del Perro, descubierto en 1984, que custodia niveles del Magdaleniense
Superior/final, un conchero Aziliense y otro Mesolítico post-Aziliense. Cuenta con un
conjunto de grabados fusiformes atribuidos al Paleolítico.
Cerca de éste último, se encuentran otros dos que alojan materiales. En la Cueva de
La Fragua aparecieron abundantes restos de un conchero, bajo un depósito
superficial removido, con restos modernos y fuegos de pastores.
Otros yacimientos de la zona son: la cueva de Santa María del Puerto tiene restos
de un conchero postpaleolítico; la cueva de los Cuartos I tiene restos del Eneolítico;
la de los Cuartos II; la cueva del Fortín con materiales contemporáneos y un panel
de líneas fusiformes; la cueva de la Peña de la Horca del Fraile, con restos
considerados eneolíticos; las cuevas de la Yedra II y III; y el yacimiento de La
Leñera.
Otros yacimientos que han proporcionado materiales de interés son el abrigo y el
covacho de la Higuera, al abrigo del emplazamiento de la Traslaencrucijada y de
La Leñera.
En excavaciones realizadas junto a la iglesia de Santa María del Puerto se
encontraron materiales (cerámica, monedas, teselas de mosaicos, anzuelos,…) que
prueban la existencia de un asentamiento de época romana (entre los siglos I y IV). En
el mismo lugar se localizaron evidencias de una necrópolis medieval.
En Santoña, a finales de la década de los años 80, se hallaron los restos de seis
barcos hundidos, dos de ellos en la playa de Berria. Ya a mediados de los años 90
fueron dieciséis los identificados entre la playa de Berria y el puntal de La Salvé
(Laredo). Uno de ellos se considera del siglo XVI, otro de principios del XVII, un
tercero de finales del XVII o comienzos del XVIII, cinco del XVIII y ocho del siglo XIX.
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En años siguientes, frente a la plaza de toros de la localidad, se encontraron los
restos del galeón La Concepción de Nuestra Señora (maderas, cañones, balas de
cañón, arcabuz,…), buque almiranta de la Escuadra de Galicia, parte de la Armada
del Mar Océano del reino de España, quemado durante un asalto del ejercito francés
en 1639.
Patrimonio religioso
La Iglesia de Santa María de Puerto es la construcción más emblemática y antigua
del municipio. Fue Declarada Monumento Nacional y BIC en 1931, y en su origen (s.
IX) fue un monasterio. Se cree que fue fundado un siglo antes por Alfonso I de
Asturias para repoblar la zona.
El monasterio llegó a ser el más importante de la zona, dominando toda la franja
costera de Trasmiera. En el siglo XI, el abad Paterno, entrega el monasterio al rey
García de Navarra.
Imagen 2.5. Iglesia Santa María del Puerto
Fuente: Mancomunidad Municipios Sostenibles Cantabria
Del monasterio no se conserva nada, y en el mismo lugar se levantó la iglesia de
Santa María del Puerto, con algún precedente románico, la planta actual se levantó
entre los siglos XIII y XIV, en estilo gótico borgoñón, sobrio y austero. Se trata de un
edificio con una estructura en tres naves de cuatro tramos con un amplio crucero y
una capilla mayor rectangular. De sus orígenes románicos se conservan los pilares
inmediatos del crucero y la portada sur. En el siglo XIII se elevaron las naves góticas,
que cuentan con dos pisos sin triforio y una escasa altura de las cubiertas con
bóvedas de crucería simple. Tiene importante relevancia la iconografía de los
capiteles de los soportes medievales.
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Sobre el 1530 el templo fue ampliado por la cabecera, construyéndose nuevas
bóvedas de tipo centroeuropeo, decoradas con relieves y adornos, afines a algunas
de las obras de Juan Gil de Ontañón, mientras que las cubiertas de los tramos que
las flanquean son más simples.
En el siglo XVII se abrieron varias capillas en las naves, de las cuales tres de ellas
tienen cubiertas clasicistas: Nuestra Señora de la Concepción –desde el siglo XVIII de
Jesús Nazareno y la Soledad– obra de Francisco y Toribio de Cueto y Antonio de la
Bárcena edificada entre 1663 y 1665; Nuestra Señora del Rosario, mandada edificar
en 1664; y Nuestra Señora de las Angustias del maestro Pedro del Pontón. Otras tres
están cubiertas por bóvedas de crucería, como son: la de Santiago, la de CaminoPelegrín y de la familia Maeda, relacionada con el estilo de Pedro de la Torre Bueras.
La portalada exterior del templo, construida entre 1660 y 1661, es obra del maestro
Francisco del Cueto. En 1975-1976 se derribó su torre y se levantó la espadaña a los
pies.
Imagen 2.6. Portada Exterior Iglesia Santa maría del Puerto
Fuente: Mancomunidad Municipios Sostenibles Cantabria
Esta iglesia posee un importante patrimonio mueble, del que destacamos una pila
bautismal tardo-románica, del siglo XIII, que descansa sobre leones acostados.
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El retablo de San Bartolomé de 1561, se compone de una serie de tablas
flamencas, atribuidas al pintor flamenco Pieter Claeissens I. En la tabla central se
observa de arriba a abajo: la Crucifixión, Cristo Salvador, la Virgen con el Niño y San
Bartolomé con el cuchillo pisando al demonio. En la tabla izquierda están Santa
Catalina, Santa Ana y San Jerónimo con la cruz. En la derecha la Magdalena,
Santiago leyendo un libro y San Sebastián en el Martirio.
Su decoración escultórica y arquitectónica es similar a los trabajos salidos de los
talleres palentinos. En el lado de la epístola se encuentra el retablo romanista de San
Pedro, atribuido a García de Arredondo. Otro retablo de interés es el de Nuestra
Señora de las Angustias de estilo romanista, ejecutado por un autor conocedor de
las técnicas utilizadas en los talleres escultóricos palentinos, en el segundo tercio del
XVI. Y el retablo mayor es una obra neogótica de 1886 del arquitecto Alfredo de la
Escalera, que aloja una serie de relieves romanistas. Por último, es de destacar la
Virgen con el niño y San José que sigue modelos difundidos por Pieter Coecke Van
Aelst.
Del interior del templo destacan las bóvedas de crucería estrellada y la pila bautismal
románica. También encontramos la imagen gótica de la Virgen sedente de Santa
María del Puerto, del siglo XIV.
Se encuentra en trámite la declaración como Bien de Interés Cultural el entorno de
dicha iglesia.
Patrimonio civil
Desde el punto de vista patrimonial, en el municipio destacan notables ejemplos de
arquitectura civil, como es el caso de sus casas y palacios, así como uno de los
conjuntos de infraestructuras militares más singulares de la costa cantábrica.
La Casa de Maeda o del Marqués de Chiloeches. En una de las calles que van a
dar al puerto, C/ Rentería de Reyes, está la casa-palacio de los Marqueses de
Chiloeches, también llamada casa-palacio de Isla. De estilo barroco y fue construida
en el s. XVII, de la que destaca su extraordinaria y original fachada, con almohadillado
de formas geométricas y balcones corridos de hierro. Posee grandes escudos de
armas barrocos y una bella cornisa labrada, culminada por tejaroz sobre zapatas
talladas. Antiguamente funcionó como hospital militar y fue declarado BIC en 1972. A
continuación en las siguientes imágenes podemos observar detalles de edificio.
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Imagen 2.7. Fachada Casa de Maeda o del Marqués de Chiloeches
Fuente: Mancomunidad Municipios Sostenibles Cantabria
Su originalidad se constata no tanto en su estructura determinada por su ubicación
urbana, sino por su profusión decorativa en la fachada principal. El tipo de
almohadillado de rombos y espigas es único en nuestra región. En la actualidad su
estado de conservación es deficiente, haciéndose precisa una restauración. El
edificio presenta una planta sensiblemente cuadrada y tres alturas, con cubierta a
cuatro aguas. La fachada principal, realizada en piedra de sillería, es lo más
característico de esta construcción barroca. Se orienta al este, siendo el cuerpo bajo
liso, de piedra caliza, con puerta de entrada dintelada. Mientras que los pisos
superiores, son de arenisca trabajada en sillares de almohadillado muy sobresaliente,
de tradición manierista, cuya decoración forma rombos y espigas. Se contempla
también una exquisita decoración vegetal en el friso superior y cornisa. Dos balcones
corridos y volados, sobre peana de piedra y baranda de hierro, proporcionan un
tenue contraste de volúmenes en la estructura cerrada.
El palacio contiene cuatro piezas armeras, de las cuales son espléndidas las situadas
en los extremos superiores de la fachada principal. Son similares y excelentes en
cuanto a su ampulosa decoración de tritones, putis y atlantes entre hojarasca. El
campo cuarteado, con los símbolos de los apellidos y alianzas del fundador, está
sostenido por grandes leones. Otros dos escudos más sencillos, con las mismas
armas y sostenidos por niños, aparecen en la fachada contigua (norte), junto al
antepecho de lo que serían las estancias principales.
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En la fachada oeste (C/ General Salinas) se aprecian sendos balcones sobre peana
de piedra y puertas molduradas. El resto de los vanos, antepechos y ventanas, son
dintelados. Una inscripción en el reloj de sol del ayuntamiento hace constar la fecha
de su construcción, 1749.
En aquellas fechas de mediados del siglo XVIII se construyen diversas casas de estilo
clasicista retardado, entre ellas se encuentra la casa del capitán Antonio Ortiz del
Hoyo, cuya fachada fue reedificada en 1750, con trazas atribuidas a Antonio
Ponciano de la Carrera; la casa de la Carrera Calderón, edificada entre 1757 y 1759;
la casa de Nicolás Antonio Arredondo y Pelegrín, capitán del regimiento de guardias
españolas y gobernador de Cuba; y la casa del barrio de La Cosa, que se considera
mandada a edificar por Felipe González Aedo, jefe de Escuadra.
Otras edificaciones de gran valor patrimonial se describen a continuación:
El Palacio de los Marqueses de Manzanedo, también conocido como el Palacio del
Duque de Santoña, del siglo XIX, es de estilo neoclásico, y cuenta con dos pisos y un
desván. Posee grandes ventanales y un balcón sobre ménsulas en el segundo
piso. Tiene un aspecto macizo y sin ningún exceso decorativo. La puerta de entrada
es de medio punto y con simples repisas, a modo de guardapolvos, sobre los vanos.
Fue declarado BIC en el año 1992, y se levantó por don Juan Manuel de Manzanedo
González, en la década de los sesenta del pasado siglo XIX. Su estructura es
cuadrangular y tiene un gran patio interior. Fue proyectado por el arquitecto Antonio
Ruiz de Salces, autor también del Colegio Manzanedo, hoy instituto de enseñanzas
secundaria.
Imágenes 2.8. y 2.9. Palacio de los Marqueses de Manzanedo
Fuente: Mancomunidad Municipios Sostenibles Cantabria
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Está conformado por dos edificios, uno el palacio y el otro de las cocheras. El
primero es tiene cuerpo sencillo, prismático, casi cuadrado, que podría incluirse bien
en la línea neoclásica por su apurado y limpio concepto académico. Construido todo
él en mampostería enfoscada, sólo deja ver la sillería en su basamento, esquinales y
vanos. Tiene un sótano que deja abiertos unos rasgados tragaluces horizontales, a
modo de aspilleras; un primer piso o bajo al que se accede directamente por una
puerta arqueada de medio punto, y a ras de suelo; un segundo piso con antepechos
a cada lado; y un desván. Los antepechos del segundo piso de la fachada principal
llevan doselete con decoración en lo alto del círculo entre espirales, en tanto que los
cuatro del piso bajo lo tienen sin ningún tipo de decoración.
Los pisos se separan por una imposta de sillería resaltada y simplemente moldurada,
y la cornisa es también de sillería que avanza en un incipiente tejaroz.
Sus balcones salientes, sostenidos por soportes en forma de ménsulas alargadas,
llevan barandas de hierro forjado con artísticas decoraciones que configuran series
de dibujos vegetales estilizados. El balcón de la fachada principal, situado en el
centro, se adorna y ennoblece con un escudo a cada lado.
El otro edificio de las cocheras de planta rectangular, es muy parecido en material y
estilo al palacio, aunque de una sola altura.
El Instituto del Marqués de Manzanedo se encuentra frente al Palacio de los
Marqueses de Manzanedo, donado por él mismo marqués y construido entre los
años 1861 y 1871. Es una obra de estilo ecléctico y fachada realizada en piedra de
sillería. Fue declarado BIC, adquiriendo la categoría de Monumento en el año 1987.
Imagen 2.10. Instituto Marqués de Manzanedo
Fuente: Mancomunidad Municipios Sostenibles Cantabria
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Fue en primer lugar de ubicación del Colegio de San Juan Bautista, aunque
actualmente cumple la función de instituto. Desde su fundación, representó el centro
cultural más importante de Santoña.
También alberga la capilla-panteón de los duques de Santoña. Proyectado en 1861,
tiene planta en forma de U y recoge el espíritu de los centros de enseñanza más
modernos de la Europa del momento. En el centro se alza una torre, que se considera
deudora del Observatorio Astronómico de Madrid, de Villanueva.
Otros edificios de enorme interés en la localidad son los siguientes: el edificio del
Casino de 1922, proyecto del arquitecto Valentín del Noval.
Reseñar una obra pública emblemática de la localidad, como es el Penal de El
Dueso, creada por Real Decreto el 6 de mayo de 1907, a raíz del acuerdo francoespañol de 1904 para la evacuación de presos de Marruecos de 1904. La colonia
penitenciaria vino a sustituir un insalubre barracón de dos plantas, cuyo origen se
remonta al uso de presidiarios a mediados del XIX, para erigir las nuevas
fortificaciones de la plaza. Se localiza en el barrio homónimo de la falda del monte
Buciero, y es un proyecto del coronel de ingenieros Lorenzo de la Tejera y Maguin
ampliado en 1912.
En cuanto a la arquitectura contemporánea ha de destacarse la Casa Catalayud
(1960). Se encuentra situada junto a la playa de Berria, y fue proyectada por el
arquitecto formado en Barcelona, Manuel Catalayud. También es autor de un
bungalow emplazado en las proximidades.
Imagen 2.11. Palacio de los Marqueses de Robredo
Fuente: Mancomunidad Municipios Sostenibles Cantabria
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Otros edificios importantes del municipio de Santoña son; la Casona de Castañeda,
Palacio Marqueses de Robredo o los diversos monumentos dedicados a la Virgen
del Puerto, el Arco del Hermanamiento, el Progreso,...
Imágenes 2.12. y 2.13. Casona de los Castañeda y Casa en la Calle Alfonso XII
Fuente: Mancomunidad Municipios Sostenibles Cantabria
También hay que reseñar en este apartado dos monumentos que singularizan el
paseo marítimo de Santoña dedicados a dos personajes históricos nacidos en la
localidad: Juan de la Cosa y Luís Carrero Blanco. El primero fue diseñado por el
arquitecto Ángel Hernández Morales y se inauguró en 1949. El segundo es obra de
Juan de Ávalos, autor de las esculturas del Valle de los Caídos.
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Imagen 2.14. Arco de Hermanamiento en Santoña
Fuente: Mancomunidad Municipios Sostenibles Cantabria
El monumento dedicado a Juan de la Cosa, piloto y cartógrafo, y dueño de la nao
Santa María. Fue codescubridor de América y autor de la Carta Marina del año 1500
(primer mapamundi de la historia). Cuenta con dos grandes columnas dóricas,
simbolizando las de Hércules, con los emblemas de Isabel y Fernando, sosteniendo
la carabela Santa María.
Imagen 2.15. Monumento a Juan de la Cosa
Fuente: Mancomunidad Municipios Sostenibles Cantabria
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Al final de este repaso de obra civil, encontramos la Plaza de Toros que al parecer
fue construida usando las piedras de las antiguas murallas y baluartes que rodeaban
y defendían la villa. Esta plaza de toros fue inaugurada a principios del siglo XX,
concretamente en el año 1907.
Imagen 2.16. Plaza Toros de Santoña
Fuente: Mancomunidad Municipios Sostenibles Cantabria
Patrimonio militar
Las infraestructuras defensivas que existen en este municipio, son una de las
muestras más interesantes de arquitectura e ingeniería civil. La estratégica ubicación
del municipio, le ha conformado históricamente como una plaza fortificada, e
importante desde el punto de vista militar. Las primeras obras realizadas para
proteger los intereses de la comarca de Trasmiera, se remontan a fines del s. XVI. Se
compone de dos baterías de las segunda mitad del XVIII, dos reductos y un fuerte de
época napoleónica, dos complejos de fortificaciones acasamatadas de mediados del
XIX, cuatro baterías a barbeta del XIX, un cuartel de finales del XIX, una puerta
monumental de recinto amurallado, dos polvorines con cuarteles y edificios anexos,
almacenes de víveres y repuestos, y viviendas para oficiales y tropa.
Entre todas estas edificaciones, sobresale el Fuerte de San Martín, es una de las
estructuras más antiguas. A lo largo de su historia, ha sido objeto de varias reformas
(1668, 1710 y 1794). Su aspecto actual se debe al proyecto de Antonio del Rivero y
Saturnino Fernández (1863).
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Imagen 2.17. Interior del Fuerte San Martín
Fuente: Mancomunidad Municipios Sostenibles Cantabria
Cerca de esta fortaleza se encuentra el Fuerte de San Carlos, levantado sobre el
llamado castillo de la Torrecilla en 1668 y reformado en 1863.
Imagen 2.18. Fuerte de San Carlos
Fuente: Mancomunidad Municipios Sostenibles Cantabria
Es de reseñar la Batería de San Felipe (s. XVIII), cuyo origen se remonta a 1739. Está
ubicada en la Peña del Fraile y estuvo en funcionamiento hasta 1808.
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Del periodo de la ocupación francesa, destacan los vestigios del Fuerte de Napoleón
o del Mazo, que fue erigido hacia 1811-1813 por orden directa del Emperador. De su
exterior sólo se aprecia la puerta de entrada y el muro que lo rodea.
Imágenes 2.19 y 2.20. Fuerte del Mazo
Fuente: Mancomunidad Municipios Sostenibles Cantabria
El Fuerte del Mazo se edificó en el monte de Buciero. Este complejo de edificios
amurallados tiene su origen a comienzos del XIX. Para reforzar la defensa en el área
de Berria se construyeron los fuertes Imperial y del Mazo cerca de El Dueso. El
llamado fuerte imperial fue destruido para construir el penal de El Dueso.
El Fuerte de San Carlos se edificó en una posición dominante de la bahía. Presenta
una estructura distribuida en dos cuerpos: la inferior es compacta, con sillares de
caliza y galería corrida en forma de “L” con vanos abocinados para la artillería. Sobre
este cuerpo se dispone una amplia terraza y barbeta a cielo abierto, en donde se
ubicaban los cañones.
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Imágenes 2.21. y 2.22. Interior del Fuerte de San Carlos
Fuente: Mancomunidad Municipios Sostenibles Cantabria
El Fuerte de San Martín se emplaza más al interior del monte Buciero,
representando una segunda barrera de fuego. Se sabe que se reconstruye en 1668.
Su estructura presenta forma de herradura, tiene dos pisos y la cubierta hace las
veces de terraza transitable. Un amplio patio da acceso a las dos plantas, a la
cubierta y a la denominada “casa de oficiales”, edificio exento embutido en el interior.
Imagen 2.23. Entrada al Fuerte de San Martín
Fuente: Mancomunidad Municipios Sostenibles Cantabria
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Desde el Ayuntamiento se han puesto en marcha las obras de rehabilitación y
restauración de la fachada del dicho Fuerte San Martín, una actuación encuadrada
dentro del Parque Cultural del Monte Buciero. Dicha acción se llevará a cargo de los
fondos del Plan de Excelencia Turística. La obra se centrará en labores de desbroce,
limpieza, restauración, eliminación de vegetación, y refuerzo del muro.
Por último, cabe citar algunas baterías, como las de San Martín alto y baja, de
Galvanes, o el Polvorín El Helechal, localizados en el Monte Buciero, y que fueron
un complemento del sistema defensivo de Santoña. Este impresionante conjunto de
infraestructuras militares fue declarado BIC en 1992.
Imagen 2.24. Polvorín El Helechal en pleno Monte Buciero de Santoña
Fuente: Mancomunidad Municipios Sostenibles Cantabria
Patrimonio industrial
Cabe destacar en este apartado el Faro del Caballo (1863) y el Faro del Pescador
(1864), ambas del ingeniero Antonio Arévalo, construidos a raíz del plan de
alumbrado marítimo de 1847.
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Imagen 2.25. Faro del Pescador
Fuente: Mancomunidad Municipios Sostenibles Cantabria
Imagen 2.26. Faro del Caballo
Fuente: Ayuntamiento de Santoña
La arquitectura industrial queda representada en la localidad con varias conserveras
de principios del XX. Se trata de la fábrica de Vella de 1900, considerada la primera
fábrica de conservas moderna de Santoña, de planta rectangular con piedras de
sillería; la fábrica de Ditta A. Pontecorboli de 1902, con una nave con estructura de
madera y varias naves menores adosadas; y las fábricas de Albo la vieja, fundada en
1891 por Carlos Albo Kay, un edificio neoclásico con varias naves en paralelo, y la
nueva de 1924, de estilo modernista.
Patrimonio mueble
El ayuntamiento de Santoña aprobó una iniciativa, a comienzos de los años 80 del s.
XX, del pintor y entonces concejal Ángel González Doreste que consistía en destinar
parte del presupuesto municipal a la adquisición de obras de arte. La medida se
mantuvo hasta entrada la década de los años 90, y permitió reunir un conjunto de
260 trabajos artísticos (pinturas, grabados y esculturas) de artistas españoles, entre
los cuales se encuentran nombres como Picasso, Benjamín Palencia, José Guerrero,
Eduardo Sanz, a los cuales se ha sumado el escultor Víctor de los Ríos.
El consistorio ostenta del mismo modo una serie de fondos antiguos, entre los que
destacan un lienzo de León Criach y Durán (1866-1928) pintado en 1886, y cinco
realizados por el pintor santoñés Lino Casimiro Iborra (1858-1935). Se trata de El
científico (Doctor Fausto) 1889, un autorretrato de 1909, la Virgen del Puerto de 1926,
un retrato del Marqués de Manzanedo, y un Sancho Panza sin datar.
A estos óleos se suman 31 grabados publicados por la Real Academia de Bellas
Artes de San Fernando entre 1865 y 1872, cuyos autores son, entre otros, Domingo
Martínez, Ricardo Franch, José María Galván y Candela, José María Roselló, Federico
Navarrete, Pascual Alegre o Bartolomé Maura, y de igual forma reproducen obras de
pintores clásicos como El Greco, Pedro Pablo Rubens, Ribera, Zurbarán, Velázquez,
Antonio de Pereda y Salgado, Juan Carreño de Miranda, Murillo o Goya.
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Los fondos dedicados al arte contemporáneo incluyen pinturas de: Rafael Canogar
(1935), Luis Sáez, Esteban de la Foz (1928), Fernando Sáez, Eduardo Gruber (1949),
Juan Uslé (1954), Alfredo Alcaín (1936), Fernando Calderón (1928-2003), Agustín de
Celis (1932), Victoria Civera (1955), Puerto Collado (1963), Celestino Cuevas (1943),
Carmen Van den Eynde (1947), Manuel Fernández Saro (1962), Esteban de la Foz
(1928), Enrique Gran (1928-1999), Eduardo Gruber (1949), Jesús Hoyos Arribas
(1953-1995), Joaquín Martínez Cano (1953), Ángel Medina Gutiérrez (1924), Roberto
Orallo (1947), Julio de Pablo (1917), Jesús Alberto Pérez Castaños (1950), Eduardo
Pisano (1912-1986), Albert Ràfols Casamada (1923), Eduardo Sanz (1928), Manuel
Saro (1962), Rafael Leonardo Setién (1957), Gloria Torner (1934), Eduardo Úrculo
(1938-2003) o Isabel Villar (1934).
Entre los dibujos se encuentran piezas de Juan de Ávalos (1911) con un boceto de su
monumento a Carrero Blanco, de Ángel González Doreste (1933), José Guerrero
(1914-1991), Benjamín Palencia (1894-1980), Eduardo Sanz o Pedro Sanjurjo.
El apartado de grabados posee obras como un aguafuerte de Pablo Picasso de 1970,
así como otros de Josep Guinovart (1927), o las carpetas editadas en Santander por
Arte Colección Silencios (1981-1982), Momentos (1982-1983) e Imágenes (19841985) que incluyen las firmas de los autores cántabros, y vinculados a esta región,
como Fernando Calderón, Victoria Civera, Adolfo Estrada (1927), Esteban de la Foz,
Fernando García Valdeón (1945), Enrique Gran, Eduardo Gruber, Manuel Gómez
Raba (1928-1983), Adolfo Estrada (1927), Julio de Pablo, Antonio Quirós (1912-1984),
Pedo Sobrado (1936) y Gloria Torner.
En la década de los noventa, el patrimonio artístico del municipio se incrementó con
ciento sesenta obras del escultor Víctor de los Ríos, nacido en Santoña (1909). Se
formó en Madrid (1924-1930) junto a los escultores Enrique Sierra, Martínez Otero y
Francisco Martorell. Entre sus obras más destacadas se encuentran el conjunto
dedicado al pastor (1961) de Ameguyo (Burgos) colocado sobre el Alto de la Picota,
el San Pablo (1963) en la plaza dedicada al apóstol de Tarragona, el Don Quijote en
Sierra Morena (1964) ubicado en el campus de la Vegazana en León, La Paz (1966) en
Altea, El Minero (1968) de Linares o el Sagrado Corazón (1970) de la Iglesia de
Medinaceli en Madrid. Donó a la villa el conjunto de piezas que obraban en su poder.
Entre ellas se cuenta más de un centenar de retratos así como diversos bocetos de
monumentos y conjuntos religiosos. Entre las piezas se encuentra una talla de
madera de San Francisco de Asís, y los bustos en mármol de la Anunciación y el niño
Jesús de los Ríos. En 1998 se vació en bronce una selección de retratos que fueron
ubicados junto al palacio Manzanedo y en la calle Camilo José Cela.
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