Documento descargado de http://www.revclinesp.es el 26/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. 16 REVISTA GLINIGA ESPA"90LA y con mecanismos asimismo no bien claros, aunque el acuerdo se va estableciendo en la acent uación de una intervención de idiosincrasias, intolerancias, sensibilizaciones y, en resumen, de la alergia. Mis observaciones me inducen a aceptar como francamente apoyadas estas ideas, de multiplicidad frecuente, pero poco menos que con constante intervención de una hipersensibilidad constitucional o adquirida, de orden alérgico, y en la que intervienen factores endocrinos, humorales, metabólicos, hemáticos y viscerales y neurovegetativos propios de la alergia y de la constitución alérgica. Naturalmente, en el establecimiento de estas características factoriales intervienen, según los casos, la herencia, la congenitalidad, la constitución, el psiquismo, intoxicaciones y la infección por mecanismos asimismo múltiples que he venido casi enumerando a lo largo de lo que antecede, y que no tengo que repetir más aún. Es así como las alteraciones humorales y metabólicas son importantísimas en la discriminación patogénica, fisiopatológica, diagnóstica, pr onóstica y terapéutica en todos estos casos. Mi experiencia me la ha confirmado ampliamente. En todos los enfermos afectos de reacciones terapéuticas que he estudiado suficientemente l1l abril QYTセ@ he encontrado diversas alteraciones de tipo psiconeuropático, endocrino, metabólico, humoral, hemático, neurovegetativo, etc., confirmativas de estas aserciones: antecedentes psicopáticos, jaquecas, vértigos, lipotimias, distonías neurovegetativas, cenestesias, coledisquinesias, duodenodisquinesias, disquinesias de colon, disendocrinias (paratiroideas, tiroideas, gonadales, suprarrenales, hipofisarias, etc.), alteraciones de la fórmula hemática (eosinofilias, leucopenias, linfocitosis), humorales y metabólicas (hiper o hipocalcemias, hiper o hipopotasemias) ; trastornos todos que constituyen o acostumbran a constituir la firma de un terreno dispuesto a la presentación de reacciones anormales de hipersensibilidad, de alergia. No creo necesario insistir más alargando estas consideraciones en lo que se refiere a tales reacciones terapéuticas, y dejo para más adelante en mi estudio lo que se r efiere a tratamiento y profilaxia de tales reacciones, que, siendo íntimamente relacionado con las alteraciones y factores de las neurosis y con la sífilis, examinaré al ocuparme del tratamiento de las neurosis en la sífilis en general. (Continuara.) ORIGINALES ABSCESO CEREBRAL MULTIPLE E . TOLOSA Jefe del Ser vicio de Neuroclrugie. del I nstituto Neur ológlco de Barcelona. El conocimiento de los abscesos cerebrales múltiples es para el neurocirujano de una importancia práctica extraordinaria. Bastará r ecordar· que algunos exitus oper atorios acaecidos después de intervenir correctamente un absceso cerebral dependen de la existencia de un s egundo absceso o de un r ecesus del primero que han pasado desapercibidos al cirujano. También pueden tener consecuencias funestas para el enfermo errores de interpret ación en sentido inverso. Vemos, por ejemplo, que en los casos de BmROWICZ 2 y RINDFLEISCH 24 , después de diagnosticarse y localizarse clínicamente un absceso cerebral metastático se rechazó el tratamiento operatorio basándose en el carácter múltiple que suelen presentar casi todos estos abscesos. El examen necrópsico ulterior demostró un absceso solitario y perfectamente apro- piado pa r a el trat amiento qmrurgico. En la actitud pasiva que acabamos de describir influía indudablemente la t ot al impotencia en que parecía hallarse la cirugía ante los abscesos múltiples del cerebro. El criterio de los autores sobre la frecuencia de los abscesos cerebrales múltiples dista mucho de ser unívoco. Según MACEWEN 21 , los abscesos son rar amente múltiples si hacemos excepción de los casos de origen piémico. En est a variedad se pr•oducen abscesos múltiples en el 66 por 100 de los casos, t ratándose en la mayor parte de los mismos de abscesos numerosos invadiendo a la vez el cerebro y el cer ebelo. En un caso de piemía autopsiado por MACEWEN se encontraron cuatro voluminosos abscesos, dos en el lóbulo occipital izquierdo, uno en el lóbulo occipital derecho y uno en el lóbulo pariet al izquierdo. Existían, además, numerosos abscesos del tamaño d e un guisante en las inmediaciones de los abscesos m ayores, observándose alrededor de los mismos una zona en que el tejido cer€bral aparecía blanduzco y edematoso. Según MACEWEN, entre los casos post-trau- Documento descargado de http://www.revclinesp.es el 26/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. TOMO XX! NúMERO 1 ABSCESO CEREBRAL MULTIPLE máticos el porcentaje de abscesos múltiples alcanza únicamente el 7 por 100, y entre los otógenos, el 13 por 100. Casos de atsceso múltiple de origen otógeno son ya conocidos desde largo tiempo. M'CoNVILLE, de Glasgow (citado por MACEWEN), había ya observado un caso en que coincidían un absceso temporal y un absceso cerebeloso. MACEWEN dice h aber observado en varias ocasiones casos de otitis media complicados simultáneamente con un absceso temporal y un absceso de la fosa craneal posterior (intra o extradural) . En su monografía sobre "Enfermedades piógenas del cerebro y de la medula espinal" describe detalladamente un caso de este tipo (observación XXXVII). Sin embargo, insiste en la rareza de los casos otógenos y traumáticos, afirmando que el 80 por 100 de los casos de absceso múltiple son de origen piémico. Según DANDY 10 , la mitad (o quizá más) de los abscesos cerebrales son múltiples. Los abscesos metastáticos son múltiples con mayor fr·ecuencia que los originados por propagación directa. Cuando los abscesos que se originan por extensión directa son múltiples, se sitúan casi siempr e uno junto a otro, mientras que los abscesos múltiples de origen m etastático pueden estar dispersos por la totalidad del encéfalo. Ocasionalmente se observan abscesos metastáticos distribuídos con notable simetría por ambos h emisferios cerebrales. DANDY recuerda en su tratado de "Cirugía cerebral" una observación en que existían dos abscesos dispuest os simétrica .. mente en los h emisferios cerebrales a lo largo de las astas occipitales. El porcentaje de abscesos múltiples de nuestra casuística es muy inferior al indicado por DANDY, puesto que en una serie de 30 abscesos intracraneales hemos enoontr.ado únicamente cuatro casos de absceso múltiple. Los tr·abajos casuísticos sobre absceso cerebral múltiple no m etastático deben considerarse como escasos, sobre todo si tenemos en cuenta la frecuencia relativa de estos casos. Entre las observaciones de absceso cerebral múltiple descritas en la literatura, citaremos la de KREPUSKA 18 (doble absceso cerebeloso), la de CASAMAYOR 6 (doble absceso frontal) y la de URBANTSCHITSCH 2.q (doble absceso del lóbulo temporal derecho) . En algunos trabajos se han descrito un número más elevado de abscesos. Así, en el caso de HARMS 14 (de origen ótico) se encontraron cuatro abscesos; en el de CHODZKO 7 , seis; en el de HENNBERG 16 , 12, y en un caso de BERGMANN 1 (piemia consecutiva. a una gangrena de pierna) , más de 100. En nuestros casos de absceso múltiple existían únicamente dos abscesos. En dos casos se trataba de abscesos metastáticos ; en el tercero, de un doble absceso parietal otógeno, y en el último caso, de un doble absceso frontal traumático. 17 En este trabajo, limitado exclusivamente al estudio de los problemas neuroquirúrgicos planteados por los abscesos múltiples, nos concretaremos a describir los dos últimos casos (los únicos en que hemos podido poner en práctica el tratamiento operatorio debido), pues los otros dos casos nos fueron confiados en estado de suma gravedad (uno de ellos se hallaba desde hacía cuarenta y ocho horas en estado comatoso), lo que circunscribió nuestra actividad a la práctica de una simple punción cerebral exploradora. En los casos que vamos a describir a continuación conseguimos un diagnóstico correcto de absceso doble, y logramos establecer y efectuar a su debido tiempo una terapéutica apropiada. En ambos casos los resultados operatorios han sido excelentes, demostrando, no obstante el concepto desfavora ble que estos enfermos han venido mereciendo hasta hace poco desde el punto de vista terapéutico, que el tratamiento de los mismos puede proporcionar al neurocirujano éxitos brillantes. Teniendo en cuenta la serie de facetas interesantes que ofrecen nuestras observaciones, nos parece oportuno dar una transcripción minuciosa de las mismas. Observación núm. 1.- Pedro G., de nueve afíos. Ingresa en la Sección de Neurocirugía del Policlínico el 16-IV-1940 (recomendado por el doctor CELI S). Sin tara neuropática hereditaria. Desarrollo somático y psíquico normal. Su anamnesis patológica no ofrece nada digno de mención hasta el 2-X-1939, en que enferma con temperaturas elevadas y dolores en el oído derecho. Cuatro días más tarde se le practica la paracentesis del tímpano derecho, evacuándose una gota d e pus. Poco después el niño nota dolores en el oído izquierdo, cuyo tímpano se desgarra espontáneamente, dando salida a escasa cantidad de pus. Las elevaciones térmicas persisten. El dla 25 de diciembre s e le practica {doctor ABF.I,Ló) una masloidectomía izquierda. Los hallazgos e e Fig. l .- Esquema. indieando la. situación de los agujeros de trépano llevados a. cabo para el descubrimiento y aspiración de los abscesos. El absceso posterior ha. sido evacuado a. través de los dos agujeros parietales posteriores. El absceso anterior h a sido vaciado a. través de los agujero.s parietales anteriores. Las punciones a. través del agujero frontal han sido n egativas. Documento descargado de http://www.revclinesp.es el 26/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. 18 REVISTA CLJNICA ESPANOLA operatorios fueron al parecer insignificantes. Al día siguiente el enfermo presenta un síndrome afásico, estrabismo convergente y trismus. Veinticuatro horas más tarde se observa una hemiparesia derecha. El 29 de diciembre se practica una exploración de la herida operatoria y se efectúan varias punciones del seno lateral. Pocas horas más tarde la contractura de los maseteros desaparece. La sintomatología afásica (de tipo predominantemente amnéstico) se atenúa poco a poco, de modo que a fines de enero de 1940 los trastornos del lenguaje existían solamente en grado mínimo y la hemiparesia derecha se había extinguido del lodo. La hipertemia (oscilando entre 38 y 40") continuaba, no n•l Fig. 2.-Tamaño y situación aproximados de los abscesos parietales, según puede inferirse del resultado de las punciones cerebrales. obstante, sin remitir. El 12 de febrero aparece una ictericia, acompañada de esplenomegalia, la cual persiste hasta primeros de marzo. Por esta época las temperaturas comienzan a atenuar.9e, y a partir de mediados del mismo mes se observan únicamente febrículas. El enfermo recobra el apetito y el estado general mejora. El 25 de marzo se presentan de nuevo súbitamente la afasia y la hemiparesia derecha, las cuales desaparecen a l cabo de algunas horas. Durante los dos días siguientes presenta dos nuevas cris:s de afasia de unos quince minutos de duración El 28 de marzo se inicia una parálisis de la mano derecha, volviéndose a establecer una hemiplejia derecha, que ha persistido hasta la actualidad. Desde fines de marzo aquej a cefalea, que localiza en la mitad izquierda del cráneo. A partir del 7 de abril las febrículas desaparecen del lodo. Vómitos de tipo cer ebral desde el 10 de abril. En un examen neurológico practicado el 18-IV-1940 encontramos una hemiplejía derecha con aster eognosia de la mano derecha. Afasia nominal de grado moderado. Parálisis del motor ocular externo derecho. Doble papila de estasis de 3 dioptrías de elevación. Campos visuales y agudeza visual normales. La noción de posición y la sensibilidad vibratoria no están alteradas en los dedos del pie derecho. Dolor a la percusión en la mitad izquierda <le cráneo, especialmente en la región parietal. No rigidez de la nuca. No Kernig. Diagnosticamos un absceso cerebral localizado probablemente en el lóbulo temporal izquierdo. El dla 25-IV-1940 practicamos, bajo anestesia local, ·ma punción cerebral exploradora a nivel de la región del pliegue curvo izquierdo (fig. 1, a). A 5 cm. de profundidad se nota una resistencia, fácilmente vencida por 'a cánula de punción, comenzando inmediatamente después el aflujo espontáneo de un pus verdoso y bastante espeso, del que se recogen 25 c. c. El examen bacteriológico del mismo ha r evelado la presencia de un neumococo mucoso del tipo III. La evacuación del absceso no produce ningún cambio sensible del síndrome neurológico. 15 abril 1946 El dia 6-V-1940 se observa que la hemiplejía y la afasia siguen inmodificadas. La papila de estasis del lado derecho se ha hecho más prominente, presentando la clásica forma de champiñón. Durante los últimos días el enfermo ha presentado ligeras cefalalgias localizadas en la región rfontal izquierda y algún vómito. Sigue apirético. Segunda intervención. El día 8-V-1940 se practica, bajo anestesia local, un agujero de trépano a nivel de la región parietal izquierda, tres centímetros más arriba del agujero practicado en la primera operación (fig. 1, b). Después de incindir la dura se introduce la aguja de punción perpendicularmente a la superficie del cráneo, encontrándose a menos de un centímetro de profundidad la resistencia característica de la cápsula del absceso. Al atravesarla se tiene la impresión de que la cápsula es ahora mucho más gruesa y resistente. Por la cánula de punción salen 30 c. c. de un liquido fuertemente xantocrómico y turbio, de aspecto oleoso. Durante las dos semanas siguientes no se observa ninguna modificación de los síntomas focales ni de las manifestaciones hipertensivas. En una radiografía dl' cráneo practicada el 23 de mayo (fig. 3) se observan las típicas manifestaciones radiográficas de la hipertensión intracraneal. Pensando en la posible existencia de un セ・ァオョ、ッ@ absceso, el 24-V practicamos, bajo anestesia local, un agujero de trépano en la región frontal izquierda (figura 1, e>. Se efectúa una. st•ril• de punciones cerebrales exploradoras en las más dívc>rsas direcciones, セゥ・ュー イ@ con resultado negativo. Se lleva a cabo entonces una punción a nivel del orificio pariet!ll superior (b). D ri-l· pués de la característica イ」ウゥセエ・ョ。@ indicando que lH' atraviesa la cápfula del absceso, !<C cxtral'n 。ャセオョッウ@ centimetrc s cúbicos de un liquido acuoso CPII un matiz ligeramente amarillento Tampoco se observa después de esta tercera operación ningún cambio esencial en los síntomas focales. Cuarta intervención El día 29-V-1940 se 'practica un nuevo agujero de tré- Fig. 3.-Radiografia de cráneo (pl'Oyecclón lateral derecha) practicada quince dlas después de la evacuación del primer absceso, la cual se ha efectuado a través de los dos agujeros de trépano que aparecen en la región parietal posterior. La diá.stasis de la sutu ra coronal y las Impresiones digitales traducen la existencia de una importante hipertensión lntracraneal, sólo explicable por la presencia de un segundo absceso. pano en la región parietal izquierda (fig. 1, d), por delante y por encima del agujero practicado en la penúltima intervención. Por debajo de la galea se encuentra un tejido de color gris rojizo dispuesto en una lámina de unos 3 mm. de espesor. Tiene el aspecto de tejido de granulación. Después de la abertura de la dura se practican punciones exploradoras en las más diversas direcciones, siempre con resultado negativo. Documento descargado de http://www.revclinesp.es el 26/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. TOMO XXI N'OMERO 1 ABSCESO CEREBRAL MULTIPLE Finalmente, introduciendo la aguja de punción en sentido tangencial (dirigi<la abajo y algo hacia adelante) se perfora, a unos tres centimetros de la superficie cerebral. la cápsula de un absceso, observándose inmediatamente la salida de un pus de color gris amarillento. Gota a gota se evacuan espontáneamente por la aguja de punción 55 c. c. de pus, al principio algo acuoso, pero más tarde espeso; los últimos 30 c. c. son extraordinariamente viscosos, conteniendo una sustancia mucosa que les da el aspecto de un esputo. Los hallazgos que acabamos de mencionar implican con seguridad la existencia de dos abscesos aislados (o por lo menos de un absceso bilocular con obstrucción total del conducto que hace comunicar sus dos cavidades), pues así como las punciones dirigidas hacia atrás, esto es, hacia el absceso subyacente a los agujeros posteriores (fig. 2, absceso núm. 1) han sido negativas (lo que, por lo demás, podía ya esperarse, dada la exigua cantidad y el carácter acuoso del liquido que la anterior punción extrajo del mismo), la exploración hacia adelante ha descubierto una segunda cavidad purulenta (figura 2, absceso núm. 2). La punción de este segundo absceso ha ejercido sobre la sintomatologia focal una influencia decisiva. A los pocos días de la operación se observa que la parálisis facial y las manifestaciones afá..c;cas se han atenuado considerablemente. El 7-VI-1940 se inician movimientos voluntarios de flexión-extensión de la pierna derecha. La motilidad voluntaria se halla tots.lmente paralizada a nivel del miembro superior derecho; no obstante, una emoción o estímulos sensoriales enérgicos son capaces de provocar movimientos reaccionales masivos a nivel de dicho miembro. 12-VI-1940. Realiza con fa cilidad movimientos voluntarios de extensión a nivel de la extremidad inferior derecha; la flexión de la misma es muy débil. Con el miembro superior realiza voluntariamente movimientos de flexión del antebrazo y de abducción del brazo. La mano y los dedos siguen completamente paralizados. El 4-VII-1940 se practican al enfermo dos punciones cerebrales. La primera, a través del orificio parietal póstero-superior (b), y con la aguja dirigida perpendicularmente a la superficie cerebral, es totalmente negativa, lo que confirma el colapso de la cavi<lad abscesal número l. ya inferida del resultado de la anterior exploración. La segunda punción se hace a través del orificio parietal ántero-superior (d), y con la aguja dirigida tangencialmente hacia abajo y algo hacia adelante. A tres centímetros de profun<lidad se perfora la gruesa cápsula abscesal, iniciándose la salida de un líquido turbio y viscoso con un ligero tinte amarillo verdoso. En el transcurso de una hora y treinta minutos salen gota a gota por la aguja de punción 25 c. c. de liquido, el cual se hace progresivamente siruposo. セウ@ últimos 7 c. c. so.n de aspecto mucopurulento, muy VlScoso y con las m1smas características macroscópicas de un esputo. Entre la salida de dos gotas de pus transcurre a veces más de un minuto. No se ha juzgado conveniente practicar ninguna aspiración a través de la aguja de punción. 9-VII-1940. El enfermo ha seguido mejorando de su parálisis. Desde hace dos días es capaz de mantenerse 、セ@ pie. La motilidad voluntaria de la extremidad supenor 、・イ」ィセ@ también ha mejorado algo. Sin embargo, ・セ@ todavfa mcapaz de realizar movimientos voluntarios a1slados con los segmentos distales del miembro. Tan sólo son posibles ligeras sinergias de flexión en las que el antebrazo es flexionado al mismp tiempo que el brazo realiza una abducción A partir de la punción del dia 9-V, es decir, a partir de la prime.ra evacuación del segundo absceso, el enfermo ha mejorado de su estado general de un modo ッウエセョゥ「ャ・N@ y ha dejado de presentar cefalalgias. El estasJs pap1lar se ha atenuado también rápidamente, de Ir_lOdo que el 4-VI existía tan sólo un flou peripapilar Sin ninguna elevación de las papilas. El día 23-VII el edema ha desaparecido del to<lo, observándose una lige- 19 ra palidez atrófica de las papilas, más marcada en el lado derecho. Con objeto de facilitar la evacuación del absceso anterior, el 13-IX-1940 se practica un nuevo agujero de trépano (fig. 1, e) por delante y por debajo del agujero utilizado en la última punción evacuadora. El hueso ofrece aquí un aspecto anormal, siendo de coloración rojo oscura. Al incindir la dura se nota que está adherida a un tejido grisáceo y bastante consistente. Introduciendo aquí la aguja de punción ventricular perpendicularmente a la superficie cerebral se nota la resistencia elási:ica de la cápsula. Pronto se observa la salida de un liquido gris amarillento, ligeramente turbio Salen gota a gota 45 c. c. del mismo. En los frotis directos y en las siembras no han sido hallados gérmenes. La inoculación intraperitoneal al ratón ha dado resultados negativos. En s eptiembre de 1940 se lleva a cabo una punción a través del último agujero de trépano (e), con resultados negativos. Resumiendo los resultados de estas series de punciones evacuadoras, vemos que han bastado tres aspiraciones sucesivas para conseguir el colapso del absceso Fig. 4. R adiografla practicada dieciocho meses después de evacuar el segundo absceso. La. diásta.ais de las suturas y las impresiones digitales han desaparecido. parietal posterior. La primera punción ha extraí<lo de la cavidad a bscesal un pus espeso. La segunda, un liquido oleoso, turbio y marcadamente xantocrómico. La tercera punción (practicada un mes después de la primera) ha evacuado un liquido acuoso con un ligero tinte amarillento. La cuarta punción ha sido negativa. Entre la primera y la última punción han transcurrido setenta días. La curación del absceso anterior se ha conseguido en menos de cuatro semanas, requiriendo asimismo tres punciones. La primera ha evacuado 55 c. c. de un pus gris amarillento y -espeso. La segunda ha extraído 25 centimetros cúbicos de un liquido turbio y viscoso con un tinte amarillo verdoso. El liquido aspirado en el curso de la tercera punción es sólo ligeramente turbio. La cuarta punción ha sido negativa. El si.ndrome neurológico del enfermo sigue atenuándose poco a poco, hasta llegar a desaparecer casi del todo, de modo que a fines del afio 1941 el enfermo lleva una vida normal. El estado general es satisfactorio. La afasia puede considerarse como extinguida. A lo sumo puede aceptarse como un vestigio de la misma la existencia de cierta dificultad en la evocación de determinadas palabras; éstas son finalmente pronunciadas de un modo correcto, pero su evocación ha exigido al niño un esfuerzo anormal. Se observan a nivel de los dedos de la mano derecha ligeros trastornos discriminativos, asi como una ligerísima torpeza en los movimientos finos de la mano y dedos. La marcha es normal. El examen Documento descargado de http://www.revclinesp.es el 26/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. 20 REVISTA CLINICA ESPANOLA 15 abril 1946 El día 3-I-1943 aqueja dolores en el oído izquierdo. Dos días más tarde el doctor ABELLO incinde un absceso cutáneo retroauricular. En el 」オイセッ@ de la semana siguiente se presentan dolores en la región parietal izquierda y en el oído izquierdo, acompañados de pequeñas elevaciones térmicas. La exploración otológica practicada por el doctor aョセliI@ es negativa. El 28-I-1943 el enfermo presenta una paresia facial inferior derecha, una ligera afasia de tipo nominal y trastornos discriminativos en los dedos de la mano derecha. El fondo de ojo no muestra ninguna alteración apreciable. La agudeza visual es normal en ambos lados y los campos visuales <examinad<'.<; por el doctor J. CAセaZ|GPsI@ no muestran ningún defecto hcmianópsico. Se nbserva únicamente una ligera n•traceión concéntrica para la isóptera 5-330, con índice blanco en el ojo derecho. Lige ra ptosis del párpado superior izquierdo. ,\ nisocoria. Pupila izquierda > pupila derecha. Un hemograma practicado el 11-II-19·13 pone de mamfiesto una leucoritosis 、ゥセ」イエ。@ 110.000 ャ・オ」ッゥエNセA@ Entre los neutrófilos exi¡;tcn 14 núcleos en franja, La fórmula leucocitaria es la siguiente: Neutrófilos, 63 por 100; monocitos. 6 por lOOi linfocitos, 31 por 100. En el curso del m<'S de febrero las cafalalgias han aumentado progresivamente. ッ「Nセイカ£ョ、・@ un adelgaza- Flg, s.-Proyección occipucio-placa. radiográfico del cráneo (fig. 4) muestra que la diastasis de las suturas ha desaparecido C<JnsideramOS al enfermo COmO definitivamente CU· rado de su doble absceso parietal. Su e.gtado de salud sigue normal hasta el 23-XII--12, en que enferma inesperadamente con un cuadro de afasia y hemiplejía derecha, que se establece en el curw de pocas horas. La temperatura asciende a 40° y el enfermo permanece durante diez o doce horas en estado de semiobnubilación. Después se inicia una rápida recuperación del lenguaje y de la motilidad, de modo que dos días más tarde las manifestaciones afásicas y la parálisis han desaparecido del todo. Fig. 7.-Proyección sien der echa-placa. Amputa ción del asta temporal izquierda. F:lg. 6.- Proyección frente-placa.. miento creciente del enfermo. A partir de la segunda semana de este mes la.s febrículas han desaparecido. Diagnosticamos la existencia de un absceso cerebral, probable recidiva "in situ" de los abscesos parietales observados dos años antes. El día 8-III-1943 practicamos punciones cerebrales exploradoras a través <le los antiguos agujeros de trépano de la región parietal izqui erda. Una punción llevada a cabo a travé.s del agujero póstero-inferior descubre a 7 cm. de profundidad un líquido acuoso y tran sparente con el aspecto macroscópico del líquido cefalorraquídeo. Las demás punciones son negativas. El E.Xamen del líquido confirma esta suposición, pues contiene 0,26 gr. de albúmina por 1.000 y 1,5 células por milímetro cúbico. Examen bacteriológico, negativo. El hecho de que el ventriculo lateral izquierdo no se halle colapsado ni sensiblemente desplazado a nivel de su trígono nos permite excluir con bastante seguridad la existencia del supuesto absceso parie tal izquierdo. La punción ventricular ha atenuado de un modo evidente las manifestaciones del síndrome hipertensivo. El día 17-III-1943 practicamos a l enfermo un examen ventriculográflco. Bajo anestesia local se lleva a cabo una doble trépanopunción d e las astas occipitales. Hipertensión marcada. Por la cánula izquierda salen 15 c. c. de liquido cefalorraquídeo. Por la cánula derecha, 4 c. c. La comunicación entre ambos ventrlculos no es evidente. Documento descargado de http://www.revclinesp.es el 26/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. TOMO XXI NÚMERO 1 21 ABSCESO CEREBRAL MULTIPLE Después de la insuflación de aire se practican cuatro radiografías en las proyecciones occipucio-placa, frenteplaca, sien derecha-placa y セゥ・ョ@ ゥコアオ・イ、。MーャセL@ siguiendo el orden en que han Sido enumeradas (figuras 5, 6, 7 y 8). Se observa una distensión global en los ventrículos laterales, algo más acusada en el izqui.erdo. El III ventriculo está fuertemente rechazado hacia la derecha. En la proyección sien derecha-placa se observa una amputación del asta t emporal izquierda, lo que permite afirmar con seguridad la existencia de un absceso del lóbulo temporal izquierdo. Tres horas más tarde practicamos, bajo anestesia de base con avertina (0,10 gr. por kilogramo de peso) y local, una craniectomia subtemporal izquierda de tre.s centímetros de diámetro. Pequeña incisión dural. Punción exploradora en dirección perpendicular a la superficie cerebral. A tres milímetros de profundidad se halla una resistencia que cede con facilidad, dándonos la impresión de haber atravesado la cápsula del absceso. Inmediatamente después se observa la salida de un pus espeso y de color verdoso por el pabellón de la cánula. Se aspiran con la mayor prudencia 50 c. c. de pus y se inyectan 2 c. c. de torotrast. Una vez extraída la cánula de punción sigue fluyendo pus a través del peque- Flg. 9. Fig. 8. Proyección s ien izquierda-placa. Apariencia normal del asta temporal derecha. ño orüicio dura!. Ampliación de la incisión dural. Fijación del cortex a la dura mediante clips que engloban simultáneamente los vasos corticales y los bordes del orificio dural. Coagulación del contorno del mismo y del cortex contiguo. Se intenta ahora puncionar de nuevo el absceso, pero no hallamos el orificio creado anteriormente en la cápsula. Taponamiento con gasa yodofórmica. Antes de la oclusión de los planos muscular y tegumentario se espolvorea la herida con polvo de pental estéril. El examen directo del pus permite apreciar un diplococo Gram positivo de morfología poco a cusada y en cantidad muy escasa. Las siembras han dado un cultivo abundante y puro de un neumococo mucoso del tipo III de la variedad streptococcus mucosus capsulatus. Virulento para el ratón. En la radiografía practicada al día siguiente aparece visualizado un absceso temporal. del tamaño aproximado de una mandarina. La cúpula del absceso no aparece bien impregnada por el torotrast, mientras que el resto de la cápsula se dibuja nítidamente. De la cara inferior del absceso parte una prolongación en forma de tallo dirigida hacia abajo, hacia atrás y hacia afuera hasta alcanzar la base del peñasco. El día 24 de marzo (siete días después de la intervención) volvemos a exponer el orificio de la craniectomía, retirando la gasa yodofórmica con que había sido taponado. Los bordes del orificio dura! se hallan fusionados con la superficie del cortex, el cual aparece cubierto de tejido de granulación de un color rojo vivo. Resección de un pequeño disco de cortex de un centimetro de diámetro, con objeto de de.9Cubrir la cápsula del absceso. Este es puncionado de nuevo, aspirándose lentamente 50 c. c. de un pus espeso. Aplicación de una torundita de gasa yodofórmica sobre la cápsula del absceso, pues ésta tiende a colapsar y despegarse de los bordes del orificio cortical (con ello nos proponemos estimular la producción de adherencias entre ambas estructuras). En las radiografías practicadas tres días más tarde (figuras 9 y 10) se observa que el absceso se ha reducido a dos terceras partes de su primitivo volumen. En la porción superior del absceso se ha acumulado una cierta cantidad de aire. El día 28-III se retira la gasa yodofórmica y se prac- Flg. 10. Documento descargado de http://www.revclinesp.es el 26/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. 22 REVISTA CLINICA ESPAS!OLA tica en la cápsula del absceso un orificio circular de ocho mil!metros <le diámetro. El pus sale ahora con poca tensión, debiendo ser aspirado lentamente al mismo tiempo que entra aire en la cavidad del absceso por la presión negativa creada en el interior. A partir de esta fecha el enfermo es curado diariamente evacuándose el pus. ya mediante el aspirador, ya por la simple inclinación de la cabeza hacia la izquierda, lo que coloca el orificio del drenaje en posición declive, y hace que el pus se vierta a través del mismo. La progresiva retracción del absceso es controlada diariamente con exámenes radioscópicos. En una radiografía practicada el 15 de abril se observa que la cápsula esta completamente colapsada y reducida a un muñón irregular. Durante este tiempo la afasia ha retrogradado cons- Flg. 11. tantemente, de modo que cuando el enfermo es dado de alta (8 de abril) sólo existen indicios de la misma. Finalmente, en una radiografía practicada el 28 de mayo de 1943 (fig. 11) se observa que la cápsula está todavía más retraída que en la radiografía anterior. El estado del niño es satisfactorio, volviendo a llevar a cabo una vida normal. En la fotografía que reproduce la figura 12 aparecen las cicatrices tegumentarias creadas por la aspiración de los abscesos parietales y por la marsupialización del absceso temporal. Aunque no existe ninguna manifestación otológica activa, hemos aconsejado un examen minucioso de oído (con objeto de descubrir la existencia de un foco de infección latente que pudiera constituir el punto de partida de nuevos abscesos) y quizá la práctica de una radical. En septiembre de 1945, es decir, dos años y seis meses después de marsupializar su tercer absceso, el enfermo segula en excelente estado a pesar de no haber tenido en cuenta las recomendaciones anteriores. El caso que acabamos de describir• merece ser discutido y analizado con detalle, pues presenta una serie de particularidades interesantes. Mencionaremos, en primer lugar, la localización parietal de ws dos primeros abscesos. En efecto, los abscesos otógenos del cerebro radican casi siempre en el lóbulo temporal o en el cerebelo, regiones encefálicas situadas en la proximidad del oído. Excepcionalmente se observan casos con otras localizaciones (lóbulos frontal, parietal u occipital). La localización parietal es, según GOWERS1 la más rara de todas. BLAu 3 , en una serie de 352 abscesos cerebra- 15 abril 1946 les otógenos, encontró solamente dos ejemplos de absceso parietal. . EVANS 11 , en una serie de 14.534 autops1as, encontró 194 casos de absceso cerebral, entre los cuales 109 (o sea el 56 por 100) eran consecutivos a otitis media y mastoiditis. En 62 casos el absceso tenía una localización cerebral; en 40 casos, una localización cerebelosa, y en siete casos existían simultáneamente abscesos en el cerebro y en el cerebelo. Entre los 62 casos de absceso cerebral, la lesión estaba localizada 56 veces en el lóbulo frontal, dos en el parietal y una en el lóbulo frontal. · Una de las primeras descripciones de absceso parietal otógeno es probablemente la de PITT • . En uno de sus casos el absceso parecía secundario a la trombosis de una vena superficial. abocando a la cisura de Silvio. En el otro caso se otservaron tres abscesos en el hemisferio opuesto al cído infectado. En el seno lateral adyacente a este último existía un antiguo trombo extendido hacia la mitad posterior del seno longitudinal superior. En 1898, HoLT aportó dos ejemplos de absceso otógeno parietal. En un caso se trataba de un niño de tres meses muerto después de haber presentado convulsiones セ・ョイ。ャゥコ、ウN@ En la autopsia se encontró un \'Oluminoso absceso en el lóbulo parietal derecho y otro absceso de forma alargada en el hemisferlo i2qmerdo abierto en el ventrículo lateral. El oído izquierdo estaba infectado. En otro caso se trataba de un niño de seis semanas muerto poco después del comienzo de una otitis media bilateral. En la autopsia se encontró un voluminoso absceso ocupando la totalidad del lóbulo parietal izquierdo y extendido hasta la pared del ventrículo lateral. En 1900, WESTPHAL describió un caso de absceso del lóbulo parietal izquierdo de una mujer de treinta y cuatro años, consecutivo, al parecer, a una infección pelviana. Sin embargo, la enfenna había presentado también u n a Fig. 12. otitis media bilateral. El comienzo de la lesión cerebral se manifestó dos meses y medio antes de la muerte por ataques epileptiformes seguidos de afasia y hemiplejía derecha. En 1905, HARRIS Ir. publicó una observación haciendo referencia a un hombre de treinta años que había pr-esentado repetidos ataques de otitis media y que murió después de un cuadro de convulsiones generalizadas. En la autopsia se encontró un absceso del lóbulo temporal con un pedículo abocando a una erosión del tegmen timpani. Dicho absceso comunicaba mediante Documento descargado de http://www.revclinesp.es el 26/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. TOMO セHGmFro@ XXl 1 ABSCESO CEREBRAL MULTIPLE una vía fistulosa con otro absceso del lóbulo parietal. El caso que acabamos de mencionar constituye una variedad aparte dentro de los abscesos otógenos parietales, pues aquí el absceso parietal constituye un simple divertículo de un absceso temporal desarrollado en primer lugar y propagado por contigüidad a partir del foco otítico. LUBLINER 20 publicó en 1913 un caso parecido. El caso aportado en 1924 por CoATES y CASSE 8 recuerda hasta cierto punto la observación anterior, pues el absceso encontrado en el lóbulo parietal r·epresentaba una prolongación de un absceso frontal que coexistía con el mismo. Se descubrió además un área reblandecida y pálida en la sustancia blanca del lóbulo temporal izquierdo, indicando la presencia de otro absceso de reciente aparición. Se encuentran en la literatura determinado número de casos en los que el absceso parietal se asocia a una trombosis venosa, afectando especialmente el seno lateral. Lo mismo que en el grupo pr-ecedente pueden existir otros abscesos, tanto en el hemisferio homolateral como en el contralateral. URBANTSCHITSCH 27 describió en 1918 un caso de absceso múltiple del lóbulo parietal izquierdo asociado a un voluminoso absceso frontal derecho. En el lado derecho existía una otitis crónica complicada con trombosis del seno lateral del mismo lado. La coexistencia de abscesos parietales y lesiones flebíticas ha sido mencionada con frecuencia. En el caso publicado en 1933 por FAUNCE y SHAMBAUG 12 dos abscesos, uno de la región parietal derecha y otro de la región parieto-occipital, coexistían con trombosis del seno lateral derecho y del seno petroso superior derecho y con tromboflebitis de las venas corticales del lóbulo parietal. Todas estas lesiones eran secundarias a una otitis media. COURVILLE y NIELSEN °, de Los Angeles, han publicado en 1935 seis casos de absceso parietal otógeno, los cuales forman parte de un grupo de 63 casos de absceso cer-ebral otógeno. Este porcentaje parece indicar que los abscesos parietales no son tan excepcionales como se creía. En tres de los casos de esta serie se trataba de hallazgos necrópsicos. Los otros tres casos fueron observados clínicamente, y dos de ellos operados. Tan sólo uno de los tres enfermos curó de su afección. En este caso se trataba de una otitis media bilateral consecutiva a una escarlatina. Vemos por los hechos que acabamos de exponer• que el absceso parietal otógeno es con frecuencia doble o múltiple. dando lugar a un cuadro clínico complejo. La distancia entre el oído y el lóbulo parietal parece indicar que la transmisión de la infección se lleva a cabo por vía vascular. Sin embargo, lo mismo que en los abscesos localizados en otras zonas cerebrales, existen aquí un de- 23 terminado número de posibilidades etiológicas. El absceso parietal otógeno puede ser secundario: 1), a un absceso otógeno subdural; 2), a una osteomielitis del hueso parietal, la cual puede a su vez originarse por propagación de una infección osteomielítica de la porción escamosa del temporal; 3), a un absceso otógeno de los lóbulos temporal o frontal; 4), a una trombosis de los canales venosos vecinos o a la transmisión de la infección a lo largo de los mismos no acompañada de lesiones tromboflebíticas ostensibles. En algunos casos de absceso parietal otógeno se ha descrito la coexistencia de un absceso subdural, por lo que debemos admitir la posibilidad de que éste desempeñe un papel genético. Por desgracia, en ninguna de estas observaciones puede afirmarse con seguridad si el absceso subdural y el cer-ebral representan lesiones coexistiendo fortuitamente y dependiendo de una misma causa, o si el absceso cerebral es secundario al subdural. Esta última patogenia, aunque poco probable, no parece que pueda excluirse completamente, pues un tipo de propagación análogo ha sido también aducido en casos de absceso cerebral secundario a un empiema de los senos frontales. No hemos hallado en la literatura casos de absceso parietal consecutivo a osteomielitis de la bóveda craneana. Sin embargo, esta posibilidad genética merece quizá ser discutida en nuestro caso si recordamos el tejido de granulación subperióstico enoontmdo €n la región parietal) precisamente en el área en que el absceso afloraba a la superficie cortical y se adhería a las leptomeninges y a la dura. El hecho de que la pared craneana no presentara a este nivel lesiones osteomielíticas típicas nos par-ece, sin embargo, estar en franca contradicción con la patogenia que estamos discutiendo. Nosotros nos inclinamos a considerar el tejido de granulación subperióstico hallado en la región parietal como secundario al absceso parietal vecino. La infección puede haberse propagado a través de los vasos diploicos sin dar lugar a lesiones locales de osteomielitis. La teoría genética en favor de la cual existen pruebas más numerosas es la de la propagación venosa de la infección. Cuando se observa la existencia concomitante de una trombosis continua desde el seno lateral hasta las venas de la región parietal el mecanismo de la infección es obvio. En favor de esta concepción cabe aducir numerosos hechos clínicos, demostrando que existen relaciones evidentes entre la trombosis del seno lateral y la presentación de manifestaciones parietales. Esta cuestión ha sido estudiada por BODECHTEL y RICHTER. La presencia de síntomas referibles al lóbulo parietal sugier-e que la obstrucción de la corriente venosa que desde esta región desciende al seno lateral puede dar Documento descargado de http://www.revclinesp.es el 26/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. 24 REVISTA CLINICA ESP AÑOL A lugar a trastornos circulatorios y edema a nivel de la misma. Cuando se producen trombosis de las venas corticales sin que exista una participación del seno lateral, o viceversa, cuando éste se afecta aisladamente, la posibilidad de la génesis venosa debe también ser aceptada. No se conoce todavía con entera precisión el mecanismo genético de los abscesos cerebrales consecutivos a trombosis venosa. HLAYACECI<. ha sugerido que la producción de un infarto perivenoso sería el mecanismo que en circunstancias apropiadas puede conducir a la formación de un absceso o al desarrollo de una meningitis. Es probable que se produzca, ya un foco de reblandecimiento rojo que se infecta ウセ」オョ、。イゥュ・エL@ ya un foco de infección primaria desarrollado en la sustancia blanca subcortical a lo largo de una vena aferente. La diversidad de las lesiones observadas y de diferentes tipos anatomopatológicos de absceso sugiere que el mecanismo de invasión no siempre es el mismo. La presencia frecuente de abscesos múltiples ofrece un interés especial, pues según algunos autores estaría en favor de su origen metastático y de la propagación arterial de la infeccion. Sin embargo, la vía de pr opagación arterial requeriría como condición preliminar que el foco ótico condujera al desarrollo de una ゥョヲ ・」セ ゥ ョ@ pericarotídea seguida de una arteritis s ecundaria y de la extensión de la infección hacia la luz de la arteria, h echos que no han sido descr·itos por los patólogos que han estudiado esta cuestión. Por otra parte, la observación de que una arteritis o trombosis en el dominio de la carótida no da lugar jamás a la formación de abscesos cerebrales es netamente desfavorable a la hipótesis de una patogenia arterial. Desde el punto de vista terapéutico merece destacar·s e el excelente r esultado conseguido con el método de DANDY. Aunque muchos autores han emitido sobre el mismo juicios "'1oco favorables, lo único que en realidad cabe decir del mismo es que fracasa cuando es utilizado en casos no apropiados. Cuando la cápsula del absceso ha alcanzado un grosor o una rigidez excesivas o cuando el contenido de la cavidad abscesal muestra un grado elevado de septicidad, es fácil comprender ql\e el método no puede conducir a los resultados apetecidos. En nuestro caso, en cambio, se daban las condiciones ideales para la aplicación del método de DANDY. Las cápsulas de los abscesos eran delgadas y elásticas, y el contenido de los mismos perdió ya, a partir de las primeras punciones, su aspecto purulento, mostrando así su escasa o nula septicidad. Es de inter és hacer destacar que el método de las aspir aciones r epetidas consiguió una curación definitiva de los abscesos pariet ales y una completa r egresión de las manifestaciones focales originadas por los mismos. Es muy poco probable que con la extirpación en masa de los 15 abril Q セ@ abscesos ' la marsupialización de. los mismos .o cualquier otro método de drenaJe no ウセ@ consiguieran tan excelentes イ・ウセャエ。N、ッ@ fun?wnales, forpues la ejecución de estas tecmcas. セオ「Q・イ。@ zosamente implicado la destruccwn de zonas más o menos extensas de cortex parietal y, por tanto. deft ctos funcionales permanentes. La aparición de un tercer absceso un año después de la curación clínica de los dos primeros pudiera ser interpretada como una recidiva "in situ" de los mismos y, por tanto, como una prueba de su deficiente curación. La exploración ventriculográfica y la visualización 1 a diográfica (con torotrast) del tercer absceso demostraron de un modo incontrovertibl e que la citada hipótesis no podía aceptarse como válida. La distensión del antro del ventrículo izquierdo indicaba que las antiguas lesiones expansivas del lóbulo parietal izquierdo habían sido sustituidas por un proceso cicatriza! o atrófico (expresión anatómica de su curación). El pedículo o tallo que la visualización radiográfica descubrió en d tercer absceso demostraba que el punto de partida del mismo radicaba en la cara superior del peñasco, descartando la posibilidad de una 1 ecidiva "in si tu' ' de los abscesos parietales. Se trataba, pues. nhor a de un clásico absceso temporal otógcno (sin relación directa con el doble absceso pandal pn.sentado anteriormente por el enfermo), referible a la pers istencia de focos sépt iccs r esiduales en relación con la antigua afección ótica. Las r ecidivas más o menos lej anas de los abscesos cerebrales pueden clasificarse en dos grupos distintos. En unos casos la r ecidiva tiene lugar "in situ" y es consecuencia de un drenaje incompleto o defectuoso del absceso. Según CAIRNS1 en los casos en que la operación va únicamente seguida de una remisión parcial de los síntomas focales debe tenerse especialmente en cuenta la posibilidad de una recidiva. El bloque del tej ido cicatriza! formado en la zona cerebral ocupada previamente por el absceso engloba a veces en su interior pequeñas celdillas de pus, las cuales pueden constituir el punto de partida de un nuevo absceso. El desconocimiento por parte del cirujano de un r ecesus o de una de las bolsas de un absceso multilocular tiene a menudo com o consecuencia la recidiva del absceso "in situ". Otro tipo de recidiva se explica por la persistencia del foco de infección original o de otros focos de infección latente o poco manifiestos que coexistían con el que se supuso la causa del absceso. Así, CAIRNS ha hecho not ar que en algunos abscesos consecut ivos a una s inusitis frontal el éxito del t ratamiento puede quedar frustrado si ex iste todavía pus en los senos esfenoida! o maxilar. Después del t ratamiento de los abscesos otógenos se producen también r ecidivas por el mecanismo que acabamos de indicar. El absceso temporal izquierdo presentado últimamente por el enfermo constituye un típico ejemplo de ello. Documento descargado de http://www.revclinesp.es el 26/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. TOMO XXI NúMBIRO 1 ABSCESO CEREBRAL MULTIPLE ObsenJaCión nú,m. 2.-Angel R., de dieciséis セッウ@ de edad, sin antecedentes hereditarios e individuales dignos de mención. El 30-V-1943 sufre un accidente de bicicleta, produciéndose una herida contusa en la región frontal derecha, con fractura y hundimiento de la bóveda craneana. No pérdida del conocimiento. En un dispensario de la localidad más cercana se le practica una cura de urgencia y se le sut:w:ra la herida del cuero cabelludo. A su llegada a Barcelona comienza un tratamiento con sulfamidas. Durante dos días el estado del enfermo es satisfactorio; pero al tercer día presenta cefalalgias y malestar general. Ingresa en la Cl!nica Ribas Isern. Se le practican dos radiografías de cráneo (figuras 13 y 14), observándose un hundimiento de la bóveda y la presencia de un cuerpo extraño, de contornos angulosos y del volum en aproximado de una castaña, enclavado en la región frontal derecha, a unos 3 cm. de profundidad. La inspección de la herida revela un gran e<lema de la región superciliar y del párpado superior correspondiente. Los bordes de la herida están marcadamente tumefactos y su compresión da salida a un liquido purulento. El día 4-VI es intervenido por el doctor RIBAS ISERN, 25 bico. El examen del sedimento revela la existencia de un 22 por 100 de polinucleares. Los restantes elementos son linfocitos y células endoteliales. En las extensiones Fig. 14. Proyección lateral derecha. Fig. 13.-Proyección ante rior. no es pcsible colorear ningún germen. Los cultivos son negativos. El dia 2 de julio el doctor RIBAS ISER:\' practica, bajo anestesia general, una segunda revisión de la herida. Regularización y ampliación de la brecha ósea. Nueva el cual extrae los puntos de sutura, y separando los bordes de la incisión tegumentaria practica una "toilette" de la región traumatimda, de la que extrae varias piedras, fragmentos de hueso, mechones de cabello y tierra. Para ello se hace preciso agrandar con la pinza gubia el orificio óseo creado por el traumatismo. La superficie cerebral se espolvorea con sulfamidas. Los bordes de la incisión tegumentaria son nuevamente suturados, dejando un tubo de goma que atraviesa la herida de extremo a extremo. Durante los días siguientes el estado del enfermo es relativamente bueno. A los seis días se observa una urticaria en relr:ción, sin duda con el suero antitetánico administrado anteriormente. Abundante supuración de la herida. Los tubos de goma son extraídos, sustituyéndolos por un drenaje con tiras de goma (que se renueva diS:riamente). Siguen eliminándose pelos y pequeñas esqutrlas. . Una nueva radiografía de cráneo (fig. 15) permite, sm embargo, cerciorarse de la ausencia de piedras a nivel de la herida cerebral. A los veinte días (hacia fines del mes de julio) se produce una elevación progresiva de la temperatura, acompañada de Kernig intenso, rigidez de la nuca cefalalgias, diplopía y estasis papilar. En la región fron tal derecha, en la que existe una brecha ósea de 8 centímetros de diámetro, se produce un marcado prolapso cerebral. Se practica una punción lumbar y un examen de liquido cefalorraquídeo, en el que se hallan 0,52 gramos por 100 de albúmina, 6,76 gramos por 100 de cloruros, Pandy positivo y 9.800 células por milimetro cú- Fig. 15.-Radiografla practicada el 23-VI-1943 (proyección lateral derecha). Adviértase la ausencia del cuet po extraño qu& aparece en las ra.dlografia.s anteriores. Documento descargado de http://www.revclinesp.es el 26/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. 26 REVISTA CLINICA ESPA"&OLA "toilette" de la herida cerebral, en la que se observa la presencia de mamelones carnosos infectados. En el cw·so de las maniobras operatorias se abre incidentalmente rm t•olnm noso ア「Lセ」ウッ@ cer-ebral. Una vez evacuado el pus que contenía. se inspecciona la cavidad abscesal, de 15 abril 19% A los pocos dlas se producen nuevas elevaciones térmicas, las cuales continúan durante todo el m es de julio. El síndrome meníngeo y las manifestaciones de hipertensión intracraneal prosiguen sin modificación apreciable. La eliminación de liquido cefalorraquídeo persiste hasta el 20 de julio. A fines de este mes el aspecto local de la herida ha mejorado y el fondo de la cavidad abscesal se halla ya tapizado por tejido ele granulación. La temperatura, que ha oscilado entre 37,5 y 39,5•, desciende desde los primeros días de agosto. Durante este mes el prol{!ps0 ccr·cl>ral, el cstasis p'l¡>ilar y ャ。N\セ@ eefalalyias tienden a ac( ntuarse 1JI'OfJresivamcnte. Vemos entonces al enfermo junto con los doctores y Go:.us, diagnosticando la <'xistcncia de un segundo absceso cerebral, en curso de encapsulización, cuyo tratamiento se nos confía. Durante todo el mes de septiembre se observan pequeñas febrlculas y una constante agravación de los trastornos neurológicos. Las cefalalgias son ahora intensas y localizadas en la región frontal, acompaflándoRIBAS ¡ Fig. 16. Proyección occipucio-placa. Importante desplazamiento lateral del III ventriculo y del asta frontal izquierda. El ventriculo lateral derecho no aparece insuflado. paredes relativamente lisas, pero desprovista de una cápsula consistente. La cavidad es irrigada con suero fisiológico, dejándose un drenaje con tiras de goma. Se establece un enérgico tratamiento con sulfamidas. La abertura del absceso cerebral produce una remisión transitoria de la hipertermia y una ligera mejoría de las cefalalgias. A las cuarenta y ocho horas se observa que los apósitos y el vendaje están empapados en liquido cefalorraquídeo. La inspección de la cavidad abscesal muestra en el fondo de la misma una fisura, probablemente en relación con el ventrículo lateral. セ@ • Fig. 17.-Proyección sien izquierda-placa. El aire ha quedado acantonado en el trígono d el ventriculo lateral Izquierdo. La. porción anterior del cuerpo ventricular y el asta frontal no aparecen Inyectados. Fig. 18. Visualización radiográfica d e l absceso previa Inyección con torotrast. Proyección posterior . se de vómitos cerebrales. Enflaquecimiento acusado. La postración impide ahora al enfermo sostenerse de pie. Finalmente, se asiste al desarrollo insidioso de una hemiparesia izquierda. A su ingreso en la Sección de Neurocirugía del Policlínico el enfermo presenta rigidez de la nuca y Kernig intensos. Hemiparesia izquierda de tipo cerebral, en la que participan uniformemente la musculatura facial y la de las extremidades. No defectos de la sensibilidad objetiva. Marcado prolapso cerebral (recubierto por tejido de granulación) en la región frontal derecha Diplopía. Doble papila de estasis de tres dioptrías de elevación. aァオ、 ・\セ。@ y campos normales. Ventriculografía (8-X-1943). Doble trépano-punción de las astas occipitales. El cerebro pulsa en ambos lados y no tiende a herniarse a través del orificio dura!. En el lado derecho las punciones son negativas. En el lado izquierdo el ventriculo es hallado en su posición normal y su contenido evacuado. Insuflación de aire. Las radiografías practicadas acto seguido (figuras 16 Y 17) ponen de manifiesto la existencia de un proceso expansivo frontal derecho. Documento descargado de http://www.revclinesp.es el 26/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. ABSCESO CEREBRAL MULTIPLE TOMO XXI N!ThfJlRO 1 Operación (dos horas después del ventriculograma). Anestesia local. Agujero de trépano fronto -lateral derecho. Punción exp lo¡adora (la aguja se ha introducido perpendicularm ente a la superficie cerebral), n egativa. Se practica una segunda punción dirigiendo la aguja hacia adelante. A unos 3 cm. se encuentra la resistencia ofrecida por la cápsula del absceso, apareciendo en seguida en Flg. 19. Proyección lateral derecha. el pabellón de la cánula un pus espeso y de color amarillento, del que se extraen 30 e c. por aspiración. Inyección de 5 c. c. de torotrast. · La dura se espolvorea con polvos de pental. Cierre habitual de los planos muscular y cutáneo. En las radiografías (practicadas veinticuatro horas más tarde) aparece visualizada la cavidad abscesal. cuyo tamafio y forma pueden ser comparados a los de un limón (figs. 18 y 19). La h emiparesia se acentúa ligeramente. 9-X-1943. Se prolonga hacia abajo y adelante la incisión de la operación anterior y se amplía en la misma dirección el orificio de la primera craniectomía. Incisión dura! de forma circular, con lo que queda a l descubierto una zona cortical de 4 cm. de diámetro. Coagulación de los bordes de la dura y del cortex contiguo, el cual tiende a prolapsar progresivamente. Punción del absceso, cuya cápsula se halla a unos 2 cm. de profundidad, con objeto de atenuar la tensión intrac raneal. Para proceder a la marsupialización del absceso se intenta extirpar mediante el aspirador el disco de sustancia cortical que r ecubre su polo externo; pero la consistencia dura y elástica de la misma h ace imposible su aspiración. A través de un "ojal" practicado en el cortex fibrosado a traemos la cápsula del absceso hacia afuera, y ampliando el orificio de la punción procedemos a ranversar los bordes del mismo y la suturación con s eda fina a los bordes del orificio dura! El contenido del absceso (35 c. c. de pus) es エッ 。 ャセ ・ ョエ ・@ evacuado, dejando una tira de gasa yodofórmica en el interior de la cápsula. El examen bacteriológico del pus dem uestra la presencia del estafilococo dorado. Curso postoperatorio. La cefalea desaparece a partir de la marsupialización del aJ:;>sceso. En el curso de los días siguientes la hemiparesla se atenúa progresivam ente. A s u salida del Policllnic0 (18-X) se observa sólo un cierto déficit de la musculatura facio-braquial izquierda. La zon a craniect omizada y el primitivo prolapso siguen. abombando en gr ado sumo. Doble papila de estasis Se p1ensa en la posibilidad de que exista todavía otro 。セ・ウッN@ Sin embargo, en el curso de las semanas siァオゥセョ セエ・ウ@ Q@ prolapso se retrae progresivamente y e l estasia papilar muestra una f ranca r egresión . El 18-XIQYセS@ existe sólo una ligera diplopía al mirar hacia la izqmerda. Fondo de ojo: derecho, normal; Izquierdo, li- 27 gero flou en el borde nasal de la papila. La hemiparesia ha desaparecido. 19-ll-1944. Estado satisfactorio. Las dos heridas han cicatrizado totalmente (fig. 20). L eve déficit del facial inferior izquierdo. La motilidad, los reflejos y la sensibilidad son normales en los cuatro miembros. Sacudidas nistágmicas en las posiciones laterales extremas de la mirada. Vamos a destacar ahora las particularidades más interesantes de la observación que acabamos de referir. a) El desarrollo de los abscesos cerebrales debe ser atribuído, en este caso, a los errores terapéuticos cometidos con ocasión de la primera cura del traumatismo cráneocerebral. La sutura del cuero cabelludo sin "toilette" previa de la herida cerebral (en la que quedó incluida una gran piedra además de mechones de pelo, tierra, esquirlas óseas, etc.), debe considerarse como una grave falta neuroquirúrgica. Aunque se trata de principios ya conocidos desde largo tiempo, las experiencias de la reciente guerra mundial han demostrado una vez más que en las heridas cráneocerebrales intervenidas precozmente (y sometidas a una "toilette" cuidadosa que elimine todo t ejido desvitalizado y susceptible de infectarse, así como los cuerpos extraños, esquirlas óseas, etc.). se obtiene casi s iempre una cicat rización por primera intención y se suprime casi del todo el peligro de una complicación abscesal. b) El primero de los abscesos cerebrales descubierto en nuestro caso debe ser calificado de absceso post-traumático precoz) pues las manifestaciones clínicas del mismo hicieron su aparición tres semanas después del traumatismo. Este absceso fué abier- Fig. 20. - Fotografia rectente del enfermo (19-IIto incidentalmente en el 1944) mostrando una excurso de la segunda re- tensa cicatriz frontal derecha una pequeña devisión de la h erida, de- presióny cicatriza! en la jándose como drenaje sien derecha. En la cicatriz anterior se advierte la varias tiras de goma in- importante brecha ósea por el traumatissinuadas en la cavidad creada mo, y a través de la c ual abscesal. Interesa aquí fué dest'ublerto y evacuado el primer absceso. La destacar la evolución sa- cicatriz lateral nos Indica el punto en que fué martisfactoria de este pri- supltalizado e 1 segundo mer absceso, no obstanabsceso. te haber sido drenado en su estadio agudo y antes de su encapsulación, pues la abertura de los abscesos agudos ha sido desaconsejada hasta h ace poco casi de un modo unánime por los neurocirujanos. DANDY afirma en su "Cirugía cerebral" que en estas circunstancias la mortalidad alcanza casi a un 100 por 100 de los casos. La naturaleza, dice dicho autor, necesita un cierto tiempo para encapsu- Documento descargado de http://www.revclinesp.es el 26/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. 15 abril 1946 REVISTA CLIN IOA ESPAÑOLA lar la infección, y hasta este momento debe considerarse como impracticable cualquier tratamiento directo del absceso, pues toda tentativa de drenaje da lugar a una más rápida extensión del proceso infectivo. Muchos abscesos agudos evolucionan con tal rapidez que el enfermo fallece antes de que se llegue al estadio crónico. Ante estos casos la cirugía debe considerarse como enteramente impotente. La r eciente experiencia de la guerra mw1dial en el tratamiento de las heridas cerebrales infectadas ha demostrado, sin embargo, que el anterior punto de vista sólo puede ser aceptado con determinadas reservas, y que, por lo menos en algunos casos, el drenaje de los abscesos post-traumáticos en su estadio incipiente puede conducir a resultados satisfactorios. Así, T6N:-..1s 26 aconseja el tratamiento operatorio de los abscesos precoces que complican las heridas por arma de fuego. Para ello se vale del llamado "dr enaje del calamar", el cual es colocado previa extirpación de los obstáculos que obstruían el orificio óseo y es combinado con punciones lumbares repetidas. Pero ha sido sobre todo PEIPER quien con más energía ha defendido el drenaje precoz de determinados abscesos cerebrales. Según dicho autor, la idea de no intervenir las heridas cerebrales por arma de fuego una vez transcurridas las cuarenta y ocho horas, debe ser desechada en absoluto. Con ello se trataba de esper ar a que un abs ceso precoz en vías de desarrollo se limitara y encapsulara' convenientemente. PErPER consider a esta concepción como errónea, pue.s un foco encefalítico en estado de fusión purulenta (esto es, un absceso precoz) sólo ocasionalmente se encapsula, tendiendo, en cambio, muchas veces a seguir un curso progresivo. Recomienda el tratamiento de los abscesos precoces por medio del taponamiento con esponja de goma, combinado con punciones suboccipitales repetidas. Ha trat ado , valiéndose de este método, una serie de 324 heridas cr áneocer ebrales infectadas (casi en todos los casos se trataba de abscesos precoces) , con un 30 por 100 de ュ ッ イ セ@ talidad. Vemos, pues, que nuestra observación parece coincidir con los puntos de vist a que acabamos de exponer y que la abertura precoz del absceso, que fué realizada en nuestro caso de un modo incidental, es practicada ahora sistemáticamente por algunos neurocirujanos. e) La salida del líquido cefalorraquídeo a través de una grieta exist ente en el fondo del absceso indica la presencia de una comunicación del mismo con el ventrículo later al. El curso favorable seguido a pesar de ello muestra (lo que, por lo demás, ya es conocido por algunas observaciones de la literatura), que la abertura en el ventrículo no debe ser cons ider ada siempre como una complicación fatal. Nos parece probable que el enérgico t rat amiento sulfa mídico llevado a cabo puede haber influído decisivamente en estos r esultados. d) A diferencia del primer absceso, el segundo fué operado tardíamente después de conseguida una buena encapsulación del mismo. Tan sólo nos interesa hacer notar aquí que la ventriculografía nos fué de gran utilidad para la localización del absceso y que la visualización del mismo con torotrast nos proporcionó dat os topográficos de considerable interés para el drenaje y marsupialización subsiguiente. Los resultados de ésta fueron excelentes, observándose a partir de la misma una regresión progresiva de los síntomas focales y de la hipertensión intracraneal. e) Los dos abscesos presentados por el enfermo se desarrollaron con toda probabilidad simultáneamente, pues la persistencia de los síntomas después del drenaje precoz del primero indica que el segundo estaba ya en plena evolución. Se trata, pues, de un doble absceso frontal post-traumático precoz. Uno de los abscesos fué drenado en los estadios iniciales de su evolución; el absceso restante fué drenado y marsupializado tardíamente después de su encapsulación. Aunque las dos observaciones de absceso cerebral que acabamos de tl anscribir y comenta1· no son en modo alguno su pez ponibles, y aunqul' los métodos de tratamiento empleados en cada caso son completamente distintO!>, la comparación de los dos casos entre sí y el cotejo con ot ros casos de la literatura puede servirnos de punto de partida para la discusión general de los principios básicos que informan el diagnóstico y tratamiento de los abscesos cerebrales múltiples. DIAGNÓSTICO. Vemos que en nuestra observ ación número 1 la existencia de un doble absceso fué sugerida por el hecho de que la evacuación del primero no ejerció la menor reper cusión sobre la s intomatología general y focal del enfermo. La pres encia del segundo absceso f ué confirmada por medio de punciones cerebrales exploradoras. En la observación número 2, aunque el drenaje del primer absceso f ué seguido de una breve r emisión sintomatológica, la existencia del otro absceso se tradujo por una agravación lent a, pero progresiva, de los síntomas de hipertensión intracraneana y por la aparición ulterior de síntomas f ocales (hemiparesia izquierda) . Para localizar el segundo absceso se recurrió al empleo de la ventriculografía. El diagnóstico de absceso múltiple t ambién puede basa rse en la presencia de un síndrome focal doble o múltiple. Así, en un enfermo de MACEWEN afecto de un absceso temporal izquierdo y un aooceso subtentorial, el examen clínico r eveló la coexistencia de una af asia y de un síndrome cer ebeloso, haciendo sospechar el desarr·ollo de focos purulentos múltiples. Esta eventualidad debe considerarse, sin em- Documento descargado de http://www.revclinesp.es el 26/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. TOMO XXI NúMERO 1 29 ABSCESO CEREBRAL MULTIPLE bargo, como rara, pues lo mismo que en los casos de tumor cerebral múltiple, la observación de varios síndromes focales es excepcional, predominando, paradójicamente, los casos con ausencia total de síntomas focales. Por otra parte, los casos en que los abscesos se hallan estrechamente agrupados en determinada zona cerebral (como acontece en nuestros enfermos) se comprende sin dificultad que presenten una sintomatología focal única. Hay que tener en cuenta, finalmente, que la presencia de un doble síndrome focal tampoco indica con seguridad la existencia de dos abscesos, pues lo mismo que cualquier otro proceso expansivo endocraneal ・ セ I@ el absceso puede ocasionar falsos síntomas de foco que coexisten con la sintomatología focal auténtica. En ocasiones el diagnóstico de absceso múltiple se hace en el curso de la intervención. Así, en un caso de CAIRNSJ en que la exploración ventriculográfica había revelado la existencia de un proceso expansivo frontal izquierdo, una craneotomía osteoplástica permitió descubrir y enuclear sucesivamente tres abscesos contiguos del lóbulo frontal izquierdo. En los casos en que se emplea el drenaje y la exploración endoscópica de la cavidad abscesal puede verse en el fondo de la misma el abombamiento ocasionado por la presión de un absceso vecino. Dejando aparte los hechos que anteceden, casi todos ¡os neurocirujanos están de acuerdo en que el diagnóstico de los abscesos cerebrales múltiples se plantea la mayoría de las veces de un modo parecido al de nuestros casos. Así, según PEIPERJ cuando en el curso del drenaje de una cavidad abscesal se observa una agravación del estado general acompañada de apatía, parálisis o papila de estasis, o aparece un prolapso cerebral o un aumento progresivo de la presión intracraneal, debemos sospechar la existencia de otro u otros abscesos cerebrales. A menudo faltan los síntomas locales del segundo o de los demás abscesos, e incluso el encefalograma puede inducir a error mostrándonos imágenes sin modificaciones características. En estos casos, PEIPER procede a nuevas punciones cerebrales exploradoras. Desgraciadamente, el número de abscesos no siempre queda reducido a dos, pudiendo escapar a la exploración otros abscesos que coexistían con los primeros. Cuando ocurre esto último, el drenaje del segundo absceso no se acompaña de la mejoría que esperábamos. En los casos post-traumáticos, en que las radiografías de cráneo descubren la existencia de esquirlas óseas enclavadas en el cerebro, su situación nos orienta sobre las zonas en que debemos, ante todo, buscar los abscesos. (* ) En nuestro trabajo (en colaboración con el doctor GISPERT) "Tumores supratentoriales con manifestaciones focales del hemisferio contralateral" (publicad? en セevista@ CLINICA ESPAROLA, XV, 204, 1944), hemos discutido detalladamente la cuestión. TRATAMIENTO DE LOS ABSCESOS CEREBRALES MÚLTIPLES. Respecto al tratamiento de los abscesos múltiples, se han emitido por parte de los cirujanos las opiniones más variadas. PEIPER 22 recomienda el drenaje sucesivo de los abscesos a medida que son descubiertos. Según DANDY) el método más apropiado para tratar los abscesos múltiples consiste en ampliar la abertura ósea y dural creada para drenar el primer absceso, de modo que pueda introducirse el índice en el interior· del mismo. Mediante la palpación se pone fácilmente de ュ。セ@ nifiesto la prominencia lisa y redondeada que el absceso vecino produce en la cavidad del primero. Perforando a este nivel la pared del absceso se crea un orificio que pone en comunicación los dos abscesos. De este modo el contenido del segundo absceso se vacía en la cavidad del primero. Los mBjores resultados en el tratamiento de los abscesos múltiples se obtienen cuando uno de los abscesos se halla en contacto con la dura. El método de la enucleación en masa de los abscesos crónicos encapsulados puede también ser aplicado al tratamiento de los abscesos múltiples, sobre todo si éstos se hallan cerca unos de otros. Finalmente, CAIRNS y PENNYBACKER 4 han utilizado el método de la aspiración, combinado con la descompresión (practicando una craneotomía osteoplástica con abertura de la dura) en la región en que asientan los abscesos. De un modo análogo a lo que ocurre en los atscesos cerebrales únicos, no puede, a nuestro juicio, en los casos de absceso múltiple hablarse de un método terapéutico de elección. Cada una de las técnicas propuestas tiene sus ventajas e inconvenientes propios, así como sus especiales indicaciones. La localización, el tamaño y el grado más o menos avanzado de encapsulación en que se encuentre cada uno de los abscesos constituyen los factores que deben valorarse más cuidadosamente al planear el tratamiento de un caso dado. N o es necesario aplicar a todos los abscesos de un mismo enfermo un método de tratamiento idéntico. En ocasiones el empleo de técnicas diversas es incluso imprescindible, dadas las distintas características (evolutivas y topográficas) de cada uno de los focos piógenes. Nuestras observaciones representan un excelente ejemplo de la aseveración que antecede, pues vemos que en el caso número 1 el método de las aspiraciones repetidas fué empleado con éxito en los dos primeros abscesos, mientras que en el tercero la marsupialización resultó ser la técnica más apropiada. En nuestro caso número 2, uno de los abscesos fué precozmente drenado antes de alcanzar una encapsulación ostensible. El otro absceso se dejó, en cambio, encapsular, siendo marsupiali- Documento descargado de http://www.revclinesp.es el 26/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. 30 15 abril 1946 REVISTA OLIN ICA ESPAÑOLA zado con éxito una vez alcanzado el estadio crónico. Un error terapéutico frecuente en los casos de absceso múltiple es el de drenar un solo absceso. En 1934, CAIRNS 5 afirmaba haber incurrido varias veces en este error, especialmente en casos de absceso múltiple de origen bronquiectásico. L as referencias bibliográficas sobre casos de absceso múltiple curado son raras. En su tratado de "Cirugía cerebral", afirma DANDY 1 " que en los casos de absceso múltiple es excepcional que el tratamiento operatorio consiga salvar al enfermo. Refiere haber visto únicamente dos pacientes de este tipo curados quirúrgicamente y otros dos casos en que los abscesos múltiples curaron de un modo espontáneo. A pesar de todo, confía en la posibilidad de salvar un mayor número de casos. Según DA...'IDY1 no cabe apenas esperar que los abscesos múltiples puedan ser curados quirúrgicamente si su número excede de dos o tres. También considera como una condición indispensable que existan entre los mismos relaciones de vecindad. A pesar de las afirmaciones que anteceden, la casuística sobre abscesos cerebrales múltiples operados con éxito no es tan escasa como a primera vista pudiera parecer. Hay que tener en cuenta sobre todo que algunas observaciones no han aparecido en trabajos directamente dedicados a este asunto, hallándose dis persas en publicaciones de carácter gener al o en las que se refier en a cualquier aspecto particular de las supuraciones intracraneales. Nosotr os no t enemos la menor pretensión de hacer una r evisión exhaustiva de la bibliografía sobre dicho t ema (trabajo totalmente imposible en la actualidad), sino que limitamos nuestro propósito a dar algunas ref erencias bibliográficas interesantes sobre el mism o. En la literatura antigua se encuentran ya algunos datos sobre casos de absceso múlt iple t r atados satisfactoriamente. En 1892, MACEWEN 21 consiguió intervenir con éxito un caso de doble absceso cerebral ot ógeno (consecutivo a una otitis gr ipal ). L a observación se halla cuidados a mente descrita en sumonografía sobre "Enfermedades piógenas del cerebro y de la m edula" . En est e caso un absceso subdural comprimiendo el cortex t émporooccipital izquierdo coexistía con un absceso cer ebeloso izquierdo y una trombosis del seno sigmoideo izquierdo. MACEWEN intentó est ablecer un drenaj e a través de la región m astoidea, s iguiendo un trayecto fis tuloso ya exist ente ; pero se vió ult eriormente obligado a trepanar la f osa craneal post erior por detrás de la mastoides (con lo que consiguió drenar el absceso cerebeloso) y practicar dos agujeros de t répano t émpora-occipitales, con lo que descubrió y drenó el absceso supratentorial subyacente. M. LEWANDOWSKY 19 afirmaba en 1912, en el capitulo sobre absceso cerebral de su "Hand- buch der Neurologie", que en una serie de otservaciones de retención de pus o de absceso múltiple se consiguió la curación mediante repetidas operaciones. Sin embargo, no da ningún detalle concreto sobre estos casos. En 1915, H. HARI\IS 1 ' publicó un caso de absceso múltiple (cuatro abscesos ) consecutivo a una otitis media aguda, en el que pudo conseguir la curación. E . URBANTSCHITSCII .,, describió en 1916 un caso de doble absceso temporal, curado después de dos operaciones. En un caso tratado por CAIRNS en 1929 aparecieron, después de una bronconeumonía, una osteomielitis de la región parietal derecha, acompañada de un absceso subdural subyacente y de un absceso subcortical del lóbulo parietal izquierdo. Los focos purulentos fueron drenados sucesivamente con resultados satisfactorios. En un reciente trabajo sobre el tratamiento de los abscesos cerebrales, CAIRNS • ha descrito un caso muy interesante de absceso cerebral cuádruple operado con éxito brillante. El primer absceso, de localización frontal dez echa. fué tratado por el profesor LEAHl\IONTII mediante la punción y aspiración. Seis meses más tarde. CAIRNS descubrió, mediante un ventriculograma. la existencia de un proceso expansivo frontal izquierdo, y enucleó a través de un;1 craneotomía osteoplástica t res abscesos encapsulados contiguos dispuestos en fila. El mat erial de abscesos cerebrales t raumáticos creado por la reciente guerra mundial habrá propor cionado con toda seguridad a los neurocir ujan os una importante experiencia sobre el tratamiento de los abscesos múltiples. Sin embargo, los resultados de la misma están todavía por publicar. RESUMEN. Se describen dos casos personales de absceso cer ebral múltiple operados con éxit o, y se hace ref er encia a otros casos análogos de la literatura neurológica. Se estudian y analizan las condiciones clínicas en que puede plant ea rse el diagnóstico de absceso cer ebral múltiple y se discuten los mét odos quirúrgicos de que dis pone actualmente el neurocirujano para r esolver satisfactoriamente estos casos. 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TOMO XXI N 'OMJIJRO 1 11. 12. 13. 14. 15. 16. 17. 18. 19. 20. 21 . 22. 23. 24. 25. 26. 27 28. 31 METILHOMATROPIN A Y ARRITMIAS EVANS, W.-Lancet, 1, 1231, 1931. FAUNCE, C. B., y SRAMDAUOH, G. E. - Jr. Arch . Otolaryng., 17, 673, 1933. of セィ ・@ Nervous GowilRS, W. F.- A Manual of dャウ・。セ@ System, ed. 2, Phlladelphia P. Blak1s ton s Son & Co., 1898, vol. 2, 475. HARMS, H.- Z. Ohrenhellk, 72, 118, 1945. HARRIS, T. J.- Laryngoscope, 15, 535, 1905. HENNEBERO, R.- Berl. klin. W s chr., 1, 387, 1919. HOLT, L. E.- Arch. Pediat., 15, 81, 1898. KREPUSKA, S.- Mschr. Ohrenheilk, 64, 1043, 1930. LE"WI!lNDOWSKY, M. - D e r Hirnabscess. Ha.ndbuch der Neurologie. Herausgeg. Von. Lewandowsky. Bd. 3, S. 199. Berlln: Julius Springer, 1912. L UBLINER.- Monatschr. f. Ohre nh., 49, 25, 1913. MACI'IWEN, W.- Pyogenic Infective Diseas es of th8 Brain and Spinal C ord. James Macleos e and Sons, Gla.sgow, 1893. 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An analytical study is made of the clinical conditions in which diagnosis of multiple cerebral absesses can be made, and the surgical methods at present available to the neurosurgeon for satisfactorily dealing with these cases are discussed. zusaセnfg@ Man beschreibt zwei eigene Beobachtunge:n von multiplem Hirnabszess, die erfolgreich operiert wurden. Man erwahnt andere analoge in der neurologischer Literatur veroffentlichten Falle. Man untersucht und analysiert die klinischen Bedingungen unter denen die Diagnose multipler Hirnabsces.s gestellt werden kann. Die chirurgischen Methoden, über die heutzutag·e der Neurochirurg verfügt, um diese Falle erfolgreich zu behandeln, werden besprochen. Rl!:SUMÉ On décrit deux cas personnels d'abces cérébral multiple, opérés avec succes; on cite d'autres cas analogues de la littérature neurologique. On étudie et on analyse les conditions cliniques dans lesquelles on peut établir le diagnostic d'abces cérébral multiple et on discute les méthodes chirurgiques que possede actuellement le neurochirurgien pour résoudre ces cas d'une maniere satisfaisante. ACCION DEL BROMURO DE METILHOMATROPINA SOBRE DETERMINADO GRUPO DE ARRITMIAS (•) J. LóPEZ - BRENES Jefe del Servicio de Cardiologla. E. ORTIZ DE LANDÁZURI Jefe cllnico. Cátedra de Pa.tologia Médica de la. Facultad de Medicina de Madrid. Prof. Dr. C. JIMÉNII!Z-DlAz. Hace algún tiempo publicamos " un trabajo clínico donde se señalaba un efecto especial de la atropina sobre el miocardio en virtud del cual se suprimía un foco de parasistolia. Con motivo de aquella observación nos decidimos a emplear la atropina en casos análogos, y hemos podido comprobar su acción beneficiosa, indudable, en otros enfermos más. Recordamos con brevedad el caso, que ya fué objeto de publicación, y a continuación la historia resumida de otros tres con los resultados obtenidos. Caso 1.- J. C. V., de cuarenta años, casado, natural de Vallecas, de oficio cargador. Previamente bien, desde hace siete ュ・ウセ@ acusa palpitaciones de esfuerzo, disnea y mareos. Estas molestias van en aumento hasta el momento de acuclir a la consulta (30-I-1943): las palpitaciones y la disnea son continuas; desde hace un mes, disnea de decúbito, con tos y expectoración; desde hace cinco ellas, edemas en extremidades inferiores. Nicturia de tres veces. Nada セー・」ゥ。ャ@ en los demás aparatos. Antecedentes familiares sin interés. Entre los antecedentes personales sólo merece citarse anginas !refuentes, en oca siones con fiebre alta. Exploración clínica: Sujeto bien constituido, piel pálida y mucosas cianóticas ; boca séptica, caries, reacción pupilar normal a la luz y acomodación; pulso, 74 por minuto con lati<lo raclial débil, seguido, a corto intervalo, de otro más fue rte, pausa, y después se repite el ciclo; la punta late en quinto espacio intercostal por fuera de línea mamilar; latido débil. Comzón: Dos tono.s de poca intensidad, seguidos, a corto intervalo, de otros dos más fuertes, pausa, y des·pués se repite el ciclo; <loble soplo en punta y rodamiento presistólico; los soplos se propagan a los demás focos, principalmente el sistólico. Pulmón normal a la percusión; por auscultación roncus diseminados en plano posterior. Abdomen: Hfgado aumentado tres traveses de dedo por debajo de reborde costal. eクエイ・ュゥ、。セ Z@ edemas. Presión arterial: 11/ 5. Orina con indicios de albúmina. Sedimento con algunos leucocitos, hematíes aislados y algunos cllindroo hialinos. Sangre: Serie roja, normal; fórmula leucocitaria, normal; leucocitos por milimetro cúbico, 6.200. Velocidad de sedimentación con índice de 15,25. Wassermann y complementarias, negativas. Rayos X: Dilatación global de corazón; en O. A. D., espacio retrocardiaco ocupado en tercio medio e inferior. Diagnóstico: Enfermedad mitra! descompensada. Se obtiene un EKG (fig. 1), que muestra una curva con preponderancia eléctrica derecha y ritmo bigémino por extrasístoles del V. I., según la nomenclatura del levo y dextrocardio(*) Comunicación presentada en la Sección de Cardiologia de las Jornadas Médicas de Sevilla, mayo 1945. Después <le esta fecha hemos regi.9trado nuevos casos, que no son citados por no modificar o aumentar el texto original.