MIRÓ Y EL PESEBRE Es conocido el interés de Joan Miró por las diferentes expresiones de la artesania popular... Sin ir más lejos, el Centre Miró ha incorporado, en los últimos años, dos objetos mironianos, como son el “sol de palmas” (el 2009) i la “cesta de pescado” de mimbre (el 2010). Y, desde el 2005 hay aquel caballito con guarniciones de albardero al lado de la reproducción del cuadro “Cavall, pipa i flor vermella” (1920), donde hay uno encima de una consola isabelina. Aquellos “sol de palmas” i la “cesta de pescado” son elementos que el artista tenia, tanto en el mas de Mont-roig, como en su taller de Palma de Mallorca. Sobre aquel caballito y su relación con el pintor, tenemos las frases que Francesc Mundi Pedret, de Montbrió, el pueblo de al lado de Mont-roig, publicó en el articulo “Records de Mont-roig” en la revista “Ressò mont-rogenc” núm. 55 (1995), pág. 20: “Si Miró pasaba por Montbrió, se detenía en el taller de Jaume Borrull, que guarnecía caballitos de madera, haciendo artesanalmente todas las guarniciones. Allí Miró se embelesaba mirando la plancha de plomo donde el guarnicionero ponía los cueros para sujetar los clavos...”. Miró también sentía una gran atracción por las figuritas de barro de la artesanía popular, ya fuesen los siurells de Mallorca o las del pesebre tradicional catalán. Quizás esto, refleja los orígenes del pintor: su madre, Dolors Ferrà Oromí, era de Palma de Mallorca, y su padre, Miquel Miró Adzaries, de Cornudella (Tarragona). Desde su infancia, Miró visitaba los puestos de venta que es colocaban en la Fira de Santa Llúcia en Barcelona, unos días antes de Navidad, que entonces se hacía en la plaza Sant Jaume (ahora se hace en los alrededores de la catedral), al lado del pasaje del Crèdit donde vivía con sus padres. También sabemos que tenía figuras del pesebre en un anaquel de su taller de Son Abrines, en Palma de Mallorca y, entre elles, un “caganer”. En el catálogo de la exposición “Joan Miró: l’arrel i l’ indret” hecha durante el “Centenari Miró” (1993), dentro del apartado dedicado al arte popular, hay el texto “Les figures de pessebre” (pág. 52). Josep Mañà cita que estas figuras de Navidad le sirvieron a Miró, en algún caso, como modelo para algún cuadro y reproduce una frase de Miró sacada de sus notas: “Usar en algún sitio de la pintura el rippoli más brillante para que contraste con el resto mate, como en les figuritas de pesebre, donde hay colores a la cola y en otros sitios muy brillantes...”. El rippoli era una marca comercial de pintura y barniz. Tampoco es casual que el poeta J.V. Foix definiese a su amigo Miró como un “pesebrista astral” en la sección “Les idees i els esdeveniments” del diario “La Publicitat” del 21 de abril de 1932. La conferencia que Foix hizo, el 12 de diciembre de 1968, dentro de los actos complementarios de la gran exposición antológica en el Antic Hospital de la Santa Creu de Barcelona, llevaba por título ‘Miró o el pessebrista astral’. En el artículo que el poeta escribió en la revista “Serra d’Or” (abril de 1973), “El natalici de Joan Miró”, este profundiza en esta definición: “Como los pesebristas del terrero que prueban de reproducir paisajes cuando, verdaderamente crean, con modestia y fervor solariego, otros parajes por donde vagan pacíficamente y beatamente, Miró modifica la realidad y se libera, con opulencia astral, del asedio de las obsesiones...”. Cuando Foix cita como “pesebrista astral” a Miró, está definiendo aquella figura literaria retórica del oxímoron, una especie de choque de contrarios; como aquel típico “un instante eterno”. Quiere remarcar su vertiente más enraizada a la tierra; a la tierra que cultiva y ama el payés (de Mont-roig), que está suficientemente reflejada en aquellos cuadros cercanos a la realidad de la primera época; pero también quiere anotar como todo esto está pasado por el cedazo (por el filtro) del mundo del cielo, de las estrellas. De igual manera que les “estrelles mironianas” no son (exclusivamente) del cielo, sino que son de la tierra, son la expresión del entrelazado de las cañas de las judías o las tomateras. Mirad “Mont-roig: poble i església” (1919). Esta componente astral, celeste, de Miró es suficientemente conocida; el que posiblemente lo es menos, es que en los papeles que guardaba, ahora en el fondo de la Fundació Miró de Barcelona, hay planisferios de las diferentes épocas del año publicados en la revista “Destino”, que Miró recortaba y guardaba. Todos sabemos que cuando se hace un pesebre, es importante ponerle aquel papel que hace de cielo, con sus estrellas. En el libro “El color dels meus somnis. Converses amb Georges Raillard” (Lleonard Muntaner Editor, 2009), este habla a Miró de unas esculturas que había hecho partiendo de unos taburetes y le pregunta si podría hacer lo mismo con un objeto de artesanía popular, y Miró le contesta: “No, aquellos siempre son vivos. Mirad estas figuras de pesebre, son como las que venden en la Fira de Santa Llúcia. Sentid la marca de los dedos en la arcilla...” (pág. 86). Finalmente el famoso escritor y crítico de arte australiano Robert Hughes, en su libro “Barcelona” (Cercle de Lectors, 1996), analizando los famosos conceptos del “seny i la rauxa” a Catalunya, dictamina, en la pág. 30, que “probablemente, la manifestación de la rauxa que ha penetrado más en la cultura es... (de origen) escatológico. La preocupación que demuestran los catalanes por los excrementos enorgullecería Freud...”. Después, cita aquella frase popular: “Come fuerte y caga fuerte, y no tengas miedo de la muerte”. Y continua: “la imagen de la mierda tiene un carácter festivo que no existe en el resto de Europa...”, mencionando, a continuación, el “Caga tió” de la Navidad y la figura del pesebre del caganer: “El caganer entra de una manera inconfundible en el arte del siglo XX... si uno observa con atención La Masia advertirá la presencia de un chico pálido, sentado en cuclillas, delante del lavadero donde su madre hace la colada. Pues bien, este chico no es sino el caganer de las Navidades de la infancia de Miró...”. Este chico en cuclillas, con les nalgas tocando los talones, de “La masia” (1921-1922) es uno de los elementos que llama más la atención. Está situado justo enmedio del cuadro y mira frontalmente al espectador. La figura del caganer viene de antiguo (ya se existían en el siglo XVIII), pero se popularizaron en Barcelona a finales del siglo XIX. Poco después de este cuadro, Miró pintó “La masovera” (1922-1923). Como nos explicaba Consol Boquera Castellnou, la vaileta, la modelo fue su madre Adelaida Castellnou. Pero Miró tenía un referente preciso en una de les figuras del pesebre que había en aquellos años (y que continua haciéndose aunque ligeramente modificada) y es la de la payesa con el cesto y el conejo. Resulta curioso cómo, tanto en el cuadro como en la propia figura, estos elementos, el cesto y el conejo, están situados de igual manera: (mirando frontalmente) en los brazos de la izquierda y de la derecha, respectivamente. Esta figura de la mujer con el cesto (solo o con algún otro elemento) es una de les típicas de las conocidas como “figuras de la ofrenda” al niño Jesús; también hay, entre otras, el pastor con el cordero al cuello o la mujer (o hombre) con un pan. Se han comparado muchas veces Picasso y Miró, los dos grandes genios de la pintura del siglo XX, y sus temporadas en Horta de Sant Joan y Mont-roig... Pues también tienen una coincidencia pesebrística. Resulta que Picasso pintó, cuando residió en el pueblo de Gósol en el Berguedà leridano, en el Pirineo, el cuadro “La mujer del pan” (verano de 1906). y esta mujer con un pañuelo en la cabeza y con dos panes coronándola, también tiene la correspondiente figura del pesebre. Es una de aquellas “figuras de la ofrenda”. Volviendo a Miró, además, la descripción minuciosa de la multitud de utensilios que hay en el huerto de “La casa de la palmera” (1918) o delante de la casa de los masoveros de “La masia” no nos recuerdan algún pesebre, algún diorama, de aquellos perfectamente realizados? También es necesario remarcar como aquel “sol de palmas” se vendía en la Rambla de Catalunya de Barcelona unos días antes de la festividad religiosa del Domingo de Ramos. Y estas figuras del pesebre corresponden a la celebración religiosa de la Navidad. Todos son elementos que proceden de las fiestas religiosas. No deja de ser extrañamente curioso que Miró muriera el día de Navidad (del 1983).