La cárcel goza de buena salud... Silvia Guemureman ... Y no tiene pronóstico reservado, ni fecha de deceso previsible a corto plazo. Quizás sea porque la malas condiciones la han vuelto mas resistente, quizás porque se ha vuelto inmune a ciertas enfermedades de tanto pulular en lo abyecto de sus pasillos, lo cierto es que quienes anunciaron su fin, se equivocaron casi tanto como aquellos que anunciaron el fin del capitalismo. Ni uno ni otra están por exhalar el último suspiro. Es cierto que por cuestiones de edad, tienen algunos achaques indisimulables: todavía no se inventó cirugía que pueda reparar tanta tropelía. Sin embargo, por muy reiterativo que parezca, la cárcel no ha fracasado ni va a desaparecer. Tal como dijera Foucault, en el célebre capítulo de Ilegalismos y delincuencia, incluido en el no menos famoso Vigilar y Castigar. Nacimiento de la prisión1: "Admitamos a creer que la ley esté destinada a definir infracciones, que el aparato penal tenga como función reducirlas, y que la prisión sea el instrumento de esta represión. Entonces hay que levantar un acta de fracaso (....) Pero quizás haya que darle la vuelta al problema y preguntarse de qué sirve el fracaso de la prisión; para qué son útiles esos diferentes fenómenos que la crítica denuncia continuamente: pertinacia de la delincuencia, inducción de la reincidencia, transformación del infractor ocasional en delincuente habitual, organización de un medio cerrado de delincuencia.(...) Sería preciso entonces suponer que la prisión y de una manera general los castigos no están destinados a suprimir las infracciones; sino más bien a distinguirlas, a distribuirlas, a utilizarlas; que tienden no tanto a volver dóciles a quienes están dispuestos a transgredir las leyes, sino que tienden a organizar la transgresión en una táctica general de sometimientos. La penalidad sería entonces una manera de administrar los ilegalismos, de trazar límites de tolerancia, de dar cierto campo de libertad a algunos, y hacer presión sobre otros, de excluir a una parte y de hacer útil a otra; de neutraliza a éstos, de sacar provecho de aquéllos. En suma la penalidad no reprimiría" pura y simplemente los ilegalismos; los "diferenciaría"; aseguraría su "economía" general. Y si se puede hablar de una justicia de clase no es solo porque la ley misma o la manera de aplicarla sirvan a los intereses de una clase, es porque toda la gestión diferencial de los ilegalismos por la mediación de la penalidad forma parte de esos mecanismos de dominación. Hay que reintegrar los castigos legales a su lugar dentro de una estrategia legal de los ilegalismos. El "fracaso" de la prisión puede comprenderse sin duda a partir de ahí." No hace falta gastar más elocuencia en “alabar” su funcionalidad. Claro que lo que si podemos hacer, aunque más no sea para dimensionar su imprescindiblidad es imaginar un escenario social donde no exista la cárcel. Ensayemos responder algunas preguntas ¿Que haríamos con los sujetos que van efectivamente a la cárcel? 1 Editorial Siglo XXI, primera edición en español, 1976. ¿Que haríamos con los candidatos potenciales que no ingresan por motivos de capacidad pero que constituyen un verdadero “ejército industrial de reserva de presos”? ¿Qué haríamos con tantos guardia cárceles que pasarían a engrosar no sólo el ejército de los desocupados, sino las filas de los postulantes “a la nada”2? En definitiva, a unos y otros, muchos veces sólo los diferencia el uniforme y el lado de la reja que les toque, pero suprimida la cárcel, ¿cuál sería la diferencia entre ambos bandos, serían realmente colectivos tan diferenciados ontológicamente hablando? ¿Qué sería de todos los proveedores que viven también a la sombra, pero no de las rejas, sino de la ganancia asegurada, con rentabilidad garantizada que les otorga su credencial de proveedores de las instituciones carcelarias, justamente elegidos en concurso de licitación de oferta de servicios por calidad y precio? ¿Qué sería del presupuesto público que de esta forma podría redistribuirse en otros rubros como la educación, las políticas públicas, la creación de fuentes de trabajo, la salud, etc.? Estas son sólo algunas de las preguntas, preguntas para las cuales no tenemos todas las respuestas, pero el sólo ensayo de algunas, nos sugiere un escenario por lo menos, difícil. Veamos, según la Dirección de Política Criminal dependiente del Ministerio de Justicia de la Nación, la población carcelaria total para 1996 era de 27.478 presos sumando aquellos procedentes de unidades del Servicio Penitenciario Federal (6042) y de los Servicios Penitenciarios Provinciales (21436). Ahora bien, si añadimos aquellos que constaban detenidos en Comisarías, la cifra se eleva a 43.174, desagregados en 3048 procedentes de Comisarías de la Provincia de Buenos Aires, y 12.648 residentes en Comisarías provinciales33. Si además consideramos el contexto general de aumento de la desocupación laboral, subocupación y precarización del mercado de trabajo, la depresión de la calidad de vida, y las escasas expectativas de una sustantiva mejora en el corto plazo, compondremos un escenario que augura larga vida a las políticas represivas, que reclaman “ley y orden” a cualquier precio, ignorando las condiciones de vida de gran parte de la población. Toda vez que se actualice la falacia de que “hay que matar el hambre matando al hambriento”, el eco repercutirá en el sistema penal repitiendo, en forma amplificada, una y otra vez que el delito disminuirá si se eliminan a los delincuentes, que si se endurecen las penas no habrá más reincidencia, que los presos reciben “solo lo merecido”,y sandeces por el estilo, que son las que aseguran la supervivencia de la cárcel y las instituciones represivas, sustituto en muchos casos de mejores alternativas y soluciones reales a sus causas, no a sus consecuencias. 2 Según la ilustrativa metáfora de R. Castel en La Metamorfosis de la cuestión social, Edit. Paidos, 1995 “(...)De modo que el núcleo de la cuestión social consistiría hoy en día, de nuevo, en la existencia de “inútiles para el mundo”, supernumerarios y alrededor de ellos una nebulosa de situaciones signadas por la precariedad y la incertidumbre del mañana, que atestiguan el nuevo crecimiento de la vulnerabilidad de masas” 3 Datos extractados de la publicación Hacia un Plan de Política Criminal, de la Dirección de Política Criminal dependiente del Ministerio de Justicia de la Nación, Febrero de 1998.