ReCAD – Revista electrónica de Ciencias Aplicadas al Deporte, Vol. 4, N°13, Junio 2011. LA URBE OCCIDENTAL: UN GRAN “FEEDLOT” HUMANO1 Martín G. Farinola Laboratorio de Fisiología del Ejercicio y Biomecánica. ISEF Nº2 “Federico W. Dickens”. [email protected] Fecha de finalización: Abril de 2008. Resumen En el engorde a corral (feedlot) se le restringe intencionalmente al animal la capacidad de realizar actividad física y se le aumenta, también intencionalmente, la disposición de alimentos. El resultado obtenido (y buscado) es el engorde de los animales. Sostenemos que en las urbes occidentales sucede algo análogo con las personas que allí viven o transitan: restricción de las posibilidades de realizar actividades físicas, excesiva disponibilidad de alimentos, engorde de los sujetos. En este artículo se enumerarán los puntos de contacto entre un feedlot y una urbe occidental, se presentarán casos empíricos y se reflexionará acerca de este fenómeno. Palabras clave: engorde, urbe, energía “El sistema de Engorde intensivo de vacunos o Engorde a corral (feedlot) es una tecnología de producción de carne con los animales en confinamiento, y dietas de alta concentración energética y de alta digestibilidad.” (Gil, 2005) (Figura 1). Según Susana Gil (2005) los objetivos del feedlot son obtener una alta producción de carne por animal, de calidad, y con alta eficiencia de conversión (kilos de alimento / kilo de carne). Figura 1. Imagen de un feedlot. El feedlot es una estrategia que se encuentra dentro de lo que se denomina ganadería intensiva. En el otro extremo encontramos la ganadería extensiva, la cual “consiste en la cría y mantenimiento de los animales en extensiones más o menos amplias por las que los 1 Publicado originalmente en CD&BOOKS Nº 99 pp 6-7, 2008. 1 ReCAD – Revista electrónica de Ciencias Aplicadas al Deporte, Vol. 4, N°13, Junio 2011. animales vagan con cierta libertad buscando su propio alimento o siendo suplementados con aportes extraordinarios.” (Encarta, 2005). En la ganadería extensiva los niveles de actividad física habitual de los animales son mayores y la carne resulta ser más magra. Energéticamente podemos resumir al feedlot como altos ingresos energéticos (cantidad y calidad de alimento controlado por el hombre) y bajos egresos energéticos (poca actividad física, restringida por el hombre: cada animal tiene entre 20 y 30 m² de espacio asignado). De esta ecuación obtenemos como resultado, espectaculares aumentos de peso en el animal acorralado, justamente lo que se buscaba. Este aumento de peso se logra, en parte, debido a un aumento del contenido graso intramuscular y subcutáneo del animal (Santini, y otros, 2003), lo cual, aunque le de mejor sabor a la carne, puede perjudicar la salud del consumidor (Santini, 2003). Otro efecto colateral del feedlot es el impacto en el medioambiente. De no preverse, el engorde a corral produce contaminación del aire, del suelo, y del agua, principalmente por la acumulación concentrada de grandes cantidades de estiércol, las cuales pueden contaminar napas subterráneas de agua, traer malos olores, y atraer insectos. En resumen, vamos a mencionar algunas características de esta estrategia ganadera que nos interesan: - Alta densidad poblacional (cantidad de animales por m2). - Alto consumo energético (alimento). - Bajo gasto energético (actividad física). Y como consecuencia: - Rápido aumento del peso corporal. - Mayor cantidad de grasa corporal (intramuscular y subcutánea). - Mayor riesgo medioambiental (aire, suelo, y agua). De esta manera el hombre manipula el entorno (la dieta y la actividad física) de los animales para engordarlos más rápido que en el pastoreo clásico y así obtener el ansiado rédito económico. Ahora bien, ¿qué tiene que ver el feedlot con una urbe occidental? Leamos el siguiente párrafo: “Debido a los cambios en los hábitos de vida de nuestra sociedad actual (alta disponibilidad de alimentos con elevadas calorías, disminución de la actividad física) el sobrepeso y la obesidad están en aumento tanto en países desarrollados como en vías de desarrollo”. (Argentina. Ministerio de Salud de la Nación. 2005) Si a esta oración le quitamos el sujeto (“nuestra sociedad actual”) y los paréntesis, encontraríamos lo siguiente: “Debido a alta disponibilidad de alimentos con elevadas calorías y disminución de la actividad física, el sobrepeso y la obesidad están en aumento...”, o sea ¡feedlot! En Argentina el 49,1% de la población que vive en ciudades de más de 5.000 habitantes presenta exceso de peso, compuesto por 34,5% de sobrepeso (Índice de Masa Corporal mayor o igual a 25 kg/m2) y 14,6% de obesidad (Índice de Masa Corporal mayor o igual a 30 kg/m2). No se cuenta con estimaciones previas de base poblacional que permitan evaluar la tendencia longitudinal, sin embargo se observó que la prevalencia de sobrepeso y obesidad son similares a las de países en desarrollo (Argentina. Ministerio de Salud de la Nación. 2005). Se sabe que 2 ReCAD – Revista electrónica de Ciencias Aplicadas al Deporte, Vol. 4, N°13, Junio 2011. “La obesidad en los países en desarrollo refleja un profundo cambio social durante los últimos 20 a 30 años, el cual ha creado un entorno que promueve un estilo de vida sedentario y un consumo de dietas altas en grasa y densas en energía, que en conjunto se denomina transición nutritiva2.” (Turconi & Cena, 2007, p. 3). Parece ser que en las actuales ciudades industrializadas, y al igual que en el feedlot, es muy fácil engordarse. La forma en que el entorno promueve el sobrepeso es, según James Hill (1998): - Mayor cantidad de oportunidades para el consumo de grandes cantidades de comida. Gran variedad de comidas sabrosas y baratas están disponibles cerca de cualquier lado. - Dietas altas en grasas. - Avances tecnológicos y en el transporte han reducido la necesidad de la actividad física en la vida diaria. - El gusto por la televisión, los videojuegos, y las computadoras han incrementado la frecuencia y duración de actividades sedentarias durante el tiempo libre. En la Figura 2 se grafica el hipotético riesgo de desarrollar obesidad en función de dos conductas: actividad física y alimentación. El riesgo puede ser modificado por la actividad física y la limitación del consumo energético. La barra más alta (riesgo más alto de desarrollar obesidad) se encuentra en los niveles más bajos de actividad física y más bajos de limitación en el consumo de energía. (Hill, 1998). Figura 2. Riesgo de padecer obesidad en función del nivel de actividad física (Physical activity) y de la restricción dietaria (Dietary restraint). Tomado de Hill, 1998. En comunidades en donde la “occidentalización” ha ocurrido repentinamente (en sólo algunas décadas) el aumento de la cantidad relativa de gente obesa (prevalencia de obesidad) y sus consecuencias fueron observadas. Los cambios sufridos en este sentido por una comunidad de Inuits, en Igloolik (un pequeño asentamiento islándico en Territorios Noroeste, Canadá), fueron registrados por Andris Rode y Roy Shephard en un estudio longitudinal de 20 años (Rode & Shephard, 1994). Las actividades propias de esta comunidad que permitían su 2 Traducido por el autor; el término original en inglés es nutrition transition. 3 ReCAD – Revista electrónica de Ciencias Aplicadas al Deporte, Vol. 4, N°13, Junio 2011. subsistencia (cazar, pescar, atrapar con trampas) demandaban un elevado gasto energético total diario. Este estilo de vida activo fue asociado con elevados niveles de VO2max y fuerza muscular, y con bajo grosor de pliegues cutáneos, características que fueron registradas en el primer examen en 1970. En 1980 y en 1990 el mismo grupo de investigadores, con las mismas herramientas y los mismos protocolos realizaron las mismas evaluaciones a la misma cantidad relativa de pobladores (50 % de la población) utilizando el mismo protocolo de reclutamiento de voluntarios. Los resultados fueron notorios, se observó un marcado descenso de la aptitud física (menores valores de VO2max y fuerza muscular, y pliegues cutáneos más voluminosos) en ambos sexos y todas las franjas de edad en el transcurso de los 20 años. Los valores de VO2max y pliegues cutáneos en el último relevamiento (1989/1990) fueron similares a los de cualquier centro urbano canadiense. Esta disminución de la aptitud física coincidió con un cambio en el estilo de vida de los pobladores de Igloolik, un cambio que fue desde un estilo de vida tradicional físicamente activo a uno más urbano y sedentario: “La progresiva pérdida de fuentes tradicionales de actividad física habitual parece ser la más lógica explicación de la tendencia a la disminución de la aptitud física dentro de la comunidad” (Rode & Shephard, 1994, p. 523). En otra comunidad aborigen (First Nations), también en Canadá, la prevalencia de diabetes es al menos tres veces superior al promedio nacional, siendo esta enfermedad virtualmente desconocida por estas comunidades hace 50 años: “La adopción de una dieta de mercado alta en energía, grasas saturadas, y azúcares simples, además de una incrementada tendencia hacia un estilo de vida sedentario y reducida actividad física, lideran la causa del aumento en la prevalencia de obesidad y la consecuente diabetes.” (Health Canada, 2000, p. 4). En comunidades con “occidentalización” lenta se hicieron las mismas observaciones longitudinales: en Estados Unidos la prevalencia de obesidad aumentó un 57 % entre los años 1991 y 1999. “Claramente los genes relacionados con la obesidad no son responsables de esta epidemia debido a que el pool genético de los estadounidenses no ha cambiado significativamente entre los años 1991 y 1999” (Mokdad Ali y otros, 1999, p. 1650); lo que le otorga al entorno y la conducta mayores probabilidades de ser los factores explicativos de tal situación. Teniendo en cuenta estas evidencias y estos comentarios, parece ser que las urbes occidentales son análogas a los feedlot, al menos en las características antes mencionadas, ya que en ellas también encontramos: - Alta densidad poblacional (cantidad de personas por unidad de superficie). - Alto consumo energético (cantidad de alimento y densidad energética de los mismos). - Bajo gasto energético (actividad física). Y como consecuencia: - Rápido aumento del peso corporal. - Mayor cantidad de grasa corporal. - Mayor riesgo medioambiental. Discusión Al igual que los animales en un corral estamos viviendo en un entorno obesogénico, y al igual que ellos estamos aumentando nuestra grasa corporal. La diferencia entre el ganado en un 4 ReCAD – Revista electrónica de Ciencias Aplicadas al Deporte, Vol. 4, N°13, Junio 2011. corral y el humano en una urbe es que el humano no está obligado a ser sedentario y a alimentarse en exceso, sin embargo hoy es preocupante la cantidad de personas que han adoptado este estilo de vida. Si bien en la mayoría de los casos es el individuo quien decide el estilo de vida que adopta (o sea que los cambios en el entorno por sí solos no solucionarán el problema), se debe reconocer que actualmente el entorno urbano no favorece las decisiones activas: demasiados medios de transporte motorizados a disposición, escaleras mecánicas y ascensores por doquier, veredas angostas y en mal estado, falta de bicisendas, e inseguridad, son algunos ejemplos de ello. En este sentido James Hill afirma que “Para combatir la epidemia de obesidad primero debemos curar al entorno” (1998, p. 1373). Curiosamente algo que provocamos con evidente éxito en los animales de corral, también con éxito nos lo provocamos a nosotros mismos. ¿Por qué no nos damos cuenta? Posiblemente sea porque el legado de Charles Darwin todavía no ha sido suficientemente difundido por gran parte de la humanidad civilizada: el humano no está por encima de la naturaleza, el humano forma parte de ella y se ajusta a sus leyes. Bibliografía Argentina. Ministerio de Salud de la Nación. (2005). Encuesta Nacional de Factores de Riesgo. [En línea] http://www.msal.gov.ar/htm/Site/enfr/resultados-prov.asp (Consulta 13/01/08). Encarta. (2005). Biblioteca de Consulta Microsoft Encarta. Microsoft Corporation. Gil S. (2005). Sistema de producción de carne bovina: Engorde intensivo (feedlot). [En línea] http://www.ingenieroambiental.com/?pagina=685 (Consulta 13/01/08). Health Canada. (2000). Aboriginal diabetes initiative. Diabetes among aboriginal people in http://www.hcCanada: The Evidence. [En línea] sc.gc.ca/fnihb/cp/adi/publications/the_evidence.pdf [Consulta: 10/02/05]. Hill J. y otros. (1998). Environmental Contributions to the Obesity Epidemic. Science 280: 1371-1374. Mokdad Ali H. y otros. (1999). The Continuing Epidemic of Obesity in the United States. JAMA 284: 1650-1651. Rode, A. & Shephard, R. (1994). Physiological consequences of acculturation: a 20-year study of fitness in an Inuit community. 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