EL SECRETO DE SUS OJOS - Virgen de guadalupe sus ojos

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José Aste Tönsmann
EL SECRETO DE SUS OJOS
Estudio digital de las
imágenes reflejadas en los
ojos de la Virgen de Guadalupe
C
C
Derechos de autor reservados.
1998, by José Aste Tönsmann
Derechos de edición y arte gráficos reservados.
1998, by Tercer Milenio S.A.
Diseño: Lily Montalbetti Cánepa
Ilustraciones: Eduardo Chávez Arribasplata
Impreso en Perú - Printed in Peru
«No está permitida la reproducción total o parcial de este libro, ni su tratamiento informativo, ni la transmisión de ninguna forma o por cualquier medio, ya sea electrónica,
mecánica, por fotocopia, por registro u otros métodos, sin el previo aviso por escrito de
los titulares del copyright»
Indice
Pág.
Introducción
Estudio de los ojos de la imagen de la Virgen
de Guadalupe
5
55
Nican Mopohua
122
Bibliografía
137
3
4
Introducción
Ingeniero e
investigador
Conocí al Dr. Aste en Lima, Perú, el año 1963. Fuimos
compañeros de trabajo, e iniciamos una amistad duradera. Doy fe
de la capacidad, tenacidad y honradez intelectual del, entonces,
Ingeniero Civil José Aste Tönsmann. Después la vida nos separó.
El se fue a los Estados Unidos, para hacer un doctorado (Phd) en
la Universidad de Cornell, y luego fue a México, donde se afincó
con su esposa y sus cuatro hijos. Su esposa, Margarita, es hija del
Capitán Carlos Martínez de Pinillos, distinguido aviador peruano
que, en 1929, realizó un famoso vuelo internacional; por ello, el
aeropuerto de su ciudad natal, Trujillo (Perú), lleva su nombre.
En México, Aste se dedicó al procesamiento digital
de imágenes de satélite mediante computador. Los satélites
artificiales envían por radio grandes masas de números, que
contienen la información de las “vistas” que el satélite recibe de
la tierra. Almacenados en los discos duros, esos números permiten
reproducir las imágenes captadas por el satélite en una pantalla
del computador, y además procesarlas, obteniendo informaciones
específicas tales como: cultivos de México en ciertos momentos,
plagas de esos cultivos; ciudades y contaminación del aire;
temperatura de las nubes...
Aprendió también, como un pasatiempo, a “digitalizar”
fotografías y procesarlas: un scanner explora una fotografía, y la
convierte en una matriz de números, los cuales se introducen en
el computador y se procesan luego en forma similar a las imágenes
de satélite. Transformando los números mediante programación,
las fotos se pueden ver ampliadas, por partes, en la pantalla, e
5
incluso se pueden mejorar, resaltando la información que el ojo
no ve pero que el scanner sí puede “ver”, por tener más precisión,
y entonces aparecen muchos detalles que en el original quedaban
ocultos. Después de 1978 el progreso ha sido tan acelerado, que
estas técnicas son ya de uso común.
Una imagen reflejada en el ojo
derecho de la virgen
Corría el mes de febrero de 1979. Aste se enteró de que
en 1951, el dibujante mexicano Carlos Salinas, observando
una fotografía de la Virgen de Guadalupe con una lupa, había
descubierto en el ojo derecho la imagen de un hombre barbado,
que, según Salinas, debía ser Juan Diego, el vidente. En realidad
el descubrimiento ya había sido hecho por el señor Alfonso Marcué
unos años antes, pero dado que se avecinaba una persecución
contra los católicos no había sido divulgado.
El doctor Aste se interesó así en las imágenes que se reflejan
en los ojos de una persona, captadas en una fotografía.
Desde 1860, por obra de los científicos Purkinje y Samson,
se sabe que en el ojo se pueden producir hasta tres imágenes
reflejadas de un objeto: una que se refleja en la córnea, otra en
la cara anterior del cristalino, y la tercera en la cara posterior al
cristalino. La primera es la más clara (la córnea actúa como un
espejo esférico convexo); la segunda es la más grande y la más
tenue; la tercera es la más intensa, pero mucho más pequeña, y
es la única que está invertida, o sea, cabeza abajo. Segunda y
tercera imágenes pueden faltar, aún existiendo la primera, pues
para producirse, el objeto tiene que estar frente a las pupilas: la
luz debe poder entrar en las pupilas y volver a salir después de
reflejarse, hasta encontrar el objetivo de la cámara.
La primera imagen de Purkinje – Samson se ve reflejada en
la córnea, sobre el iris, o en la pupila. La segunda y la tercera, que
6
7
El Dr. Aste y esposa, al fondo derecha, con algunos hijos, hijos
políticos y nietos. Enero de 2002.
se producen sobre todo cuando hay poca luz y las pupilas están
dilatadas, se observan en las mismas pupilas al borde de ellas.
Se cumplen las leyes de
Purkinje – Samson
El oftalmólogo Rafael Torija Lavoignet confirmó, después
de examinar el ojo de la Virgen con un poderoso oftalmoscopio,
la existencia de la imagen descrita por Salinas.
Como consecuencia del examen había hecho notar que el
hombre con barba, descubierto en la córnea derecha de la imagen
de la Virgen (en el iris), podía ser considerado como la primera
imagen de Purkinje – Samson, pues aparecían además en ese ojo
las imágenes segunda y tercera, del mismo personaje.
Y, más curioso todavía, el propio Torija Lavoignet descubrió
que la imagen de esa misma persona también estaba, vista desde
otro ángulo y muy desenfocada, en el ojo izquierdo. Es decir, ¡una
reflexión como la que se puede observar en la fotografía de los ojos
de una persona, con las tres imágenes de Purkinje – Samson en
la córnea del ojo derecho de la imagen de la Virgen, y la primera
de Purkinje – Samson en el ojo izquierdo!
Ante estos hechos, Aste se entrenó en digitalizar fotografías
y descubrir imágenes de Purkinje – Samson en los ojos con la
ayuda del computador, mejorarlas, y pasarlas al papel en una
impresora. Para empezar digitalizó la imagen de los ojos de una
fotografía de su hija Sonia; y descubrió que tenían imágenes
reflejadas. Las pasó al papel, y eran los rostros de dos amigas
de su hija, que se podían reconocer con alguna dificultad, por la
distorsión. Las dos estuvieron frente a Sonia cuando se tomó la
fotografía, y sus imágenes quedaron, invisibles a simple vista,
en las pupilas del retrato.
9
La historia de las
apariciones
Antes de emprender el trabajo de exploración en los ojos
de la Virgen de Guadalupe, Aste se documentó lo mejor que pudo.
Aunque ya conocía, en líneas muy generales, el relato de las
apariciones guadalupanas desde su infancia en el Perú, al estudiar
el tema encontró material de un gran valor histórico, humano y
religioso, que ignoraba. Diríamos que fue cautivado por la Virgen
de Guadalupe.
La fuente escrita más antigua conocida en la década 19701980 sobre las apariciones guadalupanas era el “Nican Mopohua”
(“Aquí se Relata”), escrito por el indio Antonio Valeriano,
contemporáneo de los sucesos. El documento original fue escrito
en la lengua de los aztecas, el náhuatl, usando alfabeto latino.
Coincide totalmente con la versión popular, transmitida de boca en
boca y de generación en generación, y con otras fuentes escritas.
Lo que sigue es un breve resumen de su contenido.
Cuenta el “Nican Mopohua” que corría el año 1531 (Piura, la
primera ciudad española del Perú, fue fundada un año después, en
1532), cuando el Indio Juan Diego, de 57 años, viudo sin hijos, de
modesta condición, y avecindado en un pueblo cerca de México;
cristiano fervoroso aunque reciente, pues México había conocido
el cristianismo sólo 11 años antes; caminaba a pie, un día de
diciembre (el 9 de diciembre según otras fuentes), para recibir
instrucción religiosa en la misión de Tlatelolco, en la ciudad de
México; y al pasar por el cerro Tepeyac, se le apareció la Virgen.
Aunque sea algo conocido, recordaremos que la ciudad de
México estaba en una isla en el centro de un lago, hoy desecado;
cuatro caminos o calzadas que pasaban sobre las aguas la unían
con tierra firme. Una de las calzadas enlazaba la ciudad con el
cerro Tepeyac, casi rodeado por el lago. La calzada en cuestión
tenía una longitud de unos 4 kilómetros.
Entre cantos de pájaros finos, que eran coreados por los
10
11
Abajo: Espejo
convexo, da imagen derecha.
Arriba: Espejo
cóncavo, que
da una imagen
invertida.
c
F
c
Imagen
v
Imagen
F
Imágenes de espejos cóncavos y convexos.
C=centro; F=foco; V=vértice
b)
objeto
a)
Objeto
V
13
En la córnea se forma la primera imagen de Purkinje-Samson, la más clara, directa (espejo convexo).
En el cristalino: en la cara anterior, se forma la segunda, borrosa y también derecha. En la cara posterior, se
forma la tercera, invertida (espejo cóncavo).
Cristalino
Primer ensayo de
obtención de imágenes reflejadas en
el ojo mediante el
computador.
El Dr. Aste hizo este
estudio de una foto
de tamaño postal
de su hija Sonia.
Uno de los múltiples ensayos en
modelo vivo.
Véase la 1º imagen
de Purkinje-Samson
del busto de un
hombre con camisa
blanca agarrándose
la barba
15
cerros; entre rayos y luminosidades, la Virgen le llamó por su
nombre en diminutivo : “¡Juantzín, Juan Diegotzín!”, o sea,
“¡Juanito, Juan Dieguito!” Se interesó por él y se presentó: “Ten
por cierto, hijo mío el más pequeño, que yo soy la Siempre Perfecta
Virgen Santa María, Madre del verdaderísimo Dios, por quien se
vive, el Creador de las personas, el dueño de la cercanía y de la
inmediación, el dueño del Cielo, el dueño de la Tierra”.
Juan Diego estuvo muy feliz conversando con la Virgen. Ella
le dio un encargo: le pidió que fuera a ver al Obispo de México,
y le expresara su deseo de tener un templo en el lugar en que se
encontraban, pues ese templo sería para mucho bien y consuelo
de todos sus hijos; desde él les daría a conocer a Dios y realizaría
“lo que tengo en mi mirada”.
Inmediatamente Juan Diego fue a ver al Obispo de México,
el franciscano Juan de Zumárraga. Era el Obispo un vasco anciano y
virtuoso, curtido en los trabajos de evangelización. Estaba lleno de
problemas, algunos motivados por la Primera Audiencia española
que había gobernado México (1528-1530), que fue desastrosa.
Pero en 1531 ya gobernaba la Segunda Audiencia, formada por
personas muy buenas. Justamente su Presidente, don Sebastián
Ramírez de Fuenleal, había llegado a México en octubre de 1531
(fue el último miembro de la Audiencia en llegar), y es probable
que se haya alojado en la casa del Obispo Zumárraga.
Tal vez el problema más grave de Zumárraga era la
desproporción entre los recursos de que disponía y la inmensa tarea
que tenía por delante. Los escasos misioneros que de él dependían
eran, para los varios millones de paganos a los que había que
evangelizar, como una gota de agua en el mar. A esto se sumaban
las preocupaciones de orden material: Zumárraga quiso, mediante
la importación de burros, aliviar a los indígenas en sus tareas más
pesadas; y se encargó de fundar y mantener escuelas para introducir
a los nuevos cristianos en las artes, las ciencias y las letras.
Juan de Zumárraga recibió a Juan Diego los días 9 y 10 de
diciembre. En las entrevistas estuvo presente un intérprete llamado
17
Juan González (según señalan otras fuentes), porque Juan Diego
no hablaba español y el Obispo no conocía el náhuatl. El primer
día, Zumárraga no le creyó a Juan Diego, y le pidió que volviera
al día siguiente.
De regreso de esta primera entrevista con el Obispo, Juan
Diego vio de nuevo a la Virgen en el Tepeyac; estaba desalentado,
no se consideraba apto para la tarea confiada. Pidió a la Virgen
que buscara un emisario más idóneo. La Virgen insistió con gran
firmeza en que debía ser él, Juan Diego, el emisario, y él se dejó
convencer.
Al día siguiente, 10 de diciembre, en la segunda entrevista,
el Obispo le escuchó amablemente, pero le puso una condición para
construir el templo: pidió que le mostrara una prueba tangible de
que realmente se le había aparecido la Virgen. Viendo la reacción
del Obispo, cansado y escéptico, sus criados acordaron entre ellos
que, en adelante, a Juan Diego no le dejarían ni entrar en la casa.
En el cerro Tepeyac, la Virgen esperaba a Juan Diego
cuando éste regresaba de su entrevista con Zumárraga. Escuchó
su narración, estuvo de acuerdo en darle una prueba, y lo citó
para el día siguiente, para dársela.
Sin embargo, al día siguiente (11 de diciembre) Juan Diego
no se presentó.
El motivo fue que su anciano tío Juan Bernardino, que vivía
con él y también era cristiano, había caído enfermo de muerte
allá en su pueblo. Juan Diego pasó el día buscando médicos,
que no pudieron sanar a su tío, y recién el día 12 fue a México,
cambiando su ruta para eludir a la Virgen, pues quería que cuanto
antes un sacerdote administrara la Confesión y Comunión a su
tío, preparándolo a bien morir.
Pero la Virgen se cruzó en su nuevo camino, le reprendió
maternalmente, por no confiar suficientemente en ella, y lo animó :
“¿No estoy yo aquí, que soy tu Madre? ¿No estás tú bajo mi sombra
y resguardo? ¿No soy yo la fuente de tu alegría? ¿No estás en el
hueco de mi manto, en el cruce de mis brazos?”, le dijo.
18
Indio con su manto, llamado
en México Tilma o Ayate,
como el que debió usar Juan
Diego (la tilma de Juan Diego
debió ser más larga y llegar
hasta los pies). Los indios
mexicanos eran muy hábiles
haciendo rápidamente dibujos
esquemáticos, como éste, muy
realistas y llenos de vida.
Idolo de piedra y pirámide sacrificial del antiguo México.
19
Calzada 4 km
Cerro Tepeyac
México
0
5
10
15
20 Km
Lago de México. Al norte de la isla donde se situaba
la ciudad, está el cerro Tepeyac, unido a la ciudad
por una calzada que atravesaba el lago.
En el cerro Tepeyac la Virgen se apareció a Juan
Diego cuando éste estaba a punto de ingresar en la
calzada que conducía a la ciudad de México.
21
La Virgen le prometió que curaría a su tío, y efectivamente a la
misma hora se apareció a Juan Bernardino en su aposento y lo curó;
y además le descubrió su nombre: “Yo soy la Siempre Perfecta Virgen
Santa María de Guadalupe”. A esta aparición se le llama la Quinta
Aparición Guadalupana. Hay actualmente dos pueblos, Cuautitlán y
Tulpetlac, que se disputan el honor de haber recibido esta visita de
la Virgen (los dos están ahora ya englobados en el Gran México).
Pero dejemos ese pueblo y volvamos al cerro Tepeyac. La
Virgen proporcionó a Juan Diego la prueba que el Obispo había
solicitado. Consistía ésta en unas hermosas rosas de Castilla,
florecidas fuera de tiempo, pues era invierno, y por añadidura en
la árida cumbre del Tepeyac. Juan Diego las colocó en su tilma
(manto formado por dos piezas, unidas en el cuello, usado por los
indios. La tela de hilo de maguey de que estaba hecho se llama
“ayate”), que dobló como si fuera una mochila y apretó contra
su pecho, atando los extremos de la tilma en su nuca. Y así fue,
contento, a la casa del Obispo.
Pero los criados, como habían convenido, no le permitieron
entrar. Esperó pacientemente en la puerta, hasta que los criados,
curiosos, quisieron saber qué llevaba en la tilma. Vieron las rosas,
y por tres veces quisieron coger una, pero cuando la querían
coger, parecía que la flor se escurría y quedaba bordada sobre la
tilma. Esto ya les hizo pensar que se trataba de la prueba pedida
por el Obispo.
Alertados por los criados, todos los que estaban en la casa,
Obispo incluido, se presentaron en un aposento e hicieron entrar a
Juan Diego. Éste extendió su tilma y dejó caer las rosas al suelo,
y de pronto ¡la imagen de la Virgen apareció grabada en la tilma
de Juan Diego! ¡Dos milagros en vez de uno!. Al ver la imagen,
el Obispo Zumárraga lloró, por la emoción y tal vez arrepentido
de su desconfianza anterior hacia el vidente.
A este episodio se le llama el «Milagro de las Rosas».
Doscientos años después, en el siglo XVIII, muchos artistas han
plasmado la escena en pinturas.
23
Al día siguiente, Zumárraga, cumpliendo su palabra, empezó
a construir el templo que la Virgen había pedido. La tilma de Juan
Diego fue puesta en un marco, y llevada por el Obispo y por todo
el pueblo hasta la catedral de México.
El Nican Mopohua termina su relación aquí. Otros relatos
añaden el traslado de la imagen a su Basílica en el Tepeyac, dos
años después, y cuentan en ese momento un milagro público: en
la procesión iba prácticamente toda la población de México. La
imagen, rodeada de devotos, avanzaba por la calzada, y muchos
indios surcaban el lago en sus canoas, acompañando también a
la Virgen.
Algunos indios disparaban flechas al aire en señal de
contento. Fue entonces cuando ocurrió un accidente: por descuido
de un arquero (o tal vez por una broma pesada, o por mala fortuna
en un antiguo juego militar de exhibición), una de las flechas
lanzadas al aire traspasó el cuello de un indígena, que murió
instantáneamente. Le sacaron la flecha y quedó igual, muerto,
sólo que le salían dos hilos de sangre por el cuello.
Inmediatamente lo llevaron a la imagen y se la hicieron
tocar con la mano; revivió, se le cicatrizaron las heridas y volvió
a tomar parte activa en la procesión, como si nada hubiera
pasado. Con este milagro, el fervor de la multitud aumentó hasta
el infinito.
Este episodio también fue plasmado en un cuadro de
1653: “El Primer Milagro” o la “Pintura del Traslado”; en él,
entre varios personajes, se representa a Juan Diego, de frente, y
a Juan Bernardino, de perfil. También están Zumárraga, Ramírez
de Fuenleal, e incluso Hernán Cortés (ver pág. 37 y 39).
Un icono fuera
de lo común
La Historia no termina aquí. Lo que siguió y dura hasta hoy,
es todavía, si cabe, más milagroso.
24
Virgen de Guadalupe.
Foto de la imagen original que se venera en México.
25
La Santísima Trinidad pintando la imagen de la Virgen
de Guadalupe. Pintura mexicana. Museo de la Basílica
de Guadalupe.
Desde el año 1531, se ha transmitido de generación en
generación la convicción de que la imagen no ha sido
pintada por mano humana.
27
Copia de Guadalupe con escenas de las
apariciones en los cuatro ángulos.
Abajo, en el centro, la antigua Basílica.
Pintado por Miguel Rodríguez.
29
Rostro de la Imagen de la Virgen de Guadalupe, en la
actualidad.
La extraña “pintura” ha sufrido algunos retoques. Los ojos
son tan extraordinarios, que impelen a creer en su origen
sobrenatural.
31
La serena mirada de los ojos de la imagen.
La máxima distancia vertical entre el párpado
superior y el inferior es 5 milímetros.
Rostro de la Virgen de Guadalupe, foto de 1923.
Durante su posterior ocultación
sufrió retoques
que felizmente
no afectaron sus
ojos.
33
Indios por miles, por decenas de miles, desfilaron por
el templo, examinaron cuidadosamente la imagen; descifraron
el mensaje que traía; escucharon a Juan Diego, que se quedó
viviendo junto al templo hasta su muerte, y que dio, según se
dice, más de 15,000 conferencias. Y, al morir Juan Diego, había
ya de cuatro a siete millones de indios cristianos, con una gran
fe y muy apostólicos.
Juan Diego vivió aún 17 años después de la apariciones,
dedicado al cuidado del templo de Guadalupe, a la atención de
los visitantes, y a la oración, ayuno y penitencia corporal. Se dice
que la Virgen se le volvió a aparecer varias veces; la última en el
trance de su muerte, a la que Juan Diego tenía el temor natural
de cualquier hombre normal.
La Virgen atendió, desde el comienzo, las peticiones de sus
devotos, concediéndoles abundantes favores y hasta milagros. Y
a muchos millones de indígenas les otorgó el magnífico regalo
de la fe católica. Una fe vigorosa, aunque elemental: sabían
que tenemos una Madre en el Cielo, muy cariñosa y hermosa,
que nos quiere hacer felices para siempre, y que además lo
puede todo, porque también es la Madre de Dios. Esta fe tuvo
que ser complementada por la labor de los misioneros, que les
administraron el Bautismo y los demás sacramentos.
En nuestros días, al ver la imagen muy de cerca, se observa
un tejido de costal muy tosco. Pero cuando el espectador se aleja,
aparece de pronto una gran dama, con una admirable expresión
de ternura y devoción. A pesar del tiempo transcurrido, la imagen
impresiona mucho por su belleza y su expresión.
Similares sentimientos albergaba el 26 de diciembre de
1531 el indio Francisco Plácido al entonar el «Pregón del atabal»,
himno compuesto con ocasión del traslado de la imagen a la
primera ermita: “Tu alma, ¡oh Santa María! está como viva en la
pintura.” La imagen, a su estilo, está “llena de gracia”, como dijo
el Arcángel San Gabriel a la propia Virgen María. Le acomodan los
versos del poeta mexicano Amado Nervo:
35
“Era llena de gracia como el Ave María,
Quien la vio, no la pudo ya jamás olvidar”.
(“Gratia Plena”)
Veredicto de la
tecnología moderna
Esta imagen es el único icono conocido del que se afirma
seriamente que no ha sido pintado por manos humanas. Y todas
las pruebas a las que se le somete favorecen, cada vez más, esa
afirmación.
Ya en siglo XVIII varios científicos mexicanos realizaron
pruebas empíricas. En tilmas confeccionadas con el mismo material
que la de Guadalupe, pintaron imágenes, que salían muy inferiores
a la original. Con el paso del tiempo el tejido de fibra de maguey
se descompuso: las tilmas no duraron más de 20 años. En cambio
la de Juan Diego seguía como antes, y sigue igual hasta hoy.
Los análisis químicos hechos en 1936 por Richard Kuhn,
un austríaco Premio Nobel de Química (en 1938), terminaron
con el siguiente dictamen, rendido sin previo conocimiento de la
procedencia de las fibras: “en las fibras analizadas, una roja y otra
amarilla, no existen colorantes vegetales, ni colorantes animales,
ni tampoco colorantes minerales”, ni por supuesto, colorantes
sintéticos que no existían en 1531. Es decir, absolutamente
desconcertante.
En esa línea de investigación se siguió trabajando. El
profesor Francisco Camps Ribera, experto en pintura, examinó la
tilma en 1954 y 1963 y afirmó: “no pude encontrar huellas de
pincel, ni que la tela fuera preparada para pintar”. Llegó así a la
conclusión de que “ningún artista humano hubiera escogido, para
ejecutar una obra de tal magnitud, una tela o lienzo de la calidad
del ayate, y mucho menos con una costura al centro”.
Unos años más tarde, en 1979, los norteamericanos
36
37
Cuadro «El Primer Milagro»; o «Cuadro del Traslado». Resurrección de un muerto. Oleo anónimo, de
5.95 x 2.85 metros, pintado en el año 1653.
39
Sebastián
Ramírez de
Fuenleal
Indio
flechado que
resucita
Juan
Bernardino
Juan
Diego
Hernán
Cortés
Se puede ver a Sebastián Ramírez de Fuenleal (Presidente de la Segunda Audiencia), a Juan Diego, a
su tío Juan Bernardino, y a Hernán Cortés.
Juan de
Zumárraga
Philip Callahan y Jody B. Smith estudiaron la imagen con rayos
infrarrojos, quedando muy sorprendidos por la ausencia de
pinceladas, de bocetos previos, y de aparejo en la tela. Si se
tiene en cuenta que no hay trazos ni preparación subyacentes, ni
barniz aplicado sobre la pintura, y que la trama misma de la tela
es aprovechada para dar profundidad al retrato, no hay explicación
razonable de la imagen.
Otro hecho llamó la atención a estos científicos. Tras
cuatro siglos y medio no existía decoloración ni agrietamiento
de la figura original en ninguna parte del ayate de maguey, que,
por carecer de empaste, debería haberse deteriorado hace ya
cientos de años. Según ellos no es posible explicar ni el tipo
de los pigmentos cromáticos utilizados, ni la permanencia de
luminosidad y brillantez de los colores. En resumen, la imagen
original es inexplicable.
Callahan y Smith también hicieron notar que la imagen
cambia ligeramente de color según el ángulo desde el que se mira,
propiedad que se conoce como iridiscencia (la presentan también
las plumas de los picaflores o colibríes). Por eso los colores de la
imagen original se deben en parte a la difracción de la luz, una
técnica que hasta ahora es imposible para las pinturas humanas.
Los mejores oftalmólogos mexicanos, unos quince,
examinaron las imagen en la década 1950-1960, y declararon
que los ojos de la Virgen se comportan como los ojos de una
persona viva: al proyectar la luz de un oftalmoscopio sobre el
ojo, el iris brilla más que el resto, no así la pupila, lo que da una
sensación de profundidad; pareciendo, además como si el iris fuera
a contraerse, de un momento a otro. Y todos los especialistas
afirman, unánimes, que nadie hubiera sido capaz de realizar tan
delicados y precisos rasgos en una tela, y mucho menos sobre el
burdo tejido de la tilma.
El Dr. Amado Jorge Kuri, eminente profesional, entrevistado
por el escritor Juan José Benítez en 1982, declaró que la edad
que representa la imagen es la de una niña de 14 ó 15 años.
41
Benítez preguntó:
-¿Se observa alguna enfermedad a través del estudio del rostro
o de las manos?
-No. Su cutis es perfecto.
-¿Opina Vd., doctor, que se trata de una joven hermosa?
-Muy hermosa. Le aseguro que verla de cerca, y sin el cristal
protector, es muy distinto...
-¿Qué sintió al verla? ¿Qué experimentó la primera vez que la
tuvo tan cerca?
- ...la emoción fue enorme. ¡Si usted supiera la paz, la ternura y
la dulzura que inspira ese rostro!.
-¿Ha visto alguna vez un rostro igual o parecido al de la
guadalupana?.
- Jamás. En mi larga vida como profesional he tenido oportunidad
de ver a miles de seres humanos. De todas clases y condiciones,
pero jamás tropecé con uno tan delicado y sugerente.
-¿Y en retratos y pinturas?.
-Mucho menos.
En 1979 el doctor José Aste inició la digitalización de
los ojos de la imagen de la Virgen de Guadalupe y su análisis
mediante el computador. El fruto de su investigación de muchos
años se nos ofrece a continuación. El Dr. Aste encontró en los
ojos las imágenes reflejadas de 13 personas (de las cuales 12
están en ambos ojos), seis identificables como asistentes al
Milagro de las Rosas, y las restantes, situadas en la pupila, que
representan una familia indígena ajena a esa escena del Milagro.
De su investigación se deduce que los ojos de la imagen no han
sido pintados por mano humana.
Otro hallazgo importante ha sido hecho por el doctor
Escalante, en 1991, al hacer un vídeo para una productora de
42
Cuadro pintado por el pintor oaxaquense Miguel Cabrera (16951768), representando el momento del milagro de las rosas. Están
el Obispo, Juan Diego, un caballero con barba y cuatro criados.
Las coincidencias con las imágenes descubiertas en los ojos de
la Virgen por el Dr. Aste, a partir de 1979, son muy sugerentes.
En los ojos aparecen imágenes muy parecidas al obispo, a Juan
Diego con su tilma extendida, y la que podría ser la del caballero
con barba. Además hay tres criados. Tal vez el 4º criado ha estado
haciendo un apunte que ha llegado al pintor 200 años después.
43
televisión. Se trata del descubrimiento de la red venosa normal,
microscópica, en los párpados y en la córnea de la imagen de la
Virgen de Guadalupe.
Todos ellos son fenómenos admirables, insólitos,
incomprensibles a menos que se admita que se trata de un hecho
milagroso.
¿Queda mucho
por descubrir?
Según la hipótesis del Dr. Aste, la Virgen ha estado presente
en el momento del Milagro de las Rosas, en forma invisible, “y por
tanto, teniendo reflejadas en sus ojos las imágenes de todos los
asistentes, incluyendo al propio Juan Diego. Cuando se desplegó
la tilma y cayeron las flores, la imagen de Nuestra Señora se grabó
en ella, tal como estaba en ese instante, es decir, llevando en sus
ojos el reflejo de todo el grupo de personas que observaba ese
histórico suceso.”*. La grabación ha sido, en esa hipótesis, como
una fotografía de la Virgen, incluso con las imágenes reflejadas en
los ojos (naturalmente, si en la tilma se ha estampado la imagen
como si fuera una fotografía, se puede suponer una “cámara
fotográfica” celestial, enfocando a la Virgen; al menos se pueden
hacer pruebas empíricas con una cámara).
Nosotros pensamos que este evento ha tenido lugar en
una habitación, con una única puerta, que realizaba a la vez las
funciones de comunicación, ventilación e iluminación. Esa puerta
debió dar a un patio interior.
Los asistentes al Milagro de las Rosas se debieron situar cerca
de esa puerta, en semicírculo, para ver bien, con Juan Diego hacia
el fondo para que echase las rosas al centro y a la luz. Y mirando
la escena desde la puerta, debió de haber estado la Virgen. Desde
sus ojos, los personajes aparecían bien iluminados contra fondo
* Ver pág. 110 de este estudio.
45
obscuro, y por eso sus reflejos están claros sobre fondo obscuro y
se pueden observar bien con programas de cómputo resaltadores
(en los ensayos que hemos hecho de personajes reflejados en el
ojo, lo más decisivo para destacar la imagen era la iluminación del
personaje en una sala grande obscura, por la noche).
El Obispo y el traductor están con la cabeza muy inclinada
hacia adelante para ver mejor las rosas, por eso sus caras aparecen
mucho mayores que la del indio, que está más retirado y mira
hacia Juan Diego.
La negra que aparece al fondo,observaba discretamente,
desde cierta distancia,con gran interés, la escena del Milagro de
las Rosas.
Por otra parte, cerca de la puerta, a espaldas de ella, o sea
junto a la Virgen, ha podido estar uno de los asistentes, dispuesto
a hacer un dibujo como sabían hacerlo los indios mejicanos.
Se puede suponer que le dio tiempo de dibujar bien al Obispo,
no tanto para dibujar a Juan Diego, y a falta de tiempo debió
simplemente escribir que había 5 personas más (1 caballero,
tal vez señalado por su nombre y dignidad, y cuatro criados).
El dibujo con sus anotaciones puede haber llegado, doscientos
años después, a manos del pintor Miguel Cabrera, y le puede
haber servido de inspiración para un cuadro con el Obispo, Juan
Diego, un caballero y 4 criados, que está en el Museo de la
Basílica (ver pág. 43). Eso explicaría que en el ojo de la Virgen,
el Obispo sea muy parecido al de Cabrera, incluso en la postura,
que Juan Diego esté en la misma posición en ambos lugares, y
con la tilma igualmente extendida, y de los 4 criados del cuadro
sólo haya 3 en el ojo (el cuarto ¿sería el dibujante?). Al no haber
hecho dibujos de los criados, el pintor Cabrera se los tuvo que
inventar y los hizo versallescos y sofisticados, mientras que los
criados en el ojo son mucho más modestos (incluso el indio está
casi desnudo). Por último, uno de los personajes secundarios del
cuadro de Cabrera es un caballero español con barba, que podría
46
Ojo izquierdo, primeras imágenes de Purkinje-Samson en falso
color. Distancia máxima vertical del párpado superior al inferior,
cinco milímetros.
Obispo
Zumárraga
Juan
Diego
Negra
María
Indio
Caballero
Barbudo
Traductor
Juan González
Familia
Indígena
Personajes que aparecen según hipótesis del Dr. Aste, que
sustentará más adelante.
47
Ojo izquierdo, fotografía simplemente resaltada por programa,
distancia máxima párpado superior a inferior, cinco milímetros.
Ojo izquierdo, sólo ampliado. Se vislumbra el indio. Si se mira con
atención aparecen también el obispo, el traductor y Juan Diego.
La figura está con una ampliación de 11 veces el original.
49
Ubicación de los asistentes al Milagro de las Rosas. El milagro se
habría producido en una habitación con puerta (única abertura) a
un patio interior. Se habrían colocado alrededor de la puerta para
ver bien. Habrían quedado iluminados contra fondo obscuro.
Con este esquema se podría ensayar un modelo vivo, o mejor uno
con un ojo artificial, y figuras a escala, de plastilina, viendo si las
imágenes reflejadas en el ojo tienen la disposición de las que están,
por ejemplo, en el ojo izquierdo de la Virgen.
51
muy bien ser el barbudo del ojo derecho (también se le ve, aunque
no tan bien, en el izquierdo). Cabrera habría podido conseguir
un cuadro antiguo de ese personaje, que, como dijo el Dr. Aste
en 1997, pudo ser don Sebastián Ramírez de Fuenleal, presidente
de la Segunda Audiencia de la Nueva España (pintado con más
edad que la que tenía en 1531). Esta última hipótesis es más
arriesgada que las anteriores. Nosotros, en noviembre de 2001,
creemos haber encontrado la pista correcta: el barbudo del ojo
derecho, es bastante parecido a Sebastián Ramírez de Fuenleal,
tal como aparece en el cuadro “El Primer Milagro” (o “Pintura del
Traslado”) pintado en 1653.
Por el tamaño relativo en el ojo, hemos podido hacer una
fórmula para estimar las distancias de la cara de los asistentes al
Milagro de las Rosas al ojo de la Virgen. Los resultados han sido así:
Indio
1.10 metros (del ojo izquierdo)
Obispo y traductor 0.60
“
“
“
Juan Diego
derecho.
1.50
“
Negra María
2.50
“
Barbudo
0.35 metros (del ojo derecho).
“
“
“
“
“
“
y del ojo
“
La única confrontación con otros datos la hemos obtenido
en el caso del Barbudo. En el libro de J.J. Benítez “El Misterio
de la Virgen de Guadalupe” (Editorial Planeta, México, 1989)
podemos leer:
Pág. 203: “...para que en el ojo derecho se vea con nitidez,
el objeto debe estar colocado a unos 35 ó 40 centímetros de él...”.
Escrito por el doctor Javier Torroella, oculista de México, en 1976.
Pág. 211-212: “Ilumine fuertemente el rostro o el busto de
una persona y sitúela a 30 ó 40 centímetros de sus ojos.
Si una tercera persona le saca una foto a sus ojos, allí
se verá, reflejado por tres veces, el busto de esa persona que
53
está intensamente iluminada. Se han hecho muchas pruebas
fotográficas y en todas ellas surgen las imágenes de PurkinjeSamson.” Declarado por el doctor Enrique Graue, oculista de
México, en 1981.
La distancia que hemos obtenido coincide, sin que lo
hayamos buscado, con las apreciaciones de esos dos expertos
oculistas.
Con esas distancias, hemos hecho un “modelo vivo”, con
estudiantes. Como el ojo de una persona viva se mueve tanto
que es difícil fotografiar sus imágenes reflejadas, hemos probado
con un ojo artificial, o sea una esfera metálica pulida, como
espejo, de 2 centímetros de diámetro (el diámetro de la córnea).
El experimento no ha dado buen resultado, carecíamos de las
máquinas adecuadas, pero hemos aprendido algunas cosas. Tal vez
alguien con más medios pueda algún día realizarlo con éxito. Se
trataría de obtener imágenes reflejadas como las que están, por
ejemplo, en el ojo izquierdo.
Piura, febrero de 2002
Rafael Estartús Tobella
54
Estudio de los ojos de la imagen
de la Virgen de Guadalupe.
Por el doctor José Aste Tönsmann.
Al escribir la introducción de mi primer libro, allá por el año
1981, vaticinaba que el llamado “Proceso Digital de Imágenes”
sería una de las aplicaciones de las computadoras que mayor
desarrollo alcanzaría en un futuro próximo, y no me equivoqué.
El trabajo de imágenes, figuras o fotografías mediante
computador se ha vuelto muy común, especialmente en la
preparación e impresión de toda clase de publicaciones y
ediciones. Lo vemos frecuentemente también en los modernos
equipos de diagnóstico y atención médica y, aunque poca gente
lo conoce, se utiliza continuamente en muchos laboratorios y
centros de investigación en estudios científicos muy variados.
Un ejemplo reciente es el análisis de las “fotografías”
enviadas desde Marte, en el proyecto Pathfinder. Esas fotografías
fueron tomadas desde el pequeño vehículo «Vagabundo» y
enviadas a la Tierra en forma de números que fueron leídos
por computadoras, las cuales primero mejoraron las imágenes
–quitándoles posibles manchas, aplicándoles filtros, etc.- y
luego produjeron las fotografías que hemos visto publicadas o
desplegadas en pantalla al ingresar a las páginas correspondientes
del World Wide Web.
Esta técnica, utilizada con tanto éxito para mostrarnos
escenarios tan lejanos, puede ser usada también en el
procesamiento de imágenes y fotografías tomadas aquí en la
Tierra. En este caso, la computadora nos permite, entre otras
cosas, obtener ampliaciones muy grandes sin producir ninguna
55
deformación de las figuras. Por el contrario, se pueden mejorar,
filtrar, comparar y comprobar con precisión las imágenes
resultantes.
Dado que las computadoras trabajan con números, para
poder procesar una imagen, lo primero que se hace es convetirla
en números. Aunque en esta época ya muchos de los lectores
conocerán y aun habrán utilizado digitalizadores o scanners,
explicaré, para los que no conocen nada al respecto, cómo se
realiza esta operación de mutación.
Un rostro convertido
en números
Quien desee convertir en números una fotografía en blanco
y negro debe, en primer lugar, dividir la fotografía en zonas
iguales, superponiéndole para esto una cuadrícula o red cuadrada,
mediante el trazo de líneas horizontales y verticales, espaciadas
a una misma distancia. De acuerdo a las distintas tonalidades
de gris de la fotografía, y a la posición de cada cuadradito de
la red sobre la imagen, se observará que existen cuadraditos
completamente blancos, otros negros, y otros donde se aprecian
tonos intermedios de gris.
Si preparamos ahora una escala arbitraria de grises
considerando, por ejemplo, que el negro corresponde al número
0, mientras que el blanco es el 9, el número 4 pertenecerá a un
gris intermedio, el 6 a un gris más claro que el 5, y el 2 a un
tono más oscuro que el 4. Entonces podremos, por comparación
de cada cuadradito con la escala, representarlo como un número
que nos indique el tono de gris de dicha porción de la fotografía.
Al terminar este cambio de grises la fotografía queda representada
por una tabla numérica: un número de un dígito entre 0 y 9 por
cada cuadradito.
Los números así formados pueden ser leídos por la
56
Proceso de digitalización: A cada cuadradito de la fotografía se le asigna
el número del cuadro de la escala de grises que más se le aproxima. Ese
número se anota en el cuadradito análogo de la matriz de números.
El proceso de digitalización se continúa hasta completar la tabla numérica, como se ve en la figura.
57
El proceso de reconstrucción de la figura a partir de la tabla numérica es
inverso a la digitalización: en cada cuadro de la figura reconstruída se coloca
el gris señalado por el número correspondiente de la matriz.
59
computadora como una tabla donde se guarda la información del
valor del gris, así como de la posición de cada cuadro. La fotografía
se puede reconstruir como un tablero de damas, en donde cada
cuadradito aparecerá con el gris correspondiente al valor del
cuadro dentro de la escala previamente preparada.
Ahora bien, si el tamaño de los nuevos cuadros es mayor que
el de que se puso sobre la fotografía original, la imagen construida
quedará automáticamente ampliada. Sin embargo, conviene
recordar, que el tamaño del cuadro de la digitalización nos dará
la resolución de la nueva figura, ya que sólo dispondremos de un
valor, un solo gris, para todo el cuadro. Si sus dimensiones son
excesivamente grandes en proporción a la imagen total, la figura
quedará deformada y se perderán detalles de ella. Al disminuir el
cuadro, la figura irá ganando precisión y la veremos mejor.
Cuando se observan las figuras “reconstruidas” por el
computador, puede presentarse un problema. La imagen formada
por trozos muy regulares, como son los cuadraditos, sugiere a quien
la mira que no es fruto del azar, sino que alguien la hizo así a
propósito y con alguna intención. Inconscientemente el observador
trata de encontrar el “mensaje” que debe haber sido puesto en esas
figuras tan concordantes, y se concentra en descifrar los cuadraditos
perdiendo de vista lo que el conjunto representa. Se aplica aquí el
dicho de que las ramas no dejan ver el bosque. La raíz del problema
se encuentra en el “entrenamiento” al que el hombre se encuentra
sometido, en nuestra civilización, para “interpretar” las imágenes
publicitarias en la televisión, murales, etc.
El uso de las computadoras para el proceso de imágenes
permite obtener grandes ampliaciones, especialmente útiles en
el presente estudio; empero, las figuras resultantes traen consigo
el problema mencionado. El efecto puede reducirse mediante el
empleo de filtros en el examen de las imágenes, sobre todo los
filtros que enmascaren las formas regulares de los componentes
de las figuras.
61
Millones de colores
registrados
En la práctica, para llevar a cabo la conversión de una
fotografía en números, se utilizan aparatos conocidos como
scanners o barredores, llamados así por la forma en que registran
la imagen. La fotografía es recorrida por un rayo de luz que en
cada momento incide sobre una parte distinta de la misma. En
algunos scanners la fotografía se desplaza bajo la luz y en otros
es la luz la que se mueve sobre una posición fija de la fotografía
que se va a digitalizar.
De acuerdo a la cantidad de luz que atraviese la fotografía
(cuando se trata de una transparencia o negativo) o bien de la
cantidad de luz que se refleje (si es un positivo fotográfico), cada
zona de la imagen se convierte en un número que será introducido
en la memoria del computador directamente o a través de un
medio magnético de almacenamiento para finalmente quedar
registrado en un disco.
Para un determinado cuadradito o elemento de la fotografía,
estos aparatos logran registrar hasta 256 niveles distintos de gris,
y el tamaño del cuadro puede ser regulado a voluntad, antes de
realizar la conversión.
Los scanners en colores asignan tres números a cada
cuadradito, uno para cada color básico: rojo, verde y azul. Y
cada uno de ellos puede registrar hasta 256 valores, lo que en
combinación da un total teórico de 16’777’216 posibles colores.
El resultado de una imagen digitalizada puede contener
millones de números. Cada uno representa el gris de una pequeña
parte de la fotografía y podrá ser leído fácilmente e innumerables
veces por una computadora. Ésta puede realizar ampliaciones
muy grandes de una imagen, o parte de ella, y mejorar las
imágenes resultantes mediante reasignaciones de grises a los
números originales de la figura, cuando en la misma zona por
reconstruir existen simultáneamente unas partes muy claras y
62
unas muy oscuras. En estos casos se dividen las zonas en subzonas
más homogéneas (mosaico), para resaltar pequeños detalles y
determinados matices de gris.
Otra forma de mejorar la imagen es con la aplicación de
“filtros” matemáticos. Realizando operaciones aritméticas con
los números representativos de la imagen, es posible preparar
figuras resultantes equivalentes a las que se habrían obtenido si
la fotografía original hubiera sido tomada con un filtro óptico.
Aquí, la ventaja indudable es que con la computadora podemos,
rápidamente, probar muchas alternativas con diferentes parámetros.
Finalmente, podemos comprobar la existencia de
determinadas imágenes. Para esto, aplicamos ciertos filtros que
hacen desaparecer automáticamente las manchas aisladas que
pudieran existir, a la vez que resaltan los cuerpos realmente
presentes en la imagen, remarcando sus formas.
El proceso digital de imágenes:
una aplicación concreta
En febrero de 1979, decidí investigar los posibles personajes
e imágenes que estuvieran grabados en los ojos de la Virgen de
Guadalupe, utilizando para ello las ventajas del proceso digital.
Como en los ojos de una persona viva sólo se reflejan imágenes
en las córneas, el estudio estuvo centrado en el análisis de las
dos córneas de los ojos de la Virgen de Tepeyac.
Son dos los períodos de trabajo dedicados a este proyecto.
En el primer período (1979-1982) llevé a cabo la localización
de varios personajes y su respectiva comprobación, mediante
procesos bastante extensos y complejos. El segundo período
(1987-1997), gracias a equipo de software más desarrollado, sirvió
para redescubrir las imágenes, encontrando nuevos personajes,
verificar nuevamente todas las figuras, comprobar su presencia
en otras fotografías y mejorarlas grandemente para facilitar su
observación.
63
La búsqueda de las figuras reflejadas tuvo como un punto de
partida la fotografía que el señor Manuel de la Mora, distinguido
periodista mexicano, me entregó en 1978. Sin embargo, han
sido muchas las fotografías que sirvieron para llevar a cabo las
investigaciones; todas ellas fueron tomadas directamente de la
imagen original y, la mayoría, sin el vidrio protector. He trabajado
con fotografías de los ojos, tanto en blanco y negro como en
colores, correspondientes a varias épocas; algunas de ellas en
positivo, y otras en transparencias o negativos.
En la digitalización de las imágenes, durante el primer
período, utilicé varios tamaños de cuadrícula, variando desde
25 micrones (1,600 cuadraditos por milímetro cuadrado) hasta
6 micrones por lado (27,778 cuadraditos por milímetro cuadrado
de la fotografía). El tamaño de la ventana fue definido en cada
caso, de acuerdo a las necesidades de la futura ampliación, así
como la escala de la fotografía. En la última fase, un scanner de
mesa a colores con precisión de hasta 1200 pixel por pulgada, fue
utilizado especialmente para ampliaciones y detalles requeridos en
esta parte del proyecto, de acuerdo al momento del estudio. Así
como el tamaño del detalle de lo que se quería observar, preparé
ampliaciones que fueron desde 30 hasta dos mil veces el tamaño
original.
Durante la ejecución del presente trabajo he empleado filtros
suavizantes, cuyo propósito es reducir las formas regulares de
las subimágenes para facilitar así la interpretación visual; filtros
endurecedores, o constrastantes, para hacer resaltar determinadas
partes de la imagen y luego suavizar los cuadros resultantes; filtros
realzantes que, como su nombre lo indica, realzan ciertas partes
de las figuras. Todos estos filtros fueron muy útiles, especialmente
para las grandes ampliaciones. Finalmente también se usaron
los ya mencionados filtros de comprobación, cuyo propósito fue
certificar la existencia de los personajes descubiertos.
Cada una de las imágenes encontradas tiene características
propias; sin embargo, todas ellas han sido sometidas a una serie
de procesos similares, aunque en algunos casos no se hayan
64
Fotografías de
alta calidad
Imagen
original
de la
Virgen de
Guadalupe
Ampliaciones de
las córneas derecha e izquierda
Scanner
Ojo
derecho
Foto CD Pro
Ojo
Izquierdo
Diagrama general del proceso de investigación de imágenes.
65
ejecutado en forma continua. Estos procesos constituyen pues
lo que podríamos llamar etapas para el estudio de las imágenes.
En pocas palabras, se puede decir que la búsqueda y
descubrimiento se realizó sobre imágenes ya preparadas y
ampliadas de las córneas. A continuación, la imagen descubierta
fue verificada en la misma fotografía; se comprobó su presencia
en otras fotografías; y finalmente fue mejorada, asegurando así
su fácil identificación por personas ajenas a la investigación.
Carga y preparación de las
imágenes de las córneas
Antes de empezar la búsqueda fue necesario preparar
ampliaciones de las córneas de la imagen, provenientes de
la digitalización de una fotografía dada. Las ampliaciones se
realizaron sobre papel y en la pantalla del computador.
El tiempo transcurrido entre el primer y el segundo períodos
del estudio condicionó el tipo de programas utilizados. En 1979, el
desarrollo técnico del Proceso Digital de imágenes se encontraba
en sus inicios, y no existían disponibles programas adecuados.
La necesidad de desarrollar programas propios, específicos para el
proyecto, fue apremiante. Se disponía, eso sí, de las facilidades
de un centro de investigación que, podríamos decir, estaba en “la
avanzada” de la técnica. Los paquetes de software de uso múltiple
y amigable para aplicaciones definidas aparecerían años después.
En el desarrollo de los programas utilicé primordialmente
lenguajes como el APL (de IBM) en procesos interactivos, sobre
todo para interactuar en la pantalla, y el PL1 (también de IBM)
para los procesos no interactivos, en batch o lotes, requeridos
especialmente en la salida de las ampliaciones hacia la impresora,
y su mejoramiento correspondiente.
A pesar de que el desarrollo de programas propios
permitía adecuarlos al proyecto y de esta manera probar muchas
67
alternativas y algoritmos apropiados, se requería mucho tiempo
para su escritura y, sobre todo, encontraba muchas limitaciones en
el equipo (hardware): las impresoras disponibles proporcionaban
muy poca resolución, los procesadores no aceptaban muchas de
las facilidades que se obtienen ahora en cualquier computadora
personal, y las pantallas no daban la gama de colores actuales.
Ya en el segundo período del estudio pude utilizar paquetes
de programación muy poderosos que, unidos a la gran capacidad
de las computadoras personales actuales y de las impresoras de
chorro de tinta, facilitaron grandemente el estudio de imágenes
en todas sus etapas.
En el proyecto contamos con computadoras personales
compatibles IBM y Macintosh, empleándose en cada caso paquetes
específicos para el manejo de imágenes. El programa más utilizado
en computadoras compatibles IBM fue el Picture Publisher de
Micrografx. En realidad ha sido el más utilizado en el proyecto,
pues su gran capacidad permitió el manejo, mejora, enmascarado,
filtrado, recorte, impresión, y despliegue en pantalla de todas las
imágenes.
Un programa ya discontinuado –Halo Desktop Imager de la
compañía Media Cibernetics– merece especial mención, pues fue
de mucha utilidad en la impresión de ampliaciones, con chorro
de tinta.
Las imágenes procesadas en las computadoras Macintosh,
exigieron el empleo del famoso y muy útil programa de Adobe, el
Photoshop. Fue de particular ayuda en el trabajo, su manejo de
capas o layers, así como sus filtros, máscaras, métodos de recorte
y mejoramiento de imágenes.
Búsqueda y
descubrimiento
Desde el primer momento, como se puede comprender
fácilmente, esta etapa constituyó la parte más interesante
68
del proceso. Fue necesario cierto tiempo y una buena dosis de
paciencia, ya que no sabía lo que podía encontrar ni dónde
buscarlo, y por lo mismo tuve que recorrer exhaustivamente
las córneas. Emprendí la búsqueda simultáneamente sobre
ampliaciones impresas y en despliegues en pantalla.
Como expuse, la impresora de cadena de tamaño fijo de
caracteres, empleada en la primera fase, proporcionaba poca
resolución. El diseño de algunos programas facilitó ajustar las
imágenes a la precisión ofrecida por dichos caracteres. Mas no todo
fueron desventajas en este período, gracias al empleo de papel
en rollos obtuve resultados de gran tamaño, lo que me permitió,
observándolos a una prudente distancia, lograr una buena visión
de conjunto, sin perder la precisión. En una pared de mi casa, por
ejemplo, coloqué dos ampliaciones de las córneas de alrededor
de 2 metros de ancho cada una, que me ayudaron mucho en los
descubrimientos.
Algunos años después, el desarrollo tecnológico puso en mis
manos las impresoras de chorro de tinta (Ink Jet), que mejoran
muchísimo la precisión de la impresión de hasta 600 x 800 puntos
por pulgada. Además, permitieron el uso de color en la preparación
de imágenes con caras iluminadas mediante el falso color. Como
contrapartida, no fue posible hacer grandes ampliaciones, pues
la impresión la efectuaba sobre papel tamaño carta y cualquier
ampliación debía prepararse como un mosaico de muchas hojas. El
tamaño límite fue el de las hojas de rotafolio. Esto, sin embargo,
no significó mayor problema porque, en general, conocía las zonas
que debían ser observadas y ampliadas.
El despliegue en la pantalla del computador fue de mucha
ayuda, en los dos períodos del estudio, para confirmar la presencia
de imágenes. Es los últimos meses de la investigación sirvió para
redescubrir las imágenes encontradas en la primera fase, así como
para encontrar nuevos personajes y preparar lo que se imprimiría
ampliado.
Durante las muchísimas horas dedicas al estudio, he
69
utilizado una serie de técnicas conocidas y aplicadas por quienes
se dedican al proceso digital de imágenes. En los primeros años
fue necesario escribir los programas adecuados; más adelante, el
trabajo consistió en emplear herramientas proporcionadas por los
paquetes mencionados.
Despliegues; ampliaciones y recorridos por las imágenes;
definición de zonas de interés; trazado de máscaras o polígonos
que encierran zonas de interés; redistribución de grises de salida,
a impresora o pantalla, con base en histograma de valores en
zona de estudio y algoritmos adecuados; reorientación de la
luz; utilización de falso color; aplicación de filtros de balance,
constrastantes, suavizantes, resaltantes, etc.; fueron algunas de
las técnicas más utilizadas.
Verificación de los
descubrimientos
A pesar de que el descubrir y redescubrir las pequeñas
imágenes existentes en los ojos de Nuestra Señora de Guadalupe
ha sido lo más emocionante en los dos períodos, la mayor parte
del tiempo fue invertido en verificar y comprobar su existencia;
comprobaciones que por su minuciosidad y cuidado fueron las que
más esfuerzo representaron.
El siguiente es el esquema seguido para verificar cada
imagen en la fotografía donde fue hallada:
1.
Patrones Humanos. ¿Realmente la imagen descubierta
corresponde a la cara o figura de una persona? Es el
interrogante que generalmente se plantea el espectador
ajeno a la materia. La actividad consistió en verificar que
la pequeña figurilla encontrada representase un patrón o
modelo humano, con base en:
a)
70
Las dimensiones: que estén dentro de las medidas
normales humanas.
b)Persistencia: que después de recortar en varios
fragmentos una figura, se pueda distinguir en
cada uno de ellos la parte que le corresponde en
la imagen: ojos, barbilla, nariz, codo, etc. Y que
sometida la figura a diferentes filtros, se vea el patrón
descubierto.
c)Continuidad: ¿las figuras son manchas aisladas que
mentalmente integramos?. El proceso de verificación
implicaba el diseño de filtros que obscurecieran las
discontinuidades que pudieran presentarse en el
interior de las imágenes descubiertas, asegurándose
así la presencia de una figura continua en las córneas.
d)
Consenso: prueba que consistió en presentar cada
imagen a muchas personas, para que “descubrieran” y
confirmaran la existencia de la figura que se deseaba
verificar.
2.Escena. Esta prueba consistió en analizar la ubicación de
la figura descubierta dentro de un escenario, al integrarse
con los demás personajes encontrados. Más adelante el
lector encontrará una explicación sobre la existencia de
dos escenas en los ojos de la Virgen de Guadalupe.
3.
Referencia histórica. ¿Es posible ubicar históricamente al
personaje cuya figura ha sido descubierta? Se ha intentado
en todos estos años ese cometido. La mayoría de las
imágenes hacen referencia a personajes mencionados en
distintas fuentes históricas relativas al momento de la
estampación de la tilma (manto formado por dos piezas,
unidas en el cuello, usado por los indios. La tela rala de
hilo de maguey de que estaba hecho se llama “ayate”.
N. del E.). Como ya hemos indicado, sólo una de las dos
escenas encontradas corresponde al momento histórico de
la aparición.
4.
Presencia en ambos ojos. El hecho de encontrar la imagen
del mismo personaje en ubicaciones correspondientes y en
71
las mismas posiciones relativas de los dos ojos, aunque de
diferente tamaño –como se esperaría al estudiar los reflejos
en ojos de personas vivas–, constituye una de las pruebas
de verificación más importantes.
Comprobación de su existencia
con otras fotografías
Una vez verificada la imagen descubierta en las córneas de
la fotografía seleccionada, fue necesario comprobar su existencia
en otras fotografías tomadas de los ojos del Tepeyac.
Es interesante advertir que no todas las figuras descubiertas
aparecen con la misma precisión en todas las fotografías
observadas; especialmente en las más modernas, las imágenes
mejor conservadas corresponden a los personajes de los extremos:
el indio sentado y el hombre con barba. En algunas fotos se puede
notar sólo parte de los rasgos de los personajes interiores.
La comprobación consistió en determinar que las imágenes
descubiertas en las mejores fotografías, coincidieran con los
rasgos encontrados en otras fotografías disponibles. El análisis de
coincidencia se realizó –adicionalmente a la simple comparación
visual de ampliaciones– mediante dos procesos: superposición y
transición.
1.Superposición. Sirviéndome de la capacidad de
producir layers o capas, del programa Photoshop, preparé una
especie de “transparencia” de las imágenes descubiertas. Las
transparencias fueron así “superpuestas” sobre las fotografías
objeto del examen, y de esta manera pude observar la perfecta
coincidencia de los rasgos presentes con las partes correspondientes
de todas las imágenes descubiertas. El programa permite también
aumentar gradualmente la visibilidad de la capa o layer de manera
que la comprobación de la presencia de la imagen salta a la vista.
72
2.Transición. Este método implicaba la preparación
de una serie de imágenes que, secuencialmente, “convirtieran”
la fotografía sujeto de comprobación en la que mostraba todos
los personajes. La técnica utilizada es conocida con el nombre
de Morphing (metamorfosis en español) y permite preparar una
serie de imágenes entre dos figuras sobre las que se han definido
varios puntos comunes. El programa utilizado en el estudio fue
el PhotoMorph para Windows de North Coast Software, Inc.
Las secuencias de imágenes obtenidas mediante este método
fueron empleadas para observar cómo se precisan las imágenes
al acercase la secuencia a la foto final, como si se tratara de una
película de cine; y para seleccionar la imagen o imágenes que
muestren estáticamente el proceso de definición preciso.
Presentación de los
descubrimientos
Uno de los objetivos de esta obra es mostrar al lector las
pequeñas imágenes encontradas y comprobadas en las córneas de
la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe. Dado que el resultado
de la investigación se traduce en lo que llamamos “imágenes de
computador”, y mucha gente no está todavía acostumbrada a ellas,
en la segunda fase del estudio he dedicado muchas horas a mejorar
la presentación de los descubrimientos para hacer así más fácil su
interpretación. A continuación describiré brevemente algunas de
las técnicas empleadas en el afán de mejorar las imágenes.
1. Redistribución de tonos de gris. Técnica muy
empleada, que generalmente produce mejoras inmediatas en las
imágenes. Su aplicación se basa en repartir los tonos de gris de
salida de manera que la nueva imagen producida sea más fácil de
interpretar y detallar. Se logra aplicando algoritmos adecuados
sobre el histograma propio de la figura (frecuencia de tonos de
gris en la imagen).
73
2.Recortes. Consiste en la selección de una parte de
la imagen mediante el trazo de un polígono (máscara) con el
cursor. Se forman así dos zonas: la interior del polígono, que
se desea mejorar redistribuyendo sus tonos de gris, filtrándola,
aplicándole falso color, etc.; y la exterior, que puede ser eliminada
o disimulada.
3.Contornos. En este caso, se hace pasar por el polígono
de definición del recorte (máscara) una línea, que produce sobre
la imagen completa un contorno de la figura que se desea resaltar.
4.Filtros. Suelen producir efectos importantes en el
mejoramiento de las imágenes. Se aplican empleando algoritmos
especiales sobre las tablas o matrices numéricas correspondientes
a las figuras o a las partes enmascaradas de ellas. Los principales
filtros genéricos usados en el mejoramiento fueron los
constrastantes, para resaltar las diferencias; los suavizantes, que
permiten disimular las pequeñas discontinuidades producidas entre
los pixeles o elementos de la digitalización; y los realzantes de
imágenes.
5. Falso Color. La aplicación de falso color permite
“iluminar” las imágenes o partes de ellas –la cara y partes visibles
del cuerpo, por ejemplo–, con lo que se hacen mucho más fáciles
de reconocer. Esta técnica aprovecha los mismos valores de la
digitalización pero reemplaza, en la parte seleccionada, el gris
por los colores adecuados.
Minúsculos retratos
de 13 personas
El resultado de estos años de trabajo, después de haber
recorrido innumerables veces los ojos de la Virgen de Guadalupe,
ha sido el descubrimiento de trece minúsculas figuras. El hallazgo
se produjo en ambos ojos, con excepción de un solo personaje,
como indico más adelante.
74
Ojos derecho e izquierdo, primeras imágenes de Purkinje-Samson en
falso color. Las más pequeñas han sido ampliadas, trabajadas, vueltas
a reducir y reinsertadas en su posición original en el ojo.
Debajo de cada ojo, en blanco y negro, interpretación artística.
75
El orden de los descubrimientos en ambos períodos de
investigación es el siguiente:
1. Descubrimiento del indio de cuerpo entero, en el ojo izquierdo;
y del hombre barbado, en el ojo derecho.
2. Encuentro del personaje anciano y del hombre joven, en el
ojo izquierdo.
3. Hallazgo del indio que lleva una tilma atada al cuello, en
ambos ojos. Búsqueda negativa de posibles imágenes en la
tilma.
4. Descubrimiento de una mujer negra, en el ojo izquierdo.
5. Hallazgo del hombre barbado en el ojo izquierdo.
6. Mediante técnicas estadísticas de “mapeo”, hallazgo en el
ojo derecho de algunos personajes que aparecían en el ojo
izquierdo y que no había ubicado en el derecho.
7. Descubrimiento, en ambas pupilas, del microscópico grupo
familiar compuesto, en el ojo izquierdo, por una pareja y tres
niños, y en el derecho por los mismos personajes más dos
adultos.
8. Hallazgo de la mujer negra en el ojo derecho.
9. Encuentro de una mujer adulta, ubicada detrás de la pareja
del grupo familiar, en el ojo izquierdo.
Los dos últimos descubrimientos ocurrieron en el segundo
período de la investigación. El único personaje no encontrado es
el hombre parado detrás de la mujer en el grupo familiar del ojo
izquierdo.
El lector debe saber que la córnea izquierda de la imagen
es ligeramente más grande que la derecha. Su diámetro es de
aproximadamente 8 mm., mientras que el del ojo derecho mide
7 mm. En los gráficos pueden recorrer ambos ojos y contemplar
las figuras descubiertas. Uno a uno, mostraré los personajes que
aparecen en la parte central superior de cada ojo, para luego
77
regresar a ver aquellos que aparecen en la pupila. El recorrido se
hace desde el extremo derecho de cada córnea –el más cercano
a la nariz cuando se trata del ojo izquierdo, y el más alejado de
la nariz en el caso del ojo derecho– hasta el extremo izquierdo.
Algunas ilustraciones permiten comparar los dos ojos,
en esos casos la imagen que queda a la derecha corresponde al
ojo izquierdo de la Virgen y viceversa. Pero dentro de cada ojo,
emplearé los términos derecha e izquierda en sentido usual.
Las imágenes exigen un cierto entrenamiento para ser
reconocidas correctamente. Por ello las primeras las mostraré así.
A. La imagen recortada por el computador.
B. La imagen sin recortar, o sea con su fondo, pero resaltada con
color.
Después, recomiendo ver la figura en el conjunto del ojo, y
resaltada en color en las ilustraciones que se presentan en cada
sección
Por último, el lector puede aventurarse en la fotografía del
ojo simplemente ampliada, sin ningún otro tratamiento. Podrá ver
algunos de los personajes bien, otros no. Algunos están delineados
en la fotografía con sólo tenues diferencias de intensidad, que
el computador puede seguir bien en la foto digitalizada, y por
consiguiente resaltar.
Un indio observa
con atención
Desde las primeras ampliaciones pude observar la figura
de un indio en el extremo izquierdo de la fotografía de la córnea
izquierda. Aparece de cuerpo entero y sentado en el suelo, y
muestra la pierna izquierda extendida sobre el piso, mientras que
la derecha está doblada y pasa sobre la otra. En la postura propia
78
Imagen del indio en el ojo izquierdo, resaltada y en falso color.
Indio en falso color, imagen artística, y cara ampliada. Observe el
peinado en cola de caballo y las arracadas.
Cara del indio
(ojo derecho,
ojo izquierdo).
79
de gente no acostumbrada al uso de sillas. En una de las láminas
del Códice Aubin, que representa el juego azteca “patolli”, puede
verse cómo los indios adoptaban idéntica postura. Una escena
parecida se aprecia en un dibujo del Códice Magliabecchiano.
La imagen de este indio sentado, semidesnudo, revela
detalles muy interesantes y de una precisión admirable, sobre
todo si se tiene en cuenta el pequeñísimo espacio que ocupa
en la tilma: el ancho total del cuerpo es de algo más de 1mm.,
mientras que el largo de la figura ocupa menos de 4mm.
En la córnea izquierda la cabeza del indio está ligeramente
levantada, y parece dirigir su mirada hacia arriba. Los rasgos del
rostro no son visibles; sin embargo, la posición adoptada denota
atención y reverencia. La misma actitud se observa en la córnea
derecha, donde sólo se refleja la cara del indio: la posición y la
dirección de la mirada coinciden con las encontradas en la córnea
izquierda.
Las ampliaciones de la cabeza del indio permiten apreciar
nítidamente una frente muy despejada, como si la hubiera
afeitado. Es probable que también se trate de una costumbre
de algunos indígenas de la época. Así se observa en algunas de
las pinturas que decoran las paredes de la capilla del Cerrito del
Tepeyac.
Otro detalle significativo es la oreja derecha del indio, que
se aprecia bastante bien. En ella el observador puede notar el aro
o arracada –un arete con adorno colgante– que tenía insertado en
el lóbulo, como los indios actuales de algunas zonas de México.
El diámetro exterior de la arracada es de aproximadamente 120
micrones mientras que su grosor ocupa apenas unos 10 micrones
(un centésimo de milímetro) de la tilma.
Si el lector mira con detenimiento las fotografías de este
personaje, verá que el cabello largo del indio aparece amarrado
como si tuviera un lazo que lo juntara a la altura de las orejas,
para luego soltarse hacia abajo.
En el pie izquierdo destaca el huarache o sandalia con que
81
iba calzado. Ha sido posible medir la correa que lo sujeta, cuyo
ancho es de apenas unos 120 micrones, asimismo se nota la suela
en el extremo del pie.
Las características descritas nos llevan a pensar que
la imagen correspondería a la de algún sirviente del obispo
Zumárraga. Es la hipótesis más probable.
Los rasgos de
un anciano
A continuación del indio aparece, también en la córnea
izquierda de la Virgen, el tercer personaje descubierto. La primera
vez que vi esta imagen pensé que correspondía a una calavera. El
empleo de filtros me permitió observar mejor el perfil y llegar a
la conclusión de que se trataba del rostro de un hombre anciano,
que medía apenas 1,6 milímetros.
En mi mente, sin encontrar una explicación al hecho,
asociaba esta figura con otra anteriormente vista. Pasado algún
tiempo, y después de buscarla con mucho interés, recordé que esas
facciones guardaban similitud con la de uno de los personajes de
un famoso cuadro de Miguel Cabrera, pintor mexicano del siglo
XVIII (ver pág. 43).
El lector puede observar que el hallazgo corresponde a la
imagen de un anciano, con una calva bastante grande, brillante
en algunas partes. Conserva algo de cabello en lo que pudiera ser
parte de un cerquillo. La nariz también es grande y sobre todo
recta. Los ojos, hundidos, se encuentran debajo de unos arcos
superciliares muy salientes, y la mirada se dirige hacia abajo.
La mejilla, por la edad o por enfermedad, está descarnada
y evidencia el hueso malar derecho. Una lágrima parece correr
por la mejilla hacia la comisura de los labios. El hueso de la
mandíbula sobresale, firme, rígido, y sobre él aparece una barba
blanca espléndida.
82
Ojo izquierdo resaltado, obispo y traductor contorneados.
Arriba: Presuntos obispo y traductor resaltados y en falso color, ojo izquierdo,
y dibujo artístico.
A la derecha: Juan González, ya mayor
y presbítero, según un retrato anónimo.
¿Tal vez el traductor?.
83
Compare el Obispo del cuadro de Cabrera (pág. 43), del siglo
XVIII, con la persona que aparece en el ojo izquierdo de la
Virgen. Parece ser la misma persona en idéntica posición.
En el cuadro de Miguel
Cabrera, siglo XVIII, y en el
ojo izquierdo, la posición
relativa obispo-Juan Diego,
es idéntica.
85
Los rasgos hasta ahora descritos coinciden con los de un
hombre de avanzada edad, de aspecto demacrado y de raza blanca.
Comparándolo con el personaje de la pintura antes citada
es asombroso el parecido entre la imagen encontrada en la
córnea izquierda y la representación que hace Cabrera del obispo
Zumárraga. Es posible que el artista se inspirara en el retratos de la
época, que quizá ya no existen. Esta suposición no es descabellada
pues los aztecas fueron rápidos y expertos dibujantes, y es posible
que hicieran esquemas del “Milagro de las Rosas” siguiendo el
relato de los testigos, y que éstos constituyeran la fuente de
inspiración de Cabrera. El descubrimiento actual tiene un gran
valor, dado que las obras de Miguel Cabrera datan del siglo XVIII,
y la cara descubierta en la tilma está allí desde 1531.
Sin embargo, conviene distinguir lo que es una hipótesis o
suposición, que no puede ser comprobada, de los hechos reales
confirmados por el presente estudio. El hecho comprobado es la
existencia de la figura de la cara de un anciano, de dimensiones
pequeñas, en ambas córneas de la Virgen de Guadalupe. En la
córnea derecha el rostro aparece en idéntica posición aunque más
pequeño y por lo mismo con menor precisión.
En conclusión, el gran parecido de esa cara con la del
obispo Juan de Zumárraga nos hace suponer que la misma es, en
hipótesis, la del obispo.
El asombro de un
hombre joven
Cerca del anciano, a su izquierda, aparece otra figura. La
imagen ofrece mayor dificultad para ser reconocida; sin embargo,
he llegado a precisar que el aspecto físico pertenece al de un
hombre joven.
87
El personaje mira casi de frente y en la ampliación pueden
verse sus ojos, nariz, boca, mejillas, frente y parte de la cabellera.
Las facciones denotan asombro. Forma junto con el anciano
un cuadro significativo, donde es notable la naturalidad de las
expresiones de ambas caras. La composición del cuadro, es decir,
el ángulo de ubicación de las figuras, la inclinación de las cabezas,
la orientación de la mirada y la posición de los labios del joven
que parece dirigir la palabra al anciano es reveladora.
La cercanía al presunto obispo de México me ha llevado
a pensar en la posibilidad de que se trate de un hombre que
cumpliera la función de traductor. Es ampliamente conocido que
Zumárraga no hablaba el náhuatl, según su propio testimonio
encontrado en una carta dirigida al emperador Carlos V, en la
que informa que desconocía esa lengua. Y el hecho, también
comprobado, de que Juan Diego desconocía entonces el español.
Estas circunstancias permiten sostener la hipótesis de la necesidad
de un traductor en los encuentros entre el vidente y la autoridad
eclesiástica.
¿Quién puede haber cumplido tal función? La tradición
asigna la responsabilidad al español Juan González, un hombre
joven en la época de la aparición, pues había nacido entre 1500
y 1510.
El rostro de este personaje, al igual que el del anciano,
aparece en la córnea derecha en idéntica posición, aunque
impreciso y de menor tamaño aún.
¿El vidente Juan Diego?
En este momento de la exploración tuve el presentimiento
de estar ante la escena del “Milagro de las rosas”. Contribuyó a
ello el notable parecido entre el perfil del anciano y el rostro de
Zumárraga, obra de Cabrera, y la interesante conformación, con
el joven que parece hablarle. Pasé entonces a estudiar a fondo la
posición de los personajes en el mencionado lienzo y supuse que
la figura que intuía se encontraría frente a la cabeza del presunto
88
En el ojo izquierdo resaltado, se observa la figura
contorneada de Juan Diego.
Juan Diego,
interpretación
artística.
Rostro de
Juan Diego, ojo
derecho, ojo
izquierdo.
89
obispo. La búsqueda con la computadora continuó en esa zona
de los ojos.
Fue en la córnea izquierda donde descubrí la nueva figura.
La computadora evidenció la presencia de un rostro: el de un
hombre de edad madura y con aspecto de nativo. Sus facciones,
indudablemente, son las de un indio y el lector puede comprobarlo
viendo las fotografías correspondientes. En las ampliaciones
elaboradas por el computador, lo primero que llamó la atención
fue el tocado del indígena. Sobre la cabeza lleva un sombrero
en forma de cucurucho que, en opinión de gente conocedora de
las costumbres de la época, era de uso corriente entre algunas
categorías de nobles aztecas.
El perfil encontrado en el ojo izquierdo reúne las siguientes
características: pómulos prominentes, barba rala, algo de bigote
muy pegado a la cara, labios que parecen entreabiertos y una
nariz aguileña, bastante grande, que constituye el rasgo facial más
notorio y recuerda la nariz de Juan Bernardino, tío de Juan Diego,
representada en la pintura conocida como «El Primer Milagro». En
la córnea derecha la posición, facciones y detalles de la cabeza
son semejantes; empero, la figura es algo más pequeña, el grado
de luminosidad varía y no aparece la tilma.
Precisamente lo que hace más interesante a esta figura es
la tilma que lleva anudada al cuello. Como se puede observar en
la córnea izquierda, el personaje extiende el brazo derecho debajo
de ella y la despliega en dirección al lugar donde se encuentra el
anciano. He dedicado muchas horas a la observación y análisis de
la superficie de la tilma que el indio muestra, y puedo asegurar, sin
lugar a dudas, que no existe ninguna figura o imagen estampada
sobre ella.
La escena recuerda, como mencioné líneas más arriba,
el «Milagro de las rosas». Los rasgos típicamente indígenas, la
posición del personaje dentro del conjunto y, sobre todo, la tilma
expuesta me llevan a pensar –dentro de la hipótesis general de
los descubrimientos– que se trata del vidente Juan Diego.
91
Un hallazgo sorprendente
Parada detrás del indio que he señalado como el posible
Juan Diego aparece la figura de una mujer, de ojos penetrantes,
que mira con asombro lo que ocurre por encima de los hombros
del indio. Se trata del personaje más retirado y sólo puede verse
el busto y la cara. El tamaño de la imagen, del cráneo a la cintura,
es de 0.7 mm., en el ojo izquierdo.
El estudio de sus facciones me llevó a un hallazgo
sorprendente: la tez oscura, su nariz achatada y los labios gruesos
corresponderían a los de una mujer de raza negra. Sus ojos son
sumamente expresivos y mira de frente la escena. Sobre la cabeza
lleva algo parecido a un turbante o tal vez se trate, simplemente
del peinado.
Sin conocer la historia de México, lógicamente, me parecería
difícil explicar la presencia de una mujer negra, en 1531, en un
territorio del Nuevo Mundo. La ubicación de este personaje en el
contexto de lo que empezaba a llamar la escena de la estampación,
constituía en mi opinión un error histórico. Y así lo señalé en una
conferencia en el Centro de Estudios Históricos Guadalupanos al
poco tiempo del descubrimiento. Uno de los asistentes, profundo
conocedor de la historia mexicana, me hizo saber que no se trataba
de una equivocación; efectivamente, Hernán Cortés había traído
esclavos negros a Tenochtitlán y era factible que esa mujer hubiese
estado presente.
Más adelante pude comprobar, leyendo la historia de la
Iglesia de México del padre Mariano Cuevas, que el obispo fray
Juan de Zumárraga había concedido en su testamento la libertad
a la esclava negra que le había servido en México. Textualmente
dice así “...declaro que ahorro y hago libres de toda subjeción e
servidumbre, a María, negra, e a Pedro, negro, su marido, esclavos
que están en su casa, para que como tales personas libres puedan
disponer de sí lo que quisieren”.
Finalmente, y ya después de varios años, se me informó
92
Ojo derecho, véase situación y tamaño de la negra María.
Negra María,
interpretación
artística.
La negra María, en
los ojos derecho e
izquierdo.
93
que al revisar el “acta de embarque” de Zumárraga hacia México,
habían encontrado entre los acompañantes allí registrados, a la
esclava negra.
La imagen de esta mujer sólo llegué a descubrirla en
el ojo derecho en el segundo periodo de estudios, en el año
1996. Un reflejo de luz muy fuerte impide ver la cara, pero la
forma y posición de su cuerpo coinciden bastante bien con las
correspondientes del ojo izquierdo.
El hombre barbudo
El segundo descubrimiento en orden cronológico tuvo lugar
en el ojo derecho de la Virgen de Guadalupe. En realidad se trató
de la confirmación definitiva del hallazgo que hicieran Alfonso
Marcué en 1929 y Carlos Salinas en 1951. Ambos pensaron,
equivocadamente, que el personaje en cuestión era Juan Diego. Las
ampliaciones realizadas, sin embargo, confirmaban las facciones
europeas de este personaje.
La figura del hombre barbado está ubicada en el extremo
derecho de ambas córneas. Es mucho más precisa en la córnea
derecha que en la izquierda. En las dos representaciones el
personaje muestra una actitud contemplativa; parece ensimismado
y su rostro expresa interés y perplejidad. Mantiene la mirada
orientada hacia el lugar donde el indio despliega su tilma.
Un detalle interesante puede observarse en la córnea
derecha. El personaje toma su barba con la mano derecha, se
nota claramente el dedo pulgar introducido en ella. También
se distingue el hombro, brazo y antebrazo del personaje. Las
dimensiones de la imagen facilitan ver a simple vista esos detalles.
En el ojo derecho aparecen con gran nitidez las tres
imágenes de Purkinje – Samson. Esas imágenes corroboran lo
que varios oculistas descubrieron años atrás.
He señalado antes que, gracias a las ampliaciones obtenidas
95
de este personaje, es posible afirmar que sus facciones son
europeas. El porte y dignidad aparentes corresponderían a un
hombre importante, tal vez, un hombre de origen español. No es
posible, por el momento, identificar coherentemente al hombre
barbado, pero algunos entendidos en la materia especulan que
se trataría de don Sebastián Ramírez y Fuenleal, presidente de la
Segunda Audiencia de la Nueva España en ese entonces.
Un misterio dentro
del misterio
En el centro de ambos ojos aparecen otro grupo de
imágenes, de tamaño mucho más pequeño, al que he denominado
“grupo familiar indígena”. Sus dimensiones no guardan proporción
con las imágenes descritas hasta ahora; sin embargo, los nuevos
personajes revelan entre ellos una misma escala y componen una
escena diferente. Además de estas características, existen otras
particularidades que hacen de este grupo la parte de mayor interés
en los ojos de la Virgen de Guadalupe. Pero antes de adentrarnos
en este tema, pasaré a describir esos hallazgos.
Recomiendo, en primer lugar, observar la córnea derecha,
y en ella el lugar correspondiente a la pupila, y después pasar
al ojo izquierdo. El personaje más notorio, por su ubicación y
tamaño, es una mujer joven de rasgos muy finos, que ocupa el
centro del nuevo cuadro. El rostro de la mujer mide, del cráneo
a la barbilla, medio milímetro en la escena ubicada en la pupila
izquierda, y parece mirar hacia abajo en dirección de otra de las
figuras. Tiene sobre sus cabellos una especie de tocado: trenzas
o cabello entretejido con flores. Un detalle interesante de esta
joven es tener sujeto a la espalda un bebé, por el rebozo y con
una cinta para sujetarlo, a la usanza que aún mantienen muchas
indígenas de diferentes zonas de América. En ambos ojos se
distingue con claridad la pequeña cabeza del bebé.
96
Ojo derecho, figuras en falso color. De izquierda a derecha en el sentido de
las agujas de un reloj se ven el indio, obispo, traductor, Juan Diego, negra
María, barbudo y familia indígena. Las figuras excepto la del barbudo han
sido arregladas y colocadas en su sitio en su verdadero tamaño.
Ojo derecho, sólo ampliado 11 veces. Se ve el Caballero Barbudo
(fue visto con una lupa por los señores Marcué y Salinas hace
70 años).
97
En el ojo derecho se observa el caballero barbudo en falso color.
Ver las 3 imágenes de Purkinje-Samson.
En esta fotografía del ojo derecho, se observa el caballero
barbudo, contorneado. Foto sólo ampliada, sin trabajo de
computador.
99
En estas fotografías se puede comparar el caballero con barba
en el cuadro de Cabrera (ver pág. 43), y en el ojo derecho, el
barbudo en falso color. Podrían ser el mismo personaje.
Detalle del cuadro “El primer milagro” (ver pág.37-39).
Ramírez de Fuenleal coincide bastante bien con el caballero
barbudo en el ojo derecho de la Virgen, y tiene edad similar.
101
Caballero barbudo, ojos
derecho e izquierdo.
Barbudo, ojo derecho sólo resaltado, y dibujo artístico.
103
En un nivel más bajo y a la derecha de la joven madre, surge
un hombre, que parecía conversar con la mujer pues orienta su
mirada hacia ella. El hombre luce un sombrero y aparentemente
está sentado. Entre ambos personajes, en la pupila izquierda,
se observa una pareja de un niño y una niña, que también son
visibles en la pupila derecha. Y es en este ojo donde mejor se
observa otro par de figuras, esta vez una mujer y un hombre
maduros que observan la escena ubicados de pie a la espalda de
la joven. La pareja bien pudiera relacionarse con los abuelos de
este cuadro familiar.
Tal como ocurre con las otras imágenes encontradas en los
ojos de la Virgen de Guadalupe, las correspondientes al «grupo
familiar indígena» se encuentran también en ambos ojos, con
excepción del hombre de pie detrás de la mujer, que no he podido
descubrir en el ojo izquierdo.
Repetidas veces he considerado que este grupo de personajes
posee un significado especial. Resulta por demás interesante que
se encuentren ubicados en el centro de las pupilas, lugar que
ocupan las imágenes precisamente cuando son observadas por una
persona viva, pues aunque las córneas reflejan varias imágenes,
aquellas en las que la persona centra su visión son las que se
encuentran en sus pupilas.
Por otra parte, los individuos presentes en el grupo no
guardan relación con las otras imágenes descubiertas, antes bien
resultan ajenos a la escena hasta ahora observada. Me atrevo
a afirmar que se trata de una segunda escena, que refleja un
momento de placidez en el entorno familiar.
También llama la atención que las imágenes del anciano y
su acompañante, cuyas dimensiones indican que debieron estar
más cerca de los ojos de la Virgen –según la hipótesis que luego
explicaré– no hayan ocultado el pequeño «grupo familiar». No
encuentro respuesta diferente a lo que expongo más abajo. Pero
antes de hacerlo y volviendo a la ubicación de estos personajes,
conviene notar que es la posición en que debieron caer las flores,
presentadas por Juan Diego al obispo, como encargo de la Virgen,
105
y que no han sido encontradas a lo largo de la investigación.
Por último recordaré las palabras que, según traducciones
literales del Nican Mopohua, Nuestra Señora de Guadalupe dirige
a Juan Diego cuando le encarga hablar con el obispo: “Y para
realizar lo que pretende mi compasiva mirada misericordiosa (...)”.
Llegado a este punto, transmito a los lectores la hipótesis
que he reiterado en mis exposiciones a lo largo de los últimos
años. Este pequeño grupo representa, a mi entender, un mensaje
dispuesto para la humanidad de nuestro tiempo. Ha sido necesario
que transcurrieran casi quinientos años para que, gracias al
desarrollo tecnológico, en pleno siglo XX, el hombre pudiera
descubrirlo.
Pruebas convincentes
La presencia de las imágenes en los dos ojos de la Virgen
de Guadalupe constituye, sin duda, una de las pruebas más
contundentes de su existencia y de la dificultad de obtener una
explicación natural del hecho. Las imágenes poseen las mismas
posiciones relativas, es decir, aparecen tal y como sería de
esperar en los reflejos de las córneas de una persona viva. El
resultado, asombroso por sí mismo, elimina la posibilidad del
azar. La presencia de doce (entre trece) personajes en ambos
ojos no es fruto de la casualidad ni de una falsa interpretación
de los hallazgos.
Páginas atrás he explicado el proceso de verificación de las
imágenes encontradas en una fotografía y la comprobación de su
existencia en otra fotografías. Permítaseme ahora insistir en dos
de los procesos realizados en dicha certificación.
El primero se denomina “mapeo” y consiste en tomar las
coordenadas de pares de puntos equivalentes en la superficie de
los dos ojos, y, mediante Regresión Lineal, encontrar dos funciones
matemáticas que permiten calcular las coordenadas “x” e “y” de
106
La familia, ojos derecho (sólo ampliado 5 veces), e izquierdo (resaltado), contorneada en ambos ojos.
La famila recortada y en falso color, en los ojos derecho e
izquierdo.
La escena familiar no tiene la tensión de la del Milagro de las
Rosas, sino que sus personajes parecen estar en una conversación sosegada.
Dibujo artístico.
107
cada punto equivalente, de un ojo en el otro. La coincidencia de
las imágenes encontrada a través de este método es impresionante.
Este procedimiento me ayudó incluso a encontrar la “otra” imagen
de uno de los personajes.
La serie de transición es otro de los métodos empleados.
Gracias al proceso de metamorfosis (Morphing) he hallado series
de imágenes que muestran una secuencia de transición entre el
rostro concreto descubierto en una de las córneas y su equivalente
en la otra.
Presencia invisible
de la Virgen
Al lector le bastará recordar el pequeñísimo diámetro de las
córneas, de apenas 7 u 8 milímetros para deducir la imposibilidad
de pintar las miniaturas encontradas en los ojos de la Virgen de
Guadalupe; más aún si se tiene en cuenta el material tan burdo
sobre el que está grabada la imagen. Si una obra de esta naturaleza
–con detalles tan minuciosos como los expuestos– es imposible
para el hombre de hoy, con mayor razón lo que fue para cualquier
artista del lejano 1531.
La narración del milagro del Tepeyac nos dice que Juan
Diego tuvo que esperar bastante tiempo antes de ser recibido
por el obispo Juan de Zumárraga. En este lapso, los empleados
del obispo notaron que algo extraordinario rodeaba a aquel indio
y su tilma en la que guardaba unas flores poco comunes. No es
de extrañar, pues, que la curiosidad les llevara a presenciar el
momento en que, finalmente, fue recibido por el obispo.
De hecho, los relatos afirman que varias personas se
encontraban presentes en el momento de la aparición. Esas mismas
narraciones nos explican muy claramente que la impresión del
ayate se produjo en el instante en que Juan Diego dejó caer las
flores delante del obispo y de las personas que se hallaban en
109
ese momento en la casa. Es legítimo pensar que si hubiera traído
la imagen ya estampada, no le habrían creído.
El uso de las técnicas del proceso digital de imágenes me ha
permitido localizar varios personajes relacionados con el momento
arriba descrito, de la misma manera como suelo identificarlos en
fotografías de personas vivas. Los individuos que se encuentran
directamente en frente del sujeto fotografiado quedan reflejados
en las córneas, y sus imágenes registradas en la fotografía. De
esta manera he podido verificar la presencia de cada uno de los
personajes y comprobar que las figuras humanas descubiertas
cumplen las leyes físicas de las imágenes reflejadas en los ojos
de una persona viva, y captadas por una fotografía.
Es imposible explicar por medios naturales la presencia
de los minúsculos retratos, por lo que, aceptando como un
hecho sobrenatural la estampación de la imagen de la Virgen de
Guadalupe, me atrevo a sostener que, en el momento en que Juan
Diego fue recibido por Zumárraga, la Virgen María se encontraba
presente, invisible para los que allí estaba pero viendo toda la
escena, y por tanto, teniendo reflejadas en sus ojos las imágenes
de todos los asistentes, incluyendo al propio Juan Diego. Cuando
se desplegó la tilma y cayeron las flores, la imagen de Nuestra
Señora se grabó en ella, tal como estaba en ese instante, es decir,
llevando en sus ojos el reflejo de todo el grupo de personas que
observaba ese histórico suceso.
De esta manera la Virgen María quiso dejarnos una
instantánea de su estampación milagrosa en el ayate de Juan
Diego. Comportamiento coincidente con el que hubiéramos
sugerido en nuestros días para aceptar el prodigio: presentar
“una fotografía del hecho”, que es, en definitiva, lo que nos ha
proporcionado.
Con esta hipótesis intento justificar la presencia de un
grupo de personajes en determinadas ubicaciones dentro de las
córneas. Sé que es imposible una demostración irrefutable, pero
son varios los indicios descritos en la investigación, que respaldan
110
Familia resaltada y contorneada, ojo izquierdo.
Cara de la mujer de la famila,
ojo izquierdo.
Dibujo artístico.
111
esa suposición. En mi trabajo, he tenido la oportunidad (que
ofrezco a los demás) de contemplar los rostros y hasta la expresión
de las personas relacionadas con el “Milagro de las rosas” en su
momento cumbre transmitido por un “cuadro” de la Virgen, de
una forma muy original y hermosa.
El secreto de sus ojos
La probabilidad de que la imagen de la Virgen de Guadalupe
haya sido pintada por mano humana es nula. Esta aseveración
no es una novedad, pues desde 1531 muchas personas, unas
importantes y otras sencillas, han expresado lo mismo.
El Nican Mopohua, la narración histórica más completa del
milagro, ofrece al lector interesado la oportunidad de repasar los
muchos y muy importantes mensajes que la Virgen María transmitió
de palabra a Juan Diego, durante sus varias apariciones en el
Tepeyac. Por otra parte, varias investigaciones realizadas por
eminentes estudiosos del milagro guadalupano han demostrado
que la Virgen, en su amor e interés por comunicarse rápidamente
con los pobladores de esas tierras, aprovechó la simbología
utilizada y entendida por los mexicas para presentar mensajes
gráficos en sus vestidos. De esa manera sus mensajes fueron
fácilmente captados por los indígenas.
A continuación presentaré brevemente algunos de los
mensajes que, en mi modesta opinión, considero como los más
prácticos e inmediatos para la gente de nuestra época. A los
primeros convengo en llamarles originales, porque forman parte
del milagro original.
La Virgen escogió a un sencillo hombre del campo, un
indígena, como heraldo de su maravilloso anuncio. Era Juan Diego
un hombre común y corriente, de entre los primeros cristianos en
tierras mexicanas. El lenguaje florido del Nican Mopohua transmite
el sentimiento de indignidad que Juan Diego albergaba en su
113
corazón al ser elegido. El vidente, en la humildad de su carácter,
suplica a María : “Señora mía, Reina, Muchachita mía, que a
alguno de los nobles, estimados, que sea conocido, respetado,
honrado, le encargues que conduzca, que lleve tu amable aliento,
tu amable palabra para que le crean. Porque en verdad soy yo un
hombre del campo, soy mecapal (cinta de cuero que da la vuelta
al cráneo de una persona que lleva una carga, por donde pasa una
cuerda corrediza sobre la que descansa la carga. N. del E.), soy
parihuela, soy cola, soy ala; yo mismo necesito ser conducido,
llevado a cuestas, no es lugar de mi andar ni de mi detener allá
a donde me envías, Virgencita mía, Hija mía la menor, Señora,
Niña; por favor dispénsame: afligiré con pena tu rostro, tu corazón;
iré a caer en tu enojo, en tu disgusto, Señora, Dueña mía” (crf.
Nican Mopohua, nº 54-56)
La respuesta de la Virgen María es inmediata: “Escucha,
el más pequeño de mis hijos, ten por cierto que no son escasos
mis servidores, mis mensajeros, a quienes puedo encargar que
lleven mi aliento, mi palabra, para que se efectúe mi voluntad”,
y ratifica la designación de Juan Diego: “pero es muy necesario
que tú personalmente, vayas, ruegues, que por tu intercesión
se realice, se lleve a efecto mi querer, mi voluntad” (crf. Nican
Mopohua, nº 58 y 59).
En nuestra época se reconoce cada vez más la importancia
del laico en la propagación de la fe cristiana. Pienso que los
hechos narrados –la elección y el consiguiente desempeño de Juan
Diego- pueden servir de ejemplo, y confirmar la responsabilidad
que los fieles corrientes tienen ante Dios y la Iglesia –de la que
son su parte mayoritaria– en el cumplimiento de la misión que
se les encomienda.
El laico tiene pues que vivir con la conciencia de continuar
la misión instaurada por Cristo, allí donde Dios le ha colocado, es
decir, a través de su quehaceres ordinarios; sin embargo, sucede
comúnmente que se piensa que el trabajo cotidiano es, en cierta
forma, independiente de la vida cristiana y por lo tanto, ajeno al
querer –a los planes– de Dios. Esta equivocada concepción hace
114
Esta composición presenta a la Virgen María frente a los personajes
encontrados. Con esta hipótesis se afirma que ella se encontraba
presente, invisible, viendo toda la escena. Así, lo que llevaba en
sus ojos quedó grabado en la tilma de Juan Diego.
115
que muchos hombres y mujeres deseen resarcir el “tiempo perdido”
fuera del ámbito específico en que les ha tocado vivir. Estas
nobles iniciativas exigen sacrificio, tiempo y energías que, algunas
veces, se sustraen al trabajo y a la familia, con el consiguiente
deterioro del prestigio profesional y de las relaciones familiares.
No debería ocurrir así.
Además, María escoge el medio para dejar grabada su
bendita imagen: la tilma de Juan Diego. Es bien conocido que la
tilma o ayate constituía no solamente una prenda de vestir de
los antiguos mexicanos, sino que era también una herramienta de
trabajo. Los indígenas, sin la posibilidad de utilizar carretillas u
otro medio con ruedas para transportar materiales, empleaban la
tilma doblada y sujeta por los brazos, para cargar piedras y otros
materiales de construcción; de hecho, al momento de llevar la
“prueba” requerida por el obispo Zumárraga –las flores–, Juan
Diego utilizaba la tilma en la forma acostumbrada. Es así que
Nuestra Señora de Guadalupe realza la importancia de la labor
diaria de toda persona.
El hombre debe dedicar sus mejores energías al trabajo, ya
que es el lugar natural donde puede encontrar a Dios, y con su
ayuda, contribuir al real bienestar de la sociedad y del mundo en
general. En definitiva es en el propio trabajo donde el hombre
cumple con su función: “salvar el mundo”. Personalmente, estoy
convencido de que si todos los fieles laicos ejecutaran su trabajo
cotidiano siguiendo fielmente la voluntad de Dios, el mundo
cambiaría y se reducirían en mucho las injusticias, desigualdades,
conflictos, rencores..., que cada día empeoran la vida de nuestro
planeta.
Pero al parecer sus enseñanzas no terminan aquí. En el
mismo relato, Nuestra Señora de Guadalupe descubre a Juan Diego
“su preciosa voluntad”. Le pidió que en el Tepeyac le levantaran
su “casita sagrada”, lugar donde mostrará a Dios y “lo daré a las
gentes en todo mi amor personal, en mi mirada compasiva, en
mi auxilio, en mi salvación”. Más adelante, después de decir al
vidente que es Madre suya y de todos los hombres, promete a
117
quienes confíen en ella que escuchará “su llanto, su tristeza,
para remediar, para curar todas sus diferentes penas, sus miserias,
sus dolores”, y realizará “lo que pretende mi compasiva mirada
misericordiosa”, con la condición de que vaya a ver al obispo y
transmita su pedido. Son, pues, dos las oportunidades en las que
la Virgen María se refiere a su “mirada compasiva” (cfr. Nican
Mopohua, nº 28 y 33).
Han transcurrido casi quinientos años desde aquel histórico
momento, y hoy podemos admirar las pequeñisimas imágenes
que entonces fueron “escondidas” en espera de que la tecnología
desarrollara lo suficiente para descubrirlas o, quizá, de que
el hombre requiriera encontrar nuevas luces para su andadura
terrena. Tengo la misma convicción de la existencia de las
imágenes encontradas en las córneas, como de que ellas encierran
un mensaje, específico para los hombres de nuestra época. Las
reflexiones que siguen son un intento de desentrañar el secreto
que encierran los ojos de la Virgen.
Es evidente que los hallazgos de esta investigación se
deben al progreso de la ciencia y la técnica. El hombre, mediante
su trabajo, participa en la obra creadora de Dios, y gracias a
él ha logrado desarrollar las computadoras, el equipo óptico
necesario, los algoritmos matemáticos adecuados, los programas
de computación y todos los elementos del llamado Proceso Digital
de Imágenes, medio empleado para descubrir, verificar, ampliar y
mejorar las imágenes. El hallazgo de esa maravilla oculta mediante
instrumentos altamente especializados puede significar que el
hombre debe tener confianza en la ciencia y en la tecnología
modernas, que ponen en manos de la humanidad “herramientas”
muy poderosas, llamadas a ser de gran ayuda en la recristianización
del mundo entero.
El efecto, ciencia y tecnología se han desarrollado en la
sociedad gracias, en buena parte, al influjo del cristianismo en
el plano intelectual, moral y social. Ambas, en las puertas del
tercer milenio de la era cristiana, deben contribuir en dar a Dios
la gloria que se merece –deber fundamental de todas las labores
humanas, más aún, el núcleo que les da sentido y las impulsa– sin
118
119
«...Y para realizar lo que pretende mi compasiva mirada misericordiosa...»
que por ello pierdan la legítima autonomía que les corresponde. Así
podrán colaborar mejor en la consecución de la felicidad humana.
Uno de los más importantes problemas de la humanidad
de nuestros días –causa, muchas veces, de la infelicidad de las
personas– es la devaluación que la sociedad ha hecho de la
familia. La exposición continua a diferentes y múltiples ataques
y deformaciones, y la poca protección que se le brinda han
ocasionado el deterioro de innumerables familias. La presencia
del «grupo familiar» en ambos ojos de la Señora de Guadalupe
es, desde mi punto de vista, la más importante de las imágenes
reflejadas en las córneas, y constituye un mensaje sobre la familia.
Como hemos visto, el conjunto corresponde a una escena diferente
a la de la propia estampación; su ubicación precisamente en las
pupilas de la Virgen, es decir, en la parte más importante de sus
ojos y en la dirección en que debieron haber caído las flores que
llevó Juan Diego al obispo, parece manifestar esa intención. El
mensaje dirigido al mundo contemporáneo vendría a ser el anuncio
de que María tiene a la familia en su “mirada compasiva”, en la
niña de sus ojos. Una invitación a defenderla con todas las fuerzas.
También se puede afirmar que en las córneas aparecen
reflejadas personas de diferentes grupos raciales: blancos, indios
y una mujer negra, que componen un cuadro cuyo significado bien
podría ser la igualdad de todas las razas. Que ante Dios todos los
hombres y mujeres de este mundo son iguales. Un mensaje útil
en la época que nos ha tocado vivir y en la que parece renacer
el odio racial.
No puedo terminar estas reflexiones sin mencionar lo que
para mí, y para muchos, constituye el más hermoso y perenne
mensaje dejado por Nuestra Señora de Guadalupe, un mensaje de
confianza dirigido a todos sus hijos en la persona del indio Juan
Diego. “¿No estoy aquí Yo, que soy tu Madre? ¿No estás bajo mi
sombra y resguardo? ¿No soy Yo la fuente de tu alegría? ¿No estás
en el hueco de mi manto, en el cruce de mis brazos? ¿Tienes
necesidad de alguna otra cosa?”.
121
Nican Mopohua (Texto en español)
Traductor: Pbro. Mario Rojas.
AQUI SE NARRA, SE ORDENA, CÓMO
HACE POCO, MILAGROSAMENTE SE
APARECIO LA PERFECTA VIRGEN SANTA MARÍA MADRE DE DIOS, NUESTRA
REINA, ALLÁ EN EL TEPEYAC, DE
RENOMBRE GUADALUPE.
5
y en las cosas de Dios, en todo
pertenecía a Tlatilolco.
6
Era sábado, muy de madrugada,
venía en pos de Dios y de sus
mandatos.
Primero se hizo ver de un indito, su
nombre Juan Diego; y después se
apareció su Preciosa Imagen delante
del reciente obispo don fray Juan de
Zumárraga. (...)
7
Y al llegar cerca del cerrito
llamado Tepeyac ya amanecía.
8
Oyó cantar sobre el cerrito,
como el canto de muchos
pájaros finos; al cesar sus
voces, como que les respondía
el cerro, sobremanera suaves,
deleitosos, sus cantos sobrepujaban al del coyoltototl y del
tzinitzcan y al de otros pájaros
finos.
9
Se detuvo a ver Juan Diego. Se
dijo: ¿Por ventura soy digno,
soy merecedor de lo que oigo?
¿Quizá nomás lo estoy soñando? ¿Quizá solamente lo veo
como entre sueños?
1
Diez años después de conquistada la ciudad de México,
cuando ya estaban depuestas
las flechas, los escudos, cuando
por todas partes había paz en
los pueblos,
2
así como brotó, ya verdece, ya
abre su corola la fe, el conocimiento de Aquél por quien se
vive: el verdadero Dios.
3
En aquella sazón, el año 1531,
a los pocos días del mes de
diciembre, sucedió que había
un indito, un pobre hombre del
pueblo,
4
122
su nombre era Juan Diego,
según se dice, vecino de Cuauhtitlan,
10 ¿Dónde estoy? ¿Dónde me veo?
¿Acaso allá donde dejaron
dicho los antiguos nuestros
antepasados, nuestros abuelos:
en la tierra de las flores, en
la tierra del maíz, de nuestra
carne, de nuestro sustento;
acaso en la tierra celestial?
11 Hacia allá estaba viendo, arriba
del cerrillo, del lado de donde
sale el sol, de donde procedía
el precioso canto celestial.
12 Y cuando cesó de pronto el
canto, cuando dejó de oírse,
entonces oyó que lo llamaban,
de arriba del cerrillo, le decían:
“JUANITO, JUAN DIEGUITO”.
con los resplandores del arco
iris en la niebla.
21 Y los mezquites y nopales y
las demás hierbecillas que allí
se suelen dar, parecían como
esmeraldas. Como turquesa
aparecía su follaje. Y su tronco, sus espinas, sus aguates,
relucían como el oro.
13 Luego se atrevió a ir a donde
lo llamaban; ninguna turbación
pasaba en su corazón ni ninguna cosa lo alteraba, antes bien
se sentía alegre y contento por
todo extremo; fue a subir al
cerrillo para ir a ver de dónde
lo llamaban.
22 En su presencia se postró. Escuchó su aliento, su palabra, que
era extremadamente glorificadora, sumamente afable, como
de quien lo atraía y estimaba
mucho.
14 Y cuando llegó a la cumbre
del cerrillo, cuando lo vio una
Doncella que allí estaba de pie,
23 Le dijo:--”ESCUCHA, HIJO MÍO
EL MENOR, JUANITO. ¿A DÓNDE
TE DIRIGES?”
15 lo llamó para que fuera cerca
de Ella.
16 Y cuando llegó frente a Ella
mucho admiró en qué manera
sobre toda ponderación aventajaba su perfecta grandeza:
17 su vestido relucía como el sol,
como que reverberaba,
18 y la piedra, el risco en el que
estaba de pie, como que lanzaba rayos;
19 el resplandor de Ella como
preciosas piedra, como ajorca
(todo lo más bello) parecía
20 la tierra como que relumbraba
24 Y él le contestó:--”Mi Señora,
Reina, Muchachita mía, allá
llegaré, a tu casita de México
Tlatilolco, a seguir las cosas
de Dios que nos dan, que nos
enseñan quienes son las imágenes de Nuestro Señor: nuestros
sacerdotes”
25 En seguida, con esto dialoga
con él, le descubre su preciosa
voluntad;
26 le dice:--”SÁBELO, TEN POR
CIERTO, HIJO MÍO EL MÁS
PEQUEÑO, QUE YO SOY LA
PERFECTA SIEMPRE VIRGEN
SANTA MARÍA, MADRE DEL VERDADERÍSIMO DIOS POR QUIEN
123
SE VIVE, EL CREADOR DE LAS
PERSONAS, EL DUEÑO DE LA
CERCANÍA Y DE LA INMEDIACIÓN, EL DUEÑO DEL CIELO, EL
DUEÑO DE LA TIERRA, MUCHO
DESEO QUE AQUÍ ME LEVANTEN
MI CASITA SAGRADA.
VÍO, PARA QUE LE DESCUBRAS
CÓMO MUCHO DESEO QUE AQUÍ
ME PROVEA DE UNA CASA, ME
ERIJA EN EL LLANO MI TEMPLO;
TODO LE CONTARÁS, CUANTO
HAS VISTO Y ADMIRADO, Y LO
QUE HAS OÍDO.
27 EN DONDE LO MOSTRARÉ, LO
ENSALZARÉ AL PONERLO DE
MANIFIESTO:
34 Y TEN POR SEGURO QUE MUCHO
LO AGRADECERÉ Y LO PAGARÉ,
28 LO DARÉ A LAS GENTES EN
TODO MI AMOR PERSONAL, EN
MI MIRADA COMPASIVA, EN MI
AUXILIO, EN MI SALVACIÓN:
29 PORQUE YO EN VERDAD SOY
VUESTRA MADRE COMPASIVA,
30 TUYA Y DE TODOS LOS HOMBRES
QUE EN ESTA TIERRA ESTÁIS EN
UNO,
31 Y DE LAS DEMÁS VARIADAS
ESTIRPES DE HOMBRES, MIS
AMADORES, LOS QUE A MÍ CLAMEN, LOS QUE ME BUSQUEN,
LOS QUE CONFÍEN EN MÍ,
32 PORQUE ALLÍ LES ESCUCHARÉ
SU LLANTO, SU TRISTEZA, PARA
REMEDIAR, PARA CURAR TODAS
SUS DIFERENTES PENAS, SUS
MISERIAS, SUS DOLORES.
33 Y PARA REALIZAR LO QUE PRETENDE MI COMPASIVA MIRADA
MISERICORDIOSA, ANDA AL PALACIO DEL OBISPO DE MEXICO,
Y LE DIRÁS QUE CÓMO YO TE EN124
35 QUE POR ELLO TE ENRIQUECERÉ,
TE GLORIFICARÉ;
36 Y MUCHO DE ALLÍ MERECERÁS
CON QUE YO RETRIBUYA TU
CANSANCIO, TU SERVICIO CON
QUE VAS A SOLICITAR EL ASUNTO AL QUE TE ENVÍO.
37 YA HAS OÍDO, HIJO MÍO EL MENOR, MI ALIENTO MI PALABRA;
ANDA, HAZ LO QUE ESTÉ DE TU
PARTE”.
38 E inmediatamente en su presencia se postró; le dijo:-”Señora mía, Niña, ya voy a
realizar tu venerable aliento,
tu venerable palabra; por ahora
de Ti me aparto, yo, tu pobre
indito”.
39 Luego vino a bajar para poner
en obra su encomienda: vino
a encontrar la calzada, viene
derecho a México.
40 Cuando vino a llegar al interior de la ciudad, luego fue
derecho al palacio del obispo,
que muy recientemente había
llegado, gobernante sacerdote;
su nombre era D. Fray Juan de
Zumárraga, sacerdote de San
Francisco.
41 Y en cuanto llegó luego hace
el intento de verlo, les ruega a
sus servidores, a sus ayudantes,
que vayan a decírselo;
42 después de pasado largo rato
vinieron a llamarlo, cuando
mandó el señor obispo que
entrara.
43 Y en cuanto entró, luego ante
él se arrodilló, se postró, luego
ya le descubre, le cuenta el
precioso aliento, la preciosa
palabra de la Reina del Cielo,
su mensaje, y también le dice
todo lo que admiró, lo que vio,
lo que oyó.
44 Y habiendo escuchado toda su
narración, su mensaje, como
que no mucho lo tuvo por
cierto,
45 le respondió, le dijo:--”Hijo
mío, otra vez vendrás, aun con
calma te oiré, bien aun desde
el principio miraré, consideraré
la razón por la que has venido,
tu voluntad, tu deseo”.
46 Salió; venía triste porque no
se realizó de inmediato su
encargo.
47 Luego se volvió, al terminar el
día, luego de allá se vino derecho a la cumbre del cerrillo,
48 y tuvo la dicha de encontrar a la
Reina del Cielo: allí cabalmente
donde la primera vez se le apareció, lo estaba esperando.
49 Y en cuanto la vio, ante Ella se
postró, se arrojó por tierra, le
dijo:
50 --”Patroncita, Señora, Reina,
Hija mía la más pequeña, mi
Muchachita, ya fui a donde me
mandaste a cumplir tu amable
aliento, tu amable palabra;
aunque difícilmente entré a
donde es el lugar del gobernante sacerdote, lo vi, ante él
expuse tu aliento, tu palabra,
como me lo mandaste.
51 Me recibó amablemente y lo
escuchó perfectamente, pero,
por lo que me respondió, como
que no lo entendió, no lo tiene
por cierto.
52 Me dijo:--”Otra vez vendrás;
aun con calma te escucharé,
bien aun desde el principio
veré por lo que has venido, tu
deseo, tu voluntad”.
53 Bien en ello miré, según me
respondió, que piensa que tu
casa que quieres que te hagan
aquí, tal vez yo nada más lo
invento, o que tal vez no es de
tus labios;
125
54 mucho te suplico, Señora mía;
Reina, Muchachita mía, que a
alguno de los nobles, estimados, que sea conocido, respetado, honrado, le encargues que
conduzca, que lleve tu amable
aliento, tu amable palabra para
que le crean.
55 Porque en verdad yo soy un
hombre del campo, soy mecapal, soy parihuela, soy cola,
soy ala; yo mismo necesito ser
conducido, llevado a cuestas,
no es lugar de mi andar ni de
mí detenerme allá a donde me
envías, Virgencita mía, Hija
mía la menor, Señora, Niña;
56 por favor dispénsame: afligiré
con pena tu rostro, tu corazón;
iré a caer en tu enojo, en tu
disgusto, Señora Dueña mía”.
57 Le respondió la perfecta Virgen,
digna de honra y veneración:
58 --”ESCUCHA, EL MÁS PEQUEÑO DE MIS HIJOS, TEN POR
CIERTO QUE NO SON ESCASOS
MIS SERVIDORES, MIS MENSAJEROS, A QUIENES ENCARGUE
QUE LLEVEN MI ALIENTO MI
PALABRA, PARA QUE EFECTÚEN
MI VOLUNTAD;
59 PERO ES MUY NECESARIO QUE
TÚ, PERSONALMENTE, VAYAS,
RUEGUES, QUE POR TU INTERCESIÓN SE REALICE, SE LLEVE A
126
EFECTO MI QUERER, MI VOLUNTAD.
60 Y, MUCHO TE RUEGO, HIJO MÍO
EL MENOR, Y CON RIGOR TE
MANDO, QUE OTRA VEZ VAYAS
MAÑANA A VER AL OBISPO.
61 Y DE MI PARTE HAZLE SABER,
HAZLE OÍR MI QUERER, MI
VOLUNTAD, PARA QUE REALICE,
HAGA MI TEMPLO QUE LE PIDO.
62 Y BIEN, DE NUEVO DILE DE QUÉ
MODO YO, PERSONALMENTE, LA
SIEMPRE VIRGEN SANTA MARÍA,
YO, QUE SOY LA MADRE DE
DIOS, TE MANDO”.
63 Juan Diego, por su parte, le
respondió, le dijo:--”Señora
mía, Reina, Muchachita mía,
que no angustie yo con pena
tu rostro, tu corazón; con todo
gusto iré a poner por obra tu
aliento, tu palabra; de ninguna
manera lo dejaré de hacer, ni
estimo por molesto el camino.
64 Iré a poner en obra tu voluntad, pero tal vez no seré oído,
y si fuere oído quizás no seré
creído.
65 Mañana en la tarde, cuando se
meta el sol, vendré a devolver
a tu palabra, a tu aliento, lo
que me responda el gobernante
sacerdote.
66 Ya me despido de Tí respetuosamente, Hija mía la más pequeña, Jovencita, Señora, Niña
mía, descansa otro poquito.
67 Y luego se fue él a su casa a
descansar.
68 Al día siguiente, domingo,
bien todavía en la nochecilla,
todo aún estaba oscuro, de
allá salió, de su casa, se vino
derecho a Tlatilolco, vino a
saber lo que pertenece a Dios
y a ser contado en lista; luego
para ver al señor obispo.
69 Y a eso de las diez fue cuando
ya estuvo preparado: se había
oído misa y se había nombrado
lista y se había dispersado la
multitud.
70 Y Juan Diego luego fue al palacio del señor obispo.
71 Y en cuanto llegó hizo toda la
lucha por verlo, y con mucho
trabajo otra vez lo vió,
72 a sus pies se hincó, lloró, se
puso triste al hablarle, al descubrirle la palabra, el aliento
de la Reina del Cielo,
73 que ojalá fuera creída la embajada, la voluntad de la Perfecta
Virgen, de hacerle, de erigirle
su casita sagrada, en donde había dicho, en donde la quería.
toda claridad que Ella era la
Perfecta Virgen, la Amable,
Maravillosa Madre de Nuestro
Salvador Nuestro Señor Jesucristo,
76 sin embargo, no luego se realizó.
77 Dijo que no sólo por su palabra,
su petición se haría, se realizaría lo que él pedía,
78 que era muy necesaria alguna
otra señal para poder ser creído
cómo a él lo enviaba la Reina
del Cielo en persona.
79 Tan pronto como lo oyó Juan
Diego, le dijo al obispo:
80 “Señor gobernante, considera
cuál será la señal que pides,
porque luego iré a pedírsela
a la Reina del Cielo que me
envió”.
81 Y habiendo visto el obispo
que ratificaba, que en nada
vacilaba ni dudaba, luego lo
despacha.
74 Y el gobernante obispo muchísimas cosas le preguntó, le investigó, para poder cerciorarse,
dónde la había visto, cómo era
Ella; todo absolutamente se lo
contó al señor obispo.
82 Y en cuanto se viene, luego le
manda a algunos de los de su
casa en los que tenía absoluta
confianza, que lo vinieran
siguiendo, que bien lo observaran a dónde iba, a quién veía,
con quién hablaba.
75 Y aunque todo absolutamente
se lo declaró, y en cada cosa
vió, admiró que aparecía con
83 Y así se hizo. Y Juan Diego
luego se vino derecho. Siguió
127
la calzada.
84 Y los que lo seguían, donde sale
la barranca cerca del Tepeyac,
en el puente de madera lo vinieron a perder. Y aunque por
todas partes buscaron, ya por
ninguna lo vieron.
85 Y así se volvieron. No sólo
porque con ello se fastidiaron
grandemente, sino también
porque les impidió su intento,
los hizo enojar.
86 Así le fueron a contar al señor
obispo, le metieron en la cabeza que no le creyera, le dijeron
cómo nomás le contaba mentiras, que nada más inventaba lo
que venía a decirle, o que sólo
soñaba o imaginaba lo que le
decía, lo que le pedía.
87 Y bien así lo determinaron que
si otra vez venía, regresaba, allí
lo agarrarían, y fuertemente
lo castigarían, para que ya no
volviera a decir mentiras ni a
alborotar a la gente.
QUE LLEVES AL OBISPO LA SEÑAL QUE TE HA PEDIDO;
91 CON ESO TE CREERÁ Y ACERCA
DE ESTO YA NO DUDARÁ NI DE
TI SOSPECHARÁ;
92 Y SÁBETE, HIJITO MÍO, QUE
YO TE PAGARÉ TU CUIDADO Y
EL TRABAJO Y CANSANCIO QUE
POR MI HAS EMPRENDIDO;
93 EA, VETE AHORA; QUE MAÑANA
AQUÍ TE AGUARDO”.
94 Y al día siguiente, lunes, cuando debía llevar Juan Diego
alguna señal para ser creído,
ya no volvió.
95 Porque cuando fué a llegar a su
casa, a un su tío, de nombre
Juan Bernardino, se le había
asentado la enfermedad, estaba muy grave.
96 Aun fué a llamarle al médico,
aún hizo por él, pero ya no era
tiempo, ya estaba muy grave.
89 la que, oída por la Señora, le
dijo:
97 Y cuando anocheció, le rogó
su tío que cuando aún fuere de
madrugada, cuando aún estuviere oscuro, saliera hacia acá,
viniera a llamar a Tlatilolco
algún sacerdote para que fuera
a confesarlo, para que fuera a
prepararlo,
90 --”BIEN ESTÁ, HIJITO MÍO,
VOLVERÁS AQUÌ MAÑANA PARA
98 porque estaba seguro de que
ya era el tiempo, ya el lugar de
88 Entre tanto, Juan Diego estaba
con la Santísima Virgen, diciéndole la respuesta que traía del
señor obispo;
128
morir, porque ya no se levantaría, ya no se curaría.
lo había estado mirando, de
donde antes lo veía.
99 Y el martes, siendo todavía
mucho muy de noche, de allá
vino a salir, de su casa, Juan
Diego, a llamar el sacerdote a
Tlatilolco,
106 Le vino a salir al encuentro a un
lado del cerro, le vino a atajar
los pasos; le dijo:
100 y cuando ya acertó a llegar al
lado del cerrito terminación de
la sierra, al pie, donde sale el
camino, de la parte en que el
sol se mete, en donde antes él
saliera, se dijo:
101--”Si me voy derecho por el
camino, no vaya a ser que me
vea esta Señora y seguro, como
antes, me detendrá para que
le lleve la señal al gobernante
eclesiástico como me lo mandó;
102que primero nos deje nuestra
tribulación; que antes yo llame
de prisa al sacerdote religioso,
mi tío no hace más que aguardarlo”.
103 En seguida le dio la vuelta al
cerro, subió por enmedio y de
ahí atravesando, hacia la parte
oriental fue a salir, para rápido
ir a llegar a México, para que no
lo detuviera la Reina del Cielo.
104Piensa que por donde dio la
vuelta no lo podrá ver la que
perfectamente a todas partes
está mirando.
105La vio cómo vino a bajar de
sobre el cerro, y que de allí
107 --”¿QUÉ PASA, EL MÁS PEQUEÑO DE MIS HIJOS? ¿A DÓNDE
VAS, A DÓNDE TE DIRIGES?”
108 Y él, ¿tal vez un poco se apenó,
o quizá se avergonzó? ¿o tal
vez de ello se espantó, se puso
temeroso?
109En su presencia se postró, la
saludó, le dijo:
110--”Mi Jovencita, Hija mía la
más pequeña, Niña mía, ojalá
que estés contenta; ¿cómo
amaneciste? ¿Acaso sientes
bien tu amado cuerpecito,
Señora mía, Niña mía?
111 Con pena angustiaré tu rostro,
tu corazón: te hago saber,
Muchachita mía, que está muy
grave un servidor tuyo, tío mío.
112 Una gran enfermedad se le ha
asentado, seguro que pronto va
a morir de ella.
113 Y ahora iré de prisa a tu casita
de México, a llamar a alguno
de los amados de Nuestro
Señor, de nuestros sacerdotes,
para que vaya a confesarlo y a
repararlo,
129
114porque en realidad para ello
nacimos, los que vinimos a
esperar el trabajo de nuestra
muerte.
115 Más, si voy a llevarlo a efecto,
luego aquí otra vez volveré
para ir a llevar tu aliento, tu
palabra, Señora, Jovencita mía.
116 Te ruego me perdones, ténme
todavía un poco de paciencia,
porque con ello no te engaño,
Hija mía la menor, Niña mía,
mañana sin falta vendré a toda
prisa”.
117En cuanto oyó las razones de
Juan Diego, le respondió la
Piadosa Perfecta Virgen:
118 --”ESCUCHA, PÓNLO EN TU CORAZÓN, HIJO MÍO EL MENOR,
QUE NO ES NADA LO QUE TE
ESPANTÓ, LO QUE TE AFLIGIÓ,
QUE NO SE PERTURBE TU ROSTRO, TU CORAZÓN; NO TEMAS
ESTA ENFERMEDAD NI NINGUNA
OTRA ENFERMEDAD, NI COSA
PUNZANTE, AFLICTIVA.
119 ¿NO ESTOY AQUI, YO, QUE SOY
TU MADRE? ¿NO ESTÁS BAJO
MI SOMBRA Y RESGUARDO? ¿NO
SOY YO LA FUENTE DE TU ALEGRÍA? ¿NO ESTÁS EN EL HUECO
DE MI MANTO, EN EL CRUCE DE
MIS BRAZOS? ¿TIENES NECESIDAD DE ALGUNA OTRA COSA?.
120QUE NINGUNA OTRA COSA TE
130
AFLIJA, TE PERTURBE; QUE
NO TE APRIETE CON PENA LA
ENFERMEDAD DE TU TÍO, PORQUE DE ELLA NO MORIRÁ POR
AHORA. TEN POR CIERTO QUE
YA ESTÁ BUENO.”
121(Y luego en aquel mismo
momento sanó su tío, como
después se supo).
122Y Juan Diego, cuando oyó la
amable palabra, el amable
aliento de la Reina del Cielo,
muchísimo con ello se consoló,
bien con ello se apaciguó su
corazón,
123 y le suplicó que inmediatamente lo mandara a ver al gobernador obispo, a llevarle algo de
señal, de comprobación, para
que creyera.
124La Reina Celestial luego le
mandó que subiera a la cumbre
del cerrillo, en donde antes la
veía.
125Le dijo: --”SUBE, HIJO MÍO
EL MENOR, A LA CUMBRE DEL
CERRILLO, A DONDE ME VISTE
Y TE DI ÓRDENES.
126 ALLÍ VERÁS QUE HAY VARIADAS
FLORES: CÓRTALAS, REÚNELAS,
PONLAS TODAS JUNTAS; LUEGO,
BAJA AQUÍ; TRÁELAS AQUÍ, A
MI PRESENCIA.
127Y Juan Diego luego subió al
cerrillo,
128y cuando llegó a la cumbre,
mucho admiró cuántas había
florecidas, abiertas sus corolas,
flores las más variadas, bellas
y hermosas, cuando todavía no
era su tiempo:
137-- “MI HIJITO MENOR, ESTAS DIVERSAS FLORES SON LA
PRUEBA, LA SEÑAL QUE LLEVARÁS AL OBISPO;
129 porque de veras que en aquella
sazón arreciaba el hielo;
138 DE MI PARTE LE DIRÁS QUE VEA
EN ELLAS MI DESEO, Y QUE POR
ELLO REALICE MI QUERER, MI
VOLUNTAD.
130estaban difundiendo un olor
suavísimo; como perlas preciosas, como llenas de rocío
nocturno.
139Y TÚ..., TÚ QUE ERES MI
MENSAJERO...., EN TI ABSOLUTAMENTE SE DEPOSITA LA
CONFIANZA;
131Luego comenzó a cortarlas,
todas las juntó, las puso en el
hueco de su tilma.
140Y MUCHO TE MANDO, CON RIGOR, QUE NADA MÁS A SOLAS
EN LA PRESENCIA DEL OBISPO
EXTIENDAS TU AYATE, Y LE ENSEÑES LO QUE LLEVAS.
132Por cierto que en la cumbre
del cerrito no era lugar en que
se dieran ningunas flores, sólo
abundan los riscos, abrojos,
espinas; nopales, mezquites,
133 y si acaso algunas hierbecillas
se solían dar, entonces era el
mes de diciembre, en que todo
lo come, lo destruye el hielo.
134 Y en seguida vino a bajar, vino
a traer a la Niña Celestial las
diferentes flores que había ido
a cortar,
135 y cuando las vio, con sus venerables manos las tomó;
136luego otra vez se las vino a
poner todas juntas en el hueco
de su ayate, y le dijo:
141Y LE CONTARÁS TODO PUNTUALMENTE, LE DIRÁS QUE TE
MANDÉ QUE SUBIERAS A LA
CUMBRE DEL CERRITO A CORTAR FLORES, Y CADA COSA QUE
VISTE Y ADMIRASTE,
142 PARA QUE PUEDAS CONVENCER
AL GOBERNANTE SACERDOTE,
PARA QUE LUEGO PONGA LO
QUE ESTÁ DE SU PARTE PARA
QUE SE HAGA, SE LEVANTE MI
TEMPLO QUE LE HE PEDIDO”.
143 Y en cuanto le dio su mandato
la Celestial Reina, vino a tomar
la calzada, viene derecho a
México, ya viene contento.
131
144 Ya así viene sosegado su corazón, porque vendrá a salir bien,
lo llevará perfectamente.
de su tilma; luego pues, se le
acercaron para ver qué traía y
desengañarse.
145Mucho viene cuidando lo que
está en el hueco de su vestidura, no vaya a ser que algo tire;
153 Y cuando vio Juan Diego que de
ningún modo podía ocultarles
lo que llevaba y que por eso
lo molestarían, lo empujarían
o tal vez lo aporrearían, un
poquito les vino a mostrar que
eran flores.
146 viene disfrutando del aroma de
las diversas preciosas flores.
147 Cuando vino a llegar al palacio
del obispo, lo fueron a encontrar el portero y los demás
servidores del sacerdote gobernante,
148y les suplicó que le dijeran
cómo deseaba verlo, pero ninguno quiso, fingían que no le
entendían, o tal vez porque aún
estaba muy oscuro,
149 o tal vez porque ya lo conocían
que nomás los molestaba, los
importunaba,
150y ya les habían contado sus
compañeros, los que lo fueron
a perder de vista cuando lo
fueron siguiendo.
151 Durante muchísimo rato estuvo
esperando la razón.
152Y cuando vieron que por muchísimo rato estuvo allí, de pie,
cabizbajo, sin hacer nada, por
si era llamado, y como que algo
traía, lo llevaba en el hueco
132
154 Y cuando vieron que todas eran
finas, variadas flores y que no
era tiempo entonces de que se
dieran, las admiraron muy mucho, lo frescas que estaban, lo
abiertas que tenían sus corolas,
lo bien que olían, lo bien que
parecían.
155 Y quisieron coger y sacar unas
cuantas;
156tres veces sucedió que se
atrevieron a cogerlas, pero de
ningún modo pudieron hacerlo,
157 porque cuando hacían el intento ya no podían ver las flores,
sino que, a modo de pintadas, o
bordadas, o cosidas en la tilma
las veían.
158Inmediatamante fueron a decirle al gobernante obispo lo
que habían visto,
159 y cómo deseaba verlo el indito
que otras veces había venido,
y que ya hacía muchísimo rato
que estaba allí aguardando el
permiso, porque quería verlo.
160Y el gobernante obispo, en
cuando lo oyó, dió en la cuenta
de que aquello era la prueba
para convencerlo, para poner
en obra lo que solicitaba el
hombrecito.
161Enseguida dio orden de que
pasara a verlo.
162Y habiendo entrado, en su
presencia se postró, como ya
antes lo había hecho,
163Y de nuevo le contó lo que
había visto, admirado, y su
mensaje.
164Le dijo: --”Señor mío, gobernante, ya hice, ya llevé a cabo
según me mandaste;
165 así fui a decirle a la Señora mi
Ama, la Niña Celestial, Santa
María, la Amada Madre de
Dios, que pedías una prueba
para poder creerme, para que
le hicieras su casita sagrada,
en donde te la pedía que la
levantaras;
palabra, y recibió con agrado
tu petición de la señal, de la
prueba, para que se haga, se
verifique su amada voluntad.
168 Y ahora, cuando era todavía de
noche, me mandó para que otra
vez viniera a verte;
169y le pedí la prueba para ser
creído, según había dicho que
me la daría, e inmediatamente
lo cumplió.
170Y me mandó a la cumbre del
cerrito en donde antes yo la
había visto, para que allí cortara diversas rosas de Castilla.
171 Y cuando las fui a cortar, se las
fui a llevar allá abajo;
172y con sus santas manos las
tomó,
173de nuevo en el hueco de mi
ayate las vino a colocar,
174 para que te las viniera a traer,
para que a ti personalmente te
las diera.
166 y también le dije que te había
dado mi palabra de venir a
traerte alguna señal, alguna
prueba de su voluntad, como
me lo encargaste.
175Aunque bien sabía yo que no
es lugar donde se den flores
la cumbre del cerrito, porque
sólo hay abundancia de riscos,
abrojos, huizaches, nopales,
mezquites, no por ello dudé,
no por ello vacilé.
167Y escuchó bien tu aliento, tu
176 Cuando fui a llegar a la cumbre
133
del cerrito miré que ya era el
paraíso.
177 Allí estaban ya perfectas todas
las diversas flores preciosas, de
lo más fino que hay, llenas de
rocío, esplendorosas, de modo
que luego las fui a cortar;
178y me dijo que de su parte te
las diera, y que ya así yo probaría, que vieras la señal que le
pedías para realizar su amada
voluntad,
179y para que aparezca que es
verdad mi palabra, mi mensaje.
180 Aquí las tienes, hazme favor de
recibirlas.”
181Y luego extendió su blanca
tilma, en cuyo hueco había
colocado las flores.
182Y así como cayeron al suelo
todas las variadas flores preciosas,
183 luego allí se convirtió en señal,
se apareció de repente la Amada Imagen de la Perfecta Virgen
Santa María, Madre de Dios, en
la forma y figura en que ahora
está,
184 en donde ahora es conservada
en su amada casita, en su sagrada casita en el Tepeyac, que
se llama Guadalupe.
134
185Y en cuanto la vio el obispo
gobernante y todos los que allí
estaban, se arrodillaron, mucho
la admiraron,
186 se pusieron de pie para verla,
se entristecieron, se afligieron,
suspenso el corazón, el pensamiento...
187Y el obispo gobernante con
llanto, con tristeza, le rogó,
le pidió perdón por no luego
haber realizado su voluntad, su
venerable aliento, su venerable
palabra,
188 y cuando se puso de pie, desató del cuello de donde estaba
atada, la vestidura, la tilma de
Juan Diego
189 en la que se apareció, en donde
se convirtió en señal la Reina
Celestial,
190 Y luego la llevó; allá la fue a
colocar a su oratorio.
191 Y todavía allí pasó un día Juan
Diego en la casa del obispo,
aún lo detuvo.
192Y al día siguiente le dijo:
--”Anda, vamos a que muestres
dónde es la voluntad de la
Reina del Cielo que le erijan su
templo”.
193 De inmediato se convidó gente
para hacerlo, levantarlo,
194 y Juan Diego, en cuanto mostró
en dónde había mandado la
Señora del Cielo que se erigiera
su casita sagrada, luego pidió
permiso:
195quería ir a su casa para ir a
ver a su tío Juan Bernardino,
que estaba muy grave cuando
lo dejó para ir a llamar a un
sacerdote a Tlatilolco para que
lo confesara y lo dispusiera, de
quien le había dicho la Reina
del Cielo que ya había sanado.
196 Pero no lo dejaron ir solo, sino
que lo acompañaron a su casa.
197 Y al llegar vieron a su tío que
ya estaba sano, absolutamente
nada le dolía.
198 Y él, por su parte, mucho admiró la forma en que su sobrino
era acompañado y muy honrado;
199le preguntó a su sobrino por
qué así sucedía, el que mucho
le honraran;
200 Y él le dijo cómo cuando lo dejó
para ir a llamarle un sacerdote
para que lo confesara, lo dispusiera, allá en el Tepeyac se
le apareció la Señora del Cielo;
201y lo mandó a México ver al
gobernante obispo, para que
allí le hicera una casa en el
Tepeyac.
que ya su tío estaba contento,
y con ello mucho se consoló.
203Le dijo su tío que era cierto,
que en aquel preciso momento
lo sanó,
204y la vió exactamente en la
misma forma en que se le había
aparecido a su sobrino,
205le dijo cómo a él también lo
había enviado a México a ver
al obispo;
206 y que también, cuando fuera a
verlo, que todo absolutamente
le descubriera, le platicara lo
que había visto
207 y la manera maravillosa en que
lo había sanado,
208 y que bien así la llamaría bien
así se nombraría; LA PERFECTA
VIRGEN SANTA MARIA DE GUADALUPE, su Amada Imagen.
209Y luego trajeron a Juan Bernardino a la presencia del gobernante obispo, lo trajeron a
hablar con él a dar testimonio,
210y junto con su sobrino Juan
Diego, los hospedó en su casa
el obispo unos cuantos días,
211 en tanto que se levantó la casita sagrada de la Niña Reina
allá en el Tepeyac; donde se
202Y le dijo que no se afligiera,
135
hizo ver de Juan Diego.
212 Y el señor obispo trasladó a la
Iglesia Mayor la amada Imagen
de la Amada Niña Celestial.
213 La vino a sacar de su palacio,
de su oratorio en donde estaba, para que todos la vieran la
admiraran, su amada Imagen.
214Y absolutamente toda esta
ciudad, sin faltar nadie, se
estremeció cuando vino a ver
a admirar su preciosa Imagen.
136
215 Venían a reconocer su carácter
divino.
216 Venían a presentarle sus plegarias.
217Muchos admiraron en qué
milagrosa manera se había
aparecido,
218 puesto que absolutamente ningún hombre de la tierra pintó
su amada Imagen.
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A summary of the scientific examination of the image of Guadalupe by Philip S. Callahan, a biophysicist, and Jody B. Smith,
a professor of philosophy (both from the United States). Their
use of infrared photography on the image led to the conclusion that, although many elements were added to the image
at some later date, the composition of the original form was
“inexplicable.” Opthalmological study of the eyes of Mary in
the image, through computer enhancement by Dr. Jose Aste
Tonsmann, reveal mirror-imaging of 12 figures in both eyes.
These images coincide with normal reflections seen in the eyes
of living persons and they perfectly obey with documentation
of those present at the time of the revelation of the image.
Dooley, L. M., S.V.D. That Motherly Mother of Guadalupe. Boston: St.
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A brief summary of the apparitions of Guadalupe. A devotional
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An interim report to the Mariological Society of America on a
sociological study-in-progress of the effect of Guadalupe as a
unifying symbol for the people of Mexico. It includes a report
139
on the infrared photogrpahic studies conducted by Dr. Philip
S. Callahan (with the subsequent conclusion that the origin
of the image is “inexplicable.”) and that the (study of this
phenomenon is to continue). The sociological-anthropological
portion of the study remains to be done.
Johnston, Francis. The Wonder of Guadalupe. Rockford, Illinois: Tan
Books and Publishers, Inc., 1981.
An historical account of the origin and cult of Guadalupe to
the present day. It includes information on the basilica and
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A narrative account, written in a devotional style, of the appearances of the Virgin Mary and the subsequent history of
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A sociological evaluation of the status of Our Lady of Guadalupe in the United States in light of the low social status of
Mexican American with whom she is identified.
Lee, George, C.S.Sp. Our Lady of Guadalupe: Patroness of the Americas.
N.Y.: Catholic Book Publishing Co., 1947
Fr. Lee sets out to present an objective presentation of the
apparition of Mary at Guadalupe. For the most part he lets
historical Mexican authorities tell the story. The work reviews
the history of the apparitions, describes the “Picture,” the
Shrine, and submits testimony of some miracles attributed to
Guadalupe. Lee becomes more subjective as he decribes the
“fruits” of Guadalupe in the spiritual life of Mexico. Despite
the triumphal vocabulary, the work gives a thorough orientation to the subject of the veneration of millions of people.
140
Marti, Samuel. The Virgin of Guadalupe and Juan Diego (Historical
Guide to Guadalupe). Mexico: Euroamericanas, 1973.
A bilingual history of the apparitions of the Virgin Mary. The
work includes photographs and prints of places associated
with the apparitions as well as photographs of portions of
significant documents.
Parish, Helen Rand. Our Lady of Guadalupe. N.Y.: Viking Press, 1955.
A simple, illustrated narrative of the apparitions of Guadalupe.
An appropriate book for young readers.
Smith, Jody Brant. The Image of Guadalupe. N.Y.: Doubleday, 1983.
An historical and scientific review of the image of Guadalupe.
Included are accounts of the infra-red photographic studies
of the tilma, or cloak, and computer-enhanced studies of images discovered in the eyes of the figure. The author (who is
not a Catholic) concludes, in light of these studies, that the
“Image of Guadalupe is indeed a miracle.”
Watson, Simone, O.S.B. The Cult of Our Lady of Guadalupe: A Historical
Study. Collegeville, Minnesota: Liturgical Press, 1964.
An analytical documentation of the history of Guadalupe. Also
contains an objective investigation of miracles attributed to
Mary’s intervention and the Holy See’s approbation of the cult.
141
La edición se terminó de imprimir
el 08 de junio de 2002,
fiesta del Inmaculado Corazón de la Virgen,
en la imprenta JC. Lima, Perú.
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