Nombre: Juan Ignacio Landaeta M. Clase: Psicología social. Carrera: Trabajo Social. Ensayo: “Un retrato de la realidad” Analizando este fenómeno connotado y fuertemente opinado, es posible denunciar y reflexionar en torno al mismo enfatizando en diversos puntos que claramente tienen injerencia en lo que a este respecta, sin embargo, remitirse tan abiertamente al hecho conllevaría una historia que retrata un universo de aspectos que lamentablemente enmarcan nuestras realidades sociales, no obstante, es preciso acentuar este hecho a lo más inmediato a un análisis psicosocial, asumiendo por este a lo que ataña a conflictos propios de la sociedad, la interrelación e interacción que en la misma sucede. Dicho de esta manera, y ahondando en este arquetipo llamado “Cisarro”, podemos atender en él las innumerables quejas que muchos poseemos de un sistema como el actual, sabemos que en él las inoperancias juegan un rol sustancial y verdaderamente acentuado, más aún al estudiar la historia y propio desenlace de Cristóbal. Conociendo esta particular realidad, de variados hechos delictuales, reiterados desapegos a las normas, nulo respeto por la autoridad, y ningún indicio de límites en su vida, conocemos también lo sustancial de este hecho, pues aquellas cosas que parten de una supuesta particularidad terminan siendo un espejo exacto que retrata la deplorable condición de muchos en nuestros días, y tratando de profundizar más, me percato de que este hecho es más bien la condición de toda una sociedad. No es un argumento sin sustento lo anteriormente señalado, sino una realidad de nuestros tiempos, pero que lamentablemente no se tiene consciencia de su veracidad. Si rescatamos lo implicado en el conocimiento obtenido, es preciso acentuar en el protagonismo que tiene la base social en torno a la construcción de realidades, y más aún la existencia de las interrelaciones que conllevan una construcción de lo social, dicho de otra forma, el conocer a los otros nos permite conocernos a nosotros mismos. Aquello no es tan solo la explicación que recae en la auto denominación de sujetos sociales, sino más bien, se remonta a la idea de reciprocidad de los miembros sociales, es decir la injerencia de unos sobre otros, y citando lo dicho por J.F Morales, el comportamiento no es mas que el resultado de la percepción de estímulos, los cuales en lo entendido a lo social, corresponde a los producidos por otras personas y su conducta. Así pues, y volviendo con el análisis a Cisarro, debemos atender que dista de un problema particular, por tratarse de una falta social, en donde todos tenemos responsabilidad del hecho. Y por tanto no podemos hacer caso omiso de lo que este representa y retrata. Lo antes mencionado además configura los vestigios de una sociedad que ha decidido cerrar los ojos frente a estas realidades, ya que no hemos tomado mayor preocupación y ocupación frente a lo que estos hechos comprometen, no exigimos tratamientos de verdadera rehabilitación, si no por el contrario, atendemos estas enfermedades de la sociedad con químicos que solo adormecen lo que todos hemos forjado al no ponerle a tiempo un taco a este situación. Y siendo más globales y tomando este hecho como una imagen que representa el resto, en nuestra sociedad la rehabilitación es un hecho desconocido, pues estamos convencidos que lo “malo” solo se condena y repudia, pues es recién en este paso cuando nos enteramos de la existencia de otro, desentendiéndonos de toda responsabilidad, y diferenciándonos a demás de nuestra calidad de seres sociales. Lo antes mencionado representa también lo que puedo atender del capítulo analizando, pues rescato de este la vinculación de ambas representaciones, viendo de él como vuelve a surgir el entendimiento errado al considerar que lo “no bueno” (aludiendo al condenado a muerte, y con él una ejemplificación de todo lo que en la sociedad se presenta de la misma forma) es solo algo que se debe olvidar y no atender, como en el preciso caso visto, eso se da por que está sentenciado a muerte. Es decir, aquello responde a lo que hoy vemos al tratar estos hechos, lo que se ve como nefasto, se atiende pero con lo que ya no sirve, es decir mero repudio, pero sin intención de corregirlo, sin ver una salvación a estos hechos al atender a otros que están insertos en realidades similares a las de Cisarro o aquel convicto, es decir los que están en potencia de ser retratos de una sociedad enferma. A su vez, en aquella representación de la sociedad manifestada en el capítulo visto, se arroga la idea presente en nuestros tiempos, es decir, asumir que lo que está mal o deficiente en la sociedad, no se atiende como un problema de todos, sino se asume como un problema de cada cual, y por tanto de la misma forma se condena, como una suerte de exonerar a los demás involucrados, que al parecer cuando ven que aquel “no bueno” está tras las rejas, condenado o estigmatizado, se sienten aliviados y sin responsabilidad alguna, lavándose las manos y sin sentirse en este instante como una sociedad que surge de la interrelación de sus miembros, y de las influencias de unos con otros De esta manera y concluyendo con esta reflexión, quiero citar algo dicho por Dr. House al increpar a uno de los doctores por no querer dar asistencia al convicto sentenciado a muerte, cuando se encontraba sufriendo un ataque… “Entonces a los diabéticos no hay para que darles insulina, si de todas formas van a morir”. Tomando esto como una representación de lo expuesto anteriormente, lo que se presenta como una realidad de indiferencia y despreocupación social, frente a hechos como lo visto en esa ejemplificación, y lo sucedido con el “Cisarro”.