Pa^na21. - Memoria Digital Vasca

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LA GASTRONOMIA,
ó
L O S P L A C E R E S D E L A M E SA .
LONDRES:
EN L A IM PR E N T A DB CARLOS W OOD, B H IJO ,
Foppin’g C oart, Fleet Streett
G A ST R O N O M IA ,
d
LOS PL A C E R E S
DE
LA M E S A ,
l^ o e m a
EN CUATRO CANTOS.
TR A D U C ID O L IB R E M E N T E
D B L F R A N C E S AL
V E R SO E S P A !« 0 L ,
FOK
D . JO S E D E URCULLÜ.
T E R C E R A E D IC IO N ,
CORREGIDA
T
AU3IBNTADA.
LONDRES :
LO PUBLICA S . ACKERM ANN, STRAND ;
* E N M £ C 1 C 0 , CO LO M B IA , BUENOS A T K E S , C H IL I , P E R U , Y
GUATEM ALA.
A f'-.
L a baena acogida qne ha tenido en España
la Traducción del Poema de la Qastronomia,
j la rapidez c o d que se han despachado los
egemplares, me mueye á publicar una
segunda edición mas correcta .que la primera.
£ i hallarme ausente de Valencia cuando se
hizo la impresión me impidió el corregir las
pruebas, y esta es la razón porque salió con
muchas y muy graves faltas de tipografía,
y lo que es mas con versos truncados. D e­
seoso de que salga aora al publico con toda
la perfección posible, he hecho algunas
ligeras corecciones.
Ultimamente, he añadido á la coleccioa de
poesías báquicas de nuestros mejores autores
a 3
castellanos, otras sobre el mismo asunto,
nunca pubUcadas, y que merecen ir á la par
de las primeras*.
*
Al tiempo de estar corrigiendo las pruebas de esta
seg;unda edición, un amigo mÍo me mand<5 la traducción
inglesa del poema de la Gastronom ía. L a lei rapida»
mente y con g u s to ; y si como me h a n asegurado, es el
traductor el Muy Honorable Jo rg e Canning, actual
Secretario de negocios extrangeros del Gobierno de
S. M. B ritanica, á sus talentos en la oratoria y política,
se puede asegurar que reúne el de la poesía. La
traducción es como debe ser, y el Seúor Canning h a
sabido añadir algunas gracias que el mismo Berchoux
se holgaría ser el autor de ellas, asi como lo es del
poema. Ademas de esto, el verdadero m érito de sus
Sátiras, Canciones y Odas, y el voto del inm ortal Lord
Byron le dan derecho á ser colocado en el numero de
los poetas ingleses.
La» notas del Autor de la Qattronomia irán señaladas
con núm eros, p las del traductor con letras por orden
alfabético.
M u c h o s son los que han empleado la
poesía en caotar amores, en celebrar batallas,
en ridiculizar de distintos modos los vicios,
y en presentar en la escena los trágicos
sucesos de los Reyes. Otros la han em>
pleado en lisongear las pasiones, y otros
mil en frivolidades y en impertinencias. Y
entre tanto los honestos placeres de la mesa
no han merecido nna mirada halagüeña de
las Musas españolas. ¡Olvido verdadera­
mente injusto! I Donde se esplaya con toda
libertad el corazon del hombre sinó en la
mesa?
¿Donde se descubre con mayor
placer el regocijo interior del alma sinó en
la mesa? Gn la mesa es donde se hace ver
los gratos que son las al¡<uizas 6 enlaces de
familia. En la mesa brilla la cortesanía.
reina la franqueza, se conoce la educación
de cada uno, y allí por fin es donde el
hombre ve claramente al hombre.
E n los campos, en las villas y en las ciu­
dades ocurren frecuentemente convites, mo­
vidos ó por las alegres bodas de dos jóvenes,
ó por el nacimiento de un niño, ó por la
inesperada llegada de un pariente, ó bien
para celebrar una feliz y agradable noticia (a).
Todos los demas placeres que conocemos
parece que tienen inmediata dependencia de
los que se gozan en la mesa, con la satis>
facción de ver que estos se renuevan sin
cesar, y que teniendo su origen en la necesi>
(a)
L as num erosas sodedadeB ñlaatropicas de Ingla­
te rra , que tanto honran el caracter generoso de esta
Nación, tienen la agradable costumbre de reunirse un
dia al año en u n a fonda. Concluido el banquete, el
presidente en un breve discarso m anifiesta el estado de
los fondos de la sociedad, su prosperidad 6 decadencia.
L a ñesta suele term inarse con una subscripción de los
socios para el obgeto caritativo de la institución, y por
lo regular la cantidad que se recoge en aquellos alegres
momentos suele ser bastante considerable. ¡ Feliz el
hom bre que en medio de sus placeres se acuerda que
hay seres desgraciados, y les tiende una mano b e n eñ c a !
dad de conservar su vida el hombre, éste ha
querido ver satisfecha una necesidad tan
imperiosa con un magnifico aparato.
Lleno de estas ideas resolví hacer la tra­
ducción del poema de la Gastronomía, que
no respira sinó una sencillez casi inimitable,
unos pormenores curiosos, unos episodios
felices, y por fin unas gracias en las qne
estoy muy lejos de lisongearme haber sobre­
salido traduciéndolas. Es cierto que he
traducido libremente este poema, pero sin
trastornar el fondo principal del argumento,
quitando unas cosas, y sustituyendo otras mas
conformes á los usos de nuestra nación:
para lo cual me he guiado por aquel consejo
de Delille, que dice: una extrem a fidelidad
en las traducciones, es una extrem a infide­
lidad.
Concluida mi traducción, me ha parecido
que no era indigna de presentarse al público
para que se divierta. Si no consigo mi fin,
imploraré la bondad de los Gastrónomos
españoles, que disimularán las faltas en
favor del asunto; asi como perdonan los
amigos de Baco, en sus solemnes orgias, á
aquellos que sin estilo, sin voz y sin gracia
se ponen á entonar himnos con la copa llena
de sabt'oso iiéctar en la mano.
PROLOGO DEL AUTOR.
T odo al rigor del arte se ha re n d id o ;
Y a de desenlodar arte tenem os : (6)
E l arte de h acer héroes se hn a p re n d id o : (c)
(6)
( Quien diría, ít no haberlo visto, que ha habido
hom bre que deapues de llenar los diarios de Barcelona
del 4, 5 y 6 de Diciem bre de 1801 con una carta tobre
¡Oí Desenlodadorei, los utensilios que estos necesitan,
y doce modos diferentes de hacer tin te negro de buen
lustre para botas y zapatos, piensa haber hecho un
servicio extraordinario á la p atria ? £1 que lo dudare
que lo le a : yo m e conteritaró con poner solamente el
fin de dicha carta. “ Mi obgsto principal es la utilidad
de la p a tria ; m is trabajos y esfuerzos se dirigen al
mismo fin : tendré m is desvelos por bien empleados si
m is intentos se realizan, pues es la única recom pensa
que affuardo de ellos.” Aora acabo de com prender que
el Templo de la Inmortalidad tiene m il senderos ocultos,
quesolamente los ingenios traviesos pueden descubrirlos,
i Cuanto no se podría decir aqui de la Crolalogia 6 ciencia
de lat Catía^uelas, y del riguroso método escolástico
con que enseña su autor esta c ie n cia ! Los estrechos
lim ites de una nota no me perm iten el extenderm e en
un asunto de tan to ruido.
(c) Ved un libro nuevo intitulado la Megalantropoge-
Xll
£1 arte de agradar ya conocemos :
£ I del naturalista habéis leido ;
Y aquel que enseúa como am ar debem os :
A rte nuevo inventando van hoy dia,
D e con arte se n tir melancolía.
Em pero no se hallaba en e sta lista
E l arte de comer : m as el talento
D e un poeta de hum or gastronom ista
Al rico , al p o b re, al h arto y al ham briento
D el todo satisfechos h a dejado
A si que su poema h a publicado.
Como u n artista com ereis realm ente :
P ero ¡ ay ! esto es com er m uy parcam ente.
neña, 6 el arte de engendrar grande« hombresy por
Mr. Robertfi. Los hom bres no solam ente se han con­
tentado con escribir gruesos volúmenes de educación,
sinó que aun quieren fijar 7 prescribir reglas para un
acto en que la voluntad apenas es lib re , segim el célebre
Medico-filosqfo Lopez M ateos en su obra intitulada:
Ciencia de la legislación.
LA
GASTRONOMIA,
LOS P L A C E R E S D E LA M E S A :
POEM A.
C A N T O P R IM E R O .
HISTORIA D E LA COCINA D E LOS ANTIGUOS.
E n nada envidio ai lírico poeta
Q ue en su entusiasm o solo se m antiene
Con flores de retó rica, y repleto
D e su asunto, del tiambre acaso siente
£1 molesto a ^ i j o n , y con los Dioses
A rrobado en ayunas hablar suele.
Q ue del dulce M arón rival felice (1 )
D elille, al labrador el modo enseñe
D e cuidar su heredad, y descansando
D el ag;edréz la diversión le m uestre.
A ridos son, y tristes á m is ojos
T ales cantos, y asuntos m as a le g res...
M ateria m as feliz será la m ia :
u
C anto el hom bre en la mesa y los b an q u ete s;
E l modo de adornar un gran convite^
Cómo aum entarse deben los placeres ;
G ozar y etern izar las am istades,
E n blanda suspensión em bebecerse.
O vosotros, que siem pre habéis vivido,
Sin conocer m is agradables leyes.
F reno quizá poniendo al apetito,
A solo algún m anjar habitualm ente,
V os, que ignoráis el arte que he estudiado,
A vosotros mi voz dictaros quiere
Im portantes lecciones ; hijos m íos.
Acudid á mi escuela diligentes.
¿ In v o c a ré aSgun D ios cuando ya siento
Q ue de m i asunto lleno el pecho h ierve ?
Al Dios, al ledo D ios que en los festines
P reside, invocar quiero ; j oh D ios, desciende !
M itològico D ios, ven á mi acento,
V en, C óm o* mofletudo y rego rd ete,
D igno será del universo entero
M i proyecto, si tá m e favoreces.
E n medio del fu ro r casi divino
E n el lu g ar pondré que se merece
E n tre las bellas a rte s , aquel arte
*
Cómo, divinidad cuyas funciones eran las de pre­
sidir à loe placeres de la mesa, á los regocijos nocturnos,
al tocador de las mugeres, y de los petimetres.—
traductor.
Q ue tra ta de cocina y sus deleites.
D em os á olvido los antiguos dias,
Q ue desdeñando ingrato los presentes
D e n atu ra el m o rtal, solo tenia
Al cielo por abrigo, y por do fuese,
Fácil m anjar á su apetito daba
D e la robusta encina el fruto verde.
{ Salvage edad ! la voz del canto mio
N o dirá, no, de tu infelice gente.
T ú , gran C an to r del vengador A quiles,
Y del astuto U líses Itacense,
T ú , i describir los rústicos festines
D el griego C apitan mi labio m ueves.
E ntónces la cocina envilecida,
A bandonada á m iserable suerte»
D e agradables prestigios adornada
N unca se viera ; el ham bre solam ente
Sin condim ento ni arte sazonaba
L as viandas del pobre y de los reyes.
M il asuntos dom ésticos H om ero
N os tran sm ite mezclándolos cual suele
Con hechos distinguidos ; de m anera
Q ue sus héroes robustos y valientes.
Cuyas grandes hazañas nadie ignora,
Y á la G recia mandaban dignam ente,
D e encendidos cangrejos despreciaran
L a sabrosa sustancia, y de los peces
Salsas no conocieron en su m esa,
P atroclo iii el feroz hijo de T etis.
Con sustancia cerval, y con carnero
R eg alarse solían los que fuertes
A la fam osa T roya sojuzgaron.
Y el fiel E um éo, »i al Seóor p ra d e a te
V isita, con cerdosos anim ales
Su apetito voraz aplacar quiere ;
A y a s, el valeroso, un to ro en tero
E n m as dtil festín p resen tar suele.
P o r largos días el linage A rgivo
Se alimentó de fru tas, miel y leche ;
P ero en A sia m as sabios cocineros
G uisados inventaron diferentes.
Em pleando el tocino, y esprim ieiido
Ju g o s , que el apetito m uerto encienden.
Luego el P ersa orgulloso dio á los G riegos
S us m anjares, su lujo y sus placeres :
P e ro en tanto u n varón á E sp arta llega.
D e la sangre de Alcides descendiente,
Y del gusto i los rápidos progresos
O poner quiso sus austéras leyes.
Crim en fue ya com er en casa, y solo j
E l queso, el p an , y las ardientes n u eces.
E l vino, en fin, al público se daban,
C on e l p r e c i a d o , ¡ e l p is t o ...! ¡G e n t« ( 2 )
D e torpe paladar ! ¡ m ezcla in s u frib le !
D e cerdo y sal, y de vinagre fu erte.
A un M onarca gloton sírvcnlo un d ia .
Y apenas á to carle llega — ¡ aleve t
Al cocinero g rita , ardiendo en saña,
¿ Q ue tósigo fatal aqui me ofreces ?
— Señor, responde, y tiem bla el cocinero (3 ),
Faltaba á ese m a n ja r...— ¿ que ? dilo breve.
— E gercicio, S eñor, y algunos baños
D e E urotas caudaloso en las corrientes.
C rece la culta A tenas, siem pre ansiosa
D e conseguir la palm a en los deleites
Con nuevas a rte s, y en su ju sto precio
A l talento feliz, y amable atiende,
Q ue en el m ortal el apetito ex cita :
Sabios mil á la gula en los banquetes
L a quím ica celosos aplicaron,
Y de su ciencia usando diestram ente
Varios modos hallaron con que el G riego
E n com er mas y mas siem pre se cebe.
C uanto en cie rra del m ar el vasto seno.
C uanto pace la tie rra , el viento hiende,
Se sujetó á b u le y ; un plato solo,
¡ O h pasm o I reunió tantas especies.
A utores varios con discreta plum a
M ostraron cóm o prepararse debeo
La gorda carn e, las sabrosas fru tas,
L as legum bres, las y erb as... ¿ D iré quienes
F uisteis, ilu stres G enios ? T á , el p rim ero (4 )
M itéco, y luego A ctídes, Filoxénes,
P o r se r poeta á un tiem po y cocinero,
R 3
Y tú , A rq u estrato , cuyas doctas sie n e s... (5 )
Cantu como él la m esa y la cocina (6 ) ;
Su ju sta gloria á siglos mil se extic’n d e ...
T am bién yo el a rte de la m esa canto,
Sin que de n u estra edad la gloria esp ere.
D e diversos objetos conocieron
L a am algam a, y unieron diestram ente
£1 com ino, el orégano, el tom illo,
E l agradable anis y sérpol verde.
R ellenaron los pavos, los capones,
Y el lechon con jugosos ingredientes.
D e mil modos L eon disponer supo
E l pescado de m ar y de corrien tes.
D esnaturalizados y rellenos,
E l congrio p resentaba, los arenques,
E l salm ón, el besugo, y aun el rom bo,
E l m ero, la lam préa y los pageles.
N o haré mención de salsas infinitas,
Sustancias inventadas felizmente
P o r el gusto ilustrado del ingenio. (7 )
B rillára T earion en los pabtéles.
L a harina e n tre sus m anos delicadas
Solia transform arse prontam ente
E n hojuelas, barquillos y buñuelos,
O jaldres y o tra frutas de sarten es.
E l aprendió el secreto en Capadocia
D e hacer to rta s m as blancas que la nieve,
M ezclando en ellas miel del monte H ym eto,
E sta miel que en el mundo no r*irece :
M iel estim ada en G recia, y que la abeja
E n estos sitios busca inútilm ente :
Sitios I ay ! despreciados de ios D ioses,
D e Flora abandonados p a ra siem pre.
L a in d u stria, el a rte, el gusto delicado (8)
P residieron en G recia en los alegres
Y espléndidos festines : se nom braba
U n rey para la m esa, y pocas veces
Q uebrantaban sus súbditos felices
Sus decretos p o r rígidos que fuesen.
E n reinado pacífico ordenaba
El servicio in terio r, y ya prudente
Leyes im pone al desenfreno osado,
Ya de su voz movidos todos beben,
Siendo en este m andato tan severo,
Q ue el que tardo bebiera ó parcam ente
D e su culpado estómago el castigo
R ecibia, lanzado del banquete.
( Y habrá quien hablar ose de los G riegos (d )
Y del Romano pueblo no se acu erd e?
D el pueblo*rey, Señor de los destinos
D e cien N aciones que le acatan fieles ?
P resto rústicos usos despreciando.
Dejó de obedecer á agreste gen te.
N i fueron gobernadas sus costum bres
D el pacífico N um a por las leyes.
H om bres rico s, á fuerza de despojos.
Igualaron los gastos á los bienes :
Y aun (le T arquino en el fatal reinado,
Floreció el a rte , que m i ardor enciende.
¡ O h C ónsules de Rom a ! en tre vosotros
A Lucúlo d istin g o ...rev eren te
L a frente hum illo al escuchar su no m b re,
A dm iro sus riquezas, sus placeres.
¿ Q ue im porta que de T ígranes triu n fara,
N i que abatiera al R ey del P onto fu e rte ,
N i que á Rom a mil P rin cip es cautivos
A l carro atados victorioso lleve ?
E n vano el obre vencedor le acata,
En vano ciñe de laurel su» sienes ;
A sus convites debe su alta fam a...
¡ G loria al gloton ilu stre que sostiene (9 )
E n el salón de Apolo ó bien de D iana
M as opulencia que los mismos rey es !
C icerón y Pom peyo convidados
Con ceño inútil censurarle quieren.
Estaba solo u n dia ; al tiem po m ism o
Q ue á sentarse á la mesa va, un sirviente
Le propone celoso i r separando
Cuanto superfluo en el banquete hubiese :
Lucúlo, él dice, hot/ cena con Lucúlo,
N a d a hay de sobra hallándose él presente.
Lleno de honor y gloria su conato
A h acer brillantes sus festines vuelve.
L a tie rra con sus ricas producciones
D esde oriente al ocaso le abastece.
E n fin p o r sus conquistas, p o r su gusto
L a sabrosa cereza E uropa tiene.
V iéronse entónces diestros cocineros
Con ujieres de vianda som eterse
D e los grandes señores al servicio,
Sin que por eso m ercenarios fuesen,
E stim ados y ricos en su estado
Ja m a s se confundieron con la plebe.
Id ó latra el fam oso M arco A ntonio
D e cuanto el paladar al gusto mueve
U n dia que bebiendo á p a r su am ada.
L a herm osa reina del E gipto, siente
L lam a m ayor su enam orado pecho
Con ios m anjares, y el licor ardiente,
Regaló al cocinero celebrado
U n pueblo y sus contornos florecientes.
] Don digno de un rom ano y su g ra n d e z a !
¡ Prem io que á artistas tales darse debe !
De un exquisito gusto á m uchos platos (10)
D e Apicio el nom bre dieron, porque aqueste
Form ó secta, y moviéronse disputas
A cerca de las salsas apiciensen.
B ien sabido es el lujo ex trao rd in ario .
L os enorm es festines de los gefes
D el im perio rom ano : de uno de ellos
Se cuenta, que en un célebre banquete
D e dos grandes y fértiles provincias
L as ren tas consum iera enteram ente.
Tam bién V itélio aprovecharse supo
D e su corto reinado y poder leve.
P ero nada hay que pueda com pararse
Al gasto y profusion (si es que m erecen
C rédito tales cosas) de aquel dia
Q ue convidó á su herm ano á que com iese
Ju n tam en te con él, pues presentaron
M as de siete m il aves diferentes,
M as de dos m il pescados escog;tdo8 :
T odo se prodigó por com placerle.
G astaba tanto el hijo de Enobarbo,
Q ue apenas lo que dicen creerse puede.
E l fue sobornador, cru el, asesino,
D e infame corazon y to rp e m ente ;
P ero yo, aborreciendo sus m aldades.
Admiro lo profundo de su vientre.
Salía el sol, sentábase á la m esa,
Y alH el sol o tra vez tornaba á verle.
Claudio heredero débil del Im p erio (1 1 ),
M as que la gloria un plato de hongos quiere.
E n las islas C apréas retirado
P o r seguro T ibério n o se tiene,
Y sig^e en sus costum bres detestables
E n la mesa gastando enorm em ente.
C alígula á In citato su caballo (1 2 )
DIó un convite que fábula parece.
P o r órden alfabético hizo G eta,
Q ue á !a m esa lus platos le sirviesen.
Un dta D om ictano se p resen ta
Al Senado, y el dice gravem ente :
Sabed que hoy un asunto de im portancia
M e trae, P ad res conscriptos, al Senado :
N o es m i ánim o encargar la vigilancia,
N i pensar en las cosas del E s ta d o ;
N i m over vuestro celo á la constancia.
N i que me aconsejéis si voy errado ;
N i como gobernar toda la tie rra .
N i tr a ta r de la paz ni de la guerra.
“ T odos vanos proyectos ciertam en te
Q ue yo tan solo decidirlos debo,
Y vosotros callar : pero al presente
Voy á ofreceros un asunto nuevo :
Exam inadle pues atentam ente.
Porque mi estim a de este modo os pruebo.
Se tra ta de un famoso R odaballo;
D eliberad el modo de guisallo.”
E l Senado votó tan grave asunto (1 3 ) :
Fue puesto en salsa el Rodaballo al punto.
P ara ad o rn ar m is cantos yo podría
P on er otras m il cosas de e sta e sp e c ie ;
C rónicas com pulsar innum erables (14)
M as la an tig u a cocina ya conviene
Que por hoy la degemos : he citado
A los Rom anos y á la G riega gente.
P ero esto no es bastante, porque es hora
Q ue ¿ com er los de) t$ig1o nu estro empiecen.
L a cocina se h a visto desdeñada
P o r poetas que han creído envilecerse
T rata n d o de este asunto, que su A polo,
Q ue por las nubes anda, ú menos tiene.
Soberbios, caballeros, y montados
E n el Pegaso su m orada suele
E n el O lim po ser, ó en las ciudades.
P orque su m usa deshonrar se tem en.
Yo pacífico am igo de las chozas
M i m usa em plearé m odestam ente.
D elille, en nobles versos encantando,
D el campo nos p resen ta un cuadro alegre.
A l hom bre pinta en medio de arroyuelos,
Q ue en fuentes bellas limpio origen tienen,
Y en medio de los bosques y .los prados
Sus dulces pensam ientos le divierten .
E l chaquete, agedrez y lotería
E n su g ra ta m ansión ócio le ofrecen.
} D ulces p laceres, que mi envidia excitan !
M as no veo ja m a s, aunque lo anhele,
P uesto á la m esa el cam pesino rico.
A re p a ra r, ó M usa, es bien que pruebes
D el tierno V ate ta n fatal olvido ;
M i ruego escucha, pues, mi labio mueve.
FIN
D B L CANTO P R I3 1 R R 0 .
LA
GASTRONOMIA,
6
L O S P L A C E R E S D E LA M ESA
PO EM A.
CAN TO SEG U N D O .
EL P R I M E R SERVICIO.
¡ ay ! que en loa alegres dias
D e verde edad, al engañoso acento
D e am or cedeia ; ¡ tem ed ! al fin burlado
H abéis de v e r vuestro insensato fuego ;
Q ue esas herm osas, que adorais rendidos,
C uando os enlazan en sus brazos bellos,
Ya pérfida traición, y aleve engaño
A brigan d en tro del mudable pecho.
Vim^ando entonces p o r la selva um bría,
T ris te s, y ardiendo el corazon en celos,
L o s árboles que vieron vuestras dichas,
V erán tam bién vuestro dolor acerbo :
Y en Taño gem ireis, y ellas en tanto
c
V
oso tro s,
A otros am ores ab rirán el seno.
V enid, venid, otro placer yo canto
Q ue contentando fiel vuestros deseos
N o bu rlará jam as v u estra esperanza :
P lacer que sin cesar va renaciendo,
Q ue la necesidad p resen ta siem pre
M as dulce, m as am able y halagrTieno.
A quel, á quien la edad caduca a rru g a
Ya de la infancia el ciego e rro r depuesto,
Con gran delicia m ira los m anjares ;
Se anim a, se sonrie y placentero
P arece que en su m esa bien servida
V uelve á h allar de su vida el p rim er tiem po.
E l asesino, que el suplicio espera,
Pide una h o ra de térm ino, y sereno
V a á m orir si sus guardas conmovidos
A ñaden á su m ísero alimento
A lguna cosa m as : el desdichado
C on repetido esfuerzo está comiendo
L os últim os bocados á las puertas
D el lóbrego sepulcro que ve abierto *,
Sin que de la n atu ra el voto pueda
C um plir este alim ento postrim ero.
N o quiero ver en nuestros cultos dias
Los bárbaros festines de los G riegos,
N i en el gran asador entero un to ro
Q ue me presenten hoy, tal vez, in ten to .
M anjar digno de un siglo glotonazo.
O digno de los héroes corpulentos
Q ue el C ura de M eudon nos rep resen ta
E n G arg an tea, comedor etern o .
T a l aparato solo servirla
A hacer gem ir la m esa con su peso.
C ada siglo presenta nuevas viandas.
¡ O h m em oria c r u e l! ¡ oh p en sam ien to !
¡ A h I no tenem os, no, cual nuestros padres
Estóm ago ro b u s to ; ¡ es h arto c ie r to !
S in duda el apetito han apagado
D e las ciencias los rápidos progresos.
D e los rem otos m isteriosos siglos,
R aza de hom bres robustos y g u errero s,
j A h ! si cen su ra n u estra edad in ju sta (15)
D e vuestro vientre el poderoso esfuerzo,
D e la m elancolía, respondedle.
L leg ar no vimoi» ei felice tiem po.
M as digerim os bien. ¡ O h cuanto envidio
E l no poder hacer ora lo m esm o ! ...
M as vanas digresiones olvidando
A cum plir lo ofrecido comencemos.
¿Q u ereis sobresalir en aquel arte
Q ue en m is versos enseño, y que profeso ?
V alencia la gentil ó B arcelona
O s darán fácilm ente sitio ameno.
Asilo de la paz, que herm osos cubran
Con su som bra, do quier, los lim oneros
C erca de la m urada simple y bella
C recer Tereis en el frondoso h u erto ,
Con la lechnga verde la acedera
E n tre el tom illo y oloroso esplief^o.
Flexible p a ra cu b rirá sus m uros,
D onde el racim o colgará berm ejo,
Y á p a r del m oscatel, m aduro el higo,
Y la fresa de esencia el aire h in c h e n d o ;
M ientras sus m ansas ondas deslizando
E n tre m oreras va, lim pio arroyuelo.
Señores ya de tan dichoso asilo
Escoged con cuidado un cocinero.
E se es el hom bre g ran d e, ese el a rtista
Q ue h ará que vu estro nom bre con respeto
V uele de boca en boca repetido
P o r los que vayan albergue vuestro.
A ntes que le ad m itais, m irad do alcanza
S u sab er, observadle con esm ero.
E studiad sus costum bres, y su g u s to ;
H aced gran caso de é l : pues satisfecho
D el g ran talento que debió á n atu ra
P iensa se r vuestro igual de orgullo lleno.
¿ N o le veis com o grave y soberano (1 6 )
J u n to al hornillo, que ilumina el fuego,
E stá dictando ley es, de la suerte
D e u n inocente pavo disponiendo,
O bien de u n a te rn e ra , ó ya de un gallo,
Sem ejante á u n Sultán de vidas dueño,
Q ue condena al cordon ^ su albedrío
Con feroz ademan y opaco ceño ?
L a gloria estim a, m uévele el elogio:
Im plorad los socorros lisongeros
D el arte que él profesa sabiam ente.
Y asi decidle poco mas <5 m enos :
“ E scucha, amigo m io, ya la fam a.
Q ue yo no llamo nunca u n hum o vano,
T u s hazañas y m érito derram a
C on el clarín que fabricó V ulcano :
Desde hoy to d a m i casa te proclam a
D e mi cocina gefe soberano:
T ú mi árb itro serás, y tó mi guia,
M andando en mi cucina noche y día.
“ M ata, trincha, dispon como gu stares ;
Escoge los bocados mas sabrosos,
P a ra que cada dia sin pesares
V ea á m i m esa amigos oficiosos.
Q ue al saborear finísimos m anjares
M i gusto siem pre alaben bondadosos.
Y despues de com er, agradecido
B endiga al cocinero que ha servido.”
Su celo y su fervor asi excitando (17)
T endréis un servidor, que poseyendo
U n noble orgullo, u surpará trinnfante
Del grande Como el poderoso cetro .
Vais á experim entarlo : d vuestro asilo
Todos los convidados van viniendo,
Y claro en sus m iradas se descubre,
c 3
Q ue se ven agitados del deseo
D e gozar del festín , apresurando
E n su in terio r al tardo cocinero.
T odo se ve anim arse en la cocina ;
L a llam a brilla en los hornillos n eg ro s.
D o se ven m il m anjares diferentes
Q ue la atm ósfera llenan de hum o espeso.
E n to rno un saludable olor se siente.
Los galopines tím idos, cubiertos
D e sudor, unos á o tro s se em barazan ;
Parece un laberinto todo aq u ello :
P ero el gefe tranquilo y orgulloso
N o se in q u ieta, p ues todo lo h a dispuesto.
Y en su ro stro , m irando atentam en te.
Serenidad y calm a solo advierto.
T al en el cam po ardiente de B elona,
C uando á encontrarse con fu ro r trem en d o
L as huestes van, en medio de la s filas,
Se encuentra ufano el A dalid seren o .
C uriosa m ultitud entorno vaga,
Y acaso agita su valiente pecho
A lgún te m o r ; mas su sem blante osado
Vencimos, p o r do q u ier, va ya diciendo,
Señalando el lu g ar de la batalla,
Y al enem igo en p resta fuga puesto.
Revuelve en su cabeza vastos planes :
Se dan y se reciben en mom entos
O rdenes mil diversas, cada uno
Ciegam ente las cumple sin rodeos.
Form a rápidam ente las colum nas,
Q ue de su plan ignoran los secretos.
V a presuroso al puesto am enazado :
E nvia á do hacen falta los refuerzos :
R etum ba el bronce en los lejanos montes»
E n sangre y polvo todo se halla envuelto,
Y p o r fin u n a esplendida victoria
R esulta de u n combate tan h orrendo.
D e u n quím ico el orgullo y la im portancia
D an al artista varios instrum entos.
E l reluciente bronce en la cocina
B rillar en piezas estañadas vem os.
Y a no es aquel m etal, que el fiero M arte
E m plea en los m ortíferos en cu en tro s,
Q ue vom ita la m uerte por las filas,
Q ue quita á C éres su verdor, y el seno
C onturba de A nñtrite, y hace á veces
L a sangrien ta fortuna del g u e rre ro ...
A qui el bronce no causa estragos tales.
A m ejor egercicio y noble empleo
L e ha destinado Com o, y sin que tem a
D el fuelle atizador el soplo recio ,
T ranquilo en el hornillo á los m anjares
D a el gusto que pretende el cocinero.
C erca del grande hogar en una caja
M u grienta un útil instrum ento veo
Q ue debe el ser i la relo g ería...
Innum erables ru ed as, y pequeños
Ingeniosos resortes sordam ente
En !a cocina aum entan el estruendu.
Su g ro sera arm onía á mí me agrada
Aun mas que de la P asta los acentos. ( ; )
Sobre un ege bastante prolongado
E l pollo, el p ato , el pavo y el carnero
D an vueltas con sus fajas de tocino,
Y al ver su cadenciado movimiento
P arécem e respiran todavía.
H uyendo y deseando el grande fuego.
P u esta en el asador la caza hum éa,
Y va asándose al ruido de un concierto
T an arm onioso, dulce y agradable.
Q ue está envidioso de él el T ràcio O rfeo.
A dornad con un g usto delicado
E l com edor, cual sala de recreo,
Con grupos de anim ales y de fru ta s,
Q ue á los ojos ofrezcan cuadros bellos.
Yo prefiero S nyders, sin duda alguna,
G ran pintor de cocina, á todos esos
Q ue h a form ado la escuela florentina ;
Y por esto M ercier en nuestros tiem pos
E n un sabio discurso declamando
D e R übens contra el a rte , daba el prem io
N o al que im itaba la n atu ra bella,
Sinó á aquel que solia se r mas d iestro
En p in tar un guisado, usi picadillo,
O asada alguna piern a de cam ero .
N o p e rm itú s que ob sirvan la comida (18)
Cuando abandona el sol n uestro hem isferio.
U n abuso culpable cada dia
V a m as y m as las cenas proscribiendo.
E l estómago gim e : se abandona
D emasiado la m e s a : dejad esto
A los que tien en puesto en el dia
Sus ricos capitales en los G re m io s^ ,
M ientras que vanam ente p ara el cobro
E speran m ejorados ver los tiem pos.
M as vosotros, que llenos de riquezas
A am arga privación no estáis sugetos,
Sentaos ¿ la m esa á mediodia,
Y seguid en un todo m is consejos.
M as i que escucho I M adrid co n tra m í clam a,
Y p arte, g rita , rústico grosero,
L a aldea es tu m ansión. E nhorabuena
A lli quiero vivir, do satisfecho
A legre i m i placer habré comido
C uando M adrid en sueño se halle envuelto.
C opiosa cena cierre vuestros ojos.
Cuando trasp u esta ya la luz de Febo,
*
El traductor de este Poema es uno de tantos, y
se ve en la imposibilidad de ser buen gastrónom o, tanto
por esta razón como por ser en la actualidad u n etni>
grado.
Su cándido fulgor la amable L una
Vaya en el campo pálida tendiendo.
P ro cu rad ex citar sano apetito .
Sin él, do quier la saciedad y el tedio
O s seguirán, y la abundancia en vano
O s brindará con sus pressentes bellos.
£1 ocio aborreced, dulces am igos.
Si alm a quieta quereis en fuerte cuerpo.
A penas raye en el oriente el dia.
E l sueño sacudid, dejad el lecho.
Id , la bella n atu ra contem plando,
E n poB del jab alí con vuestros p erro s.
C o rred tras del venado en la llanura
C on el lebrel de Irlan d a ó los sabuesos.
S i la caza no am ais, id á la choza
D el labrador hum ilde : ved prim ero
Su gozo, su ventura y sus am ores.
E n su m odesta esposa, y sus hijuelos.
P ro le feliz, que á vuestro aspecto ríe ,
Y en m iraros llegar halla consuelo.
Con generosa m ano, y ro stro alegre
A lgunos dones rep artid en tre ellos.
A dm irad al p asar por vuestrob campos
C ual la dorada espiga va creciendo.
£1 arado tom ad ; probad un rato
Si h acer podréis los surcos paralelos.
N o desdeñeis la hoz, ni dura esteva :
Facilitad el curso á un arroyuelo
Y nueva vida torne al mustio prado i
De un ardiente bridón el noble fuego
Domad, volando con veloz c a rre ra
Q ue venza en rapidez al raudo viento,
E ^tónces lograreis el apetito,
Y el fruto cogereis á casa vueltos.
Infinitos m anjares regalados
H ay, que en m i canto celebrar no intento.
A sunto tan copioso solo en grande
M i M usa tra ta rá , yo os lo prom eto :
G ustosa siem pre de agradar á sabios
Se desdeña de hablar al vulgo necio.
Si acaso de m is regias 6 lecciones
A lgunos no estuvieren satisfechos,
E studien en el a rte de cocina
Q ue com puso M artinez hace tiem po.
C atecism o ordinario de criados,
A rtistas m ercenarios y grosero»,
Q ue haciendo una to rtilla con tom ates (19)
Piensan h ab er hallado un gran secreto.
¡ T om ate I D ulce ju g o apetitoso,
D espreciado en los reinos extran g ero s,
T d adornarás mi m esa en el verano.
Sirviendo p a ra varios condim entos.
Ya la sopa presentan en la m esa,
D e excelente comida anuncio cierto ,
D orada, sustanciosa, ¡ oh cual exhala
E l olor de la vaca, y de torreznos !
J u g o de vegetales es su caldo,
Y de gallina m enudillos tiern o s.
A com pañada con ligera escolta
D e platillos herm osos, cuyo obgeto
E s m over suavem ente los sentidos,
Y a b rir el apetito casi m uerto.
M as no abuséis de aquel prim er in stan te
N o os entregúela al engañoso cebo
D e una necesidad que poco á poco
M as adelante iréis satisfaciendo.
Ensayad dulcem ente estos placeres,
Y entorno de los platos como un G enio
L igeram ente andad : asi la abeja
V uela de flor en flor tocando el seno,
Y discreta, en su vuelo, apenas deja
Señal del h u rto en el capullo tie rn o .
M ira la fresca ro sa, y al instan te.
N o 8ÍD dolor, { ay I huye de ella lejos :
Y es que sus gustos á sazón m odera,
G uardándolos para placeres neuvos.
Con pom pa y m agestad tra s de la sopa
U n a podrida Olla va viniendo ;
D o deben descubrirse confundidos
L a gallina, el chorizo y el «am ero,
E l jam ón y la vaca en tre el garbanzo.
A com pañados de tocino fresco.
D espues han de i r saliendo los p rincipios
A ncham ente dispuestos y con tiempo»
Que ei suave olor que salga de sus salsas
D ege.á cuantos esten allí suspensos.
E n medio de aparato tan brillante
U n gran lomo de vaca ver debem os.
Cuyos lados sim étricos ocupen
U n sabroso pastél, en cuyo hueco
Se ocultarán con arte mil cosiüas,
Q ue á su tiem po saldrán de tal encierro.
D e cerdo una cabeza bien rellena
Se deberá poner al lado opuesto :
U na gallina en salsa sim plem ente,
Y estofado un buen trozo de tern ero .
A pasionado siem pre por la carne
H e seguido fielmente aquel proverbio,
S u c la carne hace carne, y por lo tanto
D e T arragona agrádam e el carnero :
Porque á los de otras partea tan to excede,
C uanto á una ran a un toro corpulento.
P itágoras, P lutarco y otros varios
Sobre este p u nto apóstoles no fueron
D e mis gustos, pues m ientras se interesau
P o r el buey, p o r la cabra y el cordero,
A simples vegetales solamente
Q uisieran reducirnos con em peño.
Degemos que se duelan de la oveja (2 0 )
Q ue hum ilde ofrece al asesino el cuello.
D uélanse de los bueyes provechosos,
D eploren del cordero el fin funesto.
Su falsa hum anidad no me a m e d re n ta :
S u m oral es muy buena, io confieso;
L a sangre vil les m ueve al derram arse,
M as sin piedad, en tan to , ¿ no les veo
In cen sar los g u e rrero s, que levantan
Con sangre hum ana barbaros trofeos ?
Cuando empieza el convite á m í me agrada
V er cual se observa un general silencio.
Sobre todo absteneos de discursos
C om unes, ordinarios y molestos.
** U sted no come nada ciertam ente ;
¿ P orqué no pru eb a U sted aquel guisado ?
Q ue lo hicieran m andé gustosam ente :
Este le agradará p o r de contado.
Vam os, pruébele U sted lig eram en te.
S i nó yo me d aré p o r agraviado.
L a estación es fatal, pero otro dia
R ecibiré m ejor tal com pañía.”
Sabed las cerem onias y etiqueta.
D isfrutad en la m esa con sosiego,
Y evitad cuidadoso que un bocado
C on otro no tropiece en daño vuestro.
Si ta l vez se introduce en v uestro asilo (2 1 )
Desconocido, algún g o rrista d iestro ,
R ecibidle c o rtés, vereis que apenas
N i su nom bre sabéis, ni el de su pueblo.
Y ya 08 q u iere, os estim a, y luego se hace
Amigo que no g asta cum plim ientos.
Con cortesias paga cuanto trag a ,
Y os divierte conforme va comiendo.
Ja m a s á los placeres de la mesa
Os asociéis con hom bres medio enferm os
P o r tontas aprensiones y m elindres,
Esclavos de E sculapio, que sugetos
A la dieta, su estóm ago no entregan
A un recreo inocente, á un gusto honesto.
Su salud de continuo les ocupa (2 2 )
D e cuanto ven calculan el efecto.
E sto es dañoso ; aquello muy pesado,
Al cuerpo hum ano le conviene aquesto.
A poyan con sofismas cuanto dicen,
Y citan aforism os de G aleno.
C urarse piensan sin com er de nada,
Y de aprensión y miedo van m uriendo.
Infelices m ortales, que el D ios Como,
Porque im potentes sois, os odia, id lejos,
Y á ayunar no vengáis á los altares
Q ue exalen arom áticos inciensos.
O
vosotros, que firmes y robustos
Sabéis vencer im aginarios riesgos.
V enid, y sed adorno en los banquetes,
Sabed de mi iltil a rte los secretos.
¡ N ada os ocultaré ! Si acaso os dicen :
Venid hoy á comer sin cumplimiento s
R ehusad al punto honor tan peligroso :
E s un lazo que os arm an , no hay rem edio
Convite tin cumplido y ceremonia.
Sabed que es un engaño manifiesto.
FIN
DB Ti
SEGUNDO
CANTO.
LA
GASTRONOMIA,
ú
LOS P L A C E R E S D E LA M ESA
POEMA.
CANTO T E R C E R O .
EL SEGUNDO SERVICIO.
L a asuladora g u erra, que destruye
Con d u ra m ano fértiles provincias,
Y por enriquecer al ambicioso
A miles em pobrece en solo un día,
H a dejado estam padas en E spaña
L as huellas del dolor, y la desdicha.
Los cam pos recorred, y tristem en te
V ereis ya reducidos á cenizas
Aquellos edificios tan costosos.
Q ue el hom bre consagrára á sus deliciaa.
L a m iseria inm oral su férreo cetro
E xtiende por do quier : ella dom ina,
Y el purpúreo color de los semblante;«
I) 3
Cede á la am arillez de odiosa vista.
E lla fuoestam ente ha interrum pido
L o s deportes y espléndidas comidas,
Q ue en tiem pos m as felices diariam ente.
O ra en el C abañal del m ar á orillas,
O ra en sitios am enos, retirado s,
O ra en las m ism as ondas cristalinas, >
E l festivo habitante de Valencia
C on placer duplicado ver solia.
Yo las vi, yo las vi con sentim iento
E n las llanas, fecundas cercanías
D e la heroica ciudad de Zaragoza
P o r tie rra convertidas en ruinas
L as bellas q uintas, casas de recreo
E n la ardiente estación apetecidas.
M il ofrendas y obsequios repetidos
A \ soberano Cómo alli se hacían.
Yo vi como caísteis con estruendo,
¡ Plácidas to r re s * , bellas alquerías I
V ilo, m e lam enté ; m as m i m em oria
G uardará im presa v u estra gloria antigua.
S í hay un noble papel de envidia digno,
U n agradable empleo en esta vida,
•
E n A ragón llam an torres á las casas de campo,
que en Valencia y otras partes se conocen con el
nom bre de alquerías, y m as comunmcnto con el de
quintas.
E s el del hom bre que hace los honores
D e la m esa en su casa con m aestría
L os m anjares que él sirve se devoran»
T odos sobre é l m iradas tiern a s fijan,
Y parecen pedirle nuevas gracias ;
Su generosa mano les cautiva.
Si P luto, á quien m olesto, am igos m ios,
M e colma de riquezas algún día,
A la am istad al punto las consagro,
P a ra vivir en continuada dicha.
D el tiem po la mitad seguram ente
Pasaríais conmigo ; m esa lim pia
Y en extrem o abundante fuera el lazo
P a ra coger tan g rata compañía.
£1 Jerezan o n é c ta r presentára
P a ra que refrescarías las encías ;
P reservándoos del vino de Vizcaya ( / ) ,
D el flojo chacolí que alli se estim a.
Ja m as en vuestros vasos la cerbeza,
D e ignoble o rig en , á acedar vendría
£1 delicado paladar, guiada
D el falso brillo la inesperta vista.
M is criados con ágiles caballos
A los vecinos pueblos pasarían
A com prar lo que hubiese de m as ra ro .
L a tru ch a, el m ero y la enroscada anguila.
E n mi ja rd ín y huerto todo el año
T endría las verduras exquisitas,
P ara daros en medio del invierno
G uisantes, alcachofas, fresas, pinas.
E l arte de cocina por M artinez
D ice servid caliente la comida.
E l guisado m as fino y delicado
Con tal que frío esté se desestim a.
H aced que los am igos ai dejaros
Satisfechos y alegres se despidan.
A percibid sus gustos diferentes ;
Q uien la piern a apetece de gallina,
Q uien el caparazón, quien la p echuga.
Q uien halla en el cocido sus delicias.
D iciendo que el m anjar m as regalado
E s una sustanciosa oda podrida (g ).
B ien podéis ofrecer generalm ente
D e los pollos las alas tiernecitas,
De) sollo el lomo, de la carp a el v ien tre ,
Y del lechon la piel dorada y fina.
Si alguna cosa encargo es que en la mesa
A todos se ha de hacer igual ju s tic ia ,
Sin que se favorezca p o r orgullo,
P o r capricho, ó razones no sabidas
A un hom bre poderoso que quisiera
S e r preferido en cuanto alli se sirva.
¡ Ah ! si es que la igualdad en este m undo
D ebe rein ar sin conocer la envidia,
H a de ser en la m esa regalada,
D e m anjares finísimos provista^
A todos u n a ley alli gobierna,
Sin conocer la horrible tiranía.
Con los prim eros platos presentados
D el ham bre habéis calmado la fatiga.
O tra escena se v e ; criados listos
Los restos alzan pronto y se re tira n .
Emplead dignam ente aquella treg u a,
Q ue p ara hab lar ha sido concedida;
Con pequeños discursos diestram ente
H aced que todos á su vez consigan
T en er suspensos, al egem plo vuestro,
A los demas haciendo que se rian .
Añadid algo A cuanto yo he trazado,
P ues la m ateria de este asunto es rica
E n los siglos pasados, donde se hallan
A nécdotas curiosas de cocina.
C itad hechos felices, ved la historia
D e G recia floreciente, y R om a altiva,
C drio D en tato , que triunfó dos veces,
E n una olla guisaba las ju d ías (2 3 ),
C uando á im plorar su protección vinieron
L o s que m andára el Rey de los Sam nitas.
C itad , y pasareis p o r erudito (2 4 ),
I^aley'de los Rom anos que im pedía
T e n e r buen apetito ; ley tira n a .
C on el nom bre d e/á» iiíí conocida.
R eferid, que im portara en R om a un barbo (2d)
C ien duros : muy bien hecho 8Í v a lía ;
Y que dijo C atón en su delirio,
“ T enem os la R epública perdida.’^
S i del barbo pvobára, á buen seguro
Sem ejante chochez callado habría.
A ñadid, que un tiran o generoso (26)
£ n N ápoles pagó p o r la exquisita,
Y lina salsa de un faisan veinte o n /a s.
Y bí querels saber m il cosas dignas (2 7 )
D e rep etirse, ved lo que P lutarco,
M arcial, Petronio dicen, y P latina.
H azañas referid de comilones (2 8 ),
Q ue á la razón confundan al oirías.
Con que poder lia rta r á veinte ham brientos
A lbino en un alm uerzo consumía.
Fagon fue en este punto muy fam oso.
P u es dar supo en su estóm ago cabida
A un jabalí, dos cerdos y un carnero
E n los raro s festines que él tenia.
B ien sem ejante á un horroroso abism o,
Cuyo fín no descubre hum ana vista.
Refiriendo con gracia tales cosas
H aréis de los am igos las delicias.
M ientras que ellos esj)eran im paciente«
V er como los m anjares se du|>iican.
N uevo servicio llega á la órdeii dada.
L os mas grandes asados necesitan
O cupar el lugar privilegiado.
F ruto de vuestras útiles fatigas.
Podéis decir por qué inhumanoB medios
A lcanzasteis la liebre que corría,
Cómo hallasteis al tím ido conejo,
Y la perdiz en su im prudente huida
Cómo cayó sangriento y m oribunda,
Y el pato que en el agua se escondía.
Deben orlar platillos num erosos
AI asado con bella sim etría.
Proscríbid de la m esa esos adornos,
Q ue á expensas de mi boca me cautivan
Los ojos, engañando al apetito.
M enos cosas brillantes, mas com ida.
P ues yo no m e alimento con ju g u etes.
E n todo ese aparato, que i la vísta
A grada tan to al pronto, de la mesa
Ija abundancia m is ojos no divisan.
Los placeres mas vivos ya se acercan.
A tentam ente los glotones m iran,
Ansiosos devorando de antem ano
El francolín, la cordorniz, la anguila.
L a leche de pescado, el hortelano.
C on el blando lechon, pieza esquisita.
C u ya coraza de oro reluciente
P arece defender la honda m ina.
Q ue en su in terio r oculta h asta el extrem o,
D e sabrosas y tiernas criadillas.
D esterrad esos pollos m iserables,
Q ue en vuestras casas héticos se crían .
P o r ignorar el arte de engordarlos :
Pollos llenos de g rasa da G alicia.
¿ A quien agradarán aquellas aves
Q ue al esfuerzo del diente no se hum illan?
A la casa de cam po de un amigo
A lguna vez llevado, se servia
E n n u estra alegre cena el mismo gallo.
Q ue cuando apenas apuntaba el día
Con su brusco c a n ta r me despertaba :
Yo observé sus am ores con envidia,
Y de terneza ageno, su venganza
£ n la cena con rabia producía.
N o perm itáis que en medio de un convite
A daros vengan pérfidas noticias.
Echad lejos de vos al im portuno
Q ue solo á incom odaros se encam ina.
N a da al hombre de bien turbarle deb<^
Cuando se halla entregado á la com ida.
P ues de Cómo en los brazos deliciosos,
¿ Q ue le im portan del mundo las in trig a s ?
¿ Q ué las sangrientas g u erras, y p artidos
Q ue con bárbaro encono se encarnizan ?
P a ra olvidar todo esto hay un buen m edio.
Y a en vuestro vaso el vino añejo brilla,
E l vino de A ragón ó Valdepeñas,
Q ue bien tapado en la bodega fría
Seis veranos h a estado, y su fragancia
E u su vegéz anuncia lozanía.
E l C ham paña espvimante y sonrosado,
A rep etir mil brindi« os an im a....
P ero no : m oderad vuestros deseos.
Q ue o tros bay que os esperan todavía,
Y entonces el placer será m as garande.
El tiem po vuela, la hora se aproxim a :
Van á venir los postres deseados.
N o abuséis al principio con codicia.
A dm irad la N a tu ra con que ingenio,
Cuún hábil desde el norte al mediodía
Sabe variar sus dones generosa :
C ria los vegetales, y organiza
Aquellos cuerpos, que despues del hom bre
íiOs resortes vitales vigorizan.
La p atria conoced de tantos seres,
Q ue suelen contribuir á darnos vida.
En este solo punto necesariu
O s enciirgo seáis naturalistas.
L a botánica huid ; por vuestros campos
Buscando no vayáis las yerbecillas.
P ara m anifestar vuestro talento
Sobre una planta inútil todo un dia.
A B ufon'Tespetad, tam bién á Piinio.
M as ¿ que teneis que ver con esa lista
De tig res, de elefantes, de pantéras,
De unicornios, de leones de la L ibia ?
Si es que os interesáis es solam ente
En saber las costum bres bien sencillas.
Los caractéres de esos animales
Q ue á nuestra vista nacen y se crian.
E stim áis la corteza saludable,
Q ue el habitante de Ceilan envia.
O s gusta la m oscada, y este fruto
Tan precioso sabéis do se cultiva.
N o íg n o rú s que en T e rn átes el clavillo
E l delicioso campo arom atiza.
E l hongo disting áis que no es dañoso
D e aquel que su veneno oculto abriga.
L a criadilla os g u sta sobre todo :
Sacóla el cerdo á v e r la luz del dia :
Sin orgullo pacífica vegeta
A) pie del tronco de una añosa encina.
L ectores os c o m p re n d o ...sé que debe,
A su m étodo fiel, la plum a mia
Un feliz episodio que os divierta.
U n rato suspended la amable risa ,
Q ue al oir relación tan lastim osa
N adie al llanto es posible que resista.
D elicias son, am igos, y no penas
El tierno llanto, que piedad in sp ira.
C ondé, Condé el fam oso, i quien la Francia
Con ardiente entusiasm o siem pre adm ira,
E n su bello y m agnífico palacio
D e su rey esperaba la visita.
E n el sitio feliz, en el brillante
C hantillí, que no existe ya en el dia,
E n este C h an tillí, que enriquecido
Se viú del gran Condé p o r la fam ilia :
Jam as de un soberano la presencia
Fue alli con tanto lujo distinguida.
E l cuidado de todos los festines
Se dió á Vatél» gran gefe de cocina,
Fam oso mayordomo del que supo
M erecer en Rocroy gloria infinita.
E l tomo con em peño su trabajo :
A su saber no se herm anó la dicha.
Colmado de fatiga es advertido
Q ue el asado en dos m esas le pedían.
V atél se cansa en v a n o : no h ay asados.
Y por asados todo el mundo g rita .
¡ Ah t dijo entonces á su am igo, en tanto
Q ue llanto am argo cubre su m egilla ;
M i honor está perdido, ¡ oh sentim iento !
P ues sabes que han faltado dos asados :
U n dia solo tu rb a mi contento.
M i fam a eclipsa, veo m architados
Los lauros que ha ganado m i ta le n to ....
L o s ricos cortesanos alarm ados
Con razón no querrán de m í fiarse,
P u es lo que h a hecho V atél es d esh o n rarse."
E l príncipe del caso noticioso
Acude á consolarle presuroso.
“ V atél, contento estoy , no tengo pena.
T ranquilízate, amigo, nada ha habido
M as bello y mas brillante que la cena
Q uc »1 rey cn eijta noclie se lia servido :
N i mi estim a has perdido, ni tu giuria,
N i es u n criraen tu falta de m em oria.”
— “ G ran principe, v uestra alm a generosa
M e tu rb a y m e confunde enteram en te :
K o rraré arrepentido y diligente
U n a afrenta que a m i alm a es tan g rav osa.’
M as ¡ ay I o tro pesar ya le devora ;
P ues al dia siguiente á medio dia
N o recibe el pescado que esperaba ;
Y a la h o ra de com er venia aprisa.
D e todos sus enviados, detenidos
P o r varias causas, nadie parecia.
Ya espera, ya se inquieta, ya maidici^
Su desgraciada su erte y pr<^ia v ida.
Venga el pescado, dice, 6 bien la m u e rte :
Y tan solo la m u erte hácia él venia.
T res veces se atraviesa el desdicimdo'
('o n el acero que en sus manos brilla ;
Y su alm a grande fuese consternada
K ntre la ro ja sangre confundida.
l*ero ¡ oh dolor I oh lam entable pena !
Ya sus dias en salvo se veian
8i hubiese soportado su desgracia
F ti rato mas con :uiima tranquila.
P ues apenas bajó del reino obscuro
A la infernal rib e ra , que ya g ritan ;
E l pescado ha Uegado4.,de ¿1 se acuerdan :
V an en su b u sc a .,.le h alla n ...¡ oh d esd ich a!
L a inexorable P a rc a p ara siem pre
C ortó ¡ ay dolor ! el hilo de sus dias.
A si acabó V a te l; y su desgracia (3 0 )
D e la mesa en los fastos referida
M ucho tiem po s e r á : y asi vosotros.
Q ue debeis p resid ir en las comidas,
Sentid su m uerte y trágico su c e s o ;
P ero no le im itéis, que es bobería.
FIN
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GASTRONOMIA,
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L O S P L A C E R E S D E LA M ESA
POEM A.
CANTO CU A RTO .
LOS POSTRES.
E l m urtal venturoso, qiie eii su mesa
De Pluto y H ebe amable fue asistido,
Y del ham bre jam as viú el ro stro ñero,
£ n la opulencia y el placer dorm ido ;
En su su erte feliz, sin duda ignora
De un convite el valor, dulces amigos.
Cttrcado de riquezas no conoce
E i sentim iento vivo y exquisito
Q ue nace de un c o n tra ste ...E s necesario.
D istante de la dicha, haber bebido
A lguna vez c1 vino del vlagero ;
Y oculto en una choza, fugitivo.
P o r la m iseria lívida asaltado,
H ab er comido el pan enmohecido.
E ntonces s¡ os p resen ta casualm ente
U n banquete magnífico el destino,
E ste bien no esperado vuestros goces
R edobla, y los placeres son mas vivos.
A si despues de torm ento sa noche
N aciendo en el oriente el sol divino
M as bello y p uro resplandor derram a.
A legrando al m ortal entristecido.
¡A y ! el dulce p lacer que la ventura
T ra s la desgracia causa yo he sentido.
£ n los dias de h o rro r, de sangre y lloro,
Cuando tendió la m u erte el cetro im pio.
Sobre la triste E sp añ a, que luchaba
P o r sacudir heroica el yugo indigno
Q ue im ponerla in ten tára el que en los llanos
D e W aterlü despues se vio vencido ;
E ntonces yo me hallaba en M equinenza.
A lli canté el am or y sus delirios.
B ien pronto los F ranceses asediaron
E strecham ente el pueblo y el castillo.
Fue preciso ceder : la d u ra suerte
Del vencedor nos puso al albedrío.
P risioneros á F rancia cam inando,
A una ración m ezquina reducidos ;
I A Dios alegres cenas y comidas !
¡ A Dios jugo de p a rra s, buen m arisco,
Pasteles delicados y perdices,
C onejos y carnero, á D ios digimos l
L a p atata e ra el blanco adonde todos ( h )
H am brientos asestábam os los tiro s.
Y a los m eses pasaban, sin que nunca
L a fortuna viniese á darm e auxilio.
C uando ¡ oh suerte feliz inesperada !
U n alm a noble, un pecho compasivo
D e m í se condolió; M uger am able,
G enerosa francesa, agradecido
Ja m a s m e olvidaré de tus bondades.
Recibe este homenage en mis escritos.
L a abundancia se unía á ia ñ n u ra ;
V inos en su bodega envegecidos
C alentaron m i estóm ago, que estaba
A fuer de las patatas arrecido.
E hinchendo bien de F rontiñan la copa,
A la P az y al A m or los dos bebim os.
M is penas, mis pesares y m is cuitas
Con su amabilidad eché en olvido.
M usa, á tu s convidados o ra vuelve.
¿ N o adviertes el susurro repentino
Q ue e n tre ellos se ha m ovido, su alegría,
Y sus ro stro s de púrpura te ñ id o s?
Si contento quedáis, al cocinero
D ebeis ren d ir un hom enage digno
D e su ciencia exquisita ; y si su celo
Q ueréis recom pensar, ved el arb itrio .
H aced público elogio de su ciencia,
Y le veréis m añana m as activo,
F iel al deseo de ad q u irir m as g loria.
E xcederse á si m ism o en el oñclo.
D ecidle de este m odo.
E stoy contento.
M ira de este festín lo que h a quedado :
Pescados, liebres, pájaros sin cuento
E n triste s esqueletos se han m udado :
P u es bien, agradecido á tu talento
Con el laurel de atún escabechado
U n a corona yo te h a ré , y quisiera
Q ue igual al beneficio el prem io fu era.”
A si es que un héroe célebre en ex trem o (3 1 )
E n Potsdam escribió en alegre estilo
U na c a rta á N oel, las gracias dando
P o r lo bien que le hacia sus servicios :
¡ Ilu stre cocinero, que hábilm ente
L a estim a m ereció de Federico !
Ya han servido los postres. ¡ Q ue aparato I
Y a todos desde lejos han olido
E l queso, en cuyo olor desagradable
Su vegez, y su m érito distingo.
Sí acaso en este punto á los am antes
C iegam ente debem os dirigirnos.
L o s perfum es de P afos, que A m or u sa ,
Ja m a s con los de Suiza han de i r unidos.
N o cojáis en los labios de una h erm o sa (t)
U n dulce beso, si es que habéis comido
D el queso de M aro!, la amable risa
Veloz huiría de tan bello sitio.
P o r últim o tan célebre convite
D é fin con un espléndido servicio.
A yuden pues las artes á los p o stres ;
Y en tre otro s varios venga aquel oficio
Q ue transform a el azúcar en mil m odos.
Según de aquel que lo hace es el capricho.
U n hábil confitero, que en V alencia ( j )
E l domicilio tiene establecido,
Cuyo m érito un rey prem iò hace tiem po.
P re sen tará famosos edificios
D e azúcar, de bizcochos y de pastas ;
A ranjuez, E scorial, el B u en -retiro ,
L as bodas de Camacho el opulento.
E l famoso de C reta laberinto ;
O bien de m uchos pueblos en la E spaña
Sabrá im itar ios m em orables sitios.
N o destruyáis tan dulces m aravillas,
Cuyo trabajo im ponderable h a sido
P ara hacer el encanto de los ojos ;
Mas si de golosinas sois am igos (¿ )
O tras cosas ten d reis que os satisfagan.
Aunque á la vista ostenten menos brillo.
Saboread esas frutas delicadas.
Que hábilm ente á conserva han reducido.
U nid á los tesoros de Pomúna
L os de la herm osa Flora ; el alto lirio .
El clavel arom ático, y la rosa
Q ue p a r en herm o sura no ha tenidu,
Copien en vuestra m esa p ara postres
D e Flora bella el g rato domiciliu ;
Y que el n atu ralista al ver las flores
Confitadas adm ire ta l prodigio.
T odos rien alegres, satisfechos ;
P ero Baco se acerca á vuestro asilo,
Y p a ra colmo de placeres tantos
Ya la cóncava taza tra e consigo.
Del tronco de u n a cepa está form ada
Con tal arte y prim or tan exquisito,
Q ue alti vereis los S átiros y Faunos
C o rrer tra s de las D ríadas festivos :
Alli ios pueblos todos de la India,
C uando Baco apoyado sobre el tirso
V a en su carro tirado por los tig re s,
A doracion le rinden confundidos.
D e su purpureo y juvenil sem blante
Vereis cual sale un resplandor benigno,
M as bello, m as b rillante, y m as precioso
Q ue cándidos albores m atutinos.
E n torno de su carro muchas N infas ;
U nas saltando van con raudos g iro s,
O tras con verdes pám panos tegiendo
G uirnaldas de do penden mil racim os.
Alli Sileno e stá , su Pedagògo,
L as venas hinchadísim as del vino.
Sobre un c arro triunfal cn pos de B aco,
Recitando los versos prom etidos
A Crom is y ú M nasilo, cuando su Egle
Con las m oras le puso el rostro tin to .
Alii tam bién las G racias, con un velo
D e sus cuerpos cubriendo los hechizos.
Form an alegres danzas, y enardecen
Con su herm osura al corazon m as frío ;
A Cupido llevando en medio de ellas,
Y á la D iosa que adoran los de G nido.
Ya llega : ¿ n o le veis ? m il veces salve,
Divino B aco, repetid, amigos.
C onquistador de la India, acude llega,
M ejor que las que m oran en el Pindó
Insp irarm e sabrás ; ven y derram a
Del n é c ta r que los D ioses han bebido,
Y los versos m as fáciles y dulces
D e mis labiois, saldrán con tal rocío.
j Que interesante aspecto que p resen ta
D e esas copas el núm ero infinito !
¡ Que lujo seductor, y que riqueza!
Ved de todos el grato regocijo.
Como os tienden los brazos, esperando
Q ue sus votos oigáis ! Pues b ien, oidio».
Volad á su socorro, y en sus copas
D e Palm a derram ad el suave vino ;
O frecedles B urdeos, A licante,
C hipre, A lbano, y aquel tan conocido
P o r el L ácrim a*C hristi, el de B orgoúa,
O purto, F rontiñan, ¡ C ham paña rico 1
L a dulce catalana M alvasía,
V el J e r é z que la A m erica haya visto.
E l im perial T o k a i...\ Ah ! bien dichosos
S i lográis de éste el ju g o de un ra c im o !
P ues de la H u n g ría un príncipe ta n soto
L e coge, y da á los reyes sus vecinos.
Com prad el vino siem pre do se c r i a ;
P ues en M adrid, de todos es sabido,
Q ue las bebidas se adulteran m ucho,
Y li expensas vuestras llenan los bolsillos
A quellos que afanados p o r el oro.
E ncuentran en la quím ica su auxilio.
A l tiem po de beber haced de modo
Q ue sea vuestro voto el decisivo.
D ecid : este B urdeos m ejor fuera.
S i á un país m as rem oto hubiese ido.
E sto M álaga á fuer de se r añejo
Su fragancia perdió, y vigor activo.
Prolongad los placeres de los p o stres :
E ntregaos del todo al regocijo :
Gozad, reid ñ n ofender á nadie :
No penseis, del egem plo persuadidos,
E n asuntos poh'ticos, uniendo
Los derechos del pueblo al laberinto
D e cosas m etafísicas, tam poco
D e los reyes queráis, entrem etidos,
In d ag ar los secretos del E stado,
P ues nunca os revelaron sus designios.
N adie toque cuestiones religiosas ;
L a religión se agrada en otros sitios.
G uardaos de tra e r á la m em oria
Los crím enes, los públicos delitos
Q ue manchan á la historia : asunto triste
D e fatal pasatiem po aborrecido,
Q ue el mal recuerda sin que el bien nos traiga.
N o am bicionéis un público destino
P a ra poder m andar, pues es bien cierto
Q ue la ambición nos quita el apetito.
D estruye la salud, la fuerza apoca.
Egem plos grandes hay en n u e stro siglo
D e tantos infelices, porque vanos
A l hom bre gobernar han pretendido.
S us recientes desastres son la prueba
D e los m ales que asedian de contino
A los que aspiran al honor del m ando,
H onor, no obstante, siem pre apetecido.
Los tales de un festín el dulce encanto
P a lp itar en sus pechos no han sentido.
Y sinó ¡ cuantas veces en su m esa
Em papado con lágrim as se h a visto
Su pan, y emponzoñado con m ortales
R em ordim ientos su precioso v in o !
Bebed quietos con mal ó buen G obierno.
B urlaos de los necios desvarios
])e los locos hum anos, que no saben
H allado el bien perseverar tranquilos.
N i hagáis caso si viereis perseguirse
C ruelm ente encarnizados dos p artid o s.
Seguid el uso antiguo de los brindis.
M as no digáis en tono decidido :
Puedan libres los hom bres algún dia
Como herm anos vivir en com pañía ;
Y que tam bién la ilustración se extienda.
Y del vil despotism o nos defienda.”
¡ Q ue de veces p o r votos sem ejantes
M as de un banquete profanado ha sido !
Si á la ronda bebeis, m as lisongeros
Son los brindis que intento p rescrib iro s.
Podam os o tra vez de aqui á cien años
B eb er ju n to s a q u i; preserve el rielo
D e heladas, p iedras y otros varios daños
L as viñas que su sten ta nu estro s u e lo ;
Y libres de políticos debates
V iv ir con los pacíficos P en ate s.”
Si albergais la venganza en v u estro s pechos
C o n tra vuestros m as crueles enem igos
N o hagais lo que hacen ellos, deseadles
Q ue desconozcan siem pre ei a p etito ,
Q ue un funesto disgusto les p ersig a,
Y que apaguen la sed en el estío
Con vino de Vizcaya, ó bien ta n solo
Con el que nazca en su árido dom inio :
Q ue en su asquerosa m esa nunca tengan
f!t consuelo de hablar con un amigo ;
O ya en sus triste s órgias engañados
Todo m anjar les sea desabrido.
A l D ios á quien servís agradan mucho
L a m úsica, y los cánticos festivos.
N o es m enester que seáis can to r famoso
Como O rféo, que el D ios que lleva el tirso
Con poco se contenta, solo quiere
Q ue cantéis m al ó bien alegres him nos.
M elendez tiene báquicas canciones
E n dulce verso, con sencillo estilo.
E l sublime Q uintana tam bién tiene ;
E ste segundo Pindaro no ha escrito
M as que u n a sola que á beber convida
Al placer incitando los sentidos.
M as si de estos cantares os parece
El núm ero algo corto, yo os lo fio,
I jOS F ranceses podrán sum inistraros
P ara can ta r espacio de dos siglos.
¿ P ero que oigo ? ¿ Q ue acentos en el aire
V uestra bóveda atru en an , y los vidrios
Hacen que se estrem ezcan con estru en d o ?
Baco es que in sp ira cánticos divinos.
Siem pre am ar y beber, de aquesto tra ta n .
Ilepiten la letrilla á grandes gritos.
Cupido ya renuncia á la victoria :
M ientras B aco prodiga beneficios.
V uestras Lálages tristes á M orfeo
F 3
Van entregando en paz sus a tra c tiv o s...
P ero , am igos, ¿ que nube es la que os tu rb a ?
O nada veis, ó veis el infinito.
Q ue confuso lenguage ! ¡ que discursos !
Q ue algazara, que estrépito y bullicio !
Q ue tráp ala, que trisc a , que ch aco ta!
H abíais, m as no os entiendo, y aun yo mismo
Ageno del delirio que os em briaga,
L o que deciros quiero ya no atino.
B asta I ay de m í ! que del placer al p eso ...
T en d reis, am igos m ios, que ren d iro s.
V uestros ojos se ofuscan totalm en te,
Y las cabezas buscan un arrim o.
Id á ver á M orfeo, que os espera *,
Y si m añana am aneceis m as listos,
C on la razón bien lim pia y despejada
M andando, cual conviene, á los sentidos,
P ro m eted, y ju ra d que p o r la tard e
L a ofrecereis á Baco en sacrificio.
P ero aguardad, pues veo que la mesa
Se cubre con el últim o servicio.
P resentan el café, licor am argo.
Q ue al azúcar meloso siem pre unido,
D isipa prontam ente los vapores
D e la com ida, y del ardiente vino.
Con el café se logra ver serenos,
D espues de un g ran convite, los sentido».
E l da ingenio al poeta, y lu entusiasm a :
Vuelve am able, chancero, divortido
Al pensador geóm etra, y alegra
Al filósofo té trico y esquivo.
U n m inistro de Estado m uchas veces
Con el café de M oka enardecido
Felices planes de gobierno form a ;
E l ayuda al astrónom o tranquilo
A alzar su v ista a la luciente esfera,
Y á h allar pronto la estrella que h a perdido.
AI novelista á veces las intrigas
Revela de las cortes ; lo que han dicho
E n secreto los reyes, y si luego
Se hára la paz, la g u erra, el arm isticio.
V en, C intia am able, ven, tu s bellas manos
D erram en este néctar exquisito
E n las preciosas transparentes tazas,
Q ue envia á E uropa el industrioso C hino.
Su alabastro compite con tu seno,
E l oro da al dibujo m ayor brillo,
lia encantadora taza á mis nairadas
Ofrece el D ios que adoran tu s h echizos...
L a razón m e abandona, esta bebida
En bebida de am or se ha convertido.
A dios, hijo de Sém ele, á dios Cóm o,
Perdona á aquel que, sin hab er bebido
iias aguas del P arnaso, y de la M usas
Sin haber nunca el Iwllo ro stro visto,
D ébilm ente ha cantado tu s favores;
P erdona, sí, mi ntim en atrevido.
¡ Q ue no pueda tapar la boca á aquellos
Q ue intenten critic a r lo que yo he esc rito !
M is egcmplos didácticos no ap ru e b an ...
S eñ o res, os entiendo, os adivino :
y es que un poema en el concepto vuestro
N o vale una com ida, A D ios, am igos.
P I N D E L C U AR T O Y U L T I M O CANTO D B L POBM.»
DB t i l 0ASTR0NO3IIA.
NOTAS
D E L C A N T O P R IM E R O .
( I ^ Pagina 1.
Que del dulce Marón lival felice
Delille, al labrador el modo enseñe
De cuidar su heredad, y descansado
Del agedrez la diversión le muestre,
Aridos son, y tristes k mi? ojos
'l'ales cantos, y asuntos mas alegres.. . .
N o presum o que algunas chanzas, y ciertas
alusiones sem bradas en este poem a, puedan
h acer c re e r, que m i designio ha sido el de c ri­
tic a r al au to r del H om bre de los campos. N o
m e e sta ría bien ridiculizar la producción de un
hom bre célebre de quien soy un sincero ad m i­
rad o r.
M i intención ha sido solam ente la
de d iv ertir á mis am igos. Si et público, asi
como ellos, m ira con ro stro risu eñ o la G astro ­
nom ía, habré obtenido todo el buen éxito que
podia desear.
(2 ) Pagina 4 .
Con el pisto preciado, ¡ el pisto.. . . ! ¡Uente
De torpe paladar ! ¡ mezcla insufrible !
De cerdo y sal, y de vinagre fuerte.
E l sabio M eursio, por congeturns sacadas
del A teneo, cree que este pisto e ra una mezcla
de tocino, sal y vinagre.
Yo m e reñero á
M eursio.
(3 ) P agina 5 .
—Sefior, responde, y tiembla el cocinero.
Faltaba á ese m anjar.. . . —¿ que ? dilo breve.
—Egercicio, Sefior, y algunos baños
De Kurotas caudaloso eo las corrientes.
C icerón refiere esto eu sus Cuestiones Tusculanas,
(4 ) Pagina 5 .
i Diré quienes
Fuisteis, ilustres Genios, Td, el primero,
Mitéco, y luego Actides, Filoxénes ?
Leed en el viage del jo ven Anucarsis el a r ti­
culo que tra ta de las com idas de tas A tenienses.
(5 ) P agina 6 .
y tíi, Arquetrasto, cuyas doctas sienes.. . .
He aqui lo que se cuenta de A rq u etrasto ,
según la Ateneo, iib. 5.
“ E s au to r de un poema titu lad o la Gastronomia, y fue el hijo m ayor de P e n d e s . R e­
corrió las tie rra s y los m ares p ara conocer por
sí mismo lo m ejor que producen. Se in stru ia en
los viages, no de las costum bres de los pueblos,
porque siendo im posible el m udarlas, le parecía
cosa inútil in stru irse en e lla s ; sinó del modo
con que se preparan las delicias de la m e s a ; y
asi es que en trab a en los laboratorios ó cocinas,
y no tratab a sinú con las gentes que le eran
ú tiles para sus placeres- Su poem a es u n tesoro
de luces, y cada verso suyo es un précepto.
M uchos cocineros han sacado de esta o bra los
principios de un arte que los ha inm ortalizado.”
((i) P agina 6.
Canto como él la mesa y la cocina:
Ea una desgracia que la Gastronomia de A r­
q u etrasto no haya llegado h asta n u estro s tiem>
pos. N o sé si la m ia podrá re p a ra r esta p é r­
dida.
(7 ) Pogififi 6.
Brillara Tearion en los pasteles.
O s ruego que leáis sobre este asunto a F iat.
in G o r ,t o m . 11, p. Id .
(8 ) Pagina 7 .
La industria» el arte, el gusto delicadu
Presidieron en Grecia en los alegres
Y espléndidos festines; se nombraba
Un rey para la mesa, y pocas veces
Quebrantaban sus sdbditos felices
Sus decretos por rígidos que fuesen.
A ntiguam ente, dice P lu tarc o , se nom braba
un gefe, un legislador, u n rey p a ra p resid ir en la
m esa. E n efecto, este rey daba leyep, y p re sc ri­
bía bajo ciertas penas, lo que debía h acer cada
uno, fuese b eb er, com er, c a n ta r, aren g a r, ó di*
v ertir la com pañía con algún talen to p articu lar.
C icerón dice que V erres, que despreció todas
las leyes del pueblo rom ano, obedecía puntual­
m ente las de la m esa, h t e etúm p ra to r severua
ac diligens, qui populi rom ani legibui jumquam
paruissety iis diligenter parebat qu<z in poculis
ponebantur.
(d ) Pagina 7*
I Y habr& quien hablar ose <le los Griegos
Y del Romano pueblo no se acuerde ?
N o he querido privar á los lectores de la si­
guiente elegía, en la que tan graciosam ente se
queja el a u to r de ella y de este poem a, de los
revolucionarios de Francia, que todo lo querían
poner según la antigua Roma y G recia.
*‘ Ya he hecho las paces, dice el a u to r en
su nota, con los G riegos y R om anos, de quienes
no puede uno menos de h ab lar. A nadie le
sabrá m alo v e r aqui la pequeña g u e rra que les
declaré algún tiem po despiies del reinado del
incorruptible griego y romano M axim iliano R o b esp ierre. H abrá quien notará en ella m i m al
hum or y e n fa d o ; pero en aquella época e ra
perdonable lo que hoy seria intem pestivo.”
E L E G IA .
I Q uien pudiera libertarm e
D e los Romanos y G riegos !
¡ A y 1 de sus sepulcros salen
E sto s inhumanos pueblos
A renovar mis desgracias :
E sta d , am igos, atentos.
G
A penas al mundo vine,
A p erseg u irm e vinieron
P a ra que hablase la lengua
D e C ésar y de Pompeyo ;
N o o bstante que prefería
L a que m e hablaba mi abuelo.
D urante siete ú ocho años
M as de cien zurras me d ieron,
G racias á un ta l C icerón,
A T ito -L iv io y C ornelio,
R om auos que ha m uchos siglos
Q ue de este mundo se fueron.
L a re tó ric a estudié,
Y ciertos nom bres muy feos
Q ue cansaban roí m em oria,
Y turbaban mí sosiego,
Sinéresis, Catackresis,
Peripecia y Anapesto,
P aronom asia, y en fin
O tro s m il que no me acuerdo.
M e m etí en el mundo sabio,
O í discursos muy serios
Sobre todas las m aterias,
Y todos llenos de textos
D e G riegos y de Rom anos ;
Q ue e ra m oda el hacer e sto ;
Pues no hubo entónces p edante
Que no encontrúra nigun medio
D e hablar del Simois y X anto,
Y h asta del T royaoo pueblo.
E sto e ra peor en el teatro ,
D o solam ente se vieron,
C leopatra, F ed ra, A riadna,
Y la viuda de Siquéo :
8us am antes, sus esposos,
A ballando cual lobos fieros,
P rín cip es que noblem ente
H éroes parricidas fueron.
D e sociedad sem ejante
H orrorizado en extrem o,
A la antigüedad pedia
Q ue ya me dejara quieto,
P o rq u e observar deseaba
L as costum bres de mi tiem po.
V iviendo con los Franceses,
Sin los Romanos ni G riegos.
P ero ¡ oh dolor ! los antiguos
N o me dieron ta l consuelo.
Y a toda la F rancia quiere
R eg en erarse. ¿ Q ue es esto ?
R um a y A tenas intentan
M ezclarse en sus devaneos.
liOS m as furiosos bandidos
P reten d en ser héroes nuevos ;
P o rq u e á Rom a transpo rtad o s
T odos ellos se han revuelto.
A si 66 que Paria no ha visto
Sinó energúm enos necios,
D em ostenes indecentes,
Y C icerones groseros,
Q ue el asesinato juzgan
Com o u n a virtud del cielu,
D egollando los parientes.
P orque B ru to hizo lo m esmo.
Y a no era u n crim en el robo,
A l co n trario , era un buen hecho,
Po rq u e allá en Lacedem onia
Se toleraba todo esto.
L os bienes eran comunes :
L a igualdad establecieron,
Y L icurgo les mandaba
Q uem ar palacios y tem plos.
M ediante ley un rep arto
D e haciendas tam bién hicieron,
D isfru tan do todos de ellas.
E x cep to sus propríos dueños.
Q ue vieron todos sus bienes
E n sospechosos sugetos,
Como p re s a de ladrones
R enovados de los G rie g o s ...
L oh que de la triste p atria
O ra teneis el gobierno.
Q u e de los G riegos no habléis
R endidam ente os lo ruego :
P u r io tan to , sì os parece,
E n francés solo liablarém os.
Po rq u e á las damas espanta
E se neologismo vuestro.
N o entienden los miriagram os,
N i otros trist-es nom bres nuevos.
¿ L a lengua de Fenelon,
D e B ern ard , Kacine tiern o ,
E s acaso tan m ezquina
Q ue merezca ta l desprecio P
M o n x tu r CoUot por nosotrus.
L leno de te rn u ra el pecho.
V anam ente resuelta
D e la G recia antiguos jueg o s,
P a ra que asi nos riam os
C uando ganas no tenem os.
D eja estar, amigo mio.
P or allá esos usos viejos.
L as diosas del verde bosque.
L os olímpicos torneos.
C on las cívicas coronas :
P orque asegurarte puedo,
Q ue no agradarán jam as
A tristes cristianos, viendo
D egollados sus parien tes,
Y sus bienes en secuestro.
D im e tú (pues que pretendes
Saberlo todo, añadiendo
o 3
Q ue estim as á tu8 herm anos,
A unque iio como á ti m esm o)
D i : ¿ mis ren tas ritalicias
Me las pagarán los G riegos ?
(9 ) Pagina 8.
i Gloria &gloton ilusti« que sostiene
’ En el salón de Apolo, 6 bien de Diana,
Mas opulencia que los mismos reyes !
Bien sabido es que L ucúlo te n ia m uchos sa­
lones, á cada uno de los cuales daba el nombre
<le una divinidad, y este nom bre e ra p a ra su
mayordomo la señal del gasto que q u ería hacer.
H abiéndole sorprendido Cicerón y Pom peyo,
dijo solam ente que cenaría en el salón de
Apolo ; y les sirvieron una c e n a que costó
cien mil reales. Se comia tan bien en el salón
de D iana.
E ste mismo L ucúlo fue el que trajo del
reino del P onto las prim eras cerezas que se
hatt visto en E uropa.
(1 0 ) Pagina 9 .
De UR exquisito gusto ¿ muchos platos
De Apicio el Dombre dieron, porque aqueste
Form<> secta, y moviéronse disputas
Acerca de las salsas apiciense$.
H e aquí lo que la historia reñ eru de Apiciu.
A picio, que vlvia en tiem po de T raja n o ,
lialló el secreto de conservar frescas las o stras
y envió á este príncipe una poreion de ellas
desde Ita lia , m ientras estaba en el pais de los
P arth o s, que llegaron sana« y gustosas. D ie­
ron el nom bre de A picio, d u ran te m ucho
tiem po, á varios guisados, y form ó una e s­
pecie de secta entre los famosos glotones de
Roma.
G astó en componer, salsas y otro s
experim entos de cocina seis millones de reales,
y viendo por la reducción de stis .cuentas que
no le quedaban sinó unos cu aren ta mil duros
se em ponzoñó tem eroso de m orir de ham bre.”
E l D iccionario histórico de hom bres célebres
cuenta tre s A picios,. y todos tre s famosos glotonazos.
O portunam ente aqui que se liabla de las
o stras podem os rep etir á los que gustan de
buenos bocados, lo que acerca de ellas dice
entre o tras cosas m uy dignas de sab erse, J . P .
Adolfo P asq u ier en su E nsayo sobre las o stra s,
publicado en P arís en 1818, y que se insertó
en la C rónica literaría y científica en el núm e­
ro 2 9 1 , en el articulo Gasironomict.
“ La
o stra es u n alim ento de fácil digestión, y asi
muy adaptado al estóm ago de los ancianos y
de los co nvalecientes; eá un buen re s ta u ra n te ;
y provechoso en las enferm edades crónicas.
|» rticu larm eiitc cu las escrofiilusaM, cn la ra^
quitís y en Ion c ata rro s. Ea increibie cuanto
se h a propagado el consum o de este bivalvo ct>
t«tla K uropa.
N ingún l>ombre de tono se
»ienta ú la m esa, particularm ente eii las casas
públicas, sin engullirse algunas docenas antes
de la sopa. E n P aris habría u n a consternaeion pública el dia que faltase tan im portante
renglón g astro n ó m ico .'’
( I I ) P agina 10.
( lauUto heredero débil del Impeño
Mas que la gloria un plato de hongos quiere.
Kl em perador Claudio era muy afíclonado á
las setas. A gripina su sobrina y c u arta m uger
le envenenó con e lla s ; pero com o el veneno
no hizo m as que indisponerle débilm ente, ella
m andó ven ir á Zenofonte su m édico, que fin­
giendo darle uno de aquellos vomitivos de que
se servia diariam ente de(>pues de sus borrache­
ra s, le pasó u n a plum a envenenada por la g a r­
ganta.
N eró n solia llam ar las setas la comida de
h s Dioses, porque Claudio su antecesor, h a ­
biendo sido em ponzoñado con ellas, fne puesto
después de su m uerte en el rango de los D ioses.
(1 2 ) P agina 10.
Calígula & Incitato su caballo
Di6 un convile que fábula parece.
E l caballo de C alígula, llamado Incítalo,
fue tratad o como los grandes hom bres en
tiem po de la república.
C alígula le nombró
pontífice, y quería hacerle cónsul. T enía una
caballeriza de m árm ol, un pesebre de m arfil,
u n a m anta de p úrpura, y un collar de perlas.
E ste caballo, digno convidado de C alígula, co­
m ía á su m esa. El mismo em perador le s e r ­
via la cebada dorada, y le presen tab a vino cn
u n a copa de oro donde él habia bebido p rim e­
ram ente.
(1 3 ) P agina 11.
K1 Senado votó tan grave asunto»
Fue puesto en salsa el Rodaballo al punto.
D om iciano convocó un dia el Senado para
saber en que vasija se podría g u isar el enorm e
Rodaballo que le regalaron.
lx>s Senadores
exam inaron gravem ente este negocio.
Como
no hallaron vasija proporcionada, propusieron
h a ce r pedazos el p e sc a d o ; este p arecer fue d e s­
preciado.
D espues de m uchas deliberaciones,
decidieron que e ra m enester co n stru ir una
gran(]e o lla ; y se decretó que cuando fuese
el em perador á la g u erra, llevarla en su con)1>
tiv a un gran núm ero de alfarero s.
P ero lo
m as chistoso del lance es, que un Senador
ciego, quedó como en éxtasis cuando se p re ­
sentó el Rodaballo, y no cesó de hacer su elo­
gio, teniendo los ojos del lado opuesto donde
estaba el pescado.
(1 4 ) Pagina 11.
Crónicas compulsar innumerables.
E l lector se alegrará de v er aqui atgano!>
porm enores que hubieran pasado los lím ites de
un poem a, y que servirán p a ra com pletar lo
que nos falta p o r d ecir de la cocina de los an>
tig u o s ...“ J u lio C ésar gastaba algunas veces
en una sola com ida las ren ta s de m achas pro<
vincias. V itelio hacia cuatro com idas al dia,
y lo que solia to m ar en casa de s ik am igos,
j )0 bajaba de seis mil duros. E l convite que
(lió á sn herm ano es célebre, pues se sirvieron
en él dos m i) pescados de agua dulce, siete
m il jiájaros, y cuanto el O céano M ed iterrá­
neo tienen de m as delicado.
N erón pasaba
en la m esa desde m ediodía h a sta la noche, con
prodigalidades m onstruosas.
G e ta hacia que
le sirviesen toda especie de m anjares p o r órden
alfabéticu. Kleogábalo convidó á doce amigos
suyos con un gasto increíble, dando á cada
uno de ellos aním ales vivos de ia m ism a e s­
pecie de los que habían sido se rv id o s; quiso
que llevasen todos los vasos de cristal, de
oro y de piedras preciosas en que habían be­
bido, y es digno de n o tarse , q u e les daba,
siem pre que pedían de b eber, o tros vasos nue­
vos. L es puso sobre sus cabezas coronas e n ­
tre te jid a s con hojas de oro, y dió á cada uno
u n a carroza m agníñca p ara volver á su casa.
Jam as com ía pescado estando cerca del m ar,
y cuando se hallaba d istante de é l, hacía que
se lo llevasen en agua salada...
“ E n los últim os tiem pos de la república,
dice P acato, no estaban contentos si en medio
del invierno, no nadaban las rosas en el vino
de Falerno, y si en verano no le refrescaban
en flascos de oro. E ra necesario ir á b uscar
los pajaros m as raros al través de los peligros
del m ar...D esp u es de la conquista del A sia,
se íntrodugeron las bailarinas y c a n ta rín a s ...”
— R ev. de Veriot.
“ N ada hay que m erezca co m p ararse, en
cuanto á la profusion, con el banquete de
A suero, que convidó durante seis m eses á to ­
dos los principes y gobernadores de su e s ta d o :
adema» tuvu, p o r espacio de siete dia» enteros,
m esa franca p a ra todo el pueblo de la gran
ciudad de S u z a ...'’
FIN
DK
LAS
NOTAS P E L
CANTO
P R IM E R O .
CANTO
SEGUNDO.
(15) P agina 15.
i A h ! si censura nuestra edad injusta
De vuestro vientre el poderoso esfuerzo,
De ta melancolía, &c.
V bd u n libro nuevo, cuyo títu lo es : de la
liíeratura considerada en sus relaciones con las
instituciones sociales, por M adam e StaeU H olstein , en la que se advierte, que los antiguos
no habían alcanzado aun la edad de la melancolia , que et un mananíial de perfectibilidad.
H e aqui unos versos que se nos han esea«
pado á este asunto.
H
A m igos, m udad de tono,
F u era la alegría y chanzas.
S i h asta aqui habéis reído.
H a sido p o r ignorancia.
A u n a g ran m elancolía
D esde hoy os convido. V aya
D ejad la am able locura
P o r los placeres que al alm a
D an el dolor y la pena.
¿ C reisteis, con petulancia.
Q ue e sta m iserable vida
L lena de m ales sin tasa,
Q ue á los débiles m ortales
A cada m om ento asaltan.
C on los ju eg o s y la risa
D ebe se r dulcificada ?
O s engañasteis : la cosa
Se h a descubierto, á D ios gracias.
A m igos, sí, la tristeza
E s del ingenio la m arca.
L o siento : pero es constante
Q ue á fuer de llo rar se alcanza,
(P o r si acaso lo ignoráis)
I r al tem plo de la F am a...
I d á los antiguos bosques
D o nunca fue hum ana hacha
Y poniéndoos en la frente
E xtendida la u n a palm a,
Con un aire melancólico
P asad asi las m añanas.
A los desiertos huid,
M editad alli con pausa,
N o m uy lejos de los osos,
Y o tras fieras alim añas.
E sta vecindad es buena *,
P o rq u e en sum a, aqui se tra ta
D e v e r, aunque uno no quiera,
V ivientes : dad la ventaja
A los anim ales siem pre,
Y no á n uestra m ala raza.
L a felicidad está
E n los bosques sep u lta d a...
Sin em bargo algunas veces
P odéis, por vía de gracia.
E c h a r sobre los hum anos
U n a ligera m irada.
E xagerad sus m iserias,
T odos sus m ales y p l ^ a s .
C onvidadles de antem ano
A que vayan sin tardan za
D isponiendo lo preciso
P a ra el entierro y m ortaja.
A m able sexo, adornado
D e rail encantos y gracias.
Q ue vas am or inspirando
P o r do quiera que tú pasas ;
M ugeres encantadoras,
Que parece estais form adas
P a ra enjugar compasivas
T antas lágrim as am argas
Q ue derram an los m ortales,
P o r piedad ¡a h ! no enjugadlas.
H uid ..p e ro no, volveos,
Y asi serels contagiadas
D e e ste m al que nos devora.
A quel aire de im portancia
D e los grandes pensadores
T o m ad , y poned la cara
A u stera de un m isantrdpo :
E chad luego enhoram ala
L os deleites y placeres,
P a ra dar en trad a franca
A las cosas m etafísicas.
Q ue son las solas que halagan :
E n el fondo de los pozos
B uscad la verdad sagrada.
N o os presenteis ya jam as
Con la dulce risa y gracias
E n la sociedad : tam poco
A dornéis con las guirnaldas
De flores las frentes v u estras.
P o rq u e sereis despreciadas.
C oronaos con espinas,
Y presentad triste s c a ra s...
A D ios, mágicos p laceres,
Ilusiones decantadas,
Locuras» dulces recuerdos,
Q ue consuelan y entusiasm an,
D ispuestos tan solam ente
P a r a las vulgares alm as.
S í : degemos á los necios
Q uim eras brillantes ta n ta s,
M editem os, y llo rem o s/..
P u e s, si es que no nos engañan.
E s el verdadero bien
L o que con esto se alcanza.
¿Y todo esto p a ra q u é ...?
A m igos, yo no sé nada.
(16) Pagina 16.
i No le veis como grave y soberano
JuDto al hornillo, que ilumina el fuego,
Estfi dictando leyes, de la su^te
De un inocente pavo disponiendo 1
** H e v isto , dice M oniaigne, e n tre nosotros
uuo de estos artistas, que habia servido al C a r­
denal C arafa, que m e hizo u n d iscurso de esta
ciencia de la bucólica, con una gravedad y apa­
rato m ag istral, como si se hubiese hablado de
u n g ran p u nto de teología. M e distinguió las
diferencias del a p e tito : el que se tiene estan d o
H 3
et) ayuna«, el que se tiene despues del segundo
y te rc e r servicio : los medios ya de halagarle
ya de despertarle y p ic a r le ; el órden de las
salsas, prim eram ente en general, despues par*
ticularizando las cualidades de sus ingredientes
y sus efectos : Ins diferentes ensaladas, según
8 U necesidad, el modo de ad ornarlas y p resen ­
tarlas mas herm osas á la vista de todos. L u e­
go e n tró en m ateria sobre el órden del servicio,
Heno de bellas é im portantísinaas considera-
A’ec miniino sané discrimine refert,
Quo gestu lep<rre$ et qtu> gallina tecelur.
“ Y todo esto hinchado con ricas y magníücas palabras, las m ism as que se emplean
p ara tr a ta r del gobierno de uii im perio. Me
he acordado de mi h o m b re : hoc salsum est^
hoc aduslum esty hoc lotum est parum ; illud
recle, iierum sic memento,*’
(1 7 ) Pagina 17.
Su celo y su fervor asi excitando
Tendréis un servidor, que poseyendo
U d noble orgullo, usurpará triunfante
Del grande C<>mo el soberano cetro.
L a pérdida de estos hom bres ú tiles estaba
consagrada en la antigüedad ; participaban
en tre los Romanos de los honores que se h a ­
cían á ios grandes hom bres.
D espues de la
destrucción del Im perio rom ano, durante m uchos
siglos, parece que no recibieron sinó los e stí­
mulos particulares de algunos señores que sa­
bían ap reciar sus ta le n to s ; al m enos la h isto ­
ria casi nada nos transm ite tocante á ellos ;
es cierto que nuestras antiguas crónicas pasan
en silencio o tras m uchas cosas. P ero en fín,
volviendo hoy día asi com o en otro s tiem pos,
á alabar públicam ente á estos artista s, pon­
drem os con mucho gusto aqui dos c artas es­
critas recientem ente <m alabanza del autor de
estos p asteles, que son las delicias de los dos
m undos, el célebre Courtois de Perigueux, de­
partam ento de la D ordoña, que la P a rca h a
arrebatado á un arte que él cultivaba con m u­
cha distinción.
Ignosceiida Quvi.sra scirent si ignoscere manes.
N E C R O L O G IA .
CARTA P R I M B H A .
“ C uando uno sobresale en el arte que
profesa, dice la B ru y ere, y le da toda la p e r­
fección de que es capaz, pasa en cierto modo
n ig ualarse con todo lo que hay de mas noble
y elevado.
“ C ésar p ensaba como la B n iy e re ; iba aun
mas lejos, y aquel grande ho m b re, que h u b iera
estim ado m as s e r el prim ero en u n a aldea que
el segundo en R om a, á se r co nsiguiente, h u ­
biera preferido iam bieo se r el p rim er cocinero,
antes que se r el segundo capitan del universo.
P arecerá acaso, que siendo m i obgeto
hacer el elogfio de un ilu stre pastelero del siglo
diex y ocho, m e rem onto dem asiado subiendo
hasta C ésar y la B ruyere : pero hay tan poca
filosofía en este siglo lleno de preocupaciones,
y reputado sin em bargo por filosófico en sumo
grado, que es m ejo r com batir su s efectos con
autoridades que con razones.
A estas preocupaciones se debe atrib u ir
el silencio que se ha guardado so b re la p é rd i­
da de un gran d e hom bre, cuyas obras fueron
probarlas en el universo entero ; en una pala­
b ra , de Courtois, au to r ilustre de los pasteles
de Perigueux. ¡ H a m uerto ! j y nadie h a d e rra ­
m ado flores sobre su sepulcro, su nom bre pa­
rece haberse sepultado en el olvido I { C uantos
grandes hom bres perm anecen sin s e r conocidos
p o r falta de un H om ero I N o m e p erten ece
ser el H om ero que debe etern izar la m em oria
de Courtois ; pero á falta de ta le n to , te n d ré mas
celo que m is conciudadanos, por la glo ria de
este famoso artista , y mas agradecido que
ellos, p o r los ratos deliciosos que me ha pro­
c u ra d o ; le recom endaré á la posteridad, y me
esforzaré en tran sm itir h asta ella su nom bre.
Y si de hacerlo bien no obtengo el premio,
£1 haber emprendida
Perpetuar su memoria
H a de ser para mi la mayor gloria.
“ Si el Perígord debe u n a g ran p arte de su
ilustración á las criadillas de tie rra que pro*
duce, es m enester confesarlo, el P eríg o rd y
las m ism as criadillas de tie rra deben la m ayor
p arte de su fam a y gloria á los talentos de Courtois. E l es quien dió á ellas todo el precio
que m erecen, quien descubrió en ellas nuevas
relaciones con substancias heterogéneas, quien
halló m il sabias y suculentas com binaciones
que relevaron su m érito, quien las som etió á
una analisis practica infinitam ente su p erio r á
lo que hubiera podido hacer el m as célebre
quím ico de E u ro p a ; él es el que inventó el arte
de tra n sp o rta r pasteles bajo el ecuador y á los
polos, y hechos con tai tin o , que siem pre iban
m ejorando, f que su punto de perfección c o r­
respondía con el mom ento du su llegada á las
ex trem id ad es del globo. Sem ejantes á aquellas
estatuas, que vistas de cerca son horrib les,
que d proporcion que uno se aleja de ellas
van herm oseándose, y que á tin punto dado
son obras adm irables de escu ltu ra .
Sef^un
mi modo de p en sar, la descu b ierta de los p as­
teles, puede com pararse con la de los ptmos
im perm eables.
“ ¡ O h tii que en versos arm oniosos celebras
tan bien en tu Poema de la Gastronomia los
goces, que nos p ro cu ra u n a b uena comida,
vuelve á coger tu lira y c an ta m i hérue !
I Ayudadle vosotros que conocéis el precio de
un banquete, y de un m anjar delicioso ! ¡ In s­
píreos tam bién el agradecim iento á vosotros,
que n i p o r vuestro ingenio, n i p o r vuestros ta ­
len to s, ni p o r vuestro m érito h u b ierais brillado
en el m undo, y que debeis v u estro rango,
vu estra elevación y v uestra fo rtu n a á un pastel
de Perigueux p u esto á tiem po en u n a m esa !
“ P odría cele b rar, sin duda, en Courtois sus
virtudes civiles y adm inistrativas ; fue m ucho
tiem po ofìcial m unicipal, y m iem bro de la g u ar­
dia nacional ; pero dejo á o tro s este cuidado.
A rm a , togamque canant alii.
Pues yo de sus pasteles
Guardando la memoria,
Tan solamente caoto
Su eterna fama y gloria.
Firmado, Apiciot'
SEGUNDA
CARTA.
“ R ep arar una falta, aun involuntaria, es el
deber de un hom bre ju s to . M i intención no
fue al d e rra m a r algunas flores sobre el sepulcro
del famoso pastelero de Perigueux (C o u rto is)
c u b rir de espinas la c a rrera que M agdalena
Pressac, su hija, reco rre tan felizm ente. A l­
gunas p erso n as, cuya sensibilidad yace en el
estóm ago, h an llorado conmigo la m u erte de
este hom bre célebre, y la han sentido tan to
m as vivam ente, cuanto han creido sepultado el
secreto de los buenos p asteles, ju n tam en te con
su a u to r, M agdalena Pre$sac, conñdenta y com ­
p añ era, hacia m ucho tiem po, en el trab ajo con su
padre, conoce á fondo esta p arte de la quím ica,
que saca un partido tan m aravilloso de las
criadillas y perdices : uniendo á los conocim ien­
to s de Courtois to d a la delicadeza que distingue
á su sexo, extenderá loe lim ites de su a rte ;
porque en cuanto á este punto im p o rtan te adop­
to ia d o ctrin a de la perfectibilidad.
Creer todo descubierto
Es uu error profundo,
£a creer que el horizonte
Ks lo último del muado.
Firmado, Ajiicio,”
(¿) Pagina 20.
Su grosera armonía ú mí me agrada
Aun mas que de la l‘a$ta los acentos.
La S eñora P a sta , una de las raas célebres cao*
tarinas que han existido en el m undo. L os
habitantes de L ondres han oido con sumo placer
sus mágicos acentos en el te a tro de la opera
Italiana en 1824, á la par del fam oso Español
G a rd a .
(1 8 ) Pagina 21.
No permitáis que os sirvan la comida
Cuando abandona el sol nuestro hemisferio.
U n chistoso h a dicho que en P a ris y en Ma*
d rid , á fuerza de re tard ar la h o ra de com er
llegarla el caso en que no com erían sinú al in ­
m ediato dia.
(1 9 ) Pagina 23.
Que haciendo una tortilla con tomates
Piensan haber hallado un gran secreto.
N o es u n a cosa tan fácil como p arece el hacer
bien una to rtilla .
Y sinó ved ahora lo que
aconteció acerca de esto al g ran Condé.
“ E n uno de los paseos m ilitares de este
prín cipe, dice G ourville en su s m em orias, todas
sus provisiones consistían en algunas cestas de
pan, á lo que hice añadir vino, huevos duros
y queso. C on estas provisiones llegam os, l>íen
entrada la noche, A un lu g ar pequeño, donde
había una mala posada.
Alli perm anecim os
unas tre s ó cuatro horas, y no habiendo e n ­
contrado m as que algunos huevos, el g ran C on­
dé se picó de hacer bien u n a to rtilla. H abién­
dole advertido la posadera que e ra m enester
volverla p a ra que se friei^e m ejor, y dichole
poco m as ó m enos como debia hacerlo, al tiem po
de egecutarlo la echó redondam ente en el fuego
al d ar la vuelta. T uve que suplicar á la ama
de la casa que hiciese o tra to r tilla ; pero que
no la ñase á tan hábil cocinero.”
(2 0 ) P agina 25.
Degemos que se duelan de ia oveja
Que humilde ofrece al carnicero el cuello,
Duélanse de los bueyes provechosos,
Deploren del cordero el fin funesto.
Su falsa humanidad no me amedrenta.
H e aqui un fragm ento de P lutarco traducido
p o r Ju a n Jaco b o R ousseau.
M e p reg u n tas, decía P lu tarco , p o r qué
P il d o r a s se abstenía de com er la carne de
los aním ales : pero yo te pregunto lo contrario :
¿q u ien fue el prim er hom bre que llevó atrevido
á su boca la carne m u e r ta ; que despedazó
con sus dientes crueles los huesos de im animal
que acababa de e s p ir a r ; que hizo le sirvieran
cadáveres, y sepultó en su estóm ago los miem­
b ro s, que un instante antes balaban, mugían
andaban y vet an? ¿C om o pudo in tro d u cir su
m ano el acero en el cuerpo de u n se r sensible ?
¿C om o pudo ver san g rar, desollar, desm em brar
un pobre anim al sin defensa alguna ? ¿ Como
soportó el aspecto de las carn es p alpitantes ?
¿C om o no le disgustó el olor ta n fétido de la
carne m u e rta ?
¿C om o no se sobrecogió de
h o rro r, y no se llenó de asco al m anejar la he­
diondez de sus heridas, y al lim piar la sangre
n e g ra y coagulada que la cubria ?
Las pieles por el suelo se arrastraban,
£ n el fuego las carnes palpitaban •,
Y sin horror los hombres no comieron
Carnes que en sus estomagos gimieron.
“ E sto es lo que debió im ag in arse el hom bre
la p rim era vez que pasó los h'mites de la n a tu ­
raleza, p a ra h acer esta h o rrib le comida, la
prim era vez que tuvo ham bre de una bestia
viva, que quiso alim entarse con un anim al que
aun pacia, y que dijo como se debia degollar,
despedazar y a sa r la oveja que le lam ia las
m anos.”
(21) Pagina 26,
Si tal vez se introduce en vuestro asilo
Desconocido algún gorrista diestro,
Kecibidle cortés, vereis que apenas
Ni su nombre sabéis, ni el de su pueblo,
Y ya os quiere, os estima, y luego se hace
Amigo que no gasta cumplimientos.
“ E n tre los m odernos se pueden c ita r á M o n tm aur, el m as famoso com iliton de b u tiem po.
N ació en L im usin en 1576, y m urió en P a ris
en 1648. E ra ric o ; pero avaro. Solia d ecir
á sus am igos : poned las carnes y el vin o , y y o
pondré la sal. E n efecto, la derram ab a á ma*
nos llenas en las buenas m esas donde se b a ­
ilaba. Su hum or satírico no ten ia lím ite s; e ra
en todo sem ejante A L u c in o ; enem igo decla­
rado de los malos poétas. U n dia en casa de
M . M esmes, un poeta de los adocenados, r e ­
citaba altam ente unos versos que compuso en
alabanza del conejo.
M ontm au r, cansado de
su discu rso , le dijo bruscam ente : ese co n ^o
no es de monte, servidnos otro. E stando un dia
cn la m esa con un g ran núm ero de am igos que
cantaban, liablaban y rcian todos á un tiem po :
¡a h ! señores, d ijo 'él, un poco de silencio, que no
sabe uno lo que come.
D e todas las chanzas que gastaron con éi
en aquel tiem po, las mas chistosas son las si­
guientes.
Catálogo de los libros de M r. M ontm aur, consegero del re y . G entilhom bre de su cocina co n tra ­
lor-general de los festines de F rancia.
Demoitracion jisica ó pruebas de que los pue­
blos del septentrión no son m as rob u sto s que los
del m ediodía, y que no han sido vencidos m uchas
veces, sino porque comen mas.
Tratado de las cuatro comidas del d ia , su etimoIngia, ju n tam en te con un descubrim iento curioso
sobre el m odo de com er de los an tig u o s, en el que
se prueba que no comían echados sobre cam as,
sino p ara m o strar que es m en ester com er dia y
noche, y que quién como duerm e, 6 que el verda­
dero reposo se halla en la mesa.
Comentario sobre el quinto aforism o de H i '
pócrateí, donde dice, que es m as peligroso
com er poco que m ucho : ju n tam en te con una
sumaria refutación, que todo h artazg o es da­
ñoso.
Opúsculo no escéptico co n tra este vulgar modo
de hablar, los prim eros bocados perjudican á tos
últimos.
Dcrnostracion m atanática, en la que hace
ver el au to r por la propria experiencia de su
v ien tre, que hay vacio en ia naturaleza.
Invectiva co n tra aquel que halló el meüio de
tom ar las ciudades por ham bre.
’
Jpoiéosis de A picio.
Tratado de todos los géneros que se prueban
antes de com prarlos.
M o n o r ia l a l M inistro de Policia p a ra que
tenga la bondad de p ro h ib ir á los posaderos
y fondistas el ten er platos, cuyo fondo se le ­
vante á m an era de giba, por se r u n engaño
manifiesto.
Otro memorial á los S S . del Parlamento, que
tiende á que prohíban á todos los que hacen
C alendarios, el p ro no sticar h am b re, porque
esto hace m o rir de miedo.
S e publicaron con e l nom bre de M ontm aur
los avisos siguientes.
A viso á loa ricos y opulentos, p a ra que tengan
siem pre buena m esa, y alim enten an tes hom bres
que p erro s.
A viso á los Curas, p ara h allarse siem pre en
las bodas y bautizos.
A viso á los que presentándoles alguna cosa
no escogen jam as de miedo de no to m ar lo
peor obligados por la cortesia.
A viso á los Lacayos, p ara m udar á m enudo
los platos de los to n to s, que p o r co rtesia dejan
que se los lleven, y sobre todo de recogerlos
ruando se hallan m as cargados.
i 3
Tanabien le atribuyeron los üiguSeiites proble*
m as.
Se pregunta :
1®. ¿ S i es m enester tom ar lavativas, ó no ?
S í : porque al ñn es trag ar.
N o : porque las lavativas vacian el estom ago.
2*’. ¿ Si es preciso lim piarse los dientes ú no ?
S í : p ara que no se pudran.
N o : porque es q u itar alguna cosa de la boca.
3 “. ¿ Si se debe ó no m ascar ?
S i : porque asi se disfruta tuas larg o tiem po
del placer de com er.
N o : porque es p erd er m uchos pedazos, que
se hubieran podido com er entretan to .
4°. ¿ Si es bueno casarse ó no ?
S í : porque al casarse hay gran convite.
N o : porque se tom a u n a m u g er que todo el
re sto de la vida com e la m itad de la comida.
5°. ¿ Vale m as ten er lengua d no ten erla ?
S í : porque la lengua sirve p a ra p ed ir de com er
y beber.
N o : porque em baraza en la boca p a ra tra g a r
m as aprisa.
6 ‘^. ¿ Son buenas las salsas ó no ?
S í : porque dan buen gusto á las viandas.
N o : porque esto no sirve sinó^para hacer com er
á los dem as lo q u e uno com erla sinó^hubiera
salsa.
7“. ¿ Q u e es m ejor, bailar ú can tar?
M ejor 88 com er.
8”. ¿ Q ue es m ejor, com er ú cenar ?
N i lo uno, n i lo otro valen nada, porque no
se debe hacer sino uoa comida que dure todo el
dia.
C ierto dia que tenia m ucha sed, y que no
hubo m as vaso para darle de beber que u n ja r ro
lleno de vino, despues de habérselo soplado
de un sorbo negavit te m quam ju a in d iu $ bibisse,
aludiendo á aquel re y , que dijo la m ism a cosa
viéndose obligado á beber en la palm a de la mano
p o r falta de vaso.
H ablando un dia de una grande m ortandad :
m g o r, dijo é l, cuantos mas muertos menos habrá
que coman.
E chándole una vez eu cara que ten ia los ojos
mas grandes que ia p a n z a : eso no, respondió, nun
cuando tuviese dentó.
Solia decir que “ Pascuas y N avidad eran
los dos dias m ejores del año : P ascuas porque
es el d ia que mas lejos está de la cuaresm a, y
N avidad porque se empieza á alm orzar desde
m edia n o ch e.”
D ecia tam bién, que es de la magestad de un rey
el comer en todas sus mesas.
Com paraba los cortesanos á los platos, que
un m ayordom o pone sobre la m esa, de los
que- unos son ciertas veces los prim eros y
o tra s los últim os, y que todos se confunden
al lavarlos,
A uno que le echaba en c a ra de que comia
p o r dos, le respondió : que en E sparta era el
d istintivo de los reyes.
P reg u n tán d o le u n a vez, qué e ra m en ester
p a ra e sta r siem pre b u e n o : tres cosast respondió,
comer bieny comer bien, y co)ner siempre bien.
U n dia que estaba com iendo la sopa, hubo
quien observó que se quem aba: si, respondió,
pero y o como.
D iciéndole en c ie rta ocasion que debia estar
en la m esa sin m overse, y sin to m ar m as que
lo que presen tasen delante de él, c o n te s tó :
que si los españoles no hubiesen viajado nunca, no
hubieran ganado ja m a s el.oro las Américas.
A costum braba decir, que p a ra hacer que los
dias de invierno pareciesen tan largos como los
del verano, no era menester mas que ayunar hasta
la noche.
Le p reg u n taro n un dia, ¿ por que andaba tra s
de los festin es? L a razón, dijo é l, es porque los
festines no va n tras de m i. A ñadió que nuestros
padres llamaban asi á sus festin es del verbo la*
ú n o festin a re, p a ra dar á en ten d e r que es preciso
ap resurarse p ara ir á ellos.
E n una ocasiou cu que se hallaba muy cufcr*
roo, y que creían iba á oio rir, le reprendían
porque bebía demasiado estando tan cercano á
la m u e rte ; á lo que respondió, que si bebía tan to
era para hacer piernas de vino.
O tro dia que su confesor le decía que los
santos tuvieron gran trabajo en ir al cielo no
obstante sus m uchos a y u n o s: no lo dudo, re s ­
pondió, porque está muy l^ o s para ir sin comer.
M e parece muy im portante el decir aqui los
diferentes sígníñcados que h a tenido la palabra
comililon, comensal ó gorrista, en !a antigüedad
y e n tre los m odernos. E l título de comililon
e ra en otros tiem pos muy honorífico ; h a tenido
la mism a suerte que la palabra ^ /ó s o /b ; el mal
uso que se ha hecho de ellas las ha desacredi­
tado igualm ente. L os rom anos llamaban á los
com ilitones epulones; estaban en los tem plos
p ara recib ir la ofrenda de los prim eros fru to s, y
encargados de distribuirlos al pueblo, y de con­
servar alguna parte p ara los festines consagra­
dos á las divinidades. C asi todos los D ioses
tenían sus comensales, los que, según cuentan
los historiadores, hacían ciertos sacriñcios con
las m u g eres que no habían tenido sinó un m a­
rido. E s m uy natural que unos hom bres que
comían en la m esa, de los D ioses, y que eran
tan am igus del Dios H im eneo, que unos con­
vidados de J ú p ite r, de Daco y de Apolo e stu ­
viesen en gran consideración e n tre el pueblo ;
perú bien p ronto conocieron que esto s señores
tenían tan buen ap etito, que se comían aun la
parte de sus divinos huéspedes. A cabaron de
envilecerse, procurándose, con e l p retesto de
servir á los D ioses, la entrad a en las grandes
catias, conduciéndose en ellas como en lus
tem plos, de m odo que alabando enteram ente
al dueño de la ca sa , como habían alabado á
J ú p ite r ó á H ércules, devoraban lo s m anjares
reservados p ara la fam ilia. E ntonces llam aron
cowiliíonesy y en el dia gorristas, á los lisougeros y com placientes, que p o r u n a comida sa ­
crificaban tiln vergüenza la p robidad y la de­
licadezaL os R om anos, recibiéndolos á su
m esa, tenían derecho de ridiculizarlos de afren­
tarlo s, y aun de pegarles, uso que no se h a con­
servado hasta nuestros tiem pos : porque un
coinensal es hoy el amigo de la casa, y las ala­
banzas que prodiga son tom adas como buena
moneda. A costum bran d iv ertir ; y asi es que
m uchas gentes q u e comen sus bienes sin ai>et!to,
quedan encantadas viendo en su m esa estos
com placientes que disipan m uchas veces el fas­
tidio que sigue á las riquezas. A m as de esto,
tos g o rristas h an sido en tre no so tro s verdade­
ros m ediadores e n tre los d iferentes partidos.
H om bre hay que ha medrado en estos \litimos
tiem pos, y que se vela despreciado y desdeña­
do del público, que h a sido visitado prim eram ente p o r estos com ilitones, h arto indulgentes
p a ra con los señores en cuyas casas comen :
y han decantado despues de ta l modo las m a­
ravillas de los cocineros, que ya se han p e r­
suadido hoy las gentes, que los m edrados tie ­
nen m uy buen tono, una educación com pleta,
y aun que hablan p o r principios su idioma
nativo.
A p esar de los estím ulos que se dan á la
cocina, no puedo m enos de confesar, al acabar
este n o ta, la decadencia de este arte ta n sin ­
gular ; la cocina, que es la quím ica p o r ex ce­
lencia, deberla estar m ejor cultivada, en un siglo
cu que los quím icos han progresado tanto.
(22) P a^na21.
Su salud de continuo les ocupa.
De cuanto ven calculan el efecto.
E stando comiendo ju n to s dos am igos, n in ­
guno de los dos queria acep tar un bocado de­
licado.
D espues de m uchas instancias por
una y o tra p a rte , uno de ellos, m as vivam ente
estrechado p o r el o tro , dijo, que le p arecía de
una difícil digestión. ¡ V a y a ! replicó el o tro ,
¡ tam bién eres tú , de esos fátuos que se divier­
ten en d ig e r ir !
FIN
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LAS NOTAb P E L
CANTO 8 B G U N D 0 .
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NOTAS
D E L CANTO T E R C E R O .
i f ) P agina 3 1 .
Preservándoos del vino de Vizcaya,
Del ñojo chacolí que alli se estima.
Llam an chacolí en Vizcaya á un vino flojo del
país, que se hace de uva de p arra y no puede
conservarse m ucho tiem po, y que es m uy esti­
mado de sus h a b ita n te s; p articu larm en te en el
verano, p a ra refrescar por las ta rd es y en las
cenas.
(g ) Pagana 3 2 .
Diciendo que el manjar mas regalado
Es una sustanciosa olla podrida.
En efecto hay m uchas gentes ta n encapricha­
das p o r la olla, que h asta la comida de un so»
K
beraiiü, si Ies faltase la olla, no valdría nada para
ellas. A pesar de dichos su g eto s, yo conozco
muchas casas en las que se p resen ta la olla des­
p ues de todos los principios, y como entónces
y a no suele e sta r muy despierto el apetito,
vuelve casi intacta á la cocina. N o estoy por
sem ejante costum bre.
(2 3 ) Pagina 33.
Curio Dentato, que triunfó dos veces,
En una oUa guisaba IdiSjudiu$,
Cuando à implorar su protección vinieron.
Los enviados del rey de los Samnitas.
A qui hay u n a pequeña infidelidad. D entato
no cocia ju d ías ó habichuelas, sino nabos.
H e aqui lo que dice la historia tocante á D en ­
tato.
C urio D en tato fue tre s veces cónsul, y tr iu n ­
fó dos.
L os em bajadores de los Sam nitas,
viendo que estaba cociendo nabos en una olla
de b arro en la casa de cam po, donde vivía
retirad o despues de sus v icto rias, le ofrecieron
una vagilla de oro p ara que m irase p o r loa in ­
te re se s de ellos.
E l rom ano la re h u só , dicíendoles orgullosam ente ; “ Yo prefiero mi
v a c ila de tie rra á la que q u ereis darm e de
oro : DO quiei'o ser rico , pues contento con mi
pobreza m ando ú ios que lo son.”
E sta es la verdad perfectam eote restablecida.
N o se debe jam as alterar la h isto ria, aun c u a n do solo se tr a te de nabos cocidos.
(24) P agina 3 3 .
Citad, y pasareis por erudito,
La ley de los romanos que impedía
Tener buen apetito ; ley tirana
Con el nombre iefám ia conocida.
D ice M acrobio, que cuando se publicó la
ley fá m ia p ara rep rim ir el lib ertinage del pue­
b lo , m uchos senadores fueron borrachos al
Senado á opinar sobre la salud de la república.
E sta ley no perm itia, en tre o tra s cosas, g astar
m as de cien ases en una com ida, centenos ases»
lo que equivale á medio duro n u estro . L a ley
A rch ia arreglaba el núm ero de convidados que
po d ría h a b e r...
(2 5 J Pagina 3 3 .
Referid que importara en Roma un barbo
Cien duros : muy bien hecho si valia ;
Y que dijo Catón en su delirio,
“ Tenemos la república perdida."
E fectivam ente hubo quíeii pagó en Roma
p o r un barbo ciento y cincuen ta d u ro s ; lo que
hizo decir á C atón, que dudaba de la salvaciou
de una ciudad donde se vendia un pescado
m as caro que un buey.
(2 6 ) P agina 3 4 .
Aiíadid que un tirano generoso
En Ndpolespagó por la esquisita,
Y fina salsa de un faisan veinte onzas.
Se atrib u y e esto á M ulcaslo, rey de T ünez,
estando en N ápoles.
('27) Pagina 3 4 .
Y si quereis saber mil cosas dignas
De repetirse, red lo qae Plutarco,
Marcial. Fetronio dicen, y Platina.
L eed p ara adornar m as v u estro entendim ien­
to , y poneros en estado de hablar sabiam ente
de la G astronom ía, la descripción que hace
F etro n io de los festines de T rim alcio n , es de­
c ir, de N eró n .
L eed las obras m orales de
P lu tarco , los epigram as de M arcial.
Jvlxus
Casar bullengerus juliodanensius é soc. Jeaus de
co n viviisi G uidoni Pnnciroli rerum perditarum ,
cum commentariis Sabmulh, titulum de cib i cap ien d i modo veteribus usita ío .
E l pequeño
libro en 12°, que dedicó »1 cardenal R everelia, el famoso escritor de la v id a de los Papas,
con el titulo : B a p . P la tin a cremonensis de
honéstate, voluplate, et valetudine libri decem.
E n e sta obra Platioa describe el a rte de p re ­
p arar los m anjares de un modo agradable, según
él dice, y prorecboso p ara 1a salud.
(28) Pagina 3 4 .
Hazañas referid de comilones.
Que ¿ ia razón oonfundan al oirías.
L as que m erecen mas atención son las si­
guientes.
M axim ino comia sesenta lib ras de carne al
dia. Albino comió en una sola m añana quini«utos higos, cien albércltigos, diez m elones,
veinte libras de uvas m oscatel, cien papahígos
y cu aren ta o stras.
Fagon devoró á presencia
de A urelio un jabalí, u n cerdo, u n carn ero ,
y cien panes con un tonel de vino. D omicío
el A fricano y A udeboiite, re y de In g la te rra ,
perecieron en la m esa de ta n to com er.
La
historia rom ana trae m uchos egem plos de be­
bedores estraordlnarios, que m erecen c ita rse
en la m esa. Las m ugeres m ism as se en tre g a­
ban al vino, y ha habido algunas que á cada
brindis bebian tantos tragos como letras teniau
sus nom bres.
T iberio hizo P re to r á Pisón
por haber bebido durante tre s noches. Flaco
R 3
obtuvo la provincia de S iria p o r u n a hazaña
sem ejante. Novello bebió de un sorbo tre s cántaros de vino en presencia del mismo empe*
rador.
(3 0 ) P agina 4 Ì .
Asi acabó Yatel ; y su desgracia
De la mesa en los fastos referida
Mucho tiempo será ; &c.
H e aqui la c a rta en que M adam a de Seviñé
da cuenta de este acontecim iento á su hija
M adam a de G riñ a n . M e he servido de sus
propios térm in o s, en cuanto h a podido p erm i­
tírm elo la poesia.
E i rey llegó el jueves por la ta rd e : el paseo
y el refresco se hizo en un sitio cubierto de
junquillos : todo prim orosam ente.
Se cenó :
en algunas m esas faltó el asado, por causa
de los m uchos que sin se r esperados vinieron
á com er.
E sto sobrecogió á V atel en tales
térm inos, que dijo algunas veces : “ H e p e rdido el h o n o r, no podré so p o rtar e sto .” D es­
p ues dijo á G ourville : “ L a cabeza se me
tra sto rn a, hace ya doce noches que no duerm o,
ayudadme á dar las órdenes.”
G ourville le
ayudó en cuanto púdo.
E l asado que faltó,
no en la m esa del re y , sinó en la vigésim a
q uinta mesa le venia siem pre á la im aginación.
GourTÜIe se lo contó al príncip e, de modo que
este fue al cuarto de V alel, y le d i j o : “ V atel,
todo va b ien , no ha habido cosa mas b rillan te
que la cena del re y .” A lo que re s p o n d ió ;
“ M onseñor, vuestra bondad es m uy grande ;
sé que dos m esas no han tenido asado.— Q uien
hace caso de eso, no te enfades, todo va b ien .”
Llegó m edia noche, el fuego artificial no lució
n ad a, porque se cubrió de u n a n u b e : costó
sesenta y cuatro mil reales. A las cu atro de
la m añana V atel se levanta, y ve que aun
duerm e to d a la gente. E ncu en tra un pequeño
proveedor de com estibles que le tra ía sola­
m ente dos cargas de pescado.
¿ N o hay
mas p e sc a d o ? ” le preguntó. — “ N o S eñ o r.”—
N o sabía éste que V atel habla enviado otro s
varios á todos los puertos de m ar. Sin em ­
bargo V atel espera un rato , nadie p arece, su
cabeza se acalora, cree que n o h ab rá mas
pescado, encuentra á G ourvílle, y le d ic e ;
“ S eñor, no podré sobrevivir á esta afren ta.”
G ourville se burló de él.
V atel sube á su
cu arto , pone la espada con tra la p u erta , y
quiere atravesarse el corazon ; pero no fue sinó
al te rc e r golpe cuando cayó m uerto, porque las
prim eras heridas no fueron m ortales.
E n tre
tanto llega el pescado, buscan á V atel para
distribuirlo : van d su cu arto , llam an, echan
la p u erta, y le hallan bañado eu su sangre.
C orren á decírselo la príncipe, que se aflige y
desespera con la fatal noticia. £1 duque lloró,
y en todo su viage á B orgo ña, n o pensó sino
en V atel. £1 príncipe se lo contó al rey muy
tristem en te. D icen ^que esto fue á fuerza de
te n e r el honor & su modo.
L e alabaron m u­
chísim o, adm iraron y criticaron su valor.
FIN
DE
I.A S
NOTAS
D E I. TEU C K R
CAKTÜ.
D EL CANTO CUA RTO .
(2 1 ) P agina 45.
La patata era el banco adonde todos
Hambrientos asestábamos los tiros.
P erm ítasem e copiar aqui una canción que
com puso el S eñor D on E varisto San M iguel
cuando sufrió coumigo la su e rte de p risionero,
y que la publicó despues en e l C orreo gen eral
de M ad rid , el lunes 17 de O ctubre de 1814.
E sta canción pinta al vivo n u e stra situación
en F rancia, y las com idas espléndidas que
haciam os.
C A N C IO N .
N o pavos, no pichones,
N o tanto plato que el gloton adm ira,
N o las vivas canciones
Q ne B aco alegre inspira
S erán loadas p o r mi enjuta lira .
N i el sabio cocinero,
Q ue de la g ula el entusiasm o inflama.
Ir á con m i tin tero
Al tem plo do la Fam a
T a n ta verdad y em buste á p a r d erram a.
M an jar aun no cantado,
M anjar m as dulce, tiern o y delicioso
M e tiene embelesado,
Y arran ca del reposo
M i num en raal comido y perezoso.
¡ O h patata divina !
G loria etern a del suelo fértil galo.
I Oh raíz peregrina !
Al hijo de G onzalo
F uente inm ortal de júbilo y regalo.
Salve fruto precioso :
Salve o tra vez, orgullo de n a tu ra ,
M onum ento grandioso
D e cuanto el genio apu ra.
C uando cede del ham bre ¿ la ley dura.
¿ Q ue deidad bondadosa
A ti estendió su m ano om nipotente,
Y rival de la ro sa,
]>e tu flor esplendente
O rnó el seno de Florida nacícut« ?
D i, ¿ que mimen te ha dado
T u suave ulor, tan fresca lozanfa,
O rnam ento del prado ?
P o r t i en la selva um bría
£1 dorm ido zagal esquiva el dìa.
Y
cuando ya m adura
D e tu rico m inero eres cortada,
¡ O h suprem a ventura I
¡ O h raza bienhadada !
¿ A quien tan rica producción fue dada ?
T o m as,* á tu cocina
M i M usa se tran sp o rta en raudo vuelo,
A lii donde se hacina
E sta fru ta del cielo.
Q ue con su faz dorada cubre el suelo.
Y a em puñas el acero,
Ya rem angas tu brazo (p u ra nieve)
Y con semblante fiero
A fuer de golpe aleve
A todas quitas su donaire en breve.
{ O h suerte ! ¡ oh desgraciadas !
Q ue al trono sube ya la gran caldera
D o vais precipitadas
P o r la P arca severa,
Q ue estiende h asta vosotras su tig era.
*
Tomutt toldado espafiol, qne en el depósito de Chaloní-Sur-Saone daba de comer ú ¡os ojiciales prisioneros
por el moderado precio de ocho siieldos, ó sean doce ctiartas
diarios. .
Ig u al ha sido el hado
D el guisante» la col y la ju d ía ,
D el tocino estractado
E n g ra ta com pañía
C on carn e que su p atria no sabia.
C oced, coced aprisa,
M ezclad ya vuestro jugo delicioso :
Y tú , cara de risa.
C ocinero famoso.
Sopla esos tre s tizones presu ro so .
Q ue el ham bre con dureza
O prim e e l vientre y« del fu e rte hispano.
Y á fuer de la flaqueza
N o puede ya la mano
A la boca llev ar un hum o vano.
V uela, sol perezoso.
V en, ven, p o r D ios, y to ca el m eridiano.
Q ue el ventrículo ocioso
D e m is trip as tirano
L as hace ju g a r todas inhum ano.
¡ O h gozo ! ya ha llegado.
Y a se p resen ta del com er la au ro ra ,
Y a G erard ha contado*
Y la tro m p a sonora
*
Gerard, teniente de gendarmeria, comandante del
depM lo, potaba lista diaria á ¡as once ¡/ media. E n te~
guida iban regularmente ¡os <ificiaUt á comer.
A mi estóm ago aim ncia que ya es hora.
C o rro , vuelo... ¡ oh caldera !
O bgeto de mil dnices sensaciones,
N o m ires, no, severa
T an ínclitos varones.
Q ue luchan con mil ím petus tragones.
Y a tn .cu b ierta airada
M e p resen ta un tesoro de am brosia,
Y ya su mano arm ada
T om as con m aestría
E l tocino pilló que Ht escondía.
Y a te tengo de frente,
Ya m is ojos te ven, plato adorado,
C ual astro refulgente
P erm ite qne asom brado
C ontem ple tú belleza enamorado.
¿ N o compone tu ciencia
E l bodrio ó la gazoíía tan loada,
Q ue obtuvo preferencia
P o r M ercurio aclamada
D el olimpo en la mesa regalada ?
¿ Y yo, m ortai indigno,
Ciozaré de tus gracias inm ortales ?
I O h sañudo destino !
¡ O h Dios ! y cuantos males
T e preparan mis dientes tan fatales.
¡ O h cuanto de fatiga !
j O h cuanto de dolor está presente !
A la sopa enem iga,
A la col inclem ente,
A la carne y tocino ju n tam en te.
L a cu chara derecha
C ruza veloz el a ire, y ya intern ad a
P o r In profunda brecha
D e despojos cargada
P o r m i boca bien p ronto h allará entrada.
A cudo, acorro, vuelo,
L a sopa entierro con tra id o ra m ano,
T u s huestes van al suelo,
Y con fu ro r insano
Ya te engulló mi estom ago tiran o .
] O h cielo ! ya h a espirado
D e m i felicidad la bella au ro ra,
Y a soy desventurado,
Y a la b arrig a llora
Al v e r cuan poco bodrio en ella m ora.
P u e s ya que no he com ido,
P u es ya que lucho con ta n fu erte ayuno,
C antaré enfurecido,
C antaré cual ninguno
E l fuerte Ib e ro , el hijo de N ep tu n o ,
C uyo feroz rugido
Supo cru zar veloz la E u ro p a entera
D esde el Is te r dorm ido
A la nación guerrera
Q ue siguió de G ustavo la bandera.
Y a el G alo ... ¡ que extrav ío !
¡ D e p atatas al cam po de B elona !
¡ Q ue necio desvarío l
S acra M usa, perdona
E ste p a rto del ham bre retozona.
(3 1 ) Pagina 4 6 .
Asi es que un héroe célebre ea estremo
En P o t^ a m escribió en alegre estilo
Una carta &Noel, las gracias dando
Por lo bien que le hacia sus servicios.
E l gran Federico dirigid una ep ísto la i N oel
su cocinero. Seguram ente no es por e&ta ep ís­
tola que é l se adquirió el renom bre de g rande ;
hacia los versos como re y , que tiene derecho
de co n tar con los aplausos, y como filósofo
que prefiere la cocina á la gloria.
( í) Pagina 46.
No cojáis en los labios de una hermosa
Un diüce beso, si es que habéis comido
Del queso de Marol, la amable risa
Veloz huiría de tan bello sitio.
M a ro l : pueblo de F ra n c ia , donde se fa­
brican quesos pequeños cuadrilongos de un
olor m uy fuerte y desagradable, pero m uy
sabrosos al paladar.
( j ) Pagina A l.
Un hábil confitero, que en Valencia
Establecido tiene el domicilio, &c.
E»te es D . Felipe A yza, que h a hecho p re ­
ciosos ram illetes p ara los reyes de E spaña.
( k ) P a g in a 47Mas si de golosinas sois amigos, ice.
Asi como los que tienen sus piacere» en la
mesa se recrearán leyendo la G astronom ía, asi
tam bién aquellos que prefieren un m erengue á
un chorizo de E xtrem adura, p o drán d eleitarse
con el poem a en siete cantos in titu lad o la D u iciada. Yo lo anuncio p ara que im> pierdan ta »
dulcísim a lectu ra los aficionados al azúcar, que
ignoran la existencia de este poem a. U ltim am ente, los que deseén porm enores m ucho m as
estensos en m ateria de G astro n o m ía, lean la
obra intitulada í Cours Gastronomique, ou Us
D îners de M anantville, ouvrage anecdotigucf
philosophique, et üiléraire ; seconde édition,
dédiée á lu Société epicurienne du caveau mo­
derne, séante au Hocher de Cancalle. P aris, 1809.
E sta o b ra, que consta de tre in ta capítulos,
está llena de in te ré s, de chistes, de uotieias muy
apreciables, y adornada de un m apa m uy o ri­
ginal ; pues en él se encuentran todos los p u e­
blos de F ran cia que producen alguna cosa de
gusto p ara la m esa. Supongam os D ijo n , se ven
pintados, en el lu g ar que corresponde á aquella
ciudad, ta rro s de alm íbar, botellas de vino,
m ostaza, &c. B ayona, tiene jam ones, choco­
la te , queso, vino, patas de ganso, &c.
Pm *
gueuXf criadillas de tie rra , famosos pasteles»
&c. &c.
Tam bién acaba de publicarse en P aris el
Almanaque de los Glotones p ara el año p resen te
de 1835» con un m apa igual al de la o tra obra.
F IN
DE
LAS
N O T A S D R r< C U A R T O Y U L T IM O C A N T O
VE
L l
6 A 8 T K 0 N 0 M IA .
L 3
A P E N D IC E
A L P O E M A D E L A G A S T R O N O M IA .
MODELOS D E POESIAS ESPAÑOLAS
D E V A B I0 8 H S T R O S Y GUSTOS
i ’A R A C E L S B H A R L O S P L A C E H fiS i>B L A M E S A .
A N A C R E O N T IC A S .
E l sabor del vino.
U n o s sabios gritaban
Sobre e l sabor y nom bre
Del licor que ofrecía
Gaiiimedes á J o v e ,
E n las celestes m esas
C onvidados los D ioses,
Suspensos los luceros
Y adm irados los hom bres.
Y yo dige á mí Filis
D éjales que den voces ;
El nom bre n a d a ¡ D i p o r t a ,
Y del :>abûr responde,
Q ue será el que tú dejas,
C uaudu los labios pones
E l i la copa en q u e bebes
L os béticos licores.
C uando contigo bebo,
C uando conmigo com es ;
Y déjales que griten
Sobre el sabor y som bre
D el licor que ofrecia
G anim edes á J o v e .
A mi criado.
Debajo de este m irto
Pon la m esa, muchacho»
B ordada de mil flores.
C ercada de mil ram os.
L lam arás al convite
N o criticones sabios,
N o viejos que reg añ a n .
N o ricos que son ra ro s.
Sino niñas bonitas,
M uchachos agraciados
Con ojos habladores,
Y la risa cn los labios.
No me olvides lo dicho ;
Sobre todo te encargo.
Q ue traigas á mi L isis,
Cadalso.
Q ue re n g a aquí volando.
Form arem os un baile
C on repetidos saltos,
D el modo que lo hacia
A n acreonte anciano.
Y luego enlazarem os
C on dulzura los brazos,
E n pru eb a de lo m ucho
Q ue todos nos amamos.
A m i L lsis daréla
U n beso, dos, tre s , cu arto ,
V ein te, cuarenta, ciento.
U n m illón, j otros tan to s.
D e m odo que se queden
C onfusos y adm irados
A quellos que pretenden
Y a verlos, ya contarlos.
V olverem os al baile,
Y luego á los abrazos,
Y al fin acabarem os
C on el licor de Baco.
Conde de N oroña,
D el vino.
E n este vaso, lleno
D e generoso vino,
H allo rem edio fácil
A lo» pesares mios.
N o me acuerdo de g u e rras ;
D el dinero m e o lv id o ;
A borrezco los mandos,
Y p o r nada litigo
B ebo á m enudo, y canto
Con sumo regocijo,
C ercado de m uchachas.
R odeado de am igos.
E llas me hacen mil gestos,
Y o corriendo las sigo :
Y ellos las acom|>añan
E n la b u rla, y bullicio.
¿ P ero á mi que m e im porta
Q u e, jugando conm igo,
M e digan soy beodo,
Y que he perdido el ju ic io ;
S i encuentro m ü dulzuras
Y gustos esquisitos
E n este vaso lleno
D e generoso t í d o ?
Conde de N orona.
D e un borracho.
C oronado de yedra.
E l ro stro abotagado.
L os ojos encendidos
Espum osos los labios,
El habla balbuciente.
D esiguales los pasos.
D esabrochado el pecho,
Y tré m u la s bus m a n o s ,
L levando en la derecha
U n anchuroso vaso.
T a n colm ado de vino,
Q u e lo va derram ando,
Se acerca hácla nosotros
Filojéno el borracho.
¡ O h que ex trañ a figura !
¡ Q ue lástim a está dando !
¡ A y D ios, como tro p ieza !
j C u al ríen los m uchachos !
E ste le tira un tro n c h o ;
A qu el le v ierte un ja r ro .
¡ Q ue se halle entre los hom bres
Q uien se esponga insensato
P o r un vicio tan feo
A u n general escarnio !
G allad, responde él m ism o.
Q u e cuando el P ad re B aco
E n m is en trañas bulle,
Y roe acalora el casco,
N o sé que son triste z a s,
N i á que llam an cuidados ;
N i se m e d a que todos
Se rian de m i estado :
E u caim a está m i pecho,
M il dulzuras gozando,
Ignoradas de aqviellos
A uu m as afortunados.
Y así al punto apurem os
E l vino, ea, bebam os;
Y de lo que otros digan
N o se nos dé im ochavo.
Y en su dulce bebida
Ambos ojos fijando.
H asta la últim a gota
D eja el vaso apurado.
Conde de N oroña.
Efecto del vino.
C o rra el otro indignado
A las sangrientas lides,
A nsioso de algún triunfo
Q ue su nom bre etern ice.
Q ue yo quieto en m i aldea
Solo co rreré al brindis,
D e aquel licor suave
Q ue á B aco dan las vides.
L icor que es m uy sobrado
A hacer que el hom bre tris te ,
E n sus m ayores penas
Se aliente y regocije.
Iglesias.
Sed insaciable.
B atilo, écham e v in o :
L lena el vaso, m u c h a c h o :
M ira que no le llenas.
E chale h a sta colm arlo.
E ch a o tra v e z ; pues este
L o m ism o que el pasado
D e un sorbo le he b e b id o ;
C on la m ism a sed m e hallo.
E cham e o tra vez, que este
L e consum í de un trag o :
Q ue (í bien mi sed es m ucha,
O me han mudado el vaso.
O tra vez echa, ¡ hay cosa !
Q ue en el vaso que acabo,
E l an terio r, y el otro,
E fecto no he encontrado.
P ues echa e ste , otro y otro,
Y h asta m il sin c o n ta rlo s;
P orque <5 m! $>ed es m ucha,
O m e han trocado el vaso.
Iglesias.
C A N T IN E L A S .
Enemigos de Baco,
A l son de las castañas,
Q ue saltan en el fuego.
E ch a vino, m uchacho,
B ebe L esbia, y jugu em o s,
Siquiera el C apricornio
T ire lanzas de hielo,
M al agüero á casados,
B uen auspicio á solteros.
Enem igo de B aco,
C uando estaba en el suelo,
D estrozándole vides,
Rumiándole sarm ientos,
Y agora no tan dócil,
Q ue no procure vernos,
Aguados con m il aguas.
Y helados con m il hielos.
Yo apostaré, m i L esbia,
Q u e si le diese el cielo
P o d er en casa propia
Q ue nos hiciese yerm os.
¡ O h como el insolente
D iera fin al viñedo,
Y juntam ente en D arro
AI
Con todos los sedientos !
P orque daños m ayores
Se le siguen al cuerpo
B e b e r tu s aguas, T ajo ,
Q ue echarse en las del E bro.
P ero ya que los astros
M e jo r que esto lo hicieron ;
E ch a vino, m uchacho,
B eba L esbia, y juguem os.
Villegas.
D eleite del beber.
C on m ayores deleites
Q ue un tiem po el S ib arita
T á vives y yo bebo :
P u es yo beba y tú vivas ;
P o rq u e aquel intervalo
E n que el gusto se brinda
E s de m as im portancia
Q ue el resto de la vida.
Si la g u la no hubiera,
¿ P a ra que eran los dias
D el planeta guisados
Q ue con guadaña p in tan ?
Todo fuera tristezas,
T odo melancolías,
Com o al fin de quien come
Sus hijos y sus hijas.
A un si se los bebiera
M il disculpas tenia,
P o r ser ro&l que se aum enta
C uanto mas se egercita.
T d pues, cura del pavo
Q u e vino de la In d ia s ;
Q ue vino vendrá luego
P a ra mi desde E squibias.
Villegas.
O DA S.
I>d vino y el amor.
C on una dulce copa
D esp ierta m í c a r iñ o :
Si de am or en los fuegos
D orilla me ve tibio,
Y 8Í yo desdeñosa
O cobarde la m iro,
A l punto 6US tem ores
A dormezco en tre vino.
Sabedlo pues, am antes,
P orque B aco y Cupido
H erm anados se prestan
S us llamas y delirios.
Melendez.
D el vino.
T odo á B aco, D orila,
T odo oficioso sirve.
L a tie rra generosa
L e su sten ta las vides,
E l agua se las riega
C on sus linfas sutiles,
Y el céfiro tem plado
Se las bulle apacible.
L uego el grano el ^oI cuece,
D e do el licor felice
V iene, que el pecho lim pia
D e m il desvelos triste s.
¿ P orque pues, porque bebo
E nojosa me riñ es,
Si el mismo A m or su s arm as
R iendo de ¿1 recibe ?
Melendez,
D e l mt^or vino.
P reciados son. D o rila,
Los vinos regalados
Q ue á la feliz E spaña
R ico dió el padre B aco.
E l uno al gusto brin d a
E n la copa saltando,
Y aquel muy mas lo enciende
CúQ SU punzante am argo.
¿ P ues que diré, si osara
N om brarte solo tanto s,
Com o dulces se cuecen
E n térm inos estraños ?
T odos me agradan ; todos
E n los pechos hum anos
E l libre gozo engendran,
A lejan los cuidados.
P ero aquel que t á libas
Y en que m ojas tu s labios,
A quel es á los míos
E l mas sabroso y sano.
M e k n d e z.
L E T R IL L A S .
E tt un convite de amistad.
B ebam os, bebamos
D el suave licor.
C antando beodos
A Baco y no á Am or.
Amigos, bebam os,
Y en dulce alegría
Perdam os el dia,
L a copa em pinad.
¿ E n que nos param os P
L a ronda em pecem os,
M
3
V H un tiem po brindem os,
P or n u estra am istad.
B ebam os, bebamos
D el suave licor,
C antando beodos
A B aco y no á Admm*.
I O b que bien que sabe I
O tro vaso veng;a,
C ada cual s o s te n ^
Su p a rte en b eber,
Y quien q uiera alabe
D e A m or el destino ;
Yo tengo en el vino
Todo m i placer.
B ebam os, bebamos
Dui suave licor,
C aiitando beodos
A Baco y no á A m or.
¡ O h vino precioso f
I Como estás riendo ?
¡ Saltando ! ¡ bullendo f
¿ Q uien no te am ará ?
T u olor delicioso.
C olor sonrosado,
Sabor delicado,
¿ Q uien no ren d irá ?
Bebam os, bebamos
Del suave licor,
C antando beodos
A Baco y no á Am or.
A m or da mil sustos,
A nsias y dolores :
C oja otro sus flores,
Cójalas por m í :
Q ue yo mis*di«giistos
T em plaré bebiendo
¡ O h B aco IJy diciendo
M il glorias de ti.
Bebam os, bebamos
D el suave licor,
C antando beodos
A Baco y no á A m or.
T ü al Indo venciste,
T ú los tig re s fieros,
C ual mansos cordero«
P ud iste ayuntar.
T ú el vino nos d iste.
E l vino que sabe
L a pet>a mas grave
E n gozo to m a r.
Bebam os, bebamos
D el suave licor.
C antando beodos
A B aco y n o íl Am or.
V enga, venga el vaso.
Q ue un sorbo otro llam a :
M i pecho se infiaoia
Y m uero de sed.
N adie sea escaso,
N i aunque esté caido,
Se dé p o r rendido.
A m igos, bebed.
B ebam os, bebamos
D el suave licor.
C antando beodos
A S a c o y no á A m or.
M elendez.
F ilosqfia de la panza .
A nde yo caliente,
Y ríase ia gente.
T ra te n otros del gobierno.
D el mundo y sus m onarquías.
M ien tras gobiernan m is dias
M antequillas y pan tie rn o ,
Y las m añanas de invierno
N aran jad a y aguardiente,
Y ría se la gente.
Com a en dorada bajilla
E l prín cipe m il cuidados
Como píldoras dorados,
Q u e yo en mi pobre m esilla
Q uiero m as una morcilla
Q ue eii el asador revien te,
Y ríase la gente.
Cuando cubra las m ontañas
De plata y nieve el E n ero ,
T en g a yo lleno el brasero
D e bellotas y castañas,
Y quien las dulces p atrañ as
D el rey que rabió m e cuen te,
Y ríase la gente.
B usque muy en h o ra buena
E l m ercader nuevo» soles,
Yo conchas y caracoles
E n tre la menuda arena
E scuchando á Filomena
Sobre el chopo de la fuente,
Y ríase la gente.
P ase á m edia noche el m ar,
Y ard a en am orosa llam a
L eandro p o r ver b u dam a,
Q ue yo m as quiero p asar
D e Yepes y Q u itan ar
L a regalada corriente,
Y ríase la gente.
P u es am or es tan cru el,
Q ue de Píram o y su am ada
H ace tálam o u n a espada,
D o se ju n ten ella y é l :
Sea mi T isbe un p astel,
Y la espada sea tai d ien te,
Y ríase la gente.
Gongora.
R E D O N D IL L A S .
Cena sabrosa.
En J a é n donde resido
Vive D on Lope de Sosa,
Y d iréte, In és, la cosa
M as brava de ¿1 que h as oído.
T e n ía este caballero
U n criado p o rtu g u és...
P e ro cenem os, In és,
Si te parece prim ero.
L a m esa tenem os puesta»
L o que se ha de cenar ju n to ,
L as tazas del vino á p u n to ;
F alta com enzar la fiesta.
C om ience el vinillo nuevo,
Y échale la bendir.ion ;
Yo tengo por devocion
D e santiguar lo que bebo.
Franco fue, In é s, este toque.
P ero arrójam e la bota :
V ale un florín cada gota
D e aqueste vinillo aloque.
¿ D e que tab ern a se tra jo ?
M as y a ... de la del C astillo :
D iez y seis vale el cuartillo ;
N o tiene vino m as bajo.
P o r nuestro S eñor que es m ina
L a tab ern a de A lc o c e r;
G ran d e consuelo es ten e r
L a tab ern a p o r vecina.
S i es ó no invención m oderna,
V ive D ios que no lo s é ;
P ero delicada fue
L a invención de la tabern a.
P orque alli llego sediento,
P ido vino de lo nuevo,
M ídenlo, danm elo, bebo,
P ágolo, y voyme contento.
E sto , In és, ello se alaba,
N o es m enester alaballo :
Sola una falta le hallo,
Q ue con la prisa se acaba.
L a ensalada y salpicón
H izo fin, ¿ q u e viene ah o ra?
li a m orcilla, gran seño ra,
D ig n a de veneración.
¡ Q ue oronda viene y que bella I
Q u e través y enjundia tiene,
P arécem e, In é s , que viene
P a ra que demos en ella.
P u e s, su s, encújase y en tre ,
Q u e es algo estrecho el catnino.,
N o eches agua, In és, al vino.
N o se escandalice el v ien tre.
E ch a de iu tras aúejo,
P o rq u e con mas gusto c o m a s:
D ios te guarde, que asi tom as,
Com o súbia, el buen consejo.
M as di ¿ no adoras y precias
L u m orcilla ilu stre y ric a ?
{ Como la traidora p ic a '
T al debe ten er especias.
¡ Q ue ileua está de p iñ o n e s!
M orcilla de cortesanos,
Y asada por esas manos
H echas á cebar lechunes.
£1 corazon me revienta
D e p la c e r: no sé de ti.
¿ Como te va ? yo i>or mí
Sospecho que estás co ntenta.
A legre estoy, vivo D io s ;
M as oye un punto s u t i l ;
^ N o pusiste alli un candil P
¿C om o me parecen dos ?
P ero son p reguntas viles,
Y a sé lo que puede s e r :
C on ese negro beber
Se acrecientan los candiles.
Probem os lo de pichel.
A lto licor celestial.
N o 6H el aloquillo tal,
N I tiene que ver con él.
{ Q ue suavidad ! ¡ que c la re z a !
¡ Q ue rancio gusto j o lo r !
j Q ue p a la d a r! ¡ que c o lo r!
Todo con tanta fineza.
M as el queso sale á plaza,
L a rooradilla va entrando,
Y am bos vienen preguntándo
P o r el pichel y la taza.
P ru eb a el queso, que es extrem o
E l de P into no le iguala,
P u es la aceituna no es m a la :
B ien puede bogar su rem o.
H az pues, In és, lo que sueles,
D aca de la bota llena
Seis tr a g o s : hecha es la cena,
L evántense los m anteles.
Y a, In é s, que habernos cenado
T a n bien, y con tanto gusto.
P a re c e que será ju sto ,
V olver al cuento pasado.
P u es sabrás, In és herm ana,
Q ue el portugués cayó enferm o...
L as once dan, yo m e duerm o,
Q uédese para m añana.
Alcázar.
N
Vida metódica.
D esais, señor Sarm iento,
S aber en esto s mis años,
S ujetos á tan to s daños,
Como m e p o rto y sustento.
Yo os lo d iré en brevedad,
P orque ta h isto ria es bien breve,
Y el daros gusto se os debe
C on to d a puntualidad.
Salido el sol p o r oriente
D e ray o s acom pañado,
M e dan un huevo pasado
P o r agua, blando y caliente.
C on dos tragos del que suelo
L lam ar yo n éctar divino,
Y á quien otros llaman vino,
P o rq u e nos vino del cielo.
C uando e l lum inoso vaso
T o ca en la m eridiona,
D istando p o r un igual
D el oriente y del ocaso,
M e dan asada y cocida
D e u n a g ru esa y gentil ave.
C on tre s veces del suave
L icor que alegra ia vida.
D espues que cayendo viene
A dar en el m ar E sperio,
D esam parando el im perio
Q ue en este horizonte tiene,
M e suelen dar & com cr
T ostadas en vino m ulso,
Q ue el enflaquecido pulso
R estituyen á s u ser.
L uego roe cierran la p u erta,
Yo m e entrego al dulce sueño :
D orm ido soy de otro dueño,
N o sé de m í nueva cierta.
H a sta que habiendo sol nuevo,
M e cuentan cómo he dorm ido,
Y asi de nuevo les pido,
Q ue m e den néctar y huevo.
S e r vieja la casa es esto.
V eo que se va cayendo,
V oyle puntales poniendo.
P o rq u e no caiga tan presto .
M as todo es vano artificio :
P re sto me dicen mis males
Q ue han de faltar los puntales,
Y allanarse el edificio.
M O NOSTRO FE.
Efeclos del suave vin o .
C uando bebo el suave vino,
C on un rapto placentero
A las nueve M usas canto,
Y con him nos las celebro.
Guando bebo el suave vino,
L os cuidados, los consejos,
M is alcázares dejando
L ueg o vuelan p o r el viento.
C uando bebo el suave vino,
M is holguras disolviendo.
P o r las auras florecientes
M e a rreb ata el buen L ieo.
Cuando bebo el suave vino.
C on guirnalda, que yo uiesm o
M e h a tegido de mil flores.
L a feliz vida sustento.
Cuando bebo el suave vino,
llociado con ungüentos,
Y abrazado con mi dam a.
D e la V enus can to eu verso.
C uando bebo el suave vino,
L uego el alm a desenvuelvo.
C odio pez en ancho vaso,
Y á los bailes m e encom iendo.
C uando bebo el suave vinu
C on mi proprio logro en cu en tro :
M o riré pues con m i lo g ro ,
Q ue el m orir al hom bre es cierto.
C uando bebo el suave vino.
M is desdichas sobrellevo :
B ebe, huésped, bebe y vive.
Q ue &i vivo es porque bebo.
Villegas.
TROVA.
E l borracho.
Colgaba un buen mendigo
Con u n a bota h u rtad a en la ribera
D el T órm es sin testigo :
E l rio sacó fuera
S u gaznate, diciendo con voa fie ra :
D e malos tragos goces
In ju sto bebedor, que sin sentido
A l agua tira s coces,
Y con lo que has vertido
D e vergüenza y de zupia estás teñido.
T a n sedienta porña
T e n d rá su ac a b o ; y esa b o ta herm osa.
Q ue no verás vacía,
P a ra ti cuan llorosa
S era, y á tus costillas ¡ cuan costosa !
B orrachez, ira s, g u erras.
M an ta y vapulam iento, fieros m ales,
E n tre tu s brazos cierras
C on tu s tragos m ortales
A ti, y á esas tus pobas naturales.
M3
U na fu erte tolina
A tu espalda vendrá, y á lo que baña
L a región convecina,
Con hum edad eictraña,
E n aquella espaciosa, y gran cam paña.
Q ue ya la tab ern era.
D e quien la b ota h a sido, á la venganza
L lam a una tu rb a ñ era
D e pillos sin crianza,
E n quien p ara pescarte no hay tardanza.
O ye que un cuerno to ca,
C on tem eroso son, cual tro m p a fiera.
Con que á la lid convoca
L a tro p a vil y fiera,
Q ue á bu scarte, y tu n d irte va ligera.
M ira com o vocea
L a ta b e rn e ra infiel, y h iere el viento,
Como bufa y p a te a ;
Tnumerable cuento
D e pillos ju n to s m iro en un m om ento.
C ubre la chusm a el suelo :
L a piedad á sus pies desaparece :
L a g ritería a l cielo
C onfusa y v aria crece,
Y como cuba cada cual se m ece.
¡ A y í que ya presurosos
T ienden las larg as z a n c a s; ¡ ay ! que e x ­
tienden
L átigos vigorosos
A los aires, que encienden
L os nervudos brazos con que hienden.
U n pillo contrahecho
T u bota tiene ya medio atisbada ;
P ara t í va derecho,
Y con la mano alzada
A los otros m ostró la bota h u rtad a.
I
A y pobre 1 ¿ y te en tretien e
El garbo de esa bota, ni llamado
Al mal que sobreviene
N o acudes ? Circundado
N o te ves de ese egército m alvado?
A prisa bebe, cuela
Y pasa ese licor al vientre vano :
B ebe sin que te duela.
N o des paz á la mano,
Y un trago en otro trag o esconde ufano.
] A y I ] cuanto de fatiga
ija sañ a de esos pillos inm inente
C ausará á tu barriga,
Al opuesto occidente,
A cabezas y espaldas juntam en te !
Y tú , Baco divino,
En tu sangre p u rp ú rea enalm agrado
D a rá s por el camino :
I C uanto ja r ro quebrado !
¡ C uanto cuerpo de zorros derrocado !
E l vino en toda parte
T odos cinco sentidos desordena :
N o vale ingenio y a rte,
Y todo lo condena
D e un letargo á la estúpida cadena.
Iglesias.
OTRA.
Requiebros á la bola.
L lena y ancha bota
D el color m oreno,
B lanco milagroso
D e mi p en sam ien to :
A rchivo que encierras
E l lico r añejo.
A rd o r de las alm as,
A rd o r de los cuerpos ;
Q ue cou tu olor solo
D arás vida á un m u erto ,
Y m as 6Í están cerca
F riendo torreznos,
D esde que te vi
T al estoy, que siento
Seca m i garganta,
Y hecho esponja el pecho.
H a sta donde estás
V uelan mis deseos
Llenos de sustancia,
D e esperanza llenos,
Viendo que te em biste
M as digno sugeto,
D ueño de tu s trag o s,
D e t a gusto dueño.
M as ya que se ha- ido
P o r los pies al suelo,
Sititiendo en su chola
B ien raro s efectos
A tu dueño olvida,
Pues le ves durm iendo ;
Y el que un zorro coge
T éngase por m uerto,
Y pues está ahora
Con el santo a l cielo,
P o r ventura esclavo
D e tu rico im perio :
A ntes que se acabe
T n licor selecta,
Con piedad acoge
M i sed y mis ruegos.
Perm ite á m is brazos
Q ue se m iren hechos
Los em pinadores
De tu airoso cuero.
Q ue á tu dulce boca
R obaré el aliento,
Y u n a m ism a vida
L o 3 d o s viv irém o s.
£1 gran Baco baga
£ s te trago e te r n o ;
Y vénganm e ganas
D e dorm ir corriendo,
Q ue tu v irtu d , b ota,
C elebraré en sueño s.
Sin que m e lo esto rb en ,
N i el frió ni el hielo.
Iglesias.
Virtudes de la B o ta .
A u n a bota de P eralta
U n cofrade de la cepa.
Con lengua rom a le dijo
D e esta m anera.
T d m e has enseñado & h ab lar
T odo genero de lenguas,
P ero la que hablo m ejor
E s la T udesca.
T ú m e enseñaste á esc rib ir.
P ues no sabiendo hacer le tra ,
Form o y a las equis bien
Con las dos piernas.
A unque sabes, bota m ia,
M as que loa sabios de G recia,
M ucho m as sabe la zorra
C uando m e pesca.
T ú sola, sin se r soldado
H as ganado la em inencia.
P o rq u e tú siem pre te subes
A la cabeza.
T ú eres toda mi alegria,
P ero si de m í te ausentas
M as corrido que una m ona
L uego m e dejas.
C uando te acabes m e iré
A vivir á alguna cueva,
A donde mude el pellejo
C om o culebra.
D ijo, y tocándole á juicio
L a bo ta como tro m p eta,
P uso en todos sus sentidos
U n a ginebra.
jinonimo.
L a Vieja am iga del vino.
L a le tra dicen que beban
T re s veces á u n a com ida,
M as debe esta r corrom pida.
E s una b urla burlada
C ontentarse con tre s veces,
Q u e aunque fuese el vino heces
H ácese de él c a rra sp a d a :
B e b e r tengo, pues m e agrada
No p o r cuenta, ni m edida.
N o quiero m anto, ni saya,
N i fausto, n i gravedad :
M as vino de calidad
N o m e lo tengan á ra y a :
E l no vello m e desm aya^
Y me caygo am ortecida.
V eam e yo en tre tin ajas
T rasegando de contino,
T en g a yo sopas en vino
S iquiera duerm a en las pajas :
I j Os cueros son m is alhajas,
M i tesoro es la bebida.
E l agua no me con ten ta
Q u e c ria sapos y ran as :
E s fria p o r las m añanas
Y á la noche no calien ta :
H uele m al, no es soñolienta,
Y así la tengo aborrida.
M as el vino es alegría
Y conforta la salud.
C ria sangre en senectud,
Pone esfuerzo y lozanía :
V iva yo en su com pañía
A unque en Fez esté vendida.
A nónim o.
Consejos de una Comadre.
¡ A y ! com adre, ando á buscar
C on que olvide el traseg ar.
Ay com adre, asi gocéis,
Q ue algún consejo m e deis,
Q ue bebo como sabéis
Y máudanm elo q uitar,
A m iga, no os digo nada
Q u ” CK cosa bien escusada,
Qu: la m ar sería cuajada,
M' r.o se puede olvidar.”
(.n'ne dicho m i velado,
Q
vo bebo dem asiado,
'i I \ le determ inado
N i’ dejarm e traseg ar.
- Com adre, pues asi es
( ¿ ello va p o r in terés,
i'
m udar de aqui los pies,
A : medios os quiero d ar.
T om areis atún de ijada,
\ <'l lomo de la pescada,
Y 1)1 sardina arencada,
l,u ostra y el calam ar.
Los palominos asados,
JiUS pollos bien em barrados,
Y los garbanzos tostados,
('a sta ñ a s á medio asar,
o
“ A ceituna cordovcsa
C on tiern a anchova salpresa,
Y alguna vez sobre mesa
Sávalo por escam ar.
L os cueros de los lechones,
Y las piernas de ansarones,
T ó rto las y perdigones,
Y algún capón de engo rd ar.
“ L os p em iles y lom illos.
L onganizas, choricilios,
B u tifarra s, m enudiüos
Suelen m ucho aprovechar.
Y m as que cada guisado,
Sea cocido ó asado
V aya bien salpim entado.
A si olvido el escanciar.
“ E sto s son, am iga m ia,
L os rem edios que yo h acia,
C uando se me defeudia
L o dulce del paladar.”
A y com adre m uy h o n ra d a .
D e D ios seáis rem ediada,
Q ue yo voy tan consolada
Q ue no lo sabré contar.
Anónimo.
Ancha vida.
Huy comamos y bebam os,
Y cantem os, y holguem os,
Q ue m añana ayunarem os.
P o r h onra de san A ntruejo
Parém onos hoy bien anchos.
E m butam os estos panchos.
R ecalquem os el p e lle jo :
Q ue costum bre es de concejo
Q ue todos hoy nos hartem o s.
Pues m añana ayunarem os.
H onrem os á tan buen santo
Q ue m añana vlen la m u erte,
Com am os, bebamos fu erte ,
Q u e m añana habra quebranto :
C om am os, bebamos tan to
H asta que nos reventem os,
P u es m añana ayunarem os.
Juan de la E ncina.
M i gusto en comei\
N o quiero que mi mesa
F rancés a rtista cubra,
D e huecos pastelones,
Y pomposas fr itu r a s ;
N i de blandas pulpetas,
Y rellenas lechugas,
Q ue los ojos alhagan
Y el apetito burlan.
N i m e placen las pollas,
Q ue espesa n ata inunda.
N i el gazapo aplastado,
A guisa de tortuga.
Q uiero que un pavo enorm e,
M agestuoso cubra.
L a m itad de la m esa.
C on su blanca pechuga.
Q u iero v e r á sus lado s.
Com o fírmes colum nas.
T e rn e ra de V izcaya,
Ja m ó n de E strem adu ra.
Q ue un rojizo em buchado,
U e dim ensión robusta.
V ierta por todas p a rte s,
R audales de gordura.
N i quiero que me sirva
li a trig u eñ a M aruja,
O p o rto que es C am peche ;
C ham paña que es espum a.
Sino de aquel dorado
M osto que da San L u c a r,
O el que hierve en el seno
D e las m anchegas cubas.
J . J . M ora.
L a M erienda.
P on el m antel y el ja rro ,
M aru ja, y m erendenios ;
Y a que el aura festiva
S opla y trisca en el huerto.
D e aquel pernii sabroso
Q ue trajo el E strem eñ o
C o rta dos 6 tres lonjas
Q u e den vida á los m uertos.
T ii y yo sin mas testigos
Im portunos y ham brientos,
L a sed y el apetito
E n dulce paz calm emos.
N o hablarem os de hazañas
D e im placables gu errero s,
D esolación, y espanto.
D e malhadados pueblos :
N o del brillo engañoso
Q ue adorno al palaciego,
Sin calm ar el m artirio
Q u e le ^ e v o ra el pecho :
H ablarem os de am ores
De risas y de juegos,
H asta que con sus alas
N o? arrullen los sueños.
ídem.
o 3
A Jerez.
¡ O tú m as venturosa
Q ue ]a arrogante A tenas,
Q ue la g u errera E sp arta ,
Q ue M en6s opulenta !
] O ciudad raas loada
Q ue la que el T ib re rieg a,
D om inadora injusta
D e cuanto el sol calienta
¡ J e r é z ! p atria del goce,
¡ J e r e z ( felice tie rra ,
Baco te fertilice,
Pom ona te proteja.
T u s pam panosas viñas,
T u s colinas risueñas,
E ternam ente abriguen.
A bundancia, y riqueza.
R esp éten te las arm as,
H u y a de tí B oréas,
L as auras te perfum en,
Febo dore tu s cepas.
Q ue todo lo m ereces,
P o r c riar en tus tierra s
E se dorado m osto.
M as suave que el n écta r.
Idem .
O B S E R V A C IO N E S
SOBRE
L A C O R T E S A N IA Y H O N O R E S
g U E D E B B G U A R D A R T O D O B U E N G A S T R O N O M O E S LA M E S A
Y REGLAS PA RA TRINCHAR.
E n U m esa es doirde m as se ve ia to rp e z a y
m ala e d u ca ció n d el lio m b re q u e n o e s b u e n g a strú n o m o , p o rq u e la c u c h a ra , e l te n e d o r, e l c u ­
ch illo , to d o lo to m a , y lo m a n e ja a l re v es d e
los o t r o s : se sirv e d e los p lato s con ia m ism a
c u c h a ra q u e h a ten id o v e in te veces e n la boca,
se d a e n lo s d ie n te s con e l te n e d o r, y tam b ién
se los e sc a rv a con é l, con los dedos ó c o n el
cuchilU), q u e da g rim a e l v e rle . C u a n d o b e b e
no se lim p ia a n tes los labios n i los d edos, y asi
e m p u e rc a el vaso, y m as p o r a g a rra rle con
to d a la m a n o ; re g u la rm e n te b eb e con a n s ia ,
e sto le p ro v o c a la to s, con lo q u e vuelve la
m ita d d el a g u a al v a so , y ro c ia al m ism o tie m p o
á los in m e d ia to s, hacien d o m il v isa g es a sq u e ­
ro so s .
S i se po n e á tr in c h a r alg u n a p ie z a ,
n u n c a a tin a con las c o y u n tu ra s, y d e sp u e s de
tr a b a ja r e n vano p a ra ro m p e r el h u e so , sa lp ic a
á to d o s con la sa lsa en la c a r a , y él se q u e d a
todo m anchado con ta grasa, y con las sopas
que se le caen en la servilleta, que al sentarse
m etió por el prim er ojal de la ch u p a 6 casaca,
pero dejando la p u n ta de modo que siem pre le
e stá haciendo cosquillas en la b arb a. Al tom ar
café se quem a seguram ente la b o ca, aunque le
da antes m il soplos ; se le cae siem p re la cu­
chara, la ta z a <5 el platillo, y al fin se le derram a
encim a. T odo e sto , verdad es que no son de­
litos crim inales, p ero son muy rid ícu lo s y fasti­
diosos entre gentes de modo ; y la G astronom ía
nos enseña á precaverlos para que seam os bien
recibidos, poniendo gran atención á los múdales
de las personas de crianza y de m odos, y h a ­
bituándonos y fam iliarizándonos con ellos.
Como el buen gastronom o h a de sentarse á
la m esa, lo m enos una vez cada d ía , debe saber
hacer los honores de ella, si fuere en su cnsa, y
servir particularm ente á las señ o ras en cuales­
quiera o tra donde se halle : y asi el plato que
tuviere delante h a d e saber trin c h a rle , no equivo­
cando el que ha de servirse con cu ch a ra , con el
que debe p a rtirse con cuchillo, n i cortándole
co n tra el uso diverso de cada pescado, ave, &c.
lo mismo digo del saber m ondar y p a rtir las
fru tas, helados y pastas : cu alquiera de estas
que parecen frioleras, si las hacc con torpeza
ó si no las hace, da una pru eb a de que no se
ba criado en casa donde hay «emejantes platos,
y por consiguiente, que es hijo de pobres y
humildes p ad res, ó que se ha criado con tal
abandono que no sabe com er en u n a m esa fina,
y que ignora el mismo a rte que profesa.
Los brindis sueien no adm itirse ya en algu­
nas m esas de gente fina, porque á la verdad es
una im pertinencia el in terru m p ir i uno que
tiene la boca llena con un cum plim iento muy
form al, que m uchas veces no viene al caso, y
mucho m enos cuando suelen e sta r en confusa
alegría, y que cada uno bebe p o r su gusto y no
por la salud de o tr o ; asi no se debe de brindar
á m enos que no lo hagan los dem as, en cuyo
caso la cortesanía nos prescribe como en todo
conform arnos al estilo corriente eu cada p arte.
I
C uantas y cuan varias son las reglas qne
se han de observar en la m esa ! ¡ Q ue de in>
congruencias se han de te m e r! la precipitación
al sen tarse, la elección de un puesto que no nos
conviene, una ostentación de apetito p u eril, ojos
ávidos sobre los m anjares, un aire goloso, unas
manos siem pre en m ovim iento, los dedos de
continuo mojados y poca lim pieza, son unas
asquerosas groserías. D ebe siem pre e v ita rs e :
1**. el ro e r, golpear y sorber con ruido los huesos
p ara sacarles la m e d u la : 2*^. rom per los huesos
de la carne ú f r u t a : 3*^. hacer ruido m ascando
ú bebiendu : 4^^. e n tra r en el plato com ún, sal»
sera, &c. cu chara usado ó pan m ordido, ó usar
p a ra su plato de ia cuchara com ún. E u sum a
es cosa indecente e l sentarse á la m esa <$ lerau ta rse de ella antes que los o tro s, e l m anifestar
preferencia á ciertos platos sin d a r una razón
que la justifique ; el e x tra ñ a r c ie rto s platos,
aunque p ara nosotros sean nuevos, y el decidir
m agistralm ente sobre los m an jares, sus condi­
m entos, y m ucho m enos acerca del precio y
escasez de eüos, sin grande oportunidad.
Sepan pues todos los que hayan leído este
poema, y quieran aprovecharse de su lectura»
que en la m esa es donde menos puede ocultarse
el m enor defecto ; que deben o b serv ar las cosas
repugnantes en los dem as p ara evitarlas ellos ;
como son : el com er m uy a p risa ó m uy despa­
cio, porque lo uno arguye m iseria, hambre» gula,
y que han ido solo á com er ; y lo otro es decir
que no les g u sta la com ida, y que asi e n tre ­
tienen el tiem po.
N o deben e sta r callados
siem pre en la m esa ; al co n trarío , aleg rarla con
chistes y conversaciones festiv as, pues no es
la h ora ni el p arag e de tra ta r asu n to s graves, n i
tam poco hagan del charlatan ó el gracioso,
porque no crean los otros que se les ha calen«
tado la cabeza ; no hagan m elindres oliendo
cada plato, y dejándole de com er despues de
hacer un gesto, porque es tach a r al dueño de
la casa, y causar asco á los convidados ; no
coman tam poco de todos los platos sin excep­
ción, porque pueden grangearse la fam a de tr a ­
gones 6 golosos. C uiden sobre todo los inicia­
dos en .este precioso a rte de com er con tan ta
lim pieza, que ni manchen los m anteles al trin ­
c h a r <5 serv ir el vino, n i ta servilleta á fuerza
de lim piarse la boca y los dedos : si esto rn u ­
dan, tosen, se suenan ó escupen, y si les da hipo,
ó les sube algún eru cto , pongánse siem pre la
servilleta delante, adem as del pañuelo o la
m ano, y bajen despues la cabeza, reconociendo
el disim ulo de los d em ás; en fin, no olviden
que la falta m as mínim a en la m esa, es un de­
fecto capital en ellos de lesa G astronom ía, y
p ara que su instrucción sea com pleta en esta
ciencia tan g rata como provechosa, aprendan y
]>ractiquen agradecidos las reglas siguientes,
tan conform es á sus principios, p a ra trin c h a r y
serv ir los m anjares, tom ar y ofrecer las bebidas.
V ariedad de artes sisorios tenem os en todas
lenguas, pero en realidad el m étodo m as cóm o­
do, g rato y libre de inconvenientes p ara re p a r­
tir los m anjares, es p revenir que se saquen á la
m esa ya trinchados, pues es cosa que causa lás­
tim a ver á un gastrónom o bien educado esta r
trabajando á destajo toda la comida, haciendo
disecciones de carnes, piern as, costillas, aves
y pescados, form ando líneas sobre hojaldres,
budines, p astelas, &c. y apenas probarlos como
otro T ántalo, en medio de la abundancia de co­
m ida, bostezando de desm ayo, em palagado y
aJiito del tufo, si es que por fo rtu n a no se Ies ha
echado á p erd er el m ejor chaleco ó calzón con
algo de grasa, ó no se hace algún co rte que le
quite todo el gusto de h aber com placido á los
otros con su servicio, 6 no recib a un bochorno
de algún im prudente que le diga : am igo, esta
ensalada podrá e sta r aderezada según a rte , pero
se conoce que á usted le sobra la sal, pues la
d erram a sin m edid a; y otras im pertinencias de
algún insulso decidor.
1*. C uidará el gastrónom o que ha de re p a rtir,
situarse á distancia proporcionada á todos los
convidados.
2*. P revenga, si está en su m ano, que el
trin ch an te y cuchillos esten bien acondiciona­
dos, p ara su g etar y dividir los m anjares, sin
m achacarlos, destrozando las p resas, y salpicando
con las salsas.
3^. D ebe com enzar á serv ir los platos por
personas principales, ó por las que se hace el
convite, prefiriendo en igualdad de caso la se­
ñ o ra al caballero, quien la serv irá estando á su
lado.
4‘ . R e p a rtirá iie tal su erte de todo, que
siem pre sobre y nunca f a lte ; ni con escasez
ni con d e m a s ía : no servirá plato servido, ni
con cucharon ó cuchara que haya tocado guiso
diferente, p ara lo cual se dejan los platos con
el cubierto cruzado, si hubiere abundancia y
proporcion.
5^. Se anuncian las sopas que haya para
que cada uno pida, y se servirán con el cucha­
ron asi como los garbanzos, verdura, m enes­
tra s, caldos 6 salsas, atendiendo en lo m ejor á
los principales y señoras.
6S E l cocido regularm ente se p resen ta en
fuentes á p a r t e : rep a rtirá garbanzos y v erd u ra,
trinchando despues la vaca en ruedas no gruesas
al tr a v é s ; el carnero al hilo de las costillas :
los chorizos en rajas, y el jam ón como la v a c a ;
en uno ó dos platos que h ará vayan pasando p a ra
tom ar cada uno lo que guste.
7 \ L a vaca 6 te rn e ra cocida ó asada, se
c o rtará al través p o r la tern illa : ju n to al hueso
es m as s a b ro sa : y tam bién se co rtarán en rajas
no gruesas todo género de lenguas, de las cu a­
les agrada generalm ente mas lo gordo.
8*. E l lomo de becerro, lechon, carnero se
trin c h a al hilo y al través en pequeñas lonjas ;
el delicado riñon y solomillo en pequeños pe­
dazos.
9^. Partiráflse ia espalda de a rrib a abajo á
lonjas, la espaldilla al hilo y p o r c o stilla s; la
pechuga, quitado el pellejo, que es m uy sabro­
so, divídase p o r costillas.
10*. E n to d a cabeza de cuadrúpedos algo
g randes, los ojos y orejas se regalan ; ios sesos
en pedazos p a ra quien g u ste ; y en ruedas chi­
cas lengua, c a rrillo s, &c.
11‘ . E l jam ón caliente ó frió siem pre se
p arte al trav és y en rajas d elg a d a s; la espalda»
lomo y espaldilla como el ternero .
1 2^ L a p iern a de carnero, te rn e ra ¿ cabrito
se p arte á lonjas.
13*. E n el jab alí, corzo, iechonchílio, y en
todo cuadrúpedo pequeño se c o rta la cabeza y
las o r e ja s ; divídese p o r la m ita d ; cúrtase el
muslo y espalda izquierda, despues el muslo y
espalda d é re c b a ; levántese el pellejo de lo re s­
ta n te, y pártase p ara quien guste ; divídase en
dos p artes el espinazo, y se sirve en pedacitos,
siendo m uy sabrosos los del pescuezo, costillas
y piernas.
14*. E n el pavo, gallina, palom a, pichones,
pollos y aves, se tienen firmes con el trin ch an te,
y apoyándolas con el cuchillo, cogeráse con
aquel lo grueso del m uslo izquierdo, corlando
el nervio que le une, y tirando con el tenedor
p o r la izquierda, despues el alón p o r ia coyun«
t u r a ; hágase lo mismo por la d e re c h a ; el estó­
mago, esqueleto y rabadilla en dos p a rte s, y si
fuere pavo la ubre se servirá en pedazos á p arte ,
y ia pechuga á lo largo, y luego en pedazos al
trav és, dejando el esqueleto solo.
15% C uando estas aves son muy tiern as diví­
danse en dos partes á lo largo y se sirven : el
pedazo de la rabadilla es regalo de c a riñ o :
tam bién ¡as perdices se trin ch an asi ; p ero
m ayor obsequio gastronóm ico es d a r á cada uno
un pájaro ó dos, si son pequeños.
16% L a zarceta, auade, y toda ave de agua, se
dividirán en lonjas los lados del estóm ago, y des­
pues los m uslos y alones.
17‘ > L os conejos y liebres se p artirá n á lo
largo desde el cuello, dividiendo en dos el esp i­
nazo ; se sacan los ¡om itos, y se cortan al través
en pedazos pequeños.
18'^. Se trinchan los pescados con la cuchara,
á no n ecesitarse el cuchillo p a ra la cabeza, del
cual se u sa para hacer rebanadas la a n g u ila: ad^
virtiendo que la perca, dorada y bacalao se cortan
al hilo del espinazo, que es lo m as carnoso y de­
licado, y luego en tro z o s ; la lam prea, barbota y
pescados m enores, se harán con la cuchara dos 6
tre s pedazos al trav és, prefiriendo lo que está m as
cerca de las aletas,
19^. P a ra las ensaladas hay varios adere-
zos : anchovas, aceitunas, huevos d u ro s, ajo,
h ierba buena, cebolla ; ensalada real, ensalada
favorita, ensalada capuchina, & c., pero en to ­
das se dice que se necesitan que concurran cua­
tr o personas : un pródigo para el aceite, un
avaro p ara el vinagre, un pru d en te p a ra la sal,
y un tonto p ara m enearla, y la circunstancia que
añade el italiano corresponde en n u e stra lengua,
á un burro p ara com erla.
20^. E n las pastas grandes y calien tes, co­
mo las to rta s, em panadas y rellen os, si la tap a
no esta sobrepuesta, se da un corte al rededor,
se pasa á otro plato, y se sirve de d en tro , y
despues la pasta al que guste.
21”. L os pasteles de crem a, alm endras, fru ­
ta s ó dulces se ofrecen sin p a rtir, si son peque­
ños ; y en pedazos desde el medio á la circunfe­
ren cia si son grandes.
22^. E n los po stres se re p a rtirá n los m el­
lones en rebanadas i lo largo, y las sandías en
circulo.
L as p eras, m anzanas, m elocotones,
naranjas se cogerán con un ten ed o r pequeño ó
punzón, y m ondadas de alto á bajo de modo
que quede colgando la cáscara, se p a rtirá n á
pedazos á lo largo, y se sirven con la pu n ta del
cuchillo.
23“. £1 café se sirve en tazas ó grandes gícaras con su platillo y cucharitas : echando de
la cafetera ta n to café cuaato baste para estar
casi llena la taza, si se ha de m ezclar leche,
h asta derram arse bien en el plato, y tom ando
la cuchara general se echará el azúcar que
gu ste, ó se servirá á las señoras y caballeros de
carácter ó segundará si quisieren, llenando des­
pues de los licores las copas, se irán alargando
á cada uno de los que pidan.
24*. U sará de los palillos, m ondadientes y
enjuague de la boca según la costum bre de la
m esa, m anteniendo siem pre la com postura, de­
cencia y oportunidad en to d o ; con cuyas cua­
lidades, y la exacta observancia de todos los
preceptos an teriores de la G astronom ía, disfru­
tarán los que sigan este sistem a salutífero, de
los placeres de la m esa, y los disfrutarán cele­
brándolos con los encantos de la poesía festiva,
y siendo al mismo tiem po las delicias de la so­
ciedad.
LONDRES:
EN Í/A IM PR E N T A DE CARLOS WOOD B H IJO ,
I’oppiu’i Court, Fleet Street.
»Jsairf'.
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Prologo del A utor..............................................................
xi
Canto Primat o. Historia de la Cocina de lot Antiguos. .
1
Canto Segundo. E l Primer Servicio................................ 13
Canto Tercero. El Segundo Servicio................................ 29
Canto Cuarto. Los Postres.............................................. 43
A^oías del Canto Primero ................................................... 57
Elegia. Los fíreco-Romanos......................... ................. 61
Notas del Canto Segundo................................................... 73
Vertos á la Misantropia....................................................... 74
Tratados, atitos y problemas goftronómicos de Monltnaur,
compero del rey, gtntil-hombre de su cocina y coittraUrr
de los feüines de Francia............................................... 87
Notas del Canto Tercero..................................................... 97
Notai del Canto Cuarto.................................................... 109
Canción. La patata, ó situación de los Prisioneros en
Francia .......................................................................... 105
APENDICE.
Modelos de Poaías Espalíolas de varios metros y gustos
para celebrar los Piacerei de la Mesa.............................114
^líflcreontícas. El Sabor dtl Tino......................................114
/d mt Criado
................... ............ ...............................115
Del Vino.................................................................................
De un Borracho............................................... .................. I I 7
Efecto$del Vúw ................................................................. Ijg
Sed intaciable...................................................................... ...
Cantittelas, Eiiemigos de Baco........................................ 121
Deleite del Beber................................................................. 122
Odas. Del Vino y del Amor ............................................ 123
Del Vino.............................................................................. 124
Del m^oT V in o .................................................................. 124
Letrillas. En un Convite de Amistad.............................. 125
Filosofía de la Panza.......................................................... 128
Redondillas. Cena sabrosa ............... .............................. 13Q
Vidametúdica........................................ ........................... I 34
135
Monóslrofe. Efectos del suave Vino..........................
Trovas. El Borracho....................................................... I 37
Requiebros á la Bota........................................................... 14q
Virtudes de la B ota........................................................... 142
La V i^a Amiga del Vino.............................................. . 143
Conujos de una Comadre .................................................... I 45
Ancha Vida.......................................................................... I47
Mi Gusto en Córner.............................. .......... ................. I 47
La M m e n d a ...................................................................... I 49
A J erez.................................. ...............................................
Obstfrvactonís sobre ta Cortesanía y Ilotwres que debe guardar todo buen Gastrónom en la Mesa.......... ............
161
OBRAS ESPAÑOLAS
PUBLICADAS PO R EL SR. R . ACKERMANN.
NOTICIAS de las PROVINCIAS UNIDAS del
RIO de la PLATA, por D. Ignacio Nuñez.
LA VENIDA DEL MESIAS, en tres tomos, 8vo.
HISTORIA ANTIGUA de MEGICO, por CJavigero, traducida del Italiano por J . J . de Mora, con
escelentes estampas y uq mapa.
CATECISMO de GRAMATICA LATINA, por
J . J. de Mora.
GRAMATICA LATINA, por Yriarte.
iElii Antonii Nebrissensis de INSTITUT. GRAM-
MATIC^á:.
CLAVE deCONOZIMIENTOS UTILES, traducido
por D. Pablo de Meadibil.
IDEOLOGIA NATURAL, por Paley.
GRAMATICA INGLESA, por D. José de Urcullu.
Tercera Edición.
DIOS ES EL AMOR MAS PU RO, mi Oración
y mi Contemplación. Traducido por D. José de Urcullu.
MEDITACIONES POETICAS, por J .J .d e Mora,
con estampas.
VERDADES ETERNAS, esplicadas en Lecciones.
CARTAS sobre la EDUCACION del BELLO
SEXO. Segunda Edición.
LECCIONES de MORAL, VIRTUD y U RBA­
NIDAD, por D. José de Urcullu.
EL PA D R E NUESTRO del SUIZO, con estampas.
DE LA ADMINISTRACION de la JUSTICIA
CRIM IN AL en INGLATERRA, por M. Cottu.
Traducida al Castellano por cl Autor del Español y de
las Variedades.
CATECISMO d e G e o g r a f í a . Cuatta Edición.
---------------------- Q u í m i c a . Tercera Edición.
---------------------- A g r i c u l t u r a . Segunda Edición.
-------------------------------I n d u s t r i a R u r a l y E c o n o u ic a .
------------------------------ H i s t o r i a d e l o s I u p e r i o s A n t i o v o s .
------------------------------ H i s t o r i a d e G r e c i a .
—
H is t o r ia R o m a n a . ‘
• ■
H m o R i A d e l B a jo I m p e r io .
---------------------- H i s t o r i a M o d e iu < a , Parte I.
---------------------- H i s t o r i a M o d e r n a , Parte II.
---------------------- A s t r o n o m i a . Tercera Edición.
------------------------------ GRAMATICA C a s t e l l a n a . Seg. Ed.
------------------------------ E c o n o m í a P o l í t i c a . Seg. E d .
-------------------- — M i t o l o g i a , p o rD .J.d e Urcnllu.
' ■ ■ A r i t m e t i c a C o m e r c i a l , por el mis­
mo. I ’ercera Edición.
-------------------------------H i s t o r i a N a t u r a l , p o r e l m is m o .
---------------------- K e t o e i c a , por el mismo.
---------------------- M o r a l , por el Dr. D. J . L. de Villanueva. Segunda Edicioa.
•~ ■ ' . ■
Los L i t e r a t o s , por el mismo.
• G e o u e t r i a E l e m e n t a l , por D . José
Nufiez de Arenas. Seg. Ed.
---------------------- A l g e b r a , por el mismo. Tere. Ed.
— ■■■.
— . . A m b a s T r i g o n o m e t r í a s , por el mis­
mo. Tercera Edición.
---------------------- G e o m e t r í a P r a c t i c a , por el mismo.
---------------------- G e o o r a h a , para el Uso de los Glo­
bos, por el mismo.
------------------------- M usica , con aj>licacion 4 la
Fortepiano jr Guitarra.
del
E JE R C IC IO COTIDIANO, con varias Devociones
útiles al Cristiano: Oraciones para antes y despues de
la Confesion y Comunion \ y otras para la Santa Misa.
Recopilado por un Devoto.
LA SOLEDAD, por Young.
RESUMEN HISTORICO de la REVOLUCION de
los ESTADOS UNIDOS MEJICANOS, sacado piincipalmeote de las cartas publicadas por I). Carlos Maria
Bustamante.
MEMORIAS de la REVOLUCION de MEGICO,
y de la Espedicioo del General Mina.
LA GASTRONOMIA, 6 los Placeres de la Mesa.
CURIOSIDADES para los ESTUDIOSOS.
GIMNASTICA del BELLO SEXO. Seg. Ed.
LA HISTORIA de C I^ R A HARLOWE, por
Richardson, en ocho tomos.
DESCRIPCION ABREVIADA del M UNDO : —
P ersia, 2 tomos.
I n g l a t e r r a , E s c o c ia , e I r l a n d a , 2 to m o s .
VERDADERA IDEA de la SANTA SEDE. Escrita
en Italiano por el Presbítero D. Pedro Tamburini de
Brescia. Traducida al Espafiol.
CUENTOS de DUENDES y APAHÉCIDOS, tra ­
ducidos del Ingles por D. José de Urcullu.
TRESCIENTAS SENTENCIAS ARABES.
ELEMENTOS de la CIENCIA de HACIENDA,
por D .José Canga Argiielles.
LA NUEVA MUÑECA, con Seis Estampas.
E L MENSAGERO, por D. José Blanco White.
Toda la coleccion.
E L ESPAÑOL, por B l a n c o W h i t e . Toda la
coleccion.
MUSEO UNIVERSAL de CIENCIAS y ARTES,
por J. J . de Alora. 1'oda la coleccion.
CORREO LITERARIO y POLITICO de LON­
DRES, por J . J . de Mora. Toda la coleccion.
IVANHOE, Novela por el Autor de Waverley y del
Talisman.
E L TALISMAN, cuento del tiempo de las CRU­
ZADAS, por el Autor de Waverley, Ivanhoe, &c.
MANUAL D E MEDICINA DOMESTICA, l2mo.
CUADROS (le la HISTORIA de los ARABES,
dos tomos.
OBRAS LIRICAS de D. Leandro Fernandez de
Moratin.
OBRAS POSTUMAS de D. Nicolás Fernandez de
Moratin.
NO M £ OLVIDEIS, Coleccion de Composiciones.
En seis tomos.
ELEMENTOS de D IB U JO . Segunda Edición.
ELEMENTOS de PERSPECTIVA.
ELEMENTOS de ESGRIMA.
RECREACIONES GEOMETRICAS.
RECREACIONES ARQUITECTONICAS.
MUESTRAS de LETRA INGLESA.
VIAGE PINTORESCO por las Orillas del SENA.
VIAGE PIN T O R iS C O a las Orillas del GANGES
y del JUMNA, en la ladia.
VIAGE PINTORESCO por las Orillas del R IN .
TRAJES ASIATICOS, con 44 Estampas.
VISTA de LIM A por el lado del Este.
VISTA de las MONTAÑAS PR IN C IPA L E S del
MUNDO.
TRAGES de BODA de las Principales Naciones.
UN MAPA G RA NDE de la R E PU B U C A de
MEGICO.
DOS VISTAS de MEGICO iluminadas.
REGISTROS para LIBROS, en 10 estampas.
El establecimiento del S r . A c x e r u a n n abraza un
grande numero de estampas de todo genero de asunto
y grabado, y un completo surtido de colores, pinceles,
lapices, tintos, papel, paletas, y demas objetos, mate­
riales é instrumentos necesarios y útiles al cultivo de
las Bellas Artes.
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