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¿Qué es el poder psíquico?
Por el Dr. H. Spencer Lewis, F.R.C.
Revista El Rosacruz A.M.O.R.C.
Los estudiantes de cualquiera de los Senderos que conducen al desarrollo psíquico y
espiritual, pueden hablar de sus poderes espirituales, poderes psíquicos y poderes divinos,
preocupándose poco acerca del verdadero significado de estos términos y con poco interés
analítico acerca de los magníficos principios que están conociendo.
Podemos oír a un estudiante avanzado en el Sendero describir con la debida modestia y
moderación las cosas que ha podido llevar a cabo como resultado de sus estudios y
ejercicios.
Tomemos, por ejemplo, sus experiencias con respecto a la curación a distancia. Los
resultados de sus labores pueden parecer milagrosos a una persona cualquiera. Para los
místicos y estudiantes del Sendero no son milagros sino manifestaciones magníficas del
poder Divino y de la ley Divina. El adepto nos dice que se ha concentrado momentáneamente en el individuo con quien desea establecer contacto, que ha despedido sus
pensamientos de índole curativa y creadora y que ha visualizado un proceso de curación
que debe producirse inmediatamente en el cuerpo del paciente, y así sabe que ha dado a la
persona que sufre un tratamiento verdaderamente psíquico que producirá ciertos
resultados muy definidos, con tanta seguridad como que el sol sale y se pone de acuerdo
con las leyes Divinas cósmicas.
Estamos de acuerdo en que lo que realiza este adepto se lleva a cabo por medio del poder
psíquico. Pero ¿qué es este poder psíquico? ¿Con qué podemos compararlo y cómo
podremos analizarlo?
En primer lugar, si suponemos que los resultados producidos se deben a algún poder
psíquico trasmitido de un individuo a otro, debemos admitir que esta fuerza psíquica reside
en todas los seres humanos de tipo normal y pueden emplearla todos los seres humanos. Si
hablamos de un poder Divino universal, siempre creador y siempre útil para el bien,
dejamos siempre sin contestar la pregunta de por qué este poder psíquico o divino no se
manifiesta cuando los seres queridos, en actitud profundamente devota, tratan de ayudar al
enfermo.
Si el poder psíquico es verdaderamente un poder Divino o una esencia invisible de algún
género que reside en todos nosotros y que está a disposición de todos nosotros, entonces
sería cierto que una actitud mental Divina y un propósito de santidad de nuestro corazón
permitiría a cada uno de nosotros, como seres humanos, ejercer o dirigir de manera eficaz
ese poder Divino. No hay mayor contacto Divino y humano entre dos personas, ni mayor
armonía o entonamiento divino entre dos individuos, que el que existe cuando un padre o
una madre, en actitud de devoción, se arrodilla junto al enfermo, especialmente si es un
niño o un ser muy querido.
Una comparación
Creo que la mejor manera de comprender lo que es este poder es compararlo, de manera
sencilla, a otras habilidades que la mayoría de nosotros poseemos hasta cierto punto.
Tomemos, por ejemplo, la habilidad de tocar o producir música. Si tenemos un instrumento,
un piano, veremos que muchas personas pueden sentarse al piano y sin ninguna
preparación pueden producir acordes armoniosos o melodías sencillas mediante lo que se
conoce con el nombre de "tocar por fantasía." El resultado puede ser agradable y en muchos
casos excelente, pero los resultados no pueden igualar a los que produce un músico bien
preparado que sabe precisamente qué es lo que está haciendo cuando agrupa ciertas notas
bajo sus dedos al componer un acorde o elige ciertas notas en cada octava para tocarlas
alternativamente y producir una melodía.
Para el oído no entrenado estos resultados pueden no ser muy diferentes de los que
produce el ejecutante de larga experiencia a quien sólo guía el oído, pero si el resultado de
la ejecución es producir un resultado definido de manera correcta y eficaz, el músico
entrenado tiene indudablemente la ventaja.
De un examen cuidadoso de los resultados del funcionamiento del poder psíquico, no
solamente en dar tratamientos, sino en producir otros resultados precisos, resulta
claramente que el místico está empleando un poder creador desconocido del universo, de
manera inteligente y comprensiva mientras que los que ocasionalmente obtienen algunos
resultados proceden en sus esfuerzos de manera más o menos ciega y sin la debida
comprensión.
Al analizar las obras maestras de los grandes músicos hallamos una relación compleja de
muchos principios fundamentales. Primero, tenemos el piano, por ejemplo, con todas las
combinaciones dispuestas de manera que una multiplicidad de unidades vibratorias
pueden obtenerse de él y producir muchos grupos de notas de manera que las vibraciones
produzcan tonos gratos e inspiradores.
Tenemos también al músico con su dualidad de funcionamiento. Primero, una mitad de él
que ha sido objetivamente preparada para comprender e interpretar los principios de la
música.
El místico capaz, que está empleando los poderes psíquicos o los poderes universales de la
esencia Divina para producir ciertos estados beneficiosos, es como el músico ante el
teclado.
Cuando se le pide que dé un tratamiento a algún ausente o a alguien en su presencia,
necesita él sentir la inspiración del contacto y la inspiración de administrar el impulso
correcto.
Entonces, su preparación y su práctica le permiten traducir ese impulso al procedimiento
adecuado, para que las fuerzas y poderes eficaces y disponibles para él puedan ser
debidamente empleados y aplicados al tratamiento del paciente o a producir los resultados
que él desea.
El secreto de los Magos
Vemos, por lo tanto, que el secreto del poder psíquico está en el conocimiento y en la
práctica.
Hubo un tiempo en que la labor de los magos era considerada como un gran secreto, como
se creía comúnmente que tenían algún conocimiento o algún poder secreto o que poseían
alguna influencia secreta, de manera exclusiva, que podían ellos usar sin que otras personas
pudieran hacerlo. Hoy sabemos que el único poder secreto que aquellos magos poseían es el
inusitado conocimiento de ciertas leyes fundamentales, y gracias al conocimiento de estas
leyes, ellos pueden emplear esos poderes lo mismo que cualquiera otra persona también los
posee y puede emplearlos, pero una persona cualquiera no los emplea porque no sabe cómo
usarlos.
Adquirir ese conocimiento y prepararse para aplicarlo implica un estudio cuidadoso, una
preparación cuidadosa y una práctica cuidadosa. El instructor no puede dar al alumno
ningunos poderes específicos que pueda usar ciega o indistintamente y el instructor no
puede dar al alumno la eficacia y la experiencia necesaria para aplicarlos debidamente. El
instructor sólo puede revelar las leyes y principios al estudiante y guiarlo cuidadosamente
en el proceso de practicar esas leyes, hasta que llegue no solamente a conocerlas bien sino a
tener habilidad en su empleo.
Estudiar las leyes sin practicarlas equivale a tratar de estudiar música leyendo solamente
algún libro técnico sobre el asunto, sin sentarse jamás ante ninguna clase de instrumentos
musicales ni tratar de aplicar los principios y practicarlos. Es posible estudiar las leyes de la
armonía en la música y llegar a familiarizarse intelectualmente con todo principio
fundamental de la creación de la armonía, pero el experto en ese conocimiento no será un
creador ni producirá armonías, mientras no use algún instrumento musical donde pueda
emplear de manera práctica, los principios que ha estado estudiando, para producir
resultados definidos.
Por lo tanto, vemos que el poder psíquico no es una cosa en si misma que sea eficaz y
demostrable, sino que depende de la dirección y del manejo para hacer manifiestas sus
posibilidades. El mayor demostrador del poder psíquico es aquel que está mejor preparado
y entrenado, y que practica mejor sus principios.
Los Rosacruces han poseído siempre cierto conocimiento con respecto al empleo y la
aplicación del poder psíquico que no son ordinariamente bien comprendidos. Es por esto
que el sistema Rosacruz de desarrollo metafísico, espiritual y psíquico, ha sido siempre
superior, el non plus ultra en estos campos de la investigación humana.
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