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LA CONQUISTA DE CANAAN EN LA BIBLIA
La historia de la conquista es
narrada en el libro de Josué. Puede
ser
resumida
de
esta
forma:
Jericó cae en el capítulo 6. Luego,
después de un breve contratiempo
debido a la desobediencia de Acán,
Hai es capturada en el capítulo 7.
Entonces, con Gigal como base,
Josué somete todo el sur de
Canaán en Josué 9-10, y todo el norte, en Josué 11. En los capítulos 13-21, la
tierra es dividida entre las tribus de Israel. El clímax llega en Josué 21:43,
con estas palabras:
De esa manera el Señor dio a Israel toda la tierra que había jurado dar a
sus padres, y la poseyeron y habitaron en ella. Y el Señor les dio reposo en
derredor, conforme a todo lo que había jurado a sus padres; y ninguno de
sus enemigos pudo hacerles frente; el Señor entregó a todos sus enemigos
en sus manos. No faltó ni una palabra de las buenas promesas que el Señor
había hecho a la casa de Israel; todas se cumplieron.
El libro de Josué termina con una nota triunfante. Pero hay premoniciones
de problemas en el futuro, porque, incluso cuando todas las naciones han
sido sometidas, e Israel disfrutaba de un reposo, había remanentes de las
naciones impías aún en Canaán, y Josué había advertido al pueblo antes de
morir: "Tened sumo cuidado, por vuestra vida, de amar al Señor vuestro
Dios. Porque si os volvéis, y os unís al resto de estos pueblos que
permanecen entre vosotros,. . . ciertamente sabed que el Señor vuestro
Dios no continuará expulsando a estas naciones de delante de vosotros"
(Josué 23:11-13).
LAS TRADICIONES HISTÓICAS ACERCA DEL ASENTAMIENTO DE
ISRAEL EN CANAÁN.
La impresión que da el libro de Josué es que todo el territorio de Canaán
fue conquistado y devastado por los israelitas. Por su parte, el capítulo
primero
del
libro
de
los Jueces presenta
una
imagen
distinta,
y
posiblemente más próxima a la realidad. Cada tribu se fue instalando en su
propio territorio, superando poco a poco la resistencia que le pondrían los
moradores primitivos de cada región. No todas consiguieron hacerlo
prontamente ni con facilidad. Parece claro que no hubo una sola guerra bajo
el mando de Josué, sino además una serie de luchas desconectadas entre sí.
Y en otros muchos casos se pudo tratar de una sucesión de paulatinos
asentamientos pacíficos que sólo abocarían en algún encuentro armado con
el paso del tiempo cuando la tensión entra la población urbana cananea y
rural israelita se hiciera insostenible.
Los datos arqueológicos muestran que en el siglo XIII a.C. hubo muchas y
violentas perturbaciones en Palestina, y que cayeron algunas de las grandes
ciudades cananeas. La época siguiente (s. XII y XI a. C.) es una de las más
revueltas: las ciudades excavadas fueron destruidas en esos siglos entre
una y cuatro veces. Un breve repaso a algunos datos arqueológicos en
algunas ciudades de las que habla el libro de Josué puede resultar
ilustrativo acerca del modo en el que se relatan los acontecimientos en ese
libro. Las excavaciones en Jericóhan puesto de manifiesto que entre 1400 y
1200 a.C. la ciudad era casi insignificante. Sería poco más que una pequeña
aldea desprovista de sistemas sólidos de defensa. Sin embargo la
importancia del hecho -la primera victoria conseguida en la conquista- y el
recuerdo de la imponente ciudad que había habido allí siglos antes influiría
en el estilo grandioso con el que fue narrada su conquista (Jos 6,1-27). Más
adelante, el libro sagrado dice: “Josué incendió ha-‘Ay y la redujo a un
perpetuo montón de ruinas, una desolación hasta el día presente” (Jos 8,28).
Ciertamente Ay había sido una ciudad próspera y bien defendida entre los
siglos XXXIII a XXIV a.C. pero probablemente llevaba unos mil años
prácticamente deshabitada y convertida en un montón de ruinas cuando los
israelitas llegaron allí. Junto a esa “Ruina” (que eso significa la palabra ‘Ay)
se hallaba la ciudad de Betelque sí fue tomada, según lo atestigua el propio
texto (Cf. Jue 1,22-26) y las excavaciones allí realizadas. Por otra parte,
Jos 11,10-11 informa de la destrucción y el incendio de Jasor por parte de
las tropas de Josué. En las excavaciones de Jasor se ha hallado un estrato
que puede datarse en la segunda mitad del siglo XIII a.C. Es un nivel que
presenta evidentes muestras de destrucción y de incendio. Los nuevos
ocupantes de la ciudad eran habitantes seminómadas que plantaron allí sus
tiendas o construyeron simples chozas con silos y hogares.
En el libro de Josué se habla del reparto de la tierra prometida entre las
tribus israelitas. Pero no está claro a qué entidad se denomina “Israel” en
esa época: no parece que en ese momento se pueda hablar de Israel como de
un pueblo unido, sino más bien como un grupo de tribus
-con ciertas
relaciones entre sí- que vivían en Canaán. En la Biblia se habla de una
estancia de Israel en Egipto, de una salida prodigiosa de allí y de una larga
peregrinación por el desierto hasta que llegaron a instalarse en la tierra de
Canaán. Aunque, de otra parte, hay algunos indicios en los propios textos
bíblicos que hacen pensar que hubo tribus que no bajaron a Egipto, e incluso
que no todas las tribus que estuvieron allí partieron juntas ni llegaron a la
tierra prometida formando una sola expedición, ni tomaron posesión
conjunta de la tierra cananea, ni formaron desde el principio una unidad
política. Tal vez algunas se habían ido estableciendo pacíficamente en ella
bastante antes de que llegara el grupo que fue sacado por Dios de Egipto y
de cuyo periplo por el desierto bajo la guía de Moisés hablarían las
tradiciones religiosas del pueblo. Uno de estos indicios es el hecho de que
en el libro de Josué se narra la conquista de Jericó y ‘Ay, y después de
Judea y Galilea, pero no se dice que se conquistara la zona central de
Palestina. Sin embargo la ciudad más importante de la zona, Siquén, fue el
lugar elegido por Josué para reunir a las tribus y renovar allí la Alianza (Jos
8,30-35). Además en Siquén había un templo muy importante dedicado
a Ba’al Berit, que no fue destruido en esta época y que continuó utilizándose
en época israelita, hasta que fue destruido por Abimélek en tiempo de los
jueces (Jue 9,1 ss.). Es muy difícil que estos hechos se hubieran
desarrollado así si una parte importante de la población de Siquén no tuviera
unos particulares lazos de hermandad con las tribus venidas de Egipto.
1.- Compara los dos textos y di porque la Biblia interpreta la historia
de manera épica como una gran victoria.
2.- Dibuja en el mapa la distribución de las doce tribus busca la
información en la red
Si consigues responder correctamente a la primera
pregunta y completar el mapa con las doce tribus
conseguirás la insignia trabajando
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