Número de registro: 16979 Novena Época Instancia: Tribunales

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AMPARO DIRECTO 35/2002.
Número de registro: 16979
Novena Época
Instancia: Tribunales Colegiados de Circuito
Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta
Tomo: Tomo XV, Abril de 2002
Página: 999
AMPARO DIRECTO 35/2002. JESÚS JOSÉ ESPINOZA MENDOZA.
CONSIDERANDO:
QUINTO. Antes de proceder al estudio de los conceptos de violación, es necesario ocuparse
del análisis de la causa de improcedencia que de manera oficiosa advierte este tribunal en
relación con uno de los actos reclamados, por ser una cuestión de orden público y de estudio
preferente acorde con lo dispuesto por la parte final del artículo 73 de la Ley de Amparo.
Efectivamente se actualiza la hipótesis de improcedencia a que se refiere la fracción XVI del
artículo 73 de la ley reglamentaria del juicio de garantías, cuando en amparo directo se
reclama la sentencia de primera instancia o se vierten conceptos de violación en contra de lo
resuelto en aquel fallo, si previamente fue recurrido en apelación, pues en tal caso cesaron los
efectos de aquella sentencia al haber sido sustituida por la de segunda instancia que resolvió
el recurso de apelación, pues la subsistencia, modificación o revocación de la de primer grado
deriva de lo resuelto en la alzada; por tanto, al actualizarse la causa de improcedencia
mencionada, lo procedente es sobreseer en el juicio respecto del acto reclamado al Juez de
primera instancia con apoyo en la fracción III del artículo 74 de la propia ley en cita.
Sobreseimiento que se hace extensivo a los actos de ejecución que se atribuyen al Juez de
primera instancia, ya que el quejoso los supedita a la supuesta ilegalidad de la sentencia de
segunda instancia, lo cual es incorrecto, porque en el amparo directo no se pueden revisar
actuaciones posteriores a la sentencia o resolución que puso fin al juicio, por los motivos
expuestos.
SEXTO. Ahora bien, los conceptos de violación que vierte el solicitante de la protección
federal son por un lado infundados y por otro inoperantes.
Antes de proceder a su estudio, como antecedentes del caso conviene destacar los siguientes.
En el juicio sumario civil de origen el actor, ahora quejoso, demandó de la tercera
perjudicada las siguientes prestaciones: "1. La rescisión del contrato de compraventa que
hube celebrado con mi hoy demandada el día cinco de noviembre de mil novecientos noventa
y cinco (sic), con cláusula de reserva de dominio. 2. La entrega del bien inmueble que más
adelante identificaré, en razón de que por sentencia firme se declare la rescisión del contrato
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de compraventa con reserva de dominio mencionado en el inciso anterior. 3. El pago de
gastos y costas que se originen por concepto del presente juicio.".
Para lo anterior, el actor se apoyó en los siguientes hechos:
"I. Con fecha 5 de noviembre de 1991 celebré contrato de compraventa con la C. Ana María
Mercado Ortiz, respecto de una finca de mi propiedad ubicada en el Lote No. 22 de la
manzana 910 ubicada en el fraccionamiento Club Cazadores Juarenses de esta ciudad, con
superficie de 166.1754 m² y con las siguientes medidas y colindancias: partiendo del punto
marcado con el número 1 que se localiza a 19.83 mts. de la esquina que forman el cruce de
las calles Helio y Lirios, al punto número dos, rumbo NE 19°16' mide 9.915 mts. linda con el
lote No. 15; del punto tres al cuatro rumbo NW 70°44' mide 16.76 mts. linda con el lote No.
21; del punto cuatro al uno de partida para cerrar la figura, rumbo SW 19°16' mide 9.915 mts.
y linda con la calle Helio. II. Se pactó, entre otras cosas, que la venta sería con reserva de
dominio y que la forma de pago sería de la siguiente manera: el precio total fue de dieciséis
mil dólares moneda americana o su equivalente en moneda nacional al tipo de cambio libre
que rija al momento de su pago, habiendo entregado, en el momento mismo de la celebración
del contrato, una cantidad de dos mil dólares moneda americana y el resto, o sea, la cantidad
de catorce mil dólares moneda americana, se obligó a pagarla la demandada en sesenta pagos
mensuales cada uno de ellos por la cantidad de dos cientos cincuenta dólares moneda
americana, debiendo efectuar el primer pago el día 5 de diciembre de 1991 y así
sucesivamente los días cinco de cada mes. Se pactó, asimismo, un interés moratorio a partir
del segundo incumplimiento a razón de una tasa de interés anual que rija para las cuentas de
ahorro en el Banco Nacional de México, S.A. III. En virtud de que la C. Ana María Mercado
Ortiz incumplió con el pago pactado para el día 5 de marzo de 1994, razón por la cual
promoví diligencias de jurisdicción voluntaria con la finalidad de que se le hiciera saber que
tenía el término de treinta días contados a partir de la mencionada interpelación para que
hiciera el pago de lo adeudado; mas no obstante que en fecha trece de febrero del año en
curso se constituyó el C. Actuario adscrito a ese H. Tribunal al domicilio de mi hoy
demandada y encontrándola presente le notificó la razón de su comparecencia en dicho lugar
y le hizo saber que tiene el término de treinta días a partir del día siguiente para hacer el pago
de lo adeudado, diligencias que quedaron radicadas con el expediente No. 203/95 en ese
mismo H. Tribunal, de las cuales agrego copias certificadas para todos los efectos legales a
que diere lugar. IV. Debido a que mi hoy demandada incumplió con el pago de la operación
de compraventa, vengo a demandar la rescisión del multicitado contrato, pues tal y como lo
acredito con las documentales públicas que agrego, se acredita la mora en la cual ha incurrido
la compradora; rescisión que solicito ipso iure, pues de conformidad con lo establecido en el
artículo 1690 del Código Civil vigente para el Estado, que a la letra dice: ‘La facultad de
rescindir las obligaciones se entiende implícita de las recíprocas para el caso de que uno de
los obligados no cumpliere lo que le incumba. Sólo pueden rescindirse las obligaciones que
en sí mismas son válidas.’, pues acredito la existencia del contrato, su validez y el
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incumplimiento de mi demandada."
Por su parte, la demandada en el juicio natural negó acción y derecho a la parte demandante,
expresando, entre otras cuestiones, que aun cuando sí fue celebrado el contrato referido por el
actor, habiéndose pactado un precio de $16,000.00 (dieciséis mil dólares moneda americana),
como cantidad total de la operación, habiéndose entregado al momento de la celebración del
contrato a la parte vendedora $2,000.00 (dos mil dólares moneda americana), quedó
pendiente un saldo de $14,000.00 (catorce mil dólares moneda americana), respecto de los
cuales la demandada aceptó cincuenta y seis letras de cambio, cada una por la cantidad de
$250.00 (doscientos cincuenta dólares moneda americana), y no sesenta documentos como se
dijo en la demanda. Asimismo, sostuvo que se encontraba al corriente en sus pagos,
exhibiendo para ello doce documentos de los denominados letra de cambio, que obran entre
las fojas 29 y 30, correspondientes, según el dicho de la demandada, a los doce meses del año
mil novecientos noventa y cuatro; expresando, además, entre otras cosas, que siempre había
cumplido con el pago oportuno de las mensualidades pactadas, y que el actor no exhibió con
su demanda los documentos que al decir de la demandada ella firmó para asegurar dichos
pagos.
Con fecha diecisiete de enero de dos mil uno, la Juez de primer grado dictó sentencia
absolviendo a la demandada de todas las prestaciones reclamadas por el actor.
Inconforme con la referida sentencia, el actor interpuso recurso de apelación que fue resuelto
con fecha treinta y uno de octubre de dos mil uno, confirmando la sentencia apelada, la cual
constituye el acto reclamado.
Sentado lo anterior, se pasa enseguida al estudio de los motivos de disenso vertidos por el
quejoso.
Aduce el peticionario de garantías que es inexacto lo sostenido por la autoridad responsable
en el sentido de que la litis se limitó a la reclamación efectuada por el actor, atinente al pago
correspondiente al mes de marzo de mil novecientos noventa y cuatro, pues según alega, él
demostró con las diligencias practicadas en el expediente número 203/95, cuyas actuaciones
se agregaron en copias certificadas al juicio natural, que a la fecha de requerimiento judicial
de pago efectuado a la actora se adeudaban once mensualidades desde el cinco de marzo de
mil novecientos noventa y cuatro hasta el cinco de enero de mil novecientos noventa y cinco.
Lo anterior deviene infundado, porque no es verdad que el quejoso hubiera intentado la
rescisión del contrato de compraventa que nos ocupa, con apoyo en la circunstancia de que la
demandada adeudara once mensualidades relativas al periodo que él refiere, toda vez que,
como se advierte, de la demanda de origen, en lo conducente, el accionante apuntó lo
siguiente: "En virtud de que la C. Ana María Mercado Ortiz incumplió con el pago pactado
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para el día 5 de marzo de 1994, razón por la cual promoví diligencias de jurisdicción
voluntaria con la finalidad de que se le hiciera saber que tenía el término de treinta días
contados a partir de la mencionada interpelación para que hiciera el pago de lo adeudado;
mas no obstante que en fecha trece de febrero del año en curso se constituyó el C. Actuario
adscrito a ese H. Tribunal al domicilio de mi hoy demandada y encontrándola presente le
notificó la razón de su comparecencia en dicho lugar y le hizo saber que tiene el término de
treinta días a partir del día siguiente para hacer el pago de lo adeudado"; sin que se advierta
que en su demanda haya precisado que reclamó la rescisión del contrato de mérito debido a la
falta de pago de once documentos consecutivos, como ahora lo aduce el quejoso,
pretendiendo con ello mejorar el planteamiento que realizó ante el Juez natural, máxime que
con posterioridad a lo antes transcrito, el ahora quejoso agregó que con fecha trece de febrero
de mil novecientos noventa y cinco, el actuario del juzgado de origen le hizo saber a la actora
que contaba con el término de treinta días a partir del siguiente al en que se le notificó "para
hacer el pago de lo adeudado", por lo que continuó con imprecisiones en su demanda,
adicionando en el hecho número tres de ésta que acudía a demandar la rescisión del contrato
debido a que la demandada "incumplió con el pago de la operación de compraventa"; de
donde resulta, como ya se dijo, que el actor no planteó, como ahora lo aduce, con la precisión
que apunta en sus conceptos de violación que se adeudaban once pagos a la fecha del
requerimiento judicial aludido, ni mucho menos que éstos correspondieran al periodo
comprendido desde el cinco de marzo de mil novecientos noventa y cuatro hasta el cinco de
enero de mil novecientos noventa y cinco; por lo que acorde a lo dispuesto en el artículo 95
del Código Federal de Procedimientos Civiles, en el que se apunta que las sentencias se
ocuparán sólo de las acciones deducidas y de las excepciones opuestas, se estima entonces
correcta la determinación de la Magistrada responsable en cuanto a la litis se refiere; ello, con
independencia de si la Juez de origen analizó o no cuestiones ajenas a la controversia como lo
refiere el quejoso, máxime que a final de cuentas, la Magistrada adquirió en la apelación la
jurisdicción plena para resolver apegada a la ley; de ahí que también devenga irrelevante si el
actor acreditó o no que a la fecha del requerimiento judicial se adeudaba el pago de once
mensualidades como lo alega en sus conceptos de violación, porque sólo los hechos materia
de la controversia son objeto de prueba.
Sin que resulte dable analizar este aspecto de la litis de manera distinta a la pretendida por el
quejoso en sus motivos de inconformidad, en atención a que al tratarse de un amparo en
materia civil, rige el principio de estricto derecho, como cuando en el caso no se actualiza
ninguno de los supuestos previstos en el artículo 76 bis de la Ley de Amparo.
En esta tesitura, en el presente fallo resultan inoperantes, como consecuencia de lo anterior,
todos los argumentos dirigidos por el impetrante del amparo a demostrar que la actora
incumplió con una serie de obligaciones consistentes en cubrir diversos pagos mensuales
diferentes al relativo con el mes de marzo de mil novecientos noventa y cuatro,
correspondientes al contrato de compraventa cuya rescisión se reclamó en el juicio natural.
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En diverso aspecto, es inoperante lo expresado por el inconforme en relación con la falta de
análisis de diversos documentos que aparecen entre las fojas 29 y 30 de autos.
Lo anterior es así, porque de la lectura de la sentencia reclamada se aprecia que atinente a lo
anterior, la Magistrada responsable sustentó las siguientes consideraciones: "debe destacarse
que la demandada acreditó su dicho de encontrarse al corriente en sus pagos, a través de doce
letras de cambio que agregó a su escrito de contestación, mismas que señala amparan las
mensualidades correspondientes a enero, febrero, marzo, abril, mayo, junio, julio, agosto,
septiembre, octubre, noviembre y diciembre de mil novecientos noventa y cuatro; letras de
cambio que consignan cada una de ellas la cantidad de $250.00 (doscientos cincuenta
dólares), conteniendo todas ellas, como lugar y fecha de suscripción el de Cd. Juárez, Chih., 5
de diciembre de 1991, a la orden de Jesús José Espinoza, pagaderas los días 5 de cada mes, a
partir, como ya quedó señalado en líneas que preceden, de enero a diciembre de 1994,
obrando, particularmente, aquella que consigna la mensualidad del 5 de marzo de 1994, la
mención, con marcador negro, de la palabra pagado; documentales privadas que no fueron
objetadas por la parte contraria en cuanto a su suscripción ni en cuanto a su contenido,
motivando por ello que la Juez de origen les concediera pleno valor probatorio, acorde con lo
dispuesto por los artículos 310, 313, 320, 324, 380, 381 y demás relativos del Código de
Procedimientos Civiles del Estado"; sin que de la lectura de los motivos de disenso expuestos
por el inconforme, se advierta que el quejoso combata esas diversas consideraciones torales
que fueron sustento de la autoridad responsable para conferirles pleno valor probatorio a los
documentos en mención; esto es, que los referidos documentos, entre los que se encuentra
incluido el documento materia de la litis, correspondiente al mes de marzo de mil novecientos
noventa y cuatro, alcanzaron el valor señalado, amparando cada uno la mensualidad
correspondiente por la cantidad de doscientos cincuenta dólares, conteniendo como lugar y
fecha de suscripción Ciudad Juárez, Chihuahua, en cinco de diciembre de mil novecientos
noventa y uno, a la orden de Jesús José Espinoza, pagaderas los días cinco de cada mes, por
el periodo de enero a diciembre de mil novecientos noventa y cuatro y, en especial, la
referente al cinco de marzo de ese año, en la cual obra la mención de "pagado", sin que tales
documentos hayan sido objetados en cuanto a su suscripción así como a su contenido, por lo
que estimó la Magistrada responsable que la Juez de origen actuó correctamente al
concederles pleno valor probatorio, acorde a lo dispuesto por los artículos 310, 313, 320, 324,
380, 381 y demás relativos del Código de Procedimientos Civiles del Estado.
En este orden de ideas, evidentemente que ante la falta de combate por parte del quejoso en
cuanto a estas consideraciones se refiere, traen como resultado que éstas continúan rigiendo
el sentido de la sentencia reclamada en el aspecto de que se trata.
Sirve de apoyo a lo anterior, la tesis de jurisprudencia sustentada por el Segundo Tribunal
Colegiado en Materia Civil del Tercer Circuito, visible con el número 501, en la página 439
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del Tomo IV, Materia Civil, del último Apéndice al Semanario Judicial de la Federación, que
dice:
"CONCEPTOS DE VIOLACIÓN INOPERANTES. LO SON CUANDO NO SE
COMBATEN LOS FUNDAMENTOS DEL FALLO RECLAMADO NI SE ESTÁ EN
ALGUNO DE LOS CASOS DE SUPLENCIA DE LA QUEJA PREVISTOS EN LA LEY.
Si en un juicio de amparo en materia civil, el quejoso omite controvertir y, por lo mismo,
demostrar, que las consideraciones medulares en que se sustenta el fallo reclamado son
contrarias a la ley o a la interpretación jurídica de la misma, sin que, por otra parte, se surta
alguna de las hipótesis previstas por el artículo 76 bis de la Ley de Amparo, en cuya virtud
deba suplirse la queja deficiente en favor del agraviado; los conceptos de violación resultan
inoperantes y debe negarse la protección constitucional solicitada."
Ahora bien, a pesar de que el quejoso alega que con independencia de la falta de objeción
respecto de los documentos a que se ha hecho referencia, éstos no se valoraron correctamente
porque, según su dicho, debieron llevar una secuencia cronológica, sin que correspondan los
números de la serie de los cincuenta y seis documentos a la fecha en que se cubrieron; que los
documentos fueron redactados por la propia demandada; y que en ninguno aparece la firma
de conformidad del actor. Al respecto, debe decirse que estos conceptos de violación son
insuficientes para negarles valor probatorio a los multicitados medios convictivos, porque
independientemente de que esos aspectos pudieron ser materia de objeción, conforme al
artículo 324 del Código de Procedimientos Civiles del Estado, dentro del término que ahí se
establece, además, no logran destruir los efectos de la falta de objeción que trajeron como
consecuencia el reconocimiento tácito de esos documentos por parte del actor, como si
hubieran sido reconocidos expresamente en cuanto a los aspectos que ya quedaron firmes por
falta de impugnación conforme a la transcripción que antecede; dentro de lo que destaca que
el documento correspondiente al cinco de marzo de mil novecientos noventa y cuatro, apoyo
para intentar la rescisión que nos ocupa, entre otros documentos, se encuentra pagado, y que
había sido suscrito a la orden de Jesús José Espinoza, no habiendo sido objetado en cuanto a
su suscripción ni en cuanto a su contenido, por lo que se reitera, los argumentos que ahora
hace valer el quejoso en lo que toca a estos documentos son inoperantes, máxime si se
atiende a que los documentos privados presentados en juicio como prueba no objetados por la
parte contraria surtirán sus efectos como si hubieran sido reconocidos expresamente, acorde a
lo dispuesto por el artículo 322 del código adjetivo del Estado.
Al caso, cabe citar como apoyo, por las razones que la informan, la jurisprudencia sustentada
por la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, consultable bajo el número
1a./J. 86/2001, en la página 11 del Tomo XIV, noviembre de dos mil uno, del Semanario
Judicial de la Federación y su Gaceta, que es del tenor literal siguiente:
"DOCUMENTOS PRIVADOS. PUEDEN PERFECCIONARSE, ENTRE OTROS MEDIOS,
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A TRAVÉS DE SU RECONOCIMIENTO EXPRESO O TÁCITO, TENIENDO EN
AMBOS CASOS LA MISMA EFICACIA PROBATORIA PARA DEMOSTRAR LOS
EXTREMOS PLANTEADOS (LEGISLACIÓN DEL DISTRITO FEDERAL). Del
contenido de los artículos 334, 335 y 338 al 344 del Código de Procedimientos Civiles para el
Distrito Federal, se desprende el carácter de pruebas imperfectas de los documentos privados,
que pueden ser perfeccionados, entre otros medios, a través del reconocimiento expreso del
autor del documento, o por medio de su reconocimiento tácito derivado de su no objeción,
teniendo en ambos casos la misma eficacia probatoria para demostrar los extremos
planteados. Ello es así, porque de conformidad con lo dispuesto en el citado artículo 335, los
documentos privados presentados en juicio como prueba y no objetados por la parte
contraria, surtirán sus efectos como si hubieran sido reconocidos expresamente, siendo
correcto que se les otorgue un valor indiciario únicamente cuando no sean reconocidos,
expresa o tácitamente, ni su autenticidad sea reforzada a través de algún otro medio
probatorio de los establecidos en la ley, sin que ello atente contra el principio de valoración
de las pruebas consagrado en el artículo 402 del mencionado código adjetivo, toda vez que
este precepto únicamente obliga al juzgador a valorar en su conjunto los medios de prueba
aportados y admitidos, atendiendo a las reglas de la lógica y de la experiencia, exponiendo
los fundamentos de su valoración y de su decisión, por lo que, independientemente de que la
prueba documental privada se haya perfeccionado a través de su reconocimiento expreso, de
su reconocimiento tácito derivado de su no objeción, o de algún otro medio probatorio, se
valorará en conjunto con las demás probanzas, atendiendo a las señaladas reglas, exponiendo
el juzgador los fundamentos de su valoración y de su decisión."
En las apuntadas condiciones, sin que se estimen aplicables en el caso los criterios apuntados
por el quejoso en sus argumentos, atento la tesis antes transcrita; ante lo infundado e
inoperante de los conceptos de violación hechos valer, lo procedente es negar el amparo
solicitado.
Por lo expuesto, fundado y con apoyo además en los artículos 76, 77, 78, 158, 184, 190 y
relativos de la Ley de Amparo, se resuelve:
PRIMERO.-Se sobresee en el presente juicio de garantías, respecto del acto atribuido al Juez
Quinto de lo Civil del Distrito Judicial Bravos, residente en Ciudad Juárez, Chihuahua, en
términos del considerando quinto del presente fallo.
SEGUNDO.-La Justicia de la Unión no ampara ni protege a Jesús José Espinoza Mendoza,
en contra del acto reclamado del Magistrado de la Segunda Sala de lo Civil del Supremo
Tribunal de Justicia del Estado, residente en Chihuahua, Chihuahua.
Notifíquese; con testimonio de esta resolución, devuélvanse los autos a su lugar de origen;
háganse las anotaciones correspondientes en el libro de gobierno de este tribunal y, en su
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oportunidad, archívese el expediente.
Así, por unanimidad de votos, lo resolvió el Quinto Tribunal Colegiado del Décimo Séptimo
Circuito, integrado por los Magistrados José de Jesús González Ruiz, José Martín Hernández
Simental y Ramiro Rodríguez Pérez, siendo ponente y presidente el primero de los
nombrados.
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