están en mutuo contacto, no por eso dejan de estar en relación

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DE HISTORIA
NATURAL
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están en mutuo contacto, no por eso dejan de estar en relación unas
con otras, sino que, por el contrario, están unidas entre sí por medio de puentes protoplásmicos numerosos o hilos del retículo que
desde el de una célula pasan a las vecinas continuándose con los
hilos reticulares de éstas (fig. 4. , P). Resulta de tal disposición
que el retículo protoplásmico es común a todos los elementos del
epitelio y que, por consiguiente, dicha membrana es, desde cierto
punto de vista, un verdadero syncitium.
M A R C E A U (1), al hablar del epitelio cuya descripción acabamos
de hacer, se limita a afirmar su identidad con el epitelio pericardio) del corazón arterial e incluye un dibujo de aquél, visto en
corte transversal, que nos parece no refleja fielmente la realidad,
puesto que en él no están representadas las vacuolas, y las epiteliof¡brillas están figuradas como series lineales de granulos. Tampoco los autores hacen ninguna alusión a los puentes protoplásmicos
intercelulares.
a
La masa del corazón branquial, envuelta por el epitelio que
acabamos de describir, está formada por ciertas células que podemos llamar células propias del órgano, entre las cuales circulan
canales sanguíneos, vasos y capilares, y se encuentran fibras musculares estriadas.
Las fibras musculares, como es fácil ver empleando el método
de la hematoxilina férrica de M . H E I D E N H A I N , están agrupadas en
pequeños haces que recorren la masa del corazón en todas direc^
dones, anastomosándose unas con otras y formando, por su reunión, amplias redes entre las células propias. Los hacecillos musculares afectan una distribución muy irregular: en la periferia son
muy abundantes, hasta el punto, de que, por debajo del epitelio,
forman una capa continua o casi continua, en la que, aunque orientados en distintas direcciones, la mayoría de ellos yacen próximamente paralelos a la membrana epitelial; en la región central, por
el contrario, están'más separados unos de otros. D e todas maneras,
en la masa total del corazón branquial, la parte formada por las
células propias es mucho mayor que la de los fascículos musculares;
por esta razón se supone que el impulso que, por sus contracciones
puede aquel órgano comunicar a la sangre, no debe de ser considerable y, por consiguiente, su papel como órgano motor queda relegado a lugar secundario.
No haremos la descripción de las fibras musculares porque éstas
(1)
MARCEAU:
Recherche.s sur la structure, etc.
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