La permisividad de los padres y la pandilla de amigos influyen

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S O C I E D A D
DOMINGO, 20 MAYO 2007
EL OCIO JUVENIL ◗ ◗
Encuesta de la Generalitat
La permisividad de los padres
y la pandilla de amigos influyen
en las conductas de riesgo
n Un estudio entre jóvenes de 12 a 16 años revela
que sobre el comportamiento influyen variables
tan distintas como el género, la renta familiar,
la presión del grupo y la tolerancia de los padres
navaja encima. El nivel de renta de
las familias también influye sobre
determinadas conductas. A los más
ricos les da más por el botellón y, curiosamente, por los pequeños hurtos, que seguramente perciben más
como un desafío. Fumar o ir en moto sin casco se repite más entre jóvenes de clases desfavorecidas.
“La actitud de los iguales es una
de las variables más destacadas para entender las actitudes incívicas y
los comportamientos de riesgo”, dice Àngel Martínez, profesor de la
Universitat Rovira i Virgili. El peso
de las redes sociales que conforman
las pandillas es muy elevado. Los
propios jóvenes reconocen cierto seguidismo para explicar determinadas conductas.
Y el otro factor clave para explicar el comportamiento juvenil es la
permisividad de los padres, la falta
de autoridad. La encuesta no deja
lugar a dudas. En todos los compor-
Los trastornos de tipo
depresivo y de ansiedad
son más frecuentes entre
las chicas y van asociados
a familias de baja renta
ROSER VILALLONGA / ARCHIVO
Un grupo de jóvenes de botellón, en el Raval de Barcelona
JOSEP PLAYÀ MASET
BARCELONA. – Las desigualdades de clase y de género explican en
gran parte el comportamiento de
riesgo de muchos adolescentes, desde su afición al botellón hasta la conducción sin casco, pero hay otras variables que también cuentan. Los estudios sociológicos han descubierto
que la presión del grupo de iguales,
es decir de la camarilla de amigos, o
la permisividad de los padres influyen decisivamente en el comportamiento de los jóvenes.
El Panel de Familias e Infancia
realizado por el Institut d'Infància i
Món Urbà (Ciimu), con una encuesta a 3.000 jóvenes de 12 a 16 años
de Catalunya, señala un nada despreciable número de actuaciones incívicas y de comportamientos de
riesgo entre estos adolescentes. Así,
un 28% asegura haberse montado
en un ciclomotor sin casco; un 25%
ha participado en algún botellón;
un 16% ha llegado a robar en una
tienda o centro comercial; un 15%
se ha emborrachado en el último
mes, y un 13% ha destruido mobiliario urbano. Hay, como decíamos, diferencias debidas al sexo: las chicas
se apuntan más a las drogas legales,
fumar o beber. Los chicos optan por
actitudes de más riesgo a corto plazo como conducir sin permiso una
moto o ir sin casco, tener algún comportamiento violento o llevar una
tamientos de riesgo de los adolescentes, siempre son más proclives
aquellos que tienen los padres más
permisivos. Por poner un ejemplo:
sólo un 15% de los hijos de padres
con una permisividad baja ha participado en un botellón, frente al 37%
de los hijos de padres con permisividad alta.
Los trastornos de tipo depresivo
y de ansiedad son más frecuentes entre las chicas y van asociados a familias de baja renta. “Las chicas han
interiorizado más los problemas psicológicos, mientras que los chicos
se desahogan con sus conductas de
riesgo”, explica Martínez. Y cuando se trata de la percepción de los
estados depresivos, entre las chicas
aún es mayor.
Los hábitos alimentarios reflejan
también notorias diferencias. El sobrepeso y la obesidad son más frecuentes entre los chicos, y bastante
más cuando proceden de familias
de rentas bajas, aunque entre las chicas las diferencias se agrandan más
según la renta. Según Àngel Martínez, la encuesta, realizada por el
Ciimu por encargo del Departament d'Acció Social i Ciutadania,
demuestra que “las pautas alimentarias de los hijos de clases desfavorecidas no son las adecuadas, por exceso de grasas, chucherías, etcétera”.c
A más seguimiento familiar, mejores notas
¿Por qué los hijos de los coreanos, allí donde estén, siempre obtienen buenos resultados escolares? La respuesta, según un estudio en Estados Unidos, está en la actitud exigente de los padres, en el
control que ejercen sobre sus hijos y en la proximidad que tienen con ellos y sus estudios. Una conclusión similar la expone Pau Marí-Klose, investigador
del Ciimu y de la Universitat de Barcelona. En la
ponencia Capital social de les famílies, èxit i fracàs
escolar, presentada en unas jornadas del Departament d'Acció Social, se explica que “las desigualdades de renta entre las familias se traducen en expectativas educativas diferenciadas”, pero que “el seguimiento familiar de la actividad escolar puede reducir el efecto de la renta sobre los rendimientos educa-
tivos”. La encuesta indica que hay un 39% de hijos
de familias con ingresos bajos que tiene una nota media de suspenso. Este porcentaje se da entre familias
con un escaso seguimiento de la actividad escolar de
sus hijos. Cuando el seguimiento es medio, el porcentaje de jóvenes que suspenden baja al 25%, y si el
seguimiento es alto se reduce al 20%. Otra consecuencia de un seguimiento constante de los hijos es
que aumenta considerablemente el número de quienes creen que realizarán una carrera universitaria. Y
otro dato: las chicas se benefician más del seguimiento alto de los padres. “Esto –dice Pau Marí-Klose–
debería obliga a los gobiernos a pensar en horarios
más flexibles para los padres para permitirles que
hagan un seguimiento de los estudios de sus hijos”.
LA VANGUARDIA 37
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