Cristo santifica todas las realidades humanas Jesús es el primer mensajero de la Buena Nueva. El fue enviado por el Padre al mundo para renovar la humanidad. El se hizo hombre, semejante en todo a nosotros a excepción del pecado (cf. Heb 4,15). De esta manera él se unió con cada hombre, con cada mujer (cf. GS 22). El compartió nuestras experiencias humanas: alegrías, preocupaciones, éxitos, comienzos, tentaciones, la presencia y la pérdida de amigos, traición, sufrimientos, abandono de Dios, muerte y sepultura. Así lo podemos encontrar en todas nuestras experiencias humanas. Cristo santificó todas las realidades que hacen parte de la vida humana: “Trabajó con manos humanas, actuó con voluntad humana y amó con corazón humano” (GS 22). Todas estas realidades: nacimiento, crecimiento, conversión, amistad y amor, servicio a los pobres y moribundos, lo celebramos en nuestros sacramentos. La meta es hacer ‘vivible’ la vida humana en el sentido pleno. La Iglesia y sus sacramentos tienen a la larga el fin de capacitar a los cristianos para impulsar la renovación de la humanidad (cf. Mt 5,1-16; 25,31-46). CCFMC, Lección 14, C