INDUPALMA Tomado de Compite Consejo Privado de

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INDUPALMA
Tomado de Compite
Consejo Privado de Competitividad
No. 9, abril de 2012
Creadores de valor compartido
Indupalma acaba de materializar la idea de transformar a los campesinos en verdaderos
emprendedores rurales a partir de un ambicioso modelo de creación de valor compartido.
En 1977, el entonces grupo guerrillero M-19 secuestró al gerente general de Indupalma,
Hugo Ferreira. La acción buscaba darle mayor poder de negociación al sindicato de esa
empresa palmera, el cual, con sus exigencias, propició una crisis en la compañía que
duraría 17 años y que por poco la lleva a la quiebra. No obstante, las lecciones aprendidas
con esta amarga experiencia resultaron benéficas, tanto para la empresa como para quienes
se relacionaban con ella de una u otra manera. De otro modo no habría visto la luz, 35 años
después, el que podría ser el mayor ejemplo de creación de valor compartido en Colombia:
la entrega de los títulos de propiedad de 2.256 hectáreas a 150 campesinos en la Hacienda
El Palmar, en Sabana de Torres, por parte de Indupalma.
Lo conseguido obedece en gran medida a que, tras la crisis, la empresa palmera decidiera
gestionar su negocio con base en un modelo económico que impactara positivamente a
todos sus grupos de interés, generando riqueza para sí y para ellos, aportando a la
consolidación de la paz y construyendo capital social. Por ello, la compañía promueve el
desarrollo integral de la comunidad en sus zonas de influencia, así como el de los demás
involucrados en su operación empresarial.
Los campesinos son parte fundamental para lograr que todos los involucrados ganen en un
modelo de este tipo. Son ellos quienes, a partir de un trabajo colaborativo, se comprometen
a establecer asociaciones que fortalezcan los núcleos palmeros. Los empresarios, por su
parte, garantizan la compra del fruto. El modelo viene siendo implementado por otros
palmicultores colombianos desde hace algunos años, impulsando las alianzas productivas y
sociales a través de las cuales se brinda acompañamiento y garantías al agricultor o
pequeño productor que quiere convertirse en empresario.
Quizás el elemento más importante de este proceso sea que no se trata de filantropía o
caridad. En el caso de Indupalma, por ejemplo, a los 150 campesinos que recibieron los
títulos en Sabana de Torres no se les regaló nada, la propiedad que recibieron y el apoyo de
Indupalma lo consiguieron a través de su esfuerzo, dedicación y trabajo.
En ese caso, cada campesino tiene el título de propiedad sobre más de diez hectáreas de un
terreno cultivado que permanecerá unido para beneficio de todos los asociados y que ellos
mismos compraron. Así, esos campesinos son nuevos empresarios del sector y representan
la materialización de un nuevo emprendedor rural.
Pero los frutos de este modelo que genera inclusión y sostenibilidad a partir de la
generación de riqueza compartida no son solo para los cultivadores de palma y para los
productores de aceite. Este tipo de modelos impactan igualmente la gobernabilidad, la
educación y el desarrollo social en las regiones en que son implementados, tal y como lo
señalan los análisis sobre creación de valor compartido que ha hecho Michael Porter,
profesor de la Universidad de Harvard.
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