Reducción quirúrgica de la hernia inguinal en el cerdo por C

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manual de técnicas clínicas
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IVIS agradece a Grupo Asís por su apoyo.
TÉCNICA CLÍNICA
Reducción quirúrgica
de la hernia inguinal
en el cerdo
Claudio Mazzoni
Simone Gradellini
Francesco Tonon
Contacto con
los autores:
Claudio Mazzoni
Veterinario clínico
libre (Reggio Emilia,
Italia)
mazzoni.claudio@
aliceposta.it
Simone Gradellini
Veterinario especializado en patología
porcina (Reggio
Emilia, Italia)
s.gradellini@
fastwebnet.it
Francesco Tonon
Veterinario clínico
libre (Treviso, Italia)
[email protected]
Tanto en la bibliografía como en la experiencia
práctica, se observa una gran variabilidad en la
incidencia de las hernias inguinales, que pasa de
un 0,9% (Vogt et al., 1990) a un 12,5%, en el caso
de una experiencia personal (24 hernias sobre 192
nacidos totales). Gracias a un protocolo anestésico
desarrollado en el pasado, hemos podido intervenir quirúrgicamente alrededor de 500 hernias
tanto reducibles como irreducibles.
En la hernia inguinal la heredabilidad desempeña
un papel importante. Esta debe entenderse como
la transmisión de una predisposición anatómica,
consistente en modificaciones de forma o diámetro
del anillo inguinal interno, del canal o del anillo
externo. En el caso de que intervenga una causa
desencadenante, estos ya no pueden oponerse a la
entrada en su luz de las vísceras abdominales
(Cheli, 1988). Diversos autores señalan esta predisposición como ligada a genes presentes en
diversos loci (Vogt et al., 1990). Además, otro concepto derivado de la medicina humana pone de
relieve las variaciones anatómicas de las capas de
la región inguinal (Anson et al., 1960), lo que confirma la naturaleza poligénica de las hernias.
A estas condiciones anatómicas de los anillos o
del canal inguinal, se añade una causa desencadenante representada por el aumento de la presión
endoabdominal inducida por factores traumáti-
cos exógenos (caídas, aplastamiento, hacinamiento) y endógenos (meteorismo, cólicos, accesos de
tos), que permiten la dislocación de las vísceras
(Cheli, 1988, modificado).
La identificación del verraco responsable de la
probable transmisión de esta predisposición anatómica no siempre es fácil, como ocurre en los
casos de inseminación heterospérmica, o bien a
causa de la realización de adopciones precoces.
¿Aparecerían casos de hernia? ¿Qué habría que
hacer con los animales afectados que naciesen? El
tratamiento quirúrgico es una opción.
Las hernias pueden ser reducibles, irreducibles (a
menudo causadas por fenómenos inflamatorios)
y encarceladas. Estas últimas son incompatibles
con la vida si no se tratan adecuadamente (Cheli,
1988, modificado).
En la práctica de campo, a menudo sucede que
hay que tratar hernias en individuos castrados.
La castración determina la aparición de hernias
irreducibles, que con el tiempo tienden a transformarse en hernias encarceladas. De hecho, la
elevada capacidad de cicatrización del escroto,
asociada a la fibrina que se deposita en el canal
inguinal como consecuencia de la hemorragia
que provoca la castración, induce la formación
de adherencias bastante fuertes entre la víscera
herniada, los estratos más internos del canal
MATERIAL
El material necesario para realizar la reducción quirúrgica de hernias inguinales es el siguiente:
Sistema de anclaje (por ejemplo, una escalera)
Varias cuerdas de 50 cm
Mango de bisturí y bisturí
Si los lechones pesan menos de 10 kg, dos tiras
Agujas de sutura semicurvas de punta
de velcro autoadhesivas
triangular G10 (36 mm) y G11 (23 mm)
Papel
Hilo reabsorbible EP4
Guantes de látex desechables
Hilo no reabsorbible EP4
Superficie sobre la que apoyar el material
Bandeja arriñonada o rectangular
Dos jeringas estériles desechables
quirúrgico
Cubo para los desechos
de 5 ml
Pinza de cuchara
Jeringa estéril desechablesde 2,5 ml
Portaagujas (17 cm)
Desinfectante para agujas e hilos
Clamp recto (16 cm)
Solución yodada para la desinfección
Tijeras de Mayo curvas (17 cm)
de los tejidos.
Mosquito curvo (12,5 cm)
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TÉCNICA CLÍNICA
DESCRIPCIÓN DE LA TÉCNICA
El tratamiento de la hernia inguinal prevé la reducción de la misma por vía
quirúrgica y el sucesivo cierre de la abertura herniaria.
La secuencia A representa el método intraperitoneal, que se puede utilizar
para reducir las hernias que sufren los ejemplares castrados y en todos los
casos de hernia irreducible o encarcelada, mientras que la secuencia B des-
cribe el método extraperitoneal para las hernias testiculares que aparecen en
los animales no castrados.
El animal, con anestesia general, debe sujetarse por los miembros inferiores
sobre el plano de operación, que puede ser una escalera, de modo que tenga
la cabeza hacia abajo y el abdomen hacia el operador.
1
Abordaje quirúrgico
Se procede a una reducción mecánica de la hernia (si es posible hacerlo) y a continuación se desinfecta la región inguinal afectada.
Posteriormente se debe incidir la piel paralelamente al rafe medio a dos
1
2
centímetros del último pezón en dirección postero-anterior, alcanzando la
proyección cutánea del anillo inguinal.
2
En este punto, se accede al canal inguinal con la ayuda de los dedos.
4A
3A
A. Método intraperitoneal
Con la ayuda de las pinzas de cuchara, se levanta un segmento del canal
inguinal para observarlo a contraluz, con el fin de identificar la presencia de
adherencias con el contenido herniario subyacente. Una vez verificada la
ausencia de estas, se realiza una incisión de todos los estratos del canal
inguinal, alcanzando el contenido de la hernia.
3A
4A Con las tijeras, se alarga hacia el escroto la apertura operatoria. Una vez
abierto longitudinalmente el canal inguinal, se despegan a mano y con
mucha delicadeza las diversas adherencias, prestando especial atención
cerca de la cicatriz de la castración, donde son más fuertes.
La víscera herniada separada de esta manera debe volver a colocarse en la
cavidad abdominal. Es importante subrayar que los manejos realizados
deben estar en consonancia con la delicadeza del tejido que se manipula.
Además, las adherencias que se forman a menudo hacen que las paredes de
las vísceras herniadas sean mucho más frágiles, sin contar con que frecuentemente se observan áreas de necrosis.
Como consecuencia pueden aparecer desgarros o laceraciones de la pared
intestinal con apertura de la luz. En ese caso, resulta necesaria una sutura
reinvertida para intentar recuperar al animal. Una vez que se ha restituido la
víscera en la cavidad abdominal, a menudo es útil proceder a una limpieza
del área para poder observar mejor el anillo inguinal externo.
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DESCRIPCIÓN DE LA TÉCNICA (continuación)
3B
4B
5B
6B
B. Método extraperitoneal
Ayudándose desde exterior, se introduce el testículo todo lo que sea posible en el canal inguinal. Se inciden los primeros planos del testículo (dartos
y fascia espermática externa), teniendo cuidado de no afectar a la fascia
espermática interna que preserva la cavidad vaginal.
3B
4B En este momento, se sujeta el testículo y se realiza una tracción dorsoventral decidida pero no violenta, de modo que se desgarre el ligamento
escrotal. Después se libera el testículo del epidídimo, se separa el funículo
espermático de las estructuras que lo rodean y se identifica el anillo inguinal
interno. Hay que realizar todo el manejo teniendo cuidado de dejar intacta la
fascia espermática interna.
I
Sutura de la incisión
La sutura del anillo inguinal externo debe realizarse con puntos sueltos y
con hilo reabsorbible, teniendo cuidado de unir los dos márgenes del anillo.
I
II
Después se desinfecta el área de intervención con solución yodada y se
sutura la piel con puntos sueltos en U.
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5B Enroscar el funículo sobre sí mismo, sujetando el testículo, y pinzar
con un clamp en el tercio distal del cordón formado. Mediante una acción
mecánica, hay que hacer que se deslicen el contenido de la hernia desde
el interior de la cavidad vaginal hacia el abdomen. Después, llevar a cabo
un punto de anclaje con hilo reabsorbible, cerca del origen del funículo y
a continuación, dar dos vueltas a este con el cabo largo del hilo y fijar el
punto definitivo con el cabo corto.
6B Sólo queda extirpar el testículo, seccionando a 1,5 cm del nudo. Hay que
volver a colocar el muñón con la ligadura en el abdomen, y para hacer esto
con frecuencia es necesario quitar las adherencias y ligamentos situados en
torno al anillo inguinal externo.
II
III
III
Al término de la operación, consideramos oportuno suministrar un tratamiento antibiótico preventivo (por ejemplo, amoxicilina + ácido clavulánico,
IM, tres días). Otros autores (Swarbrick, 1965) sugieren el empleo de antibiótico solo si la asepsia está verdaderamente comprometida. De acuerdo con el
mismo autor, consideramos inútil quitar los puntos de sutura de la piel, ya que
en más de una ocasión el procedimiento solo confirma que han desaparecido.
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inguinal y la cavidad escrotal, que se pueden eliminar por vía quirúrgica.
La reducción quirúrgica de las hernias inguinales, cuando se realiza por personal autorizado y
competente en condiciones de anestesia general,
es un instrumento capaz de limitar los daños,
que en algunos casos pueden ser realmente elevados, y termina resultando una intervención
que, dado que aumenta la producción bruta
comercializable, mantiene los criterios de la
economía empresarial.
2) Exploratoria (por palpación): además de asegurar el diagnóstico, permite clasificar la hernia.
Para realizar mejor esta importante parte del
diagnóstico, se debe recordar que hay que levantar al animal por los miembros posteriores y ha de
estar despierto o en neurolepsia.
La anestesia relaja toda la musculatura, lo que a
menudo implica una reducción espontánea de la
hernia si es reducible.
El diagnóstico diferencial debe realizarse con: abscesos de castración, anomalías testiculares y fenómenos inflamatorios.
DIAGNÓSTICO
El diagnóstico comprende dos fases:
1) Visual: la presencia de una inflamación de los
pliegues de la rodilla o de la región escrotal, que
se extiende entre los miembros posteriores hacia
la ingle, es un elemento que puede sugerir una
fuerte sospecha de hernia.
ANESTESIA
Se recomienda usar azaperona intramuscular
como preanestésico, seguido después de pocos
minutos por una asociación de zolazepam y tiletamina intramuscular, usada como anestésico
(Mazzoni et al., 2004).
A TENER EN CUENTA
En el periodo inmediatamente posterior a la intervención puede observarse en algunos animales
que la región inguinal se vuelve a inflamar. Se trata de un seroma causado por la sutura de la piel.
No obstante, al cabo de pocos días hay una vuelta a la normalidad y solamente queda un engrosamiento de pocos centímetros en el área de sutura del anillo inguinal externo.
Los porcentajes relativos a la completa restitutio ad integrum de los animales operados parecen
muy esperanzadores, aunque el pronóstico está estrechamente ligado a la presencia de adherencias
y complicaciones sépticas, más frecuentes en la cirugía de las hernias irreducibles.
La hernia inguinal afecta en la mayor parte de los casos al lado izquierdo (Becker, 1996) y aparece sólo ocasionalmente tras la castración, de modo que si es identificada antes de la misma, es
más fácil de tratar.
La cirugía de las hernias erróneamente castradas en la sala de partos proporciona mejores resultados si se lleva a cabo a las dos o tres semanas del destete, ya que la fibrina se está reabsorbiendo
en parte y el intestino ha superado la deshidratación consecuente a la pérdida de la leche y, por tanto,
mejora su resistencia.
La utilización de una anestesia general manejable y segura permite trabajar sin la ayuda de personal de la explotación, e intervenir también sobre las hernias irreducibles (la duración de la intervención es de unos 14 minutos).
Hay que prestar atención en la sala de partos para no castrar las hernias testiculares sino, si es
posible, extraer sólo el testículo contralateral.
REFERENCIAS
Anson B.J., Morgan E.H., McVay C.B. (1960)”Surgical anatomy of
the inguinal region based upon a study of 500 body-halves”, Surg
Gynecol Obstet, 111, 707-725.
Becker H.N. (1992) “Castrazione, vasectomia, riduzione dell’ernia e
interventi abituali sui suinetti”, in: Leman A.D., Straw B.E.,
Mengeling W.L., D’allaire S., Taylor D.J. “Malattie del suino”, 7a ed.,
Padova, Piccin Nuova Libraria S.p.A. 1996, 901-4.
Cheli R. (1988) “Clinica chirurgica veterinaria” vol.1, 3a ed., Torino,
Unione Tipografico-Editrice Torinese, 475-479.
Godeau P. (2000) “Gli eredi di Ippocrate” 1a ed., Milano, Bompiani, 41.
Mazzoni C., Gherpelli M. (2004), “Esperienze di anestesia del suino
in condizioni di campo”, Atti del XXX meeting annuale S.I.P.A.S.,
Salsomaggiore Terme (PR), 25-26/03/2004, 237-243.
Swarbrick O. (1965) “The correction of prolapsed rectum and scrotal hernia in young pigs using trichloroethyleneanesthesia”, Vet Rec,
77(34), 981-4.
Vogt D.W., Ellersieck M.R. (1990), “Heritability of susceptibility to
scrotal herniation in swine”, Am J Vet Res, 51(9), 1501-3.
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ADVERTENCIA
Los conocimientos técnicos veterinarios están en constante evolución. Las investigaciones recientes y la experiencia clínica, al mismo tiempo que amplían nuestros
conocimientos hacen necesarios cambios en los tratamientos y en la terapia farmacológica, por lo que se
debe ser cuidadoso en su aplicación. En consecuencia, se
recomienda a los lectores que analicen los últimos datos
aportados por los fabricantes sobre cada fármaco para
comprobar la dosis recomendada, la vía y duración de
la administración y las contraindicaciones. Es responsabilidad ineludible del veterinario clínico determinar la
dosis y el tratamiento más adecuado para cada paciente, en función de su experiencia y del conocimiento de
cada caso concreto. Ni el editor ni el autor asumen responsabilidad por los daños y/o perjuicios que pudieran
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© 2008 Asís Veterinaria, S.L.
Andador del Palacio de Larrinaga, local 2
50013 Zaragoza. España
Editado con la colaboración de Boehringer Ingelheim
Diseño y maquetación: Asís Veterinaria
ISBN: 978-84-612-3074-7
Depósito Legal: Z-1.615/2008
Impreso en España
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