JOAN MIRÓ Y LOS NÚMEROS Por qué el “173”? Qué hace aquel número en aquella pared, cuando todo hace suponer que es inventado? Estoy refiriéndome al cuadro “Poble i Església de Mont-roig” (1919). Además, para avivar aún más la curiosidad, se puede constatar que este “173” está pintado fuera de medida, es excesivo. Atrae la mirada. Georges Raillard en su libro Conversaciones con Miró menciona este “173” y le pregunta si las cifras le interesaban plásticamente. Miró le contesta que “no se trataba de un interés plástico. Era por las cifras mismas… si hago una serie de cosas, siempre son una cantidad impar…” De aquel cuadro del pueblo de Mont-roig, es curioso darse cuenta que en primer plano y en la parte inferior hay una hilera de tres grupos de tres cañas (que se alzan entrecruzándose definiendo aquellas estrellas mironianas). Más a la derecha y al fondo, se repite este conjunto. También son siete las tomateras que hay plantadas. El cuadro presenta dos partes bien diferenciadas, en la superior está el pueblo y en la inferior el campo, el huerto. Un conjunto de árboles separan las dos partes. En la parte inferior, vemos que hay un hombre cavando al lado de un par de paredes de forma triangular, y que está en medio de los dos puntos que llaman la atención: aquel “173” y el salto del canal del agua; ambos están situados armónicamente y tienen la misma forma. Parece como si el hombre, el agujero del agua y el “173” definieran un triángulo emocional. También encontramos grupos de cañas en “Hort amb ase” (1918): tres hileras de tres grupos en segundo plano a la izquierda y dos hileras también de tres grupos en segundo plano a la derecha. En lugar de aquel payés cavando ahora tenemos un asno. Ambos están en la parte inferior e interactúan con la tierra: uno cava y el otro come. Del cuadro “La casa de la palmera” (1919) podemos mencionar que aquel “1919” que Miró colocó encima de la puerta, también es inventado. Aquí la palmera presenta la misma característica que aquellos hombre/asno. Miró se sintió atraído por las hileras de tres por tres puertas y ventanas de la fachada del Mas, o por las tres aberturas (una puerta y dos ventanas) del edificio bajo de la derecha. Esta composición en tres también se encuentra en el edificio de la izquierda: hay dos ventanas y una contraventana en el anexo que sobresale. Un detalle curioso es que los tres escalones, a la derecha y a la izquierda del camino central, que definen una pared baja que separa el huerto del espacio de la casa, son los mismos que Miró pintó (a la izquierda) en el cuadro “Poble i Església de Mont-roig”. Sabéis cuántas calabazas hay encima de la pared baja de la derecha del cuadro? Trece. En muchos cuadros de ésta época veremos que a menudo hay “series de tres” elementos: casera, gato y conejo (“La masovera”, 1923), plato / botijo / manteles, cebolla / tomate / pimiento, gallo / conejo / pescado, tres hojas de pámpano (“La taula”, 1920)… Un cuadro no se estructura antes de pintarlo a la manera de un algoritmo matemático, pero encontramos ciertas tendencias que parecen surgir del subconsciente del artista. (De un artículo publicado en el “Ressò mont-rogenc” núm. 91, octubre 2004) Martí Rom