No puedo escribir los versos mas tristes

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Siglo nuevo
NUESTRO MUNDO
centelleos flotan en lo alto: las franjas
oro y grana a lado de la llama azul de la
constelación circular de la Europa unida.
Signos de los tiempos que ahora habitan
en los espejos prístinos de los patios seculares, en las alcobas hueras de amores
y pasiones. Flamas blancas también los
albos picos de la Sierra Nevada.
La intrusa geometría del rey Carlos
es la oquedad de un cráneo implantado
en medio del edén. El orden clásico impuesto a la sensual cadencia de los arcos
lobulados. La voz reseca de la piedra
que gime entre la humedad de los surtidores y del rocío. El preámbulo de la
alfombra rosácea y pétrea que da acceso
al paraíso.
El rumor del agua acaricia la policroma y tersa superficie del mosaico, espejo
fulgurante atravesado por el relámpago
quebrado de las grecas. Las caprichosas
oquedades de los panales del celaje, son
una celada para la vista distraída. Los
leves matices de la luz que se escurre entre el velo de las celosías, nos revelan el
oficio de los artesanos de la luna creciente y las miradas oscuras ocultas tras los
velos. Sombras.
Agua: voz de los surtidores que crepita. Agua: flama en la boca de los leones. Espejo fiel del tiempo que mira al
infinito y lo duplica. Encausada y breve
en las acequias, eres la esencia derretida
de la nieve vulnerada; masa contenida
en las oscuras entrañas de los húmedos
aljibes eres savia que corre subterránea
y fresca.
Cristal líquido de la nube precipitada en copos. Ablución que limpia los
efluvios sudorosos de la piel de oliva y
disipa el vaho embriagador de los cuerpos ondulantes; arco chispeante en los
jardines del Generalife; coro celestial
en el húmedo tálamo. Almohada de la
tarde.
Signo opuesto la noche. Consume en
su arrebato al día. Otra vez los montes,
ahora en penumbra. Los barrios de la
Alcazaba y el Albaicín tachonados por
los flamígeros cuadros ventanales, arriba los astros. La voz de las cuevas levanta su lamento bajo una luna que sonríe
rotunda al ayer voluptuoso y trágico
que llegó algún día, desde el desierto.
44 • Sn
Correo-e: gregoriomunozcampos@hotmail.
com
No puedo escribir
los versos mas tristes
este otoño: “Cuando mi hija era pequeña y tenía ganas de papaya le decía a su
papá ‘quiero papaya’ y cuando deseaba
que yo le sirviera decía ‘quiero mamaya’”. Puedo tener las memorias más infantiles esta madurez: “Siendo niña jugaba a darme vueltas hasta marearme
y descubrí que al invertir el sentido de
los giros el mareo desparecía. Jugaba a
Angélica López Gándara
“P
uedo escribir los versos más tristes esta noche”, aseguró Pablo Neruda en su poema. Y yo quisiera escribir
los versos más alegres esta mañana, esta
tarde o esta noche. Pero en mí no hay una
poeta que se hace y menos una que nace.
En cambio puedo escribir las líneas más
paranoicas esta noche. Escribir, por ejemplo: “Me persiguen y para muestra
está mi perro que siempre se ha de fijar hacia dónde camino. Además una
mosca me ha pateado y me he enojado
por eso”. O también puedo escribir las
líneas más tontas esta tarde: “Gusto de
subir a la azotea a ver nada o comerme
una gran cantidad de uvas sin semillas”.
¶
“El viento de la noche
gira en el cielo
y canta./ Puedo escribir
los versos más tristes
esta noche”
Puedo escribir una anécdota casi alegre
esta mañana: Troto por el parque veo pájaros y niños jugando. Bajo la mirada,
me encuentro diez pesos y decido hacer
un viaje al centro de mi conciencia en un
ruta Campo Alianza. Puedo escribir las
frases más optimistas esta noche: “En
los próximos tres años México dejará de
ser uno de los países menos educados,
leeremos mucho y seremos cultos y en el
IMSS no habrá cucarachas y se atenderá
rápido y bien a los pacientes”. Y puedo
escribir los recuerdos un poco lejanos
contar los ‘vochos’ por sus colores y a
no pisar las rayas de la banqueta y con
un hilo amarraba mayates de una pata
¿A dónde se fueron esos insectos? Acaso
están en la extinción ¿Habré cooperado
para ello? Ellos verdes verdes y yo más.
De niña pasaba horas mirando borregos
en el cielo y al dios Cronos comiéndose
a sus hijos”. Bueno, esto último lo miro
en este instante. Somos hijos de Cronos
y es por eso que a todos nos devora.
Pero lo mejor de todo: Puedo transcribir un hermoso poema de Pablo Neruda esta vez:
“Puedo escribir los versos más tristes
está noche/ Escribir, por ejemplo: «La
noche está estrellada/ y tiritan, azules,
los astros, a lo lejos»./ El viento de la noche gira en el cielo y canta./ Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
“Yo la quise, y a veces ella también me
quiso./ En las noches como ésta la tuve
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