COMPROMISO SOCIAL Y POLÍTICO EN LA POESÍA DE MIGUEL

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COMPROMISO SOCIAL Y POLÍTICO
EN LA POESÍA DE MIGUEL HERNÁNDEZ
Cuando en marzo de 1934, Miguel Hernández viaja por segunda vez a Madrid dejará
atrás la influencia clasicista, conservadora y de acentos católicos de Ramón Sijé. Junto
a su trabajo en la enciclopedia de Los Toros con J. M. Cossío, se incorpora a Misiones
Pedagógicas, que fue un proyecto educativo español inspirado en la filosofía de la
Institución Libre de Enseñanza. Comienza, pues, el compromiso social de Miguel
Hernández.
El estallido de la Guerra Civil en julio de 1936 obliga a Miguel Hernández a dar el paso
al compromiso político. En septiembre se incorporará como voluntario al Quinto
Regimiento y más tarde se incorporará a un destino más idóneo, como jefe del
Departamento de Cultura, y se encargará del periódico de la brigada.
Su cometido a partir de 1937 será el uso de la poesía como arma de combate,
propagándola a través de altavoces. Este es el tiempo en el que el poeta compone
Viento del pueblo, poesía comprometida, poesía de guerra y de denuncia y poesía de
solidaridad con el pueblo oprimido. La voz del poeta se alza para proclamar el amor a
la patria, para educar a los suyos en la lucha por la libertad y la justicia y para increpar
a los opresores de la patria y los hombres. El tono de este poemario será por lo tanto
de:
-exaltación (exaltación heroica de los hombres que luchan por la justicia y la
libertad): “Vientos del pueblo”, “Canción del esposo soldado”, “El sudor”…
-lamentación (lamentación por las víctimas de los opresores): “El niño
yuntero”, “Aceituneros”…
-imprecación (imprecación a los enemigos, opresores y explotadores): “Los
cobardes”…
El tono de exaltación es el tono dominante, exhorta a los jornaleros, a los aceituneros
de Jaén, a los campesinos y a figuras emblemáticas de la lucha (“Pasionaria”).
En 1937 viaja a la URSS en representación del Gobierno de la República, al regresar su
talante empieza a cambiar tras contemplar el espectáculo de una Europa ajena e
insensible al drama que vive España y la crueldad de la guerra, lo cual lo sume en una
profunda depresión. Comienza a escribir el que será su segundo libro de guerra El
hombre acecha. El tono y tratamiento poético de este libro son distintos a Viento del
pueblo, (libro combativo en el que se puede leer un aliento de entusiasmo, optimismo
y esperanza en la victoria). En El hombre acecha el poeta se repliega hacia la
introspección; los acontecimientos de la guerra son ahora vistos desde un intimismo
marcado por el desaliento ante una realidad que se mide ya en miles de muertos,
cárceles, heridos y odio. El primer poema de El hombre acecha, “Canción primera” ya
irradia el tono de desesperación del poemario que se intensifica en el poema “El tren
de los heridos”, el tren que avanza en un espantoso silencio nocturno es imagen
simbólica de la vida humana, cruelmente azotada y arrastrada a la muerte.
En Mayo de 1939, perdida la guerra, el poeta es detenido y puesto en libertad en
Septiembre, pero comete el error de volver a Orihuela donde es delatado y detenido
de nuevo. De vuelta a la cárcel es juzgado y condenado a muerte en marzo de 1940
por su participación en la contienda a favor del bando republicano, la pena le será
conmutada por 30 años de cárcel, pero enfermará de tuberculosis y morirá el 28 de
marzo de 1942.
Fue en Septiembre de 1939, al salir de la cárcel y antes de ser detenido
definitivamente, cuando entregó a su esposa un nuevo poemario titulado Cancionero
y romancero de ausencias. A este poemario inicial se le han ido añadiendo sus últimas
composiciones hasta 1941. En este libro de tono trágico contenido aborda los temas
más obsesionantes de su mundo lírico: el amor, la vida, y la muerte, sus “tres heridas”.
El poeta es una víctima más, un vencido y sus versos son los de un hombre herido que
expresa su dolor por todas las ausencias que lo definen, la de la muerte de su primer
hijo y la ausencia de la esposa y del hijo que mana “cebolla y sangre”. La palabra
libertad ahora, en “Antes del odio”, está unida al amor, porque al menos su sentir no
puede encarcelarse.
El poeta nos quiso dejar al final unos versos de pacifismo en “Tristes guerras”. Son los
versos de un hombre cuya empresa fue el amor y cuyas armas fueron las palabras.
Tristes guerras
si no es el amor la empresa.
Tristes, tristes.
Tristes armas
si no son las palabras.
Tristes, tristes.
Tristes hombres
si no mueren de amores.
Tristes, tristes.
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