Revista Mayéutica - Programa Sócrates

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Revista
Mayéutica
Programa Sócrates
Facultad de Derecho
Universidad de los Andes
Bogotá, Colombia
Agosto de 2009, No. 2
LA JURISPRUDENCIA COMO EVOLUCIÓN Y
VENTAJA PERO NO COMO OBLIGACIÓN EN
EL DERECHO
Miguel Reyes González*
Resumen
El sistema de fuentes del derecho colombiano ha generado polémica por no establecer una
jerarquía de fuentes, ni definir cuáles son las obligatorias y auxiliares del sistema jurídico. Este
ensayo argumentativo reevalúa y estudia la función de la jurisprudencia. Para resolver el
problema se ponderan los principios constitucionales que chocan entre sí: por un lado
igualdad y seguridad jurídica, y por el otro la autonomía judicial. Las bases del ensayo se
encuentran en las sentencias de la Corte Constitucional que han hablado acerca de este tema,
en las cuales se distinguen las fuentes auxiliares de obligatorias. Teniendo en cuenta el origen
y la tradición jurídica del país, se plantea una tesis en donde la jurisprudencia juega un papel
fundamental, pero no obligatorio para las decisiones de los jueces.
Palabras clave: Jurisprudencia, doctrina constitucional, doctrina probable, analogía, sistema
de fuentes, principio de igualdad, principio de seguridad jurídica, principio de autonomía
judicial.
Estudiante de Derecho de la Universidad de los Andes. Este trabajo fue presentado a la profesora Betsy
Perafán Liévano como parte del curso de Introducción al Derecho.
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El sistema jurídico colombiano, de origen romano-germánico, se basa en el derecho que
actualmente se denomina ‘continental europeo’. En este sentido se entiende que la fuente
primordial del derecho es la Ley, emanada del legislador. En contraposición está el sistema
anglo-sajón, basado en la jurisprudencia, es decir, en las decisiones de los jueces, quienes
crean derecho. En Colombia, esa tradición anglo-sajona ha venido moldeando e
introduciendo influencias que hacen confundir la verdadera función de fuente del derecho
que cumple la jurisprudencia. La variada doctrina de los últimos años que considera
diferentes teorías y posiciones para la jurisprudencia, así como los múltiples casos en que la
jurisprudencia tiene una función de mayor o menor importancia para los jueces llevan a
estudiar a qué se deben las distintas controversias y cuál es el verdadero lugar que debe
ocupar la jurisprudencia. El derecho civilista colombiano ha evolucionado y ha sido
dinámico, y los fallos no han sido consistentes para poder conocer qué posición merece la
jurisprudencia por lo que la jerarquía de las fuentes no ha sido definida formalmente.
Es propósito de este escrito es reevaluar dentro del sistema de fuentes la función de la
jurisprudencia y determinar el lugar que ocupa en el sistema jurídico colombiano, para
definir si hace parte o no de las fuentes obligatorias del derecho. El problema jurídico a
resolver es si la jurisprudencia es una fuente obligatoria dentro del sistema de fuentes del
derecho colombiano.
El derecho romano o continental rige en Colombia. Su fuente es la Ley y ésta prima sobre la
jurisprudencia como se afirma en el contenido del artículo 2301 de la Constitución, que
establece que los jueces sólo están sometidos al imperio de la ley, como única fuente
obligatoria y aclara que la jurisprudencia es sólo una fuente auxiliar2 de la actividad judicial.
La Constitución, como norma suprema, reconoce a los jueces autonomía e independencia
judicial para tomar sus decisiones, en donde prevalecerá el derecho sustancial o material
Art. 230. Los jueces, en sus providencias, sólo están sometidos al imperio de la ley. La equidad, la jurisprudencia, los
principios generales del derecho y la doctrina son criterios auxiliares de la actividad judicial.
2 La explicación que da Diego López a la fuente auxiliar: “significa que las decisiones judiciales son tan sólo guías
ilustrativas y operativas de la actividad judicial y que no es posible argumentar un quebranto del sistema de derecho si un
juez dado, en un caso concreto analogizable, se niega a seguir otra decisión similar fallada previamente por él mismo, por
un superior jerárquico o incluso por la propia Corte Constitucional”. ‘El Derecho De los Jueces’ (2006).
1
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(art. 228 C.P.N), que es el que determina el contenido, la materia, la sustancia, es decir
cumple con la finalidad de la actividad o función jurisdiccional (Sentencia C-029/95). Con
esto se deja en claro que el espíritu de la Constitución pretende ligar obligatoriamente la
acción de los jueces solamente a la ley y deja un margen de discrecionalidad para que
tomen decisiones autónomamente, sin depender, ni estar obligados a atenerse a previas
consideraciones de otros jueces. Vale la pena aclarar qué parte de las sentencias se
considera que tiene fuerza normativa; en la sentencia C-836/01 se especifica una distinción
conceptual, en donde la ratio decidendi (fundamentos jurídicos suficientes, que son
inescindibles de la decisión sobre un determinado punto de derecho) es obligatoria; y los
obiter dicta (afirmaciones que no se relacionan de manera directa y necesaria con la
decisión) constituyen criterios auxiliares.
Esto significa que la jurisprudencia no existe formalmente como fuente obligatoria para la
actividad judicial en el derecho colombiano, sin embargo los jueces deben respetar los
principios constitucionales de seguridad jurídica3 e igualdad. Es aquí donde la
jurisprudencia debe entenderse con precisión, porque respetar estos principios no implica
tener como obligación pero sí como consideración. Con esto se quiere decir que los jueces,
aunque tengan autonomía e independencia, no pueden fallar de manera injusta, dándole
tratos distintos a casos análogos y violando los límites que establece el sistema jurídico. Por
esta razón la jurisprudencia se debe tener presente y en caso de tener fundamentos para
apartarse de las decisiones anteriores, éstos deben ser expuestos, argumentados y
justificados para motivar el fallo. Todo esto con el propósito de mantener la seguridad
jurídica, la coherencia y la unidad en el ordenamiento. En otras palabras, de esto se infiere
que la autonomía judicial y la igualdad deben estar ligadas y ser respetadas entre sí, pues
aparte de que ambos principios están plasmados en la Constitución, el adecuado manejo de
los dos es el camino para la verdadera administración de justicia: la razón de ser de los
jueces.
La certeza que la comunidad jurídica tenga de que los jueces van a decidir los casos iguales de la misma forma es una
garantía que se relaciona con el principio de seguridad jurídica.
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Lo aclarado acerca de la jurisprudencia indica que es una fuente importante, mas no
obligante que es lo que se concreta en esta argumentación. Por eso cabe destacar el peligro
y el daño que puede llegar a hacer el mal uso de la jurisprudencia como fuente. En casos
donde el juez, caprichosamente se aleje de la unificación y la coherencia que se debe
mantener dentro del sistema, se amenazará la confianza y la certeza que deben poseer el
derecho y los jueces, y la igualdad que debe ser respetada, aun con mayor rigor por la
justicia del Estado. Por eso la jurisprudencia debe ante todo reflejar el sentido de la Carta,
así no haya ley precisa para el caso. Y el sentido de la Constitución se entiende dentro de la
doctrina constitucional, que es la interpretación de la Corte Constitucional, institución
judicial autorizada y legítima para definir la Carta Suprema. Esto lleva al siguiente problema
que son los diferentes grados jerárquicos existentes para la jurisprudencia.
Con base en la sentencia C-083/95 nos podemos sujetar a su resolución donde decide la
Corte que la doctrina constitucional y la analogía son pertenecientes al concepto “imperio
de la ley” (Sentencia C-083/95) referido en el artículo 230 de la Carta y que la expresión
“imperio de la ley” tiene un alcance que cubre todo el conjunto de normas jurídicas, es decir,
las normas del ordenamiento jurídico. La Corte como tribunal máximo en materia
constitucional confirió el alcance de sus fallos aprovechando su autonomía institucional.
Esto se prestó para extensos conflictos porque la sentencia dejó por fuera la jurisprudencia
y defendió a la ley (incluidas doctrina constitucional y analogía) como fuente obligatoria
única dentro del sistema colombiano. “El alcance de sus sentencias es una tarea que le
corresponde a la Corte Constitucional, a ella corresponde fijar el carácter obligatorio de sus
sentencias haciendo uso de su autonomía institucional” (J.M. Berrío. P.13). La Corte con esto
pretendió equiparar sus interpretaciones con la misma Constitución, y buscó que los
tribunales inferiores tuvieran que seguir su misma línea jurisprudencial.
Aunque en la sentencia C-083/95 de Carlos Gaviria se hace una distinción entre dos
funciones de la doctrina constitucional: una integradora, con fuerza obligatoria para todas
las autoridades y los particulares; y otra interpretativa, que como la jurisprudencia, “son
guías auxiliares o subsidiarias que no comprometen el criterio autónomo del operador
judicial” (D. López en J.M Berrío. p.15), finalmente en la sentencia posterior T-123/95 esta
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distinción fue abandonada y se dejó en claro que la Doctrina Constitucional es fuente
obligatoria. También el artículo 23 del Decreto 2067 aclara su obligatoriedad (ver anexo 1)
y en la mencionada sentencia C-836/01 se afirma que la doctrina constitucional es
obligatoria frente a vacíos legislativos. Considero que la interpretación y la integración
están ligadas. Para integrar es indispensable hacer un trabajo interpretativo previo, es esta
interpretación la que le da la fuerza obligatoria a la doctrina constitucional, sin embargo, en
esencia esto también se puede considerar jurisprudencia, pues siguen siendo
consideraciones e interpretaciones de los jueces por fuera de lo escrito en la ley. Significa
que se hace una distinción conceptual y jerárquica, creando un campo más restringido para
el término “jurisprudencia” donde sí se incluye la doctrina probable, contenida como fuente
auxiliar.
La función de la doctrina probable como fuente de derecho es evaluada en la sentencia C836/01, donde se demanda el artículo 4º de la Ley 169 de 1896 (ver anexo 2). El propósito
de la doctrina probable es mantener la uniformidad de la jurisprudencia y el principio de la
seguridad jurídica. Este propósito es aún más importante cuando el precedente proviene de
grados superiores en la jerarquía judicial, lo que se conoce como precedente vertical. Esto
reconoce la autoridad que le corresponde a la doctrina de la Corte Suprema, y supone una
fuerza obligatoria que requiere una carga argumentativa mayor para los jueces inferiores al
apartarse de la jurisprudencia de la alta corporación. La separación o variación de la
jurisprudencia está expuesta en la misma sentencia (numeral 21), explicando cuáles son los
casos en que las decisiones se juzgan “erróneas” y está legitimado apartarse del precedente
(Ver anexo 3).
Dentro de esta problemática estudiada desde el contexto del sistema tradicionalista, que
fundamenta todo el ordenamiento jurídico, me sujeto a la función de los jueces, quienes
limitándose al imperio de la ley, dignos de su responsabilidad y dentro de su arbitrio, debe
tomar decisiones acordes y constructivas frente al bienestar de la sociedad y del campo
judicial. “Son entonces la Constitución y la ley los puntos de partida necesarios de la
actividad judicial...significa que los jueces se encuentran sujetos principalmente a estas dos
fuentes de derecho. Precisamente en virtud de la sujeción a los derechos, garantías y
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libertades constitucionales fundamentales, estos jueces están obligados a respetar los
fundamentos jurídicos mediante los cuales se han resuelto situaciones análogas anteriores”
(Sentencia 836/01). Por eso le corresponde al juez dentro de su autonomía tener en cuenta
los fallos previos, porque no puede negar que éstos sean una influencia predominante para
el entendimiento y la obediencia a la línea jurisprudencial. Pero esa influencia de los
precedentes debe ser evaluada para corroborar su pertinencia al nuevo caso.
Si la realidad social es tan cambiante e impredecible no se puede garantizar que las
decisiones anteriores -así sean correctas- respondan de la misma manera a un caso nuevo.
Los mismos hechos en un contexto distinto cambian todo el orden de la situación: “…las
eventuales equivocaciones del pasado no tienen por qué ser la justificación de inaceptables
equivocaciones en el presente y en el futuro. O, en otros eventos, una doctrina jurídica o una
interpretación de ciertas normas puede haber sido útil y adecuada para resolver ciertos
conflictos en un determinado momento, pero su aplicación puede provocar consecuencias
inesperadas e inaceptables en casos similares, pero en otro contexto histórico, por lo cual
en tal evento resulta irrazonable adherir a la vieja hermenéutica”(sentencia C-836/01)
El contexto jurídico-político que se vive en Colombia, evidencia un país cargado de
conflictos por distintas posiciones políticas, es necesario entonces tener pautas generales
para todos los magistrados, sin importar su tendencia política, e inclusive buscando
alejarlos de tener una. Por ejemplo, si en una doctrina probable se evidencia un predominio
político en las decisiones, el juez, con su capacidad de autonomía e independencia, puede
argumentar y justificar su alejamiento de la doctrina por dicha causa. Esto previene que los
jueces queden atados a fallos anteriores que -aunque coincidan entre sí- pueden inclinarse
hacia una decisión política y no jurídica, “…se defiende la Constitución y su ethos
democrático, si se respeta las decisiones del legislador, disminuyendo al mínimo la
interferencia de las interpretaciones constitucionales en la “libertad de configuración
política del legislador” (López p.328).
Es así como la jurisprudencia puede tener un carácter iluminador, auxiliar, consejero, en
general conveniente, pero no puede ser independiente de la ley. Como se dijo, la ley en
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sentido amplio es la única fuente obligante, lo que indica que la jurisprudencia ha nacido y
está fundada en la ley. Como pronunció la Corte Constitucional, la única interpretación que
entra dentro del ‘imperio de la ley’, es la que hace esa Corporación, pues “entre la
Constitución y la Corte Constitucional, cuando esta interpreta aquélla, no puede
interponerse ni una hoja de papel”4. Como se ha dicho supra, toda esta autonomía e
independencia que está legitimada no puede excluir, ni apartarse del principio a la igualdad
y a la seguridad jurídica. “La Constitución reconoce a los jueces un margen apreciable de
autonomía funcional, siempre que se sujeten al imperio de la ley. De otra parte, la
jurisprudencia tiene sólo el carácter de criterio auxiliar” (Sentencia T-123/95).
“La moderna orientación del derecho se basa en la inescindibilidad entre la vida humana y
normas jurídicas. Se ha dicho con sobrada razón que una norma jurídica es un pedazo de
vida humana objetivada. Es necesario, para poder aplicar e interpretar correctamente la
norma jurídica, que el juez haya descubierto los caracteres de lo humano, las situaciones
peculiares de cada caso, las circunstancias que rodean los hechos que analiza y la
comprensión de los móviles de la conducta humana”(M.G. Monroy. p.216). Los jueces deben
saber interpretar el orden jurídico, para determinar el alcance y los efectos de la norma
general para el caso concreto. La jurisprudencia no es indispensable para entender la
dirección que deben llevar los casos, el juez dentro del entendimiento de la realidad social y
de la norma debe lograr articular y armonizar sus interpretaciones y razones siendo activo
y realista para llegar a resolver un caso jurídico que resulte verdaderamente justo.
Aunque los jueces tienen que dar una respuesta en todo proceso y aunque en muchos casos
la jurisprudencia sea sustancial para construir un fallo justo, que respete los principios
constitucionales y que guíe el sentido de la justicia y el derecho, la autonomía del juez en su
providencia parece ser suficiente para apartarse, así logre un resultado nefasto. Esto quiere
decir que hay muchas razones para saber que debe ser fundamental no perder de vista y a
agudizar los sentidos frente a la jurisprudencia, pero que a fin de cuentas, el fallo depende
más de la aplicación de la ley por parte de un juez para un preciso caso, que del historial
4
Corte Constitucional. Sentencia C-113/93. M.P. Jorge Arango Mejía.
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que pueda existir de fallos de otros jueces. Respetando el derecho y la Carta que nos rige, la
jurisprudencia no es una fuente obligatoria de derecho. La aplicación de la ley en el marco
de la autonomía judicial y siempre respetuosa del sistema jurídico, es la base estructural
para la administración de justicia.
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Referencias:
1. Constitución Política de Colombia de 1991. Henao Hidrón, Javier. 16 Ed. Temis. 2006
2. Sentencia judicial.
3. Colombia. Corte Constitucional. 2 de febrero de 1995. Magistrado ponente Jorge
Arango Mejía. Sentencia número C-029 de 1995.
4. LOPEZ MEDINA, Diego Eduardo. “El derecho de los jueces”. Segunda edición Legis.
Universidad de los Andes. Bogotá, 2006.
5. Sentencia judicial.
6. Colombia. Corte Constitucional. 9 de agosto de 2001. Magistrado Ponente Rodrigo Escobar
Gil. Sentencia C-836 de 2001.
7. Sentencia judicial.
8. Colombia. Corte Constitucional. 1º de marzo de 1995. Magistrado Ponente Carlos Gaviria
Díaz. Sentencia número C-083 de 1995.
9. BERRÍO, Julián Martín. “Sistema de fuentes del derecho colombiano: aproximación
preliminar”. “Próximamente a ser publicado”.
10. Sentencia judicial.
11. Colombia. Corte Constitucional. 10 de Octubre 1995. Magistrado Ponente Eduardo Cifuentes
Muñoz. Sentencia T-123 de 1995.
12. MONROY CABRA, Marco Gerardo. “Introducción al derecho”. Editorial Temis S.A. BogotáColombia, 2003.
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Anexos:
Anexo 1
1. DECRETO 2067 DE 1991
(Septiembre 4)
"Por el cual se dicta el régimen procedimental de los juicios y actuaciones que deban
surtirse ante la Corte Constitucional"
CAPITULO IV
Artículo 23. La doctrina constitucional enunciada en las sentencias de la Corte
Constitucional, mientras no sea modificada por ésta, será criterio auxiliar obligatorio para
las autoridades y corrige la jurisprudencia. (Art. 48, Ley 270 de 1996, Estatutaria de la
Administración de Justicia. Sentencia C-037 de 1996).
Las modificaciones a la doctrina existente, deberán ser explícitas en la sentencia.
Sentencia C-131 de 1993.
Declarar INEXEQUIBLE la expresión "obligatorio" del artículo 23 del Decreto 2067 de 1991, de
conformidad con las razones expuestas en la parte motiva de esta sentencia.
Sentencia C-217 de 1993.
Estarse a lo resuelto en la sentencia de la corte constitucional N° SC-131 del día 1° de abril de
1993, en la que se declaró inexequible el artículo 23 del decreto 2067 de 1991.
Anexo 2
LEY 169 DE 1896
(diciembre 31)
Diario Oficial No 10.235, de 14 de enero de 1897
ARTÍCULO 4º. Tres decisiones uniformes dadas por la Corte Suprema como Tribunal de
Casación sobre un mismo punto de derecho, constituyen doctrina probable, y los Jueces
podrán aplicarla en casos análogos, lo cual no obsta para que la Corte varíe la doctrina en
caso de que juzgue erróneas las decisiones anteriores.
<Jurisprudencia Vigencia>
Corte Constitucional sentencia C-836/01
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- Artículo declarado EXEQUIBLE por la Corte Constitucional mediante Sentencia C-836-01
de 9 de agosto de 2001, Magistrado Ponente Dr. Dr. RODRIGO ESCOBAR GIL, "siempre y
cuando se entienda que la Corte Suprema de Justicia, como juez de casación, y los demás
jueces que conforman la jurisdicción ordinaria, al apartarse de la doctrina probable dictada
por aquella, están obligados a exponer clara y razonadamente los fundamentos jurídicos
que justifican su decisión, en los términos de los numerales 14 a 24 de la presente
Sentencia".
Anexo 3
Sentencia C-836/01
Demanda de inconstitucionalidad contra el artículo 4º de la ley 169 de 1.896.
Actor: Carlos Alberto Maya Restrepo.
Magistrado Ponente:
Dr. RODRIGO ESCOBAR GIL
Bogotá D.C., agosto nueve (9) de dos mil uno (2001)
Consideraciones de la Corte
21. La expresión “erróneas” que predica la norma demandada de las decisiones de la Corte
Suprema puede entenderse de tres maneras diferentes, y cada interpretación da lugar a
cambios jurisprudenciales por razones distintas. En primer lugar, cuando la doctrina,
habiendo sido adecuada en una situación social determinada, no responda adecuadamente
al cambio social posterior. Como se analizó de manera general en el numeral 18 supra, este
tipo de error sobreviniente justifica que la Corte cambie su propia jurisprudencia. En
segundo lugar, la Corte puede considerar que la jurisprudencia resulta errónea, por ser
contraria a los valores, objetivos, principios y derechos en los que se fundamenta el
ordenamiento jurídico. En estos casos también está justificado que la Corte Suprema
cambie su jurisprudencia para evitar prolongar en el tiempo las injusticias del pasado,
haciendo explícita tal decisión. En tercer lugar, como resulta apenas obvio, por cambios en
el ordenamiento jurídico positivo, es decir, debido a un tránsito constitucional o legal
relevante.
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