Helena Maldonado Hablar de Dioniso o escribir sobre Dioniso es

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El Eterno Retorno de Dioniso
Por: Helena Maldonado
Hablar de Dioniso o escribir sobre Dioniso es sin duda una de las tareas más
difíciles con las que me he enfrentado. En primer lugar, por la lejanía e
inaccesibilidad de los textos originales escritos en Griego. En segundo lugar,
porque es un dios del cual, si bien mucho se ha dicho y especulado, creo que
en realidad poco se sabe de su grandeza y de su complejidad.
Generalmente se asocia a Dioniso con lo dionisiaco, con estados de
embriaguez, con el goce absoluto, con la vida sin freno, las pasiones y los
instintos más primitivos. Sin embargo, me parece que todo esto no es más que
una terrible reducción de la figura de Dioniso que si bien indudablemente
tiene estos elementos, también tiene muchos otros que no son precisamente
todo desenfreno y todo locura. Dioniso es el dios de la transformación, sucede
con frecuencia que se desdobla, se camuflajea, se convierte en otro. Nos hace
creer que es uno cuando en realidad es otro.
Esto hace aún más complicado comprender o aprehender su esencia. Otto en
su libro sobre Dioniso piensa, a diferencia de aquellos que pensaron en los
dioses griegos como meros conceptos, que es imposible venerar un concepto y
que más bien la presencia de Dioniso es esencialidad viva interiorizada, pues
solo donde hay un ser puede haber desdoblamiento. De tal forma, que en los
relatos míticos, muchos hemos intentado rastrear y reconstruir esta
esencialidad que raya en las fronteras entre lo divino y lo humano, lo real y lo
ficticio, lo uno y lo múltiple, lo material y lo intangible.
Y es que la mitología griega tiene una peculiaridad que desde mi punto de
vista resulta fascinante. Por un lado, casi todos los dioses griegos tienen una
relación intrínseca con la naturaleza, con los ciclos de la cosecha, etc al mismo
tiempo que tienen una realidad digamos trascendental. ¿cómo concebir dicha
paradoja?
En este sentido Kerenyi considera que la mitología es una realidad que nunca
fue pero que siempre esta siendo.
Es decir, que se trata de una realidad que sin duda es real pero no
necesariamente material, que no obedece a la concepción de la verdad como
adecuación, sino más bien a la verdad como revelación. Dicha revelación
denota un carácter siempre oculto al mismo tiempo que siempre manifiesto.
Siguiendo este razonamiento podríamos decir, de la mano de Kerenyi, que el
mito de los dioses es la epifanía de los dioses en la lengua. Los dioses se
revelan ocultándose en las narraciones míticas. Nos hablan desde el punto de
articulación entre ausencia y presencia.
De tal manera que así como en los sueños, Freud rastrea minuciosamente
aquello que se repite, aquello que falla o que se manifiesta de manera digamos
develada, los mitos nos revelan una cierta realidad psíquica, dicho está de
más, muy real pero que también hay que descifrar.
La interpretación de Kerenyi con respecto a Dioniso me ha resultado
sumamente interesante en primer lugar, porque plantea una lectura de los
mitos y de los cultos dionisiacos desde el punto de vista de la zoe que en la
antigua Grecia era una palabra que denotaba la vida en el sentido más amplio
del termino.
A diferencia de bios que hacía referencia a la vida en un sentido más material,
Zoe tenía una acepción más intangible pero quizá mucho más fuerte. Es la
vida concebida sin más caracterización y vivida sin limite. En Homero
encontramos, zoe como vivir y mirar al sol, vivir y tener abiertos los ojos en
la tierra, vivir y ser. Otra definición dice que es tiempo de ser. Entendiéndose
como un continuo que queda engastado en el bios mientras éste dura.
Según Kerenyi, la figura de Dioniso es zoe, la cual no excluye sino que se
conforma en y a partir de la muerte porque para Dioniso muerte es vida y vida
es muerte.
Los diferentes Dionisos- Como bien dije al principio, un rasgo
particularmente importante en Dioniso es su facilidad para desdoblarse.
Tenemos noticia de por lo menos tres Dionisos. El primero es el que nace de
la pareja Zeus Persefone y que es destrozado por los Titanes, quienes
siguiendo ordenes de Hera, primero lo descuartizan y luego lo devoran.
Cuando Zeus se entera de dicha tragedia, fulmina a los titanes con un rayo. De
las cenizas de éstos se dice que provenimos lo humanos quienes en el fondo y
de manera muy fragmentaria estamos esencialmente conformados de los
restos de Dioniso mezclados con los restos de los Titanes.
El segundo Dioniso es aquel que nace de la pareja Zeuz-Semele y en este caso
la mitología nos dice que es una vez más bajo la vengativa influencia de Hera,
esposa de Zeus, que Semele le pide a Zeus que se revele en todo su esplendor
y es así que Semele es pulverizada. Zeus recoge al pequeño Dioniso, feto aún,
y lo incerta en su muslo. Así, nace el tercer Dioniso.
En algunas versiones se dice que fue antes de que fuera ingertado en el muslo
de Zeus que Rhea lo recoge y se lo lleva a Ino y su esposo quienes cuidan de
él, hasta que Hera se entera de su existencia y enloquece a ambos, haciéndolos
que asesinen a uno de sus hijos. En otras versiones no es Ino y su esposo
quienes lo cuidan sino unas ninfas quienes lo alimentan de miel durante
algunos años.
Graves por ejemplo, dice que es después de que Dioniso es despedazado por
los Titanes y salvado por Rhea, que Persefone lo lleva con Ino. Hera los
enloquece y luego Hermes lo transforma en un cabrío y es entonces que se lo
llevan a la ninfa Macris quien lo alimentan de miel. Ahí inventa el vino. Hera
lo vuelve a encontrar y esta vez lo enloquece. Dioniso viaja a Egipto y a la
India y luego retorna a Grecia vía Frigia. De ahí que se le considere el
extranjero, el extraño, el que viene de fuera.
Según Otto, en cambio, Dioniso viene originalmente de Tracia: Ligia o Frigia.
Quizá de Niza pero hay distintas Nizas, una Arabe, una egipcia, una India y la
del Parnaso.
De tal forma, que los orígenes de Dioniso son inciertos, de lo que sí tenemos
certeza es que es una figura sumamente antigua que se ha preservado
recogiendo elementos de distintas culturas. El asunto es desentrañar qué de
esas variaciones culturales permanece a pesar de la multiplicidad de sus
formas.
Es de llamar la atención que en varias de las versiones a las que hice mención,
Hera es la responsable de la locura de Dioniso.
Analicemos
ahora
algunos
elementos
que
son
importantes
en
la
caracterización de Dioniso.
El vino- Se dice que Dioniso es el dios del Vino. Una y otra vez se nos
presenta en imágenes en donde aparecen envuelto en viñas. Podríamos pensar
que se trata de una relación fundada en el éxtasis con el cual se le asocia. El
vino es sin duda, una sustancia que produce estados extático pero manejarlo
así de simplistamente, sería injustamente desatinado. Algunos como Otto,
afirman que más que la relación con un estado de conciencia particular, tiene
que ver con un ciclo de vida y muerte de la misma viña. De hecho, los cultos
realizados en torno a Dioniso coinciden con las fechas del crecimiento y la
muerte de ésta. Por otro lado, según la versión de Graves, Dioniso inventa el
vino cuando está siendo escondido de Hera por la Ninfa. Parece que hace una
transformación de la miel al vino. Sin duda, se puede pensar que se trata de
bebidas dulces y cálidas, extractos de la vida misma.
El Toro- Desde las primeras figuras asociadas con Dioniso como lo son el
minóico encontramos la figura del toro asociado con él. Por ejemplo en el
minotauro de minos que por otro lado, no es precisamente un toro sino más
bien una bestia mitad toro, mitad hombre. En el mito del laberinto aparece
Ariadna que como sabemos es la única pareja de Dioniso quien en algunas
versiones es raptada por Teseo, en otras más bien se reencuentra con él pero
curiosamente en la isla de Naxos. Isla que es una de las favoritas de Dioniso.
Los mitos también nos relatan del
reencuentro de Dioniso con Ariadna
precisamente en Naxos. Algunos lo manejan como un reencuentro, otros como
un primer encuentro. Por otro lado en muchos cultos dionisiacos tenemos
noticia de una serie de sacrificios de toros. Este podría representar la fuerza y
la virilidad, el estado salvaje.
Según Colli, detrás del mito del laberinto se encuentra Dioniso como una
figura extática encerrada entre las paredes de dicha construcción, alienada del
mundo externo así como Dioniso.
El espejo- Este es uno de los elementos que resultan más llamativos porque
se repite una y otra vez en los diferentes mitos o en las diferentes versiones.
Por ejemplo, en el despedazamiento de Dioniso Zagreo por los Titanes.
Encontramos que antes de ser despedazado y posteriormente devorado (una
variante según Kerenyi es que los Titanes no lo devorarón crudo sino cocido)
Dioniso Zagreo, hijo de Persefone y Zeus quien es aún un niño en este
momento porta consigo un espejo.
En las Bacantes de Euripides cuando Dioniso se encuentra con Penteo, hijo de
Agave quien es hermana de Semele, y éste quiere expulsarlo de Tebas,
Dioniso le dice “yo veo y tú estas ciego” ¿pero qué es lo que Dioniso ve? Más
adelante nos daremos cuenta que todas y cada una de las expresiones con las
que Penteo insulta a Dioniso por ejemplo, cuando le dice afeminado,
extranjero, loco, etc.... todas y cada una de estas expresiones acaban siendo
personificadas por el mismo Penteo y entonces Dioniso funciona como espejo,
refleja lo que Penteo es. No conoces ni siquiera quien eres, le dice Dioniso.
Las mujeres- Sabemos que el séquito que sigue a Dioniso es femenino: las
bacantes, las ménades y todas las mujeres que realizan los cultos dionisiacos.
Eran cultos de mujeres. El mismo Dioniso es un dios muy femenino, de pelo
largo y una sensibilidad muy especial, muchas veces se le califica como el
afeminado. Si recordamos su historia es un dios que no tiene madre, Semele es
fulminada por Zeus y de hecho Dioniso en algunos mitos desciende al Hades a
buscar a su madre o realiza cultos en su nombre. De hecho, Semele es una de
las mortales que después accede al mundo de los inmortales. Algunos dicen
que de hecho, Ariadna es una mujer muy cercana a la misma Semele.
La Mascara- En muchos de los frescos encontramos la mascara. A veces,
Dioniso la porta, a veces más bien está puesta en alguna columna. La mascara
es interesante porque nos remite a la ambivalente relación presencia-ausencia.
La mascara es presencia engañosa y ausencia absoluta.
El falo- Un elemento también muy importante es la variedad de símbolos
fálicos. Los encontramos como especie de monumentos. Dice Heráclito que si
no fuera porque éstos están dedicados a Dionisos, serían burdos y vulgares.
Sin embargo, si Dioniso está detrás, la cuestión cambia y adquieren una
dimensión muy particular. Kerenyi dice que es paradójio que siendo una
figura femenina, con ritos y cultos de mujeres aparezca el símbolo fálico. Dice
que ya en Atenas el falo permite la introducción de los hombres a los cultos.
Simboliza, dice, la posibilidad de resistir al éxtasis del vino si se mezcla con
agua. Los hombres permanecen erguidos a pesar de las cantidades de vino que
ingieran.
La muerte- Dioniso, decía al principio, es el dios de la transformación y lo
que encontramos como una constante invariable es su eterno retorno. Cuando
es devorado por los titanes es rescatado por Rhea y hecho cenizas retorna,
cuando es en cierto modo fulminado por Zeus, es rescatado por él mismo y de
nuevo retorna. Tiene la característica de revivir una y otra vez su historia, les
muestra a los hombres la inagotable fuerza de su destino. Dice Otto “El que
así nace no es únicamente el que grita de gozo y nos trae alegría, también es el
dios que padece y muere. El dios de la trágica paradoja, delirio de placer y
terror.” El dios padece en carne propia las monstruosidades que comete.
La muerte en el amor- Es interesante pensar que Dioniso no solo nos
recuerda la muerte necesaria en toda vida, sino que también al estar siempre
aludiendo a la fusión de los contrarios es muy cercano a la muerte en el amor.
A la seductora fuerza de la vida que precipita la muerte.
Espero que haya podido ilustrar hasta aquí la complejidad que caracteriza a
Dioniso, pero hasta ahora poco nos dice de su relevancia en psicoanálisis.
Freud nos dice que los dioses son figuraciones del padre. Y que en el fondo de
las religiones nos encontramos con el asesinato de éste y su retorno en forma
de dios. En el caso de Dioniso encontramos una relación sumamente estrecha
entre Zeus y Dioniso.
De hecho Kerenyi dice que Dioniso es una figuración de Zeus y es Dioniso
quien retorna para reivindicar a los hombres, les revela una y otra vez su
verdadero ser. Las relaciones entre esta figura griega y la figura de Cristo han
sido ya planteadas por muchos, inclusive por el mismo Freud.
Pero Freud no deja de señalar la relación entre el padre y el sacrificio. Los
cultos en Grecia nos lo confirman cuando es el toro el que se sacrifica, al
mismo tiempo que es una figuración de Dioniso y que el mismo sacrificio es
una repetición de la forma en que Dioniso nace y muere incesantemente.
Pero detengámonos un poco más en el nacimiento de Dioniso del muslo de
Zeus. Dice Kerenyi que a él le parece que el nacimiento de Dioniso esconde
una castración. Lo cual nos llevaría a pensar que Dioniso no nace de Zeus,
sino que es el falo de Zeus y eso explicaría el hecho de que los cultos
dionisiacos llevados a cabo por mujeres fuesen tan extáticos y cargados de un
placer muy partícular ligado a la muerte, a la ausencia.
Una consideración más con respecto la extraemos de la tragedia. En la
tragedia, el héroe trágico podría entenderse como una figuración más del
padre como hijo. El papel del coro en la tragedia es interesante y ya nos lo
había señalado Nietzsche cuando dice que el personaje más importante de la
tragedia es el coro porque es una especie de espectador activo del desenlace
trágico del héroe, en el coro. Este que desafía a los dioses. El héroe trágico se
juega la vida desafiando su destino pero al mismo tiempo accede a una vida
trágica en comunión con la muerte.
Decía Freud citando a Goethe, que las virtudes heredadas hay que adquirirlas
para poseerlas. Es decir, no porque son heredadas son ya nuestras, sino que
hay un rango de acción necesario que implica un cierto alejamiento de aquel
que las hereda. Cosa que ejemplifica de manera excelsa el héroe trágico.
En este sentido el carácter trágico de Dioniso también se puede entender así.
Es un dios que carece de madre pero que se encuentra en relación incestuosa
con ella a través de Ariadna. Así como alguna vez el padre totémico de Freud
poseyó a todas y cada una de las mujeres, cosa que los hermanos un día no
permitieron más y le dieron muerte, pero su muerte cobró fuerza en una
dimensión psíquica tal que retornó como Tótem, luego como dios- padre,
luego como dios-hijo. Un hijo que revive una y otra vez la muerte del padre y
la suya propia. La articulación que me parece sigue siendo difícil de esclarecer
es aquella con respecto al falo. Dioniso como falo de Zeus, luego como falo de
las bacantes.
De esta manera, cobra ahora una significación distinta el asunto de la ausencia
que se hace presente de manera tan peculiar en Dioniso a través por ejemplo
de la mascara. Con el falo lo que se hace presente además de la ausencia es
precisamente la posibilidad de la indiferenciación. Por eso, resulta sumamente
seductor y extático. El Dioniso que aparece como espejo refleja aquello otro,
que aparece como completamente desconocido- el asesinato primordial, el
padre como dios y como hijo, la muerte del uno y del otro. Aunque la
diferencia está en que el hijo, por ejemplo ya en la figura de Cristo aparece
como redentor de la humanidad. Es un Dioniso que introduce la culpa y cuyo
sacrificio abre a los hombres la posibilidad de ver la inmensa bondad de un
Dios cuyo hijo es sacrificado para redimir a los hombres.
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