La industria del juego en Chile: El “no va más” neoliberal

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El Clarí-n de Chile
La industria del juego en Chile: El “no va más” neoliberal
autor Paul Walder
2006-07-15 03:35:00
La última vuelta de tuerca de los oficiantes del mercado libre. El “no va más― a la inversión extranjera. La última apues
del casino neoliberal está, precisamente, en los casinos de juego, jugada, más allá de toda la carga simbólica de esta
actividad, expresa también el estado, si no terminal, sÃ- decadente, del proceso de apertura económica hacia la
inversión extranjera.
Cuando parece no haber más áreas que privatizar, cuando creÃ-amos que la desregulación de los mercados estaba
completa, ha parecido, como un As bajo la manga, la liberalización del juego como nuevo servicio entregado al capital
transnacionalizado.
No bastaba con la entrega de la educación, la salud, la banca y todos los servicios básicos al libre juego de la oferta y
la demanda. Ahora tenemos al mismo juego compitiendo en su propia ley.
El jueves pasado la autoridad competente en la materia de los juegos de azar abrió los sobres que adjudicaron los
primeros nueve casinos, de un total de 17, que se construirán en las localidades de Antofagasta, Copiapó, Los Õngeles,
Pinto (comuna que alberga a las termas de Chillán), Talcahuano, Temuco, Valdivia, Osorno y Punta Arenas. "Es
indudable que hay inversión regional. Se trata de infraestructura de alto nivel, hoteles cinco estrellas, cuatro estrellas,
remodelación de infraestructura existente―, dijo en su oportunidad la subsecretaria de Hacienda, MarÃ-a Elena Recart.
Las autoridades chilenas y todos los oficiantes de la liberalización de los mercados pueden agregar otra marca a sus
registros. La apertura del mercado del juego es también un caso inédito, si no lo es en el mundo, sÃ- en nuestra región.
Y tampoco lo es que de un momento a otro a los siete casinos en operación se aumente la oferta en 17 más. En
lenguaje numeral, tan propio de los fanáticos del mercado, las plazas de juego aumentarán nada menos que un 242 por
ciento.
Los gobiernos de la Concertación nos ofrecen hoy la diversión. Nos entregan el juego. Tal vez porque ya somos
grandes apostadores, acostumbrados desde hace décadas al libre juego del mercado, que no ha sido otra cosa que el
individual y esforzado deporte de la sobrevivencia, del darwinismo social. En estas largas décadas, ya sabemos apostar
por nuestro proveedor de servicios de educación, de salud o de telefonÃ-a: nuestro know-how nos llevará, cual
tendencia natural, a los casinos. La vida, en Chile, es una loterÃ-a.
Las autoridades hablan de una nueva industria de servicios, como es también la industria turÃ-stica, la que en otras
latitudes está orientada al mercado externo y es una buena forma de conseguir divisas, como sucede en las naciones
de El Caribe. Pero en nuestro caso, con esta nueva industria emplazada en un rincón del Cono Sur, será muy
improbable que los casinos logren atraer a los jugadores de la región o el mundo. Al descartar esta posibilidad,
tenemos que los casinos serán para los chilenos. Por tanto cabe preguntarse ¿quién ha detectado la demanda? ¿O se
trata de un caso más de creación de demanda?
Al tomar en cuenta las evidentes dificultades que ya tiene la población chilena para enfrentar los servicios básicos
privatizados, es difÃ-cil comprender el masivo emplazamiento de salas de juego para esta esforzada población. Si ya
hay problemas en el pago de la educación, la salud, la luz y el agua, cómo hacer frente a esta nueva oferta del casino
neoliberal. La única respuesta, el único mercado posible estará en el alto segmento, aquella pequeña porción de
ciudadanos que obtiene la mitad de los ingresos totales de nuestra –o no tan nuestra- economÃ-a. La distorsión en la
distribución de la riqueza, que puede ser útil y atractiva para algunos negocios, usa y abusa de esta perversión. ¡Vaya
manera de comprender el desarrollo de un paÃ-s!
¿HabÃ-a alguna necesidad de ampliar la cobertura de casinos de juego por todo el territorio chileno? El gran argumento
levantado desde finales de la década pasada por los impulsores de este nuevo espacio económico ha sido la creación
de empleos, directos e indirectos, y mayores recursos a los municipios. Una tesis que, sin embargo, a la vista del
desempeño que tienen los actuales casinos merece más de una duda. Por poner un ejemplo, el actual casino de Viña
del Mar funciona en una de las regiones que sufre de las mayores tasas de desempleo del paÃ-s.
Al hablar de casinos no hablamos de cualquier actividad ni de un clásico inversionista. El negocio de las apuestas está
teñido de prácticas oscuras, entre las que destaca el lavado de dinero, posible origen de los capitales que incluso las
autoridades han admitido. El superintendente de Casinos de Juegos, Francisco Javier Leiva, en una entrevista de
prensa, al referirse a la evaluación que ese organismo hace de los postulantes al nuevo negocio ha dicho que ninguno
de ellos tiene antecedentes que permitan presumir un origen ilÃ-cito de los fondos.
Leiva dio esa entrevista hacia finales de abril de este año, pero sólo un mes más tarde surgieron dudas sobre el origen
de una de las inversiones. El diputado democratacristiano Jorge Burgos pidió a la Superintendencia de Casinos de
Juegos (SCJ) un oficio para conocer los procedimientos de evaluación de las postulaciones motivado por informaciones
de la prensa extranjera acerca de las opacas operaciones de uno de los interesados: notas de prensa aparecidas en los
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diarios españoles El PaÃ-s y El Mundo, entre el 2000 y el 2002, vinculan al grupo hispano CIRSA –postulante en varias
de las licitaciones nacionales- con una investigación que sigue en España el juez Baltasar Garzón por una supuesta
vinculación de esta firma con lavado de dinero. Sea como fuere este caso, lo que sÃ- es una certeza es la duda,
extendida ésta desde el mismo negocio del juego al interés de los gobiernos nacionales a abrir el mercado de
inversiones hacia los sectores más exóticos: atraer como sea a la en estos dÃ-as renuente inversión extranjera.
Flujos de la inversión extranjera
A diferencia de la década pasada, que estuvo caracterizada por grandes flujos de inversión extranjera, principalmente
hacia la compra de empresas de servicios públicos privatizados, los últimos años han marcado una tendencia inversa.
Desde comienzos del 2000 la inversión extranjera ha registrado una violenta caÃ-da, y los pocos casos o áreas que
mantienen ciertos flujos están motivados por efectos en Chile de los procesos mundiales de fusiones y adquisiciones.
La sequÃ-a en estos flujos puede interpretarse como la ausencia para los capitales extranjeros de nuevas y atractivas
oportunidades de inversión. Los casinos, y asÃ- sucede por el interés demostrado por los inversionistas, apunta a
cambiar esta tendencia. Chile aparece como un buen mercado para el juego.
A partir del fin de la década pasada, aun cuando hay flujos de capitales hacia Chile, éstos corresponden a macrooperaciones regionales de reacomodos inscritos en un proceso de fusiones y adquisiciones, como sucedió el 2004 con
la operación regional de la española Movistar.
AsÃ- tenemos que durante el 2004 un 55 por ciento de los ingresos de capital se orientaron a compras, traspasos u
operaciones financieras por parte de transnacionales como Endesa España, Telefónica, Methanex y Telmex. Otra
proporción de la inversión se destinó a la minerÃ-a y a las autopistas concesionadas, sectores que si bien inciden en
las cifras de crecimiento, no contribuyen en una mejorÃ-a real de los patrones productivos.
La caÃ-da en el 2005, explica el Comité de Inversiones Extranjeras (CIE), se debe en gran parte a que la base de
comparación del 2004 es muy alta, considerando que la inversión se vio distorsionada a raÃ-z de las mega-operaciones
realizadas por Endesa España, en el marco de una reestructuración financiera por US$2.152 millones, y por
Telefónica Móviles de España, que adquirió Telefónica Móviles de Chile por US$1.368,2 millones.
Ante tal fenómeno, un organismo como la CEPAL ha expresado en más de una ocasión sus aprensiones no sólo por
la caÃ-da de la inversión, sino por los destinos de éstas, que son la compra de empresas, principalmente de servicios,
ya en operaciones. Para la CEPAL, estos flujos de capital no contribuyen a un desarrollo productivo de la región ni a la
generación de empleos de calidad.
La nueva ley de casinos, impulsada desde 1999, entró en vigencia en mayo del 2005 y permitirá la creación de salas
de juego e instalaciones turÃ-sticas anexas en 17 localidades del paÃ-s. Hasta el momento se han presentado a
licitación 48 proyectos, los que, una vez seleccionados, sumarán inversiones por unos 1.300 millones de dólares. Con
los ya operativos, el número de casinos en el paÃ-s ascenderá a 24.
Nuevamente tendremos un abultamiento en el flujo de la inversión extranjera, la que, a diferencia de la experiencia de
los últimos años, apuntarÃ-a a la generación de nuevos proyectos. Sin embargo, echando mano a las sugerencias que
ha hecho la CEPAL, nos preguntamos si se trata de inversiones que contribuyen al desarrollo de los procesos
productivos del paÃ-s. ¿En qué medida esta actividad impulsa el desarrollo del paÃ-s y se encadena con otras áreas de
la producción? Y teniendo en cuenta el ámbito en el cual se mueve el negocio de las apuestas, podemos también
preguntarnos ¿qué tipo de encadenamientos conlleva esta actividad?
Quienes han impulsado tales proyectos han estimado como efecto de estas inversiones la creación de más de 17 mil
nuevos empleos directos, pero cabe preguntarse acerca del tipo de empleos indirectos. Asimismo, según prometen, otra
consecuencia favorable serÃ-an los recursos que recibirá la zona: cada casino deberá pagar un impuesto del 20 por
ciento de los ingresos por concepto de juego, monto que se destinará en partes iguales hacia el gobierno regional y al
municipio en el que funciona la sala. Los aportes, señala la ley, deberán invertirse en desarrollo social.
La Ley Marco de Casinos permite  entre una y tres salas de juego por región, con la sola excepción de la Región
Metropolitana, en la que no se autoriza su existencia. De acuerdo al cuerpo legal, aproximadamente 18 meses después
de su publicación en mayo del año pasado deberÃ-an estar aprobadas las solicitudes para crear nuevos casinos de
juego. Y luego, en un plazo de dos años, se deberÃ-an desarrollar los proyectos aprobados.
Los voluminosos recursos que están en juego, más de mil millones de dólares y una buena recaudación fiscal, han
quedado demostrados por el entusiasmo de las autoridades municipales y regionales por conducir hacia sus territorios
los casinos. Como emblema está el Casino de Viña, que generó durante el 2003 la suma de 22 mil millones de pesos,
de los cuales cuatro mil millones fueron destinados al Fisco por concepto de impuestos. De los 18 mil millones de pesos
de utilidades brutas, poco más de ocho mil millones habÃ-an ido a las arcas municipales. Según información
reproducida por la prensa, el casino aporta cerca del 30 por ciento de los recursos anuales que el municipio de Viña del
Mar requiere para su gestión. Â
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Los siete casinos en operación generaron el 2004 una recaudación de IVA por alrededor de 11 millones de dólares,
cifra que podrÃ-a triplicarse al incrementarse el número de salas.
La nueva ley, sin embargo, reducirá los aportes municipales. Actualmente, como vemos en el ejemplo de Viña del Mar,
este municipio recibió el 44 por ciento de los ingresos después de impuestos. Con la nueva ley, el municipio compartirá
el 20 por ciento de los ingresos totales con el gobierno regional.
La nueva legislación estableció una autoridad de carácter nacional llamada Superintendencia de Casinos de Juego
(SCJ), a la que le corresponde la atribución de otorgar, denegar, renovar y revocar los permisos de operación.  De
acuerdo a lo que dispone el cuerpo legal, a mediados de 2006 estarán asignados los permisos de operación y licencias
y, aproximadamente, a mediados del año 2008 podrÃ-an estar operando los nuevos casinos, cuyas autorizaciones
serán por 15 años, pudiendo ser renovadas. Por su parte, los siete casinos en operación seguirán rigiéndose por las
normas legales por las que se crearon hasta que se extingan los contratos de concesión o renovación. Las prórrogas
para que puedan seguir operando podrán extenderse hasta el 31 de diciembre del 2015.
Podrán operar hasta tres casinos por región, sin embargo tendrán que estar a más de 70 kilómetros de distancia. Ello
ha creado una fuerte competencia entre las comunas. Son más de 30 los municipios que compiten por las inversiones,
competencia que se ha generado incluso al interior de las mismas regiones. Algarrobo y San Antonio quieren uno, pero
están a menos de 70 kilómetros; como también Concepción, Tomé y Lota, y, en la VI Región, Rancagua, Codegua,
San Francisco de Mostazal y MachalÃ-, compiten por tener su propia sala de juego.
La Superintendencia ya cuenta con las solicitudes de inversión, las que participan en el proceso de licitación cuyos
resultados se harán públicos en las próximas semanas. Entre ellas, hay numerosas que responden a inversiones
extranjeras, las que compiten en igualdad de condiciones con empresas nacionales.
El argumento de la creación de empleos
Como ya se ha mencionado, el principal argumento levantado por las autoridades a la hora de defender este tipo de
inversión es su capacidad de generar empleo. Pero bajo esta lógica, serÃ-a natural hallar buenas tasas de empleo en
las ciudades y regiones en las que en la actualidad operan casinos. Si se toman como ejemplos cuatro de los principales
casinos chilenos - Arica, Coquimbo, Viña del Mar, Pucón y Puerto Varas- podemos observar que no existe esta
directa relación, y menos aún si se toman como referencia las principales ciudades en las que hoy operan casinos.
Con la nueva ley, los aportes municipales sufrirán de ciertas alteraciones. Actualmente, como vemos en el ejemplo de
Viña del Mar, este municipio recibió el 44 por ciento de los ingresos después de impuestos. Con la nueva ley, el
municipio compartirá el 20 por ciento de los ingresos totales con el gobierno regional. En un cálculo simple, la nueva ley
disminuye los aportes por concepto de juego que reciben los municipios, no obstante éstos teóricamente aumentarÃ-an
al multiplicarse el número de salas de juego.
Algo similar ocurre con la creación de empleos. Según podemos observar, en las siete regiones en las cuales operan
actualmente no existe una relación directa entre este tipo de inversión y la creación de puestos de trabajo. Es
evidente que hay otras muchas variables en juego que inhiben o estimulan la creación de puestos de trabajo. Pero, en
este mismo sentido, puede afirmarse que la relación virtuosa que las autoridades establecen entre la inversión en
casinos y la creación de empleo resulta un poco artificial. La alta tasa de desocupación que padece la V Región no se
resolverá, en ningún caso, con las instalaciones de nuevas salas de juego e infraestructura turÃ-stica.
La nueva vuelta de tuerca neoliberal más parece una nueva apuesta, ideológica, por decir lo menos, en los lÃ-mites del
libre mercado.
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