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CQ^- 0 'e'iAU)L^ ( B a ß a flc x o .
Corrííítan
TESORr
Libros •
R iM io t e c
Procedti;.
fratcttia.
DECIMA Y ULTIMA
CORRECCION
AL
D.
FR A TE R N A
PRESBÍTERO
S E B A S T I A N
M IÑ A N O ,
con una Homili'a sobre la A d verten cia del autorj
que precede a l tomo X de su Diccionario
g eogr^ co.
POR
D.
F,
C aballero.
MADRID j
Im prenta de E . A g u a d o , lajada de Stü. Cruz.
i8n8.
MI L
Y
MAS
ERR O RES.
lE T R IL L A .
¿V e s , le c to r , las luces bellas
Q ue el firm am en to osten tó ?
P ues, aunque h ay m iles de estrellas,
Jifas vects M in a n o erró.
I V es el m a r em bravecido
C u án tas aren as m ovió ?
P u es m ira , lector querido,
M a s veces M in an o erró.
¿ V es el T a jo cristalin o
C u án tas gotas a l m a r d io ?
P u es , escribiendo sin tino,
M a s veces M iíia n o erró.
¿ V es la abeja artificiosa
C u án tas celdillas la b r ó ?
P u es oye , lector , no es cosa ;
M a s veces M in a n o erró.
¿ V e s á D id ot afanado
Qué de le tras im p rim ió ?
P u es m ira , lector am ado,
M as veces M in a n o erró.
¿Ves , en fin , las m uch as flores
Que p rim av e ra brotó ?
P u es créanm e m is lectores,
M as veces M iiia n o erró.
H s e l viciado corazon d e roble,
Y aunque le sa je sá tira punzante
N o h a / qut esperar que á la razón se doble.
£ L L IC . M ACH UCA.
S e ñ o r D . Sebastian : A h o ra s i que necesita­
mos del correo para comunicarnos. Hasta aquí
había sido nuestra correspondencia como la de
los enamorados, que se ven continuam ente, se
escriben , y son conductores de sus propias es­
quelas. P ero en el día que distamos 24.6 le­
guas, que nos separa esa cadena pirenaica, mu­
ralla eterna entre las C alía s y la Iberia , me­
nester babeinos de las epíslolas. jB ie n haya el
genio sutil que facilitó la comunicación entre
los hombres por medio de los correos y de las
postas! M as, á decir verdad, el pulso me tieml-la
al escribir esta décima Corrección, Hecho V m d .
un parisien; restituido al seno de su sociedad;
satisfecho de haber enriquecido la biblioteca de
4
.......................
S . M . Crisliam slm a con sus nueve tomos y
tercio: confieso que le veo otro h o m b re, y que
me ruborizo al escribirle. N i paran aquí rais le inores. Los tengo m uy vehementes de que vmd.
m e conteste imponiéndome perpetuo silencio en
nom bre de la sociedad geográfica; y amen de
este disgusto 9 tendré el de pagar las cortas le ­
tras que me vienen de tan maía parte. A quí
iba de mi carta , cuando recibo la plausible
nueva de que vmd. acaba de llegar tan famoso y
con honores á legiones. Sea enhorabuena : mas
no por eso he de dejar de proseguir mi fra-~
terna j y de acabar con el Diccionario» esto es,
con la letra Z . Tomemos el camino de V a len ­
cia , y antes de llegar á las C abrillas demos u a
cuarto de conversion sobre la izquierda, y en­
tre elevados y frondosos pinares hallaremos á
S a is t a c r u z d e m o y a . —
Este parrafillo
debió ir en el núm ero anterior; pero como no
todo lo que se debe se paga , le ha tocado la
suerte de abrir la marcha del presente. Está
tomadO) palabra mas ó menos, de un diálogo que
no ha mucho pasó entre dos serranos de S a n ­
ta C r u z , que con el D iccionario en la mano ( i )
( f ) C u an do se d ice que iin h om b re tie n e en la m a­
no e l D ic c io n a r io , se h a d e e n ten d e r d isju n ctiv é de
ca d a uno de sus tom os i porque e l D icc io n a rio in to turn solo p u ed e e s ta r sobre los lo m o s de u a p o iliu e .
ó sobre e l bufere de u u errador.
decían de esta m anera: ¿qni¿n le habrá dicho
al S r. M iíiano que en nuestro In^ar se crian
por un quinquenio rnil corderos , siendo asi que
no pasan de setecien tos?— P ara eso rebaja la
contribución á menos de una m ita d , y pata.
P ero hom bre , ¿ y las mil y quinientas arrobas
de criadillas de tierra , fruto que no se da en
este terreno f r í o , y menos en cantidad lan
exorbitante ?
Estas criadillas de lierra son
sin duda las manzanas de tierra que llam an los
franceses á las patatas; y puesto que de estas
no hace m en ción, •váyase lo uno por lo otro. —
¿ Y poner dos molinos donde solo hay u n o ? —
Tam bién pone un regidor de m en os, ^ pata.—
Pues ¿ y la omision de la cosecha de vin o y
a c e ite , de la de hortaliza y f r u t a ? — V á y a se
por las fábricas de cordellate y jabón que ba es­
tablecido motu proprioi y que jamas se b a n c o nocido.— ¿Y q u ém e dirá vnid. del hospital que
p o n e , no existiendo los cinnentos
Q u e pa­
ra eso ha dejado de poner el balan , y paia, —.
Y a me presumía yo que el S r. J), Sebastian
nos había de salir con alguna pata de cabra.
S e ñ o ría d e sa\iÑ an, — Se halla enclavado
este pueblo dentro del de Savinan , del que lo
divide una calle. Solo tiene jurisdicción íntva
muros \ de suerte que apenas se drjan las ta­
pias de las tres m anzanas que form an la po­
b la ció n , ya se tora en el térm ino de Savifían,
que por todas parles tiene aislado al de S en o -
ría , y reducido al estrecho recinto que ocupas
los edificios. Sentado esle hecho, se verá lo in exaclo que es señalar á la Señoría por conGnes
el F r a s n o , M orata y otros pueblos de las in inediaciones, que solo pueden ser aledaños de
Saviíían . Por igual razón es un desatino figu­
ra r en Señoría cosechas de tr ig o , v in o , acei­
te , &<•., siendo un pueblo de jornaleros , sin
mas terreno que el que ocupan las casas. Pero
no ha parado aquí el genio creador de nuestro
B uffon. E ntre las producciones de la Señoría
ha puesto la planta del lé-, y unas piedras bri­
llantes y cuyo valor se ignora. E l valor de estas
pedruscas es bien entendido ; lo que se ignora,
ó mas bien , lo que se niega , es que los habi­
tantes de Señoría hayan visto el té ^ como no
sea en la hoja del te igitur,
S e v i l l a . — ¡Q u é a r t í c u l o tan largo! ¿Q uién
s e lo Ua de echar al cin to ? N o , n o: iremos
sallando como la abeja de flor en f l o r , indi­
cando : I.® lo que está mal dicho; 2.° lo que
no debí«) decirse ; 3 .® lo que falla por decir.
I.® Errores. = :U n o es, y m uy garrafal, ase­
gu rar que las S .jS o varas castellanas que tiene
de circuito la m uralla de S evilla hacen legua y
media de 20.000 pies. L as 8.780 varas hacen
aG .aSo pies; la legua y m edia tiene 3 o .000;
luego faltan 3 .7 5 o pies, ó i . 25 o varas para
que D. Sebastian diga v e rd a d , ó no se equi­
voque el sevillano vi\>o que redacto el a rlíc u -
lo. = E n tre las iglesias colegíales de la diócesis
de S evilla falla la de O livares , pues aunque
sea \>ere nullius, está dentro del arzobispado, y
en é\ la pone la G u ia eclesiástica. E s m uy re­
parable que hayan incurrido en esta equivoca­
ción dos presbíteros que viven del altar en Se­
villa , aunque sirven y gastan en el m undo de
la C orle. = E n l r e los literatos naluralcs de Se­
villa se pone á I). Juan L e m a rd o D iaz de L u ­
go ( D . Juan B ernal D íaz de L u co se debió
e s c r ib ir ) , que fue sevillano como el hijo de mi
m adre. E n el artículo L u c o , del Diccionario
geográfico de la Academ ia, probó detenidamen­
te el Sr. M arin a que este español ¡lustre fue na­
tural de aquel pueblo de Á la v a , y que no te­
nia mas de Sevilla que ser hijo de un K a cío nero de aquella santa iglesia.
2.° Noticias inoportunas. — L a descripción
artística de los edindos con que se ocupan tan­
tas p á g in a s, es m uy buena en boca de Ponz ó
del S r. Cean B erm u d ez, porque las nobles a r­
tes son el objeto de sus escritos apreciables;
pero de ningún modo es propia de un D iccio­
n ario geográfico-esladístico. =: 'i'am poco viene
al caso la noticia biográfica tan particularizada
de los sevillanos céleb res, y menos de los que
viven en el dia; porque sobre ofenderse su mo­
destia , puede sospechar algún malicioso que han
tenido parle en su propio panegírico.
N o es
m ayor cordura prom over rivalidades odiosas
en tre los poetas sevillános y caslellanos, cotno
si todos no fueran españoles, y como si aque­
llos se hubieran hecho líricos y pindaros sin sa­
lir del lu gar de su nacim ieuto. G loríese enho­
rabuena la capital de A ndalucía de haber sido
la cuna de H e rr e r a , A r g u ijo , Jáu regu i y otros
poetas sobresalientes ; pero no se infiera de aq u í
que la poesía es hija de S e v illa , que los caste­
llanos son prosáicos, y que e( D uero es el l i m iie del reino de las musas. = ( ] o n igual espí­
ritu de provincialism o se hace el paralelo en­
tre los pintores, olvidándose del juicio con que
Potiz critica las ordenanzas de Sevilla, título de
los pin tores, fol. 1 6 2 , por el que se sujeta es­
ta noble arte á las trabas de las serviles : m e­
dio mas propio para acabar con la pintura que
para perfeccionarla: medida que no prueba un
gran conocimiento de los cam inos por donde se
llega á lo sublim e de esta arte encantadora. =
L a amenidad del estilo, las frases escogidas y
estudiadas de que está sembrado el artículo de
S e v illa , son propias de un genio poético, de
tin gusto inim itable. A los sevillanos se los p re­
senta llenos de talentos ( moneda rom ana ) y
fogosas para tomar resoluciones nobles. L as sevi­
lla n a s, claro está que son aseadas y de imagi­
nación risueña. E n S evilla h aygran d es obras en
el estilo plateresco ^ hay torres con vista ligera
y de una estension inmensurahle. Los poetas y
pintores sevillanos se han distinguido del resto
de los españoles por su lenguage, ó sea colorido,
brillante como el cielo, por su lenguage rico y
delicado como las praderas \ al paso que el de
los castellanos se ha forjado por la carencia del
gusto,
**¡Jiípiler! lanza rayos y venaldos.
S i estoes ser santo, vale mas ser diablos.’^
3 .° Omisiones.
E n el día que tanto se
habla del puente subterráneo del T á m esis, que
se construye cerca de Londres , ofrecía S evilla
un motivo de ensalzar los monumentos de la
España antigua en este ram o de la arquitectu>>
ra hidráulica. Se sabe que habia un cam ino por
bajo del G u a d a lq u iv ir, que desde la casa-pa—
lacio de los duques de V eragu as, en la plazue­
la de A lam bo r, se dirigía á la colonia de Osset,
h oy san Juan de Alfarache. H a y noticia de
que fue reconocido este paso en 1600 por va­
rios jóvenes que llegaron hasta debajo del rio,
de donde se volvieron temerosos de las aguas
qjie enconiraron. N o era esta la tínica comu­
nicación sub-fluvial que habia en Sevilla ; pues
se conserva memoria de otros subterráneos, que
desde la torre del O ro se dirigían tam bién á
san Juan de Alfarache ; curiosidades artificia­
les que se han escapado al apologista hispalen—
se. =: L a omiston de los docum entos, códices y
otras obras originales que han form ado el ar>
a
lO
ch ivo <le Indias en S evilla, es difícil de graduar,
porque son pocos los que saben las preciosidades
am ericanas que a llí se encierran, bajo el niislerioso velo de los geroglificos, y de los idiomas poco
conocidos de los indígenas. — Tam bién se ha
tenido por digno de reparo y maravilla rara las
circunstancias de la vida y muerte del doctor
D . J u an R an úrez de Bustam ante Calderón de
la B arca y B arrera , capellan de la iglesia de
san Lorenzo de la ciudad de S evilla •, donde
fue enterrado el i .° de octubre de 1 6 7 8 ; de
cu ya partida de defunción, certificada por el be­
neficiado D . José Ju an Polo en 29 de marzo
de este a n o , se estrad a lo siguiente: " D . Ju an
»R am írez de Bustamante fue casado cinco ve^
n c e s , una de ellas con doña A n a Bernabela
»de Z a m o ra , viuda y doncella. T u v o de estos
»m atrim onios cuarenta y dos lujos y y ademas
jtnueve bastardos, f u e de venerable persona y
i,muy capaz. D e edad de
años compuso uu
» libro de poesías á diferentes asuntos. F u e a lwguacil m ayor del arzobispado, m ayordomo del
»convento de santa A n a , escribano de cám a» ra y de acuerdos de la real Audiencia , se~
»cretario de la contratación , notario m ayor de
»!a religión de san J u a n , y m ayordonio de
»santa Isabel. N avegó muchos años. Sabia siei>te lenguas de indios. Se ordenó de sacerdote
»á los nooenta y nueve anos de edad , y murió
ȇ los ciento veinte y uno, de una caida que dio
»en las pasaderas de san Francisco de Paula.
»Celebró hasta fin de sus d ia s , y eslaba e n utonces componiendo unas poesías en alabanza
»de la V irgen/^ V éase si las particularidades
que ofrece la vida de este Doctor presbítero son
poco comunes , y dignas de ser notadas en los
anales de Sevilla. N o quiero despedirme de es­
ta ciudad maravillosa sin recordar lo que de su
iglesia catedral dice D . A ntonio Ponz en su V ia ge , tom. I X , pág. 3 . R eíiere este ilustre v ia gero que cuando los prebendados de S evilla re­
solvieron hacer la catedral, celebraron un acuer­
do ( ó sea cuento ) en estos términos: Fagamos
una iglesia para que los de porvenir nos tengan
por locos. Parece que el S r. M iñ a n o » digno su­
cesor de aquellos prebendados, no ha perdido
de vista este rasgo andaluz en muchas de sus
empresas. F iguróm e que al resolverse á darnos
su obra geográfica, dijo para su sotana: Faga-‘
mos un Diccionario para (/ue nuestros contempo­
ráneos y los de por<íenir nos tengan por locos»
¡Oh, y cuán pocas veces nos engaña el testimo­
nio de la propia con cien cia!
S o l a n a . — S i este pueblo fue fundado
cuando se dio el campo de M ontiel á la orden
de Santiago, ¿por qué se fija el ano i a 43 , y e n
el artículo JVIonilcl el de 1 2 1 9 ? N o falla quien
anticipe esta gracia mas de medio s ig lo , a tri­
buyéndola al rey D . Alonso V I H en el mis­
mo año en que el papa A lejandro U I confir­
m ó dicha orden. P ero si hemos de hacer caso
de anacronismos..... si nos hemos de parar en
situaciones..... Hé aquí liléral la de la Solana:
á los
de latitud y iS de longitud oriental
entre N . y O. aunque con demasiada inclinación
a l segundo, j Piedad , S r. la L a n d e , que nos
ahogamos en este piélago de desatinos ! L a b rú ­
jula señala ai oriente entre norte y poniente de­
clinando á este últim o..... sin rem edio perece­
m os; los puntos cardinales se barajan; el m un­
do se desquicia. ¡V á lg a m e el santo Cristo del
Amor , Y nuestra señora de Peñarroya! Veam os
ahora los santos y frailes que ha habido en la
Solana , y nos convencerem os de que en la
M an cha es tan grande la afición de los natu­
rales á tomar el hábito^ como el cuidado de los
forasteros en guardar la capa. U n flo s sancto-^
runi se podia escribir con las vidas y hechos de
los diez y ocho santos y religiosos que ocupan 6o
líneas de las 82 que tiene este artículo.* es de­
c i r , que solo quedan 22 líneas para la geogra­
fía y estadística , despucs de em plear las 60 en
biografía franciscana. A q u í se vé cuando entra­
ron frailes; dónde y de que m ano lom aron el
liábito ; en dónde profesaron; quién escribió sus
vid a s; cu án d o, dónde y de qué edad murieron;
cóm o em piezan sus obras inéditas ; con oíros
porm enores tan curiosos como interesantes. Por
el con trario , no se hace mención enlre las per­
sonas ilustres del E xcino, S r. l) . Ju an A ntolinez
de C a stro , Capítan G en eral de E slrem adura,
cuyos sucesores gozan el irtulo de M arques del
M érito. Se omite que en i 2 i 5 dio privilegio
D . E nrique I en favor del conde I). A lv a ro do­
nándole el castillo de la A lham bra, en cuyo tér­
mino se fundó la Solana según U demarcación
hecha en 1 21 7 . Y se omite también que en
i 565 se hizo villa la Solana por privilegio del
Sr. D . F elipe l í . M as estas adiciones aún ten­
drán lugar.
Saldrá á tres meses
E l S uplem en to;
Y entonces..... vaya,
S erá un portento.
S o r i a . « N uevas habilidades del mágico de
B e c e r r il: á unos pueblos m e r c e d e s enriquenas;
agravios reparables á otros. A lm azan y A g re ­
da han logrado gratis título de ciudades, aun­
que no se espresa sí con voto en Cortes. ¿ Y
cómo se ha hecho este m ilagro? Despojando de
sus títulos á A lfaro y A r n e d o , y dejándolas vi­
llas lisas, llanas y abonadas. A N ájera la ha
trasladado desde la provincia de B u rg o s, para
que venga á ser soriana contra su voluntad:
esto en el artículo de la provincia , que en el
de la ciudad son muchos lo s agraviados. D ice
su autor que Soria tiene S e a pueblos de juris­
dicción , y como no pone mas en toda la pro­
vincia y se sigue que ciudades , villas y luga­
res süti pedáneos de la única jurisdicción de Soria. Y a estarán contentas las poblaciones que
han logrado á buen precio jurisdicción por s í y
sobre si. ¡Q ué buenos vigotes tendrá D . C am i­
lo Batanero y T u n d id or, y cómo se reirá D . J u s­
to P a tr ic io !
T a l a v e r a d e l a r e i n a . — Hablando del
puente sobre el T a jo , dice el Diccionarista, que
la parte que hoy es de m adera fue cortada por
el rio ; pero le faltó añadir que fue segunda vez
cortada en la guerra de la independencia ( i ) .
L a cosecha de trigo y cebada la ha dism inuido
considerablemente. P ara el catálogo de los va­
rones ilustres no ha tenido presentes los 19
escritores que cíla D . N icolás Antonio. E l cam ­
bio de esta villa que hizo el rey D on E n r i­
que II con el arzobispo D . G óm ez Manriquez»
( i ) De lo s su cesos d e e s ta g u e rra h a b la D . S e b a st U u co m o si no h u b ie ra esta d o en c a m p a ila . D ice que
l a A lb u fe ra de V a le n c ia ( V . e ste a r t íc u lo ) la dió
S . M . al duque de W ellin g to n en recompensa de sus ser­
v ic io s . Q u e se d ió en p re m io de s e r v ic io s , es c ie rto :
q u e se dió p o r S. M . J o s e fin a , ta m b ié n io e s : pero
q u e se d ió á W e llin g to ü , ¿ c ó m o lo c re e rá q u ien sep a
lo s s e rv ic io s q u e h a c ia e l D u q u e , y lo s que p re m ia b a
José N apo Jeon ? C u a n d o e l gobierno t s p a fio l d ió á
W e llin g to n e l Soto de R o m a , d ió e l re y José la A lb u ­
fe r a a l m a ris c a l S u chet \ y c o u fu n d ir e sta s dos p o se ­
s io n e s , esto s dos G e n e r a le s , y lo s d os f t e y e s , p ic a e a
h is to r ia . B ien dijo e l p o e ta d e V en osa.
J3um vH tant s tu iti v i i i a , in contraria eurrunt.
no fue por ¡a villa de A lcá za r, como se supo­
ne i sino por la ciudad de Alcaráz. N i fue en
la era 1407 7 sino en la de 1409» ó sea año
ele 1 371 . P ero todo se lo perdono , menos el
que haya pasado en silencio las mondas de Ta~
lavera^ y las funciones de la patrona nuestra
senara del Prado. V erd ad es que han decaldo
mucho de su antiguo b r illo , que no h a y jus­
t a s , ni parejas, ni c a íía s; mas aún se conser­
van los toros , las d an zas, la concurrencia de
las parroquias y justicias de muchos pueblos, y
la célebre justicia de mogiganga. A s í se llam a
á un ayuntam iento de personas del pueblo ba­
jo , que con beneplácito del Corregidor se elige
para los dias de las fiestas. Estos funciona­
rios se visten y revisten de autoridad , y ad-r
m inistran justicia según su leal saber y enten­
d e r , verbal y sumariam ente , atendiendo á la
fé prometida y buena fé guardada. T ien en tal
acierto en las disposiciones sobre comeslibles»
ve n ia s, concurrencias y demás ramos de p o liría y gobiern o, que los talavereííos no echan
de menos en estos dias la autoridad del C o rre­
gidor. Véase un rasgo curioso de las costumbres
de un pueblo cercano á la C o r te , generalm en­
te , ignorado porque autores como el S r. M i ííano se han olvidado de r e fe r ir lo , siendo así
que se ocupan de cuentos tan descabellados co­
mo el del Rey de Patones.
T arazona , — E n esta aragonesa ciudad hay
tres parroquias : la C atedral, que llene dere­
chos parroquiales en la iglesia de P P . M erce­
n ario s; la Magdalena y san Miguel. L a cuar­
ta que pone el D iccionarista es una de sus muchas ficciones poéticas. P ara regar la vega de
Cunchillos y V ie r le s , hace saltar por cim a del
rio Q ueiles á ia fuente de Salas li ojo de san
J u a n ; como si digera que la fuente de san Isi­
dro del Cam po riega las huertas de la puerta
de Atocha. O m ite entre los frutos el del aceite,
que es m uy p rin cip a l; y entre las fábricas las
de lo n as, sacos, a lfo rja s, soguería y otras que
h a y en la ciudad, y especialmente en el real
Hospicio. A la rg a
horas el cam ino á Zaragoza,
y a el de T udela de N a v a rra . U n S r. C an ó­
nigo que ha notado estos y otros errores del
D iccionario, hace de él la siguiente censura de
matacandelas : '*Por todo lo cual hallo ser de—
»fectuosa en M in an o su d escrip ción, m u y d inm inuto y mezquino este a rtícu lo , y digno su
»D iccionario de que in ignem mittaíur ; libro
»herético y blasfemo políticam ente , y m u y
»acreedor á su crítica , justa y oportuna c o r»reccion fraterna.’^ A llá me las den lodas.
UcÉDA. — N o alcanzo la razón porque se
ha puesto en este lugar la fabulosa historia'de
los Palones , teniendo este pueblo su artículo
propio. M ucho mas me adm ira que un S r, D oc­
tor que ha dado pruebas de que no cree en
brujas ni adivinanzas , se muestre tan crédulo
de las caballerescas historias del supuesto reino
palónico. D . A ntonio P o n z , que en su viage
de España habla detenidamente de esta rara
m on arqu ía, presenta con la m ayor destreza y
singular gracia los reparos que la sana crítica
opone á noticias y tradiciones lan estravagan tes. E n efecto, suponer que un puñado de gen­
tes estuvieron en el centro de la Península go­
bernados por s í é ignorados de los demas por
espacio de algunos siglos , y que aun despues
de conocidos subsistieron independientes de la
autoridad local inm ediata y de la del gobier­
no : suponer esta pequeña república en m edio
de la monarquía española con tolerancia de la
autoridad suprem a y del señorío fe u d a l: su­
poner un R e y de pobres y m iserables pastores
en el seno de un pais civilizad o , sin tener otro
fundam ento que la tradición ó capricho de los
n atu ra les, es la prueba mas com pleta de falta
de criterio. N o está lejos de creer que vuela un
b u e y , quien cuenta como cosa indudable una
novela de esta especie, m u y semejante á las
del Preste J u an de las Indias. P ero nuestro
D , Sebastian ha avanzado mas en las ficciones
y paradojas. N o solo nos ha presentado como
un Soberano al lie j' de los P a to n es; ha creado
A lm iran tes de este gobierno m a rítim o , y para
darle mas autoridad y acercarlo á nuesiros días,
supone que aún vive quien ha conocido al ú l­
tim o monarca patónico. h id e si sapis. Y o n o -
3
taria de omiso al S r. G eógrafo 9 si tratando
del pueblo Patones no mencionase estas anti«
guallas ; pero es una sencillez poco común e a
gente de la chapa de su m erce d , que refiera
como un hecho lo que es fantasía ó sueno. Q ue
la repugnancia ó resistencia de los Patones á
sujetarse á la jurisdicción de U c éd a , ó tal vez,
que el capricho de los lugareños diese en lla­
m ar Rey ó Rogue á la autoridad del pueblo (que
aun hoy se dice que un alcalde de m onterilla
es un K e y en su lugar ) , nada tiene que ver
con la form alidad y carácter de m onarquía i a dependiente que se figura en P ato n es, como si
se hablara de un pueblo del interior del Áfri->
ca. M ejor hubiera sido que el D iccionarista
apuntase la causa de la prisión del joven 1). F r a n ­
cisco Jim en ez de Cisneros en el castillo de
U céda , que parece fue la bula espectaticia que
logró del Papa para ocupar el prim er benefi­
cio que vacase en su pais : especie de bulas que
agradaba poco á los prelados españoles, y que
resistia el gobierno. Baste de Patones.
V a l d e c o l m e n a s ( d e abajo y de a rrib a ) .—
D e l sobrenombre de estos dos pueblos deduce sin
duda el S r. M in an o que el de abajo está en una
pega, y el de arriba en una altura ; siendo to->
do á la inversa. L a denom inación de alto y
bajo no siem pre es relativa á la diferencia de
n iv e l de los dos pu n tos, sino al curso de loa
ríos y arroyos inmediatos. £ l riachuelo de d o a -
ig
de loman el sobrenom bre estos dos lugares cor­
re desde el término de Valdecolm enas de a rri­
ba al t é r m i n o de Valdecolm enas de abajo; pe^'
ro este últim o pueblo está sobre el n ivel del
prim ero. Valdecolm enas de arriba ( que tam ­
bién se llam a V aldecolm enillas, por ser m enor
que el otro ) , se halla en la vega y á la orilla
del a r r o y o : Valdecolm enas de abajo está m as
de cien varas sobre el n ivel de la vega en la
falda de una alta montaña. Desde V aldecolm e—
ñas de arriba pone el Diccionario
horas de
m archa á Huele , y 8 horas á C uenca, hallán­
dose el pueblo á igual distancia de ambas ciu­
dades. A ú n hay m as: para ir desde V ald ecol—
m enas de arriba á C u e n ca , dice que se pasa el
puente de Valdecolm enas ( de abajo debe en­
tenderse ) , y por V illa r del M aestre ; cam ino
tan derecho como si para ir de M adrid á A Icobendas se saliese por el puente de Toledo y
se fuese luego al Pardo. N o hubiera incurrido
en eslos desaciertos el cirujano de V aldecolm e­
nas de abajo , ni el mas zafio sajón de este
pueblo.
ViLLAYiEJA. — Con justísima razón se han
lam entado los geógrafos espaííolcs de la irre­
g u la r división de nuestras diócesis, tanto por
la desigualdad de su estension superficial, co­
m o por la deformidad de sus contornos. E s
cierto que las ventajas progresivas que los cris­
tianos lograron sobre los m oros, y la concur­
so
rencia de los prelados £ las conquistas « influ­
yeron en que la division eclesiástica de E spa­
ña varíase á cada m om ento, adquiriendo unos
obispados pueblos lejanos de sus m etrópolis, y
perdiéndolos otros en el centro de sus dem ar­
caciones. Pero estas causas cesaron y a , y los
buenos patricios hace tiempo que ansian el ar­
reglo que exige el buen régimen de las dióce­
sis , para la mas fácil y pronta comunicación
en tre los prelados y los fieles. Se vé con estra­
ñeza que los cinco pueblos del partido de C a zorla , en el reino de Jaén» pertenecen ai ar—
tobispado de T oledo: que las diócesis de O sm a
y Zaragoza , uniéndose en la sierra de T a b la ­
do , separan en dos porciones el obispado de
T a ra zo n a: que el arzobispado de Santiago tie­
n e pueblos de Castilla y León que á la sim­
ple vista del m apa parecen de oirás diócesis:
que el arzobispado de V alen cia tiene separada
una porcion de su lerriíorio por estar interpo­
lados los distritos diocesanos de Tortosa y S e go rb e; con otras irregularidades no menos cho­
cantes que las de la division política. Sin em ­
bargo , ninguna de estas anom alías geodéiicas
es lan estravagante como la que ofrece el ar­
tículo V llla vieja , pueblo de la provincia de V a ­
le n c ia , p.irtido de Castellón de la Plana. É chense á discurrir m is lectores á qué diócesis
pcricnecerá esta villa, y apuesto que no lo acier­
tan aunque nom bren treinta. D ice pues núes»
tro candido geógrafo» <jue V llla v ie ja es del
obispado de Astorga , y de una plumada sepa­
ra al Pastor de su rebano mas de ríen Ifguas,
sin contar con el permiso de los M M . R R . A r ­
zobispos de '^Polcdo y \ a le n r ia > i» con el de
los R R . Obispos de Z a m o ra , P alenria , V a lladolid , Segovia , Cuenca ^ Segorbe que se
encwenlran en el camino. ¿ Culparem os de es­
te desacierto al im p reso r, al escribien te, ó al
autor ? V am os á la Y griega.
Y e r k e s y Tam eza. — N o se engañó el que
dijo que el D iccionario era el libro de los li­
b ro s , el cajón de sastre donde todo se encuen­
t r a , donde todos hallan que adm irar y que
aprender. Los poetas que se despepitan por
consonantes, y que form an silvas de ellos á to­
da costa, tienen en este artículo un tesoro pa­
ra los acabados en ente: ''d os (iientes^ una de
»'ellas intermit£n¿e, que m uchas veces se de—
»tiene enteramente su ciìTTÌenie.*^
¡ O lenguage sapien te, conveniente.
E lo c u e n te , fe rv ie n te , rev e re n te ,
M o v e n te , vehem ente, sorprendente »
In ocen te, cad en te, im pertinente!
N ótese que los alcarreños sencillos se van
ú Y e rn e s pían pianino á buscar violeta , como
los madrileños van la noche de san Ju an á
buscar y coger la verbena.
a»
Z o r i t a d e t o s catíes . — E n vano se fati­
ga el señor D octor si pretende persuadir á los
suscriptores de que ha puesto cuanto estaba
de su parte para perfeccionar el D iccionario.
¿C u án tas obras geográficas se le han dado á
conocer de que no ha sacado el m enor fruto?
U n a de ellas la G eografía histórica de España
de don Tom ás López, trae con bastante estension los sucesos de la villa de Zorita y de su
respetable rastillo, que fue lomado por don
A lon so Y I I I , de esta m anera: Llegó el R e y
»al castillo con gente de gu erra, y dijo á su aí«caide Lope de A ren as le acogiese en él co»m o á su R e y . Respondió el alcaide: si V . S.
»es servido de en trar en él solo, ó con dos ca»balleros que nom brare, ab riré b s puertas co»mo debe un vasallo á su R e y , pero acoger
»mas gente no cum ple á vuestro real servicio,
»n i al homenage que tengo hecho á don F e r »nan R u iz de C a s tro , dueño del casllllo; pues
»no habéis cum plido quince años conform e al
»testamenlo de vueslro padre..... D e a llí á po»co tiempo un criado del alcaide, que llam aban
n Dominguejo, propuso al R e y la traza de m a»tar al alcaide con una maza que tenia..... y
adió muerte alevosa á su amo al tiempo que
>ise haria la barba..... Hizo el R e y á D o »m inguejo la m erced de algunos m aravedís
»de ju r o , y para que no fu ese traidor otro
Vcriado con su amo, m andó c o rta rk los pies y
»las manos.’^ V e d a q u í un J u ez se v e ro , un
miRtar honrado y le a l, y un vasallo pérfido.
¡Q ué reflexiones morales ofrecia esle pasage de
ia historia de Zorita!
Concluim os con el alfabeto, y solo resta
contestar á las cortas razones que se contienen
en la van guard ia del últim o ^ m al llamado to­
mo ( i ) . A n tes de hacerlo derechamente, me ha
venido en voluntad parafrasear ó com entar á
m i modo algunas de las clausulas de la yJd—
vertencia del autor que precede al últim o v o lú m e n ; y sín mas circunloquios, allá voy con
la siguiente
H O M IL ÍA .
liemos llegado ya^ lector*benévolo..... esto es,
á pesar de los desaciertos de nuestra obra, no
obstante que en diferentes escritos se ha pro­
bado al público la nulidad de nuestro D iccio­
nario y la escasez de nuestros conocimientos
geográficos; hemos llegado y a al postrer tomo,
gracias á nuestros favorecedores y á nuestro
natural sufrido y acomodaticio. E scritores m o-
( i ) E n tre ge n te s de bu eu a co n c ie n c ia se m u rm u ra (y
n o es ch a n z a ) que la d e s p e d id a d e l d ic c io n a r is ta h a ­
y a sid o ta n a v a ra . Si 500 p á g in a s , d ic e n , v a lía n 34
r e a le s , ¿ uo estab an bien p a gad a s la s 112 d e l tom o X
con 8 re a le s de v e lló n ? P u es á fé q u e 2o nos c u e sta n .
A si se nos h a re in te g ra d o de lo s p lie g u e c ilio s qne se
debían de lo s tom o s a n te rio r e s.
deslos y escrupulosos hubieran abandonado una
em presa, cuyos resultados han convencido ser
descabellada y m al dirigida; pero nosotros im ­
pasibles, y siempre atentos á nuestros Intereses,
hemos llegado y a al térm ino de nuestro plan;
á recaudar el im porte de las suscripciones.
Habrás creído que esperaríamos esta oca­
sión..... E l público esperaría que á la conclu­
sión de la obra responderíamos á los cargos
que se nos han hecho: creerían los suscriptores, no arrepentidos, que daríamos una contes­
tación victoriosa á los reparos de los críticos:
tem erían éstos que un hom bre acreditado de
satírico les saliese al encuentro y los venciese
en la lid. P ero n o , que la lucha es desigual,
y aunque la Imaginación se e x a lta , es preciso
hacer de la necesidad obsequio. Ü íia vez nos
pusimos en defensa, y ..... nunca lo hiciéramos.
Los lodazales huelen peor cuanto mas se re­
m ueven. E n materias desconocidas se puede
escribir si ofrecen lu cro ; mas no es prudente
disputar de ellas con los que las entiendeu. A si
nos lo aconsejaron nuestros caros am igos, y
lo hemos cumplido religiosam ente.
Sabemos muy bien, como dijo Cervantes ( i ) ,
( i) E sta m ism a esp resion se a p lic ó a l d ic c io n a r is ta
eil la octava Corrección fr a te r n a , p á g. l l í pero com o
e l seííor M iüano nos a se g u ra in verbo sacerdotir <jue
u o ha le id o n u estras c a r t a s , e s c la r o que oo p ie rd e
e l m é r ito d e l a a p líc a c io u .
que es una lentarlon del demonio m eridiano
ponérsele á un cristiano en el magín que se
pueden escribir diccionarios geográficos sin ha­
ber estudiado otra cosa que una mala lógica,
algo de V in io , y no mucho del P . P a ro ; y
aun esto entre las distracciones tan comunes
en los escolares, y mas si pican de vivarachos.
Sabemos muy bien lo que son tentaciones del
enem igo de nuesira fama postum a, para fiar
á la opinion (D am a descontentadiza y coque­
ta) lo que puede asegurarse con cadenas de oro.
Sabemos muy bien que el abad yanta de lo que
c a n ia , y que las empresas literarias están su­
jetas ai barómetro del Ínteres, como cualquiera
otra especulación. Sabemos, en f i n , lo que se
debe saber para viv ir redondeados y en gracia
de Dios.
Otro escritor que se hallase menos convenci­
do.....es decir, otro escritor que se pagase m e­
nos que nosotros de su trabajo; que fuese un
tantico modesto y pundonoroso, hubiera sus­
pendido la publicación de la o b ra , se hubiera
ido con pies de plom o, y la habría perfeccio­
n a d o , valiéndose de los consejos de sus mis­
mos censores ; pero nosotros que sabemos lo
qiie vale nuestra especie de borrador y ¿cómo
habíamos de diferir la publicación de tal teso­
r o , esponiéíidolo á que quedase en un olvido^
eternai S í , eterno, porque esta empresa se creó
para nosotros? y ninguno sería capaz de des­
em peñarla á nuestro gu sto , ni aun tal vez de
concebirla. G loria á Dios en las alturas» que
nos ha dejado concluir este libro precioso, este
alcoran de los españoles, quinta esencia del es->
p irílu geográ6co~estadistico.
^s¿ desde que vimos el primer folleto..... D es­
de que sentimos al enemigo y conocimos la su­
perioridad de sus fuerzas, adoptamos la táctica
de estratagemas, ardides y escaramuzas. E n una
emboscada feliz le cogimos el clarín por don­
de podia circular la noticia de sus victorias ( i ) .
L as demás tentativas y asaltos fueron infruc­
tuosos, á pesar de nuestras relaciones. N o hu­
bo otro arbitrio que figurar serenidad y des­
precio, aunque el interior amenazase una erup­
ción volcánica. E n pura verd a d , desde que vi­
mos el primer folleto^ vivim os de m ilagro, cada
vez con mas tem or y menos suscriptores; pues
aunque lo hayam os disim ulado, fácil es cono­
cer que las honras hechas al Diccionario no
son para llam ar compradores. = L a homil/a se
vá d ilatan do, y si no ponemos coto, llegará á
( í) E s p ú b lic o y n o torio que la G a c e ta de M ad rid
(ú n ico p e rió d ic o e sp a íio i que c ir c u la por la s p ro v iu c ia s y por e l estra n g ero ) no h a au tin cia d o la Correed o n fra tern a d esd e e l n úm ero 4.® L a ca u sa ni la sé,
n i q u iero sa b e rla . T en go sf que d a r g r a c ia s a l pú b lico
p o r lo q u e h a d em a n d ad o m is fo lle to s en la C ó rte , en
la s p r o v in c ia s , y fu e ra d e E s p a S a , á p e sa r d e ir á la
s o r d in a .
ser
mas larga q u e la glosa d e C ornelio á L a ­
Á la c u e s tió n » señor G eo grafo ; á d e s t r u i r
p id e .
la s I r in c h e r a s e n q u e se h a p a r a p e t a d o .
Siete son las capitales razones con que vm d.
pretende sostener el mérito de su plan y de
su obra ; pero contra estos siete argum entos
hay siete respuestas.
I.
E n esta clase de. trabajo no está la prin~
cípal dificultad en proseguirle ni en perfeccionar~
l e , sino en abrir el camino por donde puedan
marchar otros sin tantos obstáculos y malezas.
Se niega el supuesto; porque en este gé­
nero de obras no hay mérito de inven ción, si­
no de egecucion. F o rm ar un diccionario geo­
gráfico, es cosa m uy Iribial ; hacerlo bien, es
dificilísimo. E n esta clase de obras basta saber
el abecedario para tener trazado el plan; bas­
ta tener m aleriales buenos ó malos para llenar
los artículos. E l dar á eslos el orden de ma­
terias mas conveniente, y á las noticias la jus­
ta preferencia que exige su m ayor im portan­
cia ; la exactitud de los hechos, la pureza y
concision del lenguage : hé aquí el m érilo de
un diccionarista , independiente de las obras
publicadas que no han llegado á este punto de
perfección. L a de vmd. lan lejos de facilitar en
lo sucesivo la formacion de un buen dicciona­
rio geográfico , será un nuevo é insuperable
obstáculo, al menos que no se prescinda de su
existencia. E s mejor m archar por senderos nue­
v o s , que por caminos desiguales y desgastados
con el mucho tránsito. E s mas fácil enseñar á
un ignorante que á un preocupado: en el p riTTíer caso solo se necesila edificar, en el segun­
do es preciso destruir para edificar despues.
R e u n ir buenos materiales dispersos en muchos
libros es Irabajoso; pero no tan arriesgado co­
mo entresacar algunas verdades de errores in finilos. Q uiero perm itir por un momento que
el principal mérito en estas empresas lo con­
traiga el prim ero que las concibe ó egecuta.
¿Acaso vmd, puede gloriarse de esta primacía en
proyectar ni egecutar? Prescindiendo de los
malogrados trabajos del P . M . Esquive!, es un
hecho indudable que en el reinado de don F e ­
lipe II ya se concibió esta idea ^ y se egecutó
en gran parte. Se form ó una instrucción , á
cuyo tenor dieron muchos pueblos sus relacio­
nes que form an seis tomos en folio. P or en­
cargo del R e y trabajó en esta empresa A m ­
brosio de M orales; y al mismo m onarca de­
dicó T arafa el Diccionario geográfico de España^
que aún existe m anuscrito como las relaciones.
F elipe III encargó la continuación de los tra­
bajos á Juan Bautista Labana ^ que tampoco
los sacó á luz. E n tiempo del seííor F elipe I V
publicó Rodrigo M endez S ilv a su Paliación ge­
neral de España y que despues adicionó E stra ­
da hasta el núm ero de i.o 8 6 artículos. Se en­
sayó este mismo plan, , y se egecutó en la par-
ag
te estadística en
A cabó la o b r a , e a
cuanto á su objeto» el autor de la Dirección
general de cartas. Se hizo nueva tentativa en
el ministerio del Conde de Floridablanca, cu­
yo Nomenclátor quedó m uy atrás con respecto
á lo adelantado por E spinalt. K n la parte ecle­
siástica se debe m ucho á los autores de la E s pana sagrada, y posteriorm ente al del Viagc
literario por nuestras iglesias. Ponz dejó poco
que desear en su Viage por lo perteneciente á
las nobles artes. Y por u ltim o , la R eal A c a ­
demia de la historia empezó á publicar el D ic­
cionario geográfico-hislórico, para cuya conti­
nuación tiene reunidos no pocos materiales. L a
m ayor gloria, pues, á que vm d. puede aspirar
es á la de haber proseguido y perfeccionado los
trab a jo s, de los que antes abrieron y desen­
m arañaron el camino. Se me dirá que en las
grandes euipresas basta el a sp irará conseguir­
las; pero esta esprcsíon de Propercio debe en­
tenderse del que pone la diligencia suficiente,
y cuenta con los medios regulares que exige
la prudencia. Si un aguador de Puerta C erra ­
da aspirase á seiialar la órbita de un cometa,
no se tendria por una osadía lau d ab le, sino
por una necedad risible. E m prender una obra
difícil sin conocim ientos, sin tiem po, sin no­
ticia de los autores que han tratado la mate­
r i a , sin la cooperación de personas in lelig en tef, sin confrontar, corregir y lim ar los traba­
jos antes de publicarlos; n i merece patente de
iuvencíon, ni la gloria de adlcionador ó cotn~
püador. L os autores de tales libros no pueden
exigir del público otras demostraciones que las
de lástima ó desprecio.
II,
E l diccionario consta de 35 .008 artícu­
los » número prodigioso que escede en mas de las
ocho décimas partes á todos los que hasta alia­
ra se han publicado de la Península.
T errib le cosa es tener que recordar á V .
á cada paso las conlradlciones en que incurre
po r falta de m em oria ó de cuidado, Keduciendo á una suma los artículos de los diez tornos^
según los que tiene cada uno en la ad verten €ic que llevan delantCi resultan 34>937. ¿ D e
dónde saca V . los 71 restantes hasta los 35 .o o 8 ?
P ero este núm ero prodigioso» tan lejos de es­
ceder en ocho décimas á todos los publicados,
no llega á las tres cuartas partes del D icciona­
rio de don B ernardo E spinalt y G arcía. Este
contiene 39 .470 artículos de la Península ^ ó
sea 4*4^^ mas que los prodigiosos del dia; di­
ferencia que debe por lo menos duplicarse si se
deducen de la obra de V . los artículos de dis­
trito s, río s, lagos, m on tes, cab o s, & c ., pues
ios 39 .470 de E spiualt son cscluslvamente de
pueblos y despoblados. Está pues demostrado que
Y . ha omitido de nueve á diez mil artículos de
que ya teníamos noticia por una obra impresa
en 1 7 7 5 . A vista de este incontestable y v e r -
gonzoso c a rg o , ¿ cdmo tendrá V . atrevim iento
para repetir que su D iccionario es el mas rom*
pleto? Responderán sus apasionados que la Di^
reccion de carias solo trae los nom bres de las
poblaciones y las cajas de correos de que de­
penden , y que el de V . ( aunque con menos
pueblos) da la descripción de los que com pren­
de. E n prim er lugar debe notarse que mas de
la mitad de los artículos del nuevo Diccionario
se reducen á decir la p ro v in c ia , partido y ju ­
risdicción á que pertenecen los pu eblos, según
los trae el Nomenclátor ^ habiendo bastantes
que ni aun eslo dicen. E n segundo lu gar ha
de tenerse presente que hay obras impresas con
raaleriales mucho mas estensos y exactos que
los que V . ha insertado. E l Atlante com pren­
de una prolija descripción de 9 10 pueblos de
la C orona de A ragón y de A ndalucía. D an es­
tensas noticias topográficas é históricas, L im ón
en el Espejo de las aguas de España ; T e r r e iros, Topografía de algunos lugares; P elagio, De
las principales ciudades ; Lamsoly Descripción de
los nos ; Belíuga « Repertorio de los caminos ; el
P . B u rriel, Suòre ¡a navegación de los rios ; T o fino» en el Derrotero de nuestras costas, con
otras muchas obras aprecíables. L as descripcio­
nes particulares de las provincias son inm en­
sas. Don Tom ás L o p e z , pad re, nos dió una
historia circunstanciada de cada uno de los pue­
blos de la provincia de M a d rid ; su h ijo , la de
4.90 poblaciones de las dos C a stilla s; el jesuíta
C arballo, las Antigüedades de Asturias; L o p e rraez, la Historia del obispado de Osma; Góm ez
de la T o r r e , la de 76 lugares del partido de
T o ro en su Corografía-, y don Francisco Perez
de Soto en su Dirección de correspondencia d i
Estremadura ha reunido un catálogo de 8.267
poblaciones y sitios de esta provincia. D e Ga->
licia tenemos una Descripción económica^ y otra
Descripción por M olina. D e las provincias V a s ­
congadas la Vizcaya ilustrada de V e n e g a s, las
Descripciones de Alaoa por Prestam ero, las No­
ticias históricas de L ló ren te : de N a v a r r a , la
Historia de M oret, las Descripciones de M ora­
les y de G óngora, y la obra de Palacios Rubios
de su Sitio Y antigüedad: de A ragón la //« toria económica de Asso» los Progresos de D orm e r, la Ternwlogia de B a r to lo , y la Descrip­
ción de F c rr e r : Cataluña presenta la Historia
de Meló, los Anales de F eliu , la Ilustración de
C o r v e r a , el Principado de D a n d e r, las Des­
cripciones de D iago y de F o r m a , y la moder­
n a Estadística del señor F rig o la : de V atencia
dejó mucho adelantado C avan iües en sus Ob­
servaciones Jaén posee su Retrato a l natural^
la Descripción de A g u irre , y la Estadística iné­
dita del señor L an u za: T a rriu s nos dejó la E s iadística de la provincia de Á v ila ; y otros in ­
finitos españoles laboriosos é inteligentes han
llenado nuestras bibliotecas y archivos de tra­
bajos tan estimables como abandonados. Todas
las ciudades, y aquellas poblaciones que lienen
alguo santuario célebre , aguas m edicinales de
nota, y las que conservan monumentos de anti­
güedad rom ana, gíitica ó árabe han logrado sii
historia ó descripción peculiar. ¿ S e ha servido
V . de tan copiosos materiales para el Diccionarioi*
III. E l auior solo prometió poner de su par­
te cuanto pudiese para acercarle á la perfección.
Prom etió y aseguró mucho m a sen el pros­
pecto; pero ni aun esto ha cum plido. A o ha
puesto lo posible de su parte , porque ha deja­
do de tom ar las medidas que todo hom bre pru­
dente adopta en tales caso s, porque no se ha
detenido en inserlar las cartas recibidas de los
pueblos sin el menor exam en ni crilerio. A o
ha puesto de su parte el sencillo trabajo de re­
copilar lo mejor de tantas obras im presas é
inéditas como las citadas y la sq u e no se citan.
A o ha puestoy en fm , la diligencia que pone
el menos cuidadoso, porque ha tenido en sus
manos escelenfes m ateriales, como los de la
A ca d em ia, de la Rioja , de Jaén y otras pro­
v in c ia s, y los ha devuelto sin le e r, ó mal di­
geridos. M eta vmd. la mano eu su pecho, y res­
ponda si digo la verdad.
I V . Los diccionarios topogréjicos de un país
tan estenso como la Península y sus islas, no
pueden salir enteramente corre^idifs en una pri­
mera edición^
N o se exigía de vm d. que lo presentase en­
teramente corregido; nos contcnlabamus con
una verdad por cada error. Los que se le hau
advertido son un pequeño ensayo y una ro­
busta prueba de los infinitos que encierra su
obra monstruosa. N o son ciento , ni m i l , ni
diez mi l ; son casi innum erables í y el único
medio de concebir su núm ero es figurarse, que
esceplo tal cual articulo puesto por pluma in ­
teligente , no hay h'nea que no tenga algún
despropósito, alguna im propiedad, alguna o in ision. Por mucho que vm d. corrija en el su­
plem ento, no faltará m ateria para un suple­
mento á la Corrección fraterna. Y se d a r á , si
quiere Dios y la justicia, con diez enm iendas
por cada una que vm d. haga.
V.
Los datos que contiene el diccionario son
en gran parte movibles y sajetos á frecuentes
variaciones.
E l autor cum ple con referir los hechos y
presentar las cosas en el estado que tienen
cuando escribe; las variaciones sucesivas otros
las dirán. Poro vm d. al copiar las noticias lo
ha hecho tan m aterialm ente, que ha prescin­
dido de la época en que se escribieron y de
la en que se han publicado. E n el ano de 1826
dijo el corresponsal de Segovia que el colegio
m ilitar se habia instalado el ano anterior; e spresion que vind. conservó hablando en 1827;
pero en el prim er caso se refería á 1 8 2 5 , y
en el segundo á 1826. U n autor de! siglo pró­
ximo pasado dijo, y dijo bien, *‘la célebre ba—
»talla de V illaviciosa dada en nuestro siglo,** y
copianrlo vmd. esta misma locución ha retro traido la batalla al siglo X I X , que es el nues­
tr o , y no el de aqu fl autor. ¿ T ie n e esto dis­
culpa en la movilidad natural de los dalos, ni
en sus frecuentes variaciones?
V [ . Los errores son debidos en gran parte
á ln prisa con qut nos comprometimos á publi­
car cada volumen, pues no ha podido hacerse
como se requiere la corrección de pruebas.
Esta disruípa es vergonzosa y agena de un
escritor que entiende lo que significa. P or lo
mismo no daremos otra ri\spuesla que la si­
g u ie n te: el público pedia una obra buena, no
precipitada; nót enl a prisa en tirar su dinero,
aunque vmd, la ha tenido en recogerlo. A d e­
mas que los plaaos no han sido de J o d ia s sin
interrupción como se ofreció, sino de njas de
ciento.
V I I . E l verdadero y mas seguro medio de
criticar una obra es hacer otra mejor.
B uena salida. Luego si un arquitecto cons­
tru ye una casa ru in osa, despropon ionada y
m al distribuida, no podrá quejarse el dueño
sino sabe hacerla mejor. Se com pra un relox;
se nota que se atrasa, que se para, y se le di­
ce al relogero que lo ha fabricado: ¿será este
tan menlecato y desvergonzado que conlcstc:
si el relox es maJo, hagálo vm d. m ejor? V a ­
mos á cuentas» señor don Sebastian; vm d. que
ha criticado todo lo vi vo» según dicen malas
len gu a s, ¿sabía corregir lo que cen su raba?
C uando vmd. ha zaherido las costumbres de
un prebendado pisaverde , que tiene galgos y '
c ab allo, que fum a buenos habanos, y goza de
otras conveniencias, ¿h u biera observado otra
conducta puesto en su lugar ? N o todo lo que
se advierte en el prógim o lo enmendam os en
nosotros mismos. Se pueden conocer los defec­
tos de una o b ra , y carecer de los m edios, de
la protección , ó de los conocimientos necesa­
rios para componerla. P ero no es tan modes­
to mi amor prop io, que llegue á c r e e r , que
si hubiera osado publicar un diccionario geo­
gráfico de mi patria , no lo hubiera dado algo
m ejor que vm d. E l hecho de haber em prendi­
do la obra p ro b ará , si se q u ie re , que vm d. es
el español mas audaz; no que es el único que
podia acometerla y concluirla. A I contrario, el
resultado de la empresa convence que con di­
ficultad se podia encontrar quien la desempe­
ñase peor. N o se queje vm d., pues, de los crí­
ticos porque han usado el estilo jocoso para
r o r r e g ir le , ó porque han mezclado alguna es­
presion picante entre las fundamentales r a z o ­
nes que justifican su censura. N o los acuse vm d.
■de personalidaties, que es el arbitrio de que se
valen la malicia y el pedantismo para obrar
h
sin cstorvo. L a persona es inseparable de sus
f a l t a s e s t a s son mas ó menos graves se^un la
calidad y circunstancias de la persona. E rr o —
res que pudieran disimularse á un le g o , son
muy reparables en un clérigo: he aq u í al r r¿ tico precisado á indicar el estado del paciente.
Se trata de un erro r en política cometido por
un diplom ático: hcito es al crítico m encionar
el destino del criticad o, aunque sea persona­
lidad. E l censurado se queja de insultos, cuan­
do él mató á algunos con esta arm a: el críti­
co le reconviene justam ente con sus produc­
ciones anteriores. L a antigüedad perm itió esto
y mucho mas á sus escelentes satíricos; y los
modernos no han tenido poderes menos am ­
plios en las naciones sabias.
*^De este modo han escrito otros mas duchos
Satíricos de grados y corona ^
B e que dá ia leyenda egemplos muchos/^
G uard e D ios á vmd. los anos que necesila
para corregir su D iccion ario, que pocos de los
que viven han de ver su entierro.
F . C.
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Los diez números de
la C o r b e c c i o N
F r a t e r n a se hallarán en las lihre^
rías siguientes.
-----
M a d r id ,
y
en
la s
de
Cifuentes^ Sanchez ^ Rant
Minutria.
M á l a g a , e n la d e
C a d i z , e n la d e
Aguilar.
Ilortal.
V a l l a d o l id , e n la d e
B a r c e l o i ^A) e n la d e
Z a r a g o za , en
la
de
Rodriguez.
Sierra.
Cuenca.
E n los mismos puntos se venden la
primera y segunda parte del D IQ U E
C R IT IC O , que tanto han dado en que
entender al Torrente don Mariano,
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