La vida privada

Anuncio
Protección de la intimidad de los menores
La vida privada
Los niños y adolescentes tienen derecho a la vida, la libertad, la
salud y la educación, ciertamente. Y, aunque se discuta menos
asiduamente, también tienen derecho a la privacidad.
A
veces la vida puede parecer una mala telenovela,
pero no lo es. Los personajes viven para ser mirados
y la trama debe satisfacer
casi totalmente la curiosidad de los
televidentes; ahí radica la razón misma de su existencia como producto
comercial. Las personas somos diferentes, la mirada de los demás no
cumple necesariamente un papel tan
esencial, aunque a menudo sucede
que puede generar sufrimiento y ser
fuente de angustia. La mirada ajena,
ocasionalmente prejuiciosa, cruel o
precisamente despojada de las complejidades de la comprensión, puede tener efectos devastadores. Para
cualquier persona es fundamental la
protección de su intimidad. La privacidad es un ámbito propio, que debe
estar sujeto a nuestra voluntad de
controlar a quién le otorgamos acceso, cuándo y cómo. Una amplia serie
de normas legales contribuyen a garantizarnos ese derecho.
Presente y futuro
En el caso de los menores, que se encuentran en una situación de mayor
debilidad por no gozar de independencia, el Estado debe agudizar las
medidas de protección. Al ser comparativamente inmaduros e inexpertos,
la responsabilidad de la familia, la comunidad y las instituciones estatales
es mayor. Y más rigurosa es su obligación de asistir y proteger a los niños
para garantizar su desarrollo sano
y normal. La protección se extrema
para intentar eliminar toda forma de
transgresión a su derecho a la intimidad, ya que los menores se encuentran en una etapa de formación y el
resquebrajamiento significativo de su
bienestar suele repercutir gravemente en su futuro como adultos y aún
como padres.
Cuidar es valorar
Las fronteras entre la protección de
la intimidad y el ejercicio de la libertad
de información, pueden generar controversia y no es raro que la balanza de
la opinión pública se incline hacia un
lado u otro según el caso y la circunstancia. Lo que es indubitable es que la
difusión pública de información privada puede lesionar la dignidad de las
personas involucradas en la noticia.
Y que más allá de la veracidad de los
Laura Araujo
[email protected]
datos que sustentan la historia que se
divulga, cuando la información permite identificar plenamente a los sujetos
de la noticia, las consecuencias perduran en el tiempo y pueden impedir una
vida normal. Si un menor, por ejemplo,
ha padecido abusos, suele protegerse
su intimidad manteniendo en reserva
sus datos y aspectos de la situación,
procurando así evitarle nuevos males.
Estos cuidados son una expresión de
la franqueza y profundidad con la que
una comunidad valora a sus niños.
“…la privacidad de su vida…”
Existen numerosas normas en
nuestro derecho, que protegen al
niño y adolescente en su imagen.
El Código de la Niñez y la Adolescencia establece: “Todo niño y adolescente tiene derecho intrínseco a la
vida, dignidad, libertad, identidad,
integridad, imagen, salud, educación, recreación, descanso, cultura,
participación, asociación, a los beneficios de la seguridad social y a ser
tratado en igualdad de condiciones
cualquiera sea su sexo, su religión,
etnia o condición social” (…) “…
tiene derecho a que se respete la privacidad de su vida. Tiene derecho a
que no se utilice su imagen en forma
lesiva, ni se publique ninguna información que lo perjudique y pueda
dar lugar a la individualización de
su persona”. Asimismo, se establece
que los tribunales deberán garantizar el estricto cumplimiento de este
derecho y los jueces deberán adoptar todas las medidas necesarias
para que ello ocurra.
Así también, se señala que el Instituto del Niño y del Adolescente
del Uruguay será el custodio de la
información contenida en el Sistema Nacional de Información sobre
Niñez y Adolescencia. Deberá manejar en forma confidencial la información correspondiente a cada
menor, ya que éste es el único propietario de su historia de vida.
Tampoco son ajenas a este principio las normas internacionales aprobadas por nuestro país, la
Convención de los Derechos del
Niño de Nueva York (ley Nº 16.137)
establece que “ningún niño será objeto de injerencias arbitrarias o ilegales en su vida privada, su familia,
su domicilio o su correspondencia,
ni de ataques ilegales en su honra
o a su reputación”. Mientras que la
Convención Americana sobre Derechos Humanos (Pacto de San José
de Costa Rica, ley Nº 15.737) señala: “Nadie puede ser objeto de injerencias arbitrarias o abusivas en su
vida privada, en la de su familia, en
su domicilio o en su correspondencia, ni de ataques ilegales a su honra
o reputación”.
Descargar