Los Ingenios del S. XVI al S. XVIII

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Los Ingenios del S. XVI al S. XVIII
Los primeros ingenios
En el último tercio del siglo XVI se inicia la expansión de la caña de azúcar en Adra,
siguiendo la orden del Consejo de Población de Granada, que cumplía con una Real
Cédula de 24 de febrero de 1577. La propia corona impulsaba esta actividad
industrial. A comienzos de 1580 había ya en Adra un molino de caña movido por
agua, construido por Pedro Osago, natural de Parma (Lombardía). Este molino se
transforma en un ingenio.
Un Ingenio es una fábrica preindustrial destinada a la obtención de azúcar, que
funciona con un sistema hidráulico movido por agua. Inicialmente la obtención del
azúcar y la miel de caña o melaza comenzó a obtenerse en primitivos trapiches,
que eran movidos por bestias.
En el ingenio la caña de azúcar se molturaba por medio de un sistema de cilindros
colocados horizontalmente. Este sistema de producción era frente al trapiche, la
verdadera factoría azucarera, en la cual se seguía todo el proceso de elaboración,
desde la molturación de la caña, hasta la consecución del azúcar.
El primer dato fidedigno sobre el cultivo de la caña de azúcar en Adra se encuentra
en los protocolos notariales de Berja de 1583 (El más antiguo protocolo notarial que
se conserva en Berja). En esta fecha existe un ingenio en plena producción y desde
Adra se exporta azúcar a Génova, lo cual significa que dicho cultivo es una
actividad agrícola en plena producción desde años atrás.
Moldes empleados en la obtención de formas de azúcar en el primitivo ingenio
En 1583 el ingenio de Adra pasa a manos de una compañía milanesa formada por
Cesar Tride (natural de Como) y administrado por el milanés Juan Pedro Lucino,
residente en Berja.
Recuperación del Patrimonio Cultural de Adra
© 2008 www.adracultural.es
A su vez César Tride vende el ingenio a otra compañía milanesa formada por
Hortensio y Deyfebo Roque y Nuncio Palavesino, residentes en Madrid. El ingenio
era administrado en Adra a través del milanés César Rusca, hacia el 23 de julio de
1583.
En 1586 se cree que existe un segundo ingenio, construido con posterioridad al de
los milaneses, cuyo propietario era Antonio Lucas de Villegas Bravo.
Se conserva una minuciosa descripción en una escritura de venta otorgada en
Granada en diciembre de 1592, por la cual fue adquirido por Melchor Ruiz de
Canales: “El ingenio denominado “del agua moliente y corriente” estaba situado
junto al río en el pago de Bolbolú, y contaba con dependencias anéxas tales como
una alfareria para hacer las “formas” y los porrones de barro, así como un horno
para cocer estas cerámicas. El ingenio, fue vendido en 6000 ducados por Sebastian
Lucas, regidor de la Villa de Alcantara, en calidad de heredero de su hermano
Antonio Lucas, a Melchor Ruiz de Canales, depositario general de la ciudad de
Granada”.
De la existencia de dos ingenios en Adra hay constancia a través de la
documentación relativa al asalto Turco de 1620. En esta fecha solo funciona uno
propiedad de comerciantes genoveses pero se distingue entre el “ingenio viejo” y el
“ingenio”. Precisamente el ingenio que se encontraba en producción fue objeto
principal del ataque de los piratas turcos, que destrozaron el salto de agua,
quemaron las voladeras y se llevaron el azúcar existente y la miel almacenada.
Se tiene constancia de que uno de los dos ingenios, que debieron estar situados en
la loma del Campillo (inmediatamente al Este del antiguo cauce del río) data de
1588 cuando Pedro Osago contrata con once vecinos de Adra bajo ciertas
condiciones, la construcción de un molino para caña de azúcar movida por agua.
Los agricultores se comprometían a plantar seis marjales con dicho fruto.
En el siglo XVII este ingenio pasa a manos del genovés Marcos Monsa, socio del
también genovés afincado en Granada Juan Bernardo Oliver Veneroso y de éste a
su socio y paisano Rolando Levanto. Este es el ingenio conocido popularmente
como Santa Julia, que perdurará hasta mediados del siglo XIX.
El otro ingenio pasa a manos también de comerciantes italianos en enero de 1598,
el comprador Juan de Spindola y actúa como fiador otro genovés, Marco Antonio
Galizano que es uno de los mayores propietarios de tierra en la vega de Adra.
En torno a la caña de azúcar la tierra de Adra experimenta un importante
crecimiento demográfico en las ultimas décadas del Siglo XVI y primera del XVII.
La costa almeriense no es un lugar seguro ni apacible para la población pues el
corso turcoberberisco acecha permanentemente a los moradores de esta zona,
como ocurre finalmente con el asalto a Adra en 1620. Pero ello no impedirá debido
a las expectativas económicas de la caña de azúcar la llegada de labradores de las
zonas del interior.
El asalto a Adra del 14 de octubre de 1620, cuando unos 400 piratas berberiscos
desembarcan por el pago de Benaluquete acarreó más un problema económico y
social que la destrucción del propio ingenio, que sirvió como defensa en los
primeros momentos a las exiguas tropas mandadas por Luis de Tovar que les
hicieron frente. El incendio que los piratas provocaron en la iglesia, donde se
guardaban muchos documentos sobre la propiedad de la tierra, provocaron que los
poderosos genoveses se adueñaran de las tierras realengas, que fue causa de un
pleito y de un nuevo apeo.
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