presentacion de liliana porter - Universidad Nacional de Córdoba

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PRESENTACION DE LILIANA PORTER PARA
ENTREGA DEL PREMIO 400 AÑOS
Cepia, 02 de agosto de 2016 - Cristina Rocca
La Facultad de Artes me ha distinguido con el honor de presentar a la
extraordinaria artista argentina Liliana Porter. Aunque reside desde 1964 en
Nueva York, ha tenido contacto permanente con América Latina y en particular,
con Argentina, constituyéndose en un referente indiscutido del arte
contemporáneo. Grabadora, fotógrafa, videasta, directora teatral y docente
universitaria, realizó sus estudios en la Escuela Nacional de Bellas Artes
Manuel Belgrano de Buenos Aires y en la Universidad Iberoamericana de
México, especializándose en grabado. Es Académica Correspondiente de
Argentina desde 2003 y Académica Correspondiente de Argentina para Los
Estados Unidos desde 2009.
Co-fundadora y docente del New York Graphic Workshop entre 1965 y 1970
junto al uruguayo Luis Camnitzer y al venezolano José Guillermo Castillo,
estableció y expandió allí un profundo espíritu de experimentación,
cuestionando las fronteras entre realidad y representación, la ambigüedad de lo
visible, los juegos entre lo real y lo virtual, entre otras cuestiones.
Problemáticas todas que ha ido tratando en sus obras desde entonces. Eran
épocas en que el grabado tenía menor rango artístico y social que el que tiene
ahora.
Me tomaré la libertad de no extenderme enumerando la extensa actividad
como artista que Liliana Porter ha desarrollado en sus casi 60 años de entrega
diaria al trabajo que ha producido una obra expuesta en los más destacados
museos y galerías del mundo. Obra por la cual ganó los más importantes
premios, bienales, concursos y becas a los que una artista puede acceder. Sus
trabajos están en las principales colecciones públicas y privadas. Críticos,
historiadores, curadores, comunicadores, filósofos, estudiantes, entre otras
miradas exploratorias han querido tratar su obra en una incontable serie de
artículos, notas, tesis, catálogos, entrevistas, etc. como bien puede
comprobarse cuando se revisa la bibliografía sobre la artista.
Liliana Porter propone una mirada interdisciplinaria del arte, que no sólo
implica el uso experto de grabados, dibujos, instalaciones, video y teatro, sino
una exploración de la literatura (Borges, Cortázar, Lewis Carroll) pero no para
ilustrarla, sino para alimentar una búsqueda incansable de mundos imaginarios
capaces de conjugar una Illusio, es decir, un juego serio, en el que la artista
plantea comentarios transversales y oblicuos sobre el mundo. Es por eso que,
aunque es una maestra en técnicas artísticas, especialmente del grabado,
repite una y otra vez, que el arte no es sólo una técnica, por preciosa que sea
ésta, sino una búsqueda existencial, un conocimiento sensible del mundo, una
mirada poética, una pregunta incansable sobre el sentido de la vida. Pregunta
que ha alentado su obra desde que comenzó a producir. Así, Liliana Porter
abreva en la tradición vanguardista del siglo XX, dentro de la cual, se sabe, la
obra antes que representar, es presencia activa en el mundo, donde todos
somos artistas y capaces de ser co-creadores de la propuesta.
Con esa perspectiva, y pensando seguramente como Mijail Bajtin, que el
“diálogo antecede al lenguaje” propone “relatos breves”, pequeñas situaciones
insólitas, capaces de atrapar, motivar y alimentar las subjetividades más
diversas. Por ejemplo, en sus últimas instalaciones, figuras pequeñísimas, de
pocos centímetros, desarrollan oficios: atareados jardineros, amas de casa,
albañiles, carpinteros, van y vienen laborando empecinadamente, sin prisa pero
sin pausa. Arreglan, limpian, componen lo destruido, lo desparramado, lo sucio.
Para simbolizar esto último elige dispositivos de montaje de tamaño
desmesurado comparado con los personajes. Esa situación conmueve por las
desiguales dimensiones entre los trabajadores y lo que tienen que hacer, pero
también por el grado de caos de los objetos devenidos amenazantes,
siniestros, aunque los hombrecitos y las mujercitas están empeñados en
arreglarlo, en restaurarlo, lo cual denota la procedencia generacional utópica de
Porter. Pareciera que otro hombrecito, secreto e invisible, desde el siglo XVII
nos susurra: las apariencias nos engañan, hay que ver detrás de las mismas,
mientras Porter: corrobora y dice “La sensación de que algo está muy claro
pero inaccesible”.
En esas obras y otras anteriores, Liliana Porter contribuye a cerrar la brecha
entre alta y baja cultura planteada durante la modernidad. Ninguna “angustia de
contaminación” (de la que habla Andreas Huyssen) le aparece cuando con
audaz giro en su cuestionamiento del arte como representación, toma figuritas
de la cultura de masas que se venden en las ferias y las coloca de a dos, con
posibilidades de generar diálogos entre naturalezas diferentes, lo que nos deja
perplejos y extrañados. Es evidente, entonces, para el co-creador, que la artista
traspasa la apariencia para hacernos preguntas sobre el mundo, no exentas de
humor e ironía.
Porque sus recorridos han polinizado intercambios que exceden los límites
de las fronteras, enriqueciendo la cultura latinoamericana,
porque su obra se muestra profundamente reflexiva, humanista, plural y
abierta a múltiples lecturas más allá de las apariencias, confrontando directa o
indirectamente con la invasión de imágenes banalizadas y explícitas de la
globalización,
porque obra y trayectoria demuestran su capacidad de formular preguntas
antes que respuestas, por su permanente actitud de asombro e indagatoria
frente al mundo,
porque con esa actitud abre nuevos espacios de pensamiento desde el arte,
La Facultad de Artes de la Universidad Nacional de Córdoba ha propuesto
otorgar este Premio 400 años a Liliana Porter.
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