Franz Liszt Rafael, Miguel Ángel, Petrarca, Dante… los grandes nombres de la cultura italiana, las obras pictóricas, arquitectónicas, poéticas y literarias que de ellos pudo admirar Franz Liszt durante sus viajes por Italia con su amante, Marie d’Agoult, son temas protagonistas de las siete piezas pianísticas que componen el segundo volumen (titulado Italia) de los Años de peregrinación. Estas obras fueron escritas por Liszt entre 1837 y 1849 y se publicaron en 1858, aunque un año después se hizo otra edición con el anexo de tres piezas de menor importancia agrupadas bajo el título de Venecia y Nápoles. El Soneto 104 de Petrarca es la base poética inspiradora de la quinta pieza del álbum. Versos y música no son sino la expresión de la entrega amorosa. Liszt lleva genialmente al piano estos anhelos poniendo en juego un sentido lírico (cantabile) sin igual y alternando matices que van desde la vibración exultante al canto casi doliente, pasando por momentos de abandono en la languidez. Las seis piezas que compuso Liszt bajo el título genérico de Consolaciones datan del período de Weimar, justamente en el centro del siglo XIX. El título deriva del motivo poético que las inspiraron, a saber los poemas del crítico y escritor francés Charles Augustin Sainte-Beuve. Sus críticas literarias, así como sus poemas, han sido justamente olvidados, pero no así las Consolaciones de Liszt, páginas prototípicas de su lado más intimista. La Consolación núm. 3 es un Lento placido que, por su expresividad, resulta perfectamente alineable con los Nocturnos de Chopin. Los cuatro Valses oubliées de Liszt fueron compuestos entre 1881 y 1885. Así pues, son páginas de la máxima madurez. Bien se percibe en el Vals núm. 2 que aquí escucharemos, pues se trata de música tan personal, tan original (compárese con otros valses de la época), tan moderna (repárese en las armonías), tan reducida a la esencia, que sólo puede ser obra de un maestro en sazón y de vuelta de todo. Maravilloso el final, disolviéndose la música en el registro agudo del piano, en un prolongado trino que será roto por unos misteriosos arpegios. Los 12 Estudios de ejecución trascendente derivan de una idea muy juvenil y muy ambiciosa de Liszt, pero en su redacción definitiva no fueron editados hasta 1851. El Estudio núm. 8 se titula Wilde Jagd (Caza salvaje) y, fiel a este título, es un Presto furioso de carácter poemático en cuyo curso sonoro encontraremos evocaciones a trompas de caza y a cabalgadas, en un ambiente un tanto demoníaco y turbador, aunque se hace la luz en un paréntesis en mi bemol mayor, la tonalidad relativa de la principal, do menor. João Godinho: Fogo posto El joven músico portugués se formó en Lisboa, su ciudad natal, donde trabajó con los maestros Azevedo, Madureira, Bochmann, Tinoco, Fernandes y Ferreira. Ha llevado a cabo actividad radiofónica, así como organizativa en el Centro Cultural lisboeta de Belén. Resumimos el comentario de presentación de su obra que amablemente nos hizo llegar: «A lo largo del mes de agosto de 2010 Portugal vivió un período trágico para sus bosques en el que más de 15.000 incendios devastaron más de 100.000 hectáreas. Fue especialmente perturbador leer que las autoridades portuguesas aseguraban que al menos el 40 % de los incendios eran provocados (fogo posto). En general, las acciones nefastas que la humanidad ejerce sobre la naturaleza tienen detrás motivos perfectamente identificables, pero hay casos insólitos en los que el motivo no es ninguno de ellos, sino la piromanía. El pirómano, por puro placer y fascinación, destruye la naturaleza a cambio de la euforia que le proporciona esa destrucción y el espectáculo visual y sonoro que le ofrece el fuego. Fogo posto es una alucinación musical narrada desde la mente de un pirómano que asiste al espectáculo de su delito. La pieza fantasea sobre las sensaciones que el incendio desencadena en el autor del crimen mientras observa la propagación de las llamas y los colores y texturas que emanan de las hojas, árboles, arbustos y suelo, a la vez que se deja hipnotizar por el sonido del crepitar del entorno y escucha fragmentos inflamables de música derritiéndose en el calor de la adrenalina. Y alucina, alucina Liszt, virtuoso como el fuego. Pirómano y fuego, uno solo, divino, purificador, voraz, descontrolado. En el vértigo de ese horno infernal de sonido encuentra la serenidad, saciante y apaciguadora, aunque efímera como el propio fuego». Božidar Obradinović: Postman Cheval, conquering time autonomously Nacido en Belgrado, Obradinović se graduó en 2002 en la Facultad de Música de dicha ciudad, donde tuvo como maestro de Composición y Orquestación a Zoran Eric. Además de su labor compositiva, ha colaborado como intérprete (pianista y percusionista) formando parte de ensembles como Ravno Nebo y Shira utfila. El título que el joven maestro serbio ha dado a su obra -El cartero Cheval ganando tiempo autónomamente- tiene que resultar muy extraño para quienes no conozcan a aquel personaje que fue Postman Cheval, de manera que comencemos por ahí: Ferdinand Cheval (1836-1924) fue un cartero francés que recogió piedras y trabajó en sus horas libres, durante treinta y tres años (de 1879 a 1912) para, desoyendo las burlas de su entorno, construir él mismo el alucinante edificio que bautizó como «Palacio ideal». Al trascender la existencia del carteto Cheval y de su palacio, grandes de la cultura como André Breton o Picasso se interesaron por el fenómeno y, en 1969, el ministro André Malraux aseguró la conservación del Palais idéal de Cheval al declararlo Patrimonio Cultural. En cambio, las autoridades no dieron permiso al excéntrico cartero para que se realizara su deseo de ser enterrado en su palacio o castillo, lo que impulsó a Cheval a emplear unos cuantos años más en construirse en el cementerio de su pueblo, Hauterives, un mausoleo en el mismo indefinible estilo del palacio. Pues bien, para homenajear a Liszt y a su excepcional capacidad para describir o evocar desde los pentagramas tantos paisajes, hechos, personajes literarios u obras de arte, Božidar Obradinović se ha autoimpuesto el reto de evocar en una pieza pianística el alucinante Palais idéal del carteto Ferdinand Cheval. (Como dato curioso para el público español recuerdo que nuestro Tomás Marco compuso en 1984 una obra para piano titulada precisamente Le palais du Facteur Cheval que sería estrenada en París en el seno de una exposición de Art brut organizada por el Centro Pompidou). Robert Schumann: Sonata en Sol menor núm. 2 Liszt, Chopin y Schumann constituyeron la gran tripleta del pianismo romántico. Tan magníficos pianistas como compositores, de personalidades bien definidas y distintas, los tres se conocieron y admiraron, aunque las relaciones personales no fueran demasiado estrechas ni estables. Robert Schumann fue el de carrera más corta como pianista, debido a su lesión en una mano, pero su contribución como compositor al repertorio pianístico romántico resultó impresionante, sobre todo en los primeros años de su trayectoria: desde que comenzó a componer y hasta el año (1840) de su ansiada boda con Clara Wieck, la hija de su maestro, ya que a partir de esa fecha, sin abandonar nunca el piano, se abrió más a los repertorios liederístico, sinfónico y camerístico. Entre sus obras para piano aparecen tres grandes Sonatas compuestas en un breve lapso: entre 1833 y 1836 y, en parte, simultáneamente. La Sonata en Sol menor, núm. 2, op. 22 que escucharemos en este concierto, aunque terminada en 1836, tardó en editarse ya que Clara consideraba excesivamente difícil e intrincado el movimiento final y su enamorado compositor decidió sustituirlo por otro (¡no precisamente fácil!): ello sucedió en 1838. El allegro inicial presenta dos temas contrastados según la ortodoxia sonatística, cuya exposición va seguida de un amplio y hondo desarrollo basado fundamentalmente en el primer tema. El tiempo lento es un andantino muy lírico y cantabile que evoca el clima sonoro y expresivo del Lied, y no en vano, pues en esta página reutilizó Schumann la música de una canción sobre el otoño que había compuesto en 1828. El tercer tiempo es un conciso scherzo de gran ímpetu y vigor rítmicos, con tres ideas temáticas en la sección principal, sección que se recapitulará tras la aparición del habitual Trío contrastante. Y el presto final es una página de cierta complejidad formal que propone una primera sección de exposición a la que seguirán el ortodoxo desarrollo y la esperable recapitulación, pero encontraremos como peculiaridad que la Sonata no acaba ahí, pues Schumann procede a recapitular también la sección de desarrollo. Después, la música entra en un arrebatado, exultante y virtuosístico final a través de una coda-stretta indicada quasi cadenza prestissimo. Franz Liszt El título Unstern no es de traducción automática: sería Mala estrella o Estrella negativa…, un símbolo, en fin, de infelicidad o desgracia. Desde luego, la propia música lo explica muy bien. Esta enigmática y conmovedora pieza pianística fue escrita por Liszt en 1885, unos meses antes de su muerte, y es un prodigio de expresión introspectiva, grave, sombría… Es evidente que el gran músico meditaba sobre su inevitablemente próximo adiós. La Bagatela sin tonalidad data también de 1885 y es una página que no fue dada a conocer hasta tiempos modernos: se encontró en Weimar en 1958. Prototipo de música escrita en soledad, sin el menor ánimo de difundirla, el genial Liszt extrema su natural tendencia al cromatismo y juega también a la superposición o manejo conjunto de armonías distintas obteniendo como resultado un visionario anticipo de la música atonal. Poco antes, en 1881 se fecha Nubes grises, otra de las asombrosas últimas piezas pianísticas de Liszt que nos admiran por su modernidad sonora y por su enigmático perfil, tan ajeno a la concreción expresiva y al brillo virtuosístico del Liszt más conocido. Un vago sentimiento de melancolía parece recorrer estos pentagramas para dar música introvertida y honda. Serguéi Rachmaninov: Sonata para piano núm. 2 El 3 de diciembre de 1913, en Moscú, el gran pianista-compositor ruso Serguéi Rachmaninov estrenó su Sonata núm. 22, en Si bemol menor, op. 36. Cierta tendencia a la ampulosidad formal por parte del compositor trató de ser paliada en 1931, cuando Rachmaninov, después de haber rodado la obra por Europa, decidió pulirla y abreviarla un tanto. La Sonata op. 36 se estructura en tres movimientos de planteamiento formal perfectamente atenido a la tradición clásico-romántica. El primero, Allegro agitato maneja dos temas fundamentales, el primero de los cuales, de contornos grandiosos, hace honor al calificativo de agitato, mientras que el segundo cumple el papel de contraste gracias a su planteamiento más calmo y reflexivo. Sigue el habitual tiempo lento, aquí presentado en negativo: Non allegro. Es una página prototípica de la inspiración de un compositor-pianista: parece, en efecto, que Rachmaninov se decidiera a fijar en el papel pautado una improvisación sobre el teclado. Se basa en un tema «muy pianístico» sobre el cual el compositor elucubra instrumentalmente, presentando variaciones en un curso muy libre, rapsódico. La vuelta a un enunciado reconocible del tema marca el paso al final, Allegro molto, un movimiento de deslumbrante pianismo, virtuosista y de gran amplitud sonora. © José Luis García del Busto